Digresión cuatro: Resumen del talante de los anticristos y de su esencia-carácter (I) Parte 3

C. Sin sentido del honor ni preocupación por la vergüenza

En la humanidad normal hay simplicidad, ¿pero son los anticristos personas simples? Es evidente que no. Acabamos de hablar de la insidia, la implacabilidad y mentir habitualmente, aspectos contrarios a la simplicidad. La simplicidad es fácil de entender, así que no vamos a hablar sobre ella, sino de tener sentido del honor. Tener sentido del honor es algo que debería estar presente en la humanidad normal; significa tener razón. ¿Qué es lo opuesto a tener sentido del honor? (No tener preocupación por la vergüenza). No tener preocupación por la vergüenza significa ser descarado. En otras palabras, se puede resumir como carecer de sentido del honor. ¿Qué acciones emprenden los anticristos y qué manifestaciones concretas o prácticas muestran que carecen de sentido del honor y de preocupación por la vergüenza? Los anticristos compiten abiertamente con Dios por estatus, lo cual carece de sentido del honor y de preocupación por la vergüenza. Solo los anticristos pueden pugnar abiertamente con Dios por estatus y por Su pueblo escogido. Los anticristos quieren controlar a las personas, estén o no ellas dispuestas a que así sea. Cuenten o no con la capacidad, los anticristos quieren luchar por estatus y, una vez que lo obtienen, viven de la iglesia y comen y beben del pueblo escogido de Dios, dejan que este provea para ellos sin hacer nada por sí mismos. No le proporcionan vida en absoluto al pueblo escogido de Dios y, sin embargo, quieren mantenerlo bajo su poder, hacer que los escuche, los sirva y se esclavice para ellos, y quieren afianzar su propia posición en el corazón de la gente. Si hablas bien de otros, si alabas la gran amabilidad, la gracia, las bendiciones y la omnipotencia de Dios, se sienten infelices y disgustados. Siempre quieren que hables maravillas de ellos, que les guardes un lugar en tu corazón, que los adores y los admires, y esto ha de ser sin adulteración. Todo lo que hagas debe ser por ellos y con ellos en mente. Debes colocarlos en primer plano en todo momento, en todo lo que digas y hagas, y debes tener en cuenta sus pensamientos y sus sentimientos. ¿No es esto carecer de sentido del honor y de preocupación por la vergüenza? ¿No actúan así los anticristos? (Sí). ¿Qué otras manifestaciones se dan? Roban y malgastan las ofrendas, se apropian de las ofrendas de Dios. Esto también carece de sentido del honor y de preocupación por la vergüenza, ¡es demasiado obvio!

Hablando de robar ofrendas, una vez ocurrió un incidente en particular. Algunos hermanos y hermanas colaboraron aportando artículos a cierta iglesia y la persona a cargo de salvaguardar las ofrendas se dio cuenta de que había dos botellas sin ninguna etiqueta que indicara que estaban destinadas a lo Alto y sin instrucciones concretas. Al no saber lo que eran, se las quedó sin permiso y no se las entregó a lo Alto. Luego, cuando le pregunté por esos artículos, me dijo que eran dos botellas. Le pregunté que cómo es que las tenía preparadas y me explicó la situación: “Como estas dos botellas llegaron sin etiquetas que indicaran lo que eran o que estaban destinadas a lo alto, las guardamos aquí. Si estuvieran etiquetadas como algo a lo que le damos uso, nos las quedaríamos y las usaríamos. Si se pudieran vender, las venderíamos”. ¿Cuál creéis que es el problema? Algunos bienes valiosos se transportan hasta aquí desde diversos lugares, unos pocos traen instrucciones y otros muchos vienen sin instrucciones ni etiquetas. En circunstancias normales, si os servís del análisis racional, ¿a quién se le deberían dar estos objetos? (Se le deberían entregar a Dios como ofrendas). La gente con racionalidad normal debería pensar así. Sin embargo, alguien dijo: “Estas cosas no tienen etiqueta que indique que pertenecen a lo alto”. De manera implícita, lo que esta persona quería decir era: “No son para ti. ¿Qué tienen que ver contigo? Como no están etiquetadas para ti, tengo derecho a encargarme de ellas. No te las voy a dar. Si quiero venderlas, las venderé. Si quiero usarlas, las usaré. Si no quiero hacer ni una cosa ni la otra, ¡las dejaré aquí y que se desperdicien!”