Las responsabilidades de los líderes y obreros (13) Parte 4

IV. Formar camarillas

La cuarta manifestación de los trastornos y perturbaciones en la vida de iglesia se produce cuando se forman camarillas, una circunstancia que es gravísima por naturaleza. ¿Qué conductas constituyen la formación de camarillas? El hecho de que dos personas sean creyentes desde hace más o menos el mismo tiempo, que tengan edades, situaciones familiares, intereses y personalidades similares, entre otras cosas, que se lleven bien, que a menudo se sienten juntas durante las reuniones y que se conozcan mucho, ¿significa que forman una camarilla? (No). Se trata de un fenómeno común de relación interpersonal normal, que no supone ninguna perturbación para los demás; por lo tanto, no se considera que eso sea formar camarillas. Entonces, ¿a qué se refiere la formación de camarillas como se menciona aquí? Por ejemplo, se reúnen cinco hermanos y hermanas, hay tres trabajadores urbanos y dos granjeros rurales. Los tres trabajadores urbanos se juntan a menudo y comentan que la vida en la ciudad es mejor que en el campo, donde las personas carecen de educación, amplitud de horizontes y modales. Menosprecian a la gente de campo, siempre hablan con condescendencia a los dos granjeros, que entonces se sienten agraviados y quieren enfrentarse a ellos, de modo que dicen que la gente de ciudad es mezquina y calcula cada detalle, mientras que la gente de campo es generosa. Durante las reuniones, nunca parecen estar de acuerdo, lo que a menudo genera disputas y debates innecesarios. ¿Estos cinco tienen una relación armoniosa? ¿Están unidos en la palabra de Dios? ¿Son compatibles entre sí? (No). Cuando los unos no dejan de decir: “nosotros, los de ciudad”, y los otros: “nosotros, los de campo”, ¿qué están haciendo? (Están formando camarillas). Este es el cuarto aspecto del que vamos a hablar: formar camarillas. Esta conducta de formar camarillas lleva a que se formen grupos y facciones. Las diversas bandas, facciones y otros grupos exclusivos que se crean en función de la región, las condiciones económicas y la clase social, así como los puntos de vista discrepantes constituyen la formación de las camarillas. Con independencia de quién las lidere, la formación de distintas bandas y facciones en el seno de la iglesia, así como la formación de grupos incompatibles, son todos un fenómeno asociado con la formación de camarillas. En algunos sitios, hay clanes familiares enteros que creen en Dios, de modo que en el lugar de reunión, aparte de dos personas con apellido diferente, el resto pertenece a la misma familia, la cual forma entonces una facción o banda, por lo que las dos personas de distinto apellido se convierten en marginados. Así, no importa qué miembro de esta familia afronte un problema o sea podado, si una persona expresa una queja, el resto se une para hacerse eco de su mismo sentir. Si alguien actúa en contra de los principios, los demás lo encubren y ocultan sus acciones, hasta prohíben que las personas lo desenmascaren; ni siquiera se acepta la más mínima mención a este asunto, ni mucho menos la poda. ¿Dónde radica el problema? ¿Puedes discernirlo? Cuando los miembros de esta familia se reúnen, es como si todos cantaran la misma melodía y estuvieran sincronizados, observan en qué dirección sopla el viento y prestan atención a las señales antes de hablar. Si su cabecilla adopta una postura concreta, todos los demás siguen su ejemplo y nadie se atreve a provocarlo ni a expresar objeciones. ¿Acaso la aparición de este fenómeno en la vida de iglesia no conlleva trastornos y perturbaciones en el orden normal de la iglesia? Las personas de esta banda dictan qué pasajes de las palabras de Dios han de comerse y beberse durante las