Digresión seis: Resumen de la calidad humana de los anticristos y de su esencia-carácter (III) Parte 2
f. Hacer exigencias
El siguiente punto corresponde a las exigencias que los anticristos hacen a Dios y, con respecto a esto, existen más manifestaciones concretas. Se puede describir a los anticristos como eso que dicen los no creyentes de que “no mueven un dedo si no hay recompensa”. ¿Qué más? (“El interés les mueve los pies”). El interés les mueve los pies. Si hay beneficio, van a por él, pero si no lo hay, no se mueven. Sea cual sea la situación, tienen que sopesarla en su mente y piensan: “¿Qué ventaja importante puedo obtener al hacer esto? ¿Cuánto beneficio podría obtener? ¿Vale la pena pagar un precio tan alto por ello? Si pago un gran precio, pero al final otros terminan beneficiándose y no tengo la oportunidad de lucirme, definitivamente no lo haré”. ¿No es esa la actitud de los anticristos hacia la comisión y las exigencias de Dios? Si se proponen realizar un pequeño esfuerzo en el cumplimiento de sus deberes sin obtener beneficio alguno, y padecen cierto sufrimiento pero no reciben ninguna gracia, reaccionan para sus adentros de manera inmediata y dicen: “Me esforcé mucho. ¿Por qué no obtuve ningún beneficio? ¿Es rentable el negocio de mi familia o no?”. Si hacen cálculos y se dan cuenta de que sus ingresos son mayores que los del mes anterior, siguen saliendo a predicar el evangelio, sin temor pese a los riesgos que ello conlleva. Sin embargo, en cuanto surge un problema con el negocio familiar y sus ganancias son notablemente menores a las del mes anterior, enseguida se quejan y dudan de Dios en el corazón, y piensan: “Dios, no fui perezoso ni taimado al cumplir con mi deber, y tampoco lo hice de manera superficial. Este mes viajé más y trabajé más arduamente que el mes pasado. ¿Por qué has dejado de bendecir a mi familia? ¿Por qué no está yendo bien el negocio familiar?”. Su actitud hacia Dios y hacia Su comisión cambia instantáneamente, y piensan: “Si tú no bendices a mi familia, no me culpes por cumplir con mi deber de manera superficial. El próximo mes no me esforzaré tanto. Si se supone que debo levantarme a las cinco, me levantaré a las seis, y si debo salir a las ocho, saldré a las diez. Antes podía convertir a cinco destinatarios del evangelio al mes; ahora, solo convertiré a dos. ¡Con eso bastará!”. ¿Qué están calculando? Si lo que invierten y aportan es equivalente a lo que Dios les da. Además, solo consideran que es rentable y vale la pena sufrir y pagar un precio si lo que Dios les da supera con creces lo que ellos piden y desean. De lo contrario, sea cual sea la tarea o el deber que la casa de Dios les asigne, su forma de tratarlos siempre es la misma: actúan de manera superficial, saliendo del paso y haciendo lo mínimo indispensable siempre que pueden, y nunca jamás muestran un ápice de sinceridad. Esta manifestación corresponde tanto a hacer exigencias como a negociar. Las personas solo hacen exigencias cuando hay que llegar a un acuerdo; si no existe ningún acuerdo al que llegar, no tienen exigencias.
