Las responsabilidades de los líderes y obreros (16) Parte 3
B. Cómo tratar a aquellos que difunden nociones
¿Qué consecuencias tiene que alguien dentro de la iglesia difunda nociones y descontento con Dios? ¿Afecta los resultados de la vida de iglesia de manera directa? ¿Perturba la vida de iglesia normal y su obra? (Sí). Influye en la fe en Dios de las personas e impacta en su capacidad para cumplir normalmente con sus deberes. Por lo tanto, es necesario restringir a quienes difunden nociones. Incluso si solo mencionan este tipo de cuestiones de vez en cuando, hay que restringirlos y discernirlos. Debemos observar qué tipo de humanidad tienen, si difunden nociones debido a una negatividad y debilidad temporales o si se trata de un problema relacionado con su esencia-naturaleza. También es necesario evaluar si evitan perseguir la verdad de manera sistemática y difunden nociones a propósito con la intención de desorientar a más personas y perturbar y dañar la vida de iglesia. Si solo se muestran negativos y débiles de vez en cuando, basta con brindarles apoyo y ayudarlos mediante la enseñanza sobre la verdad. Si no hacen caso a los consejos y continúan difundiendo nociones y perturbando la vida de iglesia, e incluso hacen que otras personas se vuelvan negativas y débiles, lo que impacta en su capacidad para cumplir con sus deberes con normalidad, significa que son sirvientes de Satanás y es necesario deshacerse de ellos conforme a los principios. ¿Por qué no darles otra oportunidad? ¿Creéis que son incrédulos? (Sí). No importa cómo sea su humanidad, son incrédulos. Los incrédulos son como la cizaña entre el trigo; hay que arrancarla. Si solo muestran ciertas manifestaciones de los incrédulos, no han causado perturbaciones en la vida de iglesia, y aún pueden servir como amigos de la iglesia y rendir servicio, no es necesario tomar medidas respecto a ellos. Sin embargo, aquellos que constantemente difunden nociones expresan en todo momento los puntos de vista y comentarios de los incrédulos. No dicen cosas al azar; su propósito es incitar, desorientar y atraer a más personas para que se alejen de Dios. Su intención es: “Si no logro obtener bendiciones, dejaré de creer. Ninguno de vosotros debería esperar obtener bendiciones, ¡y tampoco deberíais creer! Si seguís creyendo, ¿qué pasaría si insistís y finalmente obtenéis bendiciones algún día? ¿Acaso eso no me pondría en una situación difícil? ¿Cómo podría sentirme íntimamente equilibrado en ese caso? No estaría bien. Para evitar futuros lamentos, os perturbaré, desestabilizaré vuestra fe, haré que os alejéis de dios, lo traicionéis y abandonéis la iglesia conmigo; eso sería lo mejor”. Ese es su propósito. ¿No se debería echar a tales incrédulos? (Sí). Se los debería echar. Si algunos incrédulos dejan de creer, la iglesia se limitará a quitarles los libros de las palabras de Dios y los dará de baja. Hay otros incrédulos que tienen algunos sentimientos positivos respecto a la fe en Dios y los creyentes. No desempeñan un rol positivo ni afirmativo en la iglesia; solo brindan ayuda ocasionalmente como amigos de la iglesia. Aunque no persiguen la verdad ni la comparten, no difunden nociones ni perturban la vida de iglesia. En tanto sean capaces de rendir algo de servicio, se les debe permitir permanecer en ella y no hace falta echarlas. No obstante, a aquellos incrédulos que difunden nociones constantemente no se les debe mostrar misericordia alguna. Difunden sus nociones y malentendidos acerca de Dios, lo que perturba la vida de iglesia y causa trastornos y perturbaciones en la obra de la iglesia. Estos incrédulos son sirvientes de Satanás. Tienen nociones y, sin embargo, no solo no buscan la verdad para resolverlas, sino que incluso las difunden para desorientar al pueblo escogido de Dios. Traicionan a Dios y quieren arrastrar a algunos otros a su perdición junto con ellos. Estos son los tipos de propósitos con los que perturban la vida de iglesia. ¿Puede Dios perdonarlos? No, no pueden recibir el perdón. Esto no se trata de restringirlos o aislarlos; es necesario depurarlos y darlos de baja para siempre, ¡y no se les debe mostrar indulgencia alguna!
