Las responsabilidades de los líderes y obreros (11) Parte 3
Gestionar adecuadamente los bienes materiales de la casa de Dios es responsabilidad de todo el pueblo escogido de Dios
Habiendo entendido las responsabilidades de los líderes y obreros, ¿habéis comprendido también los principios que todos y cada uno de los hermanos y hermanas deben captar en cuanto a cómo tratar los diversos bienes materiales de la casa de Dios? Quizá no seáis líderes y obreros, pero aun así debéis cumplir la responsabilidad de la supervisión. Es el derecho del pueblo escogido de Dios. Además, los diversos bienes materiales de la casa de Dios —libros e instrumentos de todo tipo; comida, bebida y objetos cotidianos, etc.— deben ser tratados por todos con cuidado y amor. Asimismo, todas las personas deberían llevar a cabo labores periódicas de revisión, reparación y mantenimiento de los distintos objetos que utilicen, así como manejarlos con prudencia; mientras estén en tu haber, no dejes que se dañen y se desperdicien, ni los deseches indiscriminadamente. Hay quien dirá: “De todas formas, esto no es mío. No lo he comprado con mi dinero. Me lo proporcionó la casa de Dios: es de propiedad pública. No hace falta que me preocupe de cuándo se mantiene y se repara, ni de dónde se guarda. No puedo llevármelo conmigo como si lo hubiera incautado”. ¿Es este un pensamiento prudente? ¿Acaso no es bastante egoísta y carente de humanidad? (Así es). Entonces, ¿qué principios deben seguirse a la hora de usar los bienes materiales de la casa de Dios? Si algo se te ha repartido, te corresponde repararlo y cuidarlo mientras lo estés usando. Eres su único responsable; sin necesidad de que otros te insten o te supervisen, debes tratarlo, valorarlo y protegerlo como si fuera de tu propiedad personal. Eso es lo que significa tener humanidad. No importa en qué condiciones se encontrase esa cosa cuando se te entregó; cuando ya no se te permita usarlo o hayas terminado con él, deberías devolverlo a la persona encargada de almacenarlo sin un solo desperfecto y en su estado original. Esto es lo que se llama tener razón; es algo que debería estar presente en la humanidad. Afirmas que crees en Dios, que tienes conciencia y razón, que amas la verdad, que la persigues y te sometes a ella, pero, si careces incluso de la humanidad más elemental que deberías tener para tratar un bien material como es debido, ¿cómo puedes siquiera hablar de amar la verdad o practicarla? ¿No son palabras un tanto vacías? Que no puedas ni siquiera cumplir con la responsabilidad que debes asumir cuando manejas un bien material significa que tu humanidad no es buena; es lo que comúnmente se describe como “carecer de humanidad”. Además, estás en tu derecho de usar tus pertenencias como quieras, ya las trates de forma brusca o meticulosa. Nadie se inmiscuirá. Sin embargo, la casa de Dios cuenta con principios que rigen el uso de sus cosas. Todos ellos se cimentan en la conciencia y la razón y, aunque quizá no se erijan a la altura de la verdad, como mínimo se ajustan a los estándares de la humanidad. Si ni siquiera puedes satisfacer este estándar de la humanidad, ni puedes tratar y usar correctamente los instrumentos y suministros que la casa de Dios te ha entregado, eso supone un problema con respecto a si puedes comprender la verdad y entrar en la realidad-verdad; plantea un interrogante. Por lo tanto, en lo que concierne a cómo tratas estas cosas, tienes derecho a usarlas, lo cual, naturalmente, conlleva la responsabilidad de repararlas, mantenerlas y cuidarlas. Has de tomarte estas cuestiones en serio. Si, al igual que los no creyentes, dices: “De todas formas, esto no es mío. No lo he comprado con mi dinero. Si algo público se rompe, se rompió; se compra uno nuevo y punto, o se arregla en el peor de los casos. Aun así, no es como si yo hubiera perdido algo”. Si piensas así, eso es problemático; corres peligro. No posees una calidad humana recta y no tienes buenas intenciones. Ser moderado con las cosas propias de uno, pero