Qué significa perseguir la verdad (7) Parte 2
Cuando alguna gente se encuentra en dificultades o en peligro y resulta que reciben ayuda de una persona malvada que les permite salir de ese aprieto, creen incluso que la persona malvada es buena y están dispuestos a hacer algo por ella para mostrarle su gratitud. Sin embargo, en estos casos, la persona malvada intentará implicarlos en sus nefastas acciones y utilizarlos para llevar a cabo actos malvados. Si no pueden negarse, la situación puede volverse peligrosa. Habrá quienes tengan sensaciones enfrentadas en tales situaciones, porque creen que si no ayudan a su amigo malvado a realizar ciertas malas acciones, dará la impresión de que no están correspondiendo lo suficiente esa amistad, si bien hacer algo malo supondría vulnerar su conciencia y razón. Así, se ven atrapados en este dilema. Este es el resultado de verse influenciados por esa idea de la cultura tradicional de devolver la amabilidad; dicha noción los encadena, ata y controla. En muchos casos, estos dichos de la cultura tradicional ocupan el lugar del sentido de la conciencia del hombre y de su juicio normal; de forma natural, también influyen en su manera normal de pensar y de tomar decisiones correctas. Las ideas de la cultura tradicional son incorrectas y afectan directamente a los puntos de vista del hombre sobre las cosas, haciendo que tome malas decisiones. Desde tiempos pretéritos hasta el día de hoy, esta idea, punto de vista y criterio de conducta moral respecto a la devolución de la amabilidad han influenciado a innumerables personas. Incluso cuando la persona que les concede amabilidad es mala o malvada y las obliga a cometer acciones infames y malos actos, siguen yendo en contra de su propia conciencia y razón, accediendo ciegamente con el fin de corresponder a su amabilidad, lo que da lugar a múltiples consecuencias desastrosas. Se podría decir que mucha gente, al hallarse influenciada, encadenada, constreñida y atada por este criterio de la conducta moral, defiende a ciegas y de manera equivocada este punto de vista de devolver la amabilidad, e incluso es probable que ayuden a los malvados y sean sus cómplices. Ahora que habéis oído Mi enseñanza, contáis con una imagen clara de esta situación y podéis determinar que se trata de una lealtad insensata, y que semejante conducta equivale a comportarse sin fijar ningún límite, devolviendo la amabilidad de un modo imprudente y sin discernimiento, y que además carece de significado y valor. Como la gente teme que la opinión pública la castigue o que los demás la condenen, se dedica de mala gana a devolver la amabilidad de los demás, llegando incluso a sacrificar su vida en el empeño, lo cual es una forma absurda e insensata de hacer las cosas. Este dicho de la cultura tradicional no solo ha coartado el pensamiento de la gente, sino que también ha añadido un peso y un trastorno innecesarios a su vida y ha acarreado sufrimientos y cargas adicionales a su familia. Muchos han pagado un precio muy alto para devolver la amabilidad recibida, lo perciben como una responsabilidad social o como su propio deber, e incluso pueden llegar a dedicar toda su vida a devolverles la amabilidad a los demás. Para ellos, es algo perfectamente natural y justificado, un deber ineludible. ¿Acaso no resulta insensato y absurdo este punto de vista y esta forma de actuar? Pone completamente de manifiesto lo ignorantes y carentes de luces que son las personas. En cualquier caso, este dicho sobre la conducta moral: la amabilidad recibida debe devolverse con gratitud, puede coincidir con las nociones de la gente, pero no concuerda con los principios verdad. Es incompatible con las palabras de Dios y se trata de un punto de vista y una forma de proceder incorrectos.
Dado que devolver la amabilidad no tiene relación con la verdad y las exigencias de Dios a los hombres, y ha sido objeto de nuestras críticas, ¿cómo contempla Dios exactamente este dicho? ¿Qué clase de puntos de vista y acciones deben tener las personas normales en respuesta a este dicho? ¿Lo tenéis claro? Si alguien te concedió amabilidad previamente, te benefició mucho o te hizo un gran favor, ¿debes devolvérselo? ¿Cómo debes abordar este tipo de situación? ¿No es acaso cuestión de los puntos de vista de las personas? Lo es, y también de sus sendas de práctica. Contadme vuestra opinión sobre este asunto. Si alguien es amable contigo, ¿debes retribuirle? Resultará problemático si aún no podéis asimilar esta cuestión. Antes no comprendíais la verdad y poníais en práctica la devolución de la amabilidad como si fuera la verdad. Ahora que habéis escuchado Mi análisis y Mi crítica, habéis visto dónde está el problema, pero seguís sin saber cómo practicar o tratar esta cuestión; ¿todavía no la podéis desentrañar? Antes de que comprendieras la verdad, vivías conforme a tu conciencia, y daba igual quién te ofreciera amabilidad o te ayudara, aunque fuera un malvado o un gánster, siempre se lo devolvías, y te sentías obligado a recibir una bala por tus amigos e incluso a arriesgar la vida por ellos. Los hombres han de esclavizarse para sus benefactores a modo de retribución, mientras que las mujeres deben comprometerse en matrimonio y darles hijos. Esa es la idea que inculca la cultura tradicional en la gente, le ordena así devolver con gratitud la amabilidad recibida. Por consiguiente, piensan: “Solo aquellos que devuelven la amabilidad tienen conciencia, y si no lo hacen es que carecen de ella y son inhumanos”. Tal idea está enraizada con firmeza en el corazón de las personas. Decidme, ¿saben los animales que deben devolver la amabilidad? (Sí). Siendo así, ¿realmente se puede considerar avanzados a los seres humanos solo porque sepan que deben devolver la amabilidad? ¿Se puede considerar la práctica de devolver la amabilidad una señal de humanidad? (No). Entonces, ¿qué punto de vista debe tener la gente respecto a esta cuestión? ¿Cómo se debe entender esto? Después de entenderlo, ¿qué enfoque se debe adoptar al respecto? Estas