Las responsabilidades de los líderes y obreros (16) Parte 1

Punto 12: Detectar con prontitud y precisión a las diversas personas, acontecimientos y cosas que perturban y trastornan la obra de Dios y el orden normal de la iglesia; pararlos y restringirlos, y darles la vuelta a las cosas; asimismo, compartir la verdad de manera que el pueblo escogido de Dios desarrolle discernimiento por medio de estas cuestiones y aprenda de ellas (IV)

Las diversas personas, acontecimientos y cosas que trastornan y perturban la vida de iglesia

VIII. Difundir nociones

A. Manifestaciones de difundir nociones

Hoy continuaremos hablando sobre la duodécima responsabilidad de los líderes y obreros: “Detectar con prontitud y precisión a las diversas personas, acontecimientos y cosas que perturban y trastornan la obra de Dios y el orden normal de la iglesia; pararlos y restringirlos, y darles la vuelta a las cosas; asimismo, compartir la verdad de manera que el pueblo escogido de Dios desarrolle discernimiento por medio de estas cuestiones y aprenda de ellas”. Hemos enumerado once problemas diferentes relacionados con trastornos y perturbaciones que surgen en la vida de iglesia. La vez pasada hablamos sobre el séptimo problema: enzarzarse en ataques mutuos y riñas verbales. Hoy hablaremos sobre el octavo, difundir nociones, que también se da con frecuencia en la vida de iglesia. Algunas personas, que no aceptan la verdad en absoluto, creen en Dios según sus nociones y figuraciones, y a menudo difunden algunas nociones para perturbar la vida de iglesia. La iglesia debe restringir este comportamiento y resolverlo durante la vida de iglesia mediante la enseñanza de la verdad. Desde un enfoque literal, cualquiera puede darse cuenta de que difundir nociones no es un comportamiento adecuado y que no resulta positivo, sino negativo. Por lo tanto, en la vida de iglesia es necesario pararlo y restringirlo. Sin importar el tipo de personas que difundan nociones, ya sea intencionalmente o no, ni cuáles sean sus motivos, en tanto lo hagan, esto trastornará y perturbará la vida de iglesia y causará impactos negativos. Por consiguiente, es necesario restringir este asunto al ciento por ciento. Desde cualquier óptica, no existen posibilidades de que difundir nociones desempeñe un papel positivo ni afirmativo en la búsqueda de la verdad y del conocimiento de Dios por parte de las personas, ni en su entrada en la realidad-verdad; el único efecto posible es la perturbación y el daño de tales logros. Así que, cuando alguien difunde nociones en la vida de iglesia, todas las personas —tanto los líderes de la iglesia como los hermanos y hermanas— deben discernir este asunto y actuar con prontitud para parar y restringir a esa persona, en lugar de consentir ciegamente que difunda nociones para desorientar y perturbar a los demás. Primero, hablemos sobre qué tipo de palabras constituye difundir nociones. Mediante este discernimiento, las personas pueden definir con exactitud qué significa difundir nociones y también pararlo y restringirlo de manera certera, en lugar de ignorarlo o dejarlo pasar por alto.

1. Difundir nociones sobre Dios

Una vez difundidas, las nociones apuntan a un objetivo. Primero, necesitamos analizar a quiénes van dirigidas y qué nociones se difunden. Una vez que lo comprendas, podrás identificar con mayor facilidad qué enunciados emitidos por las personas y qué puntos de vista difundidos por ellas corresponden a nociones. Si las personas saben qué palabras de la gente representan nociones y qué acciones corresponden a difundirlas, serán capaces de restringir la difusión de nociones de manera más precisa y con mayor relevancia. Primero y principal, lo más grave en lo que respecta a este problema atañe a las ideas y malentendidos de las personas sobre Dios. Esta representa la categoría principal. Difundir puntos de vista y enunciados que no se corresponden con los hechos, relativos a la identidad de Dios, Su esencia, carácter, palabras, obra y existencia supone difundir nociones. Este es un enunciado general; pero, en concreto, ¿qué tipo de enunciados constituye difundir nociones? Difundir malentendidos, juicios y condenas respecto a Dios, e incluso blasfemar contra Él es, en su totalidad, difundir nociones. En pocas palabras, difundir conceptos sobre Dios que no se ajustan a la realidad, así como enunciados e interpretaciones erróneas que no corresponden a Su identidad y esencia, constituye difundir nociones. Por ejemplo, en la vida de iglesia, algunas personas a menudo hablan sobre la identidad y la esencia de Dios, sin comprenderlas de manera genuina. En su corazón, dudan y malinterpretan a Dios con frecuencia y no son capaces de someterse al entorno vital ni al contexto que Él ha dispuesto para que desempeñen sus deberes, entre otras cosas. Luego, difunden sus malentendidos sobre Dios y sus ideas acerca de su incapacidad para comprenderlo. En resumen, estas ideas no se refieren a aceptar y someterse a la soberanía y los arreglos de Dios desde la óptica de un ser humano creado, sino que están llenas de prejuicios personales, malentendidos e incluso juicios y condenas. Después de escucharlas, otras personas desarrollan malentendidos sobre Dios y se muestran cautelosas con respecto a Él. Como resultado, pierden su fe genuina en Dios, y mucho menos experimentan una sumisión sincera.

