Es de gran importancia pagar el precio por alcanzar la verdad
El fin de creer en Dios es conseguir la salvación, pero ¿es fácil conseguirla? ¿Qué es lo más difícil? Hay mucha gente que no es capaz de ver esto con claridad, pero ganar la verdad es en realidad la parte más difícil de alcanzar la salvación. Por tanto, sufrir muchas penalidades y pagar un precio para ganar la verdad siempre merece la pena, con independencia de cuánta se gane. Entonces, ¿qué es necesario padecer para obtener la verdad? Debes sufrir a través del juicio y el castigo, las pruebas y el refinamiento, y ser podado y tratado, debes sufrir la persecución y la adversidad que conlleva seguir a Dios, debes sufrir el encarcelamiento, y la calumnia y condena del mundo religioso. Debes soportar todas estas adversidades. Si puedes soportarlas, entonces obtendrás la verdad. Ahora mismo, la mayoría de la gente está dispuesta a perseguir la verdad. Se concentran en cumplir bien con sus deberes, y quieren entrenarse en practicar la verdad mientras los cumplen, y en ganar la verdad. Creer en Dios y cumplir con el deber es la senda correcta en la vida. Elegir esta senda es lo adecuado, y es muy bendecido por Dios. La gente puede gastarse sinceramente por Él y cumplir con el deber de los seres creados, esa es la mayor gracia y bendición de Dios. Hay algunos que no perciben claramente lo que implica cumplir con un deber, que siempre tratan de hacer tratos con Dios. Da igual lo que les suceda, siempre pueden verse constreñidos y perturbados, siempre pueden ser influenciados e inducidos, lo que conduce a que sean incapaces de cumplir con sus deberes con normalidad, hasta el punto de que incluso los abandonan y huyen. ¡Eso es lamentable! Puede que no sientan mucho pesar, pero cuando aumenten los desastres y la obra de Dios concluya, y Él comience a recompensar a los buenos y a castigar a los malvados, conocerán las consecuencias de esta acción. Por eso, debéis orar juntos a menudo, tranquilizaros ante Dios, leer más Sus palabras y compartir más la verdad. Dejad de lado por ahora aquellos asuntos que no tienen nada que ver con la búsqueda de la verdad, que no deben ser considerados en este momento. El matrimonio, el trabajo, el futuro propio y sentar la cabeza no son los únicos asuntos importantes en la vida, como tampoco lo es encontrar un lugar en la sociedad y tener suficiente para comer. Ninguna de estas cosas es lo más importante en la vida. ¿Qué es lo más importante en la vida? Cumplir con el deber y la función que un ser creado debe cumplir y completar la misión de Dios y lo que Él te ha encomendado. Eso es lo más significativo. Tal es la determinación que debe tener la gente.
En este momento, aquellos que creéis en Dios podéis comer y beber Sus palabras todos los días, y los que más persiguen la verdad también están desempeñando deberes. Este es el punto de partida adecuado para vuestra dirección en la vida, entonces, ¿cómo debéis continuar caminando por esa senda? (Debemos sentar una base en la senda de la entrada en la vida). Sí, si queréis ganar la verdad y vida, entonces debéis sentar una base sobre las palabras de Dios. Eso os permitirá embarcaros en la senda de búsqueda de la verdad, que es el único objetivo y dirección en la vida. En realidad, solo eres uno de los escogidos de Dios y estás predestinado si permites que Sus palabras y la verdad sienten una base en tu corazón. Ahora mismo, vuestros cimientos siguen sin ser estables. Si incluso una pequeña tentación de Satanás cayera sobre vosotros, por no decir un gran desastre o prueba, podría sacudiros y haceros tropezar. Esa es la falta de base, ¡la cual es muy peligrosa! Mucha gente tropieza y traiciona a Dios cuando sobre ellos acaece la persecución y la adversidad. Alguna gente empieza a actuar con imprudencia tras ganar algo de estatus, y luego son expuestos y descartados. Todos podéis ver estas cosas con mucha claridad. Así, deberíais ahora determinar primero la dirección y el objetivo