Solo aquel que cumple con el deber con todo su corazón, su mente y su alma ama a Dios (Parte 2)

¿Por qué se dice que la palabra de Dios es una lámpara que guía a la gente? Porque la palabra de Dios no se pronuncia en vano, se expresa para abordar los problemas reales de las personas. No es meramente teoría, retórica grandilocuente ni un discurso. La palabra de Dios está ahí para que la apliques y la pongas en práctica. Cuando te encuentras en una situación en la que no tienes manera de salir adelante y no sabes qué hacer, puedes recordar cómo la palabra de Dios te demanda que actúes. Al sopesar la palabra de Dios encuentras un camino, entiendes su significado y, entonces, la pones en práctica según la voluntad de Dios. Después de llevarla a la práctica, recibes una confirmación, y descubres que, a través de esta acción, sientes paz y alegría en el espíritu, y que otros también están instruidos. En el proceso de poner en práctica la palabra de Dios, se esclarecen cosas y vives experiencias, de las cuales aprendes, y llegas a entender determinados asuntos. ¿Qué entiendes? La finalidad tras la palabra de Dios y tras Su intención de dejar que la gente actúe de cierta manera. Cuando te das cuenta de los principios de la práctica subyacentes en todo esto, descubres el origen y el significado de Sus palabras. Esto es entender la verdad. A partir de ahí, ya no estás confuso, y ya no eres tan ignorante ni tímido a la hora de hacer cosas. ¿Qué significa no ser tímido? Quiere decir que, al enfrentarte a dificultades, eres capaz de buscar la verdad, y de saber cómo resolverlas y cómo proceder exactamente. ¿Qué significa disponer de un camino para salir adelante al poner en práctica la palabra de Dios? Quiere decir que entiendes los principios de practicar Su palabra, comprendes las situaciones a las que Sus palabras se refieren y sabes cómo ponerlas en práctica. ¿Por qué se dice que la palabra de Dios es la vida y la senda de los seres humanos? Porque la palabra de Dios puede ser la vida de las personas, y solo Su palabra, solo la verdad, pueden conducirlas hacia la senda correcta en la vida. La palabra de Dios es clara y fácil de entender. Se da para que la gente pueda entender y aceptar fácilmente la verdad. Cuando las personas son capaces de reconocer y aceptar la verdad, se encuentran inconscientemente en la senda correcta en la vida. Algunas palabras de Dios pueden parecer simples o de fácil comprensión, pero todas son instrucciones sobre cómo vivir, ocuparse de diversas situaciones y resolver las dificultades. Esta es la verdad. Se puede convertir en tu senda, y dotarte de sabiduría, principios y una senda de práctica para cuando te enfrentes a retos. Si tienes una senda al cumplir tu deber o para otros asuntos, si puedes enfocar las tareas con principios y entender las intenciones de Dios, ¿significa esto que entiendes la verdad? (Sí). Quiere decir que entiendes la verdad y la palabra de Dios. Los hacedores de servicio no tienen que entender la palabra de Dios necesariamente; tan solo deben esforzarse. Por tanto, prestar servicio es una tarea simple. ¡Algunos ni siquiera son buenos para prestar servicio y dan un espectáculo deplorable! ¿Qué significa esto? Quiere decir que ni siquiera pueden ocuparse adecuadamente de la tarea de prestar servicio, no pueden esforzarse bien y siempre son malvados, alborotadores, negativos y perezosos. Siempre se los debe convencer y supervisar. Estas personas no cumplen su deber satisfactoriamente ni están a la altura de ser una persona. Así pues, ¿qué senda vais a tomar? ¿En qué clase de persona pensáis convertiros? ¿Lucharéis por ser hacedores de servicio referentes, o aspiraréis a cumplir vuestro deber con todo el corazón, el alma y la mente? (A ser personas que cumplan su deber con todo el corazón, el alma y la mente). Eso es algo bueno y un objetivo correcto. No deseáis ser meramente hacedores de servicio ni simplemente esforzaros. ¡Entonces, deberíais luchar por llegar