Las responsabilidades de los líderes y obreros (17) Parte 5

Mientras cumplen con sus deberes, las personas a menudo experimentan estados de negatividad y rebeldía. Si logran buscar la verdad y utilizan los principios-verdad para abordar y solucionar estos problemas, sus emociones negativas no se convertirán en quejas, resistencia, desafío, reclamos o incluso blasfemia. Sin embargo, si resuelven estas situaciones confiando únicamente en su propio ingenio mezquino, el autocontrol y el esfuerzo, la dedicación o el dominio humanos de sí mismos, entre otros métodos similares, tarde o temprano estas figuraciones, juicios y conjeturas humanos se convertirán en quejas, desafío, resistencia, reclamos e incluso blasfemias contra Dios. Cuando las personas están atrapadas en tales emociones negativas, tienden a desarrollar pensamientos o sentimientos como la desobediencia, la insatisfacción y quejas a Dios, entre otros. Cuando estas ideas se acumulan dentro de ellas con el tiempo y aun así no buscan ni aplican la verdad para resolverlas, su desobediencia, insatisfacción y quejas acabarán transformándose en desafío; adoptarán comportamientos rebeldes, como cumplir con sus responsabilidades de manera superficial o perturbarán y sabotearán la obra de la iglesia adrede, entre otras conductas negativas, con la intención de expresar su desobediencia e insatisfacción, y así lograrán su objetivo de desafiar a Dios. Algunas personas arruinan y perturban el cumplimiento de los deberes de los demás. El significado detrás de sus acciones es: “Si no puedo cumplir con mi deber, o si Dios no me bendice en él, me aseguraré de que ninguno de vosotros podáis cumplir bien con los vuestros”, y entonces comienzan a causar perturbaciones. Algunas lo hacen a través de palabras, mientras que otras recurren a ciertas acciones. ¿Qué cosas podrían hacer aquellos que perturban a los demás con sus acciones? Por ejemplo, podrían eliminar archivos del ordenador de otra persona a propósito para dañar los resultados de su deber, o podrían perturbar deliberadamente las reuniones en línea. Así es como los diablos y satanases perturban a las personas. La gente no entiende: “¿Cómo puede alguien de esa edad hacer cosas tan desagradables? No es un adolescente, después de todo; ¿cómo puede seguir haciendo esas bromas?”. En realidad, las personas de treinta, cuarenta, cincuenta o sesenta años también pueden hacer tales cosas. Estos diferentes comportamientos son inconcebibles; no son las acciones de una persona con conciencia y razón, sino las de diablos y satanases. Al ver que los demás no se ven perjudicados y que sus objetivos no se logran, tal persona dará rienda suelta a la negatividad y causará perturbaciones en momentos en los que haya mucha gente presente o durante las reuniones. Cuando comienza a desahogar su insatisfacción a través de acciones, ya se hace difícil controlar la situación; resulta muy complicado frenarla, y si sigue desarrollándose, solo puede intensificarse, y se volverá, en esencia, cada vez más grave. No solo causa perturbaciones con sus acciones, sino que también emplea diversos medios y métodos, y utiliza un lenguaje agresivo y moralista para perturbar a los demás mientras cumplen con su deber. Independientemente de si logra sus objetivos, luego se resiste a Dios en su corazón; no lee las palabras de Dios ni aprende himnos y se niega a leer cualquier libro relacionado con Sus palabras o la verdad. ¿Qué hace en su casa? Lee novelas, ve series de televisión, aprende técnicas de cocina, estudia maquillaje y peluquería… Durante las reuniones, no comparte su entendimiento de las palabras de Dios, ni tampoco cómo resolver las actitudes corruptas ni las revelaciones de corrupción. Cuando otros comparten, deliberadamente acapara la conversación, interrumpe a quien esté hablando, desvía el tema intencionadamente, y así sucesivamente, y siempre dice cosas que socavan y perturban. ¿Por qué actúa de esta manera? La razón radica en que cree que no tiene esperanza de salvación, lo que la lleva a rendirse y comenzar a actuar imprudentemente; busca encontrar unos cuantos compañeros antes de que la echen o la expulsen de la iglesia. Si no puede recibir bendiciones, se asegura de que los demás tampoco. ¿Por qué piensa así? Cree que el Dios en quien tiene fe no es