que debéis buscar en la vida, además de la senda que debéis tomar, y luego calmar vuestra mente y trabajar duro, gastaros, esforzaros y pagar un precio por ese objetivo. Deja de lado otros asuntos de momento. Si continúas considerándolos, impactará al cumplimiento del deber, y al asunto crucial de tu búsqueda de la verdad y de tu salvación. Si tienes que pensar en buscar trabajo, ganar mucho dinero y hacerte rico, y en hacerte de una posición firme en la sociedad y encontrar tu lugar; si tienes que pensar en el matrimonio y en encontrar a un compañero, en adoptar la responsabilidad de mantener a una familia y darles una buena vida, y si además quieres aprender nuevas habilidades, para destacar y ser mejor que otra gente, ¿acaso no será agotador pensar en todas esas cosas? ¿Cuántas cosas pueden caber en tu mente? ¿Cuánta energía tiene una persona a lo largo de su vida? ¿Cuántos años buenos tiene? En esta vida, las personas gozan de mayor energía entre los veinte y los cuarenta años. Durante este período, debéis dominar las verdades que los creyentes en Dios deben comprender, y luego entrar en la realidad verdad, y aceptar el juicio y el castigo de Dios, así como Su refinamiento y pruebas, y alcanzar el punto en el que no neguéis a Dios, sean cuales sean las circunstancias. Esto es lo más básico. Además, no importa quién utilice el amor y el matrimonio para tentarte y seducirte, o cuánta fama, riqueza, estatus o beneficios te ofrezcan. No debes renunciar a tu deber, o a lo que un ser creado debe hacer. Aunque luego Dios no te quiera, debes seguir buscando la verdad, tratando de caminar por la senda de temer a Dios y evitar el mal. Debes aspirar a esa altura. De ese modo, los años que pasaste gastándote por Dios no habrán sido en vano. Si pasas tus mejores años pensando en encontrar un buen trabajo o buscando pareja, esperando disfrutar de una vida de la carne mientras crees en Dios, si pretendes hacer ambas cosas al mismo tiempo, entonces, después de unos años, puede que encuentres pareja, te cases, tengas hijos, y construyas un hogar y una carrera, pero no habrás ganado nada por haber creído en Dios durante todos esos años, no habrás obtenido nada de la verdad, tu corazón se sentirá vacío, y tus mejores años se habrán esfumado. Cuando eches la vista atrás a los cuarenta años, tendrás una familia, tendrás hijos, y no estarás solo, pero tendrás que mantener a tu familia. Es una cadena de la que no puedes liberarte. Si quieres cumplir con tu deber, tendrás que hacerlo encadenado a tu familia. Por muy grande que sea tu corazón, no podrás atender ambas cosas: no podrás seguir a Dios de todo corazón y cumplir bien con tu deber. Hay muchas personas que abandonan a la familia y las cosas mundanas, pero después de creer en Dios durante algunos años, solo persiguen el renombre, la ganancia y el estatus. No han obtenido la verdad, y ni siquiera tienen un auténtico testimonio vivencial. Eso es igual que perder el tiempo. Cuando realizan ahora sus deberes, no comprenden ni siquiera una pequeña parte de la verdad, y cuando les sucede algo, no saben cómo experimentarlo, así que empiezan a lamentarse y les invade un gran remordimiento. Cuando vuelven la vista hacia el principio, a todos los jóvenes que vivían juntos la vida de iglesia, desempeñando sus deberes, cantando himnos y alabando a Dios, piensan en lo buenos que eran esos días, y en lo mucho que les gustaría regresar a esa época. Por desgracia, en este mundo no hay cura para el remordimiento. Nadie puede volver atrás en el tiempo, aunque le gustaría hacerlo. No hay manera de regresar al principio y vivir la vida de nuevo. Por eso, una vez que ha pasado la oportunidad, no volverá. La vida de una persona apenas dura unas décadas, si te pierdes este momento óptimo para perseguir la verdad, tus remordimientos serán inútiles. Algunas personas han creído en Dios hasta el día de hoy, y siguen confusos. Ignoran por completo qué etapa ha alcanzado la obra de Dios. Los grandes desastres han llegado, y estas personas siguen viviendo en un sueño, pensando: “¡Queda mucho para que Dios termine Su obra! Ahora la gente sigue comiendo, bebiendo y casándose como siempre. Tengo que darme prisa y disfrutar de la vida. ¡No puedo perdérmela!”