La trascendencia de la oración y su práctica (Parte 2)

La Biblia ha registrado las oraciones de muchas personas que, en ellas, no habían fijado de antemano sus propias condiciones. En cambio, usaban la oración para buscar y captar las intenciones de Dios y para permitir que el Espíritu Santo tomara las decisiones. Por ejemplo, los israelitas atacaron Jericó por medio de la oración. El pueblo de Nínive también se arrepintió y recibió el perdón de Dios a través de la oración. La oración no es un tipo de ritual. Es una verdadera comunión entre una persona y Dios y tiene un significado profundo. A partir de las oraciones de las personas, uno puede ver que están sirviendo a Dios directamente. Si ves a la oración como un ritual, tu oración será ineficaz y no será una oración real porque no le expresas tus sentimientos internos a Dios ni le abres tu corazón. En lo que a Dios concierne, tu oración no cuenta. No existes en Su corazón. Entonces, ¿cómo obrará en ti el Espíritu Santo? Como consecuencia de ello, tras trabajar durante un tiempo, quedarás exhausto. A partir de ahora, sin la oración, no podrás hacer tu labor. Es la oración la que posibilita la labor y el servicio. Si eres un líder, alguien que sirve a Dios, pero jamás te has dedicado a la oración o no la has tomado en serio, entonces careces de pensamientos que expresar a Dios y, de este modo, eres susceptible de equivocarte al cumplir tu deber y de tropezar al confiar constantemente en tus propias intenciones en tus actos. Es inaceptable creer en Dios sin orar lo suficiente. Algunos rara vez oran, pues creen que como Dios se ha encarnado, basta con leer directamente Sus palabras. Así, tu pensamiento es demasiado simple. ¿Puedes ser esclarecido e iluminado por el Espíritu Santo solo leyendo la palabra de Dios sin orarle? Si una persona jamás ora a Dios, en el sentido de que no habla ni tiene comunión genuina con Él, le será muy difícil desechar su carácter corrupto y satisfacer a Dios en el cumplimiento de sus deberes. ¡Hasta Dios encarnado ora algunas veces! Cuando Jesús vino encarnado, Él también oró cuando sobrevinieron asuntos críticos. Oró en el monte, a bordo del barco y en el huerto. Asimismo guio a Sus discípulos a orar. Si a menudo acudes a Dios y le oras, esto demuestra que tratas a Dios como tal. Si con frecuencia actúas conforme a tus deseos, y a menudo descuidas la oración y haces distintas cosas a Sus espaldas, entonces no estás sirviendo a Dios, simplemente estás dedicado a tus propios proyectos. Por tanto, ¿no serás condenado? Por fuera, no parecerá que hayas hecho nada que perturbe ni tampoco parecerá que hayas blasfemado contra Dios, pero solo te estarás ocupando de tus propios asuntos. Estarás dedicado a tus proyectos en busca de reputación, ganancia, estatus y beneficios personales. ¿Eso no es trastornar la obra de la iglesia? Aunque, en apariencia, parezca que no estás trastornando, en esencia tus acciones se oponen a Dios. Si jamás te arrepientes ni cambias, estás en peligro.