Algunas personas consideran que creer en Dios debería traer paz y alegría, y que si enfrentan dificultades, solo necesitan orarle, y Él las escuchará, les otorgará gracia y bendiciones, y garantizará que todo transcurra de manera tranquila y sin contratiempos. Al creer en Dios, su propósito es buscar gracia, obtener bendiciones y disfrutar de la paz y la felicidad. Debido a estos puntos de vista, abandonan a sus familias o dejan sus trabajos para entregarse a Él y son capaces de soportar sufrimientos y de pagar un precio. Creen que, en tanto renuncien a algo, se esfuercen por Él, atraviesen penurias y trabajen arduamente a la vez que muestran un comportamiento excepcional, obtendrán las bendiciones y el favor de Dios, y que sin importar las dificultades que enfrenten, si oran, Él las resolverá y les abrirá una senda para todo. Esta es la opinión que sostiene la mayoría de los creyentes y la gente la considera legítima y correcta. La capacidad de muchas personas para mantener su fe en Dios durante años sin abandonar dicha fe está relacionada de manera directa con esta opinión. Piensan: “Me he esforzado mucho por Dios, me he comportado de manera muy satisfactoria, no he cometido ninguna acción malvada y, seguramente, Dios me bendecirá. Dado que he sufrido en gran medida y he pagado un precio muy alto por cada tarea, mis actos se correspondieron con las palabras y las exigencias de Dios y no he cometido ningún error, Dios debería bendecirme. Él debería procurar que nada me salga mal, que a menudo tenga paz y alegría en mi corazón y disfrute de Su presencia”. ¿No es esta una noción y una figuración humana? Desde una óptica humana, las personas disfrutan de la gracia de Dios y reciben beneficios y, de esta manera, tiene sentido que deban, hasta cierto punto, sufrir por ello, y vale la pena intercambiar tal dolor por las bendiciones de Dios. Esta mentalidad constituye hacer tratos con Dios. Sin embargo, desde la perspectiva de la verdad y el enfoque de Dios, esto no se ajusta en esencia a los principios de Su obra ni a los estándares que Él les exige a las personas. Es una manera de pensar completamente ilusoria, una noción y una figuración acerca de la fe en Dios puramente humanas. Ya sea que suponga hacer tratos o exigirle cosas a Dios o albergue nociones y figuraciones humanas, en cualquier caso nada de esto se ajusta a Sus exigencias ni cumple con Sus principios y criterios para bendecir a las personas. Esta forma de pensar y este enfoque transaccional en particular ofenden el carácter de Dios. Así y todo, la gente no se da cuenta. Cuando lo que Dios hace no se corresponde con las nociones de las personas, en sus corazones rápidamente surgen quejas y malentendidos sobre Él. Incluso se sienten agraviadas, quieren razonar con Dios y puede que hasta lo juzguen y lo condenen. Independientemente de las nociones y malentendidos que las personas desarrollen, desde Su enfoque, Él nunca actúa ni trata a nadie según las nociones o los deseos humanos. Dios siempre hace lo que desea, de acuerdo con Su propia manera y en función de Su propia esencia-carácter. Dios tiene principios para la manera en la que trata a cada persona; nada de lo que hace a cada individuo se basa en las nociones, las figuraciones ni en las preferencias del hombre, este es el aspecto de la obra de Dios que menos se corresponde con las nociones humanas. Cuando Dios dispone un entorno para las personas que contradice por completo sus nociones y figuraciones, las personas forman nociones, juicios y condenas contra Dios en sus corazones, e incluso pueden negarlo. ¿Puede Dios entonces satisfacer sus necesidades? En absoluto. Dios jamás cambiará Su manera de obrar ni Sus deseos para ajustarlos a las nociones humanas. ¿Quién necesita cambiar entonces? Las personas. En lugar de comparar lo que Dios hace con sus nociones a fin de determinar si es correcto, son ellas las que deben desprenderse de sus nociones, aceptar, someterse y experimentar los entornos que Él dispone, y buscar la verdad para resolver sus propias nociones. Cuando las personas insisten en aferrarse a sus nociones, naturalmente, desarrollan cierta resistencia hacia Dios. ¿En qué radica esa resistencia? En el hecho de que lo que la gente alberga frecuentemente en sus corazones son, sin duda, nociones y figuraciones y no la verdad. Por lo tanto, cuando se enfrentan a que la obra de Dios no se corresponde con las nociones humanas, son capaces de desafiar a Dios y hacer juicios en su contra. Esto demuestra que las personas básicamente carecen de un corazón sumiso a Dios, su carácter corrupto dista mucho de haber sido limpiado y, en esencia, viven de acuerdo con él. Aún están increíblemente lejos de alcanzar la salvación.

