Las responsabilidades de los líderes y obreros (15) Parte 2
2. Ataques y exposición mutuos
Ciertas personas carecen de capacidad de comprensión para comer y beber de la palabra de Dios y no saben cómo compartir su entendimiento vivencial de Su palabra. Solo saben vincular a otros las palabras de Dios que desenmascaran a las personas. Y, de este modo, cada vez que hablan sobre la verdad en las palabras de Dios, siempre tienen motivos personales; quieren en todo momento aprovechar la oportunidad para exponer y atacar a otros, lo que causa malestar en la iglesia. Si quienes se ven expuestos pueden tratar correctamente estas situaciones, si las comprenden a partir de Dios y si aprenden a someterse y tener paciencia, no se producirá ninguna disputa. Sin embargo, resulta inevitable que alguien pueda mostrarse desafiante cuando oye a otros hablar sobre sus cuestiones y exponerlas. Piensa para sus adentros: “¿Por qué, después de leer las palabras de Dios, en lugar de compartir tu entendimiento vivencial de ellas o hablar de tu autoconocimiento, me atacas y me señalas exclusivamente a mí? ¿Es que te desagrado? Las palabras de Dios ya han dejado claro que tengo un carácter corrupto; ¿realmente necesitas decirlo? Quizá yo tenga un carácter corrupto, pero ¿acaso tú no? Siempre estás señalándome, me tachas de falso, pero ¡a ti tampoco te falta picardía!”. Lleno de resentimiento y resistencia, puede que haga un ejercicio de paciencia una o dos veces, pero, cuando pasa el tiempo y sus agravios se acumulan, estalla. Y, una vez que estalla, es desastroso. Dice: “Cuando algunas personas actúan y hablan, fingen ser muy honestas y abiertas en la superficie, pero en realidad están repletas de toda suerte de argucias y están siempre conspirando contra los demás. Al hablar con ellas, nadie puede captar sus pensamientos ni sus intenciones; son gente falsa. Cuando nos encontramos con individuos semejantes, no podemos hablar ni interactuar con ellos; dan demasiado miedo. Si no tienes cuidado, caerás en su trampa, te engañarán y te utilizarán. Son las personas más malvadas, a las que Dios más detesta y las que más le repugnan. ¡Habría que arrojarlas al abismo sin fondo, al lago de fuego y azufre!”. Al oír esto, la otra persona piensa: “¿Tú tienes actitudes corruptas, pero no dejas que los demás te desenmascaren? Eres tan arrogante y sentencioso que buscaré otro pasaje de las palabras de Dios para desenmascararte, ¡a ver qué dices entonces!”. Tras quedar expuesta, la primera se enfada aún más y piensa: “Conque no vas a dejarlo estar, ¿verdad? No lo vas a olvidar, ¿eh? Te caigo mal y crees que tengo un carácter corrupto, ¿no? Muy bien, ¡pues yo también voy a desenmascararte!”. Y entonces dice: “Algunas personas son sencillamente anticristos; aman el estatus y los elogios de los demás, les encanta sermonear a la gente, usar las palabras de Dios para desenmascararla y condenarla, haciendo creer a los demás que ellas mismas no tienen un carácter corrupto. Se dan ínfulas y creen que se han convertido en santos, pero ¿acaso no son demonios inmundos? ¿Acaso no son satanases y espíritus malvados? ¿Qué son los anticristos? ¡Los anticristos son satanases!”. ¿Cuántos asaltos han disputado? ¿Hay algún vencedor? (No). ¿Han dicho algo que pueda edificar a los demás? (No). Entonces, ¿qué son esas palabras? (Juicios, condenaciones). Son juicios. Hablan con imprudencia, sin tener en cuenta los hechos ni la situación reales, juzgando y condenando arbitrariamente a los demás, incluso insultándolos. ¿Tienen una base fáctica para llamar anticristo a la otra persona? ¿Qué acciones malvadas y manifestaciones de un anticristo ha exhibido ella? ¿Su carácter corrupto alcanza el nivel de la esencia de un anticristo? Cuando el pueblo escogido de Dios oiga a una exponer a la otra, ¿pensarán