Dios mismo, el único IV

La santidad de Dios (I) Parte 1

Hemos tenido alguna enseñanza adicional hoy sobre la autoridad de Dios, y no trataremos en estos momentos la justicia divina, sino que tocaremos un tema totalmente nuevo: la santidad de Dios. Este es otro aspecto más de la esencia única de Dios, por tanto, existe una gran necesidad de comunicar aquí este tema. Este aspecto de la esencia de Dios del que hablaré, junto con los otros dos aspectos de los que hablamos con anterioridad sobre el carácter justo de Dios y la autoridad de Dios, ¿son todos ellos únicos? (Sí). La santidad de Dios también es única, de modo que la base de esta unicidad, su raíz, es el tema de nuestra enseñanza de hoy. ¿Lo entendéis? Repetid conmigo: La esencia única de Dios —la santidad de Dios—. (La esencia única de Dios —la santidad de Dios—). ¿Cómo os sentís en vuestro corazón después de repetir esta frase? Tal vez alguno de vosotros tenga algún recelo y se esté preguntando: “¿Por qué hablar sobre la santidad de Dios?”. No os preocupéis; os lo explicaré despacio. Tan pronto como lo escuchéis sabréis por qué es tan necesario para Mí enseñar sobre este tema.

En primer lugar, definamos el término “santo”. Usando vuestra percepción y a partir de todo el conocimiento que habéis adquirido, ¿qué entendéis por la definición de “santo”? Definídmelo. (“Santo” significa sin mancha, sin nada de la corrupción y de los defectos de la humanidad. Todo lo que irradia, ya sea de pensamiento, en el discurso o en la acción, todo lo que hace es completamente positivo). Muy bien. (“Santo” es divino, sin contaminar, sin ofensa de parte del hombre. Es único, es el símbolo característico de Dios). (“Santo” es sin mancha, y es un aspecto del carácter divino y sin ofensa). Esta es tu definición, ¿verdad? En el corazón de cada persona, este término “santo” tiene un alcance, una definición y una interpretación. Como mínimo, cuando veis la palabra “santo” vuestra mente no está vacía. Tenéis una cierta dimensión para esta palabra, y la interpretación que algunas personas hacen de esta definición se acerca al uso de este término para definir la esencia del carácter de Dios. Esto está muy bien. La mayoría de los seres humanos creen que “santo” es positivo y es algo que podemos afirmar. Sin embargo, no definiremos ni explicaremos meramente la santidad de Dios, de la que os quiero comunicar hoy. En su lugar, usaré algunos hechos para la verificación que te permita ver por qué digo que Dios es santo, y por qué utilizo el término “santo” para describir Su esencia. Para cuando acabemos esta reunión, sentirás que el uso de esta palabra para definir la esencia divina y para referirse a Dios es, a la vez, bien merecido y de lo más apropiado. Como mínimo, hasta donde llegan los idiomas actuales, utilizar este término para referirse a Dios es particularmente apto: es la única palabra del lenguaje humano más adecuada para aludir a Él. No es una palabra vacía cuando se usa en alusión a Dios ni es una alabanza sin razón, ni un cumplido hueco. El propósito de nuestra reunión es permitir que toda persona reconozca la verdad de la existencia de este aspecto de la esencia de Dios. Él no le teme a la comprensión de las personas, sino sólo a sus malentendidos. Él desea que todas las personas conozcan Su esencia, así como lo que Él tiene y es. Así que cada vez que mencionamos un aspecto de Su esencia, podemos apelar a muchos hechos que permitan que las personas vean que este aspecto de ella existe de verdad y que es muy cierta y muy real.