tratar las posesiones de la casa de Dios como si no fueran importantes y no preocuparte de cuidarlas, ¿no es propio de quienes no tienen buenas intenciones? ¿Acaso a Dios le gustan las personas que no tienen buenas intenciones? (No). Decidme, ¿Dios escruta a las personas que no tienen buenas intenciones? (Sí). Dios escruta por igual a todas las personas, tengan buenas intenciones o no. Cuando aceptas el escrutinio de Dios, ¿cómo tienes que proceder si descubres que piensas de esta forma? ¿Haces caso omiso? ¿Lo dejas sin revisar? ¿No le das importancia? “Lo que yo piense es asunto mío. ¿Quién eres tú para inmiscuirte? Si me permites usar algo, entonces tengo derecho a usarlo; y, en cualquier caso, mientras no rompa el aparato, no pasa nada. ¿Por qué estableces tantas exigencias y tan elevadas?”. ¿Es la forma correcta de pensar? (No). Es “carecer de humanidad”. Si albergas tales pensamientos, debes aceptar el escrutinio de Dios y decir: “Dios, tengo un carácter corrupto y una humanidad pobre. Antes creía que era muy noble y honorable, que tenía dignidad; nunca habría imaginado que este pequeño objeto me revelaría: tengo deseos egoístas; no tengo buenas intenciones; tengo mis propios pequeños objetivos. Estoy dispuesto a aceptar Tu escrutinio y Tu disciplina, así como a dar un giro”. Debes orar y arrepentirte ante Dios, así como permitir que Él te escrute. Cuando hayas aceptado Su escrutinio, ¿cómo debes dar un giro? Dirás: “Era inmoral pensar como pensaba antes; es el pensamiento de los no creyentes, de los incrédulos. Ya no puedo seguir pensando así. No debo tomar ese camino. Soy creyente en Dios; necesito ser una persona con humanidad y dignidad, necesito hacer cosas que Dios ame. Necesito cambiar mi manera de usar los instrumentos y las máquinas en el futuro. Debo dejarlos reposar cuando toque y llevar a cabo labores de reparación y mantenimiento cuando sea preciso. Debo limpiarlos a menudo y realizar revisiones periódicas de los diversos componentes para garantizar un uso normal. Y los limpiaré en el mismo instante en que termine de utilizarlos, y los devolveré a su lugar de almacenaje para evitar que los manipulen personas ajenas”. Y, cuando vuelvas a usar aparatos en el futuro, serás especialmente cuidadoso y atento. Tus opiniones estarán en constante cambio, y tus acciones mejorarán, lo cual te alejará de tus anteriores pensamientos y acciones egoístas y despreciables hacia un sentido de la responsabilidad, hacia una disposición a cuidar las cosas y hacia una mentalidad de asumir la responsabilidad. Un cambio en tu manera de pensar supone el comienzo para dar un giro de verdad. Tus acciones llegarán a cambiar cuando actualices tus ideas y tu forma de pensar en la práctica. Al alcanzar este nivel, Dios verá que estás dando un giro y te estás arrepintiendo de verdad; estos cambios y transformaciones que llevas a cabo serán verdaderamente aceptables para Dios. Esto es practicar la verdad. ¿Qué es lo fundamental que uno debe poseer al practicar la verdad? La conciencia y la razón que debería tener la gente. ¿Y las personas egoístas y despreciables tienen conciencia y razón? (No). Quizá sepas, como doctrina, que no puedes dejar los bienes de la casa de Dios tirados por ahí, ni dañarlos y despilfarrarlos, ni ser irresponsable con ellos; pero ¿qué actitud albergas en tu corazón y en tu pensamiento? “¿Qué sentido tiene preocuparse por esas cosas? Esto ni siquiera es mío”. Esta manera de pensar gobernará tu conducta, así que ¿te servirá de algo la doctrina que conoces? No, será tan solo una doctrina que no llega a tener valor en absoluto. Solo cuando tus pensamientos y puntos de vista se reviertan y hayas dado un giro y te hayas arrepentido con sinceridad ante Dios, tu conducta y tus acciones prácticas comenzarán a cambiar. Es entonces cuando lo que vives empezará a tener humanidad; es entonces cuando empezarás a entrar en la realidad-verdad. Una cuestión tan pequeña revela la humanidad de una persona, así como si esta ama realmente la verdad.