Los anticristos nunca han albergado en el corazón la más mínima sinceridad ni lealtad hacia la comisión de Dios, la obra de la casa de Dios ni sus propios deberes. Solo utilizan su propio intelecto, energía, tiempo y el sufrimiento físico y el precio que pagan a cambio de satisfacer sus deseos de bendiciones, recibir las recompensas que anhelan, y, por supuesto, obtener paz, alegría, estabilidad interior, felicidad familiar en esta vida e incluso comodidad en su entorno, así como la estima, admiración y valoración positiva de los demás. En resumen, los anticristos nunca cumplen con sus deberes en la casa de Dios con sinceridad, y no ofrecen ni una pizca de lealtad. Tanto si soportan dificultades y pagan un precio como si salen del paso de manera superficial, su objetivo final es exigir a Dios aquello que anhelan a fin de complacer sus propios deseos. De ahí que, cada vez que se enfrentan a la adversidad, a la poda o a personas, acontecimientos y cosas que les desagradan, piensen inmediatamente: “¿Afecta la aparición de estas cosas a mis intereses? ¿Tendrán algún impacto en mi reputación? ¿Influirán en mis oportunidades y mi desarrollo en el futuro?”. Sin importar si durante el cumplimiento del deber sus manifestaciones son positivas o negativas, sea como sea, nunca actúan de acuerdo con los principios-verdad. Solo piensan en términos de intercambios comerciales, calculando el valor de lo que pagan y ofrecen como si fueran empresarios, y evaluando cuántos beneficios pueden rendir sus inversiones. Puede que algunos digan: “Creemos en Dios para obtener la verdad y la vida, a fin de alcanzar la salvación”. Los anticristos, en cambio, piensan: “¿Cuánto vale la salvación? ¿Y la comprensión de la verdad? Estas cosas no tienen valor. Lo realmente valioso es obtener cien veces más en esta vida y la vida eterna en el mundo venidero. Lo que sí es un beneficio realmente importante es, en esta vida, que los demás te ensalcen, te aprecien y que te honren por ser grande en la casa de dios, y en el mundo venidero, tener autoridad sobre todas las naciones”. Esa es la ambición de los anticristos, un cálculo que hacen en lo más profundo de su corazón, detrás del desempeño de su deber. Este cálculo está repleto de transacciones y exigencias. Su escasa “sinceridad” hacia su deber y hacia Dios tiene como único objetivo garantizar que Dios les conceda la vida eterna, los proteja de las catástrofes, les otorgue bendiciones y gracia, y satisfaga todos sus deseos. Por lo tanto, el corazón de los anticristos está repleto de diversas exigencias hacia Dios, lo que colectivamente se denomina hacer exigencias. Excepto la verdad, los anticristos desean todo, tanto cosas materiales como inmateriales.
Hay algunos anticristos que en algún momento hicieron una pequeña contribución a los hermanos y hermanas o a la iglesia. Por ejemplo, puede que hayan asumido ciertas tareas de riesgo en la iglesia o que hayan acogido a hermanos y hermanas que no podían regresar a su hogar. Si a esto le sumamos el período de tiempo relativamente largo que llevan creyendo en Dios, la mayoría de la gente puede considerarlos personas con méritos y cualificaciones. Al mismo tiempo, ellos mismos se sienten superiores y en ventaja. Confían en su antigüedad y se jactan de ello diciendo: “Llevo creyendo en dios muchos años y he hecho algunas contribuciones a su casa. ¿No debería dios tratarme de manera especial? Por ejemplo, la gente disfruta de la bendición de ir al extranjero. Si se tiene en cuenta la antigüedad de las personas, ¿no debería yo tener prioridad? Debido a que he hecho una contribución a la casa de dios, debería tener prioridad y recibir un trato especial, y no debería ser evaluado conforme a los principios”. Algunas personas incluso han sido encarceladas y, al encontrarse sin hogar tras su puesta en libertad, piensan que la casa de Dios debería tratarlas de manera