. Este era el punto de vista de la persona a cargo. ¿Qué os parece a vosotros? ¿Hay personas que traen desde lejos estos artículos valiosos a la iglesia o se los entregan a individuos sin especificar a quién? (No). ¿Quién demostraría un caudal tan grande de amor como para entregar artículos valiosos a la iglesia, a la casa de Dios o a los hermanos y hermanas? Hasta el día de hoy, no he visto a nadie con un amor tan grande ni que entregue tal ofrenda ni sea tan caritativo. Los artículos corrientes y baratos también hay que pagarlos. Así pues, en cuanto a los bienes valiosos, ¿hay alguien que los reparta gratis, así sin más? (No). Aunque la gente que envió estos artículos no especificara a quién iban destinados, se debería saber quién se supone que ha de recibirlos; esta es una racionalidad que debería estar presente en la humanidad. ¿Cómo ha de ocuparse del asunto la persona a cargo? ¿Cómo debe lidiar con estos artículos? Cuando menos, debería preguntarle a lo Alto: “¿Los quieres Tú? Si no, ¿qué debemos hacer con ellos?”. Solo con estas dos preguntas, se podría haber resuelto esta cuestión; estas dos preguntas indicarían que el talante de una persona poseía humanidad normal. Sin embargo, la persona a cargo de salvaguardar las ofrendas no podía siquiera formular estas dos sencillas preguntas ni poseía la racionalidad más esencial que debería tener una persona. ¿Cómo es que creía que esas cosas eran para la iglesia? Incluso añadió otra afirmación: “No están etiquetadas para lo alto”. ¿No es esto un problema? ¿Qué implica la frase “no están etiquetadas para lo alto”? ¿Por qué añadió esta afirmación? (A fin de buscar una razón para despilfarrar a la ligera las ofrendas de Dios). Exactamente eso. ¿Puede de veras poseer sentido del honor en su humanidad una persona que hace estas cosas? Está claro que no. ¿Qué clase de humanidad posee una persona que carece de este talante? ¿No es esto carecer de sentido del honor? ¿De veras no sabía que eran ofrendas? Sabía que se trataba de ofrendas, pero como carecía de sentido del honor en su humanidad, pudo pronunciar tales palabras sin preocupación por la vergüenza y luego, de forma natural y despreocupada, disfrutar y apropiarse de las ofrendas, despilfarrarlas y reclamarlas como propias. Solo aquellos con la humanidad de los anticristos exhiben tales manifestaciones.

Los anticristos carecen de conciencia y razón; ¿de qué otra manera manifiestan que no tienen sentido del honor ni preocupación por la vergüenza? Cuando hacen algo malo, no saben cómo sentir remordimiento y no albergan culpa en su corazón. No se plantean cómo resarcirse o arrepentirse, e incluso creen que sus actos están justificados. Al enfrentarse a la poda o a la sustitución, sienten que se les trata injustamente. Discuten sin cesar y se enzarzan en argucias: carecen de sentido del honor. No hacen ningún trabajo real; a cada rato, sermonean a los demás y los desorientan con teorías vacías, les hacen creer que son espirituales y entienden la verdad. También se jactan con frecuencia de lo mucho que han trabajado y sufrido; dicen que merecen disfrutar de la gracia de Dios y de la acogida y el cuidado de los hermanos y hermanas, de modo que viven de la iglesia como algo natural, y también quieren comer y beber cosas deliciosas y disfrutar de un trato especial. Esto es carecer de sentido del honor y de preocupación por la vergüenza. Asimismo, a pesar de que claramente tienen escaso calibre, no comprenden la verdad ni son capaces de encontrar los principios de práctica ni tampoco de realizar trabajo alguno, se jactan de que son competentes y buenos en todo. ¿No es esto no tener preocupación por la vergüenza? Pese a que claramente no son nada, fingen saberlo todo para que la gente los estime y los admire. Si alguien tiene problemas, pero no les pide consejo a ellos sino a otros, se enfadan, se ponen celosos y se sienten despechados, buscan cualquier manera posible de atormentar a esa persona. ¿No es eso no tener preocupación por la vergüenza? Resulta obvio que mienten a menudo, que poseen diversas actitudes corruptas, si