Todo el mundo ha estado en la situación de sufrir y angustiarse cuando le sucede algo desagradable y de no querer hablar con nadie. Más tarde, se sienten mejor, pero este estado no está resuelto. A veces, revelan un carácter corrupto al cumplir sus deberes y retrasan la obra, o son podados, sufren y se angustian, pero si no se busca la verdad para resolverlo, este estado anormal no se corregirá. ¿Cuántas veces os habéis presentado ante Dios a orar con dolor y angustia? Todos vosotros adoptáis una mentalidad relajada y simplemente salís del paso. Así, hay muchos que afirman creer en Dios, pero no lo llevan en el corazón. Sin importar el deber que lleven a cabo, ante cualquier problema que encuentren, jamás oran ni buscan la verdad. Confían en su voluntad para hacer las cosas a ciegas, como si estuvieran soportando sufrimiento y dedicando energía, y creen que están cumpliendo bien su deber, aunque no consigan nada y su esfuerzo sea en vano. La gente a menudo confía en su voluntad y se descarría en su camino. Una vez que hacen algo de trabajo, se vuelven arrogantes, sienten que tienen cierto capital y, así, no tienen lugar para Dios en su corazón. A partir de esto, se puede ver que la naturaleza de las personas es traicionar. La gente incluso piensa: “¿Cómo no va a haber lugar para Dios en mi corazón si yo creo en Él? ¿Acaso no estoy trabajando para la iglesia en este momento? ¿Cómo podría Dios abandonarme?”. No es que Dios quiera abandonarte, sino que simplemente no tienes lugar para Él en tu corazón. Por mucho que trabajes, serás incapaz de redimirte, no tendrás modo de recibir la obra del Espíritu Santo y, hagas lo que hagas, seguirás distanciándote de Dios y traicionándolo. La lección de la oración es de lo más profunda. Si encaras el deber sin siquiera orar, tu desempeño no estará a la altura y tu esfuerzo será en vano. Cuanto más anormal sea tu estado, más debes orar. Sin la oración, tu estado no dejará de empeorar y tu deber será ineficaz. La oración no depende de lo bien que suenen las cosas que digas. En cambio, requiere hablar desde el corazón, decir la verdad acerca de tus dificultades, hablar desde la posición de un ser creado y desde la perspectiva de la sumisión: “Dios mío, Tú sabes lo tercos que son los seres humanos. Te ruego que me guíes en este asunto. Sabes que soy débil, que tengo deficiencias graves, que no soy apto para que Tú me uses, que soy rebelde y que, siempre que actúo, perturbo Tu obra y hago cosas que no concuerdan con Tus intenciones. Te pido que hagas Tu obra, yo solo deseo someterme y cooperar…”. Si ni siquiera puedes pronunciar estas palabras, no hay esperanza para ti. Algunos piensan: “Cuando oro, aún no discierno si oro con razón o no. Así pues, ¿cómo debería orar?”. ¿Lleva mucho tiempo discernir si eres razonable? Después de cada oración, reflexiona con sinceridad y hallarás claridad. A medida que lo hagas, te volverás cada vez más razonable en las oraciones siguientes, porque cuando ores sabrás que ciertas palabras no son apropiadas. Cuando el hombre ora, su relación con Dios es de lo más directa y cercana. ¿Puedes arrodillarte normalmente y orar de inmediato cuando haces cosas? No siempre; depende de la situación. Cuando estás solo en casa y te arrodillas y oras a Dios, tu relación con Él es la más cercana. Puedes decir todo lo que tienes en el corazón y sientes máximo gozo. Cuando leas la palabra de Dios, si primero oras, leer Su palabra se percibirá diferente. Cuando cumplas tu deber, primero ora y busca, así tendrá seriedad tu corazón y, cuando cumplas tu deber, el efecto será distinto. Si lees la palabra de Dios y hallas luz, ora a Dios y encontrarás mayor gozo. Si jamás oras, no sentirás la presencia de Dios