Las responsabilidades de los líderes y obreros (12) Parte 3

IV. Averiguar con prontitud el paradero de las ofrendas, así como las diversas circunstancias de sus custodios

Más allá de inspeccionar el estado del gasto de las ofrendas y solucionar los gastos irrazonables, los líderes y obreros tienen otra tarea importantísima: deben averiguar con prontitud el paradero de las ofrendas, así como las diversas circunstancias de sus custodios. El objetivo de esto es evitar que personas malvadas, personas que albergan planes turbios y personas con un corazón codicioso aprovechen los descuidos para apropiarse de las ofrendas. Hay gente que se fija en la cantidad de cosas que tiene la casa de Dios y ve que, en el caso de algunas, no hay nadie que las vigile ni guarde un registro de ellas, por lo que siempre están pensando en cuándo las harán de su propiedad privada para su propio disfrute. Existe gente así en todas partes. Hay personas que, en apariencia, no se aprovechan de los demás ni sienten un gran deseo por objetos materiales o el dinero, pero eso es porque la situación y las condiciones no son las apropiadas; si realmente pusieran las ofrendas en sus manos para que las custodiaran, bien podrían apropiarse de ellas. Hay quien pregunta: “Pero antes eran buenísimas personas: no eran codiciosas y tenían una calidad humana decente, así que ¿por qué el hecho de poner unas pocas ofrendas en sus manos las ha revelado?”. Deriva de que no hayas pasado mucho tiempo con estas personas, de no haber llegado a comprenderlas en profundidad, de no haber desentrañado su esencia-naturaleza. Si te hubieras percatado antes de que son personas de esta clase, se habría evitado la desgracia de que las personas malvadas tomasen posesión de las ofrendas. Por lo tanto, para impedir que las ofrendas caigan en manos de personas malvadas, los líderes y obreros tienen otra tarea más importante: averiguar con prontitud el paradero de las ofrendas y las diversas circunstancias de sus custodios y mantenerse al tanto de ello. Supongamos que alguien está en posesión de unos cientos o unos miles de dólares y que debe gestionarlos; si tiene una pizca de conciencia, no los desfalcará; sin embargo, si fueran decenas o cientos de miles, no se podría confiar en la mayoría de las personas. Sería peligroso, y su corazón podría cambiar. ¿De qué forma? No es probable que unos pocos cientos o miles de dólares influyan en el corazón de una persona, pero, si esa cantidad se multiplicara por cien, su corazón se tambalearía fácilmente. “Ni en varias vidas ganaría tanto dinero, y ahora está a mi cargo. ¡Lo que mejoraría mi situación si fuera mío!”. Lo meditan: “No me siento culpable por tener estos pensamientos, conque ¿existe realmente dios o no? ¿Dónde está dios? ¿No será que nadie sabe que estoy teniendo estos pensamientos? Nadie lo sabe y yo no me siento culpable ni mal: ¿esto significa que dios no existe? Entonces, si me quedo con este dinero, ¿no afrontaré ningún castigo o represalia? ¿No habrá consecuencias?”. ¿El corazón de esta persona no está sufriendo un proceso de transformación? ¿No corren peligro las ofrendas que tiene a su cargo? (Así es). Además, entre quienes gestionan las ofrendas, hay personas bastante buenas, cuya fe en Dios está bien cimentada y que son leales en sus acciones, y que incluso cuando tienen que custodiar varias decenas o cientos de miles de dólares son capaces de hacerlo bien y garantizan que no los desfalcarán. Sin embargo, en sus familias hay unos cuantos no creyentes a los que, en cuanto ven dinero, se les ponen los ojos rojos, como cuando un lobo acecha a su presa. Olvidaos de decenas o cientos de miles; se guardarían mil dólares en el bolsillo si los vieran. Les da igual de quién sean; creen que pertenecen a quien consiga embolsárselos, a quien los coja primero. Si quien custodia las ofrendas está rodeado de lobos malvados, ¿no se corre el peligro de