reuniones, por lo que todos deben escucharlas; incluso los líderes de la iglesia deben mostrar respeto y no pueden objetar nada. Ellas son quienes deciden qué líderes y obreros elegir, y los líderes de la iglesia deben dar más importancia a su opinión y no tomarla a la ligera. Al mismo tiempo, no dejan de reclutar “talentos”, atraen hacia ellos a quienes las escuchan, a quienes son de fiar y a quienes son de utilidad con el fin de usarlos para conseguir los propósitos del grupo, para extender su influencia de forma continua. Esta camarilla aspira a controlar la vida de iglesia; su cabecilla pretende controlar la iglesia. Este grupo detenta un poder significativo; sus miembros se alían para actuar en el seno de la iglesia, quieren estar involucrados en cualquier cosa que suceda allí. Los demás deben interpretar sus expresiones antes de hablar o de llevar a cabo alguna gestión, hasta el extremo de que el contenido de cada reunión para comer y beber ha de ceñirse a sus arreglos y deseos. Incluso si los líderes de la iglesia quieren hacer algo, primero tienen que pedirles opinión y escuchar sus ideas. Los hermanos y hermanas, en su mayoría, están controlados por los miembros de la camarilla, que también ejercen control sobre muchos de los aspectos relacionados con la obra de la iglesia. Estas personas que forman camarillas trastornan y perturban en grado sumo la vida y la obra de la iglesia. ¿Se trata de un problema serio? ¿Deberían restringirse estas acciones? ¿Habría que abordarlas? Los cabecillas de estas camarillas deberían ser restringidos y echados o expulsados, mientras que los individuos atolondrados que los siguen ciegamente deberían recibir primero enseñanzas y ayuda. Si no se arrepienten ni cambian de rumbo, habrá que restringirlos. ¡No les muestres ninguna cortesía!

¿Se entiende bien lo que significa formar camarillas? Si una persona plantea una cuestión y varias más respaldan su opinión, ¿eso cuenta como formar una camarilla? (No). Si algunos hermanos y hermanas, que tienen un sentido de la rectitud y soportan una carga relativamente mayor, solicitan a otros que se unan a ellos para completar una tarea importante, o si, con el propósito de lograr resultados en una reunión y poder comprender la verdad y las intenciones de Dios sobre un tema importante, dirigen a todos a través de la enseñanza y los demás siguen sus razonamientos al momento de la plática y la oración-lectura de las palabras de Dios, ¿cuenta esto como formar una camarilla? (No). En la iglesia, ¿qué personas son propensas a formar camarillas? ¿Qué clase de conductas constituyen la formación de camarillas? (Varias personas que se encubren entre sí, que son indulgentes unas con otras, o que se enzarzan en envidias y disputas, todo lo cual trastorna y perturba la obra de la iglesia; esto es formar camarillas). Este es un aspecto. ¿Cuál es el punto clave aquí? La indulgencia y el encubrimiento mutuos generan trastornos y perturbaciones; saber que una cierta acción está mal, que no se ajusta a los principios-verdad, y aun así ocultarlo deliberadamente, elaborar argumentos sofísticos y ocultar la verdad, preferir dañar la obra de la iglesia y los intereses de la casa de Dios solo para proteger la figura y el estatus de alguien, encubrir a quienes perpetran maldades y causan trastornos y perturbaciones a costa de traicionar los intereses de la casa de Dios: esto es formar camarillas. Otro escenario implica instigar y tentar a las personas a oponerse colectivamente a los arreglos de la casa de Dios. Esto es grave por naturaleza, así como una forma de trastornar y perturbar la obra de Dios y el orden normal de la iglesia. ¿Cuál es el propósito principal de formar camarillas? Es controlar la iglesia, así como al pueblo escogido de Dios.