. Siguen codiciando la comodidad de la carne, sin la menor sed de verdad en sus corazones. De este modo, pierden una oportunidad única de salvación. De hecho, Dios obra para salvar a la humanidad, y cuando Su obra de salvación esté completa, aunque solo sobreviva una persona, Dios no pensará que eso es muy poco. Él se llevará a esa persona, y todas las demás quedarán atrás. Ese es el carácter de Dios, que nadie puede ver con claridad. Cuando Dios iba a destruir el mundo mediante un diluvio, ordenó a Noé que construyera un arca para salvar a los que creyeran en Él. Cuando el arca estuvo terminada, solo los ocho miembros de la familia de Noé entraron en ella y alcanzaron la salvación de Dios. ¿Qué ocurrió con todos los demás? Todos se ahogaron en el diluvio y murieron en la catástrofe. Hoy en día, hay muchas personas que ven a Dios expresar todas estas verdades, que saben perfectamente que Dios está realizando la obra de salvación, pero siguen dudando, tienen sus propias nociones y se niegan a aceptarlo. Este tipo de personas se sienten satisfechas consigo mismas, pero cuando lleguen las grandes catástrofes, serán destruidas, ¿y a quién tendrán que culpar por ello? A ojos de Dios, los que no aceptan Su salvación son insectos, son fantasmas vivientes, ¡son menos que bestias! Durante el período de la salvación de Dios, Su carácter es misericordioso, amoroso e indulgente, pero cuando la obra de salvación de Dios termine, ya no ofrecerá Su perdón al hombre. Dios lo revocará, y la gente solo se enfrentará a Su ira y majestad. Ahora mismo, estáis justo a tiempo para ese gran momento. Dios está haciendo la obra de juicio en los últimos días. Es la única oportunidad para que la gente se salve y sea perfeccionada por Él. Todos estáis cumpliendo deberes en este momento clave de la expansión del evangelio del reino por parte de Dios. Esta es ciertamente la exaltación excepcional de Dios hacia vosotros. No importa qué estudiaste, o qué área de conocimiento tienes, o qué dones o experiencia posees, en todo caso, Dios te está mostrando Su gracia al permitirte usar esta experiencia para cumplir un deber en Su casa. Es una oportunidad difícil de encontrar. Cuando Dios actúa, no tiene prejuicios hacia ninguna persona, trata a todos con justicia. Dios trata con gracia a cualquiera que acepte y practique la verdad, y detesta y rechaza a cualquiera que no la ame, que esté harto de la verdad y la rechace. Dios es justo con cada persona. Mientras puedas aceptar la verdad y someterte a Dios, Él te tratará con gracia, y no te hará responsable de tus transgresiones pasadas. No importa qué vía de escape te abra Dios, no importa con cuánta gracia te trate, al final Él solo tiene un deseo, que es hacerte entender Su voluntad, aprender lecciones, y entender la verdad en ambientes adecuados para el progreso de tu vida. Una vez que las palabras y verdades de Dios se hayan forjado dentro de ti y se hayan convertido en tu vida, y trates a Dios como el padre de tu renacimiento, y seas capaz de lograr la sumisión y el temor a Dios, estarás de acuerdo con Su voluntad. Aunque la mayoría de vosotros sois bastante jóvenes, si leyendo las palabras de Dios y comprendiendo la verdad, todos ganáis determinación, crecéis en la vida, tenéis corazones temerosos de Dios, y sois capaces de manteneros firmes cuando os sobrevengan pruebas y adversidades, entonces tendréis estatura, y Dios estará satisfecho. Él dirá que no pagó en vano un arduo precio cuando te trató con gracia. Dios habrá cosechado recompensas, verá los frutos de Su trabajo en ti, y contemplará esto con placer y alegría. Este resultado se alcanza completamente a través de la obra de Dios; no es algo de lo que el hombre pueda jactarse.