especial. Por ejemplo, consideran que esta debería suministrarles dinero para ayudarlos a comprar una casa, hacerse responsable de su sustento en la segunda mitad de su vida o satisfacer todas las necesidades materiales que planteen. Si lo necesitan, la casa de Dios debería proporcionarles un automóvil. Si tienen problemas médicos, la casa de Dios debería comprarles suplementos para la salud. ¿No se aprovechan de su antigüedad y presumen de su preparación? Estas personas creen que han hecho contribuciones, así que hacen exigencias a Dios de manera abierta y descarada. Piden coches, casas y una vida lujosa. Incluso piden a los hermanos y hermanas que se encarguen por ellos de ciertos asuntos y recados de forma gratuita y de esta manera los convierten en sus sirvientes o esclavos. ¿No se han convertido en personas que viven a costa de la iglesia? Tu fe en Dios es en realidad por tu propio bien, y vas a prisión por ti mismo. Cualquier deber que cumplas es tu responsabilidad. Cuando realizas tu deber y obtienes la verdad, es por tu bien. Tu fe en Dios es voluntaria, nadie te obliga. Obtener la vida es por tu propio bien, no por el de los demás. Incluso si has asumido ciertas tareas de riesgo para la casa de Dios o la iglesia, ¿se lo considera un mérito? No es un mérito; es lo que debes hacer. Es Dios quien te eleva y te da tal oportunidad; es una bendición que proviene de Dios. No es algo que debas usar como un capital para vivir a costa de la iglesia. Entonces, ¿son anticristos esas personas? En concreto, esas personas no pueden compartir ninguna realidad-verdad, y cuando están con hermanos y hermanas que llevan menos tiempo creyendo y son más jóvenes, solo hablan de sus experiencias del pasado y alardean de su preparación; carecen de cualquier enseñanza o conocimiento sobre experiencias de vida valiosas. No edifican a los demás, sino que se dan aires de grandeza y actúan con altivez y petulancia. Son incapaces de asumir cualquier tipo de trabajo significativo en la casa de Dios y no pueden cumplir con sus verdaderos deberes de manera adecuada. Aun así, viven de la iglesia y extienden las manos para hacer exigencias a Dios. ¿No es una desfachatez? En términos de preparación, ¿acaso no estoy Yo más capacitado que vosotros? ¿Me he dado aires de superioridad frente a vosotros? ¿Os he pedido algo? (No). Entonces, ¿por qué los anticristos hacen tales cosas? Porque no tienen vergüenza. Cuando aceptan sus deberes, solo piensan en transacciones. Al cumplir con sus deberes, no cuentan con el punto de vista adecuado y no los consideran deberes ni obligaciones ni algo que un ser creado deba hacer. Aunque puedan llevar a cabo algunos deberes, padecer cierto sufrimiento y pagar un precio, ¿qué es lo que piensan en el corazón? Piensan: “Nadie más puede hacer esta tarea. Si la hago, me haré famoso en la casa de dios, me valorarán dondequiera que vaya y estaré capacitado para disfrutar de lo mejor en todos lados. Me convertiré en alguien importante en la casa de dios, seré capaz de conseguir lo que quiera y nadie se atreverá a decir nada porque tengo la preparación necesaria”. Debido a su calidad humana, no existe posibilidad alguna de que los anticristos traten a Dios, a Su comisión o a la obra de la casa de Dios con la más mínima sinceridad o voluntad. Aunque aparenten estar dispuestos y ser capaces de sobrellevar el sufrimiento y pagar un precio, inmediatamente después se disponen a extender las manos para hacer exigencias y pedir recompensas a Dios, procurando vivir a costa de la iglesia y sacar provecho en todas partes. Por lo tanto, a juzgar por sus tácticas, es absolutamente adecuado definir la esencia-carácter de los anticristos como perversa. Los pensamientos y puntos de vista que albergan respecto a sus deberes y la comisión de Dios son perversos, no se ajustan a la verdad, y ciertamente no se corresponden con el estándar de la conciencia.