También existe una manera de formar camarillas que consiste en ganarse a distintos tipos de individuos con labia y zalamerías. A primera vista, parece que todos los miembros de esta clase de bandas pueden hablar con libertad y expresar sus propias opiniones. Sin embargo, al mirar los resultados finales, se aprecia que en realidad siguen el camino que les marca una sola persona; esa persona es su veleta. Así pues, ¿cómo atraen a los demás a su lado? Observan a quiénes pueden atraer, quiénes son fáciles de atraer, les hacen pequeños favores, les brindan un poco de ayuda amorosa. Luego buscan información sobre ellos, averiguan cuáles son sus gustos, su manera de hablar, su personalidad y sus aficiones. Al mismo tiempo, durante las conversaciones, coinciden con ellos a menudo para ganarse su corazón y, al final, los “mueven” poco a poco hasta que, sin que se den cuenta, los introducen en su camarilla y pasan a engrosar sus filas. En términos generales, ganarse a la gente con labia y zalamerías es un método muy delicado, está lleno de “calidez humana” y resulta muy eficaz. Por ejemplo, si alguien muestra amor hacia otra persona con regularidad, así como comprensión y tolerancia, y en las conversaciones está de acuerdo con ella, dicha persona desarrollará de forma inconsciente una impresión favorable, se arrimará a él y luego se incorporará a sus fuerzas. ¿En qué situaciones ejercerán algún efecto estas bandas y facciones? En cuanto uno de sus acérrimos seguidores se vea expuesto, se sienta agraviado o sus intereses, estatus o reputación sufran alguna perturbación o daño por parte de algo o alguien ajeno a su facción, un individuo de esta calaña se alzará para hablar en su nombre, luchará por sus intereses y derechos; así es como forma una camarilla. Las dos formas de la formación de camarillas más evidentes son las que encubren y complacen a la gente y las que hacen una oposición conjunta. Sin embargo, la formación de camarillas por medio de la labia y las zalamerías no parece tan contundente como los otros dos tipos mencionados, y sus miembros suelen pasar desapercibidos dentro de la iglesia. No obstante, cuando llega el momento de tomar una decisión, de adoptar una postura clara, estas facciones se hacen visibles de manera ostensible. Por ejemplo, si el cabecilla de una facción declara que cierto líder de la iglesia tiene calibre, sus seguidores se apresurarán a enumerar un puñado de casos que demuestran cómo exhibe tal calibre. Por el contrario, si declara que el líder carece de capacidad de trabajo, que tiene poco calibre y mala humanidad, los demás miembros seguirán su ejemplo, comentarán que ese líder es un incompetente, que no es capaz de compartir la verdad, que solo predica palabras y doctrinas, y dirán que todos deberían elegir a una persona más adecuada para sustituirlo. Se trata de un tipo de camarilla invisible. Aunque no manifiestan públicamente su intención de hacerse con el poder y controlar a las personas de la iglesia, existe una fuerza invisible en el seno de estas facciones y bandas que domina la vida de iglesia y el orden de esta. Se trata de una forma más terrorífica y oculta de la formación de camarilla. Aparte de las dos problemáticas situaciones mencionadas anteriormente, que se disciernen con facilidad y que constituyen problemas que los líderes de la iglesia deberían resolver, las camarillas que se forman de manera oculta suponen un problema que los líderes de la iglesia deberían manejar y resolver con más empeño si cabe. ¿Cómo deberían abordarlo? Deberían dirigirse directamente al cabecilla de este tipo de banda por medio de las enseñanzas. ¿Por qué centrarse primero en compartir con el cabecilla? A simple vista, parece que los miembros de estas camarillas no están controlados por nadie, pero en el fondo todos saben realmente a quién