Digresión uno: Qué es la verdad (Parte 2)

II. Disección de la idea de “dormir sobre maleza y lamer la hiel”

Hablemos sobre otro dicho: “dormir sobre maleza y lamer la hiel”. ¿Quién puede explicar lo que significa? (En el dicho “dormir sobre maleza y lamer la hiel”, maleza se refiere a leña y hiel se refiere a una vesícula biliar. Habla de cómo Goujian, soberano del Reino de Yue, dormía sobre una pila de leña y lamía una vesícula biliar cada día, y de cómo quería vengarse, resurgir de las cenizas de su derrota y restablecer su reino). Has explicado el trasfondo de este dicho, es decir, la historia de la que proviene. Por lo general, al explicar un dicho, además de describir el contexto, es preciso explicar su significado más amplio, qué representa esta metáfora cuando la gente la usa en la actualidad. Explícalo de nuevo. (Es la metáfora de una persona que trabaja a destajo, lucha y se esfuerza mucho por alcanzar sus objetivos y deseos). Entonces, ¿cómo debería explicarse “maleza” y “vesícula biliar” en ese contexto? No has explicado esos dos aspectos del significado. Si nos fijamos en las palabras, “maleza” se refiere a un tipo de leña espinosa. El rey se acostaba sobre leña con espinas para dormir; entonces, solía acordarse de sus circunstancias y deshonra, así como de la misión que había asumido. Además, colgó una vesícula biliar del techo, que lamía a diario. ¿Qué sabor tiene una vesícula? (Amargo). ¡Debe ser muy amargo! Recurría a esa sensación para acordarse de no olvidar su odio, su misión ni su deseo. ¿Cuál era su deseo? La gran tarea de restablecer su reino. ¿De qué suele ser una metáfora la frase “dormir sobre maleza y lamer la hiel”? Por lo general, se trata de una metáfora acerca de una persona que se encuentra en circunstancias desafortunadas, pero que no olvida su misión ni sus deseos y es capaz de pagar un precio por sus deseos, sus ideales y su misión. Eso es más o menos lo que significa. A ojos de los laicos, el dicho “dormir sobre maleza y lamer la hiel” ¿es positivo o negativo? (Positivo). ¿Por qué se lo percibe como positivo? Puede motivar a la gente que está atravesando dificultades para que no olvide su odio ni su deshonra, y hacer que trabaje mucho y se esfuerce para volverse más fuerte. Es un dicho relativamente inspirador. A ojos de los laicos es, sin ninguna duda, un dicho positivo. Si la gente actúa conforme a él, indudablemente aquello que hace, su motivación para llevar a cabo cosas, la manera en que las hace y los principios que acata resultan correctos y positivos. Dicho así, este dicho es básicamente correcto, por tanto, ¿qué es lo que deseamos diseccionar al ponerlo sobre la mesa? ¿Qué queremos decir? (Deseamos diseccionar las maneras en que este dicho se opone a la verdad). Eso es. Queremos discernir si es la verdad o no. Puesto que este dicho es tan “correcto”, merece la pena que diseccionemos y comprobemos en qué aspectos exactos lo es. Hecho esto, tendremos una definición precisa del mismo, y podremos analizar si realmente es o no la verdad. Ese es el resultado último que deseamos lograr. El dicho “dormir sobre maleza y lamer la hiel” es una ley de supervivencia a la que se aferran las personas en circunstancias especiales. Asegurémonos primero: ¿es este dicho la verdad? (No). No empezaremos por decir si es o no es la verdad. A partir del significado literal que puede entender la gente, este dicho no tiene un sentido negativo. Entonces, ¿qué sentido positivo tiene? Puede motivar a las personas, aportarles determinación, hacer que sigan luchando, que no den marcha atrás, que no se desalienten ni sean cobardes. Por un lado, tiene un fin positivo. Sin embargo, ¿en qué circunstancias es necesario que las personas respalden los principios de actuación y conducta que refleja este dicho? ¿Hay alguna conexión entre los principios que defiende este dicho y la fe en Dios? ¿Existe algún vínculo con la práctica de la verdad? ¿Guarda relación con el cumplimiento de nuestro deber y con el hecho de seguir el camino de Dios? (No). ¿Tan rápido habéis llegado a una conclusión? ¿Cómo sabéis que no hay ningún vínculo? (Las palabras de Dios no lo dicen). Eso que habéis dicho es demasiado simplista e irresponsable. Cuando no entiendes y dices: “De todas formas, eso no figura en las palabras de Dios y no sé lo que significa ese dicho, así que no lo escucharé. Puede decir lo que quiera, pero yo no me lo creeré”. Dicha afirmación es irresponsable. Debes abordarlo de forma seria. Una vez que lo plantees con seriedad, lo entiendas por completo y tengas verdadero discernimiento al respecto, nunca tratarás ese dicho como la verdad. Ahora mismo, no te estoy haciendo negar que ese dicho sea correcto; más bien, hago que entiendas que no es la verdad y te muestro qué verdad es la que debes comprender y cómo debes defender la verdad en esas mismas circunstancias. ¿Lo entendéis? Decidme entonces qué habéis comprendido. (El dicho “dormir sobre maleza y lamer la hiel” habla de cómo debe practicar la gente en tiempos de infortunio, pero en la casa de Dios no existe el término “infortunio”. Cuando Dios pone en evidencia a las personas o las somete a pruebas, es todo parte de Su proceso para perfeccionarlas; no se trata de un infortunio. Ese dicho les dice a las personas que deben recordar en estos momentos las adversidades que sufrieron y recuperar algo de terreno en el futuro. Esa expresión carece de fundamento en la casa de Dios. Os daré un ejemplo un tanto inadecuado. Tras ser sustituidos, algunos líderes utilizan la frase “dormir sobre maleza y lamer la hiel” para motivarse, y dicen: “Aprenderé de Goujian, soberano del Reino de Yue y dormiré sobre maleza y lameré la hiel. Llegará el día en que recupere mi antiguo cargo y vuelva a convertirme en líder. ¡Ya lo veréis! Ahora me criticáis, decís que soy malo por esto y por lo otro. Algún día recobraré lo que he perdido y os haré ver de lo que soy realmente capaz. ¡Estoy seguro de que llegará el día en que la humillación que he sufrido se desvanecerá por completo!”). Este es un ejemplo excelente. ¿Os ha esclarecido? ¿Hay momentos en los que deseáis dormir sobre maleza y lamer la hiel? ¿Alguna vez pensáis