La gestión de los diversos bienes materiales de la casa de Dios es una responsabilidad que deberían cumplir los líderes y obreros, y todo el pueblo escogido de Dios debería brindar en conjunto supervisión, ayuda y la máxima cooperación. Esta responsabilidad recae en todos. El pueblo escogido de Dios tiene que servir de ejemplo, empezando por sí mismo; solo cuando ellos mismos realicen una buena labor estarán cualificados para supervisar a los demás y evaluar si sus acciones son apropiadas y conformes a los principios. Se trata de una cuestión que involucra a todos, ese pequeño detalle revela la humanidad de las personas, así como su actitud hacia la verdad. Los líderes y obreros han de desempeñar esta labor correctamente y con sumo vigor, de acuerdo con los principios de la casa de Dios, y todos los hermanos y hermanas corrientes tendrían, asimismo, que contemplar este asunto con rigor y cautela. Debes reflexionar a menudo sobre ti mismo, sobre si existen problemas en tu humanidad y en tu forma de pensar, sobre qué tipo de actitud tienes. Cuando descubras que existe un problema en tu actitud y en tu forma de pensar, deberías orar con prontitud y dar un giro; y, cuando gestiones o utilices las cosas de la casa de Dios, deberías esforzarte, por un lado, para no ser reprendido por tu conciencia ni quedarte corto ante Dios y, por otro, para que los demás te admiren, aprueben tus acciones y digan que tienes humanidad, pues todos la percibirán. Lo principal es que las personas respeten los principios al hacer esto. Esta es la obligación que las personas deberían cumplir, algo que cualquier miembro de la casa de Dios debería lograr. No es solo responsabilidad de los líderes y obreros.
¿Os queda ya más o menos claro el punto diez relativo a las responsabilidades de los líderes y obreros? Habiendo comprendido los principios, las personas deberían desempeñar esta labor siendo más meticulosas y prestando más atención; deberían esmerarse más y no ser perezosas; entonces podrán básicamente reducir el daño y el despilfarro de los bienes materiales de la casa de Dios, así como evitar que la gente malvada las robe. Debería ser factible. ¿Por qué afirmo que resulta fácil lograrlo? Porque son cuestiones que afectan a la vida cotidiana de todos. No te cuesta nada manejar con atención las cosas de tu propia casa, conque, si almacenas los bienes de la casa de Dios como si fueran tuyos, de acuerdo con los requisitos de Su casa, los repartes con prudencia, consigues reducir los daños y el despilfarro y evitas que la gente malvada los robe, entonces estarás cumpliendo con la responsabilidad de los líderes y obreros. Por su naturaleza, este trabajo parece una tarea de asuntos generales. ¿Por qué lo llamamos así? Porque implica la gestión de bienes materiales. Gestiónalos y repártelos bien, de ese modo estarás cumpliendo con tu responsabilidad. Además, el principio para esta labor es bastante simple; se rige por un único principio y no implica verdades complejas. Mientras uno soporte una carga y albergue las intenciones correctas, puede desempeñar bien este trabajo sin que haga falta que comprenda demasiadas verdades, ni tampoco que se le hayan compartido muchas. Por lo tanto, este trabajo consta de una única tarea, la cual se engloba en la categoría de asuntos generales. Se trata de una labor fácil de hacer para los líderes y obreros. Con que seas un poco más diligente, hagas más preguntas, indagues más, te preocupes más y albergues las intenciones correctas, lograrás llevarla a cabo. No es nada complicada. Aquí terminamos la enseñanza del punto diez relativo a las responsabilidades de los líderes y obreros. Así de sencillo es.
