Las responsabilidades de los líderes y obreros (19) Parte 4

La duodécima responsabilidad de los líderes y obreros enumera once puntos relacionados con personas, acontecimientos y cosas que trastornan y perturban la obra de la iglesia. ¿Son importantes estos once puntos? ¿Ponen en evidencia a las personas con claridad? Cuando habláis sobre cada punto, deberíais esforzaros más a fin de comprender la verdad claramente. Esto involucra la manera en que las personas defienden la rectitud y las cosas positivas, así como la forma en que sostienen el testimonio de Dios; también abarca cómo se alzan para combatir a Satanás, exponen y revelan su rostro, y detienen y restringen sus acciones malvadas. Engloba estos dos aspectos. Cuando Satanás trastorna y perturba la obra de la iglesia, ¿cumples algún papel? ¿Qué rol desempeñas? ¿Has hecho lo que Dios te exige? ¿Has cumplido con las obligaciones y responsabilidades que debe cumplir aquel que sigue a Dios? Cuando estos problemas surgen, ¿cedes, limas asperezas y buscas un punto medio como lo hacen los complacientes o te alzas para detener y restringir los hechos malvados de Satanás y trabajas de común acuerdo con más hermanos y hermanas auténticos para proteger los intereses de la casa de Dios? ¿Qué proteges? ¿Proteges los intereses de las personas malvadas, los intereses de Satanás, o los intereses de la casa de Dios? Si sucede algo que trastorna y perturba la obra de la iglesia, y no haces nada, solo actúas como una persona complaciente y cuidas de ti mismo, de modo que puedas manejar tus relaciones interpersonales con éxito y permanecer ileso, sin que la perturbación de la que es objeto la obra de la iglesia te preocupe ni te inquiete, sin aborrecer los hechos malvados de las personas malvadas ni indignarte por ellos, sin que los intereses de la casa de Dios y de todos los hermanos y hermanas te representen ninguna carga, sin considerarte en deuda con Dios ni sentir ningún remordimiento, estás en peligro. Si a los ojos de Dios eres una persona complaciente de la cabeza a los pies que observa pasivamente lo que sucede con los brazos cruzados y lo evade, y no cumples con ninguna de tus responsabilidades ni obligaciones, estás realmente en peligro y corres el riesgo de que Dios te descarte. En caso de que Dios llegue a pensar que ni siquiera tiene la intención de permitirte ser mano de obra y está harto de ti, en ese momento estás destinado a ser descartado. ¡Resulta increíblemente peligroso! Cuando Dios dice que ya no quiere ver a personas como tú y que no valora que las personas como tú desempeñen ningún deber ni que contribuyan con mano de obra en la casa de Dios, entonces un día, en un momento no muy lejano, la iglesia podría descartarte, lo cual cambiará tu porvenir. Eso se debe a que tu relación con Dios ya no es normal o te has distanciado de Dios y lo has traicionado, lo que ha dado lugar a un resultado. ¿Puedes ver este hecho? Cuando te das cuenta de esto, independientemente de si puedes aceptarlo, todas las hermosas esperanzas en tu corazón desaparecerán en un instante.

Cuando las personas comienzan a creer en Dios, todas y cada una de ellas tienen un corazón ferviente. Aunque no pueden ver su destino futuro ni sus posibilidades, siempre sienten que, de alguna manera, se apoyan en Dios. Siempre anhelan cosas hermosas y positivas. ¿De dónde proviene esa fortaleza? Las personas no lo saben; no pueden descifrarlo: “Las personas son todas iguales, comparten el mismo aire y viven bajo el mismo sol. Entonces, ¿por qué los no creyentes carecen de estas cosas en sus corazones mientras nosotros las tenemos?”. ¿No es un misterio? Esta fortaleza proviene de Dios. Es algo absolutamente valioso; no es algo con lo que las personas nacen. Si todos lo tuvieran desde el nacimiento, serían iguales; entre la raza humana no habría distinciones entre lo alto y lo bajo, lo noble y lo vulgar, y no habría ninguna diferencia entre los que creen en Dios y los que no. Aquello que ellos no tienen, tú puedes poseerlo; puedes tener lo más valioso que existe en la raza humana. ¿Por qué se lo llama lo más valioso? Precisamente por esta esperanza y expectativa, puedes mantener tu mente enfocada en cumplir tus deberes en la casa de Dios. Esta es la condición más básica para que una persona pueda alcanzar la salvación. Es gracias a esta expectativa que tienes una oportunidad y algo de determinación para querer esforzarte por Dios, cumplir con tu deber como ser creado y ser una buena persona, una persona a la que se salva. Los beneficios que esto conlleva son inmensos. Entonces, ¿de dónde proviene esto? Proviene de Dios; lo recibes de