a la verdad! ¿Qué verdades son las más importantes que se deben entender al luchar por la verdad? Depende de las dificultades con que os encontréis, y es fundamental abordar primero los problemas inmediatos. Hoy en día, la mayoría de la gente se centra en aspirar a la verdad y cumplir su deber, y la verdad de cumplir el deber es bastante crucial. Mientras podáis cumplir vuestro deber según los principios, sentiréis paz y confianza en el corazón. Y si también podéis conocer el trabajo de Dios, experimentarlo y resolver parte de vuestro carácter corrupto, entonces, saborearéis la dulzura de seguir a Dios y os resultará más sencillo recorrer la senda de aspirar a la verdad. El problema principal de seguir y obedecer a Dios es cumplir el deber adecuadamente. La palabra de Dios dice: “Cumpliréis vuestro deber con todo el corazón, y con toda la mente y con toda la fuerza”. ¿Acaso esta declaración no es la verdad? Si podéis confirmar que lo es, entonces deberíais esforzaros por cumplir vuestro deber. Cuanto más entendáis la verdad a la hora de cumplir el deber, vuestro cumplimiento tendrá más principios y será más eficaz. Si cumplís el deber satisfactoriamente, no solo tendréis paz y alegría en el corazón, sino también una fe genuina. Este es el resultado de seguir a Dios y de cumplir el deber. Es absolutamente cierto que la senda de seguir a Dios es cada vez más brillante a medida que la recorres. Por tanto, cumplir el deber es lo más significativo que se debe hacer. Si te esfuerzas para luchar por llegar a la verdad según los requisitos de Dios, habrás partido desde el lugar correcto. Mientras luchas en esta dirección, verás resultados gradualmente y llegarás a tener una semejanza humana. Poco a poco, se estrechará tu relación con Dios. Cuando te enfrentes a dificultades y tribulaciones y te sientas un poco negativo o débil, y surjan algunas nociones y algunos malentendidos, buscarás fácilmente la verdad para resolver esas cuestiones y dejarán de ser problemas significativos.

La mayoría de vosotros vive en países con un sistema democrático, a diferencia de los hermanos y las hermanas de la Iglesia de China continental, que han sufrido persecución y adversidades. Tener una vida cómoda no es necesariamente algo bueno para vosotros. Es posible que debáis esforzaros para aspirar a la verdad y que sea un poco complicado soportar adversidades y pagar el precio en el cumplimiento del deber. Las personas que han crecido en un sistema democrático y libre suelen tener el defecto de ser autoindulgentes. No permiten que otros las critiquen o las reprendan. Tienen relativamente más libertad y son más abiertas de mente. Siempre demandan espacio personal y libertad, en todo momento quieren seguir cada uno de sus deseos y, continuamente, reclaman toda clase de cosas relacionadas con los placeres de la carne. Si no estáis dispuestos a dejar atrás todo esto, os costará liberaros del estado y de la condición de meramente esforzarse sin aspirar a la verdad. Si enfatizáis constantemente la autonomía y el espacio personal, tendréis problemas. Debes hablar sobre la verdad, sobre las palabras de Dios y sobre lo que es positivo y cuál es la senda correcta en la vida. Aunque la libertad, la democracia y la independencia son buenas y forman parte de los sistemas sociales progresistas, no son la verdad. Son meramente ideas y sistemas progresistas en este mundo oscuro y malvado. Son sistemas relativamente aptos para la supervivencia humana que defienden los derechos humanos. No son la verdad en absoluto, y debéis verlo claramente. No penséis: “Nací en este sistema social; por tanto, tengo estos derechos. Puedo pensar, decir y hacer lo que quiera, y nadie puede interferir. Es mi derecho humano, el derecho que me han concedido la sociedad y mi país”. Si contemplas esta idea como la verdad suprema, tendrás problemas. ¿Pueden estos pensamientos demostrar que posees la verdad? ¿De dónde provienen estas cosas? De los humanos, y surgen