Cómo buscar la verdad (3) Parte 3
Aparte de las enfermedades, las personas se sienten a menudo angustiadas, ansiosas y preocupadas respecto a ciertos otros problemas reales en sus vidas. Existen muchos problemas reales en la vida, como por ejemplo las personas ancianas o los niños a los que hay que cuidar o criar en casa, el dinero que tus hijos necesitan para su educación y manutención, los gastos para tratar los problemas médicos de la gente mayor, y las grandes cantidades de dinero que se requieren para los gastos diarios. Quieres cumplir con tu deber, pero si dejas tu trabajo, ¿cómo vas a vivir? Tus ahorros domésticos se agotarán rápido, ¿qué harás entonces sin dinero? Si sales a ganar dinero, eso demorará el cumplimiento de tu deber, pero si dejas tu trabajo por tu deber, no tendrás manera de resolver las dificultades de casa. Entonces, ¿qué debes hacer? A mucha gente le cuesta y se confunden con estas cosas, así que todos anhelan el día en que llegue Dios y se preguntan cuándo acontecerán los grandes desastres y si necesitan hacer acopio de alimentos. Si se preparan, no les sobra dinero en casa y la vida se vuelve muy difícil. Ven a otros llevar mejor ropa y comer mejor, y se sienten infelices y les parece que su vida es demasiado dura. Pasan sin comer carne mucho tiempo, y si tienen huevos, son reacios a comérselos, y acuden a toda prisa al mercado para venderlos y ganar unos pocos dólares. Al pensar en estas dificultades, empiezan a preocuparse: “¿Cuándo se terminarán estos días difíciles? Siempre dicen: ‘Llega el día de Dios, llega el día de Dios’ y ‘La obra de Dios pronto llegará a su fin’, pero ¿cuándo me va a decir alguien el momento en el que realmente sucederá esto? ¿Quién puede asegurarlo?”. Algunas personas pasan años cumpliendo con su deber fuera de casa, y de vez en cuando piensan: “No tengo ni idea de lo grandes que están ahora mis niños, o si mis padres gozan de buena salud. He estado fuera de casa todos estos años y no los he cuidado. ¿Tendrán alguna dificultad? ¿Qué harán si se ponen enfermos? ¿Los cuidará alguien? Mis padres deben tener ya 80 o 90 años, y no tengo idea de si están vivos siquiera”. Cuando piensan en estas cosas, una ansiedad sin nombre surge en sus corazones. Más allá de sentirse ansiosos, se preocupan, pero eso nunca resuelve nada, y entonces empiezan a sentirse angustiados. Cuando se sienten muy angustiados, su atención se vuelve hacia la obra y el día de Dios, y se preguntan: “¿Por qué no ha llegado el día de Dios? ¿Vamos a vivir siempre una vida así, errante y aislada? ¿Cuándo llegará el día de Dios? ¿Cuándo terminará la obra de Dios? ¿Cuándo destruirá Dios este mundo? ¿Cuándo se manifestará el reino de Dios en la tierra? ¿Cuándo veremos aparecer a la persona de Dios?”. Piensan en estas cosas una y otra vez, y en sus corazones surgen las emociones negativas de preocupación, ansiedad y angustia, adoptan al instante una expresión preocupada, ya no sienten alegría, caminan desganados, comen sin apetito, y pasan todos sus días con la mente como un torbellino. ¿Es bueno vivir con esas emociones negativas? (No). Incluso una pequeña dificultad en la vida puede hacer que la gente caiga ocasionalmente en estas emociones negativas de pasividad, y a veces sin ninguna razón en absoluto, o sin ningún contexto concreto, o sin que ninguna persona en particular diga nada especial, estas emociones negativas surgirán sin saberlo en sus corazones. Cuando estas emociones negativas surgen en los corazones de la gente, los deseos que tienen, el anhelo de que llegue el día de Dios, de que Su obra llegue a su fin, y de que venga Su reino, se vuelven aún más insistentes. Algunas personas incluso se arrodillan con fervor y oran a Dios con los ojos inundados de lágrimas, diciendo: “Oh, Dios, odio este mundo y a esta humanidad. Por favor, acaba con todo esto lo antes posible, acaba con la vida carnal de la gente y acaba con todas estas adversidades”. Oran así muchas veces sin lograr resultado, y las emociones negativas de preocupación, ansiedad y angustia siguen envolviendo sus corazones, y permanecen en sus pensamientos y en lo más profundo de sus espíritus, influyéndoles profundamente y rodeándolos. De hecho, la única razón por la que esto sucede es porque anhelan que el día de Dios llegue antes, que la obra de Dios termine más pronto, recibir bendiciones a la mayor brevedad posible, tener un buen