Las responsabilidades de los líderes y obreros (11) Parte 1
En la última reunión, hablamos sobre el punto nueve de las responsabilidades de los líderes y obreros: “Comunicar, dictar y poner en marcha de manera precisa las diversas organizaciones de trabajo de la casa de Dios de acuerdo con sus requisitos, facilitando orientación, supervisión y exhortación, así como inspeccionar y hacer seguimiento del estado de su puesta en marcha”. Hablamos sobre las responsabilidades que los líderes y los obreros deben cumplir y sobre el trabajo que deben realizar, y además diseccionamos algunas de las conductas de los falsos líderes. Aunque no compartimos los detalles de cómo los líderes y obreros han de poner en marcha cada organización del trabajo, sí que hablamos en detalle sobre los principios que rigen su puesta en marcha, así como lo que los líderes y obreros deben hacer. ¿La enseñanza del punto nueve os ha aportado una definición más específica y precisa de la labor que los líderes y obreros deben llevar a cabo? ¿Tenéis ahora claro cuál es dicha labor? Lo fundamental para ellos es que la ejecuten conforme a los requisitos de Dios y la organización del trabajo de Su casa. En eso consiste, básicamente. Bien, todo en orden. La labor que un líder u obrero ha de desempeñar en la casa de Dios, así como sus responsabilidades, se han compartido de manera específica en el punto nueve. Se ha cubierto prácticamente todo. El alcance de sus responsabilidades está determinado, y la labor que deberían desempeñar, así como la forma de llevarla a cabo, también han quedado establecidas. Si alguien sigue sin saber cómo realizar una tarea concreta ahora que ha quedado perfectamente establecido, el problema radica en que tiene poco calibre. Se trata del tipo de falso líder que no puede desempeñar ninguna labor. Además, existe otro tipo de falso líder que organiza el trabajo solo según sus propias nociones y figuraciones, y que utiliza a las personas a capricho, lo que da como resultado que demasiada gente meta la mano en el plato. Y no es solo que el trabajo no se haga bien, es que lo arruina por completo, imposibilitando que progrese. Los falsos líderes nunca pondrán en marcha la organización del trabajo, y mucho menos llevarán a cabo una labor real. Se limitan a hacer lo que les gusta, se centran solo en asuntos generales; cuando trabajan, no saben más que dar órdenes y vocear doctrinas y eslóganes vacíos. Nunca hacen un seguimiento del trabajo, ni se preocupan de si ha resultado efectivo. Este es uno de los tipos de falso líder. En resumen, si uno no puede desempeñar o no lleva a cabo ninguna labor real como líder, sean cuales sean las circunstancias; si no puede cumplir con las responsabilidades de los líderes y obreros ni desempeñar el trabajo de la comisión de Dios, y si no consiguen poner en marcha las distintas tareas dispuestas por la casa de Dios, es que se trata de un falso líder.
