Las responsabilidades de los líderes y obreros (11) Parte 2
Destinar con prudencia
Con los bienes materiales de la casa de Dios, aparte de almacenarlos adecuadamente, debe llevarse a cabo otra tarea importante: destinarlos con prudencia. Todos estos bienes son para que los use la gente, todos son artículos útiles, de modo que el principal objetivo de custodiarlos es que puedan utilizarse con prudencia. Antes de darles un uso prudente, depende de los líderes y obreros destinarlos con prudencia. ¿Qué significa esto? Significa que la casa de Dios tiene principios y reglas en cuanto a las personas a las que se entregan estos bienes. El principal propósito de estos bienes, ya hayan sido ofrendados por los hermanos y hermanas o adquiridos por la casa de Dios, no es acumularlos para ayudas sociales o como limosnas en obras de caridad, sino para el uso de todos los hermanos y hermanas que cumplen con su deber a tiempo completo. Por lo tanto, la forma de destinarlos, los principios que rigen su reparto, es otra de las responsabilidades que los líderes y obreros deben cumplir a la hora de gestionar los diversos bienes materiales de la casa de Dios. Hemos mencionado aquí destinarlos con prudencia; en este caso, ser “prudente” es el principio exigido por la casa de Dios.
I. Destinar con prudencia los libros de las palabras de Dios
Empezaremos con los libros de las palabras de Dios. Cada vez que se publican nuevos libros, la casa de Dios cuenta con requisitos y reglas en cuanto a los principios que determinan quién debe recibir dichos libros. En la iglesia, existen personas que leen las palabras de Dios y personas que no; existen personas que aman la verdad y personas que no, y existen personas que cumplen con sus deberes y personas que no. Se deben establecer diferenciaciones entre estos grupos de personas. Asimismo, hay algunos volúmenes especiales que se engloban en la categoría de libros de texto: gramáticas, diccionarios y otros manuales similares. Todos estos deberían distribuirse estrictamente conforme a los principios. No deben entregarse a quienes no los necesiten, solo a los que sí. Y luego hay ciertos manuales que se imprimen en cantidades relativamente limitadas; si estos se le entregan a un individuo, ¿qué se le exigirá a este? Puedes leerlos, pero no los dañes; no los dejes por ahí ni arranques páginas indiscriminadamente. Y, cuando termines con ellos, tienes que devolverlos a su sitio original. Respecto a los libros sobre la fe en Dios, los líderes y obreros deberían distribuirlos en estricta conformidad con la organización del trabajo de la casa de Dios, así como permitir también que el pueblo escogido de Dios comprenda los principios y actúe de acuerdo con ellos.
II. Destinar con prudencia los diversos tipos de equipamientos
A continuación, abordaremos cómo destinar distintos tipos de equipamientos. Se trata de una tarea relativamente crucial. El reparto de varios tipos de equipamientos, entre los que figuran los dispositivos electrónicos, así como las herramientas necesarias para diversas profesiones, tiene que ser un tanto más estricto. Cuando los líderes y los obreros los distribuyen, también debería haber principios por los que regirse. Los destinatarios deben ser capaces de manejarlos con destreza y hacer un uso correcto y prudente de ellos. Si alguien es novato o simplemente no sabe utilizar un equipamiento, no se le debe asignar. Esto es aplicable sobre todo a dispositivos electrónicos de gama alta, como cámaras de alta gama y ordenadores de precio más elevado, así como los equipos de grabación, aparatos de fotografía o el equipamiento necesario para postproducción de vídeo; en ningún caso se le debe asignar este tipo de equipamiento a una persona así, a fin de evitar daños. Los líderes y los obreros han de asegurarse de que quienes manejen tales equipos sean capaces, en primer lugar, de apreciar su valor, y en segundo, de utilizarlos y mantenerlos correctamente. Por ejemplo, algunos aparatos, según sus instrucciones, requieren un descanso de diez minutos cada dos horas de uso para que se enfríen. De lo contrario, se dañarán y se acortará su vida útil. Quienes aprecian el valor del aparato lo usarán estrictamente conforme a las precauciones de mantenimiento; las seguirán por iniciativa propia, sin necesidad de que se lo digas, y serán aún más estrictos y precisos si los instas a hacerlo. Tales personas están cualificadas para manejar maquinaria; son aptos para usar aparatos de gama alta, porque saben apreciar su valor y se toman en serio las precauciones para su mantenimiento y reparación. Estas personas que valoran la maquinaria y la usan con normalidad son los destinatarios más apropiados del reparto y distribución de los equipos de calidad superior. Los líderes y obreros deberían realizar las verificaciones pertinentes a este respecto. Si se dispone de un ordenador de gama alta y se le asigna a cualquiera que lo solicite alegando que lo necesita, ¿se está aplicando un principio correcto? (No). ¿Qué está mal? Para los líderes y obreros, una parte de la distribución y el reparto de estos aparatos debería basarse