destino, entrar al cielo o al reino que imaginan y anhelan en sus propias nociones; por esas cosas se ponen siempre tan nerviosos en lo más profundo de sus corazones. Aparentan nerviosismo, pero en realidad se sienten angustiados, ansiosos y preocupados. Cuando tales sentimientos de angustia, ansiedad y preocupación rodean de manera constante a las personas, estas adquieren un pensamiento activo, y piensan: “Si el día de Dios no va a llegar pronto, y Su obra no va a completarse lo antes posible, debo aprovechar mi juventud y destreza para trabajar duro. Quiero trabajar y ganar dinero, trabajaré duro en el mundo durante un tiempo para disfrutar de la vida. Si el día de Dios no va a llegar pronto, quiero volver a casa y reunirme con mi familia, encontrar pareja, vivir bien durante un tiempo, mantener a mis padres, criar a mis hijos. Cuando sea viejo, tendré muchos hijos, vivirán conmigo y disfrutaremos de la vida familiar. Qué escena tan maravillosa. Qué imagen tan bonita”. Al pensar así, esperan disfrutar de ese tipo de vida. Siempre que la gente piensa que el día de Dios llegará pronto y que la obra de Dios pronto culminará, sus deseos se encienden con aún más intensidad, y su anhelo de que la obra de Dios termine lo antes posible se vuelve aún más intenso. En una situación así, cuando los hechos no concuerdan con lo que la gente desea, cuando no pueden ver ningún indicio del fin de la obra de Dios o de la llegada del día de Dios, sus sentimientos de angustia, ansiedad y preocupación se agravan cada vez más. Les preocupa que, dentro de unos años, cuando hayan envejecido y no hayan encontrado pareja, nadie cuide de ellos en su vejez. Les preocupa que, si cumplen siempre con su deber en la casa de Dios y ya han roto todos los lazos con la sociedad, luego no sean capaces de integrarse de nuevo en esta cuando se vuelvan a vivir a su casa. Además, en caso de retomar los negocios dentro de unos años o de volver a trabajar, les preocupa poder mantenerse al día, ser capaces de destacar entre los demás y de sobrevivir. Cuanto más se preocupan por esas cosas y más ansiosos y angustiados se sienten por ellas, más incapaces son de cumplir con calma su deber y de seguir a Dios en Su casa. Así, se preocupan cada vez más por su futuro, sus perspectivas y su vida familiar, además de por todas las dificultades que puedan surgir en la vida en el futuro. Piensan en todo y se preocupan por todo, incluso por sus nietos y por cómo será la vida de los descendientes de sus nietos. Sus pensamientos llegan muy lejos, son muy minuciosos y piensan en todo. Cuando las personas tienen estas preocupaciones, ansiedades y sentimientos de angustia, se vuelven incapaces de desempeñar sus deberes con calma, y no son capaces de simplemente seguir a Dios, sino que a menudo tienen pensamientos activos y oscilan entre un ánimo y otro. Cuando ven que la obra evangélica va muy bien, piensan: “Pronto llegará el día de Dios. Debo cumplir bien con mi deber, sí. Vamos. Tengo que seguir unos años más, ya falta poco. Todo este sufrimiento merecerá la pena y todo dará su fruto, y ya no tendré más preocupaciones”. Al cabo de unos años, sin embargo, las grandes catástrofes aún no han llegado y nadie menciona el día de Dios, por lo que sus corazones se enfrían. Esta angustia, ansiedad y preocupación, así como sus pensamientos activos, siguen yendo y viniendo y repitiéndose una y otra vez de esta manera, dando vueltas en círculos interminables según la situación internacional y la de la casa de Dios, y no hay nada que puedan hacer para controlarlos. Son incapaces de cambiar el estado en el que se encuentran, da igual lo que digan los demás. ¿Existen personas así? (Sí). ¿Es fácil para las personas así mantenerse firmes? (No). Su actitud y estado de ánimo en el desempeño de su deber, y la cantidad de energía que aplican a sus tareas, se basan en “las últimas noticias”. Hay quien dice: “Según noticias fiables, el evangelio de Dios se está difundiendo maravillosamente”. Y algunos dicen: “Las últimas noticias son que ahora están ocurriendo desastres en todo el mundo con mucha frecuencia, y aparentemente la situación del mundo y los desastres actuales coinciden con tal o cual desastre del Apocalipsis. La obra de Dios pronto se completará, el día de Dios pronto estará aquí, y el mundo religioso está todo alborotado”. Cada vez que oyen “las últimas noticias” o “noticias fiables”, su