Ahora bien, mediante la enseñanza del noveno punto sobre las responsabilidades de los líderes y obreros y nuestra exposición de las diversas formas en que se manifiestan los falsos líderes, ¿habéis ganado alguna comprensión y conocimiento básicos sobre cómo cumplir con dichas responsabilidades? (Sí). Entonces, ¿os parece que la obra de la casa de Dios es algo fácil de llevar a cabo? ¿Son elevados los requisitos para el hombre? ¿Son excesivos? (No son excesivos; todos son requisitos que podemos satisfacer). ¿Hay líderes y obreros que dicen lo siguiente? “La casa de Dios nos exige hacer demasiadas cosas y demasiados tipos de trabajo. Cuanto más superior es el líder, mayor es el alcance de su labor y el número de tareas de las que tiene que responsabilizarse. Para hacer ese trabajo correctamente y asegurarse de que se pone en marcha de acuerdo con los requisitos de lo Alto, moriríamos de agotamiento, ¿no es así?”. ¿Hay alguien que se haya desplomado de agotamiento por haber hecho todo el trabajo concreto correctamente, por haber implementado cada elemento del trabajo donde correspondía? (No). ¿Hay alguien que haya enfermado de agotamiento? ¿Hay alguien que esté tan ocupado que no le quede tiempo para comer o dormir? (No). Algunos dirán: “¿Cómo que no? Hay gente que se agota haciendo la obra de la iglesia, porque pasan un largo tiempo sin poder comer con horarios regulares o sin trabajar ni hacer descansos de forma regulada, sin un equilibrio entre trabajo y descanso. Terminan enfermos por agotamiento”. ¿Os suena que haya ocurrido alguna situación semejante? (No). Tras escuchar el punto nueve y ver los contenidos específicos de las diversas tareas que componen el trabajo en la casa de Dios, así como los estándares exigidos a los líderes y obreros en este trabajo concreto, ¿alguien se ha sentido temeroso y asustado? ¿Alguien ha pensado lo siguiente? “No resulta fácil ser un líder o un obrero. Sin una condición física saludable, un buen calibre, una amplitud de corazón y una fuerza y energía sobrehumanas, ¿quién podría realizar la labor correctamente?”. ¿Hay alguien que haya tenido este pensamiento? ¿Es válido? (No). ¿Qué lo invalida? En primer lugar, cuando llevan a cabo el trabajo de la casa de Dios, no importa cuál sea su rango ni si asumen una responsabilidad exhaustiva o solo de una única tarea, los líderes y obreros deben al menos realizar correctamente su cometido principal, además de una o dos tareas adicionales, a lo sumo. Que les encomienden un trabajo exhaustivo no significa que tengan que ofrecer una orientación o seguimientos exhaustivos. Deben centrarse en hacerse cargo de la tarea más crucial o atender simultáneamente a los eslabones débiles de ciertas tareas. Quizá haya personas que estén llenas de energía, que posean un fuerte sentido de la responsabilidad y buen calibre, y que sean capaces de llevar a cabo un amplio abanico de actividades polifacéticas, pero su labor principal se compone fundamentalmente de no más de una o dos tareas. Con respecto a otros trabajos, solo necesitan preguntar y hacer indagaciones sobre ellos, tratar de entenderlos y únicamente resolver los problemas a medida que los descubren. Esto por un lado. Por otra parte, aunque se ocupen simultáneamente de varias tareas, dependen de los supervisores primarios para realizarlas. Su único cometido consiste en supervisar las diversas tareas, comprobarlas y orientarlas; la labor principal que deben hacer ellos no deja de constituir una única tarea. ¿Y uno se agotaría por hacer una única tarea? (No). Si la persona tiene calibre suficiente y una mente flexible, organizará el trabajo de una forma razonable en cuanto a cómo distribuir el tiempo y en cuanto a cómo conseguir que sea eficiente. No se enredará en una maraña desorganizada que le impida avanzar. No parecerá muy ocupado, seguirá una rutina prescrita, pero el trabajo no será ineficiente y producirá buenos resultados. Se trata de una persona con calibre, que sabe gestionar el tiempo y los recursos humanos razonablemente. La gente de escaso o nulo calibre es un desastre, haga el trabajo que haga. Se afanan día tras día, pero ni ellos mismos saben con certeza lo que los mantiene tan ocupados. No tienen horario ni noción del tiempo; se levantan temprano y se acuestan tarde; no pueden comer en horarios