en la competencia profesional de la persona encargada del trabajo; la otra debe basarse en el grado de aprecio que dicha persona tenga por la maquinaria, en si tiene humanidad, en si aprecia el valor de los aparatos cuando los usa. Si la persona no sabe cuidar de un aparato y no está familiarizado con las técnicas de la profesión, y solo quiere juguetear con él por curiosidad, se le debe restringir y prohibir su uso. No están capacitados para manejar y cuidar maquinaria de gama alta. A quienes desempeñan deberes ordinarios, basta con darles herramientas ordinarias. Quienes conozcan una profesión, tengan buena humanidad y sepan manejar y mantener los aparatos y apreciar su valor pueden utilizar aparatos de calidad superior, porque están versados en un oficio y son capaces de darles uso. Si le das un aparato de gama alta a una persona tosca o atolondrada, lo destrozará en pocos días. Nadie más podrá utilizarlo, y no será fácil repararlo. Esto no solo obstaculiza la obra de la iglesia, sino que también supone un despilfarro de los recursos materiales de la casa de Dios. ¿Qué implica esto? Que tales personas no son aptas para usar máquinas buenas. Las máquinas buenas deben entregarse a las personas con humanidad, que conozcan los entresijos de un oficio. A quienes no son expertos en una profesión y tienen una humanidad pobre les basta con usar aparatos corrientes. ¿Es esto destinarlos con prudencia? (Sí).
Con toda suerte de objetos materiales, diferentes personas tratarán las cosas de forma diferente. Algunas compran un ordenador de gama alta y, tras dos años de uso, aún parece nuevo; no se observa ni una huella dactilar en la pantalla y el teclado siempre está limpísimo, sin una mota de polvo. Asimismo, tienen el escritorio impecable y los archivos guardados en el ordenador están bien organizados y de forma clara. Si alguien les señala que es malo para la pantalla tenerla mucho tiempo encendida, enseguida preguntan cuál es la mejor forma de protegerla; la opción que sea mejor es la que eligen. Si alguien les señala que el ordenador necesita reposar después de un uso prolongado, que si se sobrecalienta funcionará peor y afectará a la longevidad del equipo, entonces, cuando se dan cuenta de que llevan usándolo más de dos horas, paran de inmediato para dejar que se enfríe. Si tarda en enfriarse porque hace mucho calor, colocan un ventilador para que le dé aire. Tratan el ordenador con tanto mimo como si fuera un hijo. Se muestran especialmente atentos y cuidadosos a la hora de guardarlo en su funda y, antes de ponerlo en una mesa, primero limpian su superficie y luego lo colocan debidamente. ¿No es esta una virtud suya? (Sí). Estas personas no solo valoran los equipos ellos mismos, sino que no soportan ver que otros maltraten o dañen los aparatos. Son aptas para manejar los aparatos buenos. Hay gente con dinero que también compra ordenadores de gama alta, pero una vez que los tienen en casa no los valoran en lo más mínimo. No los limpian, por mucho polvo que acumulen, y los tienen bastante sucios. Otros utilizan un equipo durante dos años y aún parece nuevo; estos individuos lo utilizan dos meses y parece como si tuviera diez años de uso. Diles que necesitan mantenimiento y responderán: “¿Qué sentido tiene mantener ese trasto? Las máquinas rinden servicio a las personas, están al servicio de la gente. ¡Si se rompe, se compra una nueva!”. Como consecuencia, el equipo se avería en menos de seis meses debido a un uso inadecuado. ¿Qué piensas de tales personas? ¿Son aptas para usar equipos de calidad superior? (No). Por muy buenos que sean los ordenadores que compran, no piensan en cuidarlos con mimo, sino que los tiran por ahí y los colocan sin cuidado. Algunos están llenos de arañazos; otros presentan daños por agua; otros se caen al suelo y se rompen. Los manejan muy bruscamente. Algo falta en la humanidad de tales personas. ¿Estáis dispuestos a asignar el uso de los aparatos buenos a gente así? (No). Hay personas que llevan gafas cuyas lentes siempre están limpísimas, mientras que otras tienen los cristales sucios, llenos de suciedad, huellas dactilares y demás. ¿Cómo pueden siquiera usarlas estando así? Quienes cuidan sus gafas son muy particulares cuando las posan; de ninguna manera permiten que las lentes toquen la superficie de la mesa o ningún objeto, ni permiten que los cristales se rayen o sufran ninguna abrasión. Las gafas son muy importantes especialmente para las personas con miopía; ¿cómo vas a usarlas si rayas los cristales? Algunos las tratan con brusquedad y al poco tiempo de llevarlas ya tienen las lentes borrosas. Cuando se las ponen, no pueden ver nada con claridad; les iría mejor sin ellas. Y, sin embargo, creen conveniente seguir llevándolas tal como están, como si diese igual. Esto me desconcierta: ¿el propósito de ponerse gafas no es poder ver las cosas con más claridad? ¿Cómo pueden ver con nitidez si tienen los cristales rayados del todo? ¿No son personas toscas? ¡Toscas, en efecto! Algo falta en la humanidad de los individuos excesivamente toscos; no saben cuidar de las cosas, y mucho menos las valoran.