En cualquier deber que desempeñen, los anticristos siguen sus propios deseos y buscan fama y estatus personales. Nunca buscan la verdad ni reflexionan sobre sí mismos. Si en su trabajo surge alguna irregularidad o problema, la postura que adoptan no tiende a buscar ni aceptar la verdad. En lugar de eso, tratan constantemente de ocultar los hechos, de preservar su imagen y vanagloria y de lucirse en cada momento para ganarse la estima de los demás. En pocas palabras, tienen el corazón repleto de perversidad, de la filosofía de Satanás y de nociones y figuraciones humanas, y desprovisto de cualquier cosa que concuerde con la verdad. Los anticristos jamás buscan la verdad en los deberes que realizan, ni tienen la intención de someterse a los arreglos de la obra de la casa de Dios. Se atienen en todo momento a su propia manera de hacer las cosas y actúan de acuerdo con sus preferencias personales. Sin importar la tarea en cuestión, hacen cálculos en el corazón para ver cómo pueden salir beneficiados. Solo valoran qué deberes pueden realizar para conseguir fama, beneficio, estatus, el aprecio de los demás y algo de honor. Una vez que llevan a cabo sus deberes, esperan que sus logros queden documentados en el libro de Dios, llevan una cuenta mental de ellos y se aseguran de que cada contribución esté bien anotada y que nada se pase por alto. Consideran que cuanto más trabajo hagan y mayores sean sus contribuciones, más esperanzas tendrán de entrar en el reino y recibir recompensas y coronas. Las posturas y los puntos de vista que los anticristos albergan con respecto a sus deberes son tal que así. No hacen más que pensar en transacciones y exigencias; ¿acaso eso no pone claramente al descubierto su esencia-naturaleza? ¿Por qué solo piensan en transacciones y en hacer exigencias a Dios? La razón es porque su esencia-carácter es perversa; esto es absolutamente cierto. Se puede ver a partir de las ideas y las opiniones que tienen respecto a sus deberes, las cuales confirman plenamente que su esencia-carácter es perversa. Sin importar cuánta verdad se comparta ni la manera en la que el carácter corrupto de la gente quede en evidencia y se diseccione, los anticristos no dan muestras de conocer su esencia-carácter. No solo se niegan a aceptar la verdad, sino que también desarrollan resentimiento en el corazón. Cuando sienten que sus esperanzas de recibir bendiciones y recompensas se han desvanecido, creen que Dios juega sucio y piensan que la exposición y la disección de Dios son un intento deliberado de negar las recompensas, lo que hace que las personas se esfuercen en vano por Dios y finalmente no obtengan nada. Su corazón no solo carece de un entendimiento positivo de la obra de Dios y la verdad, sino que también desarrolla nociones y malentendidos, lo que intensifica su resistencia a Dios. Por lo tanto, conforme se disecciona el carácter y la esencia satánicos de la raza humana corrupta, y a medida que se exponen las argucias, motivaciones y propósitos de Satanás, mayor es la aversión y el odio por la verdad que sienten los anticristos. ¿Por qué ocurre esto? Porque creen que, cuanto más se comparta la verdad, menor será su esperanza de recibir bendiciones. A medida que se comparte la verdad, ven que la senda de intercambiar sufrimiento y esfuerzo por recompensas y coronas no resulta viable, y esto los llevará a creer que no tienen esperanza de recibir bendiciones. Cuanto más se comparte la verdad de esta manera y cuanto más se realiza este tipo de exposición, menos interés muestran en creer en Dios. Al ver que nada de lo que Dios menciona hace referencia a cuánto sufrimiento y sacrificio se necesita para obtener una recompensa equivalente, y que Él no ha dicho nada sobre entrar en el reino de los cielos gracias únicamente a trabajar duro, piensan que su senda de hacer transacciones con Dios ha llegado a su fin. En lo más profundo, sienten que no son más que el blanco al cual Dios está decidido a castigar, el miedo los perturba y piensan que sus días están contados, como si el fin estuviera cerca. ¿Cómo os sentís después de escuchar un sermón detrás del otro donde se pone al descubierto a los anticristos? Os veo a todos con la cabeza gacha. ¿Os sentís un poco desanimados? ¿Os habéis dado cuenta de que estáis recorriendo la senda de los anticristos? ¿Están