regulares, pero, en vista de la ineficiencia de su trabajo, no llevan a cabo ninguna labor real. ¿No se trata de un caso de calibre excesivamente escaso? (Así es). Esta clase de persona parece estar todos los días trajinando de acá para allá sin descanso, pero no llega a captar lo esencial del trabajo, ni es capaz de distinguir lo que es urgente de lo que puede esperar, ni resuelve los problemas con eficiencia. Esto ralentiza el trabajo. La ansiedad les consume como si el corazón fuera a estallarles y les salen llagas en la boca. Sin embargo, ni siquiera en estos casos se desploman de agotamiento. Las personas de escaso calibre pueden llegar a trabajar más de ocho horas al día, pero la eficiencia de su labor es bastante peor que la de las personas de buen calibre. Por lo tanto, tienen que estar muy ocupadas, ¿verdad? Tienen que estarlo; no consiguen resultados incluso cuando se afanan; si no se afanan, el trabajo quedaría paralizado. Se trata de una persona de tan bajo calibre que no está capacitada para llevar a cabo su labor ni para asumirla. Además, el trabajo de la casa de Dios se compone de muchas tareas, y los requisitos son un tanto estrictos en términos de personal y tiempo. La mayoría de gente, si está un pelín más ocupada, es porque se esfuerza por alcanzar la excelencia y obtener buenos resultados, ya que el trabajo de la casa de Dios es diferente del de los negocios y las fábricas de los no creyentes: estos exigen eficacia económica, mientras que nosotros hacemos hincapié en los resultados del trabajo. Sin embargo, dado que la mayoría de las personas son de escaso calibre, carentes de principios y sumamente ineficientes en su trabajo, les lleva mucho tiempo producir resultados. ¿No es verdad que ahora la mayoría de vosotros no tenéis ningún pensamiento negativo sobre las responsabilidades de los líderes y obreros? Una cosa es segura: los líderes y obreros no sucumbirán al agotamiento si trabajan de acuerdo con los requisitos de la casa de Dios. Aparte de estos factores objetivos externos, hay una cosa más de la que podéis estar seguros: si una persona soporta una carga y es de un cierto calibre —sin olvidar que también existe la obra del Espíritu Santo—, entonces, con algunos problemas que no pueden imaginar ni predecir, y con algunas situaciones por las que nunca han pasado y en las que carecen de experiencia, recibirán continuos recordatorios por parte del Espíritu Santo, que los esclarecerá y ayudará en cualquier momento. El trabajo de la iglesia no depende exclusivamente de la fuerza, la energía y las cargas humanas; una parte de él debe depender de la obra y el liderazgo del Espíritu Santo, tal como ha experimentado la mayoría de la gente. Por lo tanto, se mire por donde se mire, lo que un líder o un obrero debería lograr es el cumplimiento de las responsabilidades, lo que no supone un requisito adicional. Los no creyentes, en sus trabajos mundanos, actúan en función de su calibre personal. Cumplir con un deber en la casa de Dios es diferente: uno no lo lleva a cabo simplemente en función de su calibre; para conseguir resultados, también tiene que apoyarse en su entendimiento de los principios-verdad. A veces, también han de ayudarse unos a otros y cooperar en armonía si quieren desempeñar adecuadamente su deber. Hay quien podría preguntar: “¿Trabajar en la casa de Dios exige que muramos con las botas puestas? Los gusanos de seda hilan hasta morir; ¿hace falta llegar a ese extremo? ¿La casa de Dios solo terminará con nosotros cuando hayamos muerto de agotamiento?”. ¿Es esto lo que Dios exige al hombre? (No). Nuestra charla sobre los requisitos de las responsabilidades de los líderes y obreros busca sencillamente que las personas comprendan con claridad cómo cooperar con la obra de Dios de acuerdo con los principios-verdad y los métodos de trabajo que Él exige, para que Su obra pueda progresar de manera ordenada y eficaz, así como para que Sus palabras y obra lleguen a lograr mejores resultados en Su pueblo escogido. Se trata, por un lado, de desarrollar y difundir el trabajo; y, por el otro, de que las palabras y la obra de Dios produzcan los efectos que deberían producir en aquellos que lo siguen. Estas son las responsabilidades de los líderes y obreros, así como las cosas que han de conseguir con su labor.