Dios no se limita a pagar un precio por cada persona en las décadas que van desde su nacimiento hasta el presente. Según lo ve Dios, has venido a este mundo innumerables veces y te has reencarnado infinitas veces. ¿Quién se encarga de ello? Dios es el responsable. Tú no puedes saber estas cosas. Cada vez que vienes a este mundo, Dios se ocupa personalmente de hacer los arreglos para ti: Él dispone cuántos años vivirás, el tipo de familia en la que nacerás, cuándo construirás un hogar y una carrera, así como lo que vas a hacer en este mundo y cómo te ganarás la vida. Dios dispone para ti una manera de ganarte la vida, para que puedas cumplir sin obstáculos tu misión en esta vida. Y en cuanto a lo que debes hacer en tu próxima encarnación, Dios dispone y te concede esa vida según lo que debes tener y lo que se te debe dar… Dios ha dispuesto estos arreglos para ti muchas veces, y por fin has nacido en la era de los últimos días, en tu familia actual. Dios dispuso para ti un entorno en el que pudieras creer en Él, te permitió oír Su voz y volver ante Él, y que fueras capaz de seguirle y cumplir un deber en Su casa. Gracias a esta guía de Dios, has vivido hasta hoy. No sabes cuántas veces has nacido entre los hombres, ni cuántas ha cambiado tu apariencia, ni cuántas familias has tenido, ni cuántas épocas y dinastías has vivido, pero la mano de Dios te ha estado apoyando todo el tiempo y Él ha estado velando siempre por ti. ¡Cuánto se esfuerza Dios por el bien de una persona! Algunos dicen: “Tengo sesenta años. Durante este tiempo, Dios me ha estado cuidando, protegiendo y guiando. Si, cuando sea viejo, no puedo cumplir un deber y no puedo hacer nada, ¿se seguirá preocupando Dios por mí?”. ¿Acaso no es esto decir una tontería? Dios tiene soberanía sobre el destino de una persona, y la vigila y protege no solo durante una única vida. Si fuera cuestión de tiempo de vida, de una sola vida, eso no demostraría que Dios es todopoderoso y tiene soberanía sobre todo. La labor que Dios realiza y el precio que paga por una persona no es simplemente disponer lo que hace en esta vida, sino disponer para ella un número incontable de vidas. Dios se hace plenamente responsable de cada alma que se reencarna. Él trabaja cuidadosamente, pagando el precio de Su vida, para guiar a cada persona y organizar cada una de sus vidas. Dios se esfuerza y paga un precio de esta manera por el bien del hombre, y le otorga todas estas verdades y esta vida. Si las personas no cumplen con el deber de los seres creados en estos últimos días, y no regresan ante el Creador; si al final, por muchas vidas y generaciones que hayan vivido, no cumplen bien con sus deberes y no satisfacen las exigencias de Dios, ¿no sería entonces demasiado grande la deuda de las personas con Dios? ¿No serían indignos de todos los precios que ha pagado Dios? Su carencia de conciencia sería tal que no merecerían ser llamados personas, ya que su deuda con Dios sería demasiado grande. Por tanto, en esta vida —y no me refiero a tus vidas anteriores, sino a esta—, si no eres capaz de renunciar a las cosas que amas o a cosas externas por el bien de tu misión, como a los placeres materiales y al amor y la alegría de la familia, si no renuncias a los placeres de la carne en aras de los precios que Dios paga por ti o para corresponder a Su amor, entonces eres realmente malvado. De hecho, cualquier precio que pagues por Dios vale la pena. Comparado con el precio que Dios paga por ti, ¿qué representa la pequeña cantidad que ofreces o gastas tú? ¿A cuánto asciende lo poco que sufres? ¿Sabes cuánto ha sufrido Dios? Lo poco que tú sufres ni siquiera es digno de mención cuando se compara con lo que Dios ha sufrido. Además, al cumplir ahora con tu deber, estás recibiendo la verdad y la vida, y al final sobrevivirás y entrarás en el reino de Dios. ¡Qué gran bendición es esa! Mientras sigues a Dios, no importa si sufres o pagas un precio, en realidad estás obrando con Dios. Sea lo que sea lo que Él nos pida que hagamos, escuchamos las palabras de Dios y practicamos de acuerdo con ellas. No