obedecen; y desean obedecer a esa persona. Por lo tanto, hay que manejar y abordar a ese al que idolatran y que los controla; se le debe comunicar la verdad para que comprenda la naturaleza de sus acciones. Aunque quizá el cabecilla no se haya opuesto abiertamente a la casa de Dios ni haya clamado contra los líderes, es quien controla el derecho de los miembros a hablar, así como sus pensamientos, puntos de vista y la senda que siguen. Se trata de un anticristo oculto. Estos individuos deben ser identificados, discernidos y diseccionados. Si no se arrepienten, hay que restringirlos y aislarlos. Luego debe investigarse a cada uno de los miembros de su camarilla para averiguar quién de entre ellos es de su misma calaña. Primero, hay que separar a estos individuos y luego brindar enseñanzas a los atolondrados que son tímidos, cobardes y se han visto desorientados. Si se arrepienten y renuncian a seguir al anticristo, podrán permanecer en la iglesia; si no, habrá que aislarlos. ¿Se trata de un enfoque apropiado? (Sí). ¿Existe este fenómeno en el seno de la iglesia? ¿Debería resolverse este tipo de problema? (Debería resolverse). ¿Por qué? Desde que la casa de Dios empezó a difundir el evangelio, las fuerzas de los anticristos han estado omnipresentes en la vida de iglesia y muchos de entre el pueblo escogido de Dios se han visto afectados, limitados o controlados por estas fuerzas en distinta medida. Siempre que estas personas hablan o actúan, no se hallan en un estado de libertad y liberación, sino que más bien están movidas, influidas, controladas y apresadas por los pensamientos y puntos de vista de determinados individuos. Estas personas se sienten obligadas a hablar y actuar de cierta manera; de lo contrario, se inquietan y temen sufrir las consecuencias que se produzcan. ¿Esto no ha afectado y perturbado la vida en la iglesia? ¿Se trata de una manifestación de la vida de iglesia normal? (No). Este estilo de vida de iglesia no tiene un orden normal, sino que está bajo el control de personas malvadas. Mientras estos tipos tengan poder en la iglesia, no será la palabra de Dios ni la verdad lo que reine allí. Los líderes y obreros y los hermanos y hermanas que comprenden la verdad estarán oprimidos. Se trata de una iglesia que está controlada por las fuerzas de los anticristos. Asimismo, se trata de un fenómeno y un problema en el que se trastorna y perturba la obra de Dios y el orden normal de la iglesia, un problema que los líderes y obreros deberían abordar y resolver. Algunas personas que pertenecen a la banda de un anticristo temen perder la confianza de su grupo, perder a sus defensores, quedarse sin amigos y sin apoyo en tiempos de necesidad, etcétera. Por lo tanto, se esfuerzan al máximo para permanecer en la banda. ¿No se trata de una situación grave? ¿No debería resolverse? (Sí). Cuando surgen situaciones de este tipo en el seno de la iglesia, ¿la mayoría de la gente lo percibe? ¿La mayoría lo discierne? Hay personas que están controladas por alguien sin darse cuenta, siempre tienen que seguir los pensamientos y puntos de vista de ese individuo, sus enunciados, acciones y enseñanzas, y tienen miedo de decir “no”, miedo de ir en contra de él, y hasta se ven obligadas a asentir falsamente y sonreír cuando ese individuo habla, por temor a ofenderlo. ¿Estas situaciones se dan? ¿Cuál es el problema que debería resolverse aquí? Los líderes de la iglesia tendrán que abordar y manejar a ese cabecilla anticristo que es capaz de desorientar y controlar a los demás. En primer lugar, tienen que compartir la verdad para facilitar que la mayoría de la gente discierna a este anticristo, pero luego deben restringirlo ellos mismos. Si el anticristo no se arrepiente, habría que echarlo con prontitud para evitar que continúe perturbando el orden normal de la iglesia.