Punto 10: Salvaguardar adecuadamente y destinar con prudencia los diversos objetos materiales de la casa de Dios (libros, equipamientos variados, alimentos, etc.) y llevar a cabo labores periódicas de inspección, mantenimiento y reparación para minimizar los daños y el despilfarro; evitar, asimismo, su apropiación indebida por parte de personas malvadas
Hoy, pasaremos a compartir el punto diez de las responsabilidades de los líderes y obreros: “Salvaguardar adecuadamente y destinar con prudencia los diversos objetos materiales de la casa de Dios (libros, equipamientos variados, alimentos, etc.) y llevar a cabo labores periódicas de inspección, mantenimiento y reparación para minimizar los daños y el despilfarro; evitar, asimismo, su apropiación indebida por parte de personas malvadas”. El punto nueve es un requisito relativamente extenso para los líderes y obreros. El punto diez abarca otra gran sección del trabajo, la cual comprende otro requisito específico relativo a las responsabilidades de los líderes y obreros. Esta parte del trabajo se refiere a los artículos que pertenecen a la casa de Dios, algunos de los cuales se adquieren para satisfacer las necesidades vitales de las personas que cumplen con sus deberes a tiempo completo, mientras que otros materiales y equipamientos varios se compran para llevar a cabo la labor de difundir el evangelio. También se incluyen algunos libros de las palabras de Dios y los bienes relacionados con la entrada en la vida de los hermanos y hermanas, que deberían guardarse en la casa de Dios. Estos bienes tienen que ver con la fe en Dios de las personas. Tres categorías en total: artículos necesarios para la vida, artículos necesarios para el trabajo y artículos necesarios para la fe en Dios. No importa si estos elementos los compra la casa de Dios o los donan los hermanos y hermanas; una vez que pasan a pertenecer a la casa de Dios, se vinculan con el apartado relativo a la gestión y reparto de los bienes materiales por parte de los líderes y obreros. Vista desde fuera, quizá no parezca una labor tan importante en comparación con la vida de la iglesia y las tareas administrativas o profesionales, y quizá parezca que no hace falta incluirla en la agenda, pero sigue siendo importante que los líderes y obreros la lleven a cabo. Los diversos artículos de la casa de Dios están implicados en el trabajo, la vida, los estudios y demás actividades de todo el personal que cumple con los deberes, por lo que su custodia y reparto prudente tiene mucha importancia y no debe descuidarse.
Salvaguardar adecuadamente
Como líderes y obreros, un aspecto más crucial que desempeñar bien las tareas administrativas y mejorar la vida de la iglesia es llevar a cabo eficazmente la labor de difusión del evangelio, así como las diversas tareas asociadas a ella. Asimismo, los distintos bienes materiales de la casa de Dios también deberían ser objeto de una gestión adecuada. Deberían almacenarse correctamente; no permitir que se enmohezcan o se infesten de bichos, ni permitir que otros individuos los acaparen como si fueran su propiedad privada. La casa de Dios también cuenta con requisitos y pasos específicos para que los líderes y obreros lleven a cabo esta labor correctamente. Tienen que empezar por comprobar si quienes gestionan estos bienes son las personas apropiadas, personas responsables, si saben hacerlo y si pueden cumplir su responsabilidad con diligencia; si estas cosas estarán seguras en sus manos. Por ejemplo, en el caso de almacenar los alimentos, ¿es húmedo el sitio donde se almacenan durante la estación de las lluvias, cuando el tiempo es húmedo y lluvioso? ¿Las personas que gestionan esto lo revisan a tiempo? Si los alimentos se mojan, ¿los sacan para que se sequen? ¿Gestionan las cosas con el mismo esmero que si fueran suyas? ¿Tienen semejante humanidad? ¿Tienen semejante lealtad? En primer lugar, ha de efectuarse una auditoría de las personas que gestionan estas cosas para ver cómo es su humanidad, si poseen una conciencia y son virtuosos. Si una persona parece tener una buena humanidad y un corazón bondadoso, y casi todos los demás hablan bien de ella, pero no sabes si es apta para gestionar los bienes de la casa de Dios, ¿cómo se debe proceder entonces? Debes hacer