La actitud y las manifestaciones de los falsos líderes con respecto a los bienes materiales de la casa de Dios
Ahora que habéis comprendido esta responsabilidad de los líderes y obreros, pasaremos a diseccionar, a este respecto, las manifestaciones que los falsos líderes exhiben cuando desempeñan esta labor y qué cosas hacen que permitan definirlos como falsos líderes. En primer lugar, cuando los falsos líderes se encargan de esta tarea, no son capaces de custodiar los diversos bienes como es debido. El almacenamiento constituye el primer elemento del trabajo importante en lo que concierne a los bienes materiales de cualquier clase. Los falsos líderes son un desastre en todo lo que hacen; aparte de estar atrapados en un cenagal en lo que atañe a la verdad y los distintos principios que involucra, son también un desastre cuando se trata de custodiar las posesiones de la casa de Dios. No saben qué tipos de personas deben buscar para gestionarlas ni la manera en la que hay que almacenarlas. No tienen objetivos precisos ni planes concretos, ni mucho menos pasos detallados para llevar a cabo esta labor. Si aparece alguien dispuesto a tomarse la molestia, estos bienes estarán custodiados; en caso contrario, los falsos líderes los dejarán a un lado despreocupadamente. No buscan a la persona adecuada para custodiarlos ni un lugar apropiado para almacenarlos, y menos aún comparten los principios específicos para su custodia. Al mismo tiempo, no establecen ningún plan para la futura ubicación, reparación y mantenimiento de estos bienes materiales. Hay incluso falsos líderes que ignoran por completo cuáles son los bienes de la casa de Dios; no les importa y no preguntan al respecto. Supongamos, por ejemplo, que la casa de Dios ha imprimido nuevos libros con las palabras de Dios. Un falso líder desconocerá cuántos libros quedan después de su distribución, quién ha sido designado para almacenarlos, cómo se han almacenado, y si están siendo almacenados en el sitio correcto, no preguntará ni indagará al respecto. ¿Por qué no lo hace? Porque piensa que custodiar los bienes materiales de la casa de Dios es un asunto menor, que él es un líder, alguien que lleva a cabo cosas importantes, que se dedica exclusivamente a predicar. No presta ninguna atención a estos “asuntos menores”, sino que los deja en manos de personas que no entienden nada, sin preocuparse de si se hacen bien o mal. Por lo tanto, no se toma para nada en serio la labor de custodiar los bienes materiales de la casa de Dios. Este es un motivo. El otro es que algunos falsos líderes están atolondrados; su mente está hecha un revoltijo. No tienen un pensamiento normal ni están concienciados con la custodia de las cosas; no cuentan con un procedimiento o una senda que seguir para custodiar los bienes de la casa de Dios. Así pues, no saben cuántas de estas cosas están dañadas, ni si están produciéndose casos de despilfarro. Cuando la gente malvada se lleva algunas cosas, un falso líder dice: “Déjalo estar; en cualquier caso, todo está en manos de Dios”. Hay individuos que utilizan bienes importantes sin que nadie lo haya aprobado; esas personas se apropian de estas cosas y no dejan que otros las usen en su trabajo, y nadie se atreve a pedirlas. Un falso líder dice: “No es para tanto. Se compra uno nuevo. Si se lo han llevado, que lo utilicen ellos primero. No es más que un objeto; da igual quién lo use. Si no lo manejan con prudencia, eso queda entre Dios y ellos. No hace falta que nosotros interfiramos”. Fíjate en cómo predican una gran doctrina para “lidiar” con el asunto, convirtiendo los problemas importantes en pequeños, y los pequeños en nada. Los falsos líderes no cumplen con ninguna de sus responsabilidades en lo que concierne a custodiar los diversos bienes de la casa de Dios. No se preocupan ni preguntan al respecto, ni resuelven ni abordan ningún problema. Incluso si lo Alto investiga su trabajo, responden con evasivas para librarse y ya está.