de la humanidad corrupta. No son las palabras de Dios, y mucho menos la verdad que Dios requiere que la gente posea. Si tratas la idea de la democracia y la libertad como la verdad, y en la casa de Dios solo te centras en perseguir la libertad y te niegas a estar obligado, y cumples tus deberes descuidadamente, entonces tendrás problemas. ¿Estarás receptivo a la verdad si tienes estos pensamientos? ¿Podrás practicar la verdad fácilmente? ¿Serás todavía capaz de seguir verdaderamente a Dios? Para seguir a Dios es necesario comprender la verdad, entender cómo ser obediente y estar sujeto a las obligaciones de la verdad. No puedes actuar obstinadamente. Si persigues la democracia y la libertad, no puedes entrar en la realidad verdad. No te convertirás en un seguidor de Dios ni te considerarás alguien que sigue a Cristo. Esto os traerá problemas y es la dificultad a la que os enfrentáis. La gente tiene ciertas nociones y figuraciones, determinados puntos de vista culturales tradicionales e ideas que se promueven en las tendencias sociales. Son creaciones del contexto y del entorno sociales. Si no veis la esencia y la seriedad de estas cuestiones y siempre tratáis el cumplimiento del deber, el creer en Dios y la comisión que Dios os ha encomendado bajo el prisma de los derechos humanos y la libertad, entonces nunca recorreréis la senda adecuada y no entraréis en la vía correcta de la fe en Dios. Las personas de China continental viven ahora detrás de la cortina oscura de un orden autoritario y no tienen ningún sentimiento de superioridad. Han nacido con la costumbre de soportar adversidades y de trabajar diligentemente como un buey, y esta clase de contexto y de entorno sociales les conforma los hábitos vitales o los principios de conducta. Por otro lado, los que viven en países democráticos y libres no tienen estas ideas. No quieren verse restringidos, sienten que eso es opresivo y desean librarse de cualquier obligación o regulación. Cuando van a la casa de Dios, incluso quieren librarse de los sistemas administrativos, de la organización del trabajo y de las normas de la iglesia. Se niegan a que alguien los trate y rechazan cualquier crítica. Rehúsan estar un poco más ocupados con trabajo o soportar algo de fatiga. ¡Esto traerá problemas! No es el comportamiento que un cristiano debería tener, ni el de un buen soldado de Cristo. En la Era de la Gracia siempre se habló de la decencia de los santos. ¿Todavía es aplicable hoy en día? ¡Absolutamente! Es algo positivo y aplicable en todas partes y en todo momento. En primer lugar, no vamos siquiera a hablar de la semejanza que la humanidad creada debería tener, que es el requisito más básico de Dios que el hombre debe cumplir. Solo considera, como cristiano, ¿no deberías tener la decencia de un cristiano? Si no es así, entonces no vales para ser un seguidor de Dios, y Él no te reconoce. Si quieres seguirlo, tanto si quieres ser un ser creado como una persona corriente, debes vivir como un ser humano. Debes presentar el corazón ante Dios. Puedes decir: “Dios, así es como planeo seguirte. Esta es mi determinación y mi objetivo. ¿Se ajusta a Tu voluntad?”. O, tal vez, no lo digas directamente a Dios, pero puedes aceptar el escrutinio de Dios y tomar secretamente tu decisión para permitir a Dios que observe lo que hagas a continuación. Independientemente del país o del contexto social en el que hayas nacido, ahora que sigues a Dios, ya no perteneces a ese país ni a esa gente. Eres un seguidor de Dios, crees en Él y formas parte de la casa de Dios. Siempre, y de todas las maneras, debes considerarte una persona de la casa de Dios, un seguidor de Dios. Deberías luchar por ser un buen soldado de Cristo y evaluarte según los valores de los santos. Si dices constantemente: “Soy coreano”, “Soy taiwanés”, “Soy americano” o “Todos tenemos nuestra propia manera de vivir”, entonces, ¿sigues siendo un seguidor de Dios? Tu perspectiva es incorrecta; pertenece claramente a