en recuperar el terreno perdido? (Sí. Tengo esos pensamientos cuando la gente rebate mis opiniones. Por ejemplo, cuando estoy debatiendo algunas cosas con los hermanos y hermanas y ellos cuestionan los puntos de vista que yo planteo, en mi interior me siento rebelde y pienso: “Un día tengo que hacer un buen trabajo y enseñároslo”. Después, me dedico a trabajar con ahínco para aprender ese ámbito del trabajo, pero esa es la mentalidad equivocada). Esta no es una actitud de aceptar la verdad, buscarla ni practicarla, sino de obstinación y deseo de demostrar algo a los demás; es una actitud de no admisión de la derrota. Esta clase de actitud se considera positiva entre los seres humanos. No admitir nunca la derrota es algo así como poseer buen temperamento, y quiere decir que una persona tiene tenacidad. Entonces, ¿por qué se dice que eso no es practicar la verdad? Porque la actitud que tiene una persona así al hacer cosas, al igual que los principios y motivaciones que subyacen a sus actos, no se basan en la verdad; en lugar de eso, su fundamento es el dicho de la cultura tradicional “dormir sobre maleza y lamer la hiel”. A pesar de que se pueda decir que esa persona posee una fuerte presencia, y de que su mentalidad y actitud de querer ganar y no admitir la derrota le permitan obtener el respeto de la gente en el mundo secular, ¿qué son una mentalidad y un temperamento como esos frente a la verdad? Son algo minúsculo y sumamente horrible; algo que Dios detesta. ¿Quién más tiene algo que compartir? (Cuando llevo a cabo un deber y no estoy familiarizado con ese ámbito de trabajo, pienso que la gente no me toma en serio. Entonces, recupero secretamente el ánimo en el corazón: “Debo estudiar bien este ámbito de trabajo y conseguir que veáis que soy realmente capaz”. A veces, cuando hay personas que señalan carencias en mi deber, me esfuerzo por cambiar; soporto la adversidad, pago un precio por aprender la labor y tolero las dificultades por muchas que estas sean, pero no trato de buscar cómo cumplir bien mi deber; más bien, quiero que llegue el día en que pueda conseguir que los demás me admiren y logre ganarme su respeto. Mi estado también es parecido al del dicho de dormir sobre maleza y lamer la hiel). A raíz de lo que todos habéis compartido, me he percatado de un problema. Lleváis creyendo en Dios bastantes años, habéis renunciado a vuestras carreras profesionales y familias y sufrido una cantidad considerable de adversidades; sin embargo, habéis cosechado muy pocos frutos. Sois también capaces de resistir las dificultades y de esforzaros en vuestro deber, y podéis pagar un precio, pero ¿por qué nunca progresáis en la verdad? ¿Cómo puede ser que las verdades que comprendéis sean tan pocas y tan superficiales? Esto se debe a que no ponéis énfasis en la verdad. Siempre deseáis dormir sobre maleza y lamer la hiel, y vuestro corazón rebosa de ansias por demostrar vuestra valía. El dicho de dormir sobre maleza y lamer la hiel es un “forúnculo de gran tamaño”. ¿Pensáis que eso es algo bueno? ¿Cuál es el resultado último de dormir sobre maleza y lamer la hiel? Cuando una persona quiere demostrar que es capaz y competente, que no es inferior a los demás y que no puede perder ante nadie, dormirá sobre maleza y lamerá la hiel. En otras palabras, seguirá el dicho “Soporta las mayores adversidades para convertirte en el mejor”. Entonces, ¿de qué maneras se manifiesta el dicho dormir sobre maleza y lamer la hiel? La primera manera en que se manifiesta es en no admitir la derrota. La segunda, en soportar la humillación y llevar una pesada carga. Puede que no empleéis palabras para debatir las cosas con los demás, rebatirlos o defenderos, pero que os esforcéis en secreto. ¿Qué clase de esfuerzos hacéis? Ese podría ser el precio que pagáis: trabajar hasta muy tarde, madrugar por la mañana o leer las palabras de Dios y aprender acerca de vuestro ámbito de trabajo mientras los demás salen a divertirse, y hacer un esfuerzo extra. ¿Acaso es eso sufrir la adversidad? Eso se llama dormir sobre maleza y lamer la hiel. ¿Cuál es la tercera manera en que se manifiesta? Se manifiesta en personas que tienen una especie de ambición enorme en su interior y, debido a ella, no se quejan de sus problemas. Desean aferrarse a los objetivos que se han impuesto y quieren alcanzar, y desean mantener esa voluntad de lucha. ¿En qué consiste esa voluntad? Por ejemplo, si quieres convertirte en líder o llevar a cabo alguna tarea, debes mantener siempre esa mentalidad en tu interior; no debes olvidar nunca tu propósito, tu misión, tus aspiraciones e ideales. ¿Cómo describirías esto en una sola frase? (No pierdas de vista tu motivación inicial al hacer algo). La frase “no pierdas de vista tu motivación inicial al hacer algo” es correcta, pero no tiene la suficiente fuerza. (Alberga una gran ambición en tu corazón). Esa está mejor. Destila ese tipo de sentimiento. ¿Cómo puedes expresar esas palabras de forma más exacta y concisa? (Voluntad de lucha y aspiraciones). ¿Cómo lo dirías en una frase completa? Muchas batallas y numerosas pérdidas, pero más valiente con cada lucha. Es una voluntad de pelear “sin claudicar”. Es como dicen algunas personas: “¿Te has desanimado después de ser sustituido? A mí me han sustituido muchas veces, pero nunca me he desalentado. Siempre que fallo en algo, vuelvo a levantarme. ¡Debemos tener voluntad de lucha!”. Desde su punto de vista, esa voluntad de lucha es algo positivo. No piensan que el hecho de que las personas tengan aspiraciones, ideales y voluntad de lucha sea algo malo. ¿Cómo tratan las ambiciones y los deseos que produce el carácter corrupto de la arrogancia? Los tratan como algo positivo. Así pues, piensan que ser capaz de sufrir la adversidad que supone dormir sobre maleza y lamer la hiel para alcanzar la meta por la que luchan y el objetivo que consideran adecuado es lo correcto, que la gente lo ve con buenos ojos y que debe de ser la verdad. Estas son tres manifestaciones del dicho de dormir sobre maleza y lamer la hiel. ¿Pueden estas tres manifestaciones explicar el significado contenido en ese dicho? (Sí). Entonces, hablaré en detalle sobre ellas.