En la iglesia, algunas personas jamás persiguen la verdad ni comprenden la manera en la que Dios obra para salvar al hombre. Después de experimentar ciertas situaciones, desarrollan malentendidos, se resisten a Dios y se quejan de Él. Algunas de las cosas que dicen y hacen tienen como fin difundir nociones. Dichas nociones no solo reflejan una comprensión distorsionada de las palabras de Dios y Su obra o malentendidos acerca de Él. Algunas de ellas son más graves y directamente niegan que las palabras de Dios sean la verdad; juzgan y condenan a Dios por completo. Otras nociones que difunden incluso atacan y blasfeman abiertamente contra Dios. No están diseccionando ni tratando de conocer su propia corrupción y rebeldía con un corazón sumiso desde el enfoque de un ser creado o de alguien que sigue a Dios, ni aceptan la verdad ni comparten lo que comprenden acerca de Su obra y Sus intenciones. Las nociones que expresan son exactamente opuestas a estos entendimientos positivos. Cuando otros escuchan sus nociones, no logran entender a Dios ni desarrollan una fe genuina y, por supuesto, esta tampoco crece. Por el contrario, su fe en Dios se vuelve vaga, disminuye o incluso se pierde por completo. Al mismo tiempo, la visión de la obra de Dios se vuelve borrosa. Mientras más escuchan las nociones que estos individuos difunden, más se atolondran en su corazón, incluso hasta el punto de que se sienten inseguros sobre por qué deberían creer en Dios y empiezan a dudar de Su existencia. Se cuestionan si las palabras de Dios son la verdad, si estas, junto con Su obra, pueden purificar y salvar a las personas y otros asuntos similares. Todo esto se vuelve confuso y dudoso para ellos. Cuando oyen las nociones y malentendidos que estos individuos difunden, comienzan a dudar y desarrollan cierta cautela respecto a Dios; empiezan a circunscribirlo en su corazón, desarrollan malentendidos y quejas contra Él e incluso, en su interior, se alejan de Él. Esto resulta muy problemático. Una vez que tienen estos pensamientos, puntos de vista, planes y proyectos negativos y adversos, queda claro que la información y los comentarios que han aceptado no concuerdan con las necesidades de la humanidad normal, y mucho menos con la verdad; es cien por ciento seguro que provienen de Satanás. Independientemente de las intenciones o motivos de quienes difunden nociones, ya sea que difundan falacias y rumores infundados intencionalmente o no, siempre que causen un impacto perjudicial en la iglesia, es necesario restringirlos. Por supuesto, si se los descubre y se los discierne fuera de la vida de iglesia, también hay que frenarlos y restringirlos con prontitud. Si alguien que entiende la verdad puede usar las palabras de Dios o los conceptos que comprende para refutar y exponer a aquellos que difunden tales cosas y logra que los hermanos y hermanas los disciernan, tanto mejor. Esto es luchar contra Satanás. Si no tienes la estatura necesaria, debes aprender a discernir y mantenerte alejado de ellos. Si cuentas con suficiente estatura, debes exponerlos. ¿Os atrevéis a hacerlo? ¿Sabéis cómo hacerlo? Esto revela con máxima claridad si una persona tiene o no la realidad-verdad. Cuando algunos nuevos creyentes escuchan las nociones y malentendidos sobre Dios que tales individuos difunden, se sorprenden y dicen: “¿Cómo puede alguien que cree en Dios hablar de esta manera?”. Si alguien que no posee una base sólida escucha estas nociones y falacias, ¿se volverá negativo y débil? ¿Aceptará estas falacias? ¿Permitirá que lo desorienten y abandonará la iglesia? Es posible que todo eso ocurra. Cuando alguien que difunde nociones dice: “¡Jamás volveré a creer en dios!”, sin importar en qué estado se encuentre al decirlo, muestra que ha perdido por completo la fe en Dios y es un incrédulo. Al margen de su propósito al difundir tales palabras, al escucharlas ¿pueden edificarte de algún modo? (No). Cuando te sientes débil y las escuchas, quizá pienses: “Esta persona siente el mismo dolor que yo. Cuando habla de sus nociones, es como si estuviera expresando mis pensamientos más profundos”. Sin embargo, si alguien que tiene fe escucha esas palabras, pensaría: “¡Eso es un acto de rebeldía intolerable! ¿Cómo es posible que se exprese de esa manera? ¿No es eso una blasfemia contra Dios? No me atrevería a hablar así, ¡ofende el carácter de Dios!”