Cuando las personas, en su corazón, desarrollan nociones sobre Dios y se resisten a Él, aquellas que tienen cierto grado de conciencia aceptarán a regañadientes lo que Dios hace y harán lo posible por integrarse al entorno que Él ha dispuesto y aceptar Su soberanía sobre las personas. De cuántas nociones logran desprenderse y en qué medida depende, en parte, de su calibre y, en parte, de si aceptan la verdad y la aman. Algunas personas enfrentan activamente los entornos que Dios dispone mediante la lectura de Sus palabras, la búsqueda, las enseñanzas y la reflexión. Gradualmente, logran comprender una parte de la soberanía de Dios sobre todo y, de este modo, fortalecen su sumisión y su fe. Sin embargo, independientemente del entorno que enfrenten, algunas no buscan la verdad. En cambio, analizan todos los entornos que Dios orquesta en función de sus nociones, figuraciones y de si les son beneficiosos o no. Sus valoraciones siempre giran en torno a sus propios intereses; se preocupan constantemente por la magnitud del beneficio que pueden obtener, por la medida en que pueden satisfacer sus intereses en términos de bienes materiales, dinero y placer carnal; y siempre toman decisiones y abordan todo lo que Dios dispone con base en estos factores. Y, al final, después de devanarse los sesos, eligen no someterse al entorno que Él dispone, sino escaparse y evitarlo. Debido a que se resisten, lo rechazan y lo evitan, se alejan de las palabras de Dios, se pierden de experiencias de vida y sufren pérdidas, lo que les causa dolor y angustia en el corazón. Cuanto más se oponen a tales entornos, mayor es el sufrimiento que experimentan. Cuando se presenta esta situación, la poca fe que tienen en Dios, finalmente, se rompe a pedazos. En ese momento, las nociones que dominan su corazón surgen todas de golpe: “Me he esforzado tanto por dios durante mucho tiempo, pero no esperaba que él me tratara de esta manera. ¡Es injusto! ¡No ama a las personas! Dijo que aquellos que se entregan sinceramente por Él sin duda serán bendecidos en gran medida. Yo me he entregado sinceramente por él, he renunciado a mi familia y a mi carrera, he soportado dificultades y he trabajado arduamente. ¿Por qué dios no me ha bendecido enormemente? ¿Dónde están sus bendiciones? ¿Por qué no puedo sentirlas ni verlas? ¿Por qué dios trata a las personas de forma injusta? ¿Por qué no cumple su palabra? La gente dice que dios es fiel, pero ¿por qué no lo siento? Dejando de lado todo lo demás, solo en este entorno ¡no he sentido que él sea fiel en absoluto!”. Debido a que tienen nociones, estas las engañan y las desorientan con facilidad. Incluso cuando Dios dispone entornos para que las personas cambien su carácter y crezcan en su vida, les resulta difícil aceptarlos y malinterpretan a Dios. Piensan que eso no es una bendición de Dios y que no le caen bien. Consideran que se han entregado sinceramente por Dios, pero Él no ha cumplido Sus promesas. A través de la simple prueba de un entorno menor, estas personas, que no persiguen la verdad, quedan así fácilmente en evidencia. Cuando esto sucede, finalmente dicen lo que más han deseado expresar: “¡Dios no es justo! ¡No es un dios fiel! Las palabras de dios rara vez