como el dios que imaginó al principio; Él no ama a las personas tanto como pensaba, tampoco es tan justo, y ciertamente no es tan afectuoso de corazón con ellas como creía. Dios ama a los demás, pero a ella no; Dios salva a los demás, pero no a ella. Ahora que no ve esperanza para sí misma y siente que no puede salvarse, se rinde y comienza a actuar de manera desenfrenada. Pero eso no es todo; también quiere que otros vean que, dado que ella no tiene esperanza, los demás tampoco la tienen, y solo se siente satisfecha cuando logra que todos abandonen su fe en Dios y renuncien a sus creencias. Su objetivo al actuar así es: “Si yo no puedo recibir las bendiciones del reino de los cielos, ¡será mejor que vosotros ni siquiera soñéis con obtenerlas!”. ¿Qué clase de miserable es una persona así? ¿Acaso no es un diablo? Es un diablo, que va rumbo al infierno, que además impide que otros crean en Dios y entren en el reino de los cielos; ¡está marchando directo hacia un callejón sin salida! Cualquier persona con un poco de conciencia y un mínimo de un corazón que tenga temor de Dios no debería actuar de esta manera; si realmente comete grandes maldades y queda en evidencia, y a partir de ello siente que ya no tiene esperanza, aún buscará ayudar a los demás a tener éxito y les permitirá que crean sinceramente en Él y no sigan su ejemplo. Podría decir: “Soy demasiado débil, mis deseos carnales son intensos, y estoy demasiado enamorada del mundo. Esto es culpa mía; ¡me lo merezco! Vosotros seguid siendo creyentes sinceros; no os dejéis influenciar por mí. Durante las reuniones, estaré alerta, y si la policía del gran dragón rojo entra en el pueblo, os avisaré”. Cualquiera con un mínimo de humanidad debería, al menos, hacer esto y no perturbar la búsqueda de la verdad de los demás. No obstante, aquellos que no poseen humanidad, cuando las cosas no les salen como ellos quieren o ven que los hermanos y hermanas los menosprecian y se alejan, sienten que Dios los ha revelado y descartado, que ya no tienen esperanza de salvación. Cuando albergan tales ideas y pensamientos, se rinden y comienzan a actuar de manera imprudente, dan rienda suelta a la negatividad y perturban la vida de iglesia sin ningún escrúpulo. ¿Qué tipo de personas actúan así? ¿No son acaso diablos? (Sí). ¿Debería uno mostrar cortesía a personas que son diablos? (No). Entonces, ¿cómo debería manejarse esta situación? Dices: “Vienes a las reuniones, pero no lees las palabras de Dios ni aceptas la verdad. Entonces, ¿para qué estás aquí? Para causar perturbaciones, ¿no es cierto? Crees que no tienes esperanza de salvación; en realidad, nosotros tampoco sentimos que tengamos mucha esperanza, pero nos esforzamos. Creemos que Dios no muestra preferencias, que es digno de confianza, que Su corazón para salvar a las personas es sincero y que Su corazón no cambia. En tanto exista una mínima esperanza, no nos rendiremos. No seremos negativos constantemente ni malinterpretaremos a Dios como tú. ¡Si piensas que puedes perturbarnos o detenernos, estás soñando! Si tú insistes tercamente, sigues creyendo de esta manera y persistes en querer perturbarnos maliciosamente, no nos culpes por ser rudos contigo. A partir de hoy, te echamos; ya no tienes lugar en la iglesia. Ahora, ¡lárgate!”. ¿No se resuelve el problema de esta manera? Es simple, con unas pocas palabras se las echa. ¡Es tan fácil hacerlo! ¿Por qué manejarlo de esta forma? Porque la esencia-naturaleza de tales personas no puede cambiar; no aceptarán la verdad. Creen que no tienen esperanza de salvación; Dios no lo ha dicho, ni tampoco los hermanos y hermanas, pero aun así cometen maldades y causan perturbaciones de esta manera. ¿Qué harán si un día realmente se las expulsa por hacer el mal y perturbar la obra de la iglesia, o si Dios las disciplina porque no persiguen la verdad? ¿Podrían convertirse en enemigas de Dios? ¿Buscar venganza? ¡Es muy probable! Es bueno que queden en evidencia antes de que puedan lograr cualquier fechoría o cometer un gran mal. Esto es obra de Dios; Él las ha revelado. Ahora, echarlas es lo correcto; los demás no han sufrido ninguna pérdida. Manejarlo de esta forma es oportuno y adecuado; todos obtienen discernimiento, y se afronta a las personas malvadas. Han cumplido su rol de contraste adecuadamente.