son las cuestiones que en este momento todos debéis procurar resolver. Os ruego que compartáis vuestras opiniones sobre este asunto. (Si alguien me ayudara de verdad a resolver una cuestión o un problema, primero se lo agradecería sinceramente, pero esa situación no me constreñiría ni me tendría controlado. Si se encontraran con dificultades, haría por ellos lo que estuviera en mi mano. Los ayudaría donde pudiera, pero no me forzaría a ir más allá de mis posibilidades). Este es el punto de vista adecuado y un modo de actuar aceptable. ¿Alguien más quiere compartir su opinión sobre esto? (Mi forma de verlo solía ser que, si alguien me ayudaba, debía ayudarle yo cuando él tuviera un problema. Mediante la enseñanza y el análisis de Dios de los puntos de vista de “disfruta ayudando a otros” y “la amabilidad recibida debe devolverse con gratitud”, he llegado a darme cuenta de que se deben seguir los principios cuando se ayuda a los demás. Si alguien ha sido amable conmigo o me ha ayudado, mi conciencia dicta que debo ayudarle yo también, pero la ayuda que le ofrezca debe basarse en mis circunstancias y en lo que sea capaz de proporcionarle. Además, solo he de ayudarle a resolver estas dificultades y a satisfacer las necesidades vitales. No debo ayudarle a cometer el mal o a llevar a cabo malos actos. Si veo que un hermano o hermana está experimentando dificultades, lo ayudaré no porque me ayudó a mí una vez, sino porque es mi deber, mi responsabilidad). ¿Algo más? (Recuerdo las palabras que dijo Dios: “Si alguien nos hace un bien, debemos aceptarlo de parte de Dios”. Es decir, cuando alguien es muy bueno con nosotros, debemos aceptarlo de parte de Dios y ser capaces de manejarla correctamente. De ese modo, entendemos de manera acertada este punto de vista sobre devolver la amabilidad. Además, Dios dice que debemos amar lo que Él ama y odiar lo que Él odia. Al ayudar a los demás, debemos discernir si se trata de alguien al que Dios ama o al que odia. Este es el principio según el que debemos actuar). Esto tiene relación con la verdad, es un principio correcto y tiene una base. No hablemos ahora de lo que tiene relación con la verdad, vamos mejor a abordar cómo debe la gente enfocar este asunto desde la perspectiva de la humanidad. En realidad, las situaciones que te puedas encontrar no son siempre tan simples; no siempre tienen lugar en la iglesia y entre los hermanos y hermanas. A menudo suceden fuera del ámbito de la iglesia. Por ejemplo, un pariente, amigo, conocido o colega incrédulo puede mostrarte amabilidad o ayudarte. Si eres capaz de abordar el asunto y tratar a la persona que te ha ayudado de la manera adecuada, es decir, de un modo que se conforme a los principios verdad y a los demás les parezca apropiado, entonces tu actitud hacia este asunto y tus ideas respecto a él serán relativamente acertadas. Hay que discernir el concepto cultural tradicional de que “La amabilidad recibida debe devolverse con gratitud”. Lo más importante es la palabra “amabilidad”: ¿cómo hay que ver esta amabilidad? ¿A qué aspecto y naturaleza de la amabilidad se refiere? ¿Cuál es el significado de “La amabilidad recibida debe devolverse con gratitud”? La gente ha de descubrir las respuestas a estas cuestiones y en ninguna circunstancia constreñirse a esta idea de devolver la amabilidad; se trata de algo absolutamente esencial para alguien que persiga la verdad. ¿Qué es la “amabilidad” según las nociones humanas? En un nivel menor, la amabilidad es alguien que te ayuda cuando tienes problemas. Por ejemplo, alguien que te da un cuenco de arroz cuando estás hambriento, o una botella de agua cuando te mueres de sed, o que te ayuda a levantarte cuando te caes y no puedes levantarte. Todos estos son actos de amabilidad. Un gran acto de amabilidad es que alguien te rescate cuando estés en una situación desesperada, es decir, que te salve la vida. Cuando estás en peligro mortal y alguien te ayuda a evitar la muerte, en esencia te está salvando la vida. Estas son algunas de las cosas que la gente percibe como “amabilidad”. Este tipo de amabilidad supera con creces cualquier favor insignificante y material: es una gran amabilidad que no puede medirse en términos de dinero o cosas materiales. Quienes la reciben sienten un tipo de gratitud que es imposible expresar con unas pocas palabras de agradecimiento. Sin embargo, ¿es correcto que la gente mida la amabilidad de esta manera? (No). ¿Por qué dices que no es correcto? (Porque esta medida se basa en las normas de la cultura tradicional). Esta es una respuesta basada en la teoría y la doctrina, y aunque pueda parecer correcta, no llega a la esencia de la cuestión. Entonces, ¿cómo se puede explicar esto en términos prácticos? Pensadlo detenidamente. Hace un tiempo, oí hablar de un video en Internet en el que a un hombre se le cae la cartera sin darse cuenta. La cartera la recoge un perro pequeño que le persigue, y cuando el hombre ve esto, golpea al perro por robarle la cartera. Absurdo, ¿verdad? El hombre tiene menos moral que el perro. Las acciones del perro fueron totalmente acordes con las normas humanas de moralidad. Un ser humano le habría gritado: “¡Se te ha caído la cartera!”. Sin embargo, como el perro no podía hablar, se limitó a recogerla en silencio y a correr detrás del hombre. Por tanto, si un perro puede llevar a cabo algunos de los buenos comportamientos fomentados por la cultura tradicional, ¿qué dice eso de los seres humanos? Los seres humanos nacen con conciencia y razón, así que son mucho más capaces de hacer estas cosas. Mientras alguien posea el sentido de su conciencia, puede cumplir con este tipo de responsabilidades y obligaciones. No es necesario trabajar duro ni pagar un precio, requiere poco esfuerzo y se trata simplemente de hacer algo útil, algo que beneficie a los demás. Pero la naturaleza de este acto, ¿se puede calificar realmente de “amabilidad”? ¿Llega a ser un acto de amabilidad? (No). Puesto que no lo es, ¿debe la gente hablar de retribuirlo? Eso sería innecesario.