. El hecho de que este individuo sea capaz de difundir estas nociones indica que estas ideas se desarrollaron hace mucho tiempo y ya han echado raíces en su corazón. Si tales ideas recién empiezan a formarse, aún están en una etapa incipiente y no se han convertido completamente en nociones, en tanto una persona no las verbalice ni haya desorientado ni perturbado a los demás, quiere decir que todavía tiene algo de razón; puede controlar su lengua y así evitar que, como consecuencia, la echen. Pero si da su opinión abiertamente y perturba la vida de iglesia, entonces no se le debe mostrar ningún tipo de gentileza; es necesario exponerla y echarla. Las personas que no aman la verdad y carecen de la capacidad para comprenderla son propensas a desarrollar nociones con frecuencia. Sin embargo, aquellos que leen con regularidad las palabras de Dios y tienen capacidad de comprensión, buscarán la verdad para resolver sus nociones, incluso en el caso de que se presenten. La obra de Dios revela y descarta a aquellos que frecuentemente difunden nociones; son personas que no aman la verdad en absoluto y no pueden aceptarla. Todos ellos sienten aversión por la verdad y la odian. No hay duda alguna al respecto.
No cabe duda de que el problema de difundir nociones está presente en la vida de iglesia en diferentes países y lugares debido a la presencia generalizada de personas que no aman la verdad. Aquellos que no persiguen la verdad, los que sienten aversión por ella, los que buscan el placer carnal, así como los incrédulos, las personas malvadas y otros individuos, debido a que no persiguen la verdad, siempre albergan nociones sobre las palabras de Dios y sobre el Dios encarnado. Su corazón está lleno de nociones, figuraciones acerca de Dios y exigencias hacia Él. Además, estas personas no pueden comprender ni entender de manera pura cada palabra que Dios dice; solo las entienden en función de sus propias nociones, preferencias e incluso su provecho y perjuicio personal. Su corazón está lleno de diversas nociones, figuraciones y exigencias desmedidas hacia Dios, junto con diferentes malentendidos y juicios acerca de Él, y demás. Por lo tanto, es natural que difundan nociones; no es nada nuevo. Siempre que haya personas así, de vez en cuando se difundirán nociones y estas pueden darse en cualquier momento. Cuando algo que Dios dice o hace no se ajusta a sus nociones y deseos, y perjudica sus intereses, se enfurecen, hablan en defensa de esos intereses y se oponen a Dios y Su obra. Estas personas siempre están en contra de la verdad y de Dios, analizan y escrutan Sus palabras, Su carácter y Su obra. Escrutan y examinan todo el tiempo la exactitud de Sus palabras y Su obra, e incluso quieren confirmar si la carne encarnada de Dios se corresponde con la identidad de Dios y Su estatus. Durante su proceso de confirmación, consideran que no es nada fácil obtener respuestas precisas. A su parecer, incluso consideran que es muy difícil que las palabras de Dios se cumplan y se hagan realidad. Por ello, tienen mucho que decir cuando difunden nociones. Las difunden sin importar el tiempo, el lugar ni el contexto. Cada vez que se sienten insatisfechos de cualquier manera con Dios, miden las cosas según sus nociones. Si las palabras de Dios y Su obra no coinciden con ellas, las expresan sin demora. A esta forma de expresarlas la calificamos como difusión. ¿Por qué se llama “difusión”? Porque lo que expresan no repercute de manera positiva en el pueblo escogido de Dios, la vida de iglesia ni en la obra de la casa de Dios. En lugar de eso, solo provoca perturbaciones, trastornos y daños. Por lo tanto, referirse a la expresión de tales comentarios como “difusión” es acertado.