que tomen posesión de ellas en cualquier lugar, en cualquier momento? ¿Podría darse una situación así? (Sí). ¿No es peligroso que los líderes y obreros sean descuidados y carezcan de sentido de la responsabilidad, que ni siquiera se percaten o indaguen al respecto e investiguen cuando las ofrendas se encuentren en una situación tan peligrosa? Algo podría salir mal en cualquier lugar y en cualquier momento. También hay otro tipo de situación: algunos custodios guardan el dinero y diversos objetos en su casa, donde también hospedan a hermanos y hermanas, a líderes y obreros. Esto puede ser relativamente seguro de forma provisional, pero ¿resulta apropiado a largo plazo guardar allí las ofrendas? (No). Aunque el custodio sea adecuado, el entorno y las condiciones no lo son en absoluto. O se van las personas a las que están alojando allí, o hay que llevar las ofrendas a otra parte. Si los líderes y obreros no investigan esta labor ni cumplen con su responsabilidad al respecto, algo podría salir mal en cualquier lugar y en cualquier momento; las ofrendas quizá sufran pérdidas y caigan en manos de demonios en cualquier momento y lugar. Se da también otra clase de situación: algunas iglesias se encuentran en entornos hostiles en los que a menudo arrestan a la gente, debido a lo cual es muy fácil que las casas donde se guardan las ofrendas sean traicionadas y que el gran dragón rojo lleve a cabo redadas para registrarlas; las ofrendas pueden ser saqueadas por los demonios en cualquier momento. ¿Son esos lugares apropiados para guardar ofrendas? (No). Entonces, si ya se han depositado allí, ¿qué hay que hacer? Trasladarlas de inmediato. Algunos líderes y obreros no cumplen con su responsabilidad y no hacen ningún trabajo real. No son capaces de prever estas cosas ni pensar en ellas, no son conscientes de ellas, y solo cuando ocurre algo malo y los demonios arrebatan las ofrendas es cuando piensan: “Deberíamos haberlas trasladado antes” y sienten una pizca de arrepentimiento. Pero, si no sale nada mal, pueden pasar otros diez años y seguirán sin trasladar las ofrendas. No pueden ver las graves consecuencias que podría acarrear esta cuestión y son incapaces de priorizar las cosas en función de su importancia y urgencia. Los líderes y obreros deberían tener una comprensión clara de esta situación cuando se la encuentren: “Uno de los lugares donde se almacenan las ofrendas no es apropiado. El entorno es demasiado peligroso y en los alrededores han arrestado, seguido o puesto bajo vigilancia a unos cuantos hermanos y hermanas. Tenemos que pensar en una forma de sacar las ofrendas de allí. Llevarlas a un lugar relativamente seguro sería mejor que dejarlas donde están y esperar a que nos las arrebaten”. En cuanto surge una situación y prevén que las ofrendas corren peligro, deberían trasladarlas con prontitud, para evitar que el demonio del gran dragón rojo se apodere de ellas y las devore. Esta es la única manera de garantizar la seguridad de las ofrendas y de impedir que ocurra cualquier escollo o desliz. Esta es la labor que deberían desempeñar los líderes y obreros. En cuanto se vislumbre la menor señal de peligro, en cuanto arresten a alguien, en cuanto surja alguna situación, el primer pensamiento de los líderes y obreros debería ser si las ofrendas se hallan a salvo, si estas podrían caer en manos de personas malvadas, o pasar a estar en su posesión, o que las arrebaten demonios, y si las ofrendas han sufrido alguna pérdida. Deberían tomar medidas con prontitud a fin de protegerlas. Esta es la responsabilidad de los líderes y obreros. Quizá haya algunos líderes y obreros que digan: “Estas cosas requieren que corramos riesgos. ¿Podemos no hacerlas? ¿No es cierto que las personas son nuestra máxima prioridad, lo que significa que no hay necesidad de anteponer las ofrendas y que deberíamos mirar primero por las personas?”