Qué significa buscar la verdad (5) Parte 1
¿De qué hablamos en la última reunión? (Primero habló Dios de las historias de Xiaoxiao y Xiaoji. Después, Tú enseñaste lo que representan las conductas que el hombre considera buenas; también hablaste de algunas exigencias de Dios al hombre e hiciste especial hincapié en los principios de la verdad que debemos comprender con respecto a la devoción filial). La última vez hablamos de un tema relacionado con la búsqueda de la verdad que se ajustaba muy bien a las nociones del hombre. Era, además, un tema negativo; en concreto, las conductas que se consideran correctas y buenas según las nociones del hombre. Pusimos algunos ejemplos acerca de este tema, y luego otros pocos de las exigencias que Dios ha planteado para regular la conducta del hombre. Estas fueron más o menos las cosas concretas que hablamos. En esta enseñanza no hubo muchos apartados amplios, pero comentamos numerosos pormenores sobre el conocimiento, la práctica y la comprensión de la verdad por parte de la gente. Hoy haremos un breve repaso de estas cosas. En términos generales, ¿qué considera el hombre buenas conductas? ¿No deberíamos tener una conclusión o una definición amplia al respecto? ¿Habéis llegado a una conclusión? ¿Habéis hablado de estas cosas en las reuniones? (Sí. Después de que Dios nos hablara varias veces, vimos que las buenas conductas que el hombre percibe correctas son un mero tipo de conducta. No representan la verdad, son solo formas de disimular que tiene la gente). A tenor de algunos enunciados que ha compendiado la humanidad acerca de las conductas externas, ¿cuál es, exactamente, la esencia de estas conductas? ¿Hay relación entre la esencia del hombre y las buenas conductas externas de la humanidad? Con estas buenas conductas externas, la gente parece muy decente y digna; quienes las tienen son respetados y elogiados por los demás, están muy bien considerados y dan buena impresión. ¿Es compatible esta buena impresión con la esencia del carácter corrupto del hombre? (No). Entonces, desde esta perspectiva, ¿cuál es la naturaleza de las buenas conductas del hombre? ¿No son meras posturas y presentaciones superficiales? (Sí). ¿Son estas posturas y presentaciones superficiales manifestaciones propias de una humanidad normal? (No). Por eso las conductas que la gente considera correctas y buenas dentro de sus nociones son, en realidad, meras posturas y presentaciones superficiales del ser humano. Esa es la naturaleza de esas conductas. Ni suponen vivir una humanidad normal ni son manifestaciones de humanidad normal; son meras posturas externas. Dichas posturas disimulan las actitudes corruptas del hombre, disimulan su naturaleza y esencia satánicas y engañan a la vista. La gente practica estas buenas conductas para ganarse el favor, la estima y el respeto de los demás; dichas conductas no sirven para que las personas se traten con honestidad ni para que se relacionen con sinceridad, y ni mucho menos para que vivan con semejanza humana. Estas buenas conductas no son posturas que tengan su origen en la honestidad sincera ni manifestaciones naturales de humanidad normal. No representan en modo alguno la esencia del hombre; son exclusivamente apariencia y una falsa imagen que proyecta el hombre, los oropeles de la humanidad corrupta. Disimulan la esencia malvada de la humanidad. Esa es la esencia de las buenas conductas del hombre, la verdad que aquellas ocultan. ¿Y cuál es la esencia de las conductas que Dios le exige al hombre? Las dos últimas veces que hablamos, comentamos algunas posturas que exige Dios y Sus exigencias de vida con respecto a la conducta de la gente. ¿Por ejemplo? (Que la gente no fume ni beba alcohol, y no pegue ni insulte a nadie. Honrará a sus padres y tendrá decencia santa. No adorará ídolos, ni cometerá adulterio, ni robará, ni se apropiará indebidamente de los bienes ajenos ni dará falso testimonio, etc.). ¿Cuál es la esencia de estas exigencias? Es decir, ¿bajo qué premisa plantea Dios estas exigencias? ¿En qué condición fundamental se basan? ¿No se plantearon estas exigencias en el contexto, y bajo la premisa, de que la humanidad ha sido corrompida por Satanás y el hombre tiene una naturaleza pecaminosa? ¿Y no se hallan estas exigencias dentro del ámbito de la humanidad normal? ¿No son cosas que pueden alcanzar aquellos que tienen una humanidad normal? (Sí, lo son). Estas exigencias se plantean exclusivamente con la condición fundamental de que pueda alcanzarlas una persona que tenga una humanidad normal. A este respecto, entonces, ¿cuál es la esencia de las conductas que Dios exige al hombre? ¿Acaso es la auténtica semejanza vivida por la humanidad normal y lo mínimo que la humanidad normal debería tener? Los ejemplos que hemos puesto —que las personas deben tener decencia santa, contenerse y no ser disolutas, no pegar ni insultar a nadie, no fumar, no beber alcohol, ni cometer adulterio, robar ni adorar ídolos, y que deben honrar a sus padres; y que, en la Era de la Gracia, también se le dijo a la gente que fuera paciente, tolerante, etc.—; ¿se circunscriben estas exigencias planteadas por Dios a un solo tipo de postura? No, Dios ha establecido unos criterios para que la gente viva una humanidad normal. ¿Qué quiero decir con “criterios”? Me refiero a las normas de las exigencias de Dios. Como persona, ¿qué has de vivir para tener una humanidad normal? Debes cumplir las exigencias que Dios ha planteado. Solamente hemos enumerado una parte de las exigencias de Dios al hombre. Exigencias como no pegar ni insultar a nadie, no fumar, no beber alcohol, no cometer adulterio ni robar, etc., son cosas que pueden alcanzar aquellos que tienen una humanidad normal. Aunque estas cosas son inferiores a la verdad y no llegan a ser verdad, son normas básicas para evaluar si una persona tiene o no humanidad.