Algunos hermanos y hermanas compran equipos, ropa y medicinas para que la casa de Dios les dé uso y, cuando un falso líder ve esos artículos, los revisa y se agencia para sí la ropa, los zapatos y las carteras buenos; para los demás solo deja lo que sobra, lo que no necesita. Cuando los tarugos a los que guía observan esto, dicen: “Nuestro líder ha elegido lo que quiere, ahora nos toca a nosotros. Cuando terminemos, tiraremos los trastos inservibles a los hermanos y hermanas que están por debajo de nosotros”. Las cosas que caen en manos de una persona pasan a pertenecerle a ella, y lo que sobra, lo que nadie quiere, se desecha y nadie lo custodia. Y así, aunque supuestamente los diversos bienes materiales de la casa de Dios se almacenan en lugares establecidos, lo cierto es que no se custodian en absoluto; esos lugares son vertederos, no hay absolutamente nadie que los gestione. Se limitan a tirar las cosas en cualquier sitio y dejan que se acumulen. Hay ropa, zapatos y calcetines, medicinas y dispositivos electrónicos, así como productos de uso diario y utensilios de cocina; es un batiburrillo, con trastos de todo tipo, y hasta la comida para perros está mezclada con los alimentos para consumo humano. Si preguntas quién gestiona esas cosas y si las clasifican; o si existen instrucciones para estas cosas y cómo hay que almacenarlas; o, en el caso de que no se requieran para llevar a cabo la obra de la casa de Dios, si los hermanos y hermanas las necesitan; nadie conoce las respuestas. Es bastante normal que los hermanos y hermanas no lo sepan, pero los líderes y obreros tampoco tienen las respuestas; eluden por completo la responsabilidad y dicen: “No lo sé”, o: “De eso se ocupa otra persona”, y de ese modo te despachan y engañan a la casa de Dios. Esto provoca que estos problemas queden sin resolver. A los líderes y obreros no les cuesta encontrar personas adecuadas para gestionar los diversos bienes materiales de la casa de Dios, ¿verdad? Los falsos líderes ni siquiera llevan a cabo la sencilla tarea de buscar a alguien leal que custodie las cosas como es debido, que lleve buenos registros y que las mantenga bien ordenadas. ¿Qué hacen, entonces? Cuando los hermanos y hermanas ofrendan ropa o productos de primera necesidad a la casa de Dios y los falsos líderes descubren estos artículos, se arremolinan a su alrededor, como una manada de lobos hambrientos devorando juntos un trozo de carne. Se prueban cualquier prenda que les favorezca, una y otra vez, no paran de elegir cosas para sí mismos. Cuando la casa de Dios adquiere distintos tipos de aparatos y equipamientos caros e importantes, se apresuran a elegir para sí los mejores. ¿Por qué se agencian los mejores? Porque creen que, como líderes u obreros, tienen derechos de uso privilegiado sobre los bienes de la casa de Dios. Sea lo que sea lo que distribuya la casa de Dios, siempre eligen para sí las mejores cosas. Así es como tratan los bienes de la casa de Dios. ¿Es esto trabajar? ¿No es esta una manifestación de los falsos líderes? En cuanto a los productos que tienen fecha de caducidad —alimentos y medicinas, por ejemplo—, los falsos líderes ni siquiera se preocupan por ellos. No buscan personal adecuado para gestionarlos, ni dicen a los encargados: “Algunos de estos artículos tienen fecha de caducidad, conque elaborad un registro enseguida. Apresuraos a repartirlos entre los hermanos y hermanas antes de su fecha de caducidad, de modo que se consuman con prudencia; no esperéis a que caduquen; no dejéis que se desperdicien”. Los falsos líderes nunca actúan así. Cuando algo caduca, se limitan a tirarlo a la basura. Cuando los líderes y obreros cumplen una labor en la casa de Dios, en sentido estricto, deberían ser los administradores de esta. Lo primero que tienen que hacer es custodiar con prudencia los bienes de la casa de Dios, mantener una vigilancia estricta y llevar a cabo las revisiones pertinentes. Este también constituye un aspecto fundamental de la obra de la casa de Dios, pero los falsos líderes ni siquiera pueden desempeñar una labor tan fundamental como esta. ¿Son personas atolondradas, de escaso calibre y pocas luces, o es que no tienen buenas intenciones? Si son sujetos atolondrados y de pocas luces, ¿cómo es que saben elegir los artículos buenos para quedárselos? ¿Por qué no se desprenden de sus propias cosas o se las regalan a otras personas despreocupadamente? ¿Por qué no estropean o dañan sus propias pertenencias? ¿Y por qué tienen esta actitud hacia los bienes de la casa de Dios? Es evidente que carecen de moral y que no tienen buenas intenciones. Una vez que los líderes y obreros han adquirido estatus y entran en contacto con una esfera más amplia