A. No admitir la derrota

Empecemos por hablar sobre la primera manifestación del dicho de dormir sobre maleza y lamer la hiel: no admitir la derrota. ¿Qué es no admitir la derrota? ¿Qué manifestaciones suelen tener las personas que demuestran que tienen una mentalidad de no admisión de la derrota? ¿Qué tipo de carácter implica no admitir la derrota? (Arrogancia e intransigencia). Presenta las dos actitudes obvias de arrogancia e intransigencia. ¿Qué más? (El deseo de ganar). ¿Es eso un carácter? Es una manifestación. Ahora estamos hablando de actitudes. (Sentir aversión por la verdad). Sentir aversión por la verdad sin duda quiere decir que no aceptan la verdad. Por ejemplo, si un líder u obrero dice que lo que haces vulnera los principios y retrasa la obra de la casa de Dios, y desea sustituirte, piensas: “¡Vaya! Yo no creo que esté haciendo nada incorrecto. Si quieres sustituirme, adelante. Si no me dejas hacerlo, no lo haré. ¡Me someteré!”. En esa sumisión hay una actitud de negarse a admitir la derrota. Eso es un carácter. Además de arrogancia, intransigencia y aversión por la verdad, ¿qué más incluye ese carácter? ¿Existe un carácter de deseo por rivalizar con Dios? (Sí). Entonces, ¿qué carácter es ese? Eso es crueldad. No sois siquiera capaces de reconocer un carácter tan cruel. ¿Por qué digo que es cruel? (Porque desean rivalizar con Dios). Tratar de rivalizar con la verdad se llama crueldad. ¡Es algo demasiado cruel! Si no fueran crueles, no intentarían rivalizar con la verdad, no tratarían de rivalizar con Dios ni de competir con Él. Se trata de un carácter cruel. El hecho de no admitir la derrota incluye arrogancia, intransigencia, aversión por la verdad y crueldad. Esas son las actitudes obvias a las que está vinculado. ¿Cómo se manifiesta el hecho de no admitir la derrota? ¿Qué mentalidades abarca? ¿Cómo piensa la gente que no admite la derrota? ¿Cuál es su actitud? ¿Qué es lo que dicen, piensan y revelan cuando se enfrentan a cosas como la sustitución? La manifestación más común se da cuando realizan un deber y lo Alto observa que no son adecuados para llevar a cabo ese deber y los sustituye. Entonces, reflexionan en el corazón: “No estoy a tu altura. No discutiré contigo. Tengo talento. El auténtico oro está destinado a brillar, ¡y yo soy una persona con talento vaya donde vaya! Con independencia de los arreglos que lo Alto disponga para mí, lo soportaré y los escucharé por el momento”. También se presentan ante Dios y oran: “Dios, te pido que me protejas para que no me queje. Te pido que protejas mi lengua y que impidas que te juzgue ni blasfeme contra Ti, y que hagas que sea capaz de someterme”. Pero seguidamente vuelven a cavilar: “No me puedo someter. Esa es la parte más difícil. No puedo aceptar ese hecho. ¿Qué debería hacer? Son los arreglos de lo Alto; no hay nada que pueda hacer yo. Tengo mucho talento, pero ¿por qué nunca puedo emplear mis talentos en la casa de Dios? Parece como si aún no hubiera leído suficiente de las palabras de Dios. ¡Debo leer más de Sus palabras a partir de ahora!”. No se doblegan ni piensan que sean inferiores a los demás, tan solo que llevan un poco menos de tiempo creyendo en Dios y que pueden compensar esa carencia. Así pues, se esfuerzan por leer las palabras de Dios y escuchar sermones. Aprenden un nuevo himno, leen un capítulo de las palabras de Dios cada día y practican la prédica. Poco a poco se van familiarizando cada vez más con las palabras de Dios y son capaces de predicar una gran parte de la doctrina espiritual y de tomar la palabra para compartir en las reuniones. ¿Existe en ello alguna motivación de no admisión de la derrota? (Sí). ¿De qué tipo de motivación se trata? (De una motivación perversa). ¡Es preocupante! ¿Cómo es que, en cuanto lo diseccionamos, lo calificáis inmediatamente de motivación perversa? ¿Acaso no son cosas buenas? Su vida espiritual es normal, no participan en asuntos seculares, no chismorrean y son capaces de recitar numerosos capítulos de las palabras de Dios y de cantar muchos himnos de memoria. ¡Son “elitistas”! Entonces, ¿por qué decís que es una motivación perversa? (Su intención es demostrar que son capaces y que no son inferiores a los demás). Eso se llama no admitir la derrota. Dado que no admiten la derrota, ¿se entienden realmente a sí mismos y reconocen sus problemas? (No). ¿Reconocen su corrupción y su carácter arrogante? (No). Entonces, ¿qué demuestran al no admitir la derrota? Quieren demostrar que son capaces y superiores, que son mejores que los demás y, en último término, que sustituirlos fue un error. Su motivación apunta en esa dirección. ¿Es eso en lo que consiste no admitir la derrota? (Sí). Esa actitud de no admitir la derrota dio lugar a esos actos suyos de resistir a la adversidad, pagar un precio, soportar la humillación y llevar una pesada carga. A primera vista, parece que realizan un enorme esfuerzo, que pueden resistir a la adversidad, pagar un precio y alcanzar finalmente sus objetivos, pero ¿cómo es que Dios no está complacido? ¿Por qué los condena? Porque Dios escruta en lo más profundo del corazón de la gente y evalúa a cada persona conforme a la verdad. ¿Cómo evalúa Dios las conductas, intenciones, manifestaciones y actitudes de cada