Ahora, pasemos al tema de la supuesta amabilidad del hombre. Por ejemplo, vamos a fijarnos en el caso de una persona amable que rescata a un mendigo que cayó desplomado en la nieve a causa del hambre. Esa persona se lleva al mendigo a su casa, lo alimenta y le da abrigo, y le permite vivir con su familia y trabajar para ella. Con independencia de si el mendigo se ofreció a trabajar por su propia voluntad, o bien lo hizo para devolver una deuda de amabilidad, ¿fue este rescate un acto de amabilidad? (No). Incluso ciertos animales pequeños se ayudan y se rescatan unos a otros. Al hombre le supone un esfuerzo mínimo desempeñar tales actos, y cualquiera con humanidad es capaz de hacer esas cosas y estar a la altura. Se podría decir que esos actos parten de una responsabilidad y obligación en la sociedad que cualquiera con humanidad ha de cumplir. ¿Acaso la forma que tiene el hombre de caracterizarlos de amabilidad no es un poco exagerada? ¿Es una definición adecuada? Por ejemplo, en una época de hambruna, cuando mucha gente pasa hambre, si una persona rica reparte sacos de arroz a las casas pobres para ayudarles a sobrellevar esos momentos difíciles, ¿no es eso un ejemplo de la ayuda moral y el apoyo básicos que debe tener lugar entre los hombres? Solo les dio un poco de arroz, no es que les diera toda la comida que le quedaba y él mismo pasara hambre. ¿Cuenta eso realmente como amabilidad? (No). Las responsabilidades y obligaciones con la sociedad que el hombre es capaz de desempeñar, esos actos que el hombre debe ser capaz de hacer de manera instintiva y a los que está obligado, y los simples actos de servicio que son de ayuda y beneficio para los demás: estas cosas no se pueden considerar de ninguna manera como amabilidad, ya que en todos los casos se trata simplemente de que el hombre está echando una mano. Ofrecerle ayuda a alguien que lo necesita, en el momento y lugar adecuados, es un fenómeno muy normal. También es responsabilidad de cada miembro de la raza humana. Es simplemente una especie de responsabilidad y obligación. Dios dotó a las personas de estos instintos cuando las creó. ¿A qué instintos me refiero aquí? Me refiero a la conciencia y razón del hombre. Cuando ves a alguien caer al suelo, tu reacción instintiva es “Debo ayudarle”. Si le ves caer, pero finges no haberte dado cuenta y no acudes en su ayuda, eso supondría un peso para tu conciencia y te sentirías mal por haber actuado de ese modo. Alguien que de verdad tiene humanidad pensará de inmediato en ayudar al que ha visto caerse. No le importará si esa persona va a mostrarle agradecimiento, ya que cree que eso es lo que ha de hacer y no considera necesario darle más vueltas al asunto. ¿Y eso por qué? Se trata de los instintos con los que Dios ha dotado a los hombres, y cualquiera con conciencia y razón pensaría lo mismo y sería capaz de actuar del mismo modo. Dios dotó al hombre de conciencia, y además le otorgó un corazón humano, gracias al cual posee pensamientos humanos, junto a las perspectivas y los enfoques que debe tener con respecto a determinado asunto, así que es capaz de hacer estas cosas de manera fácil y natural. No le hace falta ayuda o guía ideológica alguna procedente de fuerzas externas, y ni siquiera necesita educación o liderazgo positivo; no necesita nada de eso. Es como cuando la gente busca comida cuando tiene hambre o agua cuando tiene sed; es un instinto que los padres y maestros no tienen necesidad de enseñar, surge de manera natural porque el hombre posee el pensamiento de la humanidad normal. De igual modo, las personas son capaces de cumplir con sus deberes y responsabilidades en la casa de Dios y eso es lo que cualquiera con conciencia y razón debe hacer. Así, ayudar a la gente y ser amable con ella es algo que se da casi sin esfuerzo en los seres humanos, pertenece al ámbito de su instinto, y es algo que las personas son completamente capaces de realizar. No hay necesidad de darle tanta importancia como a la amabilidad. Sin embargo, muchos equiparan la ayuda de otros con la amabilidad, y siempre están hablando de ello y retribuyéndola constantemente, pensando que si no lo hacen, no tienen conciencia. Se menosprecian a sí mismos y se desprecian, llegan a preocuparse por ser reprendidos por la opinión pública. ¿Es necesario preocuparse por estas cosas? (No). Hay muchas personas que no pueden ver más allá de esto y están constantemente limitadas por esta cuestión. Esto es no entender los principios verdad. Por ejemplo, si te adentraras con un amigo en el desierto y él se quedara sin agua, no cabe duda de que le darías un poco de la tuya, no dejarías que se muriera de sed. Aunque supieras que la única botella de agua que tienes va a durar la mitad si beben dos personas de ella, la compartirías igualmente con tu amigo. Ahora bien, ¿por qué harías tal cosa? Porque no podrías soportar beber agua mientras tu amigo pasa sed a tu lado; sería una visión insoportable. ¿Cuál es la causa de que no soportes ver a tu amigo pasando sed? El sentido de tu conciencia es lo que hace que surja tal sentimiento en ti. Aunque no quisieras cumplir con esta clase de responsabilidad y obligación, tu conciencia te obligaría a no hacer otra cosa, te haría sentir molesto. ¿Acaso no es todo esto producto de los instintos humanos? ¿No decide todo esto la conciencia y razón del hombre? Si el amigo dice: “Tengo una deuda de gratitud contigo por haberme dado un poco de tu agua en esa situación”, ¿acaso decir eso no estaría mal también? No tiene nada que ver con la amabilidad. Si se cambiaran las tornas y ese amigo tuviera humanidad, conciencia y razón, también compartiría el agua contigo. Se trata de una responsabilidad con la sociedad o una relación básica entre las personas. Todas estas relaciones, responsabilidades u obligaciones sociales básicas surgen a partir del sentido de la conciencia del hombre, de su humanidad y de los instintos que Dios le concedió en el momento de su creación. En circunstancias normales, no es necesario que los padres enseñen estas cosas ni que la sociedad las inculque, y ni mucho menos es necesario que otras personas te amonesten una y otra vez para que las hagas. La educación solo sería necesaria para los que carecen de conciencia y razón, para los que carecen de facultades cognitivas normales; por ejemplo, los discapacitados mentales o los simplones, o para aquellos que tienen poco calibre y son ignorantes y testarudos. A aquellos que tienen una humanidad normal no hace falta enseñarles tales cosas, pues todas las personas con conciencia y razón las poseen. Por tanto, resulta inapropiado exagerar enormemente cualquier comportamiento o acto como si fuera una expresión de amabilidad cuando solo ha sido instintivo y conforme a la conciencia y la razón. ¿Por qué es inapropiado? Al elevar tales comportamientos a este ámbito, le impones a cada persona un enorme peso y una pesada carga, y eso sin duda los ata. Por ejemplo, si alguien te dio dinero en el pasado, te apoyó en una situación difícil, te ayudó a encontrar trabajo o te rescató, pensarás: “No puedo ser desagradecido, debo ser concienzudo y devolver su amabilidad. Si no lo hago, ¿sigo siendo humano?”