En lo que concierne a los equipamientos y herramientas importantes de la casa de Dios, ¿cuál es la responsabilidad de los líderes y obreros? A la hora de destinarlos, deben entregárselos a las personas apropiadas. Quienes usen estos importantes equipos de gama alta deben ser personas que sepan valorar las cosas. Las valorarán, cuidarán de ellas y realizarán labores de mantenimiento; cuando se encuentren en su haber, puedes estar seguro de que nunca las destrozarán o dañarán intencionadamente o debido a factores que ellos mismos provoquen, salvo por un descuido momentáneo o por la falta de algún conocimiento de sabiduría popular. Tales personas pueden manejar estos equipamientos; se les puede asignar los aparatos de gama alta. En cuanto a las personas que son por naturaleza rudos en el uso de las cosas, basta con entregarles aparatos corrientes. Además, los custodios de los equipamientos y herramientas tienen la responsabilidad de mantener un registro de su uso: quién se ha llevado qué y durante cuánto tiempo lo ha usado, o cuál de los bienes se destina para uso exclusivo de alguien, o quién debería resarcir su valor si sufre algún daño. Las dos partes deben firmar un acuerdo de modo que las cosas sean justas y razonables para todos. Las máquinas y los equipos deben cuidarse bien, tanto a corto como a largo plazo; el usuario tiene que aprender a manejarlos correctamente y, si funcionan mal, se deben reparar sin demora. Cuanto más meticulosamente se realice esta labor, mejor. Si surge una situación en la que el régimen de Satanás arresta a gente, la responsabilidad más primordial de los líderes y obreros consistirá en destinar los equipamientos y herramientas importantes a personas responsables y dignas de confianza. Una vez enviados, tienen que darles a los destinatarios algunos consejos y decirles: “Estas cosas pertenecen a la casa de Dios, son para que las uses para cumplir con tu deber. No son juguetes. Deberías utilizarlas con prudencia y cuidar bien de ellas. No las estropees. Como estos equipos y herramientas se necesitan para el cumplimiento del deber, si sufren algún daño, habrá que pagar una compensación según su valor. Si el trabajo se retrasa a causa de un equipo dañado, eso representa un problema de naturaleza más grave, lo que significa que se ha sufrido alguna perturbación y destrucción. De modo que tienes que saber manejar correctamente todo tipo de equipamientos y herramientas para cumplir con los deberes; no debes dañar bajo ninguna circunstancia las posesiones de la casa de Dios. Asegúrate de recordar estos principios: hacer un uso prudente, así como llevar a cabo labores periódicas de inspección, reparación y mantenimiento; si algo funciona mal, comunícalo de inmediato y solicita que lo reparen”. A fin de desempeñar bien esta tarea, los líderes y obreros, por una parte, tienen que conocer los principios del reparto y uso; y por otra, deben facilitar que los usuarios sepan cómo llevar a cabo las labores de mantenimiento y conservación y, si se produce algún fallo, cómo efectuar reparaciones, entre otras cosas. Este es un conocimiento básico que las personas deberían entender y poseer en lo relativo al cuidado y uso de toda suerte de equipamientos y herramientas.