persona? Todas esas cosas se evalúan de conformidad con la verdad. Entonces, ¿cómo evalúa y define Dios este asunto? No importa cuántas adversidades hayas sufrido ni cuán alto sea el precio que hayas pagado, ya que todo se reduce a que no te esfuerzas por alcanzar la verdad; tu intención no es someterte a la verdad ni aceptarla; en lugar de eso, empleas tu método de soportar el sufrimiento y pagar un precio para demostrar que la forma en que Dios y la casa de Dios te clasificaron y trataron fue errónea. ¿Qué implica eso? Quieres demostrar que eres una persona que nunca ha estado equivocada y que no tiene un carácter corrupto. Deseas probar que la manera en que la casa de Dios te trató no era conforme con la verdad, y que la verdad y las palabras de Dios a veces son erróneas. Por ejemplo, se produjo un error y un problema al aplicarlas a tu persona, y tu caso demuestra que las palabras de Dios no son la verdad y que no es necesario que te sometas. ¿No es ese el resultado? (Sí). ¿Aprueba Dios esa clase de resultado o lo condena? (Lo condena). Dios lo condena.

¿Es conforme con la verdad esa actitud que tiene la gente de no admitir la derrota? (No). Si decimos que esa actitud no es acorde a la verdad, y que está muy alejada de ella, ¿sería correcta esa afirmación? No, porque esa actitud no guarda ninguna relación en absoluto con la verdad. En el mundo y en el conjunto de la humanidad, ¿se alaba o se condena esa actitud de no admitir la derrota? (Se alaba). ¿En qué entornos se alaba? (En el lugar de trabajo y las escuelas). Por ejemplo, si un estudiante obtiene una nota de seis sobre diez en un examen, dirá: “No pienso admitir la derrota. ¡La próxima vez sacaré un nueve!”. Y cuando obtiene un nueve, quiere sacar un diez en la próxima ocasión. Al final lo consigue, y sus padres piensan que ese niño es ambicioso y tiene un brillante porvenir. Otro entorno, el más común de todos, son las competiciones. Hay algunos equipos que pierden una competición y llevan la marca de la vergüenza en la cara, pero no admiten la derrota. Debido a esa mentalidad y actitud de no admisión de la derrota, se esfuerzan mucho y entrenan con mayor dureza, y en la siguiente competición machacan al otro equipo y lo hacen quedar mal. En esta sociedad y entre los seres humanos, no admitir la derrota es una clase de mentalidad. ¿Qué es una mentalidad? (Es una forma de pensar que sirve a la gente de respaldo psicológico). Eso es correcto. Es una fuerza motriz que contribuye a que la gente siempre avance hacia delante con valentía, sin abatirse, ceder al desánimo o retirarse, y a alcanzar sus ideales y objetivos. Eso se llama no admitir la derrota. Es una clase de mentalidad de no admisión de la derrota. Las personas piensan que, sin esa mentalidad, sin ese “espíritu”, la vida no tiene sentido. ¿De qué depende su existencia? Su vida depende de un tipo de mentalidad. ¿De dónde proviene esa mentalidad? De las nociones y figuraciones de las personas, así como de sus actitudes corruptas. Es algo irrealizable, y las personas no pueden hacerla realidad. Desde que Dios creó a la humanidad hasta el día de hoy, sin importar cuántos años hayan pasado, hay multitud de cosas positivas, como el orden conforme al cual existen todos los seres vivos, el que rige la vida de la raza humana, aquel por el cual funcionan los cielos, la tierra, el universo y todas las cosas, etc. En función de sus pensamientos y su grado de formación, las personas deberían ser capaces de encontrar, de entre todo lo anterior, un orden que acatar y tomar como principio y fuerza motriz para su forma de actuar y comportarse, o como fundamento para ello. Sin embargo, las personas no se esfuerzan en la dirección correcta. ¿En qué dirección emplean sus fuerzas? Lo hacen en la dirección equivocada, es decir, vulneran el orden conforme al cual se desarrollan las cosas, así como también aquel por el cual todo ocurre en ciclos; siempre quieren destruir esos órdenes naturales que Dios ha dispuesto, y usar métodos y medios humanos para generar felicidad. No saben cómo se consigue la felicidad, qué misterio radica en su interior ni cuál es su fuente; no intentan encontrar el origen. En lugar de eso, tratan de usar un enfoque humano para generar felicidad, y además siempre desean hacer milagros. Intentan emplear un enfoque humano para modificar el orden normal de todas esas cosas y después alcanzar la felicidad y las metas que desean. Todo esto es anormal. ¿Cuál es el resultado último de las personas que confían en sí mismas para luchar por esas cosas, sin importar cómo lo hacen? Este mundo que Dios entregó a la humanidad para que lo gestionara ha sufrido daños. ¿Quién es la mayor víctima, ahora que ha resultado dañado? (El hombre). La humanidad es la mayor víctima. Las personas han abusado del mundo hasta este punto, pero aun así aseguran que no claudicarán nunca. ¿No hay algo que falla en su cabeza? ¿Cuál es la consecuencia final que conlleva el hecho de no claudicar nunca? Un desastre catastrófico. No se trata solo de perder una o dos competiciones o de llevar la marca de la vergüenza en la cara. Han destruido sus expectativas y echado a perder sus vías de escape. ¡Se han destruido a sí mismas! Eso es lo que sucede por no admitir la derrota.