vuestros pensamientos repletos de esas ideas perversas de negociar con Dios? ¿Lo habéis notado ahora? ¿Podéis revertir rápidamente la situación? (Yo también pienso que necesito cambiar lo antes posible; no puedo seguir viviendo con estas actitudes propias de un anticristo). Aunque todos tenéis las actitudes de los anticristos y la intención de negociar con Dios y recibir bendiciones, aún no sois anticristos. Por eso, debéis buscar la verdad sin demora para resolver el problema, alejaros del borde del abismo y emprender la senda de la búsqueda de la verdad. ¿Acaso no se resolverá así el problema? Tener el carácter de los anticristos y recorrer su senda es un problema que puede resolverse con facilidad. Siempre y cuando puedas aceptar la verdad, reflexionar sobre ti mismo, conocer el carácter corrupto que posees en tu interior, entender la esencia del problema de perseguir fama, beneficio y estatus, y luego abandones ese método de búsqueda erróneo, renuncies al punto de vista equivocado sobre la fe en Dios, te deshagas de la intención de recibir bendiciones, creas en Dios solo con el propósito de perseguir la verdad y convertirte en una nueva persona, persigas únicamente transformarte en alguien que se someta a Dios, y solo adores a Dios, sin idolatrar ni seguir a los humanos, tu estado se normalizará gradualmente. No hay duda de que entrarás en la senda de la búsqueda de la verdad. A lo que debes temer es a no aceptar la verdad, a sentir aversión por ella y a, pese a saber que negociar con Dios es incorrecto y que buscar fama, beneficio y estatus también lo es, seguir siendo terco y no arrepentirte nunca. En ese caso, tienes la esencia-naturaleza de un anticristo y debes ser descartado. Si cometes muchas maldades, te enfrentarás al castigo.
La diferencia entre los anticristos y los humanos corruptos corrientes radica en que, para los anticristos, perseguir la fama, el beneficio, el estatus y las bendiciones, así como negociar con Dios, no es solo una manifestación pasajera o esporádica, sino que se guían por esas cosas. Solo eligen una senda, la senda de los anticristos, y viven de acuerdo con la naturaleza de los anticristos y las filosofías satánicas. Los humanos corruptos corrientes son capaces de elegir una segunda opción y recorrer la senda de la búsqueda de la verdad, pero a los anticristos no les gusta la verdad y no tienen tal necesidad. Su naturaleza está repleta de filosofías satánicas, y no tomarán la decisión correcta. Nunca aceptarán la verdad; persistirán en sus errores hasta el final, y no cambiarán de rumbo ni se arrepentirán. Saben que están repletos de tratos que hacer con Dios, que lo verifican y antagonizan con Él a cada instante. Sin embargo, tienen sus motivos y piensan: “¿Qué tiene de malo? Exigir a dios algunas bendiciones materiales y disfrutar de ciertos beneficios del estatus no son acciones deshonrosas. No he cometido ningún asesinato ni provocado ningún incendio, y tampoco me he resistido a dios en público. Por supuesto, he estado trabajando para establecer un reino independiente y he actuado de manera algo arbitraria, pero no he dañado ni herido a nadie, no he perjudicado la obra de la casa de dios ni le he ocasionado pérdidas”. ¿No es incorregible? Por mucho que la casa de Dios les hable sobre la verdad o los exponga y los pode, se niegan a admitir sus errores; es algo incorregible. Esa es la esencia de los anticristos. No les importa si los calificas de malvados o perversos, y persisten en su maldad y su perversidad. Eso demuestra que los anticristos son individuos impenitentes a ultranza. ¿Querrías seguir hablando sobre la verdad con ese tipo de personas? Ni siquiera saben distinguir entre las cosas positivas y las negativas. ¿Qué les puedes decir? No hay nada que decir. Los anticristos rebosan una esencia-carácter perversa y viven sumidos en ese carácter. Su naturaleza inherente consiste en verificar a Dios y hacer transacciones con Él, y nadie los puede cambiar; se mantienen inalterables en cualquier situación. ¿Por qué no cambian? Porque, independientemente de cuántas verdades se les comunique, por muy comprensibles y esclarecedoras que sean las palabras utilizadas, no son conscientes del problema real. No pueden entender ni saben qué es la verdad, y tampoco saben qué son las cosas negativas; esa es la razón.