cuando leas Su palabra y cumplas tu deber. En ocasiones, leer la palabra de Dios no te esclarecerá y, tras leer Su palabra, no habrá ningún efecto evidente. Nada de lo que hagas en tu fe en Dios puede hacerse sin la oración. Si oras a Dios a menudo y tu relación con Él se vuelve normal, tendrás entrada en la vida y tu fe se hará más fuerte. Si no oras durante mucho tiempo, perderás la fe y, entonces, ¿cómo lograrás la entrada en la vida? La gente de fe genuina la obtiene viviendo ante Dios y buscando la verdad a través de la oración. Muchos simplemente actúan por inercia al orar y no buscan la verdad. Solo acuden a Dios para orar y suplicar cuando sucede algo y no hay nada más que puedan hacer. Siempre obligan a Dios a hacer lo que ellos desean y a satisfacerlos. ¿Es eso verdadera oración? ¿Escucha Dios oraciones semejantes? Orar y buscar en presencia de Dios no se trata de coaccionarlo para que Él haga lo que tú quieres, y mucho menos pedirle que haga esto o aquello. Esas son todas manifestaciones de la falta de razón. ¿Qué es una oración racional? ¿Qué es una oración irracional? Sabrás estas cosas por experiencia después de algún tiempo. Por ejemplo, tras orar, puede que creas que el Espíritu Santo no hace lo que le has pedido ni te guía como se lo has pedido. La próxima vez que ores lo harás de otra forma. No intentarás coaccionar a Dios como la última vez ni pedirle cosas de acuerdo con tus deseos. Dirás: “¡Oh, Dios mío! Hágase todo según Tus deseos”. Si te concentras en este método, tras un período de tanteo sabrás lo que es una oración racional y una irracional. Además, hay un estado en que, cuando oras de acuerdo con tus deseos, tu espíritu siente que tus oraciones son aburridas y enseguida te encuentras sin nada que decir. Cuanto más intentas decir, más incómodo se vuelve. Esto demuestra que, cuando oras de este modo, obedeces por completo a la carne, y el Espíritu Santo no obra ni te guía así. También esto es cuestión de búsqueda y experiencia. A medida que experimentes más tales asuntos, llegarás a comprenderlos de forma natural.

La oración consiste principalmente en hablar con honestidad a Dios y contarle lo que hay en tu corazón. Dices: “¡Dios mío! Tú conoces la corrupción del hombre. Hoy he hecho otra cosa irracional. He encubierto una intención, soy una persona falsa. No he actuado según Tus intenciones ni de acuerdo con la verdad. He actuado como he querido y he tratado de justificarme. Ahora reconozco mi corrupción. Te pido que me esclarezcas más y me permitas comprender la verdad, ponerla en práctica y desechar esta corrupción”. Ora de este modo; cosas reales manifestadas y expresadas de forma real. Cuando la mayoría de las personas acude a Dios a orar, la mayoría de sus palabras son de doctrina. No son oraciones reales desde el corazón. Es solo desde el punto de vista del pensamiento que tienen cierto conocimiento y su corazón está dispuesto a arrepentirse, pero no se han esforzado por contemplar ni entender plenamente la verdad. Esto afecta a su progreso en la vida. Si puedes contemplar las palabras de Dios y buscar la verdad cuando oras, y el Espíritu Santo te esclarece, entonces vale mucho más la pena que simplemente pensar en ello y comprenderlo; serás capaz de entender los principios-verdad. El Espíritu Santo conmueve a las personas a medida que obra, y esclarece e ilumina a la gente en las palabras de Dios, de modo que esta comprenda y se arrepienta de verdad, lo que es mucho más profundo que lo que la gente piensa y comprende. Debes entender esto a fondo. Si simplemente te dedicas a pensar y examinar de manera aleatoria y superficial, no tienes una senda adecuada para practicar en lo sucesivo y logras escasa entrada en la