. En realidad, con independencia de si se la devuelves o no, sigues siendo humano y viviendo en el marco de la humanidad normal, y que le retribuyas no cambiará nada. Tu humanidad no va a sufrir ningún cambio y tu carácter corrupto no va a quedar aplacado por el mero hecho de que le hayas retribuido bien. De igual modo, tu carácter corrupto no empeorará solo porque no le hayas retribuido bien. El hecho de que devuelvas y concedas amabilidad o hagas lo contrario no tiene en absoluto relación con tu carácter corrupto. Por supuesto, exista o no una conexión, para Mí, este tipo de “amabilidad” simplemente no existe, y espero que también sea así para vosotros. Entonces, ¿cómo debes considerarlo? Simplemente como una obligación y una responsabilidad, y algo que una persona con instintos humanos debe hacer. Deberías tratarlo como tu responsabilidad y obligación como ser humano, y hacerlo lo mejor que puedas. Eso es todo. Hay quien puede decir: “Sé que es mi responsabilidad, pero no quiero llevarla a cabo”. Eso también vale. Puedes elegir por ti mismo, acorde a tu situación y tus circunstancias. Puedes decidir además con mayor flexibilidad según tu estado de ánimo en ese momento. Si te preocupa que después de llevar a cabo tu responsabilidad, el beneficiado trate continuamente de retribuirte y no pare de preguntar por ti, que te lo agradezca con tanta frecuencia que se convierta en una molestia y un trastorno, y como consecuencia ya no quieras desempeñar esa responsabilidad, eso también está bien; depende de ti. Algunos preguntarán: “¿Tienen pobre humanidad las personas que no quieren desempeñar esta clase de responsabilidad con la sociedad?”. ¿Es este el modo correcto de juzgar la humanidad de una persona? (No). ¿Por qué no es correcto? En esta sociedad malvada, el hombre debe medir su comportamiento y tener un sentido del decoro en todo lo que hace. Por supuesto, es incluso más necesario que reconozca el entorno y contexto en ese momento particular. Como dicen los incrédulos, en este mundo caótico, la gente debe ser lista, inteligente y prudente en todo lo que hace; no debe ser ignorante y desde luego no debe realizar actos insensatos. Por ejemplo, hay quien prepara engaños en los espacios públicos de algunos países, fingiendo un accidente para exigir una indemnización fraudulenta. Si no descubres que es un engaño y obras a ciegas conforme a tu conciencia, es probable que te engañen y te metas en problemas. Por ejemplo, si ves a una mujer mayor que se ha caído en la calle, puede que pienses: “Debo llevar a cabo mis responsabilidades con la sociedad. No hace falta que ella me devuelva nada. Dado que tengo humanidad y sentido de la conciencia, debo echarle una mano, así que voy a ayudarla”. Sin embargo, cuando lo haces, ella te extorsiona y acabas teniendo que llevarla al hospital y pagar sus gastos médicos, una indemnización por daño moral y los gastos de su jubilación. Si no pagas, te citarán en la comisaria. Parece que te has metido en problemas, ¿verdad? ¿Cómo ha pasado esto? (Por seguir la propia buena intención y carecer de sabiduría). Fuiste ciego, te faltó discernimiento, no reconociste las tendencias actuales y no discerniste el contexto de la situación. En una sociedad malvada como esta, uno tiene que pagar un precio solo por ayudar a levantarse a una persona mayor que se ha caído, sin más. Si realmente se hubiera caído y necesitara tu ayuda, no se te debería condenar a ti por cumplir con las responsabilidades en la sociedad, sino que deberías ser digno de elogio, ya que tu comportamiento se correspondería con la humanidad y el sentido de la conciencia del hombre. Sin embargo, la anciana tenía un motivo oculto, realmente no necesitaba tu ayuda, solo te estaba estafando y tú no te diste cuenta de su taimada artimaña. Al cumplir con tu responsabilidad hacia ella como ser humano, te dejaste engañar por su plan, y ya no te va a dejar en paz, sino que te seguirá extorsionando más dinero si cabe. Cumplir con las responsabilidades de la sociedad debería consistir en ayudar a quienes lo necesitan y en desempeñar las propias responsabilidades. No debería resultar en que te acaben engañando o te hagan caer en una trampa. Muchos han sido víctima de estas estafas y se han dado cuenta de lo malvada que es ahora la gente y de su habilidad para engañar a los demás. Engañan a cualquiera, ya sea un desconocido o un amigo o pariente. Qué situación tan horrible. ¿Quién ha causado esta corrupción? El gran dragón rojo. El gran dragón rojo ha corrompido profunda y brutalmente a la humanidad. El gran dragón rojo hace todo tipo de cosas inmorales para favorecer sus propios intereses, y la gente se ha dejado llevar por su mal ejemplo. De ahí que abunden los estafadores y los ladrones. A la vista de estos hechos, se puede ver que hay muchas personas que no son mejores que los perros. Quizá algunos no estén dispuestos a escuchar esta clase de discurso, se sientan incómodos por ello y piensen: “¿De verdad no somos mejores que los perros? Al compararnos siempre con los perros, nos faltas al respeto y nos menosprecias. No nos respetas como humanos”. Me encantaría contemplaros como humanos, pero ¿qué tipo de comportamiento han mostrado los hombres? Si nos atenemos a la realidad, algunos no son mejores que los perros. Por ahora, eso es todo lo que tengo que decir sobre este asunto.