. ¿Qué opináis de esta pregunta? ¿Estas personas tienen humanidad? (No). Custodiar, gestionar y vigilar bien las ofrendas son responsabilidades que un buen administrador debería cumplir. En términos más serios, aunque tengas que sacrificar la vida, merece la pena y deberías hacerlo. Es tu responsabilidad. La gente siempre grita: “Morir por Dios es una muerte digna”. ¿Está la gente realmente dispuesta a morir por Él? Ahora no se te pide que mueras por Dios, solo se requiere de ti que asumas un pequeño riesgo para custodiar de forma segura las ofrendas. ¿Estás dispuesto a hacerlo? Deberías responder con alegría: “¡Sí, estoy dispuesto!”. ¿Por qué? Porque es la comisión de Dios y Su requerimiento para el hombre, es tu responsabilidad ineludible y no deberías tratar de rehuirla. Dado que afirmas que morirías por Dios, ¿por qué no puedes pagar un pequeño precio y asumir un pequeño riesgo para custodiar las ofrendas? ¿No es lo que debes hacer? Si no haces nada real, pero siempre estás gritando que morirías por Dios, ¿no estás pronunciando palabras huecas? Los líderes y obreros deberían tener una comprensión pura del trabajo de custodiar las ofrendas y cargar con esta responsabilidad. No deberían eludirla ni evitarla, ni acobardarse ante ella. Puesto que eres un líder u obrero, esta labor es una responsabilidad que te incumbe. Es un trabajo importante: ¿estás dispuesto a llevarlo a cabo, aunque corras algún riesgo, incluso aunque tu vida esté en juego? ¿Deberías hacerlo? (Sí). Debes estar dispuesto a llevarlo a cabo; no debes renegar de esta responsabilidad. Este es el requerimiento de Dios para el hombre y la comisión que le confía. Dios te ha dicho Su requerimiento y comisión más mínimos; si no estás dispuesto a llevarlos a cabo, ¿qué eres capaz de hacer?

Los líderes y obreros deberían realizar el trabajo de custodiar y gastar las ofrendas de la forma más meticulosa y concreta posible. No deberían ser descuidados con ello, ni mucho menos tratarlo como si fuera un asunto ajeno y renegar de la responsabilidad. Los líderes y obreros deberían llevar a cabo personalmente las revisiones, involucrarse, indagar sobre estas cuestiones e incluso manejarlas ellos mismos, para evitar que las personas malvadas y la gente de pobre humanidad se aprovechen de los descuidos y generen destrucción. Cuanto más meticuloso seas en este trabajo, menos oportunidades tendrán las personas malvadas y los malos de aprovechar los descuidos; cuanto más detalladas sean tus indagaciones y más estricta tu gestión, menos casos habrá de gastos irrazonables, despilfarro y derroche. Algunos dirán: “¿Se trata de ahorrarle dinero a la casa de Dios? ¿Hay escasez de fondos? Si es así, ofrendaré algo más”. ¿Es lo que ocurre? (No). Esta es la responsabilidad de los líderes y obreros, es el requerimiento de Dios para el hombre, así como un principio al cual deben atenerse los líderes y obreros cuando desempeñan esta labor. Como creyente, como alguien que ha asumido el papel de administrador de la casa de Dios, tu actitud hacia las ofrendas debería ser de responsabilidad y de llevar a cabo una revisión estricta; de lo contrario, no estarás capacitado para este trabajo. Si fueras un creyente corriente que carece de sentido de la responsabilidad y no persigue la verdad, no se te exigiría que hicieras estas cosas. Eres un líder u obrero; si no tienes este sentido de la responsabilidad, no eres apto para serlo y, aun en el caso de que prestes servicio como uno, eres un falso líder o falso obrero irresponsable, y tarde o temprano serás descartado. Todos aquellos que carecen por completo de un sentido de la responsabilidad son personas que no defienden en lo más mínimo la obra de la casa de Dios; carecen todos del menor atisbo de conciencia y razón. ¿Cómo podría esta gente cumplir con los deberes? Todos ellos son escoria desconsiderada; ¡deberían abandonar la casa de Dios de inmediato y regresar al mundo al que pertenecen!

