64. Cómo liberarse de las emociones represivas

Por Tong Ling, China

En septiembre de 2023, era responsable del trabajo de riego de varias iglesias. Después de un tiempo, más personas aceptaron la nueva obra de Dios, y estas iglesias necesitaban más regadores. Todos los días, además de regar a los recién llegados, también tenía que cultivar a los regadores recién seleccionados. Como todos acababan de empezar a formarse, tenía que enseñarles de forma práctica todos los aspectos, y proporcionarles una enseñanza detallada. Durante el día, salía a regar a los recién llegados y, por la noche, tenía que hablar sobre los problemas y las dificultades que enfrentaban los regadores. A veces, hablar de un solo tema llevaba varias horas y, en ocasiones, cuando su estado era malo, tenía que encontrar las palabras de Dios para hablar y resolver sus problemas, lo que me llevaba a trasnochar muchas veces. Con el tiempo, llegué a sentir que cultivar a las personas era una verdadera molestia. Me agotaba no solo físicamente, sino también mentalmente. Desde que había empezado a cultivar a los regadores, mi equilibrio entre el trabajo y el descanso se había visto trastornado. A veces, solo quería decirles que me dejaran en paz, pero me preocupaba que pudieran sentirse constreñidos, así que me mordía la lengua. En ese momento, el PCCh estaba arrestando a los creyentes sin parar, y los recién llegados bajo el cuidado del regador Tian Yun se habían vuelto temerosos y negativos. Tenía que comunicarme con Tian Yun casi todos los días sobre los problemas de los recién llegados y yo estaba nerviosa todo el tiempo. La líder del equipo me escribió para pedirme que estableciera un plan que estimara cuánto tiempo necesitaban los regadores para poder regar a los recién llegados de forma independiente. Al ver todas las dificultades en el trabajo y las numerosas cartas de seguimiento sobre el trabajo, no pude aguantar más. Pensé: “Antes era mucho mejor solamente regar a los recién llegados. Aunque había muchos de ellos a quienes regar, al menos tenía algo de tiempo libre y, a veces, incluso podía charlar con las hermanas anfitrionas. Desde que comencé a cultivar a los regadores, no he podido acostarme temprano por la noche y he tenido que levantarme temprano por la mañana. Se ha arruinado mi equilibrio entre el descanso y el trabajo, y he tenido que hacer un gran esfuerzo mental y físico. ¿Cuándo terminarán estos días? Si esto continúa, ¿no colapsará mi cuerpo? Tal vez debería hablar con la líder y decirle que no puedo cumplir este deber y pedirle que me permita volver a un rol de una sola tarea”. Pero luego pensé: “Todos los regadores de estas iglesias están recién seleccionados, y aún no comprenden los principios para regar a los recién llegados. ¿Renunciar ahora no significaría que estaría abandonando mi deber y traicionando a Dios?”. Al pensar eso, no me atreví a renunciar, pero no me dedicaba tanto al trabajo de cultivo como antes. Por ejemplo, al cultivar a Tian Yun, sabía que ella acababa de comenzar a formarse y que era mejor guiarla directamente hablando sobre los problemas y dificultades con los recién llegados, pero no quería hacer tanto esfuerzo, así que simplemente analizaba con ella el estado de los recién llegados, la ayudaba a encontrar algunos pasajes de las palabras de Dios y dejaba que ella misma hablara y resolviera los problemas. A veces veía claramente que algunos regadores estaban en mal estado, pero hacía la vista gorda y pensaba: “Tan solo regar a los recién llegados me mantiene bastante ocupada. Si pregunto sobre sus estados, seguramente tendré otra pila de problemas, y tendría que asumir tal carga mental y hablar para resolver estos problemas. ¡¿Cuánta capacidad mental se necesitaría para eso?!”. Así que simplemente ignoraba esas cosas. Algunos regadores me hacían preguntas, y yo no les hablaba con tanta atención como antes y, simplemente, los mandaba a orar a Dios por su cuenta y a que confiaran en Dios para buscar soluciones. Después de un tiempo, algunos regadores cayeron en mal estado debido a su incapacidad para resolver los problemas de los recién llegados, y se ahogaban en sus dificultades. Al ver tantos problemas por resolver, me sentí realmente reprimida y dolorida, y quería persistentemente escapar de ese ambiente.

