Palabras diarias de Dios: La entrada en la vida | Fragmento 484

Si no puedes aceptar la nueva luz de Dios, y no puedes entender todo lo que Dios hace hoy, y no lo buscas o bien dudas de ello, lo juzgas o lo estudias y lo analizas, entonces es que no tienes la menor intención de obedecer a Dios. Si, cuando la luz actual y ahora aparezca, todavía atesoras la luz de ayer y te opones a la nueva obra de Dios, entonces no eres más que un absurdo, uno de los que están en contra de Dios de manera deliberada. El elemento clave para obedecer a Dios es apreciar la nueva luz y ser capaz de aceptarla y ponerla en práctica. Solo esto es la verdadera obediencia. Los que carecen de la voluntad de anhelar a Dios son incapaces de someterse intencionalmente a Él, y solo se pueden oponer a Dios como resultado de su satisfacción con el estado actual de las cosas. Que el hombre no pueda obedecer a Dios se debe a que lo posee lo que vino antes. Las cosas que vinieron antes les han dado a las personas todo tipo de nociones e imaginaciones acerca de Dios, y estas se han convertido en la imagen de Dios que tienen en su mente. Por lo tanto, en lo que creen es en sus propias nociones y en los estándares de su propia imaginación. Si mides al Dios que hace una obra real a día de hoy contra el Dios de tu propia imaginación, entonces tu fe proviene de Satanás y está manchada con tus propias preferencias; Dios no quiere esta clase de fe. Independientemente de lo elevadas que sean sus credenciales e independientemente de su entrega, incluso si han dedicado toda una vida de esfuerzos a Su obra y se han martirizado, Dios no aprueba a nadie que tenga una fe como esta. Él solo les concede un poco de gracia y les permite disfrutarla por un tiempo. Personas como estas no pueden poner en práctica la verdad. El Espíritu Santo no obra en su interior y Dios las eliminará a cada una de ellas, una por una. Sean viejos o jóvenes, los que no obedecen a Dios en su fe y tienen las intenciones equivocadas son los que se oponen e interrumpen, y Dios eliminará indiscutiblemente a esas personas. Los que no tienen la más mínima obediencia a Dios, que solo reconocen Su nombre y tienen cierta idea de Su bondad y hermosura, pero que no mantienen el ritmo de los pasos del Espíritu Santo, y no obedecen la obra y las palabras presentes del Espíritu Santo, esas personas viven en medio de la gracia de Dios y Dios ni las ganará ni las perfeccionará. Dios perfecciona a las personas por medio de su obediencia, por medio de su comer, beber y disfrutar las palabras de Dios y por medio del sufrimiento y refinamiento en sus vidas. Solo por medio de una fe como esta el carácter de las personas puede cambiar, y solo entonces pueden poseer el conocimiento verdadero de Dios. No estar satisfechos con vivir en medio de la gracia de Dios, anhelar activamente la verdad, buscar la verdad y ser ganados por Dios, esto es lo que quiere decir obedecer conscientemente a Dios y esta es precisamente la clase de fe que Él quiere. Las personas que no hacen nada más que disfrutar la gracia de Dios no pueden ser perfeccionadas o cambiadas, y su obediencia, su piedad, su amor y su paciencia, todo es superficial. Las que solo disfrutan la gracia de Dios no pueden conocer a Dios realmente, e incluso cuando conocen a Dios, su conocimiento es superficial, y dicen cosas como que “Dios ama al hombre” o que “Dios es compasivo con el hombre”. Esto no representa la vida del hombre y no demuestra que las personas conozcan verdaderamente a Dios. Si, cuando las palabras de Dios las refinan, o cuando Sus pruebas vienen sobre ellas, las personas no pueden obedecer a Dios —si, en cambio, se vuelven indecisas y caen— entonces no son obedientes en lo más mínimo. Dentro de ellas hay muchas reglas y restricciones acerca de la fe en Dios; antiguas experiencias que son el resultado de muchos años de fe o varias reglas que se basan en la Biblia. ¿Podrían personas como estas obedecer a Dios? Estas personas están llenas de cosas humanas, ¿cómo podrían obedecer a Dios? Su “obediencia” va de acuerdo a sus preferencias personales, ¿querría Dios una obediencia como esa? Esto no es obedecer a Dios, sino adhesión a las reglas, es satisfacerse y apaciguarse a uno mismo. Si dices que esto es obediencia a Dios, ¿acaso no blasfemas contra Él? Eres un faraón egipcio. Haces maldad y te dedicas a propósito a la obra de oponerte a Dios, ¿es así como quiere Dios que sirvas? Sería mejor que te apresuraras a arrepentirte e intentaras ganar algo de conciencia de ti mismo. Si fracasas en eso, será mejor que te vayas a casa; eso te haría más bien que el servicio que le profesas a Dios. No interrumpirías ni molestarías, sabrías cuál es tu lugar y vivirías bien, ¿no sería eso mejor? ¡Y no se te castigaría por estar en contra de Dios!

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Debes obedecer a Dios al creer en Dios

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