Ahora que tenemos una definición de la palabra “santo”, pongamos algunos ejemplos. En las nociones que tienen las personas, les resulta fácil imaginar muchas cosas y personas “santas”. Por ejemplo, ¿definen los diccionarios de la humanidad a los chicos y chicas vírgenes como santos? ¿De verdad son santos? (No). ¿Son este presunto “santo” y el “santo” que comunicaremos hoy el mismo? (No). Considerando a aquellos de entre las personas que tengan una alta moral, con un discurso refinado y culto, que nunca le han hecho daño a nadie, quienes, al hablar, hacen que otros se sientan cómodos y agradables; ¿son santos? ¿Son santos aquellos que hacen el bien a menudo, son caritativos y proporcionan gran ayuda a los demás, los que aportan mucho disfrute a la vida de las personas? (No). ¿Y los que no albergan pensamientos egoístas hacia los demás, que no tienen duras exigencias con respecto a otros, que toleran a cualquiera? ¿Y los que nunca han tenido una disputa con nadie ni se han aprovechado de nadie? ¿Son santos los que trabajan por el bien de otros, los benefician y aportan edificación a los demás de todas las formas? ¿Son santos los que entregan los ahorros de toda su vida a otros y llevan una vida sencilla, que son estrictos consigo mismos, pero tratan a los demás con tolerancia? (No). Recordad que vuestra madre se preocupaba por vosotros y os cuidaba de todas las maneras concebibles; ¿son santas? Los ídolos que apreciáis, sean personas famosas, estrellas o gente importante, ¿son santos? (No). Todos ciertamente lo son. Veamos ahora a aquellos profetas de la Biblia que fueron capaces de señalar el futuro desconocido para muchos otros, ¿eran santos esta clase de personas? Los seres humanos que fueron capaces de registrar las palabras de Dios y los hechos de Su obra en la Biblia, ¿eran santos? (No). ¿Era santo Moisés? ¿Y Abraham? ¿Y Job? (No). ¿Por qué decís esto? (El término “santo” sólo puede usarse en referencia a Dios). Dios definió a Job como un hombre justo, ¿por qué se dice que ni siquiera él fue santo? Sentís cierta aprensión aquí, ¿verdad? ¿Realmente no son santos aquellos que temen a Dios y se apartan del mal? ¿Lo son o no? (No). Sois un poco aprensivos, no sois demasiado seguros y no os atrevéis a decir “No”, pero tampoco osáis contestar “Sí”; por tanto, os veis obligados a responder “No”. Permitidme formular otra pregunta. Los mensajeros de Dios —los mensajeros que Él envía a la tierra—, ¿son santos? (No). Pensad en ello con cautela. Dad vuestra respuesta una vez que lo hayáis meditado. ¿Son los ángeles santos? (No). ¿Es santa la humanidad que no ha sido corrompida por Satanás? (No). Todos respondéis “No” a todas las preguntas. ¿En qué os basáis? ¿Acaso la frase misma que he pronunciado ahora mismo es la razón de que contestéis “No”? Estáis confundidos, ¿verdad? Entonces, ¿por qué se afirma que ni los ángeles son santos? En esto os sentís inquietos, ¿no es así? ¿Podéis descubrir, pues, en base a qué afirmamos que las personas, las cosas o los seres no creados antes mencionados no son santos? Estoy seguro de que no sois capaces, ¿verdad? ¿No estaréis siendo, entonces, un tanto irresponsables al responder “No”? ¿No estaréis contestando a la ligera? Algunos están meditando: “La forma en que haces la pregunta nos lleva a pensar que la respuesta debe ser negativa”. No respondáis sin reflexionar. Pensad cuidadosamente si la respuesta es sí o no. Cuando comuniquemos el tema siguiente, sabréis por qué es “No”. En breve os daré la respuesta. Leamos primero algunos versículos.

El mandamiento de Jehová Dios al hombre

(Génesis 2:15-17) Y Jehová Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín del Edén para vestirlo y protegerlo. Y Jehová Dios le ordenó y le dijo: De cada árbol del jardín puedes comer libremente, pero no debes comer del árbol del conocimiento del bien y el mal porque el día que comas de él, definitivamente morirás.

La serpiente seduce a la mujer

(Génesis 3:1-5) La serpiente era más sutil que cualquier bestia del campo que Jehová Dios había creado. Y le dijo a la mujer: Sí, ¿ha dicho Dios: no debéis comer de cada árbol del jardín? Y la mujer le dijo a la serpiente: Podemos comer del fruto de los árboles del jardín, pero no del fruto de árbol que está en medio del jardín. Dios ha dicho: No comeréis de él ni tampoco lo tocaréis o moriréis. Y la serpiente dijo a la mujer: En verdad, no moriréis, porque Dios sabe que el día que comáis de él, vuestros ojos se abrirán y seréis como dioses, y sabréis lo bueno y lo malo.