Una vez que adquieres cierto discernimiento básico sobre el problema de difundir nociones, debes diseccionar y discernir las diversas nociones y comentarios erróneos de las personas conforme a la verdad, y luego debes abordarlos y resolverlos según los preceptos de la casa de Dios. Desde luego, los líderes y obreros tienen una responsabilidad ineludible respecto a la resolución de tales problemas. Al mismo tiempo, después de escuchar esta enseñanza, todo el pueblo escogido de Dios también tiene la obligación y la responsabilidad de exponer y diseccionar a las personas que difunden nociones, así como sus palabras y comportamientos. Si no tienes el valor de pararlos ni de restringirlos, puedes compartir y debatir con ellos basándote en las palabras de Dios y la verdad que entiendes. ¿Cuál es el propósito de tales debates? El propósito es permitir que, después de escuchar el debate, aquellos que carecen de suficiente estatura y no comprenden la verdad se den cuenta de quién se expresa conforme a la verdad, en lugar de permitir que las nociones y falacias que algunos difunden los desorienten y los confundan. Esto resulta beneficioso para el pueblo escogido de Dios y para la vida de iglesia. Cuando se descubre que alguien dice palabras que no se ajustan a la verdad, ya sean nociones humanas o falacias, debe llevarse a cabo un debate. Tales debates edifican a las personas. Al menos, tras escucharlos, los espectadores podrán ver con claridad que las palabras de quienes difunden nociones son, de hecho, nociones y comprender qué aspectos de estas no concuerdan con la verdad, cuál es su esencia, por qué no concuerdan con la verdad, con qué fundamento se las califica como tales y qué es lo que lleva a restringir a aquellos que las difunden, y demás. De esta manera, lograrán un conocimiento preciso de estos asuntos, en lugar de dejarse desorientar y manipular de forma atolondrada. Aunque las nociones que se difunden pueden causar algunas perturbaciones y perjuicios a la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios y la vida de iglesia, experimentar todo esto no es en realidad negativo para las personas. Al menos, les permite crecer en discernimiento, ver la verdadera cara de quienes difunden nociones, reconocer qué carácter revelan al hacerlo y notar la diferencia entre las nociones que difunden y la verdad. Por un lado, las personas serán capaces de discernir estos comentarios y desarrollar cierta inmunidad frente a ellos. Por otro lado, también podrán adquirir algo de discernimiento respecto a tales individuos e identificar el tipo de palabras que pronuncian los incrédulos, los que no poseen un mínimo de verdad y suelen albergar nociones acerca de Dios, y comprender que su fe no es genuina. Como mínimo, podrán adquirir este tipo de discernimiento. Por supuesto, en caso de que aún no hayas enfrentado estos problemas, no te precipites a orar: “Oh Dios, por favor, dispón un entorno para que pueda ver a qué se refieren ‘las nociones que la gente difunde’”. Ser testigo de la difusión de nociones no es un juego y puede conducir a que resultes desorientado con facilidad. Una vez que suceda, debes abordarlo correctamente. No lo dejes pasar ni lo evites; enfréntalo como corresponde y aborda cada entorno que Dios ha dispuesto para ti con una actitud seria y rigurosa. Esta es la actitud que debe tener aquel que persigue la verdad para obtenerla. Cuando te encuentres con alguien que difunde nociones, deberías aprender a orar a Dios: “Oh Dios, por favor, acompáñame, esclaréceme y guíame para que pueda discernir estas palabras y a este tipo de personas, y también permíteme reconocer si tengo alguna de sus nociones en mí”. Después de orar, ve y experimenta esta situación. Sin