Lo que estamos diseccionando ahora es una manifestación típica del carácter cruel y arrogante de Satanás, que consiste en no claudicar nunca. No claudicar nunca es una mentalidad. La criticamos, la ponemos al descubierto y la condenamos; sin embargo, si la condenas entre los seres humanos, ¿lo aceptará la gente? (No). ¿Por qué no? (Porque todas las personas alaban esa frase). La gente fomenta esa mentalidad. Si una persona no tiene un ápice de la mentalidad de no admitir la derrota y no claudicar nunca, los demás dirán que es un debilucho. ¿Somos unos debiluchos por no fomentar esas cosas? (No). La gente dice: “¿Cómo no vas a ser un debilucho? Vives la vida sin ninguna fortaleza. ¿De qué te sirve vivir?”. ¿Es cierta esa afirmación? Diseccionémosla primero: ¿Qué tipo de actitud es no admitir la derrota? ¿Debería adoptar esa actitud la gente con una razón normal? En realidad, si las personas tienen una razón normal, no deberían albergar esa mentalidad. Es un error tenerla. Una persona debe enfrentarse a la realidad para poder ser alguien que posea razón. Por lo tanto, el hecho de no admitir la derrota evidentemente carece de razón; quiere decir que algo no le anda del todo bien en la cabeza, y esa actitud obviamente es equivocada. En el caso de quienes creen en Dios, si hablamos con propiedad, no deben tener esa mentalidad, porque un carácter arrogante es inherente al hecho de no admitir la derrota. ¿Es fácil que la gente acepte la verdad cuando tienen un carácter arrogante? (No). Eso es un problema. Si empleas un carácter arrogante como fundamento desde el cual perseguir la verdad, ¿qué es lo que estás persiguiendo? Claramente, lo que persigues no es la verdad, porque esa búsqueda no es positiva por naturaleza, y lo que ganes sin duda no será la verdad; sino definitivamente alguna clase de “mentalidad” que ha ideado la gente. Si las personas tratan una mentalidad así como si fuera la verdad, significa que se han alejado de la senda. Entonces, si tuviéramos que corregir una mentalidad de no admitir la derrota, ¿qué diríamos? Diríamos que las personas deben enfrentarse a los problemas reales y hacer las cosas conforme a los principios-verdad, y que no deben tener una actitud de no admitir la derrota. Si no se rinden ante la derrota, ¿ante quién no se están rindiendo? (Ante Dios). No se están rindiendo ante la verdad. Más específicamente, no se rinden a los hechos verdaderos del asunto, no admiten que hicieron algo erróneo y fueron puestas en evidencia, ni que tienen un carácter arrogante. Estas cosas son ciertas. Entonces, ¿cómo se puede rebatir a esas personas? La mejor forma de rebatirlas es recurrir a la mayor de sus vergüenzas. En el mundo actual, ¿cuál es la mayor vergüenza de los seres humanos? La ciencia. ¿Qué ha aportado la ciencia al género humano? (Desastre). La ciencia, aquello que los seres humanos más alaban y de lo que están más orgullosos, ha traído consigo un desastre sin precedentes para la gente. Ahora que tenéis una pista, ¿cómo deberíais rebatir a esas personas para avergonzarlas? ¿Qué opináis? ¿Deben ser avergonzados aquellos que son de la calaña de Satanás? (Sí). Si no los avergonzáis siempre despreciarán la verdad, discriminarán a quienes creen en Dios y pensarán que los creyentes tan solo creen porque son unos debiluchos. ¿Cómo debéis rebatirlos? (Diciendo: “No eres más que una persona corriente. ¿Qué es lo que tienes para que no necesites admitir la derrota? ¿Qué hace que para ti sea correcto no darte por vencido? Aunque haya personas que son científicos, ¿qué más da? Por muy avanzada que sea la tecnología científica que desarrollen, ¿qué importa eso? ¿Pueden los científicos resolver ahora mismo todos los desastres que la ciencia ha ocasionado al género humano?”). Esa es la manera correcta de rebatirlos. Piensa en ello. ¿Es una buena manera de rebatirlos? Dices: “El género humano lleva viviendo hasta el día de hoy, pero la gente no sabe siquiera quiénes son sus antepasados, así que ¿cómo pueden no darse por vencidos? Ni siquiera sabes de dónde provienes, así que ¿qué es lo que tienes para mostrarte tan engreído? No reconoces siquiera al Dios que te creó, así que ¿cómo puedes no admitir la derrota? Dios creó a las personas, y eso es algo sumamente glorioso, pero tú no lo reconoces ni lo aceptas, sino que insistes en creer y reconocer que las personas evolucionaron a partir de las bestias. ¿Hasta dónde llega tu bajeza? Dios es muy noble y poderoso; Él afirma que es tu Creador, pero tú no reconoces que eres Su ser creado. ¿Hasta qué punto eres vulgar?”. ¿Qué replicarán? “Las personas evolucionaron a partir de los monos, pero seguimos siendo animales de un nivel superior”. “¿Acaso no seguís siendo animales y bestias, entonces? Nosotros no reconocemos que seamos animales. Somos personas, seres humanos creados por Dios. Dios creó a las personas y reconoce que tú eres una de ellas, pero tú no deseas serlo. Insistes en negar el hecho de que Dios creó a las personas. Insistes en ser una bestia. ¿De qué te sirve vivir? ¿Acaso eres digno de ello?”