¿Cuál era la esencia de las conductas que Dios exige al hombre y que acabamos de resumir? Vivir una humanidad normal. Si una persona es capaz de vivir o de comportarse como exige Dios, dicha persona tiene una humanidad normal a ojos de Dios. ¿Qué significa tener una humanidad normal? Significa que una persona ya tiene los criterios de conducta que exige Dios y que cumple el criterio de humanidad normal en cuanto a su conducta, sus posturas y aquello que vive, pues deja brotar y vive una humanidad normal, tal como exige Dios. ¿Cabe expresarlo así? (Sí). Independientemente de si una persona cree en Dios o no, independientemente de si tiene fe verdadera o no, de si roba, engaña o se aprovecha de otras personas; de si suele emplear un lenguaje soez o de si pega y hace daño a otras personas, sin escrúpulo alguno, cuando están en juego su reputación, su estatus, su imagen u otros intereses; incluso con independencia de que llegue a cometer pecado de adulterio; si sigue teniendo estos problemas en su forma de vivir su humanidad, especialmente tras empezar a creer en Dios, ¿es normal su humanidad? (No). Se evalúe a creyentes o a incrédulos, estos criterios de conducta que Dios ha establecido son, sencillamente, los criterios mínimos más básicos para evaluar la humanidad de una persona. Hay personas que, tras hacerse creyentes, renuncian, se esfuerzan un poco y son capaces de pagar un pequeño precio, pero nunca cumplen los criterios de conducta que Dios ha establecido. Está claro que este tipo de personas no viven una humanidad normal, ni siquiera con la semejanza humana más elemental. ¿Qué significa que una persona no vive una humanidad normal? Que no tiene una humanidad normal. Dado que ni siquiera es capaz de cumplir las normas de las exigencias de Dios para la conducta del ser humano en cuanto a vivir con humanidad, su humanidad es muy deficiente y solo se le puede dar una evaluación deficiente. El criterio mínimo para evaluar la humanidad de una persona es si su conducta cumple o no las normas de las exigencias de Dios para la conducta del ser humano. Observa si, desde que cree en Dios, se refrena, si tiene decencia santa en lo que dice y hace, si se aprovecha o no de los demás cuando se relaciona con ellos, si trata a sus familiares y a sus hermanos y hermanas de la iglesia con amor, tolerancia y paciencia, si cumple con sus responsabilidades hacia sus padres lo mejor que puede, si continúa adorando ídolos cuando nadie mira y cosas por el estilo. Podemos evaluar la humanidad de una persona por medio de estas cosas. Dejando de lado si la persona ama y busca la verdad, evalúa en primer lugar si tiene una humanidad normal: si sus palabras y conductas cumplen los criterios de conducta que Dios ha establecido. Si no cumple esos criterios de conducta, se puede evaluar su humanidad según el grado de aquello que vive, ya sea normal, deficiente, muy deficiente o pésima, por ese orden; esto es lo exacto. Si un creyente roba y hurta cuando va a supermercados o lugares públicos, si es amigo de lo ajeno, ¿qué clase de humanidad tiene? (Una mala humanidad). Hay gente que insulta a gritos y hasta pega a otros cuando algo le enoja. Sus insultos no son valoraciones justas de la esencia de otra persona, sino acusaciones arbitrarias plagadas de malas palabras. Dichas personas dicen cualquier cosa que les permita desahogar su odio sin guardarse nada. Algunas, en particular, les dicen a sus padres, a sus hermanos y hermanas, a sus parientes incrédulos, e incluso a sus amigos incrédulos, cosas que tú no querrías oír para que no profanaran tus oídos. ¿Qué clase de humanidad tienen este tipo de personas? (Una mala humanidad). También se podría decir que no tienen humanidad. Asimismo, hay otras personas que siempre tienen la mirada fija en el dinero. Cuando estas personas ven que alguien tiene dinero, come y viste bien y tiene una vida acomodada, siempre quieren aprovecharse de él. Siempre están pidiéndole cosas de forma indirecta, comiéndose su comida y usando sus cosas, o pidiéndole que les preste cosas sin devolvérselas. Aunque no se hayan aprovechado de los demás en gran manera y sus actos no alcancen la categoría de malversación o soborno, estas conductas suyas, de amistad de lo ajeno, son verdaderamente viles y despreciables y provocan el desprecio de los demás. Y lo que es más grave: hay quienes están obsesionados con la belleza del sexo opuesto. Con frecuencia le ponen ojitos al sexo opuesto, y hasta cometen adulterio, un pecado entre los sexos. Algunas de estas personas son solteras, mientras que otras tienen familia; incluso hay algunas que cometen adulterio a pesar de ser de edad muy avanzada. Y lo que es aún más grave: algunas personas intentan seducir a miembros de su mismo sexo y mantener relaciones sexuales con ellos. Verdaderamente repugnante. Lo que es aún más increíble son aquellas personas que hace años que creen en Dios, pero no creen que la verdad sea superior a todo lo demás ni que las palabras de Dios lo alcancen todo. Estas personas suelen ir en secreto a ver a adivinos que les lean la suerte, queman incienso para adorar a Buda u otros ídolos, y algunas incluso usan muñecos de vudú para maldecir a otras o celebran sesiones de