duda, este también será el momento en el que se verifique en qué medida entiendes realmente la verdad y cuán grande es tu estatura. Si escuchas a alguien difundiendo nociones y en tu interior no reaccionas ni piensas y, en cambio, eres como una radio —aceptas cualquier noción que exprese y difunda, no te resistes en absoluto ni eres capaz de rechazarlas, y mucho menos de discernirlas—, ¿no resulta muy problemático? Al escuchar a alguien expresar nociones, algunas personas sienten en su corazón que lo que se dice está mal, y quieren compartir y debatir con esa persona, pero no saben cómo expresarse de manera adecuada, ni cómo exponerla y diseccionarla. También temen que, si no logran rebatir sus argumentos de manera efectiva, se pondrán coloradas y, cuando finalmente las derroten, perderán su honor y se verán en una situación incómoda. Sin embargo, también sienten que no están dispuestas a dejarlo pasar sin discutirlo y piensan: “He escuchado muchos sermones y entiendo bastante, ¿por qué me faltan palabras para refutarlo? No tengo nociones sobre Dios y mi fe en Él es genuina, ¿por qué no puedo explicar las cosas con claridad ahora que es el momento de refutar sus falacias?”. Ven que esta persona que difunde nociones habla cada vez más, que sus palabras se vuelven cada vez más escandalosas y detestables, pero no pueden refutarlas ni diseccionarlas y no son capaces de levantarse y exponerlas, mucho menos de detenerlas, y esto les causa una enorme ansiedad y preocupación en su interior. Es en ese momento cuando se dan cuenta de que su estatura es demasiado pequeña y ven que aquello que comprenden acerca de la verdad aún no ha tomado la forma de una opinión completa y correcta, sino que son solo frases fragmentadas, destellos de luz y pedacitos de ideas dispersos, y no un conocimiento genuino de la verdad. Saben perfectamente que esta persona está difundiendo nociones y desorientando a los demás, y que es una incrédula, y quieren exponerla y refutar sus puntos de vista, pero simplemente carecen de palabras adecuadas y tajantes para hacerlo. Lo único que logran decir es: “Todo lo que Dios hace es bueno; debes aceptarlo. Dios es santo y perfecto; no es en absoluto como tú dices. Dios tiene soberanía sobre todas las cosas. Las personas son seres creados y deberían someterse a Dios; no salen perdiendo al hacerlo”. Solo pueden expresar estas teorías superficiales que no golpean los puntos vitales en absoluto. Después de experimentar este acontecimiento en particular, se dan cuenta de que su estatura es demasiado pequeña y piensan: “¿Por qué soy tan incapaz? Normalmente, puedo hablar largo y tendido sobre grandes doctrinas con suficiente elocuencia. Soy capaz de hablar en una reunión durante una hora sin problema y puedo escribir de tres a cinco páginas de notas sobre sermones sin pestañear, y me siento muy seguro de mí mismo en ese sentido. Pero cuando me enfrento a alguien que difunde nociones y que juzga a Dios y blasfema contra Él de esa manera, ¿por qué no estoy alerta? ¿Por qué no reacciono? ¿Por qué no puedo exponerlo y rebatirlo de forma rotunda?”. Entonces, ¿qué descubren? ¿No significa que se dan cuenta de que no entienden la verdad? ¿Es eso positivo o negativo? (Es positivo). Finalmente, descubren su verdadera estatura. Si no se hubieran enfrentado a alguien que difunde nociones, quizá seguirían pensando que tienen estatura, entienden la verdad, poseen discernimiento, que son capaces de desentrañar todo, de predicar diversas doctrinas espirituales y de hablar sobre cada verdad con suma confianza. Sin embargo, cuando se enfrentan a alguien que difunde nociones, aunque saben que está equivocado, se sienten impotentes, incapaces de hacer nada y terminan fracasando. ¿Es