desobedezcas a Dios ni hagas nada que le cause dolor. Para obrar con Dios, debes sufrir un poco y renunciar a algunas cosas y dejarlas de lado. Debes renunciar a la fama y a la ganancia, al estatus, al dinero y a los placeres mundanos; incluso debes renunciar a cosas como el matrimonio, el trabajo y tus expectativas sobre el mundo. ¿Sabe Dios si has renunciado a estas cosas? ¿Es Él capaz de ver todo esto? (Sí). ¿Qué hará Dios cuando vea que has renunciado a estas cosas? (Él se sentirá reconfortado y complacido). Dios no solo estará complacido y dirá: “Los precios que pagué han dado fruto. La gente está dispuesta a obrar junto a Mí, tienen esa determinación, y Yo los he ganado”. Ya sea que Dios esté contento o feliz, satisfecho o reconfortado, esa no es Su única actitud. Él también actúa, y quiere ver los resultados que logra Su obra, pues de lo contrario lo que les exige a las personas no tendría sentido. La gracia, el amor y compasión que Dios le muestra al hombre no son meramente una clase de actitud; son también un hecho. ¿Qué hecho es ese? Que Dios pone Sus palabras en ti, esclareciéndote, para que veas lo que es hermoso en Él y en qué consiste este mundo, para que tu corazón se llene de luz, y te permite así entender Sus palabras y la verdad. De esta manera, sin saberlo, obtienes la verdad. Dios hace mucho trabajo en ti de una manera muy real, permitiéndote ganar la verdad. Cuando ganas la verdad, cuando ganas esa cosa tan preciosa que es la vida eterna, la voluntad de Dios queda satisfecha. Cuando Dios ve que las personas persiguen la verdad y están dispuestas a cooperar con Él, se siente feliz y contento. Entonces tiene una actitud, y mientras tiene esa actitud, se pone a obrar y elogia y bendice al hombre. Dice: “Te recompensaré con las bendiciones que mereces”. Y entonces habrás ganado la verdad y la vida. Cuando conozcas al Creador y te hayas ganado Su aprecio, ¿seguirás sintiendo un vacío en tu corazón? No. Te sentirás realizado y tendrás una sensación de disfrute. ¿No es esto lo que significa que la vida de uno tenga valor? Es la vida más valiosa y significativa.
Fijaos en Job: ¿Alguna vez le oró a Dios para que le diera una montaña llena de ganado y grandes riquezas? (No). ¿Qué buscaba Job? (Buscaba temer a Dios y evitar el mal). ¿Qué pensaba Dios de “temer a Dios y evitar el mal”? Él dijo: “Dios percibió que era bueno”. Cuando la gente busca temer a Dios y evitar el mal, le causa a Dios una gran alegría, y es algo que Él bendice. ¿Acaso Dios meramente pronunció estas palabras y no hizo nada más? ¿Qué más le hizo Dios a Job? (Lo puso a prueba). Dios envió a Satanás para tentar a Job, para arrebatarle su montaña llena de ganado, sus grandes riquezas, a sus hijos, a sus sirvientes; Dios lo puso a prueba. ¿Qué quería Dios conseguir poniéndolo a prueba? Él quería el testimonio de Job. ¿Qué le dio Dios a Job en aquella época? La gente reflexiona sobre ello: “¿Qué le dio Dios a Job? Le quitó su ganado y sus grandes riquezas, ¿y con qué se quedó? ¡Dios no le dio nada!”. Desde fuera parece como si Dios le hubiera quitado a Job lo que antes le había dado, y parece como si a Job ya no le quedara nada. Sin embargo, que Dios se lo quitara todo es en sí mismo la mayor de las recompensas. Nadie percibe con claridad la recompensa que Dios le entregó a Job. Dios quería el testimonio de Job, y le dio una oportunidad. ¿Qué clase de oportunidad era esa? La oportunidad de que Job diera testimonio de Dios delante de Satanás y de todo el mundo, de que diera testimonio de la realidad de su temor de Dios y de evitar el mal, de que diera testimonio de ese hecho, de que diera testimonio de que era un hombre perfecto y honrado. ¿Acaso no le dio esto Dios? Si Dios no le hubiera dado a Job esta oportunidad, ¿se habría atrevido Satanás a actuar contra Job? (No). Satanás sin duda no se habría atrevido, eso es absolutamente cierto. Si Satanás no se hubiera atrevido a tentar a Job, ¿habría tenido Job semejante oportunidad? No, no la habría tenido. Por eso Dios le dio a Job esa oportunidad, para demostrar a todos que la senda por la