los incrédulos. ¡Y estos son ateos! Si eres ateo, ¿qué haces holgazaneando en la casa de Dios? ¿Intentas fingir ser un cristiano? Aquí no cabrán las pretensiones. Intentar integrarse es absolutamente inútil. Si eres un cristiano, debes aceptar la verdad y cumplir bien tu deber. Esto es lo que significa seguir a Dios. Si no puedes cumplir bien tu deber, no importa el país del cual provengas; Dios no te reconocerá. Independientemente de la nacionalidad de cada uno, los que creen en Dios deben cumplir bien su deber y aceptar la verdad. Esto es lo que significa seguir a Dios. Si afirmas creer en Dios, pero no aceptas la verdad ni cumples tu deber, entonces eres un ateo, igual que los incrédulos. No eres ni una cosa ni la otra. Es necesario apartar rápidamente de la casa de Dios a las personas que no son ni una cosa ni la otra; esta clase de gente no es bienvenida en la casa de Dios. Si te consideras alguien que forma parte del reino, entonces debes atenerte a los valores del pueblo del reino. Si dices: “¿Qué pueblo del reino? Soy un ciudadano de un país democrático. Tengo dignidad y derechos humanos. Debes demandarme cosas según los valores de un país democrático. ¡Si no es así, no hay más de qué hablar!”. Lo siento, pero este es el reino de Dios, y no el de Satanás. Dios quiere a Su pueblo escogido, el pueblo del reino. ¿Lo entiendes? (Sí). Si crees en Dios y lo sigues, debes escuchar Sus palabras. Si dices: “Puedo seguir a Dios, pero necesito la libertad de elegir. Me gusta escuchar lo que dice la gente y lo que me apetece, y seguir a los que prefiero. No interfieras en mis asuntos. Priorizo la obediencia a las políticas y las normas de mi país; eso es lo más importante. No puedo priorizar la obediencia a las palabras de Dios, a la verdad. Para mí, mi país y mi nacionalidad van primero, y la verdad va en segundo o en tercer lugar. Puedo aceptarla o rechazarla”, entonces, ¿cuál es la actitud de Dios hacia una persona así? ¡Bien, lo siento, pero deberías abandonar la casa de Dios! Ahí no hace falta gente como tú. No sigues a Dios; no formas parte del reino de los cielos. Eres un ciudadano del mundo, y Dios no habla con alguien como tú, ni lo salva. Estas personas no pueden cumplir su deber como seres creados. Deberías marcharte tan pronto como sea posible; ¡cuanto antes, mejor!

Algunos adoran a las personas famosas y eminentes. Siempre tienen dudas sobre si las palabras de Dios pueden realmente salvar a la gente, y siempre creen que solo las palabras de las personas famosas y eminentes tienen peso y carisma. Siempre piensan: “¡Mira qué impresionante es el jefe de nuestro estado! ¡Fíjate en la pompa, el espectáculo y la grandeza de nuestras asambleas nacionales! ¿Puede compararse la casa de Dios con eso de alguna manera?”. Que puedas decir esto muestra que eres un incrédulo. No puedes ver claramente el mal de los políticos, ni la oscuridad de una nación, ni la corrupción de la humanidad. No puedes ver que la verdad reina en la casa de Dios, ni puedes ver ni entender qué demuestran los testimonios vivenciales del pueblo escogido de Dios. La casa de Dios tiene la verdad y muchísimos testimonios, y todo el pueblo escogido de Dios se despierta y cambia, todos ellos comienzan a experimentar el trabajo de Dios y entran en la realidad verdad. ¿Puedes contemplar la imagen que viene a continuación del pueblo de Dios sometiéndose a Él y adorándolo? Se escapa a tu imaginación. Todo lo que tiene la casa de Dios es cien veces, mil veces mejor que el mundo y, en el futuro, todo lo que tiene la casa de Dios solo puede seguir mejorando, y ser más regular y perfecto. Todas estas cosas se alcanzan gradualmente y son lo que la palabra de Dios conseguirá. Él selecciona y predestina a Su pueblo elegido, de manera que, ciertamente, ellos son mucho mejores que la gente del mundo. Si alguien no puede ver estos hechos, ¿acaso no está ciego? Algunos siempre sienten que el mundo es fantástico y, en lo más hondo, adoran a la gente