de la obra de la casa de Dios, consiguen acceso privilegiado a los diversos bienes materiales y las propiedades públicas de la casa de Dios y son los que tienen más información al respecto. Y, sin embargo, algunos líderes los ignoran, no los custodian como es debido y permiten que cualquiera los utilice y se los lleve; se limitan a dejar que los custodie quienquiera que esté dispuesto a ello y les da igual si alguien no está dispuesto a hacerlo y es un irresponsable; e, incluso si se enteran de que alguien tiene un problema, no lo resuelven. Estos son falsos líderes. A estas alturas, hemos llegado a la conclusión de que los falsos líderes, además de tener escaso calibre y no soportar ninguna carga, no tienen buenas intenciones y tienen una escasa calidad humana. Dado que estos líderes son de escaso calibre y carecen de capacidad de comprensión, se entiende que desempeñan mal su labor en un trabajo que involucra la verdad y la entrada en la vida. Y, puesto que tienen escaso calibre y carecen de capacidad de trabajo, también puede tolerarse que desempeñen mal una labor relacionada con la administración. Sin embargo, su incapacidad para llevar a cabo una tarea que implica gestionar los diversos bienes de la casa de Dios —que es la tarea más minúscula y sencilla— demuestra algo aún más evidente: para algunos falsos líderes, su problema no se reduce a tener escaso calibre y no soportar una carga, sino que encima tienen una calidad humana particularmente escasa y una humanidad particularmente pobre. Al hablar sobre la décima responsabilidad de los líderes y obreros, se ha revelado otra manifestación de los falsos líderes: no solo tienen escaso calibre, no soportan una carga y codician las comodidades carnales; también son de escasa calidad humana y no tienen buenas intenciones. No se preocupan de las cosas que no son suyas; ni siquiera las custodian. Han sido designados como administradores de la casa de Dios y, sin embargo, muerden la mano que les da de comer y no protegen los intereses de la casa de Dios mientras viven a costa de ella; desechan despreocupadamente los bienes de la casa de Dios, como si pertenecieran a extraños, no los custodian y piensan que no son gran cosa. No es solo que no cumplan con sus responsabilidades; ¡es que existe un problema con su humanidad, una enorme falta de moral! Custodiar mal las cosas que deberían custodiar, o no hacerlo, indica que los falsos líderes carecen de humanidad y que no tienen buenas intenciones. Si ni siquiera pueden custodiar adecuadamente los bienes de la casa de Dios, en el caso de que tuvieran que repartirlos, ¿lo harían con prudencia? Se quedan aún más cortos al actuar conforme a los principios. Observan cómo los bienes de la casa de Dios se desechan, se dañan y se desperdician despreocupadamente, sin que haya nadie que los gestione, y saben en el fondo de su corazón que eso no está bien; sin embargo, no toman medidas al respecto. Eso es no tener buenas intenciones. ¿Puede esta escoria, que no tiene buenas intenciones, repartir con prudencia los diversos bienes materiales de la casa de Dios? Son aún más incapaces de hacerlo; si haces que los repartan, se comportarán con una falta de moral aún mayor.
En una iglesia rural donde hay perros, la persona encargada de cuidarlos se preocupaba mucho por los cachorros recién nacidos, hasta el punto de que, temiendo que no recibieran la nutrición necesaria, solicitó huevos ecológicos para alimentarlos. El falso líder de allí aprobó la petición de inmediato, sin considerar lo escasos que son los huevos ecológicos. Si ni siquiera hay suficientes para el consumo humano, ¿cómo van a destinarse a los perros? ¿No es una manera absurda de manejar la situación? ¿Cuál es la naturaleza de este comportamiento? ¿Cómo debe definirse? ¿No es absurda esta práctica? Ese falso líder, cada vez que abre la boca, lo único que dice son doctrinas que se ajustan a los gustos de la gente; pero, en realidad, no entiende ni un ápice de los principios-verdad, de modo que, cuando algo acontece, lo aborda y maneja conforme a los deseos subjetivos, las preferencias y las figuraciones humanos; y a la larga termina perpetrando una acción tan repugnante como alimentar a los perros con huevos ecológicos. ¿Cabe considerar prudente este reparto de los bienes de la casa de Dios? (No). ¿Por qué no logra hacer un reparto prudente? A primera vista, parece que el falso líder estaba interviniendo, preocupándose y haciendo un seguimiento incluso de un asunto tan insignificante como este, y que tenía sobrados motivos y fundamentos para apoyar esta solicitud; sin embargo, ¿se ajustaba esto a los principios? ¿Estaba actuando conforme a los principios exigidos por la casa de