¿A qué libro de la Biblia pertenecen estos dos extractos? (Génesis). ¿Estáis todos familiarizados con estos dos pasajes? Esto es algo que sucedió en el principio, cuando se creó a la humanidad; fue un suceso real. En primer lugar, consideremos qué tipo de mandamiento le dio Jehová Dios a Adán y Eva, ya que el contenido de este mandato es muy importante para nuestro tema de hoy. “Y Jehová Dios le ordenó y le dijo…”. Sigue leyendo el pasaje siguiente. (De cada árbol del jardín puedes comer libremente, pero no debes comer del árbol del conocimiento del bien y el mal porque el día que comas de él, definitivamente morirás). ¿Qué contiene el mandamiento que Dios le dio al hombre en este pasaje? Primeramente, Dios le indica al hombre lo que puede comer, ya que los frutos pertenecen a una diversidad de árboles. No hay peligro ni veneno; se puede comer de todos y a voluntad, sin recelos. Esta es una parte. La otra es una advertencia. ¿De qué árbol se le indica al hombre que no puede comer el fruto? (El árbol del conocimiento del bien y del mal). No debe comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. ¿Qué ocurrirá si lo hace? (Ciertamente morirá). Dios le dijo al hombre: Si comes de él, ciertamente morirás. ¿Son estas palabras directas? (Sí). Si Dios te dijo esto, pero no entendiste el por qué, ¿lo tratarías como una norma o un mandato que debes seguir? Debería obedecerse, ¿o no? Pero sea que el hombre pueda o no seguir esta regla, las palabras de Dios son inequívocas. Dios le dijo al hombre con toda claridad lo que podía comer y lo que no, y qué sucedería si comía lo que no debía. ¿Has visto algo del carácter de Dios en estas breves palabras que Él pronunció? ¿Son estas palabras de Dios ciertas? (Sí). ¿Hay algún engaño? (No). ¿Hay alguna falsedad? (No). ¿Hay algo amenazante? (No). Dios le dijo al hombre con honestidad, veracidad y sinceridad lo que podía comer y lo que no, abierta y directamente. ¿Hay algún significado oculto en estas palabras? ¿Son estas palabras directas? Su sentido es obvio a primera vista; lo entiendes tan pronto como lo ves. ¿Hay alguna necesidad de conjeturas? (No). No es necesario adivinar, ¿verdad? Ya está claro como el cristal. En la mente de Dios, lo que Él quiere decir y expresar sale de Su corazón. Las cosas que Dios expresa son limpias, directas y claras. No hay motivos encubiertos ni significados ocultos. Él le habló al hombre directamente, y le dijo qué podía comer y qué no. Es decir, por medio de estas palabras de Dios el hombre puede ver que Su corazón es transparente, verdadero. No hay aquí falsedad alguna, en absoluto: ni se dice que no puedas comer lo que es comestible ni te indica “Hazlo a ver qué ocurre” con las cosas que no puedes comer. ¿Es esto lo que Él quiere decir? (No). No. Todo lo que Dios piensa en Su corazón es lo que dice. Si digo que Dios es santo, porque se muestra y se revela en estas palabras, de esta forma, podría sentir, en cierto modo, que he hecho una montaña de un grano de arena o que he estirado Mi interpretación y he llegado demasiado lejos. Si es así, no te preocupes, no hemos acabado aún.