Si no hablásemos de esta forma sobre este conocimiento común sobre las ofrendas, así como sobre las verdades implicadas en su custodia y los principios que la gente debería practicar, ¿no os resultarían confusas estas cosas? (Sí). Cuando las personas no tienen claros los principios precisos, ¿pueden cumplir con parte de su responsabilidad? ¿La han estado cumpliendo? ¿Acaso no se basa la mayoría de la gente en el principio y la teoría más superficiales, que dicen: “De todos modos, yo no codicio las ofrendas de Dios, no las desfalco ni me apropio indebidamente de ellas, las vigilo bien y no permito que la gente las gaste arbitrariamente; con eso basta”? ¿Es esto practicar la verdad? ¿Es esto cumplir con la propia responsabilidad? (No). Si el conocimiento de la mayoría de la gente no va más allá de este estándar, entonces este tema realmente merece compartirse. Gracias a esta enseñanza, ¿comprendéis y entendéis ahora un poco mejor cómo custodiar las ofrendas y la actitud y el conocimiento que deberíais tener para hacerlo? (Sí). Concluiremos aquí nuestra enseñanza sobre las verdades que tienen que ver con las ofrendas y los principios relacionados con la forma de tratarlas y gestionarlas.

Las actitudes y las manifestaciones de los falsos líderes con respecto a las ofrendas

I. Tratar las ofrendas como una propiedad pública

A continuación, haremos una sencilla exposición y disección de los falsos líderes con respecto al apartado once de las responsabilidades de los líderes y obreros. Veremos qué manifestaciones tienen los falsos líderes en su actitud hacia las ofrendas, así como en su custodia y su gestión. La primera manifestación es que los falsos líderes carecen de conocimientos precisos acerca de las ofrendas. Creen lo siguiente: “Las ofrendas se hacen nominalmente a dios, pero en realidad se hacen a la iglesia. No sabemos dónde está dios y, de todos modos, él no puede usar tantas cosas. Estas ofrendas se dedican a dios solo de nombre; en realidad, se hacen a la iglesia y la casa de dios, no se ofrendan de manera explícita a ninguna persona determinada. La iglesia y la casa de dios son sinónimos de todo su pueblo, lo cual implica que las ofrendas son de todos, y lo que es de todos es una propiedad pública. Así pues, las ofrendas son una propiedad pública que pertenece a todos los hermanos y hermanas”. ¿Es correcta esta interpretación? Es evidente que no. ¿No existe un problema en la humanidad de las personas que tienen tal entendimiento? ¿No son personas que codician las ofrendas? Las personas que tienen un corazón codicioso y un deseo de apoderarse de las ofrendas adoptan este método y este punto de vista en lo concerniente a ellas. Está claro que tienen el ojo puesto en las ofrendas y que les gustaría apropiárselas para su propio disfrute. ¿Qué tipo de criaturas son estas? ¿No son de la calaña de Judas? Así pues, esta clase de líder u obrero considera las ofrendas de Dios como una propiedad pública de la iglesia. En el fondo albergan este tipo de actitud; no custodian las ofrendas con seriedad, ni las gestionan de forma razonable y responsable, sino que las utilizan a voluntad, con descaro y total desenfreno, sin principios. Permiten que cualquiera las utilice y que quien ostente un “cargo oficial” más elevado, quien tenga un estatus más alto, quien goce de prestigio entre los hermanos y hermanas, tiene prioridad de posesión y uso. Es lo mismo que ocurre en las empresas y fábricas de la sociedad, donde los coches de empresa y las cosas buenas y de gama alta están reservados a gerentes, directores de fábrica y presidentes. Creen que esto también debería aplicarse a las ofrendas de Dios, que quien sea líder u obrero tiene prioridad para disfrutar de los objetos de gama alta de la casa de Dios, para disfrutar de las ofrendas hechas a Dios. Por lo tanto, todos aquellos que, con el pretexto de ser líderes y obreros, compran ordenadores y teléfonos móviles de gama alta, así como todos aquellos líderes y