un seguimiento, controlar las cosas y supervisar. Debes preguntar por las cosas al cabo de un tiempo para comprobar si el encargado de su custodia ha estado cumpliendo con su responsabilidad. En el caso de los alimentos, por ejemplo, la mayor preocupación es la humedad. El custodio debería revisar si el granero es húmedo y si existe riesgo de que los alimentos tengan insectos, y debería buscar a alguien que conozca tales temas para consultarle y que le ayude a entender qué prácticas pueden garantizar que los alimentos se conserven secos y que no se enmohezcan ni se infesten de insectos. Una vez que hayan guardado los alimentos, debería revisar el granero a menudo o abrir las ventanas para que se ventile. Eso sería cumplir verdaderamente con su responsabilidad. Si el custodio hace estas cosas por iniciativa propia, sin que haya que recordárselo o instarlo a ello, es que se trata de una persona fiable, lo cual resulta tranquilizador. ¿Y qué hay de las personas que custodian los diversos equipamientos, entonces? ¿Son las adecuadas para el puesto? Uno aún no lo sabe; también hay que comprobarlo. ¿Cómo se almacena la mayoría del equipamiento —aparatos electrónicos, muebles, instalaciones, etcétera— cuando no se suele utilizar? ¿Se encarga el custodio de ello y de su mantenimiento? ¿Se llevan a cabo revisiones periódicas de los dispositivos electrónicos, se encienden y se ponen en funcionamiento? Indagando, puedes averiguar que el custodio lo hace de forma periódica. Quizá estos equipamientos, aunque estén ahí sin utilizarse, no tengan polvo, lo cual significa que alguien se ocupa a menudo de su cuidado; verás que su custodio lo está haciendo bien, que está cumpliendo con su responsabilidad. Entonces, podrás descansar tranquilo. Por otro lado, están los libros de las palabras de Dios. Cada uno de ellos es difícil de conseguir y, además, para los creyentes en Dios no existe nada más importante; ni los alimentos, ni los aparatos electrónicos, ni ningún otro objeto. Así pues, con mayor motivo deberías encontrar a la persona correcta para que se encargue de ellos, así como el lugar correcto para guardarlos. También serán necesarias una ventilación, inspección y supervisión adecuadas; no puede permitirse que los libros se llenen de humedad o se mojen ni que los roan los ratones. Estas son cosas a las que hay que estar atento. Entonces, ¿las personas que gestionan estos bienes son las indicadas para el puesto? También debes comprobarlo a menudo. Si los encargados de cuidarlos son vagos, negligentes y descuidados, algunos de los libros resultarán dañados, si no es por la humedad y el moho, será por los insectos. Estas son todas pérdidas causadas por una inspección y una vigilancia poco estrictas por parte de los líderes y obreros. Si los cuidadores cuidan estos bienes como es debido, los líderes y obreros habrán cumplido con esta responsabilidad. Da igual si esos objetos son grandes o pequeños, o si no se usan a menudo, mientras figuren entre las posesiones de la casa de Dios, debería disponerse que alguien los gestione. Los bienes han de mantenerse seguros, sea cual sea su tipo y se guarden donde se guarden, así como se ha de garantizar que no les ocurra nada malo. Eso es lo que significa ser leal y responsable. Si se descubre que una persona encargada de la gestión de los bienes no es apta para el puesto, ¿cómo habría que proceder? Hay que transferirla de inmediato y buscarle un sustituto. Hay individuos, por ejemplo, que son unos holgazanes ociosos, que les gusta comer pero no trabajar, que no asumen ninguna responsabilidad. Tratan las cosas de la iglesia con dejadez, como si fueran de propiedad pública, pensando que, mientras no se pierdan, no habrá problema. No les preocupa que se llenen de moho o de bichos, ni que algún objeto se haya dañado; ni les importa ni preguntan. Cada vez que les preguntas, responden que los han revisado y que todo está en orden, cuando en realidad llevan mucho tiempo sin comprobarlos. Entonces llega el día en que alguien de pronto descubre que los alimentos se han puesto mohosos, que los ratones han roído los cables de algún aparato y que incluso los libros de las palabras de Dios han cogido tanta humedad que lo escrito en ellos se ha vuelto borroso e ilegible. Si uno solo se