Los anticristos realizan transacciones con Dios en relación con diversos asuntos y le hacen exigencias al respecto. Por supuesto, sus exigencias abarcan una multitud de cosas tangibles e intangibles, materiales y no materiales, del presente y del futuro. Siempre y cuando puedan imaginarlo, piensen que son merecedores de ello y sea algo que deseen, hacen exigencias a Dios sin ningún tipo de vergüenza, y esperan que Él las satisfaga. Por ejemplo, cuando realizan un deber en particular, a fin de destacar y convertirse en una figura excepcional, tener la oportunidad de ser el centro de atención y obtener el estatus deseado, así como el aprecio de más personas, esperan que Dios les otorgue algunas habilidades especiales. Cuando le oran, dicen: “Oh, dios, estoy dispuesto a llevar a cabo mi deber con lealtad. Después de aceptar este deber de tu parte, pienso todos los días en cómo llevarlo a cabo adecuadamente. Estoy dispuesto a dedicarle la energía de toda una vida, a ofrecerte mi juventud y todo lo que tengo y a soportar dificultades por ello. Por favor, durante el cumplimiento de este deber, concédeme palabras para hablar, otórgame inteligencia y sabiduría, y permíteme mejorar mis habilidades profesionales y mis capacidades”. Tras expresar su lealtad y plantear su punto de vista, los anticristos acuden inmediatamente a Dios para pedirle tales cosas. Aunque son intangibles y la gente considera que es razonable pedírselas a Dios, ¿no constituye eso una manera de hacer transacciones y exigencias? (Sí). ¿Cuál es el objetivo de esa transacción? ¿Cuál es la esencia que estamos diseccionando? Los anticristos no son en absoluto sinceros con respecto a los deberes que Dios les ha encomendado, ni tampoco tienen la intención de mostrar lealtad al cumplirlos. Antes de llevarlos a cabo, sus pensamientos giran en torno a cómo aprovechar la oportunidad para exhibir sus talentos y ganar fama entre las personas, en lugar de utilizarla para realizar sus deberes adecuadamente y buscar las verdades que deben entender y los principios que deben perseguir en el cumplimiento de dichos deberes. Así que, cuando los anticristos se presentan ante Dios para orar, en primer lugar buscan y piden cosas que beneficien su reputación y estatus, como inteligencia, sabiduría, una perspectiva única, habilidades sobresalientes, la apertura de sus ojos espirituales, etc. No las quieren para comprender la verdad ni para ofrecer su sinceridad y cumplir bien con sus deberes. Claramente, estas peticiones están cargadas de negociaciones y exigencias y, aun así, siguen pensando que lo que hacen está justificado. En el caso de este tipo de oración y esta clase de transacciones que las personas realizan, aun cuando sufran y paguen un precio durante el cumplimiento de su deber y aunque le dediquen algo de tiempo y energía, ¿aceptará Dios dicho cumplimiento? Desde la perspectiva de Dios, Él no aceptará en absoluto semejante cumplimiento del deber, porque en estas personas no hay sinceridad, lealtad y sin duda tampoco auténtica sumisión. Se puede decir entonces que su deseo subjetivo es perseguir el estatus y la fama, así como el aprecio y la admiración de los demás, y que durante el transcurso del cumplimiento de sus deberes no se ha producido ninguna mejora en su entrada en la vida ni ningún cambio en su carácter.