obreros que se quedan las ofrendas para sí mismos, creen que las ofrendas son una propiedad pública y que deberían usarse y derrocharse como les plazca. Algunos hermanos y hermanas, cuando ofrendan joyas de oro y plata, bolsos, ropa y zapatos, no especifican que se los ofrendan a Dios, de modo que algunos falsos líderes creen: “Como no han especificado que ofrendaban estos objetos a dios, deben de ser para uso de la iglesia. Todo cuanto se da a la iglesia es de propiedad pública, y los líderes y obreros deberían tener prioridad para disfrutar de los bienes comunes”. Y, de este modo, naturalmente, se quedan con cosas para sí mismos. Después de que hayan elegido lo suyo, las cosas restantes las puede usar y coger quien quiera; se las reparten entre todos. Estos líderes y obreros llaman a esto compartir la riqueza; al seguirlos, la gente puede comer y beber bien y disfrutar mucho. Todos están contentos y dicen: “Demos gracias a dios; ¿podríamos disfrutar de estas cosas si no creyéramos en él? ¡Esto son ofrendas y no somos dignos de disfrutarlas!”. Aseguran no ser dignos; sin embargo, se aferran a esas cosas y no las sueltan. Semejantes líderes y obreros no solo se apoderan de las ofrendas y las reparten, también disfrutan personalmente de ellas sin obtener la aprobación de nadie; al hacerlo, invariablemente, no prestan atención a la gestión, el gasto y el uso de las ofrendas, ni eligen a las personas adecuadas para gestionarlas y llevar un registro de ellas, y menos aún comprueban las cuentas o examinan rigurosamente el estado de los gastos. La indiferencia de los falsos líderes hacia la gestión de las ofrendas conduce al caos, por lo que algunas de ellas se pierden y se derrochan. Lo que más destaca en el trabajo de los falsos líderes es que cada uno actúa por su propia voluntad. Se hace lo que diga el supervisor de cualquier equipo, y cuando algún equipo necesite comprar algo, puede decidir hacerlo por su cuenta, sin presentar una solicitud de aprobación. Mientras algo se necesite para el trabajo, pueden comprarlo, sin preocuparse de cuánto cuesta, ni de si le darán uso, ni de si es necesario o no; en cualquier caso, están gastando ofrendas, no el dinero de cualquier persona. Los falsos líderes no lo supervisan ni llevan a cabo una revisión, ni mucho menos hablan sobre los principios. Tras haber comprado algo, los falsos líderes invariablemente no se preocupan de si hay alguien para custodiarlo, de si puede tener algún problema, de si vale la pena el dinero gastado. ¿Por qué no se preocupan de estas cosas? Porque el dinero no es suyo; piensan que cualquiera puede gastarlo, pues de cualquier modo no es su dinero el que está gastándose. Cunde el caos en todos los aspectos de la gestión de ofrendas. ¿Cómo de caótica es? Ocurre lo mismo que en las grandes fábricas estatales de los países socialistas, donde todo el mundo recibe la misma parte con independencia de cuánto trabaje. Todos se llevan cosas a casa, comen la comida de la fábrica, ganan dinero de la fábrica y desfalcan las cosas de la fábrica. Es un caos absoluto. Los falsos líderes no establecen normas para los gastos en la compra de cualquier aparato o equipamiento. La casa de Dios establece normas, pero ellos no llevan a cabo ninguna labor rigurosa de revisión, comprobación, seguimiento ni inspección de los gastos. No hacen ninguna de estas labores. El trabajo de los falsos líderes es completamente caótico, hay desorden y fallos por todas partes. En todos los lugares, las personas malvadas y aquellas malintencionadas tienen vía libre para aprovechar los descuidos y aprovecharse. Las ofrendas de Dios se derrochan y se despilfarran con abandono por parte de esas personas y, sin embargo, no son castigadas ni sancionadas de ninguna manera; ni siquiera les dan una advertencia. ¿Qué clase de líderes y obreros son estos? ¿No están mordiendo la mano que les da de comer? ¿Son administradores de la casa de Dios? ¡Son unos traidores ladrones de la casa de Dios!