se cumplen. Él dijo: ‘Dios quiere decir lo que dice; lo que Él dice, así será, y lo que Él hace perdurará para siempre’. ¿Dónde se cumplen esas palabras? ¿Por qué no puedo verlo ni sentirlo? Mira a Fulana, desde que cree en dios, no ha renunciado ni se ha esforzado por él como lo he hecho yo, tampoco ha hecho tantas ofrendas como yo. Sin embargo, sus hijos entraron en universidades prestigiosas, su esposo logró un ascenso, su negocio está prosperando, e incluso sus cultivos dan más frutos que los de los demás. ¿Y yo qué he ganado? ¡Jamás volveré a creer en dios!”. Estas palabras reflejan sus verdaderos pensamientos, sus lemas. Están llenas de esas nociones, de estos pensamientos y puntos de vista absurdos, y de especulaciones respecto a beneficios y transacciones. Así es como entienden y perciben la obra de Dios y Sus intenciones sinceras, así es como abordan estas cosas. Por lo tanto, en los entornos que Él organiza meticulosamente una y otra vez, lo miden y lo malinterpretan con sus nociones repetidas veces, y continuamente fracasan y tropiezan. Además, constantemente intentan comprobar que sus nociones son correctas. Una vez que consideran que son válidas y constituyen suficiente evidencia para que evalúen, juzguen y condenen arbitrariamente a Dios, comienzan a difundirlas porque su corazón está lleno de nociones sobre Dios. ¿Qué se mezcla con estas nociones? Quejas, insatisfacción y reclamos. Cuando están llenos de estas cosas, buscan oportunidades para desahogarse. Esperan encontrar un público que escuche las “injusticias” que han enfrentado; quieren dar rienda suelta a esas cosas con esas personas y contarles sobre el trato tan “injusto” que “sufrieron”. Así es como nacen las nociones que estas personas difunden en la vida de iglesia, así es como surgen. El corazón de estas personas está repleto de resentimientos, rebeldía e insatisfacción, así como de malentendidos y quejas hacia Dios, e incluso juicios y críticas con respecto a Él, lo que lleva a que finalmente su corazón se llene de blasfemia. Temen no recibir bendiciones y, por lo tanto, no quieren irse, así que difunden sus malentendidos sobre Dios y la insatisfacción que sienten hacia Él entre las personas. Aún más, difunden sus juicios y sus críticas hacia Dios, y sus blasfemias respecto a Él. ¿Contra qué blasfeman? Blasfeman contra Dios, dicen que Él es injusto con ellas y no les ha brindado las recompensas correctas ni equivalentes a lo que han hecho. Juzgan a Dios porque, después de haber hecho sus ofrendas y sacrificios, no les concede gracia ni grandes bendiciones. No han recibido de Dios lo que deseaban en cuanto a necesidades carnales —cosas materiales, dinero y demás— y que esperaban recibir, y así llenan su corazón de quejas y reclamos. Por un lado, el propósito de estos individuos al difundir nociones es desahogarse y buscar venganza, y logran así un equilibrio psicológico. Por otro, buscan incitar a más personas a desarrollar malentendidos y nociones sobre Dios, y hacen que sean precavidas respecto a Dios, igual que ellos. Si más personas dicen: “Jamás volveremos a creer en dios”, se sentirán satisfechos en su interior. Este es el propósito y la razón subyacente detrás de difundir nociones.