que caminaba, la de temer a Dios y evitar el mal, es la correcta, que Dios la considera aceptable, y que Job era un hombre honrado y perfecto. Todos percibieron estas cosas, Dios también, y Job no defraudó a Dios ante esta oportunidad. Job dio testimonio de Dios, derrotó a Satanás, y Dios vio que era eso bueno. Al final, ¿recompensó Dios a Job? (Lo hizo). ¿Cuál fue la segunda recompensa de Dios para Job? Dios dijo que el temor de Job hacia Él y que evitara el mal le parecía aceptable. Job dio testimonio de Dios frente a Satanás, y Dios vio que todo esto era bueno. Se sintió tan gratificado como complacido, y adoptó cierto talante. Después de que Dios adoptara ese talante, ¿no hizo nada más? ¿Qué hizo Dios? Parece que no estáis muy familiarizados con el Libro de Job. ¿En qué circunstancias dijo Job: “He sabido de ti solo de oídas, pero ahora mis ojos te ven”? Lo dijo después de haber escuchado las palabras que Dios le dijo a él. ¿Había visto Job a Dios antes de eso? (No). Para Job, oír la voz de Dios era lo mismo que ver Su rostro, y ¿no es esa la bendición que más anhela un ser creado? (Lo es). Job la obtuvo. ¿Le tenéis envidia? (Sí). Esta bendición no es fácil de obtener. Entonces, ¿cómo podéis obtener esta oportunidad y recibir este tipo de gracia y recompensa? Debes dar testimonio de Dios, es decir, debes hacerlo en medio de las tentaciones de Satanás. Debes caminar por la senda de temer a Dios y evitar el mal. Debes hacer que Dios diga: “Dios percibió que era bueno”. Cuando Dios se sienta gratificado y complacido, y perciba que tu testimonio y todo lo que has hecho es bueno, cuando Dios diga que eres una persona perfecta y que persigue la verdad, entonces podrás obtener Sus bendiciones. ¿Qué más hizo Dios después de que Job oyera Su voz? Le dio a Job más de lo que tenía antes. La riqueza de Job se incrementó; si antes era millonario, probablemente después de eso se convirtió en billonario. Como ves, si una persona teme a Dios y evita el mal, es fácil que se convierta en billonario; para Dios es cuestión de una sola palabra. Tal es la gracia de Dios. Job temió a Dios y evitó el mal, y obtuvo Sus bendiciones.
Lo que Dios les da a las personas excede lo que ellas pueden pedirle o siquiera imaginar, pero si quieres recibir una recompensa mayor que cualquier cosa que puedas pedir o imaginar, debes seguir el camino de Dios. Seguir el camino de Dios no es simple. La gente tiene que pagar un precio, pero ese precio no se paga en vano, será recompensado. Las personas piensan que Dios solo tiene un tipo de talante hacia ellas, que Él no hace nada, que siempre las está vigilando, viendo cómo se comportan. ¿Realmente es así? No. En realidad, Dios es como un padre. Si escuchas a tus padres, si eres sensato, si te ocupas de tus deberes, y sufres lo tuyo para seguir la senda correcta, ¿cómo se sentirán tus padres? Tus padres sentirán amor y lástima por ti. Están más que dispuestos a dar la vida por sus hijos, a aliviar su sufrimiento, a asegurarse de que coman bien, vistan ropa adecuada y disfruten de la vida, y entonces se dan por satisfechos. No quieren que sufras en absoluto. Así es el corazón de un padre. Si lo comparamos con el corazón de un padre, el corazón de Dios solamente puede ser mejor, más hermoso, más bondadoso; Su corazón no podría ser menos que esto. Todos sois capaces de comprender un poco el corazón de vuestros padres. Todos sabéis muy bien lo buenos que han sido con vosotros, y todos queréis honrarlos. Por lo tanto, debéis usar primero ese amor filial para mostrar consideración por el corazón de Dios. Los que lo hacen son los más razonables. Los niños pueden sentir el amor que sus padres sienten hacia ellos, pero las personas deberían poder sentir aún más el amor que Dios les profesa, porque todo lo que tienen lo dispone y orquesta Dios. Solo Dios puede tomar todas las decisiones por una persona. Los padres no pueden tomar todas las decisiones por sus hijos, por grande que sea su amor. Los padres no poseen la verdad, eso lo primero. Su amor es de carne y sentimientos; en absoluto puede librar a alguien