. ¿Hay fuerza en estas palabras? (Sí). Así es como rebatimos a esas personas. No importa si lo reconocen o no, ni si lo aceptan o no; esos son hechos. Hablaré acerca de otro asunto. La gente nunca admite la derrota, piensa que es muy competente, que tiene tecnología avanzada y sabiduría de todo tipo, pero ¿cómo trata a la naturaleza? Está en lucha constante con ella y siempre quiere subyugarla. No entiende ni por asomo cómo seguir el orden natural. ¿Qué le ha hecho en definitiva a la naturaleza la gestión del género humano? ¿Acaso no está todo ello gestionado por personas que tienen conocimientos y comprenden la ciencia? ¿No te niegas a admitir la derrota? ¿No eres una persona competente? ¿No te parece innecesaria la soberanía de Dios? El género humano y la naturaleza llevan coexistiendo miles de años, pero increíblemente el primero todavía no sabe cómo gestionar la segunda. El género humano se desarrolla en exceso, consume en demasía y contamina gravemente la naturaleza hasta el punto de que ahora los recursos naturales son cada vez más insuficientes. Además, ni el agua que beben las personas, ni la comida que ingieren ni el aire que respiran están libres de veneno. Cuando Dios creó la naturaleza al principio, todos los seres vivos, la comida, el aire y el agua estaban limpios y libres de veneno, pero después de dársela a los seres humanos para que la gestionasen, todas esas cosas acabaron envenenadas. Son las propias personas quienes tienen que “disfrutar” de esas cosas. ¿Cómo puede la gente no admitir la derrota entonces? Dios creó un mundo muy hermoso para los seres humanos y permitió que estos lo gestionaran, ¿pero cómo ha sido esa gestión? ¿Acaso saben cómo gestionarlo? El género humano abusó del mundo hasta el punto de dejarlo totalmente arruinado; no se libraron los océanos, las montañas, la tierra, el aire, ni siquiera la capa de ozono del cielo; todo ello ha quedado destrozado. ¿Quién padecerá finalmente las terribles consecuencias de todo esto? (La gente). Serán los propios seres humanos. Las personas no pueden ser más estúpidas, ¡y sin embargo piensan que son estupendas y no admiten la derrota! ¿Y por qué no la admiten? Si se le permite al género humano que siga gestionando las cosas de esa manera, ¿podrá la naturaleza recuperar su estado original? Nunca lo hará. Si el género humano confía en esa mentalidad de no admitir la derrota, el mundo y la naturaleza no harán sino empeorar, ensuciarse y desgraciarse cada vez más bajo su gestión. ¿Cuáles serán las consecuencias últimas? El género humano morirá en ese entorno que ha arruinado. Entonces, ¿quién puede cambiar todo esto en último término? Dios. Si las personas son capaces de hacer eso, una de ellas puede dar un paso adelante y tratar de cambiar el estado actual del mundo, pero ¿hay alguien que se atreva a asumir esa responsabilidad? (No). Entonces, ¿por qué la gente no admite la derrota? Las personas no son capaces siquiera de proteger el agua que beben. No fueron los leones o los tigres los que devastaron la naturaleza, y ni mucho menos los pájaros, los peces o los insectos, sino que fueron los propios seres humanos quienes la arruinaron y destruyeron. Al final, la gente recoge lo que siembra. ¿Hay alguna forma ahora de cambiar las cosas? No se pueden cambiar. Puede decirse con seguridad que, si Dios no viniese para hacer todas esas cosas, el entorno en el que vive todo el género humano no haría sino empeorar y desgraciarse cada vez más; no mejoraría. Solo Dios puede cambiar todo esto. ¿Es correcto que los seres humanos no admitan la derrota? ¿Puedes tú cambiar este entorno? Se te concedió un buen entorno, pero lo único que eres capaz de hacer es destrozarlo; no lo proteges. ¿Qué es la cadena alimenticia del mundo entero? ¿Acaso los seres humanos la entienden? No la entienden. Por ejemplo, el lobo es un animal cruel. Si el ser humano matara a todos los lobos, pensaría que ha conquistado la naturaleza. Con esa clase de determinación y de moral, y con esa mentalidad de superar el desafío, los seres humanos empiezan a matar lobos a gran escala. Tras exterminar a la mayoría de ellos de una zona de praderas, piensan que han conquistado la naturaleza y vencido a la especie del lobo. Al mismo tiempo, cuelgan pieles de lobo en sus hogares, llevan túnicas y sombreros hechos con la piel de ese animal y ponen los pellejos de los lobeznos en las puntas de sus dagas. Se hacen fotos y proclaman al mundo entero: “Hemos conquistado a esta especie que era una amenaza para el género humano: ¡los lobos!”