¿Cómo deberíamos considerar a estos líderes y obreros que no asumen su responsabilidad en lo concerniente a custodiar las ofrendas? ¿No son de baja calidad humana y carentes de conciencia y razón? Estos falsos líderes consideran que las cosas que los hermanos y hermanas ofrendan a Dios y a la iglesia son propiedad de la casa de Dios y dicen que deberían ser gestionadas por los hermanos y hermanas en conjunto. Y así, cuando se destapan los problemas y lo Alto exige responsabilidades a las personas, ellos hacen todo lo que pueden por defenderse y no reconocen lo grave que es en naturaleza que robaran y se apoderaran de las ofrendas de Dios después de convertirse en líderes y ganar estatus. ¿No es gente de baja calidad humana? ¡Son simplemente unos sinvergüenzas! No saben por qué los hermanos y hermanas ofrendan dinero y objetos, ni a quién se los ofrendan. Si no existiera Dios, ¿quién ofrendaría cosas que le gustan a la ligera? Se trata de una lógica muy simple, pero estos presuntos “líderes” no la conocen ni la entienden. Estos falsos líderes tienen una expresión favorita: “las ofrendas de la casa de Dios”. ¿No habría que corregirla? ¿Cuál debería ser la expresión correcta? “Ofrendas” u “ofrendas de Dios”. Si añades un modificador, que sea “de Dios”; las ofrendas le pertenecen solo a Él. Si no añades un modificador, es “ofrendas” a secas; la gente debe seguir sabiendo que el dueño de las ofrendas es el Creador, Dios, y no el hombre. El ser humano no es digno de poseer ofrendas, ni siquiera los sacerdotes pueden decir que son suyas; pueden disfrutar de ellas con el permiso de Dios, pero no les pertenecen. El modificador de “ofrendas” nunca será cualquier persona: solo puede ser Dios, y nadie más. Resulta harto evidente, entonces, que la expresión “las ofrendas de la casa de Dios”, pronunciada a menudo por los falsos líderes, es errónea y habría que corregirla. No deberían decirse cosas como “las ofrendas de la casa de Dios” o “las ofrendas de la iglesia”. Hay personas que incluso dicen “nuestras ofrendas” y “las ofrendas de nuestra casa de Dios”. Todas estas expresiones son erróneas. Las ofrendas a Dios las hace la humanidad creada, Sus seguidores. Solo Dios goza del derecho exclusivo de ser su propietario, usuario y disfrutador. Las ofrendas no son una propiedad pública; no pertenecen al hombre, ni mucho menos a la iglesia y la casa de Dios, sino que pertenecen a Dios. Él permite que la iglesia y la casa de Dios las usen; esta es Su comisión. Por lo tanto, todas las expresiones del estilo de “las ofrendas de la casa de Dios”, “las ofrendas de la iglesia” y “nuestras ofrendas” resultan imprecisas; es más, son expresiones de personas con motivaciones ocultas, que pretenden desorientar y adormecer a la gente, incluso despistarla. Estas personas catalogan las ofrendas como propiedad pública perteneciente a la iglesia, o a la casa de Dios, o al conjunto de hermanos y hermanas. Todo esto es problemático y erróneo y habría que corregirlo. Esto constituye una manifestación de una clase de falso líder. Estos individuos consideran las ofrendas como una propiedad pública y las usan a su antojo; o creen que, como líderes, gozan del derecho de distribuir estas cosas, de modo que se las asignan a las personas de su agrado o a todos por igual. ¿Qué tipo de escenario intentan crear? Uno en el que todos sean iguales, en el que todos puedan disfrutar de la gracia de Dios, en el que todos compartan. Les gustaría comprar el favor de la gente siendo generosos a expensas de los recursos de la casa de Dios. ¿No es algo repugnante? ¡Es una conducta vil y desvergonzada! ¿Cómo se debería calificar a semejantes personas? Estos falsos líderes codician las ofrendas y, para evitar que la gente los supervise, los desenmascare y los discierna, destinan