Un día, me enteré de que habían reasignado a la hermana Lu Mei en su deber debido a su escaso calibre, y que su carga de trabajo se había reducido. Pensé: “Si pudiera hacer un deber más ligero también, no tendría que preocuparme demasiado ni soportar tanto sufrimiento”. En ese momento, me di cuenta repentinamente de que mi estado era erróneo, y pensé: “¿No significa mi constante deseo de abandonar mi deber que estoy traicionando a Dios?”. Oré a Dios: “Dios, mis pensamientos son tan depravados. Me has elevado a cumplir un deber tan importante, pero soy ingrata y envidio a la hermana que ha sido reasignada en su deber. ¡Realmente no sé lo que es bueno para mí! Dios, he estado cumpliendo con mi deber de mala gana y me he sentido constantemente agotada física y mentalmente. Sé que este estado es incorrecto, pero todavía no sé cómo resolverlo. Por favor, guíame para salir de este estado”. Después de eso, hablé con la líder sobre mi estado. Encontró algunos pasajes de las palabras de Dios para mí, y algunas de estas palabras dejaron una profunda impresión en mí: “También están los que siempre se quejan de las dificultades mientras hacen su deber, que no quieren esforzarse, que, en cuanto tienen un poco de tiempo muerto, descansan, charlan distraídos o disfrutan del ocio y el entretenimiento. Y cuando el trabajo se intensifica y rompe el ritmo y la rutina de sus vidas, se sienten infelices e insatisfechos por ello. Gruñen y se quejan, y se vuelven negligentes al hacer su deber. Esto es codiciar las comodidades de la carne, ¿verdad?(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (2)). Lo que las palabras de Dios expusieron era tal cual mi estado. Al principio, cuando regaba a los recién llegados, la carga de trabajo era liviana y no me agotaba demasiado físicamente, así que estaba dispuesta a cooperar. Pero, a medida que la carga de trabajo aumentó, y además tenía que cultivar a los regadores y resolver sus problemas mediante la enseñanza, sentí que mi cuerpo lo padecía, así que me sentía infeliz, lloriqueaba, me quejaba e incluso quería abandonar mi deber. ¿Acaso no eran estas simplemente manifestaciones de cómo codiciaba la comodidad física?

Después, encontré otro pasaje de las palabras de Dios que coincidía perfectamente con mi estado. Dios Todopoderoso dice: “Si las personas buscan sin cesar la comodidad física y la felicidad, si esto es lo que persiguen sin tener deseo alguno de sufrir, entonces bastará con un poco de sufrimiento físico, con sufrir un poco más que los demás o sentirse un poco más sobrecargadas de trabajo que de costumbre para sentirse reprimidas. Esta es una de las causas de la represión. Si las personas no consideran que un pequeño sufrimiento físico sea un gran problema, y no buscan la comodidad física, sino que persiguen la verdad y tratan de cumplir con sus deberes para satisfacer a Dios, entonces a menudo no sentirán sufrimiento físico. Incluso si de vez en cuando se sienten un poco ocupadas, cansadas o agotadas, después de irse a dormir se despertarán sintiéndose mejor, y continuarán con su trabajo. Se concentrarán en sus deberes y en su trabajo; no considerarán que un poco de fatiga física sea un problema importante. Sin embargo, cuando surge un problema en el pensamiento de las personas y buscan sin parar la comodidad física, cada vez que sus cuerpos físicos se vean ligeramente agraviados o no puedan hallar satisfacción, surgirán en ellas ciertas emociones negativas. Entonces, ¿por qué este tipo de persona, que siempre quiere hacer lo que le apetece y dar rienda suelta a su carne y disfrutar de la vida, se encuentra a menudo atrapada