que se trata de algo objetivo y veraz? ¿Hay alguna bondad o buena intención en las palabras pronunciadas por estas dos personas? (No). ¿Su propósito consiste en ayudarse mutuamente a conocerse a sí mismos y en facilitar que puedan desprenderse de su carácter corrupto y entrar en la realidad-verdad lo antes posible? (No). ¿Para qué actúan así entonces? Para desahogar su rencor personal, para atacar y vengarse de la otra parte, de modo que la acusan arbitrariamente de algo que no se ajusta para nada a los hechos. No se evalúan y definen la una a la otra con precisión basándose en las palabras de Dios ni en las revelaciones y la esencia de la otra persona, sino que usan Sus palabras para atacarse, vengarse y desahogar su rencor personal; no están compartiendo la verdad en absoluto. Esto es un problema serio. Se aferran siempre a cualquier cosa acerca de la otra persona para atacarla y condenarla por tener un carácter arrogante; esta es una actitud siniestra y malévola, y desde luego no representa una exposición bienintencionada. En consecuencia, solo conduce a un odio y una hostilidad mutuos. Si la exposición se lleva a cabo con la actitud de ayudar a los demás por amor, esto la gente lo puede percibir y tratar correctamente. Pero, si alguien aprovecha el carácter arrogante de otra persona para condenarla y atacarla, es meramente para asestarle un golpe y atormentarla. Todo el mundo tiene un carácter arrogante, así que ¿por qué señala siempre a la misma persona? ¿Por qué se centra siempre en ella sin soltarla? Exponer constantemente el carácter arrogante de esa única persona, ¿tiene realmente como propósito ayudarla a despojarse de ese carácter? (No). Entonces, ¿a qué razón obedece? Es porque la persona en cuestión le desagrada, de modo que busca oportunidades para machacarla y desquitarse, quiere atormentarla en todo momento. Por lo tanto, cuando dice que la otra persona es un anticristo, un satanás, un diablo, una persona falsa y siniestra, ¿se atiene a los hechos? Quizá esté basado un poco en los hechos, pero su propósito al afirmar estas cosas no es ayudar a la otra persona ni compartir la verdad, sino desahogar su rencor personal y vengarse. Como se ha visto atormentado, quiere tomar represalias. ¿De qué forma? Exponiendo a la otra persona, condenándola, llamándola diablo, satanás, espíritu malvado, anticristo, etiquetándola con el calificativo más atroz y lanzando la acusación más grave. ¿No se trata de un juicio y una condenación arbitrarios? La intención, el propósito y la motivación de ambas partes al decir estas cosas no es ayudar a la otra persona a conocerse a sí misma y a resolver sus actitudes corruptas, ni mucho menos ayudarla a entrar en la realidad de la palabra de Dios o a comprender los principios-verdad. En su lugar, intentan atacar y asestar un golpe a la otra persona, desenmascararla para conseguir su objetivo de desahogar su rencor personal y vengarse. Esto es enzarzarse en ataques mutuos y riñas verbales. Aunque este método de atacar a los demás quizá parezca que tiene más fundamento que la exposición mutua de los defectos y que vincula las palabras de Dios con la otra persona para acusarla de tener un carácter corrupto y ser un diablo y un satanás y, aunque superficialmente parezca bastante espiritual, la naturaleza de estos dos métodos es idéntica. Ninguno de ellos sirve para compartir la palabra de Dios y la verdad dentro de la humanidad normal, sino para juzgar, condenar e insultar a la otra parte de una manera irresponsable y arbitraria, basándose en preferencias personales, así como para enzarzarse en ataques personales. Los diálogos de esta naturaleza también causan trastornos y perturbaciones en la vida de iglesia e interfieren en la entrada en la vida de los escogidos de Dios a la par que la perjudican.