Los líderes y obreros han de destinar con prudencia los diversos equipamientos de la casa de Dios. Si, por ejemplo, un miembro del personal de trabajo necesita un ordenador con prestaciones relativamente amplias, deberías asignárselo. Si dice que uno no es suficiente, tienes que preguntarle por qué, así como indagar para ver si lo que afirma se atiene a los hechos. No te guíes por su solicitud y le entregues todos los ordenadores que te pida, dándole dos si afirma que uno no es suficiente, o dándole tres si afirma que dos no bastan. ¿No estarías así distribuyendo los ordenadores como si fueran juguetes? ¿Eso no sería imprudente? Tendrías que investigar primero la situación y tomar una decisión basada en los principios de la casa de Dios. No debes, bajo ninguna circunstancia, aprobar arbitrariamente toda suerte de peticiones, en caso de que algunos estén presentando solicitudes indiscriminadas bajo el pretexto de cumplir con un deber. Además, puede que otras personas que llevan a cabo un trabajo importante necesiten equipos de gama más alta, pero sus ordenadores personales tengan configuraciones de menor calidad. Los líderes y obreros también deben investigar esto con prontitud y destinar los equipos con prudencia. La provisión de ordenadores tendría que decidirse según la naturaleza del trabajo de una persona, así como los requisitos informáticos. A los líderes u obreros corrientes que no se dedican a trabajos de informática o de producción de vídeo, que solo utilizan el ordenador para cosas como navegar por internet, buscar recursos o hacer llamadas, y que no requieren un equipo de altas prestaciones, les servirá un ordenador corriente. Algunas personas mayores solo saben hacer operaciones sencillas como teclear, acceder a internet y hacer llamadas; sin embargo, cuando se convierten en un líder u obrero, les asignan un ordenador de gama muy alta. ¿Es esto prudente? ¿No están buscando privilegios especiales? ¿No están gozando de los beneficios del estatus? (Sí). ¿Para qué utilizan esta clase de equipos de gama alta y de calidad superior? Deben entregarse al personal profesional y quienes se ocupan del trabajo pertinente. No tienen por qué corresponderse con el estatus de una persona. Algunos líderes y obreros creen erróneamente que deberían gozar de derechos de uso privilegiado sobre los distintos bienes de la casa de Dios. ¿Constituye esto una regla de la casa de Dios? No. A algunos, en cuanto se convierten en líderes y obreros, les asignan enseguida ordenadores, teléfonos móviles y auriculares de gama alta; se les facilita toda suerte de equipos de calidad superior. ¿Qué consecuencias conlleva esto? ¿Se hace realmente para obtener buenos resultados en el trabajo? ¿No están anhelando disfrutes carnales? Y, de todos modos, ¿para qué quieres ordenadores de gama alta? ¿Lo que haces no es celebrar reuniones en línea y predicar palabras y doctrinas? ¿Sabes cómo subir vídeos o eres capaz de producirlos? ¿Sabes cómo mantener la seguridad de la red o puedes construir sitios web? ¿Conoces estas profesiones? Si no, ¿qué utilidad tiene para ti un ordenador de gama alta? ¿No es algo repugnante? (Sí). Si cuentas con dinero propio, a nadie le importa cuántos ordenadores te compres, nadie se inmiscuirá, por muy buenos que sean. Ahora estamos hablando de cómo los bienes materiales de la casa de Dios deben destinarse con prudencia. ¿Qué significa “con prudencia”? Cuando los líderes y obreros utilizan los equipamientos de gama alta de la casa de Dios, ¿eso cuenta como un uso “prudente”? (No). No conocen la profesión ni saben hacer nada. ¿Tener un ordenador de calidad superior los convierte a ellos en personas de calidad superior? ¿De qué presumen? Ninguna de las reglas de la casa de Dios otorga derechos privilegiados de uso y asignación de sus bienes materiales a los líderes y obreros; carecen de ese privilegio especial, pues no es un principio prudente por el que deben destinarse los bienes de la casa de Dios; no es en absoluto prudente. Puede que algunos se compren estas cosas si se hallan en posición de hacerlo; en caso contrario, si la casa de Dios necesita asignárselas, les basta con usar cosas corrientes. Esto es justo y prudente. Quienes realmente saben manejar los equipos de gama alta son los profesionales involucrados en el trabajo en cuestión, por lo que la casa de Dios debe asignárselos a ellos. Estos son algunos de los principios que los líderes y obreros deberían entender y captar con relación al reparto de los bienes materiales de la casa de Dios. Vuelve a verificar, de acuerdo con estos principios, si las cosas se han destinado con imprudencia en algún sitio. Si se da el caso, apresúrate a rectificarlo. Hay quienes, tras convertirse en líderes y obreros, observan que nadie en la casa de Dios les hace la pelota, que nadie les asigna artículos de gama alta, que aún se visten con sus viejos atuendos propios, que aún usan su propio pequeño ordenador de lo más corriente, y que la casa de Dios no les ha proporcionado uno bueno. Por lo tanto, acuden al equipo de finanzas y solicitan comprar un ordenador. ¿Es esto prudente? (No). Dicen: “Si no me lo asignas, no cumpliré con mi deber; buscaré una oportunidad para conseguir que la casa de Dios me compre un ordenador de gama más alta, ¡un modelo nuevo y más rápido!”. Son muy osados; no hay nada que no se atrevan a hacer. Cuando se convierten en líderes, tratan la casa de Dios como si fuera suya y piensan: “El dinero de la casa de Dios también me pertenece; ¡lo gastaré como me plazca!”. Esto es algo que los anticristos son capaces de hacer.