Básicamente, estos son los distintos estados y manifestaciones de las personas que dan rienda suelta a la negatividad. Cuando no queda satisfecho su deseo de buscar estatus, fama y ganancia, cuando Dios hace cosas que van en contra de sus nociones y figuraciones, que implican a sus intereses, se enredan en sentimientos de desobediencia e insatisfacción. Y cuando tienen estos sentimientos, su mente comienza a generar excusas, pretextos, justificaciones, defensas y otros pensamientos de queja. En este momento no alaban a Dios ni se someten a Él, y menos aún buscan la verdad para conocerse a sí mismos; en su lugar, luchan contra Dios, para lo que se sirven de sus nociones, figuraciones, pensamientos y puntos de vista, o de su impetuosidad. ¿Y cómo luchan contra Dios? Difunden sus sentimientos de desobediencia e insatisfacción, con la intención de dejarle claros sus pensamientos y puntos de vista a Dios, tratando de hacer que Él actúe de acuerdo con su intención y sus exigencias para satisfacer sus deseos; solo entonces se apaciguan sus sentimientos. En particular, Dios expresa muchas verdades para juzgar y castigar a la gente, para purificar sus actitudes corruptas, para salvarla de la influencia de Satanás, y quién sabe cuántos sueños de ser bendecidos se han visto truncados por estas verdades, con lo que se destroza su fantasía de ser arrebatados al reino del cielo por la que esperaban día y noche. Pretenden hacer todo lo posible para darle la vuelta a las cosas; pero se ven impotentes, solo pueden sumirse en el desastre con negatividad y resentimiento. No son obedientes respecto a todo esto que Dios ha dispuesto, porque lo que Él hace entra en conflicto con sus nociones, intereses y pensamiento. En particular, cuando la iglesia hace la obra de depuración y descarta a muchas personas, estas piensan que Dios no las salva, que Él las ha desdeñado, que están siendo tratadas injustamente, y por eso se organizarán para desafiar a Dios; negarán que Él es la verdad, negarán la identidad y la esencia de Dios, y negarán Su carácter justo. Por supuesto, también negarán el hecho de la soberanía de Dios sobre todas las cosas. ¿Y por qué medios niegan todo esto? Mediante el desafío y la resistencia. La implicación es: “Lo que Dios hace está en desacuerdo con mis nociones, y por eso no me someto, no creo que tú seas la verdad. ¡Voy a clamar contra ti y voy a difundir estas cosas en la iglesia y entre las personas! Voy a decir lo que quiera y no me importan las consecuencias. Tengo libertad de expresión, no puedes hacerme callar, diré lo que quiera. ¿Qué vas a hacer?”. Cuando estas personas insisten en expresar sus pensamientos y puntos de vista incorrectos, ¿están hablando de su propio entendimiento? ¿Están compartiendo la verdad? Desde luego que no. Están difundiendo negatividad, están expresando herejías y falacias. No están tratando de conocer su propia corrupción ni de dejarla en evidencia; no exponen las cosas que han hecho que están reñidas con la verdad, ni tampoco están poniendo al descubierto los errores que han cometido. En cambio, están haciendo todo lo posible para racionalizar y defender sus errores para demostrar que tienen razón, y al mismo tiempo también están llegando a una conclusión absurda y expresando puntos de vista adversos y distorsionados, además de argumentos retorcidos y herejías. El efecto sobre el pueblo escogido de Dios en la iglesia es el de desorientarlo y perturbarlo; incluso puede sumir a algunas personas en un estado de negatividad y confusión. Estos son todos los efectos nocivos y las perturbaciones que causan aquellos que dan rienda suelta a la negatividad. Por lo tanto, quienes dan rienda suelta a la negatividad deben ser restringidos, junto con sus palabras y acciones; no se los debe tolerar ni consentir. La iglesia debe contar con métodos y principios adecuados para lidiar con ellos. Por un lado, los hermanos y hermanas deben discernir a estas personas y sus comentarios negativos. Por otro lado, cuando el pueblo escogido de Dios haya adquirido discernimiento, la iglesia debe echar o expulsar con prontitud a estos individuos conforme a los principios-verdad, para evitar que sigan influyendo y perturbando a más personas. Con esto concluimos nuestra enseñanza sobre los diversos aspectos de dar rienda suelta a la negatividad.

