Palabras sobre la corrección de las actitudes corruptas (Fragmento 56)
Cuando algunas personas sirven como líderes u obreros, siempre tienen miedo de hacer algo mal y de que se les descubra y descarte, por lo que a menudo les dicen a los demás: “No deberías convertirte en líder. En cuanto algo salga mal, te descartarán y ¡no habrá vuelta atrás!”. ¿No es acaso esta afirmación una falacia? ¿Qué significa “no habrá vuelta atrás”? ¿A qué clase de líderes y obreros se descarta? A todos aquellos individuos malvados que, a pesar de repetidas advertencias, se descontrolan e interrumpen y perturban la obra de la Iglesia. Si alguien comete un error tan solo porque tiene una estatura pequeña, porque tiene poco calibre o porque carece de experiencia, siempre que pueda aceptar la verdad y arrepentirse sinceramente, ¿la casa de Dios lo descartará? Aunque esa persona no pueda realizar ninguna obra práctica, simplemente se le ajustará su deber. Entonces, las personas que dicen esas cosas, ¿no están tergiversando los hechos? ¿No están propagando nociones para engañar a los demás? Los líderes y obreros de la casa de Dios se eligen democráticamente, pero eso no significa que cualquiera que desee tales cargos pueda ocuparlos. La casa de Dios trata a los líderes y obreros basándose en los principios verdad. Solo se descartará a los falsos líderes que no acepten la verdad en absoluto y a los anticristos que pretendan obtener prestigio, beneficios y estatus, y que se nieguen categóricamente a arrepentirse. No se descartará a aquellos que puedan aceptar la verdad, que acepten ser podados y tratados, y que se arrepientan de corazón. Los que propagan la noción de que “ser líder es demasiado arriesgado” albergan intenciones y objetivos. Pretenden engañar a la gente, impedir que otros se conviertan en líderes y aprovechar la oportunidad que esto presenta. ¿No supone esto un motivo oculto? Si te preocupa que te descarten, deberías ser prudente, orar a Dios y arrepentirte ante Él, y aceptar la verdad para poder subsanar tus errores. ¿Acaso esto no resolverá el problema? Si alguien comete un error y, ante la posibilidad de ser podado y tratado, no acepta la verdad ni tiene intención de arrepentirse sinceramente, y sigue mostrándose despreocupado e indiferente, y continúa saliéndose de control, debe ser descartado. Cuando algunas personas ejercen como líderes u obreros, se vuelven audaces y atrevidas, hablan y actúan sin ningún escrúpulo en absoluto y quieren engañar a todo el mundo. No solo no utilizan la verdad de manera efectiva para resolver los problemas, sino que además persiguen y aíslan a quienes comunican los problemas a lo Alto. Cuando lo Alto se entera del asunto en cuestión y les pide cuentas, se vuelven cohibidos como ratones y se niegan tercamente a reconocer lo que han hecho. Piensan que, si se niegan a reconocerlo, podrán salirse con la suya y la casa de Dios no ahondará en la cuestión. ¿Realmente es tan sencillo? La casa de Dios verificará con claridad el asunto y luego se ocupará de él basándose en los principios. Quienquiera que sea responsable no podrá librarse. Cuando las personas no buscan la verdad en sus acciones y actúan de manera arbitraria, imprudente y a su antojo, recurren a la sofistería y la simulación, y se niegan con obstinación a reconocer sus errores cuando las cosas salen mal, ¿ante qué tipo de problema nos encontramos? ¿Es esta la actitud correcta? ¿Acaso el uso de la sofistería, la simulación y el rechazo obstinado a reconocer sus acciones sirve para resolver el problema? ¿Se ajusta esta actitud a la verdad? ¿Existe auténtica sumisión en ella? Dichas personas temen cometer errores, que las descubran e informen de sus actos, y tienen miedo de que la casa de Dios las considere responsables y sean juzgadas, condenadas y descartadas. ¿Existe algún problema con ese temor? Ese miedo