espiritismo y cosas por el estilo. Hacer este tipo de magia negra es un problema todavía más grave; estas personas no son creyentes y no difieren de los incrédulos. Independientemente de si las circunstancias son leves o graves, una vez que una persona tiene estas manifestaciones, podemos afirmar que vive la humanidad de una manera anormal y sucia y que algunas de sus conductas son incluso irregulares o irracionales, conductas realmente pecaminosas. Cuando algunas personas empiezan a creer en Dios, se visten de forma muy provocativa, le dan tanta importancia a parecer sexi como los incrédulos y siguen las modas mundanas. No se parecen en nada a los santos. Algunas se visten con más gusto cuando van a reuniones, pero se cambian a la ropa de moda de los incrédulos cuando llegan a casa. Por lo que llevan puesto, no parecen creyentes; no hay diferencia entre ellas y los incrédulos. Se ríen y se burlan de todo; son sumamente autocomplacientes y no muestran moderación. La gente así, ¿vive una humanidad normal? (No). Aspira a seguir las modas mundanas, a ser sexi, a atraer a otros y ser irresistible. Se pasa el día arreglándose y maquillándose para atraer al sexo opuesto. Lo que viven estas personas es relativamente deficiente. Ni siquiera son capaces de contenerse en su forma de vestir, hablar y comportarse y no tienen decencia santa, de modo que, cuando las evaluamos según los criterios de conducta que exige Dios, es obvio que la humanidad que viven es muy deficiente. A partir de estos ejemplos concretos, vemos que las exigencias de Dios en cuanto al comportamiento de las personas y lo que estas viven están en plena consonancia con las exigencias de humanidad normal, por lo que, naturalmente, quienes tienen una humanidad normal son capaces de alcanzarlas. ¿Qué significa esta afirmación? Significa que solo tienes semejanza humana, que te asemejas a una persona normal, y tienes el nivel mínimo de humanidad normal si eso es lo que vives. Si nos fijamos en los detalles concretos de las exigencias de Dios, vemos que vivir la humanidad de esta manera no es fingir, simular ni engañar a los demás. Por el contrario, es la forma en que debería manifestarse la humanidad normal y la realidad que esta debería tener. Únicamente quien vive estas manifestaciones de humanidad normal tiene una semejanza humana sin el menor engaño. El único modo de que la gente se gane el respeto de los demás y viva con dignidad es que viva la humanidad normal de esta manera. Y solo si vive la humanidad normal de esta manera y tiene decencia santa, sus manifestaciones normales glorifican a Dios; porque, entonces, todo lo que tú vivas será positivo y la realidad de las cosas positivas, no una simulación. Estarás viviendo con semejanza humana, de acuerdo con las exigencias de Dios.
Se han explicado de forma clara y comprensible tanto la esencia de la buena conducta del hombre como la esencia de la conducta que exige Dios. Por consiguiente, también debería estar claro cómo debe practicar la gente y cómo debe vivir esta la humanidad normal, ¿no? La gente no va a dramatizar ni a buscar los tres pies al gato en materia de cómo vivir una humanidad normal. Lo de vivir una humanidad normal, ¿se refiere a cosas triviales en la vida de la gente que no tienen nada que ver con la humanidad? Hay personas ridículas que no tienen claro este asunto. Dicen: “Como la enseñanza de Dios es tan pormenorizada, nosotros también debemos ser meticulosos en cada pequeño aspecto de nuestra vida. Por ejemplo, ¿son más nutritivas las batatas al vapor o asadas?”. ¿Esto es vivir una humanidad normal? En absoluto. Lo que la gente debe comer y cómo ya es de sentido común para todos. Mientras no haya problema en comer algo, puedes comer como quieras. Si alguien cree que ha de buscar la verdad en cuestiones tan simples de sentido común y que ha de practicar esas cosas como si fueran la verdad, ¿no es ridícula y absurda esa persona? Actualmente hay personas muy meticulosas en asuntos como este, que no tienen nada que ver con la verdad. Estas personas creen que buscan la verdad, e investigan y examinan asuntos insignificantes como si fueran la verdad. Algunas hasta se ruborizan al discutir estas cosas. ¿Qué problema es este? ¿No se trata de una grave ausencia de entendimiento espiritual? Es realmente risible e irritante que algunas personas investiguen lo de comer batatas como si fuera la verdad. La gente así son casos perdidos porque no comprenden las palabras de Dios y no saben lo que significa buscar la verdad. No comprenden los asuntos más sencillos de sentido común de la vida y no saben resolver estos problemas; entonces, ¿de qué les sirve vivir todos estos años? ¿Cómo es posible que estas personas lleven a las reuniones asuntos tan intrascendentes, los debatan y hablen de ellos como si fueran temas en los que se pudiera buscar la verdad? Lo hacen, sobre todo, porque estas personas tienen un entendimiento retorcido y carecen de entendimiento espiritual. ¿En qué contexto son meticulosas? ¿Por qué surgieron en ellas estos pensamientos e ideas? ¿Cómo pudo ser que en las reuniones debatieran y hablaran de cómo comer batatas? ¿Acaso porque los temas que enseño son demasiado concretos, lo que ha dado lugar a