entera de estas cosas en ese momento, ¿no es ya demasiado tarde? (Sí, el daño está hecho). Ese es el resultado de una gestión inapropiada. La persona encargada de gestionar estas cosas, ¿no es acaso incapaz? ¿No es algo inmoral y de una humanidad pobre? (Lo es, sí). Los no creyentes calificarían de inmoral a una persona de este tipo; ¿qué decimos nosotros? Que tiene mala humanidad, que no es leal. Ni siquiera puede cumplir con esa pequeña responsabilidad; ni siquiera es capaz de desempeñar una tarea que cualquiera que ponga un poco de esmero y tenga un poco de conciencia y humanidad podría desempeñar. ¿Seguirá siendo un creyente en Dios? Hasta los no creyentes sostienen: “Esmérate en manejar con lealtad aquello que te hayan confiado”. Esta persona ni siquiera alcanza el estándar moral mínimo de los no creyentes, por lo que está claro que no es apta para servir como miembro del personal de gestión de bienes. Hay que ocuparse sin demora de las personas no aptas y buscarles sustitutos apropiados. Si no confías en tu personal de gestión de bienes y no dispones de tiempo para comprobar las cosas tú mismo, o no puedes hacer un seguimiento y revisarlas por algún motivo circunstancial, ¿cómo se debe proceder en ese caso? Cabe la opción de pedir a la persona que gestiona las cosas que escriba garantías, comprometiéndose a pagar los daños que sufran los artículos que gestiona, a aceptar cualquier sanción que le imponga la casa de Dios. Debe resolverse conforme al sistema administrativo. Si un líder u obrero es capaz de desempeñar su labor hasta este nivel, estará cumpliendo con su responsabilidad.
Cualquier bien material de la casa de Dios, ya sea grande o pequeño, caro o barato, de utilidad para ti o no, si te han designado para gestionarlo, entonces es responsabilidad tuya. Esta labor recae dentro del ámbito de responsabilidad de los líderes y obreros, por lo que debes encontrar la persona y el sitio apropiados para custodiarlo adecuadamente. No permitas que los bienes de la casa de Dios sufran ningún daño. Por ejemplo, con la custodia de los libros de las palabras de Dios, una vez que un líder u obrero ha organizado al personal apropiado para ellos, aún debe preguntar al respecto de vez en cuando: “Se han distribuido muchos libros recientemente, pero, aunque quedan menos, no te descuides. Lo más importante a la hora de almacenar los libros es evitar que sufran daños por la humedad o el sol, así como evitar que acaben aplastados o que se deformen”. Debe hacer preguntas e indagaciones de vez en cuando. Si han llegado nuevos libros, debe preguntar cómo se están custodiando; si caben todos en la ubicación original y, en caso de que no, si les han buscado otro sitio y cómo es, si es seguro y seco, si los libros están bien guardados y si hay que preocuparse por los ratones, si hace falta tener un gato. Todas estas cosas son las que los líderes y obreros deben hacer; y son su responsabilidad que cumplir. Esta labor quizá parezca un tanto insignificante, pero también es una de las tareas que los líderes y obreros deben llevar a cabo de forma periódica. No la subestimes; hay que tomársela en serio. Estos artículos son de propiedad pública y no pertenecen a ningún individuo, pero deben custodiarse bien; al margen de si te serán de utilidad en el futuro o no, y al margen de que sean o no para que tú los utilices, tienes la responsabilidad de custodiarlos adecuadamente, se trata de una cuestión que recae sobre ti, y no deberías buscar ningún motivo o excusa para desentenderte y no prestarle atención. Mientras algo sea tu responsabilidad, será algo que debes gestionar, una tarea que debes hacer. Con todo, debes hacer indagaciones y tratar de entender las cosas, o participar en ellas personalmente. Si dispones de tiempo para acudir al sitio y echar un vistazo tú mismo, sería preferible, naturalmente. Pero, si las circunstancias y las condiciones no lo permiten, o si estás demasiado ocupado con el trabajo, igualmente deberías indagar y preguntar al respecto en el momento oportuno, en un intento de evitar que los bienes de la casa de Dios se dañen o se desperdicien de alguna manera. Hacerlo significa que has cumplido con la responsabilidad de los líderes y obreros.
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