angustia, ansiedad y preocupación cesan temporalmente y ya no les perturban, y se desprenden de sus pensamientos activos durante un tiempo. Sin embargo, cuando no han oído ninguna “noticia fiable” ni ninguna “noticia veraz” últimamente, su angustia, ansiedad y preocupación, así como sus pensamientos activos, comienzan a desbordarse. Algunos incluso se preparan, pensando dónde solicitar un empleo, dónde trabajar, cuántos hijos tener, a qué colegio los llevarán dentro de unos años, cómo preparar la matrícula de la universidad, e incluso planean comprar una casa, un terreno o un coche. Sin embargo, al oír “noticias fiables”, estas cosas quedan temporalmente en suspenso. ¿Acaso no parece una broma? (Lo parece). Creen en Dios, pero no se deciden en su corazón y dicen que la fe en Él es la senda correcta en la vida, que es la vida con más sentido, que vivir así es lo que tiene más valor; no importa cómo les guíe Dios o lo que haga, están seguros de que todo lo que Él hace es para salvar a la gente, y por eso lo van a seguir hasta el final. Aunque haya que esperar a que el cielo y la tierra envejezcan, a que las estrellas cambien de posición, a que los mares se sequen, las rocas se conviertan en polvo, o los mares se conviertan en la tierra y la tierra se convierta en los mares, su corazón sigue siendo el mismo, y está decidido. Su corazón se entregará a Dios para el resto de su vida, y si hay otra vida después de esta, todavía seguirán a Dios. Estas personas con tantas dificultades en sus vidas, sin embargo, no piensan así. Su fe en Dios consiste en permanecer vigilantes de momento, y viven su vida de la manera que creen que deben vivirla. No van a cambiar las formas y los medios en que viven ni a cambiar sus deseos o planes solo porque creen en Dios y siguen la senda de la fe en Él. Cualesquiera que fueran sus planes al principio, no los cambian solo por creer en Dios, no cambian nada en absoluto, y tratan de vivir como lo hacen los incrédulos. Sin embargo, la fe en Dios implica algo especial, y es que pronto llegará el día de Dios, pronto vendrá Su reino y sobrevendrán los grandes desastres. Aquellos que creen en Dios pueden entonces escapar de los desastres, no caerán en ellos, pueden salvarse, y es este algo especial lo que les hace interesarse tantísimo por creer en Dios. Por tanto, su propósito y en lo que se enfocan en su creencia en Dios siempre es esta única cosa. No importa cuántos sermones escuchen, o cuántas verdades oigan comunicar, o cuánto tiempo lleven creyendo en Dios, la forma en que lo hacen nunca cambia, y jamás renuncian a ello. Los sermones que escuchan o las verdades que entienden no les hacen cambiar o desprenderse de sus puntos de vista equivocados sobre la fe en Dios. Y así, si hay algún cambio o algún dicho sobre la situación en el mundo exterior o en la casa de Dios, siempre tiene un impacto en esto que más les preocupa en lo más profundo de sus corazones. Si oyen que la obra de Dios se completará pronto, se alegran; sin embargo, si oyen que aún es demasiado pronto para que la obra de Dios se complete, y no pueden seguir adelante, su angustia, ansiedad y preocupación crecerán día a día, y comenzarán a prepararse para despedirse de la casa de Dios y de sus hermanos y hermanas en cualquier momento, para separarse por completo de la casa de Dios. Por supuesto, también hay quienes en cualquier momento empiezan a prepararse para borrar por completo todos los datos de contacto de sus hermanos y hermanas, además de todos sus mensajes, y devolver a la iglesia los libros de las palabras de Dios que Su casa les ha enviado. Piensan: “En realidad, no puedo seguir por esta senda de creer en Dios y buscar la verdad. Pensaba que creer en Dios significaba que viviría una vida feliz, tendría hijos, recibiría bendiciones y entraría en el reino de los cielos. Ahora este hermoso sueño se ha hecho añicos, así que seguiré optando por vivir una vida feliz, tener hijos y disfrutar de la vida. Sin embargo, sigo sin poder renunciar a mi fe en Dios. Si existe la posibilidad de que reciba el céntuplo en esta vida y la vida eterna en la venidera, ¿no sería aún mejor?”. Este es su punto de vista sobre la fe en Dios, es su plan y, por supuesto, también es lo que hacen. Este es el pensamiento y la planificación en lo más profundo de los corazones de aquellos que confían en sus imaginaciones en su fe en Dios, que siempre se sienten angustiados, ansiosos y preocupados por sus vidas carnales, y representa lo que buscan y la senda que siguen en su fe en Dios. ¿Qué es lo que más les preocupa? Cuándo llegará el día de Dios, cuándo terminará Su obra, cuándo ocurrirán los grandes desastres, y si podrán escapar de ellos; eso es lo que más les preocupa.