malentendidos en gente a la que le gusta buscar los tres pies al gato y a cada palabra? Cuando surgen estos problemas y situaciones, siento que hablar con estas personas es un poco como tratar a los monos como si fueran humanos. Los monos son criaturas que viven en montañas y selvas. Aunque se parecen a los humanos, muchos de sus comportamientos y hábitos son similares a los de los humanos y hubo un tiempo en que los humanos consideraban a los monos sus antepasados, le pese a quien le pese, los monos siguen siendo monos. Deben vivir en selvas y montañas. ¿No sería un error meterlos en una casa a vivir con seres humanos? ¿Deberíamos tratar a los monos como si fueran humanos? (No). Y vosotros, ¿sois monos o sois humanos? Si sois humanos, por mucho que Yo tenga que hablar o esforzarme, es oportuno y vale la pena que os diga estas cosas. Si sois monos, ¿es oportuno que os trate como humanos y malgaste saliva hablándoos de la verdad y de la voluntad de Dios? ¿Vale la pena? (No). Entonces, ¿sois humanos o sois monos? (Humanos). Esperemos que sí. ¿Qué os parece que se hable de cómo comer batatas en las reuniones? ¿Seríais meticulosos también vosotros en asuntos como este? Por ejemplo, algunas personas preguntan: “¿Debo llevar ropa azul o blanca? Si me visto de blanco, ¿qué tipo de blanco? ¿Qué tipo de blanco simboliza santidad y es propio de un santo? Si el azul es apropiado para mí, ¿qué azul? ¿Qué azul se adecúa mejor las exigencias y los criterios de Dios para con el hombre y puede glorificar más a Dios?”. ¿Habéis sido alguna vez meticulosos en estas cuestiones? ¿Alguien ha considerado alguna vez qué peinado, o qué forma de hablar y tono de voz, es propio de un santo? ¿Habéis sido meticulosos en estas cosas alguna vez? Algunas personas son meticulosas y se empeñan en estas cosas. A algunas les gustaba teñirse el pelo de rubio, de rojo o de otros colores raros, pero, desde que empezaron a creer en Dios, vieron que los demás hermanos y hermanas de la iglesia no se teñían el pelo, así que dejaron de hacerlo. Hasta después de varios años no entendieron del todo que no es crucial ni el color de pelo ni el peinado que uno tenga. Lo crucial es si uno vive una humanidad normal y si ama la verdad. Aquellos que han sido meticulosos en esas cuestiones, las cuales no tienen nada que ver con el hecho de vivir una humanidad normal, están comprendiendo poco a poco que no tiene sentido esforzarse en estas cosas porque no tienen nada que ver con la verdad. Son meras cuestiones del ámbito de la humanidad normal y no llegan a ser la verdad. Si la humanidad que vivís cumple las exigencias y normas de Dios, con eso es suficiente. ¿No os habéis sentido todos vosotros un tanto desconcertados ante estas cuestiones en el pasado, y confundidos por ellas? (Sí). Aunque no hayáis llegado al extremo de debatir cómo comer batatas en las reuniones, también os habéis sentido desconcertados ante pequeñas e insignificantes cuestiones de la vida. Esta es la realidad. Entonces, ¿no debería haber una conclusión definitiva sobre estas cuestiones? ¿Tenéis claro qué principios debe seguir la gente al vivir una humanidad normal según las exigencias y normas de Dios? ¿Sabéis cómo buscar la verdad la próxima vez que os topéis con alguna circunstancia concreta? Algunos dicen: “Aunque no llego a extremos como el de preguntar cómo se comen las batatas, si surgieran ciertas cuestiones en mi vida diaria, continuaría confundido durante un tiempo”. Pues ponedme un ejemplo: ¿qué cuestión os tendría confundidos durante un tiempo? ¿Diríais que está mal que las mujeres vayan maquilladas? ¿Está eso en consonancia con las exigencias de Dios para vivir una humanidad normal? (Eso no está mal). ¿A qué se refiere lo de que “no está mal”? (A que, mientras el maquillaje sea propio de una santa, y no excesivo, está bien). Siempre que no sea un maquillaje excesivo, es apropiado. Hay quien pregunta: “Si es apropiado un maquillaje que no sea excesivo, ¿eso quiere decir que Tú quieres que nos maquillemos?”. ¿He dicho Yo eso? (No). Maquillarse no es un problema, sino algo en consonancia con el hecho de vivir una humanidad normal. El principio determinante de esto es que, mientras el maquillaje no sea excesivo, está bien. Esa es la norma. ¿Y dentro de qué límites deben ir maquilladas las mujeres para que eso se corresponda con el hecho de vivir una humanidad normal? ¿Dónde está el límite? ¿Qué significa “maquillaje excesivo”? ¿Qué maquillaje se considera excesivo? Si se traza un límite claro, la gente sabrá qué hacer. ¿No es una puntualización? Ponedme un ejemplo que explique lo que implica un maquillaje excesivo. (Es cuando alguien se pinta la cara muy blanca, los labios muy rojos y los ojos muy negros, lo que resulta sumamente antinatural e incómodo de mirar). Hace que la gente se sobresalte cuando lo ve, como si fuera un fantasma, y que no se vea la forma natural o el rostro de la persona. En algunos países y etnias, así como en determinadas profesiones, la gente lleva un maquillaje particularmente excesivo. Por ejemplo, ¿no representa esto el maquillaje de la gente en bares y discotecas? Todas estas personas llevan un maquillaje excesivo, y eso no es edificante: se maquillan con el objetivo de