¿Qué deberíais hacer cuando os encontréis con dos personas enzarzadas en ataques mutuos que exponen el carácter corrupto la una de la otra? ¿Es necesario dar un golpe en la mesa y sermonearlas? ¿Es necesario tirarles un cubo de agua fría para que se calmen y que se den cuenta de su conducta inapropiada y se disculpen la una con la otra? ¿Pueden estos métodos solucionar el problema? (No). Estos dos individuos se pelean en todas las reuniones, al término de las cuales se preparan para el siguiente asalto. En casa, buscan fundamentos y palabras de Dios que puedan usar en sus ataques, incluso escriben borradores y calculan cómo atacar a la otra parte, qué facetas de ella criticar, cómo juzgarla y condenarla, qué tono adoptar y qué palabras de Dios emplear para lanzar el ataque y la condenación más convincentes. Asimismo, buscan diversos términos espirituales y se sirven de distintos métodos de expresión para condenar y atacar a la otra parte, de modo que no pueda darles la vuelta a las tornas; se esfuerzan para conseguir derribarla en el siguiente asalto de tal forma que le resulte imposible volver a levantarse. Todas estas conductas son propias de quienes se enzarzan en ataques mutuos y riñas verbales. ¿Es fácil resolver estas cuestiones? Si, después de recibir consejo, ayuda y enseñanzas sobre la verdad por parte de la mayoría de la gente, siguen sin arrepentirse ni cambiar de rumbo —es decir, discuten y se insultan al verse, no escuchan consejos de nadie ni lo aceptan cuando alguien les habla sobre la verdad o los poda—, ¿cómo habría que proceder? Esto es fácil de manejar: habría que depurarlos. ¿No se solucionaría así el problema? ¿No es fácil? ¿Es necesario seguir compartiendo con ellos? ¿Es necesario seguir ayudándolos con amor? Decidme, ¿es apropiado mostrar tolerancia y paciencia con amor hacia esas personas? (No es apropiado). ¿Por qué no? (No aceptan la verdad; no sirve de nada compartir con ellas). Correcto, no aceptan la verdad. Solo participan en las reuniones para enzarzarse en riñas verbales. No creen en Dios para perseguir la verdad, y solo les gusta enzarzarse en riñas verbales. ¿Esto constituye una revelación y manifestación de la humanidad normal? ¿Tienen la racionalidad que debería poseer la humanidad normal? (No). Carecen de la racionalidad de la humanidad normal. Durante las reuniones, las personas así no leen las palabras de Dios de forma concentrada ni apropiada para poder comprender y obtener la verdad a partir de ellas y, de ese modo, resolver sus problemas y su carácter corrupto. En su lugar, quieren resolver siempre los problemas de otros. Dirigen continuamente su atención a los demás, buscando defectos en ellos; siempre aspiran a descubrir problemas ajenos en las palabras de Dios. Aprovechan el momento de su lectura y enseñanza para desenmascarar y atacar a otros, y usan las palabras de Dios para juzgar, menospreciar y condenar a los demás. Y, sin embargo, se sitúan al margen de Sus palabras. ¿Qué clase de personas son? ¿Son de las que aceptan la verdad? (No). Se les da especialmente bien una cosa, la cual les entusiasma: tras leer las palabras de Dios, identifican frecuentemente en otros los diversos problemas, estados y manifestaciones que estas exponen. Cuanto más identifican estos problemas, más sienten que pesa sobre sus hombros una importante responsabilidad y creen que pueden hacer mucho; consideran que deberían sacar a la luz estas cuestiones. No dejarán que se libre nadie que tenga estos problemas. ¿Qué clase de personas son? ¿Son de las que poseen razón? ¿Cuentan con la capacidad de comprender la verdad? (No). En la iglesia, si esas personas no alzan la voz ni causan perturbaciones, no hay necesidad de ocuparse de ellas. Sin embargo, la iglesia debería tomar las medidas pertinentes para manejarlas y depurarlas si actúan sistemáticamente de esta manera, siempre atacando, juzgando y condenando a los demás. En cuanto a quienes han sido desenmascarados por otras personas, a las que luego atacan, juzgan y condenan usando los mismos métodos y medios, si las circunstancias son graves y han trastornado y perturbado la vida de iglesia, deberían asimismo ser depurados y aislados del pueblo escogido de Dios; no cabe mostrar ninguna indulgencia.