. ¿No es un poco prematura la satisfacción que sienten consigo mismos? Visto desde fuera, parece que, como hay menos lobos, las vidas de los humanos y otros seres vivos ya no corren peligro, pero ¿cuáles son las consecuencias que esto tendrá? El género humano lo pagará muy caro. ¿Qué precio deberá pagar? Si se mata a grandes cantidades de lobos, el número de ejemplares se reducirá. Inmediatamente después, empezarán a proliferar a gran escala toda clase de conejos, ratones y demás animales de las praderas que forman parte de la alimentación del lobo. Cuando haya cantidades excesivas de esos animales, ¿cuál será la primera consecuencia? (La hierba desaparecerá). Habrá cada vez menos hierba. Cuando haya menos hierba, el suelo tendrá cada vez menos cubierta vegetal. Cuando estos animales estén presentes en un número excesivo, necesitarán comer grandes cantidades de hierba, y el ritmo de crecimiento de esta no será proporcional al número de herbívoros. Cuando esos factores no sean proporcionales, ¿qué ocurrirá? (La desertización). Sí, la desertización. Cuando la tierra carezca de cubierta vegetal, empezará a convertirse en arena y poco a poco se transformará en una zona arenosa. La mayoría de las plantas no echan raíces ni se reproducen en la arena, por lo que las tierras arenosas se extienden con rapidez y van haciéndose cada vez más numerosas, lo que por último hará que todas las praderas se conviertan en desiertos. Después de eso, el desierto empezará a invadir las zonas en las que vive la gente, y ¿cuál será el primer sentimiento que tendrán las personas? Tal vez cuando vean que la zona desértica se ha ampliado no se asusten, pero cuando llegue el día en que golpee una tormenta de arena, ¿qué daños sufrirá la humanidad? En primer lugar, soplará polvo por todas partes. Después, cuando llegue la temporada de vientos, las personas no podrán siquiera abrir los ojos porque habrá arena por todas partes. Tendrán el cuerpo cubierto de arena y la boca llena de ella. En casos extremos, puede que las viviendas, el ganado o las personas que vivan cerca del desierto queden sepultados en la arena. ¿Puede la gente detener la arena? (No). No pueden detenerla, por lo que deberán desplazarse y retirarse cada vez más hacia el interior. Al final, el tamaño de las praderas irá disminuyendo, el del desierto aumentando, y cada vez habrá menos lugares en los que pueda vivir la humanidad. Entonces, ¿habrá mejorado o empeorado el entorno en el que viven las personas? (Habrá empeorado). ¿Cuál fue el origen de este desenlace que deben padecer? ¿Qué lo desencadenó? (La matanza de lobos). Comenzó cuando mataron a los lobos. Fue algo tan insignificante como eso. Si las personas no comprenden cómo acatar ese orden ni entienden cómo protegerlo, ¿qué consecuencias habrá a la larga? La arena borrará del mapa a las personas. ¿No es eso un desastre catastrófico? Matar lobos es un tipo de conducta, pero ¿qué carácter explica dicha conducta? ¿Cuál es la esencia de ese carácter? ¿Cuál es su motivación para hacerlo? ¿Qué formas de pensar tiene la gente que den lugar a esa clase de conducta? (El deseo de subyugar la naturaleza). Eso es; desean subyugarla. Las personas piensan que los lobos son el enemigo natural de la humanidad. Los lobos suponen una amenaza para la humanidad y siempre se comen a la gente. No son nada bueno. La humanidad los denigra de esa forma, y después trata de subyugarlos y liquidarlos para que no quede uno solo con vida. A continuación, podrá vivir cómoda y tranquilamente, sin peligros de ningún tipo. Esa es la motivación que justifica que las personas empiecen a matar lobos. ¿Por qué se rige dicha motivación? Se rige por una mentalidad de no admisión de la derrota. La humanidad no sabe cómo gestionar ni regular adecuadamente a los lobos y, en lugar de eso, siempre quiere matarlos y acabar con ellos. Quiere revertir ese orden y convertirlo en otro distinto. ¿Cuál es el resultado? La gente acaba sepultada en la arena. ¿No es ese el resultado? (Sí). Ese es el resultado. De entre toda la raza humana y el mundo entero que Dios creó, en un rinconcito del planeta, que a ojos de Dios posiblemente no sea mayor que un cacahuete, sucedió este pequeño incidente, pero las personas no son capaces siquiera de verlo con claridad. Siguen compitiendo con la naturaleza y con Dios, ¡y no admiten la derrota! ¿Qué consecuencias acarrea el hecho de no admitir la derrota? (La destrucción). ¡Están provocando su propia destrucción! Este hecho es evidente ahora mismo. Una vez que se produzcan tales consecuencias, ¿cómo debería subsanarlas la humanidad? (No puede). No puede subsanarlas. Algunas organizaciones sociales y personas de buen corazón que organizan actividades de interés público se alzan e instan a la gente a mantener un ecosistema equilibrado. Su motivación y razón para hacerlo son adecuadas, y aquello que reclaman también lo es. ¿Acaso reacciona alguien? (No). El gobierno tampoco toma medidas; nadie presta atención a este asunto. Las personas conocen la causa del problema, pero después de examinarla un poco como espectadores, pasan a otra cosa. Siguen matando lobos como antes. Alguien dice: “Si sigues matándolos de esa forma, un día acabarás sepultado en la arena”, pero ellos responden: “Pues que así sea. No seré el único. ¿Qué hay que temer?”