seducir a los demás. Este tipo de maquillaje es excesivo. ¿Y qué maquillaje está en consonancia con el hecho de vivir una humanidad normal? Un maquillaje ligero, como el que llevan las mujeres en el trabajo, que parece muy digno y elegante. Mientras vuestro maquillaje no se salga de estos límites, está bien. En China, maquillarse no está de moda entre las generaciones mayores. Si una persona mayor normal, sin estatus ni una posición especial en la sociedad, siempre se arregla y se maquilla cuando sale de casa, la gente dice que no se comporta de manera respetable para su edad. Sin embargo, en Occidente es distinto. Si quedas con alguien o vas a trabajar, y no te maquillas ni te arreglas un poco, la gente dice que no respetas tu trabajo, que no eres profesional y que faltas al respeto a los demás. Es cultural. Naturalmente, en este tipo de situación, maquillarse debe limitarse a un nivel en que parezcas digno y recto y una persona respetable para los demás. Por resumirlo en una frase: si te maquillas, debes parecer una persona respetable y no suscitar lujuria en el corazón de la gente; este tipo de maquillaje es apropiado. Ese es el principio, tan sencillo como eso. Algunas personas preguntan: “¿Está bien si no me maquillo cuando salgo de casa? No suelo maquillarme”. Debes buscar en las palabras de Dios. ¿Ha dicho Dios que está mal no maquillarse? Dios no ha dicho eso. La casa de Dios nunca ha exigido que la gente se maquille. Si a ti te gusta maquillarte, Yo te he dado este criterio y este límite y te he indicado lo que debes hacer para que tu maquillaje sea apropiado. Si no te gusta maquillarte, la casa de Dios no lo exige. Ahora bien, debes recordar una cosa: aunque no se te exija maquillarte, no puedes salir de casa con aspecto descuidado y desaseado, como los mendigos. Por ejemplo, cuando salgas a predicar el evangelio, si no te pones presentable ni te lavas la cara antes de salir de casa, te vistes de forma desaliñada y dices “no pasa nada. Mientras comprendamos la verdad, ¡no importa cómo nos vistamos!”, ¿es eso constructivo? Como creyente en Dios, también debes tener unos principios de vestimenta y aspecto. La norma básica de este principio es que debes vivir una humanidad normal y no hacer nada que humille a Dios o que humille tu identidad y dignidad. Como mínimo, debes hacerte respetar. Aunque te falte religiosidad, al menos debes saber contenerte y tener dignidad, rectitud y decencia santa. Si puedes dar a la gente esta impresión, con eso es suficiente. Este es el requisito más elemental para vivir una humanidad normal.
Para quienes creen en Dios, estas cuestiones de las conductas externas de las personas y del hecho de vivir una humanidad normal no deberían suponer una carga ni una dificultad, pues son las cosas más básicas que una persona normal debe tener como mínimo. Dichas cuestiones deberían ser fáciles de entender, no son abstractas. Por tanto, estas cuestiones de las conductas externas de las personas y del hecho de vivir una humanidad normal no deberían llegar a ser problemas importantes que se debatan con frecuencia en la vida de iglesia. Está bien hablar de ellas de vez en cuando, pero si las consideras temas sobre los cuales buscar la verdad y los planteas a menudo, debatiéndolos encarecidamente y en serio, estás incumpliendo hasta cierto punto los deberes que te corresponden. ¿Qué personas suelen ser las que incumplen los deberes que les corresponden? Plantear cuestiones como, por ejemplo, cómo comer batatas, y considerar dichas cuestiones temas sobre los cuales buscar la verdad, estudiarlos y hablarlos en las reuniones, a veces en varias, mientras los líderes de la iglesia no hacen nada por frenarlo, todo esto, ¿no son manifestaciones de personas retorcidas que carecen de entendimiento espiritual? (Sí, así es). ¿Qué cuestiones deberían debatirse más en las reuniones? Las que atañen a la verdad y al carácter corrupto de las personas. La verdad y las palabras de Dios son los temas inmutables de la vida de iglesia; aquellas cuestiones que atañen al tema más básico y común de las conductas externas de la humanidad normal no deberían ser el tema principal de enseñanza en la vida y las reuniones de la iglesia. Si los hermanos y hermanas se aconsejan, se advierten y hablan entre sí de estas cosas fuera de las reuniones, con eso basta para resolver estos problemas. No es necesario dedicar demasiado tiempo a hablarlos y debatirlos. Eso afectaría a la normalidad de las reuniones de la gente y del hecho de comer y beber de las palabras de Dios, y repercutiría en su entrada a la vida. La vida de iglesia consiste en comer y beber de las palabras de Dios. Debe hacer hincapié en enseñar la verdad y resolver problemas prácticos para que no se demore el progreso vital de nadie. Si tienes sentido de lo que es la humanidad normal, deberías tener claro cómo practicar estas cuestiones según los principios. Si siempre eres quisquilloso en asuntos triviales y cosas que no tienen nada que ver con los principios de la verdad, si siempre le buscas los tres pies al gato y, sin embargo, te crees experto y erudito, ¿no debería analizarse esta cuestión? Por ejemplo, algunas personas hacen mucho hincapié en su forma de vestir y siempre