C. Principios y sendas para resolver la negatividad

Las personas poseen una naturaleza satánica. Si se vive según un carácter satánico, resulta complicado evitar los estados negativos. Especialmente cuando uno no entiende la verdad, la negatividad se convierte en algo común. Todas las personas pasan por momentos de negatividad; algunas con más frecuencia, otras menos, algunas por períodos prolongados y otras durante períodos más cortos. Así como la estatura de las personas varía, lo mismo sucede con sus estados de negatividad. Aquellas con mayor estatura solo se vuelven un tanto negativas cuando enfrentan pruebas, mientras que, las que poseen una estatura menor y aún no comprenden la verdad, son incapaces de discernir cuando otros difunden ciertas nociones o hablan disparates y es probable que se sientan perturbadas, se dejen influenciar y se tornen negativas. Cualquier tipo de problema que surja puede dar lugar a que se sientan negativas, incluso asuntos triviales que no valen la pena mencionar. ¿Cómo debe resolverse el problema de una negatividad frecuente? Si alguien no sabe cómo buscar la verdad, cómo comer y beber las palabras de Dios ni cómo orar a Dios, esto se transforma en un problema y no le queda más que contar con el apoyo y la ayuda de los hermanos y hermanas. Si nadie es capaz de ayudar o la persona no acepta ayuda, es probable que continúe siendo tan negativa que no logre recuperarse e incluso podría dejar de creer. Mira, resulta muy peligroso que alguien siempre tenga nociones y se vuelva negativo con facilidad. Sin importar la manera en la que se les hable sobre la verdad, no la aceptan e insisten constantemente en que sus propias nociones y figuraciones son correctas. Son personas sumamente problemáticas. Sin importar qué tan negativo seas, en tu corazón deberías entender que tener nociones no significa que estas se ajusten a la verdad, significa que tienes dificultades para comprender. Si posees algo de razón, no deberías difundir esas nociones; es lo mínimo que las personas deberían respetar. Si tienes una mínima parte de un corazón temeroso de Dios y eres capaz de reconocer que sigues a Dios, deberías buscar la verdad para resolver tus nociones, someterte a la verdad y evitar causar trastornos y perturbaciones. Cuando no puedes hacerlo e insistes en divulgar nociones, has perdido la razón; tienes una mentalidad anormal y no tienes control sobre ti mismo. Al estar poseído por los demonios, pese a todo, dices y difundes tales nociones. No hay remedio, es obra de los espíritus malignos. Si tienes algo de conciencia y razón, deberías ser capaz de hacer lo siguiente: no difundir nociones ni perturbar a los hermanos y hermanas. Aunque te sientas negativo, no debes hacer cosas que los perjudiquen. Simplemente, lleva a cabo tu deber adecuadamente, haz bien lo que deberías hacer y asegúrate de que no tienes nada que reprocharte; esta es la norma mínima para ser una persona. Incluso si a veces te sientes negativo, pero no has hecho nada que sobrepase los límites, Dios no le prestará atención a tu negatividad. Mientras tengas conciencia y razón, seas capaz de orar y confiar en Él, y busques la verdad, en algún momento llegarás a comprenderla y cambiarás. Si enfrentas situaciones significativas, como ser despedido o descartado por no hacer un trabajo real como líder, y sientes que no hay esperanza de salvación, te vuelves negativo —hasta un punto tan exagerado que no puedes recuperarte, te sientes condenado y maldecido y surgen en ti malentendidos y quejas contra Dios— ¿qué deberías hacer? Es muy fácil de manejar: busca a algunas personas que comprendan la verdad para compartir y buscar juntos, y habla abiertamente con ellas. Lo más importante es que te presentes ante Dios para orar con sinceridad por tu negatividad y debilidad, así como por ciertos asuntos que no entiendes y no puedes superar, uno por uno. Habla con Dios, no guardes nada. Si hay asuntos innombrables que no puedes mencionarles a los demás, es aún más imperioso que te presentes ante Dios para orar. Algunas personas preguntan: “¿Acaso hablar con Dios sobre ello no conduce a la condena?”