bien fingen que no es así, que Dios les muestra su favoritismo y los ama. Fingen en todo momento que son capaces de soportar el sufrimiento, de someterse, que pueden aceptar la verdad y la poda, que no temen el trabajo arduo ni las críticas y que nunca se quejan, si bien, en realidad, están llenos de resentimiento. A pesar de su evidente incapacidad para compartir ningún entendimiento o para hablar con claridad sobre cualquier verdad, y de su falta de testimonio vivencial, se dedican a aparentar e impostar, a hablar de forma vacía sobre su autoconocimiento a fin de que la gente los considere muy espirituales y con una gran capacidad de comprensión. ¿Acaso no es esto no tener preocupación por la vergüenza? Está claro que tienen multitud de problemas y mala humanidad, desempeñan su deber sin ninguna lealtad y solo confían en su propio intelecto e ingenio en cualquier trabajo que hagan sin buscar la verdad en absoluto, si bien siguen creyendo que llevan una carga, que son muy espirituales y tienen calibre y que son superiores a la mayoría de la gente. ¿No es eso no tener preocupación por la vergüenza? ¿Acaso no son manifestaciones de la falta de humanidad de los anticristos? ¿No revelan a menudo tales cosas? Está claro que les falta comprensión de los principios-verdad y, hagan el trabajo que hagan, no les resulta posible encontrar ningún principio de práctica, pero se niegan a buscar o compartir; confían en su propio ingenio, experiencia e intelecto para llevar a cabo su trabajo. Desean incluso ser líderes, dirigir a los demás y que todo el mundo los escuche, y se enfadan y se ponen como locos cuando nadie lo hace. ¿No es eso no tener preocupación por la vergüenza? Como tienen ambiciones, dones y un poco de ingenio, siempre quieren destacar en la casa de Dios y que esta los coloque en puestos importantes y los cultive. Si no se les cultiva, se sienten deprimidos y albergan resentimiento, se quejan de que la casa de Dios sea injusta, de que no pueda reconocer a la gente con talento y de que no haya nadie que juzgue bien su talento en la casa de Dios ni descubra sus capacidades excepcionales. Si no se les cultiva, no quieren trabajar con afán para llevar a cabo sus deberes, soportar adversidades ni pagar el precio; en cambio, solo quieren servirse de su astucia para librarse del trabajo. En su fuero interno, esperan que alguien en la casa de Dios los estime y los eleve, les permita superar a otros y llevar a cabo los grandes planes que tiene aquí. ¿Acaso no son ambiciones y deseos? ¿No es no tener preocupación por la vergüenza? ¿No es esta la manifestación más común de los anticristos? Si de verdad tienes capacidades, deberías perseguir la verdad, centrarte en realizar bien tu deber y, de manera natural, el pueblo escogido de Dios te tendrá aprecio. Si no posees ni un ápice de verdad y aun así quieres destacar siempre, ¡te falta demasiada razón! Si además tienes ambiciones y deseos y siempre quieres ir a por todas, estás destinado a caer. Aquellos que una vez poseyeron cierto estatus y prestigio en la sociedad quieren hacerse valer, tener la última palabra y que todo el mundo acate sus órdenes cuando empiecen a creer en Dios y entren en Su casa. Quieren presentar sus cualificaciones y credenciales, consideran que todo el mundo está por debajo de ellos y piensan que todos deben estar sometidos a su poder. ¿No es esto no tener preocupación por la vergüenza? Sí. Cuando algunos obtienen ciertos resultados y realizan ciertas contribuciones mientras desempeñan su deber en la casa de Dios, siempre quieren que los hermanos y hermanas los traten con gran respeto, como a ancianos, individuos de alto rango y figuras especiales. Quieren incluso que la gente los admire, los siga y los escuche. Aspiran a convertirse en la figura principal en la iglesia, quieren decidirlo todo, sentar cátedra y tener la última palabra en cualquier asunto. Si nadie escucha ni adopta lo que dicen, quieren abandonar su puesto, menoscabar a todos los demás y reírse de ellos. ¿No es eso no tener preocupación por la vergüenza? Además de no tener preocupación por la vergüenza, son especialmente malévolos. Estos son los anticristos.