famosa y eminente del mundo. ¿Acaso no adoran a diablos y a Satanás? ¿Estos personajes famosos y eminentes creen en Dios? ¿Se someten a Él? ¿Tienen un corazón temeroso de Dios? ¿Aceptan la verdad? Todos son demonios que se resisten a Dios; ¿no puedes ver eso realmente? ¿Por qué crees en Dios si adoras a la gente famosa y eminente del mundo? ¿Cómo ves realmente todas las palabras que Dios expresa? ¿Cómo ves la soberanía de Dios sobre todo? Algunos no temen a Dios; no le tienen siquiera el menor respeto. ¿Acaso no son unos ateos? ¿No se les debería pedir que se marchen enseguida? (Sí). Y si no se van, ¿qué se tiene que hacer? Apresurarse a expulsarlos, a echarlos. Los ateos son como moscas repugnantes, demasiado asquerosas para contemplarlas. En la casa de Dios reinan la verdad y Sus palabras, y las acciones se llevan a cabo según los principios verdad. Se debería echar a estas personas. Dicen con sus palabras que creen en Dios, pero en el corazón desdeñan Su casa y lo desprecian. ¿Estáis dispuestos a que estos ateos se relacionen con vosotros? (No). Por eso se los debe echar de inmediato. No importa lo educados o capaces que sean, se los debe expulsar. Algunos preguntan: “¿Acaso no es eso desafecto?”. No, es actuar según los principios. ¿Qué quiero decir con esto? Que por muy grande que sea tu estatura, por muy fuerte que sea tu voluntad de aspirar a la verdad o por mucho que tengas fe en Dios, una cosa es cierta: Cristo es la verdad, el camino y la vida. Esto es inmutable para siempre. Debería ser tu roca, la base más sólida de tu creencia en Dios; deberías estar seguro y sin dudas sobre esto en el corazón. Si dudas incluso de esto, no eres apto para permanecer en la casa de Dios. Algunos dicen: “Nuestra nación es magnífica y nuestra raza es noble; las costumbres y la cultura que tenemos son incomparablemente honorables. No necesitamos aceptar la verdad”. ¿Acaso no es esa la voz de los ateos? Lo es, y se debe expulsar a esta gente. Algunas personas a menudo emanan un carácter corrupto y, en ocasiones, ese carácter es disipado y descontrolado; sin embargo, su fe en Dios es verdadera y pueden aceptar la verdad. Si alguien las poda y las trata, son capaces de arrepentirse. Se les debería dar una oportunidad. La gente es un poco estúpida, o no puede ver claramente las cosas, o la embaucan o, en un momento de insensatez, puede decir algo confuso o comportarse de una manera confundida porque no entiende la verdad. Esto se debe a un carácter corrupto, a la estupidez, a la ignorancia y a una falta de entendimiento de la verdad. De todos modos, estas personas no tienen nada que ver con los ateos. Lo que hace falta aquí es comunicar la verdad para resolver estos problemas. Algunos que han creído en Dios durante varios años no aceptan la verdad en absoluto y no han cambiado un ápice. Son ateos. No forman parte de la casa de Dios, y Él no los reconoce. ¿A qué me refiero al decir esto? Os digo que aspiréis a la verdad con diligencia. No os limitéis a esforzaros. Dios salva a las personas a través de Sus palabras y de la verdad. La manera más directa es permitiros que comprendáis la verdad y resolváis los problemas prácticos mientras cumplís vuestro deber. Esto os permite poner en práctica la verdad y obedecer a Dios. De este modo, Él estará satisfecho y Su corazón se confortará. ¿Qué es lo que más disgusta ver a Dios? Él ha pronunciado muchas palabras, ha expresado muchas verdades, ha dedicado muchos esfuerzos y ha pagado un precio muy alto por vosotros. Al final, lo que Él gana es un conjunto de personas que meramente se esfuerzan, y todo lo que queda es un grupo de gente que presta servicio. Estas personas no entienden la verdad ni la voluntad de Dios; se limitan a esforzarse. Aunque podrían quedarse, no se ajustan a Su voluntad. No pueden considerarse verdaderos seres creados. Esto es lo que Dios está menos dispuesto a contemplar y no es la intención original de Su plan de gestión para salvar a la humanidad.