. ¿No has hecho ya muchas cosas que suponen oponerse a Dios y merecen Su condena? ¿Por qué te preocupas por esta cosa adicional? ¿Crees que si no hablas al respecto, Dios no lo sabrá? Dios sabe todo lo que piensas. Deberías hablar abiertamente con Él, expresarle lo que sientes con franqueza y presentarle tus problemas y tus estados con sinceridad. Puedes hablar con Dios sobre todas tus debilidades, tus rebeldías y hasta de tus quejas. Incluso si solo necesitas desahogarte, estará bien, y Dios no lo condenará. ¿Por qué no lo condena? Él conoce la estatura del hombre. Incluso si no le hablas, aun así, conoce tu estatura. Por una parte, hablar con Dios es una oportunidad para abrirte y mostrarte tal como eres con Él. Por otra, si le hablas, dejas en claro que estás dispuesto a someterte a Él. Al menos, le permites ver que no le cierras tu corazón, que solo eres una persona débil, que no tienes la estatura suficiente para superar este problema y eso es todo. No pretendes desafiarlo, tu actitud es de sumisión, pero tu estatura es demasiado escasa y no puedes soportar esa situación. Cuando le abres tu corazón a Dios por completo y eres capaz de compartir con Él tus pensamientos más íntimos, aunque menciones debilidades y quejas —y, en especial, muchas cosas negativas y desfavorables—, existe algo que es correcto en ello y es que reconoces que tienes un carácter corrupto, admites que eres un ser creado y no niegas la identidad de Dios como Creador ni desmientes que la relación que tienes con Él es la de un ser creado y el Creador. Le encomiendas a Dios aquello que encuentras más difícil de superar, lo que te hace más débil, y le cuentas la totalidad de tus sentimientos más íntimos, y esto refleja tu postura. Algunos dicen: “Oré a Dios una vez, y no resolvió mi negatividad. Aún no puedo superarla”. No importa, solo necesitas poner mucho empeño en buscar la verdad. Independientemente de cuánto entiendas, poco a poco Dios te fortalecerá y ya no serás tan débil como al principio. Sin importar cuán débil o negativo seas, ni cuántas quejas y emociones adversas experimentes, habla con Dios; no lo trates como a un extraño. Sea quien sea la persona a la que le ocultas cosas, no le escondas nada a Dios, porque solo dependes de Él y, además, es tu única salvación. Solo al presentarte ante Dios será posible resolver estos problemas. Confiar en la gente es inútil. Por consiguiente, cuando se enfrentan a la negatividad y la debilidad, aquellas personas que se presentan ante Él y confían en Él son las más sabias. Solo las personas necias y obstinadas, una vez que se enfrentan a acontecimientos significativos y cruciales y necesitan desahogarse con Dios, se alejan cada vez más, lo evitan y urden estratagemas en sus propias mentes. ¿Cuál es el resultado de toda esta estratagema? Su negatividad y sus quejas se convierten en desafío, y este se transforma en resistencia y en clamor contra Dios. Estas personas no llegan jamás a reconciliarse con Él, y su relación con Dios se rompe por completo. No obstante, una vez que enfrentas tal negatividad y debilidad, si aun así eliges presentarte ante Dios para buscar la verdad, optas por someterte a Sus orquestaciones y Sus arreglos y asumes una postura verdaderamente sumisa, al ver que aún deseas sinceramente someterte a Él, incluso en medio de tu negatividad y debilidad, sabrá cómo guiarte y sacarte de ellas. Tras vivir estas experiencias, desarrollarás una fe en Dios genuina. Sentirás que, sin importar las dificultades que enfrentes, mientras busques a Dios y lo esperes, Él te preparará una salida sin que lo sepas, y podrás notar que, sin siquiera darte cuenta, la situación ha cambiado. Ya no te sentirás débil, sino fuerte, y tu fe en Él se fortalecerá. Al reflexionar sobre estos acontecimientos, sentirás cuán infantil fue tu debilidad en ese momento. De hecho, las personas son así de inmaduras y sin el apoyo de Dios nunca madurarían de esa puerilidad e ignorancia. Solo cuando una persona acepta y se somete de manera gradual a la soberanía de Dios durante el proceso de experimentar tales cosas, cuando enfrenta activa y positivamente estos hechos, busca los principios y las intenciones de Dios, sin evitarlo ni distanciarse de Él y deja de rebelarse contra Dios y se vuelve cada vez más sumisa, menos rebelde, más cercana a Dios y más capaz de someterse a Él, solo al experimentar de esta manera, su vida crece y madura gradualmente, hasta alcanzar la estatura plena de un adulto.