de la corrupción, ni puede en lo más mínimo proporcionarle crecimiento en la vida. Solo el amor de Dios puede salvar a las personas. La palabra de Dios puede guiar a las personas y proveerlas para que puedan caminar por la senda correcta en la vida. Te puedes dar cuenta de lo mucho más grande que es el amor de Dios respecto al de un padre; Dios muestra plena consideración hacia las personas. Tus padres te dieron a luz, y para ellos, tú eres de su propia carne y de su sangre. Te cuidan, te quieren y te protegen mucho, así que ¿cómo crees que ve Dios a los seres humanos, a quienes creó con Sus propias manos? Dios cuida a los seres humanos como si fueran Sus propios hijos; las personas son Su propia carne y sangre. No es igual que el concepto humano de los padres que dan a luz a un hijo y están unidos por un lazo de sangre, pues Dios creó a las personas con Sus propias manos, pero insufló en ellas Su aliento y tiene expectativas sobre ellas. Dios ha confiado a las personas Sus esperanzas; les ha impuesto requisitos y les ha confiado cosas. Dios no solo creó a los seres humanos, les insufló Su aliento, les dio vida y terminó así Su obra. Si la humanidad fuera mala, Dios sencillamente podría rehacerla, claro, porque Dios es poderoso y omnipotente, después de todo. Una vez que Dios creó a los seres humanos, sintió preocupación por ellos. Los humanos son Su carne y Su sangre, son Sus compañeros, y al mismo tiempo, en Su plan de gestión, son los depositarios y portadores de todas Sus esperanzas. En definitiva, Él quiere ver esperanza en estas personas y obtener resultados. Si, a partir de esto, podéis mostrar cierta comprensión por la intención y la voluntad de Dios, ¿no aumentará un poco vuestro entendimiento? (Sí, lo hará). Es igual que esos padres que quieren que sus hijos estudien y destaquen en la vida, que permanecen al lado de estos mientras aprenden, los abanican y luego les sirven un poco de té, o les preparan un plato apetitoso cuando llega la hora de comer; esos padres ya no saben hacer otra cosa, sus mentes siempre orbitan alrededor de sus hijos. ¿Acaso no te tratan así tus padres porque tienen expectativas puestas en ti, porque han depositado en ti sus esperanzas? Si no les haces caso y sigues desobedeciéndoles, ¿acaso no les dolerá? ¿No se entristecerán? (Sí). Así pues, a partir de esta idea, reflexiona sobre la voluntad de Dios. Cuando Dios mira a los seres humanos, no importa la edad que tengan, son niños a Sus ojos. Si dices: “Tengo ochenta años”, Dios dirá que eres un niño. Si dices: “Tengo veinte años”, entonces eres aún más niño. Ya tengas ochenta, ochocientos u ocho mil años, todos los seres humanos son niños a ojos de Dios. Desde la perspectiva de Dios, la edad no supone ninguna diferencia. A ojos de Dios, todas las personas son bebés y niños; así es como Él ve a la humanidad. Por eso, a Sus ojos, tú eres de Su carne y de Su sangre, y uno de Sus compañeros. Entonces, ¿cómo puedes ser apto para convertirte en Su carne y sangre, en Su compañero, en una persona conforme a Su corazón? ¿Cómo puedes satisfacerlo? ¿Acaso no es esta una pregunta que merece la consideración y reflexión de la humanidad? (Así es). Dios trata a la humanidad como Su carne y Su sangre, Sus compañeros, los depositarios de los precios y la sangre que Él ha pagado. ¿Qué clase de amor tiene Dios por el hombre? ¿Qué tipo de mentalidad tiene? ¿Cómo trata a las personas con las que tiene este nivel de relación? ¿Pueden los seres humanos comprender, aunque sea un poco, la clase de amor que Dios tiene por estas personas? Algunas personas dicen: “Nunca he visto a Dios, y no puedo sentir las cosas que Él ha hecho por mí en mis vidas pasadas”. Estás vivo ahora mismo, así que ¿acaso no puedes sentir la guía de Dios y los precios que ha pagado por ti? ¿Puedes comprenderlos? (Sí). Si puedes comprenderlos, está bien; eso demuestra que tienes corazón y alma. Si puedes llegar a comprender hasta ese punto, ya es suficiente. Merece la pena que lo dejes todo para seguir a Dios.
29 de mayo de 2017
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