verdad, entonces seguirás siendo incapaz de cambiar. Por ejemplo, en ocasiones decides esforzarte con seriedad por Dios y retribuirle Su amor con toda dedicación. Sin embargo, incluso con este deseo en mente, tal vez no dediques tanto esfuerzo y tu corazón puede no estar entregado completamente a ese cometido. Sin embargo, si, tras haber orado y haber sido conmovido, llegas a la siguiente resolución: “Dios, estoy dispuesto a sufrir la adversidad. Estoy dispuesto a aceptar Tus pruebas, y estoy dispuesto a someterme a Ti por completo. Por mucho que sufra, estoy dispuesto a retribuir Tu amor. Disfruto de Tu amor inmenso y me has levantado. Por ello, te agradezco desde el fondo de mi corazón y te doy toda la gloria”; después de ofrecer esta oración, tu cuerpo entero tendrá fuerzas y tendrás una senda de práctica. Orar tiene este efecto. Cuando una persona ha orado, el Espíritu Santo se dispone a obrar en ella, la esclarece, la ilumina, la guía y le da fe y valor, y le permite poner en práctica la verdad. Hay personas que leen las palabras de Dios a diario sin conseguir dicho resultado. No obstante, después de haberlas leído, hablan sobre ellas, su corazón se ilumina y encuentran un camino. Si, además, el Espíritu Santo te conmueve y te da un poco de carga, además de algo de guía, los resultados serán sin duda muy diferentes. Cuando lees las palabras de Dios, puede que solo te conmuevan un poco y, en ese momento, puede que llores. Esa sensación se pasa en poco tiempo. Sin embargo, si ofreces una oración con lágrimas, una oración sincera, franca y honesta, y si el Espíritu Santo te conmueve, entonces tu corazón se regocijará durante muchos días. Orar tiene este efecto. Orar tiene como objetivo acudir a Dios y aceptar lo que Él les quiera dar a las personas. Si oras a menudo, y te presentas con frecuencia ante Dios para tener comunión con Él, y tienes una relación normal con Él, siempre te conmoverá. Si siempre recibes Su provisión y aceptas la verdad, te transformarás y tus condiciones seguirán mejorando. En concreto, cuando los hermanos y las hermanas oran juntos, después surge una energía especialmente intensa, y sienten que han ganado mucho. En realidad, puede que no hayan compartido mucho cuando estaban juntos, pero la oración los conmovió de tal manera que no podían esperar ni un segundo más para renunciar a sus familias y al mundo, y no querían nada, les bastaba con solo tener a Dios. ¡Qué gran fe! Se puede disfrutar sin fin de la fortaleza que le da la obra del Espíritu Santo a la gente. ¿Hasta dónde puedes llegar endureciéndote y confiando en tu persistencia, en lugar de confiar en la fortaleza que Dios te da? Solo andarás sin parar y te quedarás sin fuerza y, entonces, cuando te enfrentes a un problema o una dificultad, no tendrás un camino a seguir. Caerás y te degenerarás antes de llegar al final. Hay tanta gente que ha fracasado y ha caído en la senda de seguir a Dios; sin la verdad no pueden sostenerse. Por tanto, la gente debe orar a Dios constantemente, confiar en Él y mantener una relación normal con Dios hasta el final. No obstante, los seres humanos, a medida que avanzan, se apartan de Dios. Dios es Dios, la humanidad es la humanidad. Cada uno sigue su propia senda. Dios pronuncia las palabras de Dios y la humanidad recorre su propia senda, que no es la misma que la de Dios. Cuando una persona se queda sin fuerzas en su fe en Dios, acude a Él para decir unas pocas palabras de oración y tomar prestado algo de fuerza. Después de recibir energía, se aleja una vez más. Más tarde, se le gastan las pilas y vuelve a Dios para recargarlas. Si una persona procede de este modo, no podrá aguantar mucho tiempo. Si deja a Dios, no puede seguir adelante.