¿De qué manera se deben abordar y resolver los estados negativos? No hay que tenerle miedo a la negatividad; la clave está en poseer razón. ¿No es más probable que uno haga estupideces cuando se es negativo todo el tiempo? Cuando una persona es negativa, se limita a quejarse o pierde la esperanza en sí misma y habla y actúa sin razón alguna, ¿acaso el desempeño de su deber no se verá afectado? Si es capaz de sucumbir a la desesperación y la negatividad la conduce a la pereza, ¿no es esto una traición a Dios? La negatividad extrema es como tener una enfermedad mental, algo similar a estar poseído por demonios; es carecer de razón. Es sumamente peligroso no buscar la verdad para hallar soluciones. Cuando las personas son negativas, si carecen completamente de un corazón temeroso de Dios, pierden la razón con facilidad y van por ahí propagando su negatividad, su insatisfacción y sus nociones. Esto equivale a oponerse a Dios de manera intencional, y puede fácilmente trastornar y perturbar la obra de la iglesia; esta es una consecuencia demasiado aterradora de imaginar, y es muy probable que Dios las desdeñe. Sin embargo, cuando la persona, en medio de su negatividad, es capaz de buscar la verdad, conserva un corazón temeroso de Dios, no habla de manera negativa ni difunde su negatividad ni sus nociones, y mantiene su fe en Dios y una postura de sumisión hacia Él, podrá salir con facilidad de este estado negativo. Todo el mundo tiene momentos de negatividad, lo único que varía es la intensidad, la duración y los motivos. Algunas personas por lo general no son negativas, pero adoptan esta postura cuando enfrentan fracasos o tropiezos. Otras pueden volverse negativas por asuntos insignificantes, incluso si solo se trata de algo que alguien dice que hiere su orgullo y algunas se tornan negativas ante circunstancias levemente desfavorables. ¿Entienden esas personas cómo vivir la vida? ¿Son capaces de comprender en profundidad? ¿Tienen la amplitud mental y la grandeza de una persona normal? No. Independientemente de las circunstancias, si la persona vive según sus actitudes corruptas, a menudo caerá en estados negativos. Obviamente, si comprende la verdad y puede desentrañar las cosas, sus estados negativos serán cada vez menos frecuentes y, a medida que su estatura aumente, su negatividad se irá disipando poco a poco y finalmente desaparecerá por completo. Aquellos que no aman la verdad ni la aceptan en absoluto, experimentan un número cada vez mayor de emociones, estados, pensamientos y actitudes negativos, que se vuelven más graves a medida que se acumulan, y una vez que estas situaciones los abruman, no son capaces de recuperarse, y esto resulta muy peligroso. Por lo tanto, resulta crucial resolver la negatividad de inmediato. Para resolverla, es necesario buscar la verdad de manera proactiva. Leer y meditar las palabras de Dios mientras se mantiene un estado de quietud en Su presencia conducirá a obtener esclarecimiento e iluminación, lo que le permitirá a la persona comprender la verdad y desentrañar la esencia de la negatividad y, por consiguiente, resolver dicho problema. Si aún te aferras a tus propias nociones y razones, eres extremadamente estúpido y tu necedad e ignorancia te llevarán a la muerte. En cualquier caso, resolver la negatividad debe ser un proceso proactivo, no pasivo. Algunas personas piensan que, en el momento en que esta aflora, simplemente deberían ignorarla y que, cuando se sientan felices de nuevo, su negatividad se transformará naturalmente en alegría. Esa es una fantasía. Si no se busca ni se acepta la verdad, la negatividad no se eliminará automáticamente. Incluso si la olvidas y no sientes nada en tu corazón, no significa que la raíz del problema se haya resuelto. Cuando se presenten las circunstancias adecuadas, resurgirá, lo cual es algo habitual. Si alguien es inteligente y posee razón, una vez que la negatividad emerge, debe buscar la verdad de inmediato y emplear el método de aceptarla con el fin de resolver este estado negativo y abordar