En lo que respecta a aquellos que están siempre angustiados, ansiosos y preocupados sobre sus vidas carnales, su empeño en la fe en Dios es “recibir el céntuplo en esta vida y la vida eterna en la venidera”. Sin embargo, no les gusta oír cuánto ha progresado la obra de Dios, si los que creen en Él logran el resultado de obtener la salvación, cuántas personas han obtenido la verdad, han llegado a conocer a Dios y han dado un buen testimonio, como si tales cosas no tuvieran nada que ver con ellos. Entonces, ¿qué es lo que quieren oír? (Cuándo finalizará la obra de Dios). Albergan grandes esperanzas, ¿verdad? La mayoría de la gente es muy estrecha de mente. Fijaos en aquello en lo que han puesto el punto de mira y se limitan a esperar grandes cosas: están en un estado muy alto. La mayoría de la gente es muy vulgar, siempre hablan de cambios de carácter, de someterse a Dios, de cumplir fielmente con su deber, de hacer cosas de acuerdo con los principios verdad; ¿qué son estas personas? Son muy estrechas de mente. ¿Qué dicen los chinos? Son demasiado bajunas. ¿Qué significa bajuna? Demasiado vulgar. ¿Y dónde fijan su punto de mira? Esperan grandes cosas, cosas elevadas, de categoría. Aquellos que esperan cosas de categoría siempre quieren progresar hacia arriba, manteniendo la esperanza vana de que Dios los elevará un día en el aire para que puedan encontrarse con Él. Quieres encontrarte con Dios, pero no preguntas si Él quiere encontrarse contigo; no dejas de querer cosas maravillosas. ¿Solo te has encontrado con Dios unas pocas veces? Las personas no conocen a Dios, así que cuando te encuentres con Él todavía le estarás desafiando. Por consiguiente, ¿cuál es la razón detrás de la angustia, ansiedad y preocupación de estas personas? ¿De verdad se debe todo a las dificultades en sus vidas? No, no se trata de que realmente tengan dificultades en sus vidas, es que han puesto el foco de su fe en Dios en sus vidas carnales. El foco de su búsqueda no es la verdad, sino más bien vivir una vida feliz, disfrutar de la buena vida y de un buen futuro. ¿Son sus problemas fáciles de resolver? ¿Hay gente como esta en la iglesia? Siempre les están preguntando a los demás: “Oh, ¿cuál será el día en que llegue Dios? ¿No se dijo hace un par de años que la obra de Dios estaba a punto de llegar a su fin? ¿Por qué no ha acabado ya entonces?”. ¿Hay algún modo de ocuparse de ese tipo de gente? Basta con decirles una palabra: “Pronto”. Lo primero que hay que preguntarle a esta gente es lo siguiente: “Siempre estás preguntando lo mismo. ¿Es que has hecho algunos planes? Si es así, entonces no te molestes en permanecer aquí si no quieres. Haz lo que te parezca. No vayas en contra de tus propios deseos y no te compliques la vida. La casa de Dios no te está reteniendo aquí, no estás atrapado. Puedes marcharte cuando quieras. No andes siempre preguntando qué rumores se cuecen. Respecto a cualquier rumor que se esté cociendo, a ti solo se te dirá: ‘Pronto’. Si no te contenta esa respuesta, si ya has hecho planes en tu corazón y vas a llevarlos a cabo tarde o temprano de todas maneras, entonces acepta mi consejo: devuelve los libros de las palabras de Dios a la iglesia lo antes posible, haz las maletas y vete. Nos diremos adiós y ya no te hará falta sentirte angustiado, ansioso o preocupado de nuevo respecto a estas cosas. Vuelve a casa y vive tu vida. Que te vaya bien. Te deseo que tengas una vida feliz y satisfactoria y espero que todo te vaya bien en el futuro”. ¿Qué te parece esto? (Está bien). Aconséjales dejar la iglesia, no intentes retenerlos. ¿Por qué no? (No creen realmente en Dios, así que no tiene sentido retenerlos). Es cierto, son incrédulos. ¿Qué sentido tendría mantener a los incrédulos y no echarlos? Hay quien dice: “Sin embargo, no han hecho nada malvado y no han perturbado nada”. ¿Hace falta que perturben algo? Decidme, ¿que alguien semejante se quede en un grupo de personas no constituye una perturbación? Dondequiera que van, su comportamiento y acciones ya constituyen una perturbación. Nunca llevan a cabo devociones espirituales, nunca