no es algo positivo. ¿De dónde proviene? (De sus actitudes satánicas corruptas). Así es. Entonces, ¿en qué consiste exactamente ese temor? Ahondemos más en la cuestión. ¿Por qué tienen miedo? Su temor proviene de la preocupación de que, una vez que se conozcan los hechos, se les destituirá y reemplazará, con lo que perderán su estatus y medio de vida. Por lo tanto, recurren a la mentira y la sofistería, y se niegan de manera obstinada a reconocer sus acciones. A partir de su actitud en ese momento se sabrá si son personas que aceptan la verdad, si son o no arrogantes y santurronas, y si son taimadas. ¿Acaso no son demonios? Finalmente han dejado ver su auténtica naturaleza. ¿En qué momento se conoce realmente a las personas? Cuando les suceden cosas, y especialmente cuando se descubren sus malas acciones. Observa su actitud justo en ese momento: es entonces cuando mejor se los desenmascara. Su estrechez de miras, sus engaños, sus artimañas, su rechazo obstinado a reconocer sus errores y el resto de actitudes corruptas salen a la luz. ¿No es el momento ideal para distinguir a las personas? Algunas personas no creen que la casa de Dios pueda tratar con justicia a la gente. No creen que Dios reine en Su casa y que la verdad reine en ella. Creen que, no importa cuál sea el deber que desempeñe una persona, si surge un inconveniente, la casa de Dios se encargará de esa persona inmediatamente, privándola de su derecho a cumplir con ese deber, enviándola lejos, o incluso expulsándola de la iglesia. ¿Realmente es así como funcionan las cosas? Desde luego que no. La casa de Dios trata a cada persona según los principios verdad. Dios es justo en Su tratamiento de cada persona. Él no se fija solo en cómo se comporta una persona en un solo caso; mira la esencia naturaleza de una persona, sus intenciones, su actitud, y se fija en concreto en si una persona puede reflexionar sobre sí misma cuando comete un error, si tiene remordimientos, y si puede penetrar en la esencia del problema basándose en Sus palabras, llegar a comprender la verdad, odiarse a sí misma y arrepentirse de veras. Si alguien carece de esa actitud correcta y está completamente contaminado por intenciones personales, si está repleto de artimañas y rebosante de actitudes corruptas y si, cuando surgen problemas, recurre al engaño, la sofistería y la autojustificación, y se niega tercamente a reconocer sus acciones, entonces esa persona no puede ser salvada. Las personas así no aceptan la verdad en absoluto y han sido completamente puestas en evidencia. Quienes no están en lo cierto y no pueden aceptar la verdad en lo más mínimo son, en esencia, no creyentes y solo pueden ser descartados. ¿Cómo no van a ser descubiertos y descartados los no creyentes que sirven como líderes y obreros? A los no creyentes, independientemente del deber que desempeñen, se los desenmascara antes que a nadie, ya que las actitudes corruptas que manifiestan son demasiadas y demasiado evidentes. Además, no aceptan la verdad en absoluto y actúan de manera imprudente y arbitraria. Finalmente, cuando se los descarta y han perdido la oportunidad de cumplir con su deber, comienzan a preocuparse, y piensan: “Se acabó. Si no me permiten llevar a cabo mi deber, no podré salvarme. ¿Qué puedo hacer?”