así este problema desde su raíz. Todos los que a menudo son negativos lo son porque no pueden aceptar la verdad. Si no aceptas la verdad, la negatividad se aferrará a ti como un diablo, te mantendrá eternamente negativo y te provocará sentimientos de desobediencia, insatisfacción y resentimiento hacia Dios. Eventualmente, te encontrarás resistiéndote, luchando y clamando contra Dios. Ese es el momento en el que has llegado al límite y tu rostro horrible será desenmascarado. La gente comenzará a exponerte, diseccionarte y clasificarte, y solo entonces, cuando te enfrentes a la dura realidad, empezarás a derramar lágrimas. Es en ese instante cuando colapsas y empiezas a golpearte el pecho con desesperación. ¡Solo espera a aceptar el castigo de Dios! La negatividad no solo debilita a las personas, sino que también provoca que se quejen de Dios, lo juzguen, lo nieguen e incluso luchen y clamen contra Él abiertamente. Por lo tanto, si una persona no logra resolver su negatividad de inmediato, una vez que revele palabras blasfemas y ofenda el carácter de Dios, las consecuencias serán muy graves. Un solo acontecimiento, una frase, un pensamiento o una opinión te hacen caer en la negatividad y te llevan a quejarte, significa que aquello que comprendiste con respecto a ese asunto está distorsionado y que posees nociones y figuraciones al respecto. Tus puntos de vista sobre este tema indudablemente no se ajustan a la verdad. A estas alturas, necesitas buscar la verdad y enfrentarte a ella de manera adecuada, precisas esforzarte por corregir con rapidez estas nociones e ideas erróneas lo antes posible, y no debes permitir que estas nociones te dejen atado y descaminado en un estado de desobediencia, insatisfacción y resentimiento hacia Dios. Resolver la negatividad a toda prisa resulta crucial, como también es importante resolverla en su totalidad. Por supuesto, la mejor manera de hacerlo es buscar la verdad, leer más las palabras de Dios y presentarse ante Él para buscar Su esclarecimiento. A veces, puede que transitoriamente no logres revertir tus pensamientos y opiniones, pero al menos debes reconocer que estás equivocado y que tus pensamientos son distorsionados. De este modo, como mínimo, tus opiniones y pensamientos erróneos no influirán en tu lealtad al cumplir con tu deber, no impactarán en tu relación con Dios y no impedirán que te presentes ante Él para abrir tu corazón y orar. Al menos, este es el resultado que se debe lograr. Cuando te encuentras sumido en la negatividad y te muestras desobediente e insatisfecho y te quejas de Dios, pero no deseas buscar la verdad para solucionarlo y crees que tu relación con Él es normal, cuando en realidad tu corazón está lejos de Dios y ya no deseas leer Sus palabras ni orar, ¿no se ha transformado en un problema grave? Dices: “No importa cuán negativo sea, el desempeño de mi deber no se ha visto afectado y no he abandonado mis responsabilidades. ¡Soy leal!”. ¿Son válidas tales palabras? Si con frecuencia eres negativo, no se trata solo de un carácter corrupto. Existen problemas más graves: tienes nociones sobre Dios, lo malinterpretas y has creado barreras entre tú y Él. Resulta peligroso que no busques la verdad para resolverlos. Si alguien a menudo es negativo, ¿cómo puede garantizar que cumple su deber con lealtad de principio a fin sin hacerlo de manera superficial? En caso de que no se resuelva, ¿es posible que la negatividad se disipe y desaparezca por sí sola? Si no buscas la verdad para encontrar una solución a tiempo, la negatividad continuará desarrollándose y solo empeorará. Las consecuencias que provoca se volverán cada vez más dañinas. No avanzarán en una dirección positiva, solo lo harán de manera adversa. Por lo tanto, una vez que la negatividad surja, debes buscar la verdad para resolverla sin demora. Solo esto te asegura que seas capaz de cumplir con tus deberes adecuadamente. Resolver la negatividad es crucial ¡y no puede retrasarse!

26 de junio de 2021

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