III. Destinar con prudencia los diversos alimentos y suministros diarios
Hemos terminado de hablar sobre destinar con prudencia los diversos bienes materiales y equipamientos. A continuación, nos centraremos en los productos para la vida diaria, por ejemplo: cereales, verduras y alimentos desecados, así como los ingredientes necesarios para cocinar, distintos alimentos complementarios, etcétera. Estos artículos no solo deben almacenarse adecuadamente, sino también destinarse con prudencia. Así pues, ¿cómo se logra esto? La casa de Dios establece ciertos criterios para los alimentos, y quienes gestionan estos productos deberían destinarse con prudencia ciñéndose rigurosamente a esos estándares. No deben dar una mayor cantidad de los alimentos buenos a sus más allegados. Por ejemplo, si se compra un arroz sabroso y de buena calidad, o si solo en contadas ocasiones se compra fruta o carne, y les asignas una mayor cantidad a aquellos con los que guardas una buena relación, o les das las cosas buenas a ellos y destinas las malas a otros, ¿se considera eso destinar con prudencia? (No). ¿Cómo se mide aquí la prudencia? ¿Qué manera de destinar las cosas se consideraría prudente? Un reparto equitativo, conforme a los principios y a los estándares exigidos que la casa de Dios ha estipulado para los alimentos, entregando tanto como deba entregarse. Si sientes que tienes una relación cercana con alguien, puedes darle de tu propia ración. No seas generoso con las cosas de los demás y no uses los bienes materiales de la casa de Dios para mostrar generosidad; si quieres ser generoso, selo con tus propias cosas. La generosidad no es un principio en la casa de Dios; el principio es destinar con prudencia. La distribución de lo necesario para la vida diaria y de los distintos alimentos debe efectuarse conforme a los estándares fijados por la casa de Dios y no de una manera indiscriminada. Naturalmente, los líderes y obreros pueden supervisar y comprobar si las personas responsables de la distribución de estos artículos albergan buenas intenciones, si su distribución es prudente y se hace conforme a los principios de la casa de Dios, qué opina la gente de ella, si hay alguna queja y si se ha atendido a todo el mundo. ¿Cómo se debe proceder en tiempos de escasez? ¿Es correcto que los líderes y obreros acaparen las cosas para su propio consumo? Hay quien dirá: “Los líderes y obreros gozan de mayor estatus y prestigio, y suelen ser los que más nos hablan, lo cual les deja la boca seca. Si hay algo bueno, que se lo coman ellos”. ¿Es correcto destinar las cosas así? (No, las cosas deberían dejarse para los que las necesiten de verdad). Si hay escasez de productos para el cuidado de la salud que son relativamente caros, ¿cómo deberían destinarse? Habría que dárselos a quienes se han gastado para Dios durante muchos años y han hecho una contribución. Estas personas tienen una salud precaria a causa de la edad, pero siguen cumpliendo con su deber a conciencia, y los hermanos y hermanas se han beneficiado considerablemente gracias a ellos. Estas personas necesitan mantener y cuidar su cuerpo un poquito, y lo justo es que se les permita comer y utilizar esos productos de salud. Nadie tiene que pelear por los suministros escasos. Así es como los líderes y obreros deben destinar estas cosas. ¿Es esto prudente? (Sí). Entonces, ¿la mayoría de gente pondría objeciones a este reparto? ¿Habrá alguien que diga lo siguiente? “Puede que yo no sea tan viejo, pero tengo un montón de labores que hacer; trabajo más de ocho horas al día. Mi labor quizá no sea tan eficiente, y quizá no lleve haciéndola tantos años, pero a veces tampoco gozo de muy buena salud. ¿Por qué nadie se preocupa por mí? Cuando hay cosas buenas, nunca me tocan a mí, pero cuando hay trabajo que hacer, siempre me buscan”. ¿Se le debe dar una ración a alguien así? Como ha tenido el descaro de pedirlo, habría que dejarle algo; ¿es eso prudente? ¿Accederíais a ello? (No). Si fuera Yo, accedería. ¿Por qué molestarse por esas cosas? La gente no vive su vida para disfrutar; no vive para comer, beber y divertirse. ¿Por qué pelearse por esas cosas? Si alguien quiere realmente luchar por ellas y sus circunstancias son en cierto modo las adecuadas, entonces déjale que las disfrute un poco. Se le habrá dispensado un favor especial, pero tú no habrás salido perdiendo por ello; no hay