Cuando les ocurren cosas, los anticristos enseguida comienzan a urdir estrategias, hacer cálculos y formular planes en el corazón. Son como contables: hacen transacciones con Dios para todo, desean muchas cosas y le plantean numerosas exigencias. En resumen, a los ojos de Dios, todos estos requerimientos son irrazonables; no son lo que tiene pensado dar a las personas, ni lo que estas deberían recibir, porque esas cosas no aportan el más mínimo beneficio a su búsqueda de un cambio de carácter o de la obtención de la salvación. Incluso en el caso de que, durante el desempeño de tus deberes, Dios te proporcione algo de claridad o ideas nuevas relacionadas con tu profesión, la finalidad de eso no es satisfacer tu deseo de hacerle exigencias y mucho menos incrementar tu popularidad o el prestigio que tengas entre la gente. Después de recibir esa luz y ese esclarecimiento de Dios, una persona normal los aplica en su deber, lo que le permite mejorar el cumplimiento de este, comprender los principios con mayor precisión y experimentar gradualmente y de primera mano la obtención de esa gran iluminación, esclarecimiento y gracia de Dios durante el desempeño de sus deberes; todo esto es obra de Dios. Cuanto más experimenta, más siente que lo que Dios hace es grandioso, y más se da cuenta de que no tiene nada de qué presumir, que todo se debe a la gracia y la guía de Dios. Esto es algo que una persona normal es capaz de sentir y reconocer. Sin embargo, los anticristos son diferentes. Por mucho esclarecimiento e iluminación que Dios les brinde, ellos consideran que todo es mérito suyo. Un día, cuando hacen recuento de sus contribuciones y acuden a Dios para exigirle recompensas, cuando saldan cuentas con Él, Dios retira Su esclarecimiento e iluminación, y los anticristos quedan en evidencia. Todo lo que lograron hacer en el pasado fue gracias a la obra del Espíritu Santo y a la guía de Dios. No son diferentes a los demás; sin el esclarecimiento y la iluminación de Dios pierden sus dones, su inteligencia, su sabiduría, sus buenas ideas y grandes pensamientos; se convierten en unos inútiles y necios. Cuando los anticristos se enfrentan a tales situaciones y llegan a ese extremo, siguen sin darse cuenta de que su senda es errónea y sin ser conscientes de que han estado realizando transacciones con Dios y haciéndole exigencias de manera irrazonable. Continúan creyendo que son competentes y capaces de cualquier cosa, que merecen que los demás los tengan en gran estima, los admiren, los respeten, los apoyen y los exalten. Si no reciben todo eso, se desesperan y actúan incluso con más imprudencia, llenos de resentimiento tanto hacia Dios como hacia los hermanos y hermanas. Maldicen y se quejan de Dios en el corazón, dicen que es injusto, insultan a los hermanos y hermanas diciendo que no tienen conciencia y que los han dejado en la estacada, e incluso acusan a la casa de Dios de intentar deshacerse de ellos después de utilizarlos. ¿Qué clase de personas son? ¡Unos sinvergüenzas! ¿No son todos los anticristos así? ¿No suelen decir cosas de ese estilo? Dicen: “Cuando era útil y ocupaba un cargo importante, todos giraban a mi alrededor. Ahora que ya no tengo un puesto relevante, nadie me presta atención, todos me desprecian y cuando me hablan me muestran su desagrado”. ¿De dónde surgen estas palabras? ¿No están enraizadas en el carácter perverso de los anticristos? Su carácter perverso está repleto de negociaciones con las personas y con Dios, y hacen exigencias tanto a las personas como a Dios, como si dijeran: “Yo me ocupo de las cosas por vosotros, me esfuerzo, pago un precio y me preocupo en vuestro nombre, de manera que debéis dirigiros a mí con respeto y hablarme con cortesía. Tanto si tengo estatus como si no, siempre debéis recordar todo lo que he hecho, mantenerme en vuestra memoria para siempre y no dejarme jamás en el olvido; si me