¿Cuál es el lema de las personas que difunden nociones? ¿Qué dicho repiten con frecuencia? Después de experimentar ciertas situaciones y no obtener los beneficios que deseaban, se dicen constantemente a sí mismas: “¡Jamás volveré a creer en dios!”. Incluso después de decirlo, no sienten que hayan atenuado su odio ni alcanzado su objetivo. Cuando asisten a reuniones, sin importar lo que los demás compartan, no pueden comprenderlo. Deben repetir esta frase, decirla una y otra vez, incluso más de diez veces: “¡Jamás volveré a creer en dios!”. ¿No está esta frase repleta de significado? Hay una historia detrás de ella. ¿En qué “creen”? ¿Creían en Dios antes? ¿Era su fe anterior genuina? ¿Incluía la sumisión que se espera de un ser creado? (No). En absoluto. Están llenas de nociones y figuraciones acerca de Dios. Más importante aún, le piden y le exigen mucho, y no son sumisas en lo más mínimo. ¿Qué significa que “creen”? Dicen: “Creo que dios es soberano sobre el cielo, la tierra y todas las cosas. Creo que dios puede protegerme del acoso de los demás. Creo que dios puede permitirme disfrutar del confort carnal, vivir una vida buena y próspera, y hacer que todo me resulte tranquilo y agradable. Creo que dios puede permitirme entrar al reino de los cielos y obtener grandes bendiciones, recibir el céntuplo en esta vida y la vida eterna en el mundo venidero”. ¿Significa eso creer? No hay ni rastro de sumisión en estas “creencias”, y ninguna de ellas se ajusta a lo que Dios les exige a las personas. Estas creencias surgen únicamente de un enfoque basado en el beneficio personal. Dios expresa la verdad y obra en las personas. ¿Cuándo ha dicho Dios que permitirá que las personas vivan una vida feliz, que estén por encima de los demás, sean prósperas y exitosas, y tengan perspectivas ilimitadas? (Nunca). Entonces, ¿por qué consideran que su “creencia” es tan valiosa? Incluso dicen que jamás volverán a creer en Dios. Eso que creen, ¿tiene algún valor? ¿Lo acepta Dios? No poseen ni un indicio de la realidad-verdad ni de sumisión a Dios, solo quieren obtener bendiciones, beneficios y ventajas de Él, y lo llaman creer en Dios. ¿No es eso blasfemar contra Dios? Las personas de este tipo están llenas de nociones y el propósito de obtener bendiciones las invade. No experimentan en absoluto la obra de Dios ni practican Sus palabras. El objetivo y el motivo de todo lo que hacen no es más que el beneficio de su carne. Se sienten bien consigo mismas y consideran que su supuesta fe en Dios es especialmente valiosa. Si es tan valiosa y noble, entonces, ¿por qué, cuando Dios dispone un entorno menor para ti, no puedes comprender la verdad a partir de él ni mantenerte firme en tu testimonio? ¿Cuál es el problema? Cuando Dios verifica tu fe, ¿qué le devuelves? ¿Es posible que los malentendidos, las quejas y la resistencia que le devuelves sean lo que Él quiere? ¿Se ajustan a la verdad? Evidentemente, no. Por lo tanto, el hecho de que estas personas puedan difundir nociones abiertamente en la iglesia demuestra una cosa: no conocen a Dios y, aún más, no creen que Dios sea soberano sobre todo; el dios en el que creen simplemente no existe. Cuando difunden nociones abiertamente para desorientar y convencer a más personas de que se unan a ellas para desafiar y condenar a Dios y blasfemar contra Él, inconscientemente están anunciando frente a todos que ya no siguen a Dios, que ya no son creyentes y que ya no son seres creados bajo el dominio del Creador. Las nociones que difunden no son simples ideas ni enunciados; difunden nociones porque han construido una barrera infranqueable entre ellas y Dios, porque han decidido que usar nociones y figuraciones humanas para dirigirse a Dios, manejar su relación con Él y abordar Sus palabras y Su obra es correcto y es la forma en que deberían practicar. Cuando tales personas difunden nociones abiertamente en la vida de iglesia, ¿deberían ser restringidas? O, en vista de su escasa estatura y poco fundamento, ¿deberían tener libertad para expresar sus puntos de vista, y tiempo y espacio suficientes para arrepentirse? ¿Cuál es el procedimiento correcto? (Lo correcto es pararlas y restringirlas). ¿Por qué? Algunos dicen: “Si las restringes y no les permites hablar libremente, y dejan de creer y de asistir a las reuniones, ¿no les haría daño? ¡Sería una lástima! ¿No preferiría Dios salvar a todas las personas antes que permitir que una sola sufra la perdición? Aunque se trate de una sola oveja perdida, es necesario rescatarla. Después de todo el esfuerzo por recuperarla, ¿podría Él permitir que se pierda otra vez?”