ninguna necesidad de sentirse tan molesto. Supón que alguien dijera: “¿Por qué no me das un poco? Mi salud tampoco es que sea excelente; si realmente consiguiera comer algo bueno, sería capaz, con mi salud mejorada, de trabajar y esforzarme más por la casa de Dios, y mi labor sería más eficiente”. Dado que lo ha solicitado, no lo avergüences denegándoselo y dale algo. Los demás no deberían molestarse tanto; sé un poco más generoso. ¿Acaso tu vida no seguirá igual que hasta ahora sin esas cosas? Lo que Dios proporciona a las personas no es escaso, sino rico y abundante; no hay necesidad de pelearse por las cosas. Si hay algún alimento especial y nadie cree que lo necesita o que debe disfrutarlo, entonces habría que dárselo a la clase de persona que en última instancia acuerde la mayoría que es la más adecuada para comérselo. Hacemos hincapié en la humanidad y en destinar las cosas con prudencia. Quienes las reciban deberían aceptarlas de parte de Dios y agradecer Su gracia. Los demás no deben pelear por ellas. Si lo haces, estarás siendo poco razonable, causando problemas caprichosamente y pasándote de la raya. Así es como se debe lidiar con estas circunstancias especiales. Existen principios tanto para las circunstancias especiales como para las ordinarias; no deben tratarse indiscriminadamente, y mucho menos en función de los requisitos de las relaciones humanas. Cuando las cosas se destinan con prudencia, los líderes y obreros han cumplido con su responsabilidad.
A la hora de repartir los alimentos y los suministros diarios, los líderes y obreros deberían tener en cuenta cuáles son las situaciones reales, así como el número real de personas y las cantidades necesarias reales, para repartirlos con verdadera prudencia y lograr el objetivo de no despilfarrar ni sufrir pérdidas. Esta es una de las responsabilidades que los líderes y obreros deberían cumplir. A veces, cuando no tienen una comprensión de las circunstancias específicas, puede que repartan algunas cosas de acuerdo con un principio básico y que más tarde se enteren, a través de los comentarios de los demás y la posterior supervisión, que el reparto no fue prudente, que estuvo un poco limitado por los preceptos. En ese caso, debe mejorarse la próxima vez para evitar que se repita el problema, así como para reducir el despilfarro y las pérdidas. Eso es cumplir con la responsabilidad. Naturalmente, para evitar los daños y el despilfarro, deben, en parte, realizar más consultas cuando distribuyan las cosas; además, tienen que ceñirse estrictamente a los principios. Esto es necesario. No asignes las cosas de manera indiscriminada, dejando sin ellas a quienes cumplen con su deber sinceramente, a quienes poseen la realidad-verdad, y dándoselas específicamente a aquellos aduladores que carecen de entendimiento espiritual. ¿Es esto actuar de acuerdo con los principios? (No). ¿No es una imprudencia gratuita? No actuar de acuerdo con los principios significa no cumplir con las responsabilidades de uno. ¿A qué nos referimos con “cumplir con las responsabilidades de uno”? No se trata de actuar por inercia y atenerse a los preceptos, ni se logra siguiendo una serie de pasos establecidos, sino que se trata de actuar con una conformidad verdaderamente estricta a los principios exigidos por la casa de Dios, asegurando al mismo tiempo que no se despilfarra ni se daña ninguna de las posesiones de la casa de Dios. Eso es lo que significa cumplir verdaderamente con tu responsabilidad. Por ejemplo, en el reparto de huevos para cinco personas, habría que dar a diario uno a cada una de ellas y entregarlos cada diez días, de modo que tendrías que enviar exactamente cincuenta. Esta es la forma en la que deberías distribuirlos, en parte porque se trata de un número pequeño y fácil de manejar; además, es la cantidad exacta que van a comer. Esta práctica es bastante correcta conforme a los estándares y especificaciones exigidos por la casa de Dios; significa actuar de acuerdo con los principios. ¿Sería conveniente que un líder u obrero, por miedo a los líos, les entregara de una tacada huevos para cien días, o sea, quinientos huevos? Decidme, ¿qué resulta más fácil de manejar y transportar, cincuenta huevos o quinientos? (Cincuenta). Resulta más fácil manejar y transportar cantidades pequeñas. Hay quien envía huevos para cien días y, como consecuencia, algunos se rompen