Hablemos sobre “La serpiente seduce a la mujer”. ¿Quién es la serpiente? (Satanás). Satanás interpreta un papel de contraste en el plan de gestión de Dios de seis mil años, y es un papel que no podemos dejar de mencionar cuando hablamos de la santidad de Dios. ¿Por qué digo esto? Si no conoces el mal y la corrupción de Satanás ni su naturaleza, entonces no tienes manera alguna de reconocerle ni puedes saber realmente lo que es la santidad. En medio de la confusión, las personas creen que lo que Satanás hace es correcto, porque viven dentro de este tipo de carácter corrupto. Sin contraste, sin nada con qué compararlo, no puedes saber lo que es la santidad; por tanto, es necesario mencionar este tema aquí. No lo hemos arrancado de la nada, sino que sus palabras y sus hechos nos harán ver cómo actúa Satanás, cómo corrompe a la humanidad, qué tipo de naturaleza tiene y cómo es su rostro. ¿Qué fue, pues, lo que esta mujer le dijo a la serpiente? Le relató lo que Jehová Dios le había dicho. A juzgar por sus palabras, ¿confirmó la validez de todo lo que Dios le había indicado? No podía confirmarlo, ¿verdad? Como alguien que acababa de ser creado, no tenía capacidad alguna de discernir el bien del mal ni de reconocer nada a su alrededor. Las palabras que le dirigió a la serpiente nos dice que no había confirmado en su corazón la veracidad de las palabras de Dios; su actitud era escéptica. Por tanto, cuando la serpiente vio que la mujer no tenía una actitud definida hacia el pronunciamiento divino, le dijo: “En verdad, no moriréis, porque Dios sabe que el día que comáis de él, vuestros ojos se abrirán y seréis como dioses, y sabréis lo bueno y lo malo”. ¿Hay algo de malo en estas palabras? Cuando habéis acabado de leer esta frase, ¿habéis captado algún sentido de las intenciones de la serpiente? (Sí). ¿Qué intenciones tiene la serpiente? (Tentar al hombre para que cometa pecado). Quiere tentar a esta mujer para impedirle que preste atención a las palabras de Dios, ¿pero habló directamente? (No). No lo hizo, de modo que podemos decir que es muy astuta. Expresa su significado de una forma taimada y evasiva, con el fin de lograr su pretendido objetivo, que mantiene oculto del hombre dentro de sí misma; es el ingenio de la serpiente. Satanás siempre ha hablado y actuado de esta forma. Afirma: “no moriréis”, sin confirmar en un sentido o en otro. Sin embargo, al oírlo, ¿se emocionó el corazón de esta ignorante mujer? (Sí). La serpiente estaba complacida, porque sus palabras habían tenido el efecto deseado; esa era su astuta intención. Además, al prometer un resultado que al hombre le pareció bueno, la sedujo añadiendo: “el día que comáis de él, vuestros ojos se abrirán”. Y ella medita: “¡Que se abran mis ojos es algo bueno!”. La serpiente pronuncia, a continuación, mejores palabras, unas desconocidas para el hombre, palabras que ejercen un gran poder de tentación sobre aquellos que las oyen: “seréis como dioses, y sabréis lo bueno y lo malo”. ¿Son estas palabras fuertemente seductoras para ella? (Sí). Es como si alguien te dijera: “Tu rostro tiene una forma maravillosa. Con sólo acortar un poco el puente de la nariz, ¡pero si te arreglas eso serás una belleza de nivel mundial!”. Para alguien que nunca ha querido hacerse una cirugía estética, ¿no se emocionaría su corazón oyendo estas palabras? (Sí). ¿Son, pues, estas palabras seductoras? ¿Te resulta tentadora esta seducción? ¿Te pone a prueba? (Sí). ¿Dice Dios cosas como estas? (No). ¿Había algún indicio de esto en las palabras de Dios que acabamos de considerar? (No). ¿Por qué? ¿Acaso dice Dios lo que piensa en Su corazón? ¿Puede el hombre ver el corazón de Dios a través de Sus palabras? (Sí). Pero cuando la serpiente hubo dirigido estas palabras a la mujer, ¿pudiste ver su corazón? (No). Y, a causa de la ignorancia del hombre, fueron fácilmente seducidos por las palabras de la serpiente, fácilmente enganchados, fácilmente dirigidos. Dime, ¿fuiste capaz de ver las intenciones de Satanás? ¿Pudiste ver el propósito subyacente a lo que dijo? ¿Lograste ver su trama y su astuto esquema? (No). ¿Qué tipo de carácter representa la forma en que habla Satanás? ¿Qué tipo de esencia has visto en él a través de esas palabras? (Maldad). El mal. ¿Es insidioso? Quizás externamente te sonríe o no revela expresión alguna. Pero en su corazón está calculando cómo conseguir su objetivo, y es precisamente este objetivo el que tú eres incapaz de ver. Entonces te seducen todas las promesas que te hace, todas las ventajas de las que habla. Las ves como algo bueno y sientes que lo que afirma es más útil, más importante que lo que Dios afirma. Cuando esto sucede, ¿no se convierte el hombre en un prisionero sumiso? (Sí). ¿No es, pues, diabólico este medio que utiliza Satanás? Te dejas hundir muy abajo. Sin mover un solo dedo, con estas dos frases estás feliz de seguir con ello, de acatarlo. Ha conseguido su objetivo. ¿No es así? (Sí). ¿Acaso no es siniestra esta intención? ¿Acaso no es este el rostro más primario de Satanás? (Sí). De las palabras de Satanás el hombre puede ver sus motivos siniestros, ver su abominable rostro y ver su esencia. ¿No es esto así? (Sí). Al comparar estas frases, sin analizarlas podrías sentir como si las palabras de Jehová fueran aburridas, corrientes y comunes, que no merecieran armar un escándalo para alabar la sinceridad de Dios. Sin embargo, cuando tomamos las palabras de Satanás y su abominable rostro, y los usamos a modo de contraste, ¿llevan los pronunciamientos de Dios mucho peso para la gente de hoy? (Sí). Por medio de este contraste, el hombre puede sentir la pura impecabilidad de Dios. ¿Estoy en lo cierto cuando digo esto? (Sí). Cada palabra que Satanás profiere, así como sus motivos, sus intenciones y su forma de hablar, todo ello está adulterado. ¿Cuál es la característica principal de su forma de hablar? Utiliza el equívoco para seducirte sin dejar que lo veas y sin permitir que disciernas cuál es su objetivo; te deja morder el anzuelo haciendo que lo alabes y que cantes sus méritos. ¿Es este el caso? (Sí). ¿No es esta la estratagema constante de Satanás? (Sí).

Las citas de la Biblia en este artículo han sido traducidas de AKJV.

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