¿Qué otras manifestaciones de enzarzarse en ataques mutuos y riñas verbales pueden definirse como poseedoras de una naturaleza que trastorna y perturba la vida de iglesia para ellos? La exposición mutua de defectos, así como la exposición del carácter corrupto de uno por parte del otro con el fin de desahogar el rencor personal y vengarse, son manifestaciones evidentes del trastorno y perturbación de la vida de iglesia. Aparte de estas dos manifestaciones, los ataques basados en fingir abrirse, desnudarse y diseccionarse para exponer y diseccionar deliberadamente a los demás también son una manifestación de trastornar y perturbar la vida de iglesia. Así pues, ¿es un ataque que una persona diga algo siempre que no sea referido a sus propios problemas sino a los de otros, con independencia de cómo lo diga, ya sea con un tono mordaz o indirectamente de pasada, con tacto? (No). Entonces, ¿qué situaciones constituyen ataques? Depende de la intención y el propósito que subyace en lo que se ha dicho. Si algo se dice para atacar y vengarse de la gente, o para descargar rencores personales, se trata de un ataque. Esta es una situación. Además, exagerar los aspectos superficiales de un problema para juzgar y condenar a la gente, contradiciendo a los hechos y lo que es cierto, así como sacar conclusiones de manera irresponsable sin contemplar en absoluto cuál es la esencia de la cuestión, también es una forma de desahogar el rencor personal y vengarse, es juzgar y condenar, por lo que este tipo de situación también constituye un ataque. ¿Qué más? (Crear rumores infundados sobre la gente, ¿esa es una?). Sin duda, crear rumores infundados también cuenta, incluso más. ¿Cuántas situaciones constituyen ataques? (Tres). Resúmelas. (La primera es atacar a los demás con un propósito concreto. La segunda es juzgar y condenar a otros de una forma contraria a los hechos y lo que es cierto; es decir, calificar arbitrariamente a otras personas de una manera irresponsable. La tercera es crear rumores infundados sobre la gente). La naturaleza de cada una de estas tres situaciones las define como ataques personales. ¿Cómo distinguimos qué situaciones se califican como ataques personales y cuáles no? En relación con quienes perpetran el ataque, ¿qué acciones o palabras constituyen un ataque? Supongamos que las palabras de una persona tienen una cierta naturaleza manipuladora y son capaces de desorientar a los demás; asimismo, tienen la propiedad de fabricar rumores. Esa persona crea algo de la nada y se inventa rumores y mentiras para engañar y desorientar a la gente. Su intención y propósito es conseguir que un mayor número de personas reconozcan y crean que lo dicho es correcto, y convengan en que sus palabras son conformes a la verdad. Al mismo tiempo, quiere vengarse de otra persona, hacerla negativa y débil. Piensa: “¡Tienes una calidad humana muy vil; debo exponer tu situación real y aplastar esa arrogancia tuya, y entonces veremos de qué alardeas y presumes! ¿Cómo voy a destacar a tu lado? Mi odio no se mitigará hasta que te hunda en la negatividad y te haga caer. ¡Demostraré a todo el mundo que puedes ser negativo y que también tienes debilidades!”. Si este es su propósito, entonces sus palabras constituyen un ataque. Pero supongamos que su intención consiste simplemente en aclarar los hechos y lo que es cierto con respecto a un asunto; después de obtener una percepción precisa de este y descubrir la esencia de la cuestión tras un periodo de experiencia, siente que debería compartirlo a fin de que la mayoría pueda entenderlo y saber cuáles son las comprensiones puras del asunto; es decir, su propósito consiste en corregir los puntos de vista distorsionados o sesgados de un mayor número de personas; ¿se trata esto de un ataque? (No). No está obligando a nadie a aceptar su opinión personal, y mucho menos alberga intención alguna de cobrarse una venganza personal. Por el contrario, solo desea aclarar la verdad de los hechos; se vale del amor para ayudar a la otra parte a comprender, así como para evitar que se descarríe mediante este entendimiento. Con independencia de que la otra parte lo acepte o no, logra cumplir con su responsabilidad. Así pues, este comportamiento, este enfoque, no es un ataque. Por el lenguaje, la elección de las palabras y las maneras, el tono y la actitud al hablar en estas dos manifestaciones distintas, puede saberse cuál es la intención y el propósito de esa persona. Si pretende atacar a la otra parte, su lenguaje será sin duda cortante, y su intención y propósito se harán evidentes en el tono, entonación, elección de palabras y actitud a la hora de hablar. Si no está obligando a que la otra parte acepte lo que dice, ni ciertamente la está atacando, entonces su discurso se ajustará sin duda a las manifestaciones de la conciencia y la razón de la humanidad normal. Además, la actitud al hablar, el tono y la elección de palabras serán de seguro racionales y caerán dentro de los límites de la humanidad normal.