en esta emoción negativa de represión cada vez que se siente insatisfecha? (Porque busca la comodidad y el disfrute físico). Eso es así en el caso de algunas personas(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (5)). Después de leer las palabras de Dios, comprendí mejor mi estado. Siempre me sentía reprimida y dolorida porque perseguía constantemente la comodidad y el placer físicos, y no quería dejar que mi cuerpo sufriera ni un poco. La dirección y los objetivos de mi búsqueda eran erróneos. Si el objetivo de mi búsqueda fuera cumplir bien mi deber para satisfacer a Dios, y yo considerara mi deber como mi responsabilidad y obligación, entonces habría estado dispuesta a soportar cualquier sufrimiento para cumplir bien mi deber, y no me habría sentido reprimida solo por un poco de sufrimiento. Cuando la carga de trabajo era ligera y el sufrimiento físico mínimo, aún podía someterme, pero, cuando la carga de trabajo aumentaba y tenía que refrenar mi carne, me sentía física y mentalmente agotada, como si cargara una montaña sobre los hombros. Me quejaba de que este deber era demasiado agotador y doloroso, y lo trataba de manera superficial e irresponsable. Incluso tenía la esperanza de que me reasignaran a una tarea más ligera y siempre deseaba no tener que pasar por tanto sufrimiento físico, poder realizar una tarea fácil y, aun así, que Dios finalmente me salvara. ¿No era solo un sueño imposible?

Después, pensé: “He creído en Dios durante tantos años y siempre he cumplido mi deber en la iglesia. Entonces, ¿cómo es posible que, cuando me enfrento a ciertas dificultades y un poco de presión en mi deber, comience a sentirme reprimida e incluso piense en abandonar mi deber?”. Leí dos pasajes de las palabras de Dios: “Para llegar a la comprensión de las naturalezas, además de desenterrar las cosas que le gustan a la gente en ellas, también hay que desenterrar varios de los aspectos más importantes que pertenecen a dichas naturalezas. Por ejemplo, los puntos de vista de las personas sobre las cosas; sus métodos y sus metas en la vida; sus valores vitales y sus perspectivas sobre la vida y sobre todas las opiniones e ideas sobre todas las cosas relacionadas con la verdad. Estas cosas están, todas, en lo profundo del alma de la gente y guardan una relación directa con la transformación del carácter. ¿Cuál es, entonces, la perspectiva vital de la humanidad corrupta? Se puede decir que es la siguiente: ‘Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda’. La gente vive para sí misma; por decirlo con mayor franqueza, vive para la carne. Solamente vive para llevarse comida a la boca. ¿En qué se diferencia esta existencia de la de los animales? No tiene ningún valor vivir así, y menos aún sentido. Tu perspectiva vital se basa en aquello de lo que dependes para vivir en el mundo, aquello para lo que vives y cómo vives, y todo esto tiene que ver con la esencia de la naturaleza humana. Al analizar la naturaleza de las personas, verás que todas se oponen a Dios. Todas ellas son diablos y no hay ninguna genuinamente buena(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Lo que se debe saber sobre cómo transformar el propio carácter). “La carne del hombre es como la serpiente: su esencia es hacer daño a su vida y cuando consigue completamente lo que quiere, la vida se pierde. La carne pertenece a Satanás. Siempre hay deseos extravagantes dentro de ella; la carne solo piensa en sí misma, siempre desea facilidad y quiere disfrutar de la comodidad, regodeándose en la pereza y la holgazanería. Una vez que la hayas satisfecho hasta un determinado punto, te terminará