Acabo de compartir que ayudar un poco a los demás no se puede considerar amabilidad, sino una responsabilidad en la sociedad. Por supuesto, la gente puede elegir qué responsabilidades en la sociedad tienen capacidad para cumplir lo mejor posible. Pueden desempeñar las responsabilidades para las que son aptos y elegir no realizar aquellas para las que no lo son. Esto es una libertad y una elección que tiene el hombre. Puedes elegir qué responsabilidades y obligaciones en la sociedad debes desempeñar según tus circunstancias, capacidades y, por supuesto, el contexto y las circunstancias de ese momento en particular. Ese es tu derecho. ¿En qué contexto surgió este derecho? El mundo es un lugar demasiado oscuro, la humanidad es demasiado malvada y en la sociedad falta justicia. En estas circunstancias, primero tienes que protegerte a ti mismo, evitar obrar de manera necia e ignorante, además de practicar la prudencia. Por supuesto, al decir protegerte a ti mismo no me refiero a protegerte de que te roben la cartera y tus bienes, sino más bien del daño; eso tiene gran importancia. Debes cumplir con tus responsabilidades y obligaciones lo mejor que puedas mientras además garantizas tu propia seguridad. No te preocupes por ganarte el respeto de los demás, ni te dejes arrastrar o constreñir por la opinión pública. Lo único que tienes que hacer es cumplir con tus responsabilidades y obligaciones. Debes decidir cómo cumplir con tu deber en base a tu propia situación; no abarques más de lo que puedas asumir en función de tus circunstancias y capacidades. No debes tratar de impresionar a la gente aparentando habilidades que no posees y no debes temer la falta de respeto, la crítica o la condena de otros. Está mal hacer cosas para satisfacer tu propia vanidad. Limítate a hacer todo lo que puedas, acepta todo lo que te dicte tu sentido de la responsabilidad y cumple todas las obligaciones que te sean posibles. Es tu derecho. No hace falta que te obligues a hacer cosas que Dios no te ha exigido. No tiene ningún sentido seguir tu conciencia para hacer cosas que no tienen nada que ver con la verdad. Por mucho que hagas, Dios no te elogiará por ello, y no supondrá que hayas dado un testimonio verdadero, ni mucho menos que te hayas equipado de buenas obras. En cuanto a las cosas que no conciernen a las exigencias de Dios, pero que la gente exige que hagas, debes optar según tus propios principios. No te dejes constreñir por la gente. Es suficiente con que no hagas nada que atente contra tu conciencia y tu razón ni contra la verdad. Si ayudas a alguien solucionándole un problema momentáneo, entonces acabará dependiendo de ti y creerá que tú deberías resolverle sus problemas y estás obligado a hacerlo. Se convertirá en alguien completamente dependiente de ti y se pondrá en tu contra si no le resuelves sus problemas, aunque sea una sola vez. Esto te ha acarreado dificultades y no es el tipo de desenlace que deseas. Si predices este tipo de desenlace, puedes optar por no ayudarle. Dicho de otra forma, en este caso no pasaría nada si te abstuvieras de cumplir con esa responsabilidad u obligación. Este es el tipo de punto de vista y postura que deberías adoptar con respecto a la sociedad, la humanidad y, más concretamente, la comunidad en la que vives. Es decir, simplemente dale a alguien todo el amor que tengas y haz todo lo posible. No luches contra tus convicciones para alardear, no intentes hacer cosas que no sabes hacer. Asimismo, no es necesario que te obligues a pagar un precio que la persona promedio es incapaz de pagar. En resumen, no te exijas demasiado. Basta con que hagas aquello de lo que eres capaz. ¿Qué opináis de este principio? (Parece correcto). Por ejemplo, tu amigo te pide prestado el coche y te lo piensas: “Él me ha prestado cosas antes, así que, en justicia, debería prestarle mi coche. Sin embargo, no es cuidadoso ni prudente con las cosas. A lo mejor acaba estropeándome el coche. Mejor no se lo presto”. Así que decides no hacerlo. ¿Es eso lo correcto? No tiene mayor importancia que le prestes o no el coche, siempre y cuando comprendas el asunto con exactitud y perspicacia, lo único que tienes que hacer es adoptar la decisión que consideres más adecuada y acertarás. Sin embargo, qué pasa si piensas: “Vale, se lo presto. Él nunca me ha negado nada cuando se lo he pedido prestado. No es muy ahorrativo ni cuidadoso cuando usa las cosas, pero vale. Si se estropea el coche, me gasto algo de dinero y lo arreglo”, y entonces aceptas prestarle tu coche y no se lo niegas; ¿es lo correcto? Tampoco hay nada de malo en ello. Por ejemplo, si alguien que antes te ha ayudado acude a ti cuando su familia tiene dificultades, ¿debes ayudarle o no? La decisión de ayudar o no depende de la situación de cada uno y no es una cuestión de principios. Lo único que tienes que hacer es actuar desde la sinceridad y el instinto y cumplir con tus responsabilidades lo mejor posible. Al hacerlo, actuarás dentro del ámbito de tu humanidad y del sentido de tu conciencia. Si desempeñas plenamente esa responsabilidad o si lo haces bien, no es importante. Tienes derecho a acceder o a negarte; no se puede decir que carezcas de conciencia si te niegas, y tampoco que tu amigo haya demostrado un acto de amabilidad por ayudarte. Tales actos no llegan a ese nivel. ¿Comprendéis? (Sí). Esto ha sido un debate sobre la amabilidad, es decir, sobre cómo se debe contemplar la amabilidad, cómo enfocar la cuestión de ayudar a los demás y cómo se deben cumplir las responsabilidades en la sociedad. En estos casos, la gente debe buscar los principios verdad; estos asuntos no pueden resolverse simplemente confiando en la conciencia y la razón. Hay circunstancias especiales que pueden resultar bastante complicadas, y si no las manejas conforme a los principios verdad, existe el riesgo de que se produzcan problemas y consecuencias negativas. Así, en tales asuntos, el pueblo escogido de Dios debe comprender Su voluntad y obrar con humanidad, razón, sabiduría y de acuerdo con los principios verdad. Sería el enfoque más apropiado.
Otra situación que puede surgir respecto al dicho “La amabilidad recibida debe devolverse con gratitud”, es que la ayuda que recibas no sea algo pequeño como una botella de agua, un puñado de verduras o un saco de arroz, sino una forma de asistencia que afecte a tu subsistencia y la de tu familia, y que incluso tenga implicaciones en tu destino y perspectivas futuras. Por ejemplo, puede que alguien te tutele o te ayude económicamente para permitirte ir a una buena universidad, encontrar un buen trabajo, casarte con la persona adecuada y que toda una serie de cosas buenas te sucedan en la vida. Eso no es solo un pequeño favor o una ayuda insignificante; mucha gente contempla esto como un acto de enorme amabilidad. ¿Cómo debéis abordar esta situación? Tales formas de asistencia guardan relación con la responsabilidad de la sociedad y las obligaciones que el hombre desempeña y acabamos de discutir, pero al tener implicaciones para la supervivencia, el destino y las futuras perspectivas del hombre, son mucho más valiosas que una simple botella de agua o un saco de arroz; tienen un efecto mucho mayor en las vidas de las personas, su subsistencia y el tiempo que pasan en la tierra. Como tal, su valor es mucho más grande. Ahora bien, ¿deben elevarse estas formas de asistencia a la categoría de amabilidad? De igual modo, no recomiendo contemplar esta clase de ayuda como amabilidad. Dado que estas formas de ayuda no deben considerarse amabilidad, entonces, ¿cuál es la manera adecuada y apropiada de lidiar con una situación semejante? ¿Acaso no se trata de un problema al que se enfrentan los hombres? Por ejemplo, tal vez alguien te apartó de una vida delictiva, te encauzó y te consiguió un trabajo en una profesión