Dios? No. Así pues, analizando la naturaleza de esta acción, ¿es una buena obra o un hecho malvado? ¿Cumple con su responsabilidad o se trata de una negligencia? Se trata de una negligencia; es una acción carente de principios, ¡es hacer maldades con imprudencia! A juzgar por esta situación, ¿qué observáis con respecto a la esencia de la humanidad de este falso líder? ¿No se observa una comprensión distorsionada y una aplicación ciega de los preceptos? Lo que dice a cada momento son doctrinas correctas, no parece que haya ninguna frase incorrecta en ello, pero en realidad está distorsionado. Las personas así son falsamente espirituales y tienen una comprensión distorsionada; son escoria que carece de entendimiento espiritual. Hemos mencionado hace un momento que la humanidad de los falsos líderes es la de personas con escasa calidad humana y que no tienen buenas intenciones. Carecen de principios a la hora de repartir los bienes materiales de la casa de Dios y los asignan a ciegas, lo que revela que los falsos líderes poseen una comprensión distorsionada y aplican los preceptos ciegamente, así como que sus acciones carecen de principios; actúan a ciegas y aleatoriamente. Por fuera, los falsos líderes parecen muy benevolentes y amables, pero se trata en realidad de una falsa benevolencia y amabilidad. Cuando, por ejemplo, una perra dio a luz a cachorros, su cuidador sugirió que deberían darles una manta nueva, destinada a las personas. Entonces dijo alguien: “Sería una lástima dar una manta nueva a los perros; en su lugar, es mejor dársela a los hermanos y hermanas y dejar para los animales la manta vieja que vayamos a reemplazar”. ¿Qué pensáis de esta sugerencia? Repartir cosas nuevas a las personas y dejar las viejas para los animales es algo bastante prudente. Este es el principio; esto es un reparto prudente. ¿Cómo manejan los falsos líderes estas situaciones cuando se ven en ellas? Al oír eso, el falso líder de allí reflexionó: “Los animales nunca tienen la oportunidad de usar cosas nuevas. Siempre aprovechan las cosas viejas y sucias. Nosotros, los humanos, disfrutamos siempre de las cosas nuevas. Las palabras de Dios establecen que a veces no somos mejores que los cerdos o los perros, así que no les disputes las cosas a los cerdos y a los perros. Es una falta de humanidad”. Y, de ese modo, terminan dándoles la manta nueva a los animales. Quizá la gente de allí no saliera perdiendo por seguir usando una manta vieja, pero la manera en que se manejó el asunto ilustra muy bien el problema. ¿Qué papel desempeñó el falso líder en este caso? ¿Diríais que las personas normales serían capaces de hacer algo así? (No). Entonces, ¿qué clase de personas permitirían que las cosas llegaran a tal extremo a la hora de manejar esta situación? (Tipos absurdos que carecen de la razón o el pensamiento de la gente normal). Todas estas respuestas son correctas: esas personas no valen un comino. Cuando la gente se encuentra en una situación similar, sabe proceder con sensatez, pero los falsos líderes falsamente espirituales que tienen una comprensión distorsionada no saben cómo lidiar con ella. Su forma de manejarla también parece tener una base, parece conforme a los principios de la casa de Dios y que está respaldada por justificaciones abundantes y prudentes; sin embargo, las personas que lo oyen se quedan con la sensación de no saber si reír o llorar de lo ridículo que es. ¿Cómo es que ni siquiera logran entender una lógica tan simple y obvia? ¿Cómo es que terminan manejando la situación de una forma tan distorsionada? Resulta enfermizo. Si les dejas ejercer como administradores, tendrán a los perros cazando ratones, a los gatos vigilando la casa y a los cerdos durmiendo en las camas; todo estará revuelto. ¿Son capaces los falsos líderes de repartir con prudencia los diversos bienes materiales de la casa de Dios? (No). Son una clase aparte, tipos atolondrados y absurdos. Aparte de aquellos falsos líderes que tienen una comprensión particularmente distorsionada y que no tienen buenas intenciones, la mayoría de los falsos líderes también hacen una labor desastrosa y un embrollo en estos casos, a pesar de que cuentan con un poco de calibre y de que su comprensión no está distorsionada. Ni siquiera pueden cumplir con las responsabilidades más nimias que les corresponden. De modo que, cuando preguntas por esta labor, su respuesta siempre es la misma: “Fulanito se ocupa de eso; fulanito lo sabe; si tienes alguna duda, tendré que ir a preguntarle a fulanito”. Y no vuelves a saber nada más del asunto. Esta es la manifestación que los falsos líderes exhiben cuando están desempeñando esta labor.
Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.