La manifestación de no tener preocupación por la vergüenza está demasiado presente en el talante de los anticristos. La mayoría de la gente la exhibe en cierto grado, pero los anticristos no solo la poseen, sino que además nunca reconocen lo grave que es su naturaleza ni se arrepienten, ni tratan de conocerla ni se rebelan contra ella. En su lugar, la consideran algo natural, lo que equivale a rechazar aceptar la verdad. Por mucho que su comportamiento carezca de preocupación por la vergüenza y de razón y sea repugnante y detestable, ellos siguen creyendo que es natural y está justificado. Les parece algo razonable, y que sus dones y capacidades los hacen merecedores de ser líderes. Creen además que deben reafirmar su veteranía y que los demás han de escucharlos debido a sus contribuciones, y no ven nada de esto como no tener preocupación por la vergüenza. ¿Acaso no están ya más allá de cualquier esperanza posible? Esto no es humanidad normal; este es el talante de los anticristos. La gente corrupta corriente puede que posea estas manifestaciones y pensamientos en mayor o menor medida y en grados variables de gravedad, pero al leer las palabras de Dios y aceptar y comprender la verdad, reconocen que tales cosas no son lo que la humanidad normal debería poseer. Asimismo, reconocen que cuando surgen tales ideas, pensamientos, planes o exigencias irracionales, se deben rebelar contra ellas, desprenderse de ellas, revertirlas, aprender a arrepentirse, aceptar la verdad y practicar conforme a ella. ¿Cuál es la diferencia entre los anticristos y los individuos corruptos normales? Reside en el hecho de que los anticristos nunca creerán que sus ideas, pensamientos y deseos sean equivocados ni que Dios los condena y aborrece, así como tampoco que sean cosas negativas que pertenecen a Satanás. Por consiguiente, nunca se desprenden de esos pensamientos o creencias. En su lugar, insisten en ellos, no se rebelan en su contra y, desde luego, no aceptan lo que es correcto y positivo y dejan que esto se convierta en la práctica que deberían tener y en los principios a los que deberían atenerse. Esta es la distinción entre los anticristos y los individuos corruptos corrientes. Mirad a vuestro alrededor: cualquiera que tenga tan poca preocupación por la vergüenza y jamás lo reconozca ni sea siquiera consciente de ello es un típico anticristo.

Los anticristos cuentan con otra característica típica que es muy fácil de discernir. Carecen de sentido de la vergüenza. Tal como está escrito en la Biblia: “El hombre impío muestra audacia en su rostro” (Proverbios 21:29). Solo los anticristos son auténticas personas malvadas. Los anticristos son desvergonzados; aunque hagan muchas cosas que no tienen preocupación por la vergüenza, insensibles a los sentimientos de las personas y reñidas con la verdad, no son conscientes de ellas ni las reconocen. No aceptan lo que es correcto o positivo y no se desprenden de sus puntos de vista y prácticas incorrectas; en su lugar, insisten en ellas hasta el final. Así son los anticristos. ¿En qué situación os encontráis? Cuando hacéis estas exigencias nada razonables, tenéis estos pensamientos desvergonzados, así como intenciones e ideas que Dios odia, ¿sois conscientes de que Dios detesta todo esto y por tanto podéis rebelaros contra estos aspectos y desprenderos de ellos? ¿O es que, tras oír la verdad, os negáis a desprenderos de ellos, insistís y creéis tener razón? (Cuando soy consciente de todos estos pensamientos me es posible vincularlos con las palabras de Dios y sentir que son bastante despreciables y no tienen preocupación por la vergüenza, así que soy capaz de orar y rebelarme contra ellos). Aquellos que pueden orar conscientemente y rebelarse contra ellos no son anticristos; los que nunca oran ni se rebelan en su contra, sino que siguen sus propios pensamientos, se oponen a Dios en su corazón y se niegan a aceptar la verdad son los típicos anticristos. Da igual lo desvergonzadas que sean las cosas que han hecho, se niegan a admitirlas y reconocerlas. ¿No resulta obvio que se trata de personas que no aceptan las cosas positivas, sino que aman las negativas y perversas? ¿Acaso sois incapaces de distinguir a qué categoría pertenecéis o no habéis tenido nunca estos pensamientos que no tienen preocupación por la