Después de compartir los principios por los que se distinguen lo que constituye un ataque personal y lo que no, ¿ya sois capaces de discernirlo? Si aún no podéis hacerlo, no seréis capaces de percibir la esencia de la cuestión. Por muy bien que suene la enseñanza de alguien, si no está practicando de acuerdo con los principios, si no aspira a ayudar a que las personas comprendan la verdad y cumplan adecuadamente con sus deberes, sino que se dedica a buscar cosas que usar en contra de ellas para acosarlas sin descanso, haciendo lo imposible para juzgarlas y condenarlas, y, aunque a simple vista parezca que está discerniendo a la gente, si en realidad su intención y propósito es condenar y atacar a los demás, entonces esta situación implica un ataque personal. Los asuntos menores que suceden entre las personas son muy simples y obvios; compartir la verdad con respecto a ellos llevaría menos de una reunión. ¿Es necesario, entonces, ocupar el tiempo de los hermanos y hermanas hablando mucho de ellos en cada reunión? No es necesario. Si la gente se dedica a acosar a los demás sin descanso, eso constituye atacarlos y causar perturbaciones. ¿Por qué motivo las personas se aferran a un asunto y hablan de él sin cesar? Es porque nadie está dispuesto a desprenderse de sus propias intenciones y propósitos, nadie trata de conocerse a sí mismo, nadie acepta la verdad, ni los hechos y lo que es cierto, y por eso acosan a los demás sin descanso. ¿Cuál es la naturaleza de acosar a otras personas sin descanso? Es un ataque. Consiste en buscar cosas que usar contra ellas, en encontrar fallos en las palabras que escogen y echarles en cara sus defectos, insistiendo sin cesar en una sola cosa y discutiendo hasta que uno se pone colorado. Si dos personas comparten desde dentro de la humanidad normal, si se apoyan y se ayudan la una a la otra —es decir, si cumplen con su responsabilidad—, entonces la relación entre ellas irá mejorando cada vez más. Pero, si se enzarzan en ataques mutuos y discusiones, si se enredan la una con la otra para dejar claras sus propias justificaciones, si quieren tener siempre la sartén por el mango, sin querer nunca admitir la derrota ni transigir, sin olvidar los agravios personales, lo que ocurrirá es que la relación entre ambas terminará volviéndose cada vez más tensa y empeorará cada vez más; no será una relación interpersonal normal y hasta puede llegar al punto de que se les pongan rojos los ojos cada vez que se encuentren. Pensadlo, cuando los perros se pelean, los ojos del más feroz se ponen rojos. ¿Qué pasa con esos ojos rojos? ¿Acaso no rebosan odio? ¿No ocurre lo mismo con quienes se atacan entre sí? Si, al compartir la verdad, dos personas no se atacan entre sí, sino que la una puede compensar los defectos de la otra aprovechando sus puntos fuertes y apoyándose mutuamente, ¿sería posible que la relación entre ellas fuera mala? Sin duda, su relación sería cada vez más normal. Cuando dos personas hablan, charlan, comparten o incluso debaten dentro de los límites de la conciencia y la razón de la humanidad normal, su relación será normal y no se enfadarán ni se pondrán a pelear nada más verse. El hecho de que en una persona surjan el odio y una inexplicable oleada de ira solo porque se menciona a la otra parte, sin que ni siquiera se hayan visto, no es una manifestación de que posee la razón y la conciencia de la humanidad normal. Dos personas se atacan la una a la otra porque tienen un carácter corrupto; no guarda ninguna relación en absoluto con su entorno. Es todo porque no aman la verdad, no pueden aceptarla, ni la practican ni manejan los asuntos de acuerdo con los principios cuando se producen disputas, y por eso es tan común que en la vida de iglesia ocurran casos de exposición mutua de defectos, juicios e incluso condenaciones y ataques mutuos. Puesto que las personas tienen un carácter corrupto y a menudo se hallan en un estado de falta de razón, y rigen su vida por su carácter corrupto, y les resulta difícil practicar la verdad aunque entiendan parte de esta, es fácil que surjan disputas y diversos tipos de ataques entre ellas. Si estos ataques no ocurren más que de vez en cuando, solo tendrán un impacto temporal en la vida de iglesia; sin embargo, quienes son propensos sistemáticamente a los ataques mutuos causan serios trastornos y perturbaciones en la vida de iglesia, y también interfieren en la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios y la afectan gravemente.
Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.