comiendo. Es decir, si la satisfaces una vez, te pedirá que la vuelvas a satisfacer la próxima vez. La carne siempre tiene deseos extravagantes y nuevas exigencias y se aprovecha de que la complazcas para hacer que la valores aún más y vivas entre sus comodidades y, si no puedes vencerla, con el tiempo, acaba por arruinarte. Que puedas o no lograr vida ante Dios y cuál sea tu final definitivo, depende de cómo lleves a cabo tu rebelión contra la carne. Dios te ha salvado, escogido y predestinado, pero si hoy no estás dispuesto a satisfacerle, a poner en práctica la verdad, a rebelarte contra tu propia carne con un auténtico corazón amante de Dios, te terminarás destruyendo, y sufrirás un dolor extremo. Si siempre complaces la carne, Satanás te devorará gradualmente y te dejará sin vida y sin el toque del Espíritu, hasta que llegue el día en que te encuentres totalmente en tinieblas en tu interior. Cuando vivas en la oscuridad, Satanás te habrá llevado cautivo; ya no tendrás más a Dios en tu corazón y en ese momento negarás Su existencia y lo abandonarás(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo amar a Dios es realmente creer en Él). Después de leer las palabras de Dios, comprendí un poco la raíz y las graves consecuencias de codiciar la comodidad y la tranquilidad. Vivía con ideas y puntos de vista falaces como: “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”, “La vida solo consiste en comer rico y vestirse bien” y “Trátate bien y disfruta tu vida”. No estaba dispuesta a soportar ni un poco de sufrimiento en mi deber y planificaba y consideraba todo teniendo en cuenta mi comodidad física. La iglesia dispuso que yo regara a los recién llegados y cultivara a los regadores. Esa era mi responsabilidad. Pero siempre sentí que mi deber era agotador y que me causaba pérdidas, así que lo hacía de manera superficial. Incluso cuando veía a algunos regadores en mal estado, no hablaba con ellos para resolver sus estados. Algunos recién llegados temían que los arrestaran, por lo que se volvieron negativos y débiles, y Tian Yun, que acababa de comenzar su entrenamiento, no podía comunicar la verdad con claridad. Debería haberla guiado para ayudar a los recién llegados juntas, pero yo codiciaba la comodidad física y, en realidad, no guie a Tian Yun para que hablara con ellos, lo que llevó a que los problemas de los recién llegados quedaran sin resolver, y a que Tian Yun se ahogara en las dificultades. Esto no solo perjudicó la vida de los recién llegados, sino que también demoró el cultivo de los regadores, y mientras tanto, yo vivía en la oscuridad y en un dolor insoportable. Casi había abandonado mi deber y traicionado a Dios. Solo entonces vi cuán severas eran las consecuencias de codiciar la comodidad. Si no cambiaba, terminaría en la ruina. La casa de Dios me había cultivado durante tantos años, pero ahora que muchos recién llegados a la iglesia necesitaban riego, no pensé en cómo pagar el precio de regar bien a los recién llegados y cultivar a los regadores. En cambio, evadía el trabajo arduo y, en los momentos críticos, me acobardaba ante la dificultad y recurría a la pereza. ¡Era verdaderamente egoísta y despreciable! Al mismo tiempo, también entendí que Dios había dispuesto este entorno no para hacerme las cosas difíciles adrede, sino con el fin de usarlo para revelar mi corrupción y hacer que me rebelara contra mi carne, me deshiciera de esos pensamientos y puntos de vista depravados que me había inculcado Satanás, viviera de acuerdo con las palabras de Dios y persiguiera ser una persona con humanidad. ¡Esta fue la salvación de Dios para mí!