. ¿Qué carácter es ese? Un carácter adormecido y carente de pensamiento; esas personas están desprovistas de humanidad. ¿Quién no tiene miedo a morir? Entonces, ¿cómo pueden decir algo tan frívolo? No creen que algo así vaya a pasar. Piensan: “La tierra es grande. Además de desiertos, hay montañas y bosques. ¿Podrían destruirse todos tan rápidamente? ¡Todavía queda mucho tiempo! Tan solo hemos matado unos cuantos lobos y algunos lugares se han convertido en desierto, ¿y ya estáis así de asustados? Si hay que matarlos, pues los matamos”. ¿No es una estupidez? Mataron algunos lobos, y solo veinte o treinta años después, una extensión de praderas verdes cambió por completo. Si las personas esparcieran algunas semillas de hierba por ese terreno o sembraran plantas aptas para crecer en el desierto, si fueran capaces de modificar ese entorno, la humanidad compensaría sus errores y no sería demasiado tarde, pero ¿es así de sencillo en realidad? El orden que Dios estableció es el mejor y más adecuado. Las personas deben respetar ese orden para poder preservar la existencia de la tierra, y para que esos animales, plantas y la raza humana puedan continuar viviendo sobre ella, y todos los seres tengan una relación especialmente buena y coexistan de manera tanto restrictiva como simbiótica entre sí. Si se destruye una parte de dicho orden, es posible que no observes ninguna consecuencia en el plazo de diez años, pero transcurridos veinte años, cuando verdaderamente te des cuenta de los efectos, nadie será capaz de revertir la situación. ¿Qué implica eso? Que si Dios no lleva a cabo cambios significativos, a partir de ese momento, el entorno en el que vive la humanidad no hará sino empeorar cada vez más; no se desarrollará en una buena dirección. Esa será la consecuencia. ¿Cuál es el origen de esa consecuencia? La mentalidad de no admisión de la derrota que alaba la humanidad, la cual constituye la primera manifestación del dicho “dormir sobre maleza y lamer la hiel”. Tal y como lo concibe la gente, “dormir sobre maleza y lamer la hiel” es un dicho “magnífico” y “sagrado”, pero el primer efecto que tiene sobre la humanidad la idea que suscita ese dicho es el acarreo de las enormes consecuencias negativas mencionadas anteriormente. Las personas piensan: “¿No existe un orden en el mundo natural? No me parece que sea algo importante. ¿No dice la gente que es sagrado y no debería destruirse? Pues yo voy a destruirlo, ¡y ya veremos lo que pasa!”. La consecuencia negativa que la humanidad está “disfrutando” a día de hoy es lo último que desean ver. Así es como se produce la consecuencia de la postura “a ver lo que pasa”; dichos efectos se exponen ante la humanidad para que esta lo vea. Todo el mundo ha visto las escenas del “fin de los tiempos”. ¿Acaso no han recibido lo que merecían? Se lo han ganado a pulso.

La primera manifestación del dicho “dormir sobre maleza y lamer la hiel” es no admitir la derrota. ¿Qué consecuencias deben padecer las personas? Un desastre catastrófico; están cosechando las consecuencias negativas de sus actos; en lenguaje coloquial, están consiguiendo lo que pidieron, ¡y recibiendo lo que se merecen! Ahora ya sabéis si ese dicho es correcto o no en realidad, y si se trata o no de la verdad, ¿no es cierto? ¿Es ese dicho la verdad? (No). No es la verdad. Supongamos que los no creyentes vuelven a decir: “Somos personas, así que deberíamos tener algo de espíritu. ¡Deberíamos tener fortaleza!”. Reflexionas sobre ello y respondes: “Eso es muy cierto. Como creyentes, hablamos siempre de la sumisión. ¿No es eso carecer en exceso de autonomía? ¿No es de ser demasiado débiles? No tenemos ninguna fortaleza”. ¿Piensas de esa forma? Si aceptaras las cosas que he dicho hoy, nunca pensarías de esa manera. Por el contrario, dirías: “La humanidad es una causa perdida. No me extraña que Dios la aborrezca. La humanidad ya ha superado ese punto en el que se puede razonar con ella”. No aceptarías esa clase de idea. Aunque no tengas una contrarrespuesta adecuada o no resulte apropiado debatir con esas personas, en el corazón sabes que sus opiniones no son para nada la verdad. Da igual en qué medida la gente considere positiva esa clase de idea y no importa hasta qué punto los humanos de este mundo aboguen por ella y la ensalcen, a ti no te influirá. Al contrario, renunciarás a ella y la despreciarás. He terminado de hablar sobre la primera manifestación del dicho “dormir sobre maleza y lamer la hiel”. Empecé hablando sobre la verdad, ¿cómo me he desviado del tema? Lo que pienso es lo siguiente: si lo que extraes de Mi charla se limita a una definición o un concepto, nunca entenderás cuál es la parte correcta y la incorrecta de esta idea. Sencillamente estarás confundido. A veces pensarás que ese tipo de idea es correcta; otras veces creerás que es equivocada, pero no tendrás claro qué tiene de erróneo o de correcto. Además, a menudo practicarás conforme a ese “principio” y estarás siempre atolondrado. Si no puedes ver con claridad, no podrás desprenderte de esa clase de idea. Si no puedes desprenderte de ella, ¿podrás practicar la verdad sin condiciones? ¿Podrás adorar y seguir las palabras de Dios como la verdad de manera incondicional? No, no de manera incondicional. Tan solo serás capaz de pensar de forma relativa u ocasional que las palabras de Dios son correctas o que siempre lo son, y aferrarte a ello en términos de doctrina. Sin embargo, si ese supuesto conocimiento y esas palabras que parecen verdaderas pero en realidad son falsas todavía te afectan y perturban, las palabras de Dios siempre serán relativamente correctas para ti en lugar de ser la verdad absoluta.

Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.

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