vergüenza? (He tenido estos pensamientos y, tras adquirir conciencia de ellos, he sido capaz de orar a Dios y de rebelarme en su contra. A veces no he sido consciente de ellos, he actuado o he hablado sin sentir que no tuvieran preocupación por la vergüenza y me acabé dando cuenta más tarde, cuando se me dejó en evidencia, y entonces fui capaz de orar y de rebelarme contra tales pensamientos). Si no eres consciente de que son cosas desvergonzadas, no hay problema; si eres consciente, pero no aceptas la verdad ni te rebelas contra ti mismo, entonces es un grave problema. Supongamos que estáis entumecidos la mayoría del tiempo, incapaces de realizar conexiones entre esto y la palabra de Dios, que no sois conscientes de cuál es vuestro problema, pero que cuando os dais cuenta, en vuestro fuero interno os sentís de inmediato culpables y reprendidos, demasiado avergonzados para ver a nadie, y pensáis que sois despreciables, inferiores y tenéis poca integridad. Por tanto, os odiáis a vosotros mismos y os dais asco, por lo que contempláis cómo cambiar y desprenderos de estas cosas. Esta es una situación normal. Si os podéis rebelar contra vosotros mismos una vez que os dais cuenta, hay esperanzas de que os salvéis. Si sois conscientes de ello y aun así no os rebeláis contra vosotros mismos, no hay esperanzas de salvación. La salvación de una persona depende de si puede aceptar la verdad o no. Hay quien puede decir: “Estoy entumecido y soy tonto, soy de poco calibre, pero mientras entienda un poco de lo que oigo, puedo practicar de acuerdo con las palabras de Dios y rebelarme contra mí mismo”. A tales personas se las puede salvar. Por muy bueno que sea el calibre de uno o cuánta verdad comprenda, si no se rebela contra sí mismo, si insiste en no practicar ni aceptar la verdad y se resiste y opone a ella en su fuero interno, se acabó, no hay esperanza para esa persona. No tener preocupación por la vergüenza es también un rasgo típico del talante de los anticristos. Fijaos en si hay gente así a vuestro alrededor y luego examinaos a vosotros mismos para determinar si pertenecéis a esta categoría. Observad si tenéis la sensación constante de ser perfectos y maravillosos, si siempre os consideráis a vosotros mismos un salvador, si siempre aspiráis a que se os coloque muy por encima de los demás, si estáis ansiosos por compararos con los demás en cualquier grupo para comprobar vuestra altura y, con independencia de que os sea posible o no acabar por superar a otras personas, deseáis ser sobresalientes y queréis que os tengan en alta consideración, destacar entre la multitud y convertiros en un miembro especial del grupo. ¿Qué te hace especial? ¿Te salen cuernos o tienes tres ojos o tres cabezas y seis brazos? No tienes nada de especial, ¿por qué siempre te parece que destacas y que eres singular? Eso es no tener preocupación por la vergüenza. Por un lado, no hay nada particularmente especial en tus capacidades físicas innatas y, por otro, tampoco en tu calibre. Lo que es más importante es que, como todo el mundo, estás lleno de actitudes corruptas, careces de entendimiento de la verdad y eres de la calaña de Satanás, que se resiste a Dios. ¿De qué puedes alardear? Está claro que de nada. Las pocas destrezas, capacidades, dones y talentos que posees no son dignos de mención porque no representan a la humanidad normal y no están relacionadas con las cosas positivas. Sin embargo, insistes en sacar a relucir cosas que no son dignas de mención, las consideras tus propias medallas de honor, te jactas de ellas por todas partes, como si fueran tu gloria y tu capital, a fin de obtener la estima y la adoración de las personas. Llegas incluso a usarlas como capital para que otra gente provea para ti y para disfrutar de la estima y del trato favorable de los demás. ¿No es esto no tener preocupación por la vergüenza? Estas exigencias, pensamientos, intenciones, ideas y otras cosas irracionales semejantes que crean la humanidad y la razón anormales son todas manifestaciones de no tener preocupación por la vergüenza. Si estas manifestaciones de no tener preocupación por la vergüenza dominan la humanidad de alguien y se convierten en una importante característica suya que impide que acepte y entienda la verdad, esta es una característica típica de los anticristos.