vergonzoso? ¿Es estupendo? (No). Entonces, ¿cómo debería resolverse? Si no tienes las palabras adecuadas para discutir con él y, además, quieres evitar la vergüenza y mantenerte firme en tu testimonio para avergonzar y derrotar a Satanás por completo, ¿qué deberías hacer? Os diré un método efectivo: si lo ves difundiendo nociones sin cesar, y la mayoría de las personas carece de discernimiento y se dejan influenciar por él, pero no logras imponerte, es momento de dejarse de miramientos. Golpea la mesa y dile: “¡Cállate! ¿Qué estás diciendo? Quizá no pueda hacerte callar, ¡pero sé que eres un incrédulo! Presta atención a lo que estás diciendo; ¿hay alguna palabra que concuerde con la verdad? Has disfrutado de la gracia de Dios durante muchísimos años, ¿alguna vez has pronunciado una palabra de alabanza o que dé testimonio de Él? Te quejas de Dios; si tienes lo que se necesita, ve directamente al tercer cielo y habla con Dios cara a cara. Deja de causar perturbaciones aquí. Ahora te ordeno formalmente que te largues”. ¿Te atreverías a decirlo? ¿Es esto ser impetuoso? (No). Es proclamarse ante Satanás. Simplemente, hazlo. Dile: “¡Lárgate, incrédulo! Has disfrutado en gran medida de la gracia de Dios sin razón, ¡desgraciado falto de conciencia! No eres digno de ser humano”. Solo una palabra: “¡Lárgate!”. ¿Cómo suena? Es potente, pero debe usarse con prudencia. No deberías decírsela a los nuevos hermanos y hermanas en la fe que aún no comprenden la verdad. Sin embargo, a los incrédulos y a los sirvientes de Satanás, puedes darles órdenes implacables como esta: “Esta es la casa de Dios, el hogar de los verdaderos hermanos y hermanas, el hogar de quienes siguen a Dios. Este no es el hogar de los diablos y satanases. Aquí no se los necesita. ¡Eres un diablo y un Satanás, así que lárgate!”. ¿Es apropiado? (Sí). Este no es el mejor método, pero os lo enseño solo porque carecéis de suficiente estatura, porque no contáis con la estatura necesaria para enfrentaros a Satanás. En realidad, no es lo ideal. El método ideal es que comprendáis muchas verdades, tengáis una fe y un conocimiento genuinos de Dios y seáis capaces de refutar a estos individuos y los refutéis de manera tan minuciosa que se avergüencen por completo, hasta el punto de que finalmente les digan a todos: “No puedo mantener mi fe; estoy demasiado avergonzado para enfrentar a cualquiera de vosotros. Soy un diablo y un Satanás; me iré de la iglesia por mi cuenta”. Dado que ahora no tenéis tal capacidad, deberíais tratar a quienes a menudo difunden nociones de acuerdo con el método que os he enseñado.
¿Ya sabes cómo tratar a quienes a menudo difunden nociones en la iglesia? ¿Puedes ahora discernir a los que difunden nociones para desorientar a las personas? (Sí). ¿Cuáles son los principales tipos de discursos que difunden nociones? Uno de ellos apunta a las palabras de Dios, otro a Su obra y hay otro más que tiene como objetivos Su carácter y Su esencia. Estos tipos de discursos varían desde los más leves, como las figuraciones y malinterpretaciones acerca de Dios, hasta los más graves, que incluyen juicios, condenas y blasfemias contra Dios. Además de estos, también existen comentarios negativos y que denotan cierto rechazo de parte de las personas, que expresan cosas como quejas, desobediencia y descontento con Dios. En resumen, las palabras que difunden nociones son en su totalidad de una naturaleza que se resiste, que juzga, condena y blasfema contra Dios y, como consecuencia, hacen que las personas desconfíen de Él, se pongan a la defensiva ante Él, lo malinterpreten, se alejen de Él e incluso lo rechacen. Todo esto debería ser fácil de discernir.
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