digna, lo que te permitió llevar una buena vida, casarte, asentarte y cambiar tu destino para mejor. O tal vez, cuando te hallabas en una situación difícil y te sentías deprimido y desalentado, una buena persona te ofreció ayuda y guía, algo que hizo que cambiaran tus perspectivas futuras de una manera positiva, lo que te permitió destacar por encima del resto y llevar una buena vida. ¿Cómo has de abordar estas situaciones? ¿Debes recordar esta amabilidad y devolverla? ¿Debes buscar maneras de compensarla y corresponderla? En tal caso, debes permitir que los principios guíen tus decisiones, ¿verdad? Debes determinar qué clase de persona es la que te ayuda. Si es una persona buena, positiva, entonces además de decir “gracias”, puedes continuar interactuando normalmente con ella, haceros amigos y, entonces, cuando necesite ayuda, podrás cumplir con tu responsabilidad y obligación de la mejor manera que puedas. Sin embargo, cumplir con la responsabilidad y la obligación no debería ser una forma incondicional de entrega, sino que ha de limitarse a lo que eres capaz de hacer en tus circunstancias. Esta es la manera apropiada de tratar a tales personas en estas situaciones. No existe una diferencia de nivel entre vosotros dos, aunque te ayudara y te concediera amabilidad, no se le puede llamar tu salvador, porque solo Dios puede salvar a la humanidad. Lo único que hizo fue obrar mediante la soberanía y las disposiciones de Dios para echarte una mano. Desde luego, esto no significa que sea superior a ti, y mucho menos que sea tu dueño y pueda manipularte y controlarte. No tiene derecho a influir en tu destino y no debe criticar ni hacer comentarios sobre tu vida; seguís siendo iguales. Como sois iguales, podéis relacionaros como amigos y, cuando corresponda, le puedes ayudar en la medida de tus capacidades. Eso sigue siendo cumplir con tu responsabilidad y obligación en la sociedad dentro del ámbito de la humanidad y hacer lo que debes sobre esta base y dentro de dicho ámbito; estás desempeñando tus responsabilidades y obligaciones de una manera selectiva. ¿Por qué debes hacer esto? Te ha ayudado con anterioridad y te ha permitido cosechar beneficios y obtener importantes ganancias, por lo que el sentido de la conciencia que proviene de tu humanidad te dicta que debes tratarlo como a un amigo. Hay quien preguntará: “¿Puedo tratarlo como a un íntimo confidente?”. Dependerá de cómo os llevéis y de la similitud que exista entre vuestra humanidad y preferencias, entre lo que buscáis y cómo contempláis el mundo. La respuesta dependerá de ti mismo. Ahora bien, en este singular tipo de relación, ¿deberías retribuir a tu benefactor con tu vida? Ya que te ha ayudado tanto y ha tenido una influencia tan tremenda en ti, ¿deberías corresponderle con tu vida? No es necesario. El dueño eterno de tu vida eres tú, Dios te la dio y es tuya, y eres el único responsable de gestionarla. No hay necesidad de permitir de manera irresponsable que otro gestione tu vida debido a este contexto y situación. Se trata de una manera insensata hasta el extremo de hacer las cosas y, sin duda, también irracional. Por muy amigos que seáis, o por muy fuerte que sea vuestro vínculo, solo puedes asumir tu responsabilidad como persona, relacionaros de manera normal y ayudaros mutuamente dentro del ámbito de la humanidad y la razón. Este nivel de relación es más racional e igualitario. La razón primordial por la que os hicisteis amigos fue, básicamente, que esa persona te ayudó una vez y, por tanto, consideraste que merecía la pena tenerla como amiga y que cumplía con el estándar que exiges a tus amigos. Esta es la única razón por la que estabas dispuesto a ser su amigo. Considera también esta situación: alguien te ayudó en el pasado, fue amable contigo en cierta forma y causó un impacto en tu vida o en algún evento importante, pero su humanidad y la senda por la que camina no coinciden con la tuya y con lo que tú buscas. No hablas una lengua común con esa persona, no te agrada y, tal vez, en cierto grado podrías decir que vuestros intereses y lo que buscáis difieren por completo. Vuestras sendas en la vida, las visiones del mundo y las perspectivas sobre la vida son diferentes, sois dos tipos de persona completamente diferentes. Así, ¿cómo debes abordar y responder a la ayuda que te concedió anteriormente? ¿Es realista que surja una situación como esta? (Sí). Entonces, ¿qué debes hacer? Ocuparse de una situación así también resulta fácil. Dado que ambos camináis por sendas diferentes, una vez que le entregas el reembolso material que te puedes permitir conforme a tus posibilidades, te das cuenta de que vuestras creencias divergen demasiado, no podéis caminar por la misma senda, ni siquiera podéis ser amigos y ya no podéis seguir interactuando. Si esto es así, ¿cómo debes proceder? Guarda las distancias. Puede que fuera amable contigo en el pasado, pero comete estafas y engaña para abrirse camino en la sociedad perpetrando todo tipo de actos infames. Es una persona que no te agrada, de modo que es totalmente razonable que mantengas las distancias con ella. Habrá quien diga: “¿Acaso no es una falta de conciencia actuar así?”. No lo es; si realmente se encontrara con alguna dificultad en su vida, todavía podrías prestarle ayuda, pero no puedes dejarte constreñir por ella ni acompañarla cuando comete actos malvados e inconcebibles. Tampoco es necesario que te esclavices por esa persona simplemente porque una vez te ayudó o te hizo un gran favor; esa no es tu obligación y ella no merece ese tipo de trato. Tienes derecho a elegir relacionarte, pasar tiempo e incluso hacerte amigo de las personas que te agradan y con las que te llevas bien, con las que son correctas. Puedes cumplir con tu responsabilidad y obligación hacia esa persona, es tu derecho. Por supuesto, también puedes negarte a entablar amistad y relacionarte con aquellas que no te agradan, y no es necesario que cumplas con ninguna obligación o responsabilidad hacia ellas, pues ese también es tu derecho. Incluso si decides abandonar a esa persona y te niegas a relacionarte o a cumplir cualquier responsabilidad u obligación hacia ella, eso no tendría nada de malo. Es necesario establecer ciertos límites en tu forma de comportarte y tratar a las distintas personas de maneras diferentes. La elección prudente es no asociarte con nadie malvado ni seguir su mal ejemplo. No te dejes influenciar por diversos factores como la gratitud, las emociones y la opinión pública; al no hacerlo adoptas una postura y tienes principios, y eso es lo que debes hacer. ¿Podéis aceptar estos métodos y afirmaciones? (Sí). Aunque los puntos de vista, las sendas de práctica y los principios sobre los que he estado hablando se critican en las nociones y la cultura tradicionales, tales puntos de vista y principios van a proteger enérgicamente los derechos y la dignidad de toda persona que tenga humanidad y sentido de la conciencia. Esto posibilitará que no se vean constreñidas y encadenadas por los supuestos estándares de conducta moral de la cultura tradicional, y que se liberen del engaño y la ilusión de tales cosas falsamente piadosas y falaces. Estos puntos de vista y principios también les permitirán comprender la verdad mediante las palabras de Dios, vivir según ellas y la verdad, no dejarse influenciar por tales opiniones públicas sobre la moralidad, y liberarse de las limitaciones y los grilletes de las denominadas costumbres mundanas, de manera que puedan tratar a las personas y a todas las cosas de acuerdo con las palabras de Dios y usando puntos de vista correctos, y descartar por completo los grilletes y el desvío de las cosas mundanas, la tradición y la moralidad social. De este modo, podrán vivir en la luz, vivir con humanidad normal, existir con dignidad y obtener el elogio de Dios.