Hay quienes gastan las ofrendas para comprarles a los hermanos y hermanas cosas deliciosas, de alta calidad y a la moda. Aseguran que lo hacen para ser considerados con ellos, para que puedan vivir felices y despreocupados en la casa de Dios y luego le estén agradecidos al amor de Dios. ¿Qué te parece esta idea? ¿Es lo bastante humanitaria? (No. Tratan las ofrendas de Dios como si fuera su propio dinero, las gastan como quieren, en lugar de usarlas con normalidad y de un modo razonable conforme a los principios de la casa de Dios). ¿Qué problema de humanidad es este? (No tener preocupación por la vergüenza). Tales individuos se convierten en típicos anticristos en cuanto logran estatus. Usan las ofrendas para congraciarse con otros, dicen: “A los hermanos y hermanas les falta ropa y tienen una vida complicada. Padecen muchas dificultades y a nadie le importa. Yo me he dado cuenta y voy a hacerme responsable de ello. La casa de dios necesita gastar algo de dinero para facilitarles las cosas a los hermanos y hermanas, para permitirles experimentar la calidez, el gran amor y la gracia de dios mientras viven en su casa, a fin de que se satisfagan todos los aspectos de su vida. Por tanto, he de pensar un poco más en ello y considerar con atención aquello de lo que los hermanos y hermanas carecen o lo que necesitan. Hay que comprar vasos herméticos para que a los hermanos y hermanas les resulte más cómodo beber agua y para que se los lleven consigo cuando salgan. Hay que comprarles sillas con respaldos blandos para que no les duela la espalda si se pasan mucho tiempo sentados. Deben ser sillas cómodas y de una altura, angulación y blandura apropiadas. Cuesten lo que cuesten, no debemos reparar en gastos para los hermanos y hermanas, ya que son los pilares de la casa de dios y el capital y el sostén de la expansión de la obra de la casa de dios. Por tanto, cuidar bien a los hermanos y hermanas mejora la obra de la casa de dios”. Al oír esto, la mayoría de los hermanos y hermanas se echan a llorar, abrumados por la gratitud, y no paran de gritar que se trata del amor de Dios. Los que se encargaron de este asunto sienten un calor interior al oírlos, piensan: “Por fin hay gente que entiende mi corazón”. ¿Qué es esto? (No tener preocupación por la vergüenza). ¿Cómo es que aportar estos enormes beneficios a los hermanos y hermanas se considera no tener preocupación por la vergüenza? ¿Es una calumnia? (No). Usan el dinero de la casa de Dios para demostrar tal generosidad, a fin de ganarse el corazón de la gente y fingir que les muestran consideración y cariño a los hermanos y hermanas. ¿Cuál es su verdadero objetivo? Por decirlo de manera suave, el de disfrutar de estos beneficios junto con los hermanos y hermanas. Si usamos palabras más drásticas, lo hacen para congraciarse con los demás y asegurarse de que se acordarán siempre de ellos, ocuparán un lugar en su corazón y recordarán lo buenos que han sido. Si se gastaran su propio dinero, ¿tratarían a los hermanos y hermanas de la misma manera? (Desde luego que no). Se revelarían sus verdaderas intenciones y no tratarían así a la gente. A juzgar por el uso imprudente que hacen de las ofrendas de Dios conforme a sus propios deseos, son personas que carecen de integridad y de criterio moral, son viles y desvergonzadas. ¿Acaso podrían tratar a los demás con verdadera amabilidad? ¿Qué clase de personas son? (Son anticristos que no tienen preocupación por la vergüenza). Hay también algo de insidioso e implacable en no tener preocupación por la vergüenza que poseen los anticristos y que se manifiesta en su humanidad. Se sirven de mentiras para lograr sus objetivos personales. De las palabras que salen de su boca, ¿cuáles son sinceras? Si bien parecen muy considerados, que aman realmente a las personas y que piensan mucho en ellas, en realidad albergan intenciones malévolas en su interior. Ellos no pagan ningún precio, sino que gastan las ofrendas y, al final, es la casa de Dios la que sufre pérdidas mientras que ellos se benefician. Esto hacen los anticristos. No solo no tienen preocupación por la vergüenza, además son insidiosos e implacables. Mienten habitualmente, mienten y engañan a la gente dondequiera que van, no pronuncian ni una sola palabra sincera. Esto por sí solo ya es repugnante, pero, además, se jactan de ser cándidos, amables, buenos con los demás, amorosos, compasivos, incapaces de ser duros con nadie ni de tomar represalias contra aquellos que los intimidan. Incluso alardean de que son individuos perfectos y decentes, desean crearse una imagen y ocupar un lugar en los corazones de la gente. ¿No es esto no tener preocupación por la vergüenza? Esta es la naturaleza de los anticristos; su humanidad está llena de tales aspectos.