Luego volví a leer las palabras de Dios: “Todos aquellos que creen realmente en Dios son individuos que se ocupan del trabajo que les corresponde, son los que están dispuestos a desempeñar su deber, son capaces de asumir una labor y la hacen bien, de acuerdo con su calibre y los preceptos de la casa de Dios. Por supuesto, al principio puede ser un desafío adaptarse a esta vida. Puede que te sientas agotado física y mentalmente. Sin embargo, si realmente tienes la determinación de cooperar y la voluntad de convertirte en una persona normal y buena, y de alcanzar la salvación, entonces debes pagar cierto precio y permitir que Dios te discipline. Cuando tengas el impulso de ser obstinado, debes rebelarte contra él y desprenderte de ese impulso, y reducir poco a poco tu obstinación y tus deseos egoístas. Debes buscar la ayuda de Dios en asuntos cruciales, en momentos y en tareas cruciales. Si tienes determinación, entonces debes pedirle a Dios que te reprenda y te discipline, y que te esclarezca para que seas capaz de entender la verdad, de esa manera obtendrás mejores resultados. Si tu determinación es auténtica, si le oras a Dios en Su presencia y le suplicas, Él actuará. Cambiará tu estado y tus pensamientos. Si el Espíritu Santo realiza un poco de obra, te conmueve y te esclarece un poco, tu corazón cambiará y se transformará tu estado. Cuando ocurra esta transformación, sentirás que vivir de esta manera no es represivo. Tu estado y emociones reprimidos se transformarán y aliviarán, y ya no serán como antes. Sentirás que vivir así no resulta agotador. Disfrutarás desempeñando tu deber en la casa de Dios. Sentirás que es bueno vivir, comportarte y llevar a cabo tu deber de esta manera, soportando adversidades y pagando un precio, siguiendo las reglas y haciendo cosas en base a los principios. Sentirás que este es el tipo de vida que la gente normal debería tener. Cuando vivas según la verdad y cumplas bien con tu deber, te parecerá que tu corazón está firme y en paz, que tu vida tiene sentido. […] Todo adulto debe asumir las responsabilidades como tal, con independencia de las presiones a las que se enfrente, como las adversidades, enfermedades e incluso las diversas dificultades: son cosas que todo el mundo debe experimentar y soportar. Forman parte de la vida de una persona normal. Si no puedes soportar la presión o tolerar sufrimiento, significa que eres demasiado frágil e inútil. Cualquiera que viva debe soportar este sufrimiento, y nadie puede evitarlo. Ya sea en la sociedad o en la casa de Dios, es igual para todos. Esta es la responsabilidad que debes asumir, la pesada carga que debe llevar un adulto, la que debe soportar, y no debes eludirla. Si siempre intentas escapar o desechar todo esto, entonces tus emociones represivas saldrán a la luz, y siempre estarás enmarañado en ellas. Sin embargo, si puedes comprender y aceptar todo esto de una forma adecuada y verlo como una parte necesaria de tu vida y existencia, entonces estas cuestiones no deberían ser motivo para que desarrolles emociones negativas. En un sentido, debes aprender a asumir las responsabilidades y obligaciones que los adultos deben tener y sobrellevar. En otro aspecto, debes aprender a coexistir en armonía con los demás en tu entorno vital y de trabajo con una humanidad normal. No te limites a hacer lo que te apetezca. ¿Cuál es el propósito de la coexistencia armoniosa? El de completar mejor el trabajo y cumplir mejor las obligaciones y responsabilidades que tú, como adulto, debes completar y desempeñar, minimizar las pérdidas causadas por los problemas a los que te enfrentas en tu trabajo y maximizar los resultados y la eficiencia de este. Eso es lo que debes conseguir. Si posees una humanidad normal, deberías lograrlo cuando trabajes entre la gente. En cuanto a la presión del trabajo, tanto si viene de lo Alto o de la casa de Dios, como si se trata de la presión que ejercen sobre ti tus hermanos y hermanas, es algo que debes soportar. No puedes decir: ‘Esto supone demasiada presión, así que no lo voy a hacer. Solo busco ocio, tranquilidad, felicidad