En resumen, en la vida normal de la iglesia, los hermanos y hermanas deberían ser capaces de compartir libremente y sin restricciones las palabras de Dios, así como sus percepciones, comprensiones, experiencias y dificultades personales. Por supuesto, también deberían gozar del derecho a hacer sugerencias, criticar y exponer cualquier acción de los líderes y obreros que viole los principios; al mismo tiempo, también gozan del derecho a brindar ayuda y consejo. Todo esto debería ser libre; todos estos aspectos deberían ser normales; ningún individuo tendría que poder controlarlos ni constreñir al pueblo escogido de Dios; eso no representa una vida de iglesia normal. La casa de Dios cuenta con requisitos, reglas y principios que dictan cómo deben hablar, actuar y comportarse los hermanos y hermanas; también dictan, cómo entablar relaciones interpersonales normales en la vida de iglesia entre otras cosas. Ninguno de estos aspectos los puede determinar un individuo. Cuando los hermanos y hermanas hacen algo, no tienen que observar la expresión de ningún individuo, no necesitan seguir las órdenes de nadie ni verse constreñidos por ninguna persona. Nadie debería servir de veleta o timonel; lo único que puede proporcionar una dirección es la palabra de Dios, la verdad. Por lo tanto, el pueblo escogido de Dios debe adherirse a la palabra de Dios, la verdad y a los principios para compartirla en las reuniones. Si siempre estás constreñido por otra persona, siempre recibiendo sus indicaciones, y no te atreves a continuar hablando cuando observas su mirada contrariada o su rostro ceñudo, si esa persona siempre te restringe mientras compartes las palabras de Dios y tus propios conocimientos vivenciales, si siempre te sientes limitado e incapaz de actuar conforme a los principios-verdad, y si las palabras de esa persona, sus miradas, sus expresiones faciales, su tono de voz y las amenazas implícitas en su discurso te atan en todo momento, es que están controlándote en el seno de una camarilla liderada por esa persona; lo cual resulta problemático. Esto no es la vida de iglesia, sino la vida de una facción gobernada por un anticristo. En lo concerniente a esta clase de problemas, los líderes y obreros deben dar un paso al frente para resolverlos, y los hermanos y hermanas también tienen la obligación y el derecho de defender el orden normal de la iglesia. Quienes trastornan y perturban la vida de iglesia, en especial aquellos que forman camarillas y quieren dominar la iglesia, deberían ser frenados, expuestos y diseccionados, procurando que todos ganen discernimiento y desentrañen la esencia del problema, que es intentar instaurar un reino independiente. La formación de camarillas y la segmentación de la iglesia no están permitidas bajo ningún concepto en la iglesia. Por ejemplo, la segmentación en grupos basados en la identidad y el estatus sociales, los vecindarios, las regiones o la denominación religiosa, o basados en el nivel de educación, la riqueza, la raza y el color de la piel, etcétera; todo esto va en contra de los principios-verdad y no debería ocurrir en la iglesia. No importa qué pretexto se utilice para separar a las personas en jerarquías, rangos, facciones y camarillas, se trata de una circunstancia que trastornará y perturbará la obra de la iglesia y el orden normal de la vida de iglesia, por lo que los líderes y obreros deberían resolver la situación con prontitud. En resumen, con independencia de los motivos que llevan a que las personas se dividan en camarillas, facciones o bandas, si estas han acumulado una cierta fuerza y constituyen una perturbación para la obra de la iglesia y el orden de la vida de esta, es necesario pararlas y restringirlas. Si no resulta posible disuadir a los miembros de estas camarillas, se puede aislar y echar a estos malhechores. El manejo de estos asuntos también forma parte de la labor y las responsabilidades que los líderes y obreros deberían cumplir. Así pues, ¿qué es necesario comprender aquí? Es que cuando algunas personas han formado fuerzas en la iglesia y son capaces de enfrentarse y oponerse a los líderes, la obra de la iglesia y las palabras de Dios, así como de perturbar y dañar el orden normal de la vida de iglesia, semejantes conductas, manifestaciones y situaciones deberían restringirse y manejarse con prontitud. En lo que concierne a la formación de camarillas, no se hacen distinciones basadas en el número de personas involucradas. Si dos personas se llevan bien y no causan ninguna perturbación a la iglesia, no hace falta interferir. Sin embargo, una vez que empiezan a causar perturbaciones y forman una fuerza con el fin de controlar la iglesia, hay que parar y restringir a estos individuos. Si no se arrepienten, se los debería echar o expulsar con prontitud. Este es el principio.

22 de mayo de 2021

Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.