leen las palabras de Dios, nunca oran o comunican en las reuniones, solo cumplen con sus deberes por inercia, siempre preguntando qué nuevos rumores hay. Son excepcionalmente emocionales y caprichosos. También se dedican sobre todo a comer, beber y divertirse, e incluso hay algunos que son perezosos, que se entregan a la comida, que se entregan al sueño, que pierden el tiempo, que solo están ahí para hacer número en la casa de Dios. No se preocupan por el cumplimiento de sus deberes, y no son más que holgazanes. Cuando vienen a la casa de Dios, solo acuden en busca de cosas de las que beneficiarse y aprovecharse. Si no pueden aprovecharse, se marchan a las primeras de cambio. Dado que se largan en cuanto pueden, ¿no es mejor que se vayan cuanto antes? La gente así ni siquiera es capaz de prestar un servicio hasta el final y este no tiene ningún buen efecto. Al prestar sus servicios, no hacen lo correcto: no son más que incrédulos. En su fe en Dios, consideran las cuestiones desde una tercera perspectiva. Cuando la casa de Dios prospera, están contentos, piensan que tienen la esperanza de ser bendecidos, que cuentan con ventaja, que su fe en Dios no ha sido en vano, que no han perdido y que han apostado al lado ganador. Sin embargo, si la casa de Dios está reprimida por fuerzas satánicas, abandonada por la sociedad, sometida a calumnias y persecuciones, y en una situación desesperada, no solo no se alteran, sino que se ríen de ello. ¿Podemos mantener a gente así en la iglesia? (No). Son incrédulos y enemigos. Si tienes a un enemigo justo a tu lado y aun así lo consideras como un hermano o hermana, ¿no te convierte eso en un estúpido? Si la gente así es incapaz de prestar servicio voluntariamente, entonces deberían ser expulsados, ¿verdad? (Cierto). No cabe duda, hazlo pronto y a conciencia. No hace falta aconsejarles, simplemente pedirles tranquilamente que se vayan. No hay necesidad de gastar saliva con ellos, basta con enviarlos de vuelta a casa. En esencia, no son personas que pertenezcan a la casa de Dios, son solo incrédulos que se han colado en la iglesia. Pueden volver por donde han venido, y tú puedes pedirles que se vayan. Después de haber entrado en la iglesia, algunas personas hacen una clara distinción entre ellos mismos y los hermanos y hermanas y la casa de Dios. Esto se debe a que saben lo que han venido a hacer, saben si creen de verdad o no, y aparte de sus esperanzas respecto a cuándo llegará a su fin la obra de Dios y a si pueden recibir bendiciones, ninguna obra de la casa de Dios o ninguna de las verdades en las cuales Él requiere que la gente entre tienen nada que ver con ellos; no prestan atención a tales cosas, no leen los libros de las palabras de Dios que la iglesia les envía para que lean, y simplemente los dejan por ahí sin quitarles el envoltorio. Tales personas solo dicen que creen en Dios; aparentan creer como los demás de cara al exterior y cumplen con sus deberes por inercia, pero nunca leen las palabras de Dios. Nunca han abierto un libro de las palabras de Dios, no han pasado una sola página, nunca han leído nada. Tampoco ven los vídeos de testimonio vivencial, ni las películas evangélicas, ni los himnos, y otras cosas que la casa de Dios pone en internet. ¿Qué suelen ver? Ven las noticias, programas populares, videoclips y comedias, solo ven lo que no vale para nada. ¿Qué son estas personas? De vez en cuando visitan la iglesia para preguntar: “¿A cuántos países se ha extendido ya la obra del evangelio? ¿Cuántas personas se han vuelto hacia Dios? ¿En cuántos países se han establecido iglesias? ¿Cuántas hay? ¿En qué fase se encuentra la obra de Dios?”. En su tiempo libre, siempre preguntan por estas cosas. ¿Acaso no aflora la sospecha de que esta persona sea un espía? Decidme, ¿está bien mantener a alguien así? (No). Si no abandonan la iglesia por voluntad propia, entonces debéis expulsarlos en cuanto los descubráis para librar a la iglesia de estas lacras. Mantenerlos es inútil y causará problemas. Por tanto, las cosas por las que estas personas se angustian, se ponen ansiosas y se preocupan no tienen nada que ver con nosotros en absoluto. No te molestes en ofrecerles consejo, y es inútil comunicar con ellos sobre la verdad. Deshazte de ellos y termina de una vez con esto; esa es la mejor manera de tratar a este tipo de personas.
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