durante el trayecto y otros se aplastan cuando se manipulan en el lugar de destino. Sumando una rotura tras otra, una porción sufre daños. Si se añade que la gente, al ver que se han entregado un montón de huevos, los derrocha despreocupadamente, al final se quedarán sin ellos antes del día del siguiente envío. Por lo tanto, ¿no es la negligencia de los líderes y obreros lo que causa que los huevos se rompan y sufran daños? (Sí). Si piden más, ¿puedes dárselos? Según los principios, no les puedes entregar más antes de la fecha fijada, pero se sienten agraviados cuando no tienen huevos que comer. ¿Qué procede hacer en este caso? (Habría que entregarlos a su debido tiempo y en la cantidad justa). Entregarlos a su debido tiempo y en la cantidad justa supone actuar conforme a los principios; eso es un reparto prudente. Cuando se reparten estas cosas, los líderes y obreros han de atenerse absolutamente al principio de reparto prudente y al estándar exigido por la casa de Dios, asegurando entregas puntuales y regulares. Aparte de eso, deben tener un pronto conocimiento de si se han producido casos de despilfarro, de si ha habido nuevas solicitudes o peticiones de cosas que escasean porque se han derrochado, y de si se han desperdiciado algunos de los productos expedidos que no le gustaban a la gente. Entre los alimentos que se distribuyen, figuran las carnes y las verduras, por ejemplo, y como la mayoría de las personas prefieren la carne, la consumen en tres o cinco días y dejan las verduras. Estas no se conservan bien; algunas se echan a perder y se pudren al cabo de un tiempo, por lo que se agotan antes de que se envíe la siguiente remesa. Entonces puede que alguien solicite más. En un caso así, ¿hay que proporcionarles más? ¿Es razonable hacerlo? (No). Otras personas, a escondidas, darán buena cuenta de la carne y los huevos, y luego se comerán las verduras que les gusten mientras alegan todo tipo de motivos y excusas para dejar el resto. Cuando se pongan amarillas y se estropeen, dirán que no son comestibles y terminarán echándoselas a los cerdos y las gallinas, o simplemente las tirarán y luego pedirán más. Cuando los líderes y obreros se encuentran con un caso de esta índole, ¿cómo deben abordarlo? Si dicen: “Viendo que esto no es bastante, la próxima vez os daré más; os proveeré de más, ya que coméis mucho”, ¿es la manera correcta de abordarlo? ¿Eso no es ceguera? (Sí). ¿Cómo es que están ciegos? (No comprenden lo que sucede en realidad: el principal motivo de que no hubiera suficiente comida es que se desperdició). Sacan conclusiones precipitadas sin comprender lo que sucede en realidad. En la mayoría de los sitios donde se distribuyen alimentos conforme a las especificaciones de la casa de Dios hay comida suficiente. ¿Por qué nunca basta para ese sitio en concreto? ¿No necesita eso una investigación precisa? Han de acudir al lugar y preguntar con detenimiento y detalle sobre la situación para averiguar qué está ocurriendo. Al final, gracias a la investigación y el entendimiento, descubren que el cocinero de allí es una persona mala e inmoral, que daba de comer a las gallinas alimentos para consumo humano, desperdiciando a propósito las viandas de la casa de Dios. Es alguien muy tiquismiquis con respecto a lo que come, solo le gustan los platos deliciosos. Si no hay carne, no quiere comer verduras y, cuando la hay, ni siquiera prueba el tofu. Cuando consigue huevos, los come a todas horas. Selecciona exclusivamente productos sabrosos y no come verduras corrientes, ni le importa que se estropeen. Tras entenderlo y comprobar que el cocinero es una mala persona; ¿se le debería incrementar su cuota la próxima vez que se distribuyan cosas? (No). ¿Basta con no darle más? ¿Cómo ha de abordarse este problema una vez que se ha detectado? Sustituyéndolo de inmediato; poniendo en su lugar a una persona con un poco de humanidad para que asuma ese deber. Descubriendo y resolviendo el problema con prontitud y descartando a estas personas malvadas, a estas manzanas podridas. Alguien podría preguntar: “Dado que ya no cocina, ¿sería aceptable que se encargara de alimentar a las gallinas?” (No). Si se encargara de alimentar a las gallinas, estas no pondrían huevos; si se encargara de cebar a los cerdos, estos adelgazarían. No sirve que se encarguen de dar de comer nada. Tales personas tienen que ser destituidas; no son aptas para cumplir con un deber en la casa de Dios. Si se detecta algún otro problema al repartir los bienes materiales de la casa de Dios, también habría que resolverlo con prontitud. ¿Con qué objetivo? Reducir el despilfarro y el deterioro de los bienes materiales de la casa de Dios. Alguien podría preguntar: “Para resolver estos problemas, uno tiene que ir a investigar la cocina. ¿No has dicho que los líderes y obreros no tienen permitido entrar allí? ¿Por qué ahora sí?”