preguntan si los creyentes pueden llevar ropa peculiar. Algunas que hace poco que creen en Dios siempre preguntan si los creyentes deberían beber alcohol. A otras les gusta hacer negocios y siempre preguntan si los creyentes deberían ganar mucho dinero, y otras más siempre preguntan cuándo llegará el día del Señor. Estas personas no están dispuestas a buscar la verdad de estos asuntos para encontrar las respuestas correctas. Aunque no hay palabras precisas sobre estos temas, Dios ha explicado muy claramente los principios para abordar estas cuestiones. Si una persona no se esfuerza en leer las palabras de Dios, no encontrará las respuestas. A decir verdad, todo el mundo sabe qué propósito tiene creer en Dios y lo que se gana con ello. Lo que pasa es que hay quienes no aman la verdad, pero, pese a ello, desean recibir bendiciones. Ahí radica su dificultad. Por tanto, lo más decisivo es si una persona es capaz de aceptar la verdad. Hay personas que nunca han dado importancia a comer y beber de las palabras de Dios ni a hablar de la verdad. Se obsesionan con cuestiones sin importancia, siempre quieren hablar de estas cuestiones en las reuniones y obtener respuestas definitivas a ellas, y los líderes y obreros no saben frenarlas. ¿Qué problema es este? ¿No están incumpliendo estas personas el deber que les corresponde? Si no practicas la verdad y siempre quieres ir por la senda equivocada, ¿por qué no haces introspección, llegas a conocerte y te analizas? Siempre complaces a la gente, no eres responsable en el deber, eres caprichoso, haces lo que te da la gana y eres arbitrario e imprudente. ¿Cómo es posible que no seas diligente en este asunto? ¿Cómo es posible que no investigues y analices para averiguar qué pasa exactamente? ¿Por qué culpas y malinterpretas a Dios cada vez que te sobreviene algo? ¿Por qué siempre alcanzas un veredicto sobre ti mismo y refunfuñas que Dios no es justo y que la iglesia es injusta? ¿Esos no son problemas? ¿No deberías compartir y analizar estos problemas en la vida de iglesia? Cuando la casa de Dios divide la iglesia y la purifica de cierta gente, tú nunca te sometes y nunca estás satisfecho; siempre tienes nociones y esparces negatividad. ¿Esto no es un problema? ¿No deberías estudiar y analizar este asunto? Siempre te afanas por el estatus, lo manipulas y lo controlas. ¿Esto no es un problema? ¿No deberías estudiar y analizar estas cuestiones? La iglesia está llevando a cabo actualmente la labor de purificación, y algunos dicen: “Mientras la gente sea un poco eficaz en el deber, no la destituirán; por tanto, si yo sigo siendo un poco eficaz en el deber y no me destituyen, con eso me basta”. ¿Qué problema hay aquí? ¿Esta gente no ejerce una oposición pasiva? Si uno es capaz de dejar brotar este carácter taimado, ¿no es preciso corregirlo? ¿No son los problemas relacionados con el carácter corrupto y con la esencia y naturaleza del hombre mucho más graves que la forma de comer batatas? ¿No vale la pena plantearlos, compartirlos y analizarlos en las reuniones y en la vida de iglesia para que el pueblo escogido de Dios pueda adquirir discernimiento? ¿No son estos unos buenos ejemplos típicos de conductas negativas? Los problemas concernientes a las actitudes corruptas guardan relación directa con la transformación del carácter del hombre y afectan a su salvación. No son asuntos menores; entonces, ¿por qué vosotros no habláis y analizáis estos asuntos en las reuniones? Si nunca buscáis la verdad para resolver asuntos cruciales como estos en las reuniones, sino que compartís continuamente cosas triviales y aburridas y os pasáis una reunión entera hablando de un pequeño problema, incapaces de resolver ningún problema de fondo y, además, perdiendo el tiempo, ¿no estáis incumpliendo los deberes que os corresponden? De continuar así, os convertiréis todos en individuos inútiles de poca aptitud, torpes, que no cumplirán bien con el deber y no alcanzarán la verdad. No habláis de las cosas que deberíais hablar en las reuniones y compartís continuamente cosas que no deberíais compartir en ellas. Siempre habláis en las reuniones de cosas que no tienen nada que ver con la verdad, que forman parte de vuestro entendimiento sesgado y de vuestros asuntos personales triviales, y hacéis que todos las investiguen con vosotros, con lo que se pierde inútilmente el tiempo. Esto no solo afecta a la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios, sino que también retrasa el normal progreso del trabajo de la iglesia. ¿Esto no es perturbar e interrumpir el trabajo de la iglesia? Una conducta así debería calificarse de perturbación. Es una perturbación deliberada, y hay que poner límites a quienes actúen de este modo. En lo sucesivo, las reuniones deben limitarse a comer y beber de las palabras de Dios, a hablar de la verdad, a resolver problemas relacionados con las actitudes corruptas y a resolver las dificultades y los problemas de la gente en el deber. En las reuniones no hay que hablar de asuntos triviales e intrascendentes ni de otros que aludan a cuestiones de sentido común cotidiano. Los hermanos y hermanas pueden resolver estas cuestiones hablando entre ellos, no hace falta compartirlas en las reuniones.