Debes aceptar la verdad incondicionalmente y no seguir las modas del mundo ni vivir según la filosofía de Satanás. Seguir a Dios implica cumplir bien tu deber y, para ello, debes aceptar la verdad. Esto es fundamental. Muchas personas ignoran la verdad en su creencia en Dios. No la ponen en práctica incluso después de muchos años de fe y muestran una falta absoluta de preocupación. Son ateos y se descartarán antes o después. Algunos viven únicamente para la carne y el beneficio propio, y gastan sus energías en las relaciones interpersonales; abandonan su deber, no se lo toman en serio y persiguen los placeres carnales. ¿Acaso no es esto sumamente egoísta y despreciable? Estos individuos no aman la verdad, solo el beneficio propio y la vanidad. Se encienden y se agitan por bienes triviales, y pierden la integridad y la dignidad humana. ¿Acaso no son ignorantes y estúpidos? Los que aman la verdad de manera genuina, independientemente de las circunstancias en las que se encuentren, primero deberían buscar la verdad en la presencia de Dios. Deberían evitar entrar en disputas o en batallas verbales con otros. Esta conducta denota falta de madurez y conocimiento. Cuando se reúne mucha gente, surgirán muchos problemas porque hay toda clase de personas y los debates sobre qué está bien y mal son interminables. Así es exactamente la humanidad corrupta. Entre los incrédulos, la situación es incluso más grave. Cada día está lleno de hostilidad y tensión acumulada. El mundo es así de traicionero. En la casa de Dios, debido a que todo el mundo cree en Él, hay menos individuos malvados y menos casos de aprovecharse de otros. Solo hay una pequeña cantidad de disputas y riñas. Si no entiendes la verdad y te obcecas constantemente con estos asuntos, te ocuparán y te enredarán el corazón, y no podrás comparecer ante Dios. Debéis liberaros de estos estados, y esta conducta demuestra una estatura inmadura. A menudo, los que tienen una estatura inmadura se centran en asuntos de la carne y en sus propias preferencias, y satisfacen sus deseos egoístas. Como resultado, desatienden la responsabilidad genuina de cumplir su deber. Son incapaces de gestionar las cosas adecuadamente y, con frecuencia, cometen errores y exhiben la inmadurez de los niños. Debéis aspirar a la madurez en la vida. ¿A qué me refiero con madurez? Quiero decir entender la verdad, tener la estatura de un adulto y poder cumplir los requisitos de Dios y las tareas que Él confía. Quiero decir ser capaz de asumir los deberes de un ser humano y los deberes generales, de cumplir los deberes igual de bien que otros y de lograr lo que otros logran; para ello, hay que emular a los que obedecen a Dios y aspiran a la verdad, hacer lo que se debería hacer y cumplir los deberes que se deberían cumplir, y explorar la senda de aspirar a la verdad y dirigirse hacia ella. Este es el proceso de crecimiento en la vida de una persona. Debéis buscar y saber cómo explorar cosas como la manera de actuar de la gente normal y de las personas que atienden a sus deberes propios, así como los estilos, los enfoques y los principios de esta clase de gente a la hora de hacer cosas. Los adultos deben llevar a cabo sus responsabilidades adecuadamente. No importa lo que ocurra, como si el cielo fuera a derrumbarse, deben cumplir su deber y no permitir que se retarden sus tareas propias. Por otro lado, los niños son muy propensos a tener curiosidad por las cosas que pasan alrededor de ellos. Quieren salir y ver qué está pasando. Cualquier incidente puede afectarlos y distraerlos de hacer lo que está bien. ¿Acaso no es esto una falta de compromiso con las responsabilidades? El menor problema puede interrumpirlos. Un mero comentario de alguien puede perturbarles el corazón, o un chiste puede provocar malentendidos y arrebatos emocionales que pueden ser la causa de que se comporten negativamente durante dos o tres días y retrasen el cumplimiento de su deber. Incluso pueden considerar la posibilidad de abandonar, y los líderes y obreros deben convencerlos y persuadirlos constantemente, comunicarles las verdades y razonar con ellos. ¿Acaso no es esto una señal de una estatura pequeña y de inmadurez? Parece que la gente nunca crece y sigue inmadura como los niños, ingenuos y ridículos. Son objeto de menosprecio, carecen de dignidad e integridad, y Dios no se siente complacido con ellos.