. ¿Son correctas estas palabras? (No). ¿Por qué no son correctas? (Porque tales personas no creen en Dios de manera genuina; solo creen en Dios con la esperanza de obtener bendiciones, y su fe tiene ciertas impurezas mezcladas en ella). ¿Quién no tiene algunas impurezas mezcladas en su fe en Dios? ¿No tienes tú algunas? ¿Es esta una razón válida? Presta atención a lo que estas personas afirman: “¡Jamás volveré a creer en dios!”. ¿Qué tipo de palabras son estas? ¿Hay alguna diferencia entre eso y las blasfemias de los no creyentes, los diablos y Satanás? (No). ¿Qué insinúa ese enunciado? Dice: “Ya no tengo fe en dios. Antes, creía en dios y lo seguía de todo corazón, pero él no me bendijo. En cambio, dispuso entornos como esos para complicarme las cosas y hacerme tropezar. Lo que dios dice no coincide con lo que hace en absoluto, así que ya no me atrevo a creer en él. ¡Qué tonto fui! Renuncié a mucho, me entregué y soporté muchas dificultades por dios, pero no noté su protección cuando el gran dragón rojo me persiguió y me arrestó. El negocio de mi familia tampoco anduvo tan bien como el de otros, no gané tanto dinero como los demás y mis padres no se curaron. Creer en dios durante tantos años no me trajo ningún beneficio. ¿No dijo que bendeciría a las personas en gran medida? ¿Qué bendiciones recibí de él? Sus palabras no se cumplieron en absoluto. Entonces, ¡jamás volveré a creer en dios!”. El enunciado “¡Jamás volveré a creer en dios!” tiene mucho contenido. Está lleno de quejas, insatisfacción y malentendidos con respecto a Dios. En resumen, después de haber soportado dificultades y haberse esforzado con una mentalidad llena de ilusiones, Dios no les otorgó las bendiciones que exigían, ni las recompensó ni premió conforme a sus nociones y figuraciones. Como resultado, se sintieron insatisfechas y llenas de resentimiento hacia Dios. Esas fueron las circunstancias que dieron lugar a esa frase. No surgió de la nada. Antes de decirla, ya habían mostrado muchos comportamientos y manifestaciones y habían quedado en evidencia. ¿Qué problema existe en la relación de esas personas con Dios? ¿Cuál es el mayor problema en su relación con Él? Que nunca se vieron a sí mismas como seres creados, ni consideraron a Dios el Creador a quien se debe adorar en primer lugar. Desde que comenzaron a creer en Él, lo trataron como un árbol de dinero, como un tesoro; lo consideraron un Bodhisattva que los liberaría del sufrimiento y el desastre, y se vieron a sí mismas como seguidoras de este Bodhisattva, este ídolo. Pensaron que creer en Dios era como creer en Buda, donde solo con comer comida vegetariana, recitar escrituras, quemar incienso y postrarse con frecuencia podrían obtener lo que deseaban. Así, todas las experiencias que vivieron después de creer en Dios ocurrieron dentro del ámbito de sus nociones y figuraciones. No mostraron ninguna de las manifestaciones de un ser creado que acepta la verdad del Creador, ni la sumisión que un ser creado debe tener hacia Él; solo hubo exigencias continuas, cálculos constantes y peticiones incesantes. Todo esto, finalmente, llevó al quiebre de su relación con Dios. Este tipo de relación es transaccional y nunca puede mantenerse firme; es solo cuestión de tiempo antes de que tales personas queden en evidencia. Incluso si participan en la vida de iglesia, no difunden nociones y de vez en cuando hablan sobre cómo Dios las ha guiado y bendecido, lo que han disfrutado, etcétera. La mayor parte de lo que hablan se refiere a la gracia, el disfrute y los beneficios carnales que recibieron de Dios. Esas conversaciones no tienen absolutamente nada que ver con la verdad ni con someterse a Dios, y carecen por completo de la realidad-verdad. Cuando las circunstancias son favorables, dan a entender que creen en Dios y lo aman, y se muestran pacientes y tolerantes con los demás, todo con un solo objetivo: obtener todas las bendiciones de Dios. Cuando Dios les quita la gracia, los beneficios y las ventajas materiales que disfrutaban, sus nociones se revelan. Motivadas por el interés propio y debido a que priorizan su provecho personal, se enfurecen cuando no reciben lo que desean; comienzan a difundir nociones para desahogar su insatisfacción con Dios y, al mismo tiempo, procuran atraer a más personas para que se compadezcan de ellas y acepten sus nociones sobre Dios. ¿Se debería restringir y parar a estas personas? (Sí). Los temas, pensamientos y puntos de vista que comparten no reflejan una comprensión pura de la verdad, ni ayudan a las personas a someterse a Dios y tener fe genuina en Él. En cambio, alejan a las personas de Dios, provocan malentendidos, cautela e incluso el rechazo de Dios, y hacen que aquellos que escuchan sus nociones se adviertan a sí mismos en silencio: “Jamás volveré a creer en dios”, igual que ellas. Esa es la perturbación que provocan en los demás al difundir nociones.

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