y comodidad al cumplir con mi deber y trabajar en la casa de Dios’. Esto no vale; no es un pensamiento que un adulto normal deba poseer, y la casa de Dios no es un lugar para que te entregues a la comodidad. Toda persona asume cierta dosis de presión y riesgo en su vida y en su trabajo. En cualquier trabajo, especialmente durante el desempeño de tu deber en la casa de Dios, debes esforzarte por obtener resultados óptimos(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (5)). A partir de las palabras de Dios, comprendí los requisitos que Él tiene para las personas. Como adultos con una humanidad normal, debemos asumir nuestras responsabilidades y cumplir bien nuestros deberes, lo cual requiere sufrimiento, pagar un precio y esforzarnos por los principios-verdad. No debemos considerar constantemente nuestra carne. Esta es la actitud que debemos tener hacia nuestros deberes. Pensé en cómo algunos hermanos y hermanas sirven como líderes, supervisores, obreros del evangelio o realizan tareas de asuntos generales en la iglesia, y en cómo, independientemente de su edad, todos asumen su propio trabajo y cumplen sus responsabilidades, mientras que yo me quejaba constantemente y no asumía mi propia responsabilidad y deber. Me sentí muy avergonzada. Después de seguir a Dios durante tantos años y de disfrutar tanto del riego y del sustento de Sus palabras, no había sido considerada con Sus intenciones y siempre quería codiciar la comodidad física. ¡Realmente no era digna de que me llamaran humana! La iglesia dispuso que yo regara a los recién llegados y también que cultivara a los regadores. Esta fue la elevación que Dios me dio. Debía considerar cómo cumplir bien mi deber, y cultivar rápidamente a los regadores. También entendí que no importa qué dificultades o cuánto sufrimiento encuentre, no es una razón para rechazar mi comisión y, ciertamente, no debía dar lugar a sentirme reprimida. En cambio, debía confiar en Dios y buscar la verdad para resolver estas dificultades.

Después de un tiempo, descubrí que una recién llegada, la hermana Tingting, tenía buena comprensión y era adecuada para cultivar. Sin embargo, considerando que ya estaba cultivando a algunos regadores, y que era responsable de regar a los recién llegados, si también cultivaba a Tingting, tendría aún menos tiempo para relajarme. Además, Tingting había llegado a creer en Dios hacía apenas seis meses, no entendía muchas verdades y se requeriría mucho esfuerzo para cultivarla, así que decidí que otros regadores la cultivaran. Más tarde, me di cuenta de que este estado mío era erróneo y que todavía no quería preocuparme por las cosas, pagar un precio ni sentirme agotada y sufrir. Pensé en un pasaje de las palabras de Dios: “Ocurre algo que requiere que soportes dificultades, momento en el cual debes entender cuáles son las intenciones de Dios y cómo debes ser considerado con ellas. No debes satisfacerte a ti mismo: primero ponte a un lado. Nada es más abyecto que la carne. Debes buscar satisfacer a Dios y cumplir bien con tu deber. Con tales pensamientos, Dios te traerá un esclarecimiento especial con relación al asunto, y tu corazón también encontrará consuelo(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo amar a Dios es realmente creer en Él). Comprendí que, en vez de solo satisfacer mi comodidad carnal, debía considerar cómo satisfacer a Dios y beneficiar la obra de la iglesia. Tingting tenía un buen calibre, un entendimiento puro y un fuerte impulso para buscar, y, si se la cultivaba, podría hacerse cargo de cierto trabajo. Tenía que ponerla a cumplir deberes lo antes posible. Eso beneficiaría la obra y también ayudaría a su crecimiento personal. Después, hice un esfuerzo para encontrar tiempo para hablar con Tingting y guiarla sobre cómo hacer el trabajo de riego. Aunque a veces me sentía bastante cansada y enfrentaba dificultades, ya no me sentía reprimida, sino que me rebelaba contra mi carne para realmente cooperar. Este cambio en mí fue el resultado de las palabras de Dios. ¡Gracias a Dios!

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