olvidáis, significa que carecéis de conciencia. Siempre que comáis o uséis cosas buenas, debéis pensar en mí, y siempre debo tener prioridad”. ¿Acaso los anticristos no hacen frecuentemente tales exigencias? (Sí). Puede que os hayáis topado con personas así, que dicen: “¿Quién imprimió los libros de las palabras de dios que leéis? ¿Quién los puso en vuestras manos? Si no fuera por mí, que arriesgo mi vida y me enfrento al peligro de ser arrestado, encarcelado o condenado a muerte, ¿podríais leerlos? Si no fuera por mí, que soporto adversidades y pago un precio para regaros, ¿podríais tener una vida de iglesia? Si no fuera por mí, que padezco sufrimientos y pago un precio por difundir el evangelio, ¿podría la iglesia ganar a tantas personas? Si no fuera por mí, que comparto las palabras de dios con vosotros todo el día, ¿tendríais una fe tan grande? Si no fuera por mí, que me ocupo a destajo para proporcionaros apoyo logístico, ¿podríais cumplir tranquilamente con vuestros deberes hoy en día? Si no fuera por mí, que estoy al frente de todo, ¿podría la obra de la iglesia haber avanzado hasta el punto en el que se encuentra en la actualidad?”. Al escuchar esto, parece como si, sin ellos, la obra de la casa de Dios no pudiera progresar y el mundo se detuviese. ¿No es esa la mentalidad de los anticristos? ¿Cuál es su propósito al pronunciar esas palabras en voz alta? ¿Se atribuyen el mérito de las cosas, o se lamentan y se quejan? Creen que la casa de Dios ya no los necesita, que los hermanos y hermanas los han descuidado, que la casa de Dios es injusta con las personas, que no las provee de nada, no las respeta ni les permite envejecer allí. ¿No hay también un elemento de blasfemia en lo que gritan? Cuando les dicen a los demás que carecen de conciencia, los están insultando. ¿Qué servicio prestan los anticristos en realidad? Todo lo que hacen es perturbador y trastornador, y todo lo que dicen desorienta. Carecen de humanidad; son diablos. ¿Por qué debería alguien hacer un ejercicio de conciencia con respecto a ellos? ¿Serviría de algo? (No). ¿Por qué no? ¿Es posible entender la verdad si los sigues? (No). ¿Qué obtienen todos los que adoran y siguen a los anticristos? Tanto ellos como los anticristos traicionan a Dios, y estos últimos los conducen al infierno. ¿Cómo se ven a sí mismos los anticristos? (Como si fueran Dios). Es un pensamiento desvergonzado. Las personas deberían tener conciencia con respecto a Dios, pero Él nunca les exige que la tengan; solo les pide que comprendan la verdad, que sean capaces de practicarla y alcanzar la salvación, y que sean seres creados aptos. ¿Cuándo os he pedido que penséis en mí y me guardéis un poco de comida cuando esta sea buena, o que penséis en mí cuando os encontréis en un lugar agradable? ¿Cuándo he sentido celos al veros comer bien, vivir bien y ser felices? ¿Cuándo os he dicho que no tenéis conciencia? Sin embargo, los anticristos son capaces de decir tales cosas y de insultar a las personas diciendo que no tienen conciencia. ¿No es eso una falta total de vergüenza? Cuando la casa de Dios los aparta, cuando los hermanos y hermanas ya no les demuestran el mismo entusiasmo que antes, son capaces de decir esas cosas, plantear sus quejas a gritos y maldecir a las personas y a Dios. Les salen todo tipo de cosas por la boca, y su naturaleza demoníaca queda completamente al descubierto. Estas son las diversas manifestaciones que revela el carácter perverso de los anticristos. Tienen el corazón repleto de acuerdos a los que llegar con Dios, y eso los lleva a hacerle diversas exigencias y demandas. Cuando los anticristos son ascendidos o destituidos, cuando la casa de Dios los coloca en un puesto importante o no, todas esas diferentes manifestaciones que surgen de ellos están relacionadas con su esencia perversa; esto es totalmente cierto.
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