En la iglesia siempre hay gente con interpretaciones retorcidas de las palabras de Dios que le busca los tres pies al gato. Cuando Yo hablo de las buenas conductas del hombre, estas personas se esfuerzan mucho en su conducta. No saben por qué debemos hablar de estas cosas. Decidme, ¿por qué es preciso que hablemos de este asunto? ¿Qué queremos conseguir hablando de este asunto? Veamos en primer lugar por qué debemos hablar de él. ¿En qué contexto se planteó el tema de las buenas conductas del hombre y de los criterios de conducta exigidos por Dios? Se planteó mientras hablábamos del tema “Qué significa buscar la verdad”. Este asunto guarda relación directa con la forma en que el hombre debe buscar la verdad. Las buenas conductas exhibidas por la gente al practicar la verdad conciernen a la verdad y están relacionadas con la verdad. Por muy buena que pueda parecerle una conducta al hombre, si no implica practicar la verdad, entonces no guarda relación con la verdad. Algunos dirán: “¡Eso no es así! ¿No dijiste que las buenas conductas no alcanzan a ser la verdad? No lo entiendo”. ¿Podéis explicar vosotros esta cuestión? En el contexto de Mi enseñanza sobre “Qué significa buscar la verdad”, analicé las conductas que la gente considera buenas según sus nociones, y las critiqué y condené. Al mismo tiempo, informé a la gente de los criterios que Dios ha establecido respecto a la conducta del hombre y le di una senda correcta para vivir una humanidad normal, de manera que tenga unos criterios por los que evaluar la vivencia de una humanidad normal. Sobre esta base, el resultado que logré en última instancia fue informar a la gente de que las conductas que considera buenas según sus nociones no son los criterios de la verdad, ni implican la verdad ni guardan relación con la verdad, lo que impedirá que la gente crea equivocadamente que observar estas buenas conductas es buscar la verdad. A su vez, informé a la gente de que no cumple las normas para vivir una humanidad normal hasta que no cumple los criterios de conducta que exige Dios. Como le he dicho a la gente que todas las buenas conductas preconizadas por el hombre son apariencia y falsedad, que todas ellas son una simulación para impresionar, que todas son incorrectas y que todas están viciadas por las tramas de Satanás, ahora que estas cosas han sido eliminadas y la gente ha sido privada de ellas, ¿no sabe la gente cómo practicar? Piensan para sus adentros: “¿Y según qué cosas debo vivir? ¿Cuáles son los criterios reales de conducta que exige Dios?”. Las exigencias, los criterios y los enunciados concretos de Dios sobre la conducta del hombre, así de sencillo. Mientras la gente viva las realidades que exige Dios, habrá cumplido las normas para vivir una humanidad normal. No le buscará los tres pies al gato, ni se desconcertará ni se confundirá al respecto. Cuando una persona cumple las normas de vida de la humanidad normal, ¿no ha resuelto un problema práctico en el camino hacia la búsqueda de la verdad? ¿No ha eliminado un obstáculo y subsanado un impedimento para vivir una humanidad normal? Por lo menos, ahora, las posturas elogiadas por la humanidad, como ser culto, sensato, amable y accesible, ya no son los objetivos de búsqueda del hombre. O, para ser más exactos, ya no es un objetivo el hecho de que aquellos que buscan la verdad se esfuercen por vivir hacia afuera, ni tampoco es un criterio que la humanidad normal deba vivir. Se ha sustituido por la necesidad de cohibirse, de tener decencia santa, etc. Estas exigencias de Dios son los criterios para que el hombre viva una humanidad normal, la semejanza con que la humanidad normal debe vivir. De este modo, ¿no se han acreditado la condición, el objetivo y el sentido más básicos de búsqueda de la verdad? Se ha acreditado lo más fundamental y básico: que el objetivo de vivir una humanidad normal no es que la gente sea culta, sensata, gentil, refinada, amable y cortés, que respete a los mayores y ame a los pequeños, etc. Se trata, más bien, de que viva la humanidad normal como lo exige Dios. En esto no hay apariencias ni tramas de Satanás, sino la vivencia, la manifestación y la conducta reales de la humanidad normal. ¿No es así? (Sí). Desde esta perspectiva, cuando hablamos de las buenas conductas del hombre englobadas en el tema de las cosas que la gente cree correctas y buenas según sus nociones, y hablamos, asimismo, de los criterios de conducta que exige Dios, ¿guardan relación estas cosas con la búsqueda de la verdad? (Sí). Sí, sí la guardan. Hasta cierto punto, esto confirma el sentido y objetivo básicos de la búsqueda de la verdad por parte del hombre. Esto significa que, como mínimo, tu objetivo de vivir una humanidad normal habrá de ser correcto antes de que empieces a buscar la verdad. Este objetivo no es una postura inventada por el hombre, no es una presentación ni un disfraz. Es, más bien, la vivencia normal de la humanidad que exige Dios. Aunque este tema está todavía algo alejado de la búsqueda real de la verdad, es esencial para el sentido general de la búsqueda de la verdad. Es el criterio más sencillo y básico de conducta que debe entender el hombre. Por muy alejado que esté este tema de enseñanza de la búsqueda de la verdad, y por muy alejado que esté de los criterios de la verdad, dado que atañe a las exigencias de Dios y a los criterios de conducta que Dios ha dado a la humanidad, naturalmente, también atañe a los criterios de la verdad hasta cierto punto. Por tanto, la gente debe comprender estas cuestiones. Estas exigencias de Dios sobre la conducta del hombre son criterios que la gente debe obedecer y no ignorar. Entendidas estas cuestiones, la gente, al menos, no aspirará a ser culta, sensata, gentil, refinada, cortés, accesible ni amable al vivir la humanidad normal; y, en sus posturas hacia el exterior —por ejemplo, la forma en que los occidentales, en concreto, esperan que los hombres sean unos caballeros, que abran las puertas a las mujeres, que le retiren la silla a una mujer cuando se