los artículos sobrantes que no usan entre los hermanos y hermanas, comprando su favor y consiguiendo un escenario en el que todos sean iguales, facilitando que todos se beneficien de su relación con ellos para que nadie los desenmascare. Si os tropezarais con un líder de este tipo, que os permitiera obtener ciertos beneficios y con el que pudierais disfrutar de cierta “propiedad pública”, si gozarais de este derecho y os aprovecharais de este tipo de ventajas, ¿estaríais contentos con la situación? ¿Seríais capaces de rechazarla? (Sí). Si sois codiciosos, no tenéis un corazón temeroso de Dios y no lo teméis a Él, no seréis capaces. Cualquiera con una pizca de integridad, una pizca de razón y un poco de corazón temeroso de Dios rechazará esta situación; asimismo, se alzará para reprochar a ese líder, para podarlo, para detenerlo, y dirá: “Lo primero que deberías hacer como líder es gestionar bien las ofrendas, no desfalcarlas, ni mucho menos decidir sin autorización destinarlas a todos según tu voluntad. No gozas de ese derecho; esa no es la comisión de Dios para ti. Las ofrendas son para que las use Dios y existen principios que rigen su uso por parte de la iglesia; nadie tiene la última palabra sobre ellas. Puedes ser un líder, pero no gozas de ese privilegio. Dios no te lo ha concedido. No tienes derecho a usar las cosas de Dios; Él no te ha encomendado esa labor. Conque corre a quitarte las joyas de oro y plata y la ropa que los hermanos y hermanas ofrendaron a Dios. Corre a pagar una compensación por los alimentos que has comido indebidamente. Si aún eres humano y te queda algo de vergüenza, apresúrate a hacerlo. Además, no importa a quién hayas enviado estas ofrendas para ganarte su favor, ni a quién hayas dejado que se apropie de ellas y las disfrute, recupéralas de inmediato. ¡De lo contrario, lo notificaremos a todos los hermanos y hermanas y te trataremos como a un judas!”. ¿Os atreveríais a hacerlo? (Sí). Todos tienen esta responsabilidad en lo concerniente a las ofrendas y deben tratarlas con esta conciencia y este tipo de actitud. Por supuesto, también tienen la obligación de supervisar cómo las tratan los demás, si las custodian bien y si las gestionan de acuerdo con los principios. No pienses que esto no te incumbe a ti y luego no te hagas responsable, diciendo: “En cualquier caso, yo no soy un líder o un obrero, no es responsabilidad mía. Aunque lo descubra, no tengo por qué molestarme ni decir nada al respecto, eso es asunto de los líderes y obreros. Quien gaste dinero arbitrariamente y desfalque las ofrendas es un judas y será castigado por Dios cuando llegue el momento. Quien provoca una consecuencia es responsable de ella. No tengo por qué tomarme ninguna molestia con esto. ¿De qué serviría que yo hablara al respecto cuando no me toca?”. ¿Qué opinas de esta clase de persona? (Que no tiene conciencia). Si descubres que, en ciertas zonas que los líderes y obreros no investigan, hay personas que derrochan las ofrendas y se apoderan de ellas, deberías dar personalmente una advertencia a los involucrados, así como denunciarlo con prontitud ante los líderes y obreros. Deberías decir: “Nuestro jefe de equipo y nuestro líder a menudo se quedan ofrendas para ellos. También las gastan arbitrariamente, no lo comentan con los demás y deciden por su cuenta comprar esto y aquello. La mayoría de sus gastos no son conformes a los principios. ¿Puede la casa de Dios manejarlo?”. Es responsabilidad del pueblo escogido de Dios informar sobre los problemas que encuentran y denunciarlos. La enseñanza anterior ha tratado sobre la manifestación de un tipo de falso líder, aquel cuya actitud hacia las ofrendas es la de tratarlas como una propiedad pública.

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