. En realidad, el Cielo siempre deja una salida para el hombre. Hay una última senda, que consiste en arrepentirse de manera sincera y apresurarse a difundir el evangelio y ganar personas, a fin de compensar sus errores a través de buenas obras. Si no toman esa senda, estarán completamente perdidos. Si tienen algo de razón y saben que no poseen ningún talento, deberían armarse con la verdad y formarse para difundir el evangelio; eso también es cumplir con un deber, y es completamente factible. Si alguien reconoce haber sido descartado por no haber cumplido correctamente con su deber, y aun así no acepta la verdad ni tiene el más mínimo remordimiento, sino que se abandona a la desesperación, ¿no resulta estúpido e ignorante? Dime, si una persona ha cometido un error pero es capaz de comprender de verdad y está dispuesta a arrepentirse, ¿no le daría una oportunidad la casa de Dios? A medida que el plan de gestión de seis mil años de Dios se acerca a su fin, hay muchos deberes que deben cumplirse. Pero si careces de conciencia o de razón y no atiendes al que es tu trabajo, si has obtenido la oportunidad de cumplir con un deber, pero no sabes atesorarla, no persigues la verdad en lo más mínimo, dejando que pase el tiempo adecuado para ello, entonces serás expuesto. Si eres sistemáticamente descuidado y superficial en el cumplimiento de tu deber, y no te sometes en absoluto cuando te enfrentas a la poda y el trato, ¿te utilizará aún la casa de Dios para cumplir con un deber? En la casa de Dios, lo que reina es la verdad, no Satanás. Dios tiene la última palabra sobre todo. Es Él quien está haciendo la obra de salvar al hombre, es Él quien rige sobre todas las cosas. No hay necesidad de que analices lo que está bien y lo que está mal; lo único que tienes que hacer es escuchar y obedecer. Cuando te enfrentes a la poda y el trato, debes aceptar la verdad y ser capaz de corregir tus errores. Si lo haces, la casa de Dios no te despojará de tu derecho a cumplir con un deber. Si siempre te asusta ser descartado, siempre pones excusas, siempre te justificas, eso es un problema. Si dejas que los demás vean que no aceptas la verdad en lo más mínimo, y se den cuenta de que eres impermeable a la razón, estás en problemas. La iglesia se verá obligada a encargarse de ti. Si no aceptas la verdad en absoluto en el cumplimiento de tu deber y siempre temes ser expuesto y descartado, entonces este miedo tuyo está contaminado por una intención humana y un carácter satánico corrupto, además de por la sospecha, la cautela y el mal entendimiento. Ninguna de estas son actitudes que una persona deba tener. Debes empezar por resolver tu miedo, así como tus malentendidos sobre Dios. ¿Cómo surgen en una persona los malentendidos hacia Dios? Cuando les van bien las cosas, sin duda las personas no malinterpretan a Dios. Creen que Dios es bueno, que es honorable, que es justo, que Él es compasivo y amoroso, acertado en todo lo que hace. Sin embargo, al toparse con algo que no concuerda con sus nociones, piensan: “Parece que Dios no es muy justo, al menos no lo es en este asunto”. ¿Acaso no es esto un malentendido? ¿Cómo es que Dios no es justo? ¿Qué es lo que dio lugar a este malentendido? ¿Qué fue lo que hizo que formaras tu opinión y entendimiento de que Dios no es justo? ¿Puedes decir con seguridad qué fue? ¿Qué frase fue? ¿Qué asunto? ¿Qué situación? Dilo, para que todo el mundo pueda hacerse una idea y comprobar que tienes algo en lo que basarte. Y cuando una persona malinterpreta a Dios o se enfrenta a algo que no se conforma a sus nociones, ¿qué actitud debe tener? (Buscar la verdad y la obediencia). Primero tienen que obedecer y considerar: “No lo entiendo, pero voy a obedecer porque esto es lo que ha hecho Dios y no algo que deba analizar el hombre. Además, no puedo dudar de las palabras de Dios o de Su obra porque la palabra de Dios es la verdad”. ¿Acaso no es esa la actitud que debe tener una persona? Con esta actitud, ¿supondrá todavía un problema tu incomprensión? (No). No afectará o alterará el cumplimiento del deber. ¿A quién creéis capaz de ser leal: a una persona que alberga malentendidos mientras cumple con el deber o a otra que no? (Una persona que no alberga malentendidos al cumplir con su deber es capaz de ser leal). Por tanto, primero, debes tener una actitud obediente. Es más, debes al menos creer que Dios es la verdad, que Dios es justo y que todo lo que hace