va a sentar y que den prioridad a las mujeres en los lugares públicos—, una vez que la gente aprenda a discernir estas buenas conductas, al menos no las adoptará como criterio cuando se esfuerce por vivir una humanidad normal ni cuando se afane por comportarse según la humanidad normal. Por el contrario, abandonará estas cosas que hay en su corazón y su pensamiento; ya no estará influenciada por ellas ni sometida a ellas. Esto es algo que deberíais hacer vosotros. Si todavía alguien dice “bueno, esa persona no es muy culta ni sensata”, ¿cuál será tu reacción? Lo mirarás y apuntarás: “Has metido la pata. Esta es la casa de Dios. ¿Qué quieres decir con ‘culta y sensata’? Esa no es la verdad ni la semejanza humana con que debemos vivir”. Algunos señalan: “Nuestra líder no respeta a los mayores ni ama a los pequeños. Yo ya soy de edad avanzada y, sin embargo, no me llama tía, simplemente me tutea. No debería hacer eso. ¡Mis nietos son mayores que ella! ¿No me está menospreciando? Tampoco es simpática ni buena con la gente. A juzgar por su conducta, no parece apta para ser líder”. ¿Qué te parece esta opinión? Respetar a los mayores y amar a los pequeños no es la verdad. No debes evaluar a las personas por sus conductas y manifestaciones externas, sino según las palabras de Dios, con la verdad por criterio. Estos son los únicos principios para evaluar a las personas. ¿Y cómo debemos evaluar a los líderes y obreros? Hay que fijarse en si hacen un trabajo práctico, en si saben guiar al pueblo escogido de Dios para que coma y beba de Sus palabras y comprenda la verdad, y en si saben aplicar la verdad para resolver problemas en la iglesia y realizar trabajos cruciales. Por ejemplo, ¿cómo va la labor evangelizadora? ¿Cómo es la vida de iglesia? ¿Cumple bien con su deber el pueblo escogido de Dios? ¿Cómo van avanzando las distintas tareas especializadas? ¿Han sido expulsados los incrédulos, malvados y anticristos? Estos son los trabajos cruciales de la iglesia. Se evalúa a los líderes y obreros, principalmente, observando lo bien que realizan estos trabajos. Si son eficaces en todas estas áreas, son líderes competentes. Aunque su conducta sea ligeramente deficiente, eso no es un gran problema. Fijarse nada más que en las conductas externas no es criterio para evaluar si un líder u obrero es adecuado. Si una persona analizara esto desde la perspectiva del hombre, le parecería que la líder era grosera porque nunca llamaba tía o abuela a una mujer mayor. No obstante, si la evaluara según las palabras de Dios, esta líder sería satisfactoria y el pueblo escogido de Dios eligió a la persona correcta, pues es capaz de cargar con todos los aspectos del trabajo de la iglesia, es útil y beneficiosa para la entrada en la vida de cada integrante del pueblo escogido de Dios y hace bien la labor evangelizadora. Todos deben aceptar su liderazgo y cooperar en su trabajo. Si alguien no coopera en el trabajo de esta líder, le dificulta las cosas o aprovecha para criticarla solo porque esta líder no tiene buenas conductas externas, como la de respetar a los mayores y amar a los pequeños, esto no es beneficioso para el trabajo de la iglesia. Esto es actuar sin principios hacia un líder u obrero y una manifestación de interrupción y perturbación del trabajo de la iglesia. La gente así no tiene razón; está haciendo el mal. Si ves que un líder u obrero no respeta a sus mayores y, en consecuencia, piensas que no es tan buena persona y no aceptas su liderazgo, e incluso lo condenas, ¿qué error cometes? Este es el efecto perverso de evaluar a las personas con los criterios del hombre, según las ideas de la cultura tradicional. Si todo el mundo es capaz de evaluar a las personas y elegir a los líderes y obreros según las palabras de Dios y la verdad, eso es acertado y conforme a la voluntad de Dios. La gente será capaz tanto de tratar de forma justa a los demás como de mantener la progresión normal del trabajo de la iglesia. Dios estará satisfecho, y el hombre, también, ¿no es así?
Desde que analicé las supuestas “buenas conductas” del hombre y enseñé las normas de las exigencias de Dios sobre la conducta del hombre, la perspectiva con que la gente contempla a los demás y sus criterios para evaluarlos han cambiado; como el campo de visión en el que la gente contempla a los demás es distinto, los resultados de las evaluaciones de la gente también son distintos. Si la gente basa sus evaluaciones en las palabras de Dios, el resultado es, sin duda, correcto, justo, objetivo y en interés de todos. Si la perspectiva, el método y el fundamento de las evaluaciones de las personas son las cosas que el hombre cree correctas y buenas, ¿cuál será el resultado? Tal vez alguien acabe acusando o condenando infundadamente a personas buenas, o puede que se deje engañar por hipócritas y sea incapaz de evaluar y tratar de forma justa a una persona. Dado que el fundamento del hombre está equivocado, el resultado final será, por supuesto, incorrecto, injusto y disconforme con la voluntad de Dios. Entonces, ¿es preciso analizar y hablar de la esencia de las nociones de la gente sobre la buena conducta? ¿Guarda esto relación con la búsqueda de la verdad? ¡Guarda una relación muy estrecha! Aunque este tema afecta únicamente a quienes viven una humanidad normal y a las posturas y manifestaciones externas del hombre, cuando la gente tenga los criterios correctos que exige Dios para vivir una humanidad normal, tendrá unos fundamentos y criterios correctos y uniformes para evaluar a los demás, para contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar. Y, en este sentido, ¿no serán más certeros el sentido, la senda y el objetivo de su búsqueda de la verdad? (Sí). Más certeros y uniformes. Aunque estos temas son un tanto simples, están relacionados con las opiniones del hombre sobre las personas y cosas, además de con las conductas y actuaciones del hombre, de la manera más práctica, real y cercana; no son huecos en absoluto.
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