¿Qué clase de transformación pueden provocar realmente en el hombre los dichos sobre moralidad social como “La amabilidad recibida debe devolverse con gratitud” y “Disfruta ayudando a otros”? ¿Pueden transformar su carácter satánico de afanarse por el estatus y el lucro? ¿Y la ambición y el deseo del hombre? ¿Pueden resolver los conflictos y las matanzas entre los hombres? ¿Pueden permitirles tomar la senda correcta en la vida y llevar vidas felices? (No). Entonces, ¿qué efecto tienen realmente esos criterios de moralidad social? ¿Se limitan como máximo a animar a algunas buenas personas a realizar buenas acciones y contribuir a la seguridad de la sociedad? (Sí). Para eso es lo único que sirven, no resuelven ningún problema. Si pese a hallarse bajo el condicionamiento de esos supuestos criterios de conducta moral, en última instancia fueran capaces de acatarlos y vivirlos, eso no supone que fueran a poder liberarse de sus actitudes corruptas y vivir con apariencia humana. Por ejemplo, digamos que una persona te ha hecho un favor y tú haces todo lo posible por devolvérselo. Cuando te da un saco de arroz, le pagas con una bolsa grande de fideos, y cuando te da dos kilos de carne de cerdo, le devuelves dos kilos de ternera. ¿Qué sucederá si continuamente os retribuís el uno al otro? En privado, ambos calcularéis quién se lleva la mejor parte del trato y quién la peor, y esto conducirá a malentendidos, disputas y maquinaciones entre los dos. ¿Qué quiero decir con esto? Me refiero a que el requerimiento de conducta moral “La amabilidad recibida debe devolverse con gratitud” no solo constriñe y desvía la forma de pensar de las personas, sino que además acarrea en sus vidas multitud de inconvenientes, cargas e incluso angustia. Y si te convierte en enemigo de alguien, entonces te expones a incluso más problemas y a un sufrimiento indecible. Nadie debería caminar por la senda de entablar relaciones basadas en dar y recibir. Las personas siempre viven de acuerdo con esas emociones y costumbres mundanas, lo que al final solo conlleva un montón de problemas innecesarios. Esto no es más que torturarse a uno mismo y un tormento sin sentido. Así es como la cultura tradicional y las afirmaciones sobre la conducta moral se implantan en las mentes de las personas y las descarrían. A causa de su total falta de discernimiento, la gente cree erróneamente que estos aspectos de la cultura tradicional son correctos y los toman como criterio y brújula. Acatan estrictamente estos dichos y viven bajo la supervisión de la opinión pública. De manera gradual y sin darse cuenta, se ven condicionados, influidos y controlados por tales cosas y llegan a sentirse indefensos y angustiados, y aun así no tienen poder para liberarse. Cuando Dios habla para poner en evidencia y juzgar estos aspectos de la cultura tradicional que habitan en la gente, eso llega hasta a molestar a muchos. Una vez que tales cosas se purifican minuciosamente de las mentes, los pensamientos y las nociones de las personas, estas se sienten repentinamente bastante vacías, como si no tuvieran nada a lo que aferrarse, y se preguntan: “¿Qué debo hacer en el futuro? ¿Cómo debo vivir? Sin estas cosas, no tengo senda ni dirección en mi vida. ¿Por qué me siento tan vacío y sin rumbo ahora que han desaparecido esas cosas de mi mente? Si la gente no vive según estos dichos, ¿puede seguir considerándose humana? ¿Seguirá teniendo humanidad?”. Se trata de una forma incorrecta de pensar. En realidad, una vez que te purificas de estos aspectos de la cultura tradicional, se purifica tu corazón, ya no estás constreñido ni encadenado por tales cosas, ganas en libertad y liberación y ya no sufres estas vejaciones; ¿cómo no ibas a querer purificarte de ellas? Por lo menos, cuando abandones estos aspectos de la cultura tradicional que no pertenecen a la verdad, padecerás menos sufrimiento y angustia y podrás eliminar muchas de las restricciones y preocupaciones sin sentido. Si puedes aceptar la verdad y vivir de acuerdo con las palabras de Dios, pondrás un pie en la senda correcta de la vida y podrás vivir en la luz. Puede parecer perfectamente justificable defender los estándares de conducta moral de la cultura tradicional, pero ¿estás viviendo con apariencia humana? ¿Has puesto un pie en la senda correcta de la vida? Estos aspectos de la cultura tradicional no pueden cambiar nada. No pueden transformar el pensamiento corrupto de las personas, ni sus actitudes corruptas, y mucho menos pueden cambiar su esencia corrupta. No generan efectos positivos en absoluto y, en cambio, vuelven retorcida y perversa la humanidad del hombre mediante sus enseñanzas, condicionamientos e influencias. La gente reconoce abiertamente que quien le ha hecho un favor no es una buena persona, y sin embargo van en contra de sus propias convicciones y lo retribuyen, solo por ese favor previo. ¿Por qué lo retribuyen a pesar de sus convicciones? Porque en su corazón ha arraigado esta idea de la cultura tradicional de devolver con gratitud la amabilidad recibida. Temen que si no fueran en contra de sus convicciones para corresponder el favor a quienes los han ayudado, la opinión pública los vaya a castigar por no haber devuelto la amabilidad recibida y los considere ingratos y también personajes mezquinos y viles, personas sin conciencia ni humanidad. Justamente porque temen todo esto y les preocupa que nadie los ayude en el futuro, no tienen más remedio que vivir bajo el condicionamiento y los grilletes de esta idea de la cultura tradicional de devolver con gratitud la amabilidad recibida. Por consiguiente, todos viven una vida perversa y angustiada en la que actúan en contra de sus convicciones y no pueden hablar de sus adversidades. ¿Vale esto la pena? ¿Acaso esta idea de devolver con gratitud la amabilidad recibida no ha hecho sufrir a la gente?