Ahora he descubierto que la capacidad de mucha gente para regularse a sí misma es sumamente deficiente. ¿Cuál es la causa? Se debe a que, originalmente, la gente no entiende la verdad y, si no ora, lo más probable es que se vuelva disoluta. Solo entienden las palabras y doctrinas, lo que no sirve, y no pueden refrenarse en absoluto. En tal estado, solo se puede obtener el esclarecimiento y la iluminación del Espíritu Santo por medio de la oración, y solo si se entiende un poco de la verdad puede uno refrenarse de algún modo y tener algo de semejanza humana. Los creyentes en Dios deben leer Sus palabras a menudo, poner énfasis en la verdad y orar con frecuencia. Solo así la gente puede mejorar, lograr transformarse y vivir con cierto rasgo de semejanza humana. Si solo hablas de conocerte a ti mismo y de vivir con humanidad normal, eso no está bien; sin la obra del Espíritu Santo, no tendrá efecto alguno. Si pasas por alto la forma precisa en la que el Espíritu Santo obra y conmueve a las personas, y de qué manera la gente debe buscar y practicar la verdad en su vida diaria, entonces ¿cómo puedes creer en Dios? ¿Qué deber puedes cumplir? Si en su corazón la gente solo cree en la existencia de Dios, si lo único que queda de su fe es el mero reconocimiento de Dios, y si Sus palabras y la verdad se dejan de lado, entonces no tendrán entrada en la vida y en su corazón no estarán ni Dios ni la verdad. Los pensamientos y las nociones de la gente estarán plagados solo del mundo material. Esta clase de fe en Dios se ha convertido en un ritual religioso. Aquellos que no aman la verdad incluso podrían aceptar el ateísmo o el materialismo, y gradualmente podrían poner en duda la existencia de Dios y negar el reino espiritual y los asuntos de la vida espiritual. Eso es desviarse totalmente del camino verdadero, y han caído en el abismo sin fondo. Sin la oración, el deseo de la gente de practicar la verdad no es más que un deseo subjetivo; solo se ajustan a los preceptos. Incluso si actúas de acuerdo con las disposiciones de lo Alto y no ofendes a Dios, solo te ajustas a los preceptos y, por tanto, nunca cumplirás bien tu deber. El espíritu de las personas actualmente está adormecido y es torpe. Existen muchas sutilezas en la relación de la gente con Dios, como ser conmovido y esclarecido por el Espíritu, pero la gente no las percibe, ¡está demasiado adormecida! Si la gente no lee las palabras de Dios ni ora, jamás experimenta los asuntos de la vida espiritual y no logra controlar su propio estado, no tiene manera de garantizar que esté viviendo ante Dios. Si quieres vivir ante Dios, es inaceptable no orar, y aún más no leer las palabras de Dios. No vivir la vida de iglesia también es inaceptable. Si una persona se aparta de las palabras de Dios ya no cree en Él, y apartarse de la oración es apartarse de Dios. Para creer en Dios hay que orar. Sin oración no hay semejanza de fe en Dios. He dicho que no tenéis que seguir preceptos y que podéis orar en cualquier sitio y en cualquier momento, y por eso hay algunos que casi nunca oran. No oran por la mañana cuando se levantan, sino que, en cambio, simplemente leen unos cuantos pasajes de las palabras de Dios y escuchan himnos. Por el día, se mantienen ocupados con asuntos externos y no oran antes de irse a la cama por la noche. ¿No creéis que es cierto que si simplemente leéis las palabras de Dios y no oráis, entonces sois como un no creyente que lee Sus palabras sin entenderlas? Si la gente no ora, su corazón no puede entrar en las palabras de Dios y no recibirá esclarecimiento al leerlas. No tendrán sensaciones espirituales sutiles ni se conmoverá su espíritu. Están adormecidos y son torpes; solo hablan de manera somera acerca de la labor de la iglesia y el cumplimiento del deber. Cuando sucede algo, no pueden captar los sentimientos más profundos de su corazón. ¿Acaso esto no afecta a su relación normal con Dios? Ya no hay lugar para Dios en su corazón y, por mucho que oren, no salen las palabras y no logran sentir a Dios. Esto ya es muy peligroso. Significa que se han apartado demasiado de Dios. En realidad, refugiarte en tu espíritu para orar no te trastornará en las tareas externas de trabajo; no demorará para nada las cosas. Si surge un problema y no se resuelve, las cosas se demorarán. La oración a Dios está orientada a resolver los problemas y a permitir que las personas vivan en Su presencia y gocen de Sus palabras. Esto es más beneficioso para el buen cumplimiento del deber por parte de las personas y para su entrada en la vida.

1998

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