es correcto. Estas son las condiciones previas que determinan si puedes ser leal al cumplir con tu deber. Si cumples con estas dos condiciones, ¿pueden los malentendidos presentes en tu corazón afectar al desempeño de tu deber? (No). No pueden. Eso significa que no trasladarás esos malentendidos al cumplimiento de tu deber. En primer lugar, deberás resolverlos desde el principio, y asegurarte de que permanezcan solo en su estado inicial. ¿Qué deberás hacer a continuación? Resolverlos desde la raíz. ¿Cómo debes resolverlos? Lee, en compañía de todos, varios pasajes relevantes de las palabras de Dios en relación con el asunto en cuestión. A continuación, debate sobre por qué Dios actúa de esa forma, cuál es la voluntad de Dios y qué resultados se pueden obtener a partir de ese modo de actuación de Dios. Dialoga a fondo sobre esos asuntos y así comprenderás a Dios y podrás someterte. Si no resuelves tus malentendidos en relación con Dios y trasladas nociones al desempeño de tu deber, bajo la afirmación: “En este asunto, Dios actuó de manera incorrecta y no me someteré. Lo cuestionaré, rebatiré a la casa de Dios. No creo que esto sea obra de Dios”, ¿qué actitud es esa? Una típica actitud satánica. Los seres humanos no deben pronunciar tales palabras; esa no es la actitud que debería tener un objeto de creación. Si eres capaz de oponerte a Dios de esa manera, ¿acaso eres digno de cumplir con ese deber? No lo eres. Porque eres un demonio y careces de humanidad, no eres digno de cumplir con un deber. Si una persona tiene algo de razón y surgen en su interior malentendidos en relación con Dios, dicha persona orará a Dios y también buscará la verdad en Sus palabras, y tarde o temprano verá el asunto con claridad. Eso es lo que las personas deberían hacer.
Cuando se experimenta la obra de Dios, hay muchas cosas que las personas no pueden entender ni aceptar. Siempre y cuando posean corazones obedientes, estos problemas se resolverán de manera gradual, y acabarán encontrando respuesta a todos ellos en las palabras de Dios. Aunque no puedan obtener resultados en ese momento, llegarán a comprender esas cosas de forma natural tras varios años de experiencia. ¿Acaso posee la razón una persona que, cuando se enfrenta a problemas, no logra resolverlos nunca y se opone a los líderes y obreros, o discute con la casa de Dios? Para seguir a Dios, uno debe poseer al menos la razón de la humanidad normal y la fe básica, solo entonces será fácil someterse a Dios. Si siempre te opones a Dios y te enfrentas a Él, y después no buscas la verdad ni te arrepientes de corazón, no eres apto para desempeñar un deber ni para seguir a Dios, y no eres apto para aceptar Su comisión. Si tu fe no es auténtica, pero aun así desempeñas un deber y sigues a Dios, no podrás establecer una base sólida y seguramente serás descartado. ¿Acaso esto no es causarte problemas a ti mismo? Eso se llama avergonzarse a uno mismo. Por lo tanto, para resolver malentendidos relacionados con Dios, la actitud que deben tener las personas es, en primer lugar, obedecer y creer que todo lo que Dios hace es correcto. No confíes en tus propios ojos ni en tu propio juicio; si siempre confías en ellos, tendrás problemas. No eres Dios; no posees la verdad. Eres una persona con actitudes corruptas; puedes cometer errores y todavía no comprendes la verdad. Si no comprendes la verdad, ¿acaso Dios te condena? Dios no te condena, pero debes buscar la verdad. Dios te brinda la oportunidad y el tiempo para buscarla, y Él está esperando. ¿Esperando a qué? A que busques la verdad durante ese tiempo. Una vez que la comprendas y te sometas, todo irá bien, y Dios ni recordará ni te condenará. Sin embargo, si sigues cometiendo los mismos errores de siempre, estarás realmente perdido y lejos de la redención.
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