En cuanto al dicho “La amabilidad recibida debe devolverse con gratitud”, acabo de hablar sobre qué es exactamente la “amabilidad”, cómo contempla Dios la definición del hombre de amabilidad, cómo debe tratar el hombre esta amabilidad, cómo tratar a aquellos que te han mostrado amabilidad o te han salvado la vida, cuál es realmente la perspectiva y senda correcta y cómo deben posicionarse en tu vida, cómo ha de llevar a cabo la gente sus obligaciones y cómo debe manejar el hombre ciertas circunstancias especiales y desde qué perspectiva debe contemplarlas. Se trata de cuestiones relativamente complicadas que no se pueden aclarar con unos pocos breves comentarios, pero he compartido con vosotros los asuntos fundamentales, la esencia de los problemas de este tema y demás. En caso de volver a encontraros con esta clase de problema, ¿no sentís ahora que tenéis más o menos claro qué punto de vista debéis adoptar y qué senda de práctica tomar? Alguna gente dice: “En teoría lo tengo claro, pero el hombre es de carne y hueso. Al vivir en este mundo, no queda otro remedio que vernos influenciados por estos criterios morales e influidos por la opinión pública. Muchas personas viven de este modo, valorando actos de amabilidad y devolviendo con gratitud cualquier amabilidad recibida. Si no vivo de este modo, sin duda otros me castigarán y despreciarán. Temo que la gente me tache de inhumano, vivir como un paria, y eso no puedo soportarlo”. ¿Cuál es aquí el problema? ¿Por qué esto constriñe a la gente? ¿Es este un problema fácil de resolver? Lo es, y te diré cómo. Si sientes que vivirías como un paria social al no vivir según el punto de vista de la cultura tradicional de que la amabilidad recibida debe devolverse con gratitud; si sientes que ya no te pareces a una persona china tradicional, que al desviarte de la cultura tradicional no vives como un ser humano y careces de los rasgos que te hacen humano, si te preocupa no encajar en la sociedad china, que los demás chinos te desprecien y te vean como una manzana podrida, entonces escoge seguir las tendencias de la sociedad, nadie te obliga y nadie te condenará. Sin embargo, si te parece que vivir según lo que dicta la cultura tradicional y valorar siempre los actos de amabilidad no te ha traído muchos beneficios a lo largo de los años, ha sido una manera de vivir agotadora, y si estás decidido a desprenderte de este estilo de vida y a intentar contemplar a las personas y las cosas y a comportarte y actuar en todo de acuerdo con Mis palabras, entonces, por supuesto, eso sería incluso mejor. Aunque, en principio, ahora entendáis estas cosas y captéis bien la situación, cómo contempléis exactamente a las personas y cosas y cómo viváis y os comportéis en lo sucesivo es asunto vuestro. Hasta qué punto puedes aceptar lo que te he dicho, en qué medida puedes ponerlo todo en práctica y hasta dónde vas a llevarlo es elección tuya y depende únicamente de ti. No te estoy obligando. Simplemente te muestro el camino. No obstante, una cosa está clara: te estoy diciendo la verdad cuando afirmo que, si vives según la cultura tradicional, llevarás una vida cada vez más inhumana e indigna, y te darás cuenta de que el sentido de tu conciencia se irá insensibilizando cada vez más. De forma gradual, llevarás una vida miserable en la que no te parecerás ni a un ser humano ni a un fantasma. Sin embargo, si practicas según Mis palabras y los principios de los que te he hablado, te garantizo que vivirás incluso con más semejanza humana, conciencia, razón y dignidad, de eso no cabe duda. Cuando luego te encuentres con estas situaciones, serás capaz de vivir libre y liberado y te sentirás en paz y dichoso. Disminuirán las sombras y el peso en tu corazón, y te sentirás confiado y podrás llevar la cabeza alta. Ya no te asediarán, engañarán ni influirán las costumbres del mundo secular, y vivirás con dignidad. Sentirás cada día que tienes los pies en la tierra y tratarás y manejarás todos y cada uno de los asuntos de forma muy precisa, evitando dar numerosos rodeos y una gran cantidad de sufrimiento que no tienes necesidad de experimentar. No harás nada que no debas ni pagarás ningún precio que no te corresponda. Ya no vivirás por los demás. Ya no te verás influido por las perspectivas y opiniones de nadie. Ya no te constreñirán las opiniones y el repudio de la sociedad. ¿Acaso no es esta una vida digna? ¿No se trata de una vida libre y liberada? En ese momento te parecerá que vivir según las palabras de Dios es la única senda correcta en la vida, y que solo viviendo así se posee semejanza con un ser humano y se tiene felicidad. Si vives en la niebla de la cultura tradicional, no puedes ver la senda con claridad y te equivocas creyendo que te diriges a una utopía idealista ubicada en el mundo del hombre. Al final, sin embargo, acabas extraviado, y Satanás te pone en ridículo y te atormenta. Ahora que has escuchado la voz de Dios, has descubierto la verdad y has visto llegar la luz al mundo de los hombres, has disipado la niebla y has visto con claridad la senda y el rumbo que ha de seguir tu vida. Avanzas a toda prisa y regresas ante Dios. ¿Acaso no es esta Su gracia y bendición? Entonces, ¿habéis dispersado ya esa niebla y habéis visto el cielo despejado? Tal vez ya hayáis visto un destello y os estéis acercando a la luz; esa es la mayor bendición. Si sois capaces de escuchar la voz de Dios, aceptar y comprender la verdad, dispersar la niebla, abandonar todo lo que es incorrecto de la cultura tradicional y eliminar todos los obstáculos, podréis poner un pie en la senda de la salvación. Eso es todo lo que tengo que compartir respecto al dicho de la conducta moral “La amabilidad recibida debe devolverse con gratitud”. De ahora en adelante, podéis conversar sobre estas palabras un poco más, y alcanzaréis un entendimiento total. Uno no puede ganar la entrada inmediata a estas cuestiones después de una única reunión para la charla. Aunque ahora he concluido Mi enseñanza sobre este dicho acerca de la conducta moral, y lo entendéis en teoría y en principio, deshacerse de estas viejas nociones tradicionales no es fácil en la vida real. Es posible que os sigáis aferrando a esas viejas ideas y luchéis contra ellas durante algún tiempo. Cuanto menos, llevará algo de tiempo que podáis abandonar del todo estos aspectos de la cultura tradicional y aceptar por completo la verdad de las palabras de Dios. Debéis experimentar poco a poco, vivir y encontrar la confirmación en la vida real y cuando os enfrentáis a la sociedad y a la humanidad. Mediante estas experiencias, poco a poco llegaréis a conocer las palabras de Dios y comprenderéis la verdad. Al hacerlo, empezaréis a beneficiaros, a obtener ventajas y a cosechar recompensas, y corregirás tus puntos de vista e ideas erróneos sobre todo tipo de personas, acontecimientos y cosas. Este es el proceso y la senda para perseguir la verdad.
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