En cuanto a los que van desbocados haciendo el mal y no tienen preocupación por la vergüenza, la gente puede distinguirlos en cierto modo, pero no es fácil discernir que los anticristos no tienen preocupación por la vergüenza. He visto una manifestación especial de un anticristo que no tenía preocupación por la vergüenza. A menudo se comportaba de manera salvaje y presuntuosa, mentía habitualmente y tenía una manera de hablar sistemática, organizada y bien estructurada. Sin embargo, en lo que respecta a ocuparse de las tareas, no podía terminar lo que empezaba, iba desbocado haciendo el mal y no tenía principios de ningún tipo. Después de un tiempo desempeñando los deberes en la casa de Dios, todo lo que hacía salía mal y nada de lo que llevaba a cabo estaba bien, fuera lo que fuera. El problema más fundamental era que seguía queriendo desorientar a las personas, dejar una buena impresión en su corazón y que preguntaba a cada momento qué pensaban los demás sobre él y si lo tenían en alta consideración. Al final, cuando quedó claro que cometía errores en sus deberes de manera continuada y no era capaz de hacer nada bien, la casa de Dios lo despidió. No solo no llegó a reconocer estas evidentes manifestaciones, sino que se construyó una fachada especialmente inocente cuando lo despidieron. ¿Qué significa esa fachada inocente? Que nunca reconoció sus acciones malvadas pasadas, sus mentiras, sus engaños y que desorientara a otras personas, así como tampoco haber creado un reino independiente y haber puesto a la iglesia bajo el control de su propia familia, haber ido por ahí desbocado haciendo el mal y actuando sin principios, sin buscar jamás la verdad. Llegó incluso a hacer lo que le vino en gana, entre otros hechos malvados, y no fue en absoluto capaz de reconocer estos malvados actos. Al contrario, creía que había cumplido su deber en la casa de Dios durante muchos años, que había sufrido bastante, pagado un alto precio, dedicado mucho tiempo y gran cantidad de energía. Y, sin embargo, al final, había alcanzado un punto en el que tenía mala reputación y todo el mundo lo menospreciaba, a nadie le daba pena, nadie le tenía simpatía ni hablaba en su defensa. ¿No es esta una fachada inocente? ¿De qué clase de humanidad es una manifestación esta fachada inocente? (De carecer de razón y no tener preocupación por la vergüenza). Exacto. Consideraba las cosas que hacía y los deberes que debía cumplir como méritos propios. Negó por completo todo lo que había hecho que no se ajustaba a los principios-verdad o suponía una perturbación o un trastorno, hasta que al final construyó una fachada inocente. Esto es no tener preocupación por la vergüenza y él es el típico anticristo. ¿Os habéis encontrado alguna vez con individuos así? Al margen de lo que les encargues o de las tareas que les asignes, lo que ellos buscan es reclutar efectivos, fundar un reino independiente y mantener a los demás alejados del foco de atención para así poder ocuparlo ellos mismos. Quieren superar a todo el mundo, nada de lo que digan a nadie es sincero, dejan a los que los escuchan con la incertidumbre de cuáles de sus afirmaciones son verdaderas y cuáles falsas. Cuando al final los despiden, llegan incluso a percibirse a sí mismos como especialmente inocentes y esperan que alguien los defienda. ¿Creéis que alguien lo haría? (No). El que lo hiciera tendría que ser alguien que ignorara los verdaderos hechos, un imbécil, una persona a la que han desorientado o un individuo de la misma calaña que ellos.

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