Debéis centraros en la verdad; solo entonces podréis tener entrada en la vida, y solo cuando tengáis entrada en la vida podréis proveer a otros y guiarlos. Si se descubre que los actos de los demás no concuerdan con la verdad, hemos de ayudarlos amorosamente a buscarla. Si los demás son capaces de practicar la verdad y hacen las cosas con principios, debemos tratar de aprender de ellos y emularlos. Esto es el amor mutuo. Este es el tipo de ambiente que hay que tener dentro de la iglesia, con todos enfocados en la verdad y esforzándose por alcanzarla. Da igual lo jóvenes o mayores que sean, o si son creyentes veteranos o no. Tampoco importa si son de alto o bajo calibre. Estas cosas son irrelevantes. Frente a la verdad, todos son iguales. En lo que hay que fijarse es en quién habla correctamente y conforme a la verdad, quién considera los intereses de la casa de Dios, quién lleva la mayor carga en la obra de la casa de Dios, quién entiende la verdad con mayor claridad, quién comparte el sentido de la justicia y quién está dispuesto a pagar el precio. Sus hermanos y hermanas deben apoyar y aplaudir a estas personas. Este ambiente de rectitud que proviene de la búsqueda de la verdad debe prevalecer dentro de la iglesia; de esta manera, tendrás la obra del Espíritu Santo, y Dios te otorgará bendiciones y guía. Si el ambiente que prevalece en la iglesia es el de contar historias, montar escándalos y guardarse rencor unos a otros, tenerse celos y discutir unos con otros, entonces el Espíritu Santo ciertamente no obrará en vosotros. Tener conflictos unos contra otros y pelearse en secreto, engañar, embaucar y conspirar, ¡ese es un ambiente de maldad! Si tal ambiente prevalece dentro de la iglesia, entonces el Espíritu Santo ciertamente no realizará Su obra. En la Biblia, el Señor Jesús dijo lo siguiente: “Si dos de vosotros se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:19-20). Esta es la palabra de Dios, es la verdad. Cuando Dios habla, así se hace. Si vas contra la voluntad de Dios y no sigues Sus palabras, Él se distanciará de ti. Si no lees la palabra de Dios, ni aceptas la revelación ni el juicio, ni que Sus palabras te poden o te traten, si rechazas la ayuda de tus hermanos y hermanas y te centras constantemente en los defectos y los problemas de otros mientras piensas que no eres tan malo y te consideras mejor que todos los demás, entonces tienes un problema. En primer lugar, el Espíritu Santo no obrará en ti, y te perderás las bendiciones de Dios. En segundo lugar, tus hermanos y hermanas también se distanciarán de ti, te dejarán sin la ayuda de nadie y te lo pondrán difícil para que te beneficies de su apoyo. Sin el trabajo y las bendiciones de Dios, sin la ayuda y el beneficio de tus hermanos y hermanas, te encontrarás en un apuro y no podrás progresar. ¿Puedes hacer con eficacia el trabajo de la iglesia si confías únicamente en el don y el talento humanos? Todo será en vano, un esfuerzo malgastado. ¿Acaso no es peligroso llegar a este punto? ¿Cuánta agonía experimentarás en el corazón? En cualquier caso, debes recorrer la senda correcta, la senda de aspirar a la verdad, para recibir las bendiciones de Dios y la ayuda de tus hermanos y hermanas. Andar por tu propia senda lleva a un callejón sin salida, y los que no aspiran a la verdad se descartarán finalmente. Comenzaréis a apreciarlo a medida que lo experimentéis gradualmente con el paso del tiempo. En todo lo que intentéis hacer, debéis buscar los principios verdad hasta que lleguéis a ser un corazón y una mente; solo entonces podréis trabajar en equipo y en armonía, como los hilos de una cuerda torcidos conjuntamente. Cuando hay una cooperación armoniosa, entonces podéis cumplir bien vuestro deber y satisfacer a Dios.

19 de septiembre de 2017

El fin de todas las cosas se está acercando, ¿quieres saber cómo el Señor recompensará el bien, castigará el mal y determinará el fin de cada uno? Bienvenido a contactarnos para descubrir la respuesta.

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