. Son dos cuestiones distintas. Yo no dije que no se les permita entrar; se trataba de una disección de que los líderes y obreros no saben trabajar, que holgazanean ociosamente y se pasean de un lado a otro, ávidos de los beneficios del estatus, que van siempre a la cocina a buscar comida de la buena. En el presente caso, van a resolver problemas, no a buscar comida buena. Ve cuando tengas que ir y no vayas si no es necesario. Los líderes y obreros tienen mucho trabajo que hacer, y esta es una de sus tareas, cuyos problemas específicos solo pueden conocerse entrando en la cocina hasta el fondo y comprendiendo los detalles. Si se descubre que un cocinero no es apto, hay que destituirlo de inmediato y sustituirlo por alguien que sí lo sea. De este modo, se asegura que los productos expedidos por la casa de Dios no se desperdician ni se estropean. Como sea que lo exprese, el requisito de los líderes y obreros es que cumplan con sus responsabilidades; si corresponde a ti, entonces tienes que preocuparte de él y actuar. Debes observar con los ojos y aplicar los oídos para escuchar atentamente lo que cada persona tenga que decir; y, por supuesto, debes aprender a albergar en tu corazón opiniones, ideas y discernimiento sobre toda suerte de cosas. Otro aspecto importante es interiorizar los principios que la casa de Dios exige, y no apartarse de ellos en ningún momento. Sea cual sea la labor que lleves a cabo, primero debes entender cuáles son los principios y reglas exigidos por la casa de Dios. Antes de ponerte a trabajar, debes hacerte varias veces preguntas tales como: “¿Tengo claro cuáles son los principios exigidos por la casa de Dios? ¿Cómo hay que proceder para hacerlo conforme a los principios de la casa de Dios? ¿Cómo hay que hacerlo conforme a los principios en circunstancias especiales? ¿Cómo tiene que abordarse en circunstancias normales?”. Es absolutamente imprescindible que te plantees estas y otras preguntas antes de empezar a trabajar, además de orar más ante Dios. Se trata, por un lado, de examinarse a uno mismo, y por el otro, aceptar el escrutinio de Dios. Hacer esto ayuda a los líderes y obreros a cometer menos errores y a desviarse menos de su trabajo, así como a reducir el despilfarro de los bienes materiales de la casa de Dios y las pérdidas sufridas en esta. Y lo más importante: al hacerlo, se reafirman y se cumplen las responsabilidades de los líderes y obreros. Es lo que estos deben hacer en verdad. Este es el requisito de los líderes y obreros. Almacenar y repartir los diversos bienes materiales de la casa de Dios no es una labor complicada. Por un lado, se trata de que los líderes y obreros se familiaricen con los principios; por el otro, que los compartan más a menudo con las personas a cargo de la gestión de los distintos bienes materiales, hagan un mayor seguimiento y procuren entender mejor las cosas y llevar a cabo más investigaciones sobre el estado de la gestión; todo ello mientras comparten más con los supervisores del reparto de los distintos bienes materiales de la casa de Dios para que capten más en profundidad dichos principios. Por supuesto, los líderes y obreros deben, asimismo, indagar y preguntar continuamente sobre cómo están repartiendo y distribuyendo los artículos esas personas, y si existen circunstancias especiales; por ejemplo, si los supervisores reparten los artículos conforme a los principios exigidos por la casa de Dios en diferentes estaciones, en diferentes momentos y en los casos en que distintos tipos de personas tengan necesidades diferentes. El objetivo consiste en posibilitar que los diversos bienes de la casa de Dios cumplan su función con eficacia, que se aprovechen al máximo con prudencia y que se almacenen con el mayor cuidado posible, con el mejor mantenimiento posible. Esta es la responsabilidad de los líderes y obreros.
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