Dios. Sin embargo, cuando Dios ya no quiere a alguien, se lo quita. Esa persona ya no anhela ni espera cosas hermosas; ya no pone sus esperanzas en ellas. Su corazón se oscurece y comienza a hundirse. Pierde el entusiasmo para perseguir cualquier cosa hermosa o positiva, así como las promesas de Dios. Se ha vuelto igual a un no creyente. Una vez que esto se pierde, ¿puede permanecer en la casa de Dios y continuar creyendo en Él y siguiéndolo? ¿No ha llegado su senda de fe en Dios a su fin? Cuando pierdes este prerrequisito de tener la determinación de perseguir, te conviertes en un cadáver andante. ¿Qué significa ser un “cadáver andante”? Que ya no puedes entender las palabras de Dios. Cuando tienes este prerrequisito, puedes entender las palabras de Dios, tener esperanza, tu fe se incentiva, y este puede brindarte la motivación para perseguir la verdad. Sin embargo, cuando pierdes este prerrequisito básico, esta motivación desaparece. No te entusiasma escuchar las palabras de Dios, y tampoco te interesan. Las promesas y expectativas ya no te despiertan interés ni te motivan. Para ti, las palabras de Dios se han convertido en una teoría elevada. No te esfuerzas por ellas y Dios ya no te esclarece. No eres capaz de obtener ninguna verdad de las palabras de Dios. ¿No ha llegado a su fin esta senda de fe en Dios para ti? Cuando se llega a este punto, Dios ya te ha desdeñado; ¿puedes todavía hacer que Él cambie de opinión? No será fácil. Cuando Dios ha decidido que ya no quiere a una persona en particular, eso es lo que siente por dentro. Cuando te lo quitan, tu actitud en lo que respecta a diversos asuntos como creer en Dios, cumplir con tus deberes y alcanzar la salvación será completamente diferente a la de antes. Al reflexionar sobre la que alguna vez fue tu búsqueda apasionada, te resultará inexplicable, incomprensible e increíble. Cuando te parezca increíble, al comparar cómo eres ahora con cómo eras antes, tu estado interno habrá experimentado un cambio cualitativo; serás una persona completamente diferente, no serás la misma persona que eras antes. ¿Por qué ocurrirá esto? No será porque el entorno haya cambiado; no será porque hayas envejecido y te hayas vuelto más taimado; no será porque hayas adquirido más experiencias y lecciones de vida, y esto haya transformado tus pensamientos y tus puntos de vista. Será más bien porque Dios ha cambiado de opinión, Sus pensamientos no son los mismos, y Su actitud y expectativas hacia ti han cambiado. Entonces, te has convertido en una persona diferente a pesar de ti mismo. Ahora, al analizarlo, si una persona pierde lo que Dios le da, pero lo considera la cosa más pequeña e insignificante, en ese instante, estará atrapada en el sufrimiento y no tendrá felicidad de la que hablar. Así que, no llegues jamás a ese punto. Si lo haces, puede que te sientas como si te hubieran quitado un peso de encima, libre, relajado y sin la necesidad de creer en Dios ni de cumplir con tus deberes, y que puedes vivir libremente y de manera licenciosa como los no creyentes, como un pájaro fuera de su jaula. No obstante, no es más que una comodidad efímera, una alegría y un momento de autocomplacencia pasajeros. A medida que continúes avanzando, analiza el camino frente a ti: ¿seguirás siendo tan feliz? No. ¡Te esperan tiempos difíciles! Cuando vives bajo el dominio del Creador, independientemente de la manera en la que Él instrumente todo para ti, lo que haga contigo y cómo lo haga, cuántas pruebas y tribulaciones te presente, cuánto sufrimiento padezcas, o incluso si surge algo que no comprendes, malentendidos y otras cosas, al menos sentirás que estás en manos de Dios, Dios es tu apoyo, y tu corazón está en paz. Pero cuando Dios ya no te quiere y ya no eres capaz de percibir la forma en la que Dios te trata, y pierdes ese apoyo, es como si el mundo entero se derrumbara a tu alrededor. Es como cuando eras niño y solo pensabas, “Mamá es la más adorable, se preocupa por mí y me ama más que nadie, mamá no puede morir”. No pudiste soportar escuchar que tu madre estaba enferma. Pensabas que si tu madre realmente moría, el cielo se vendría abajo y no tendrías manera de seguir viviendo. La misma lógica es aplicable a la fe en Dios. La mayor paz y alegría que una persona encuentra en su fe en Dios proviene de confiar en Dios, de creer que su destino está en manos del Creador. El sentido de estabilidad de una persona se origina en esa confianza y ese apoyo genuinos. Cuando sientes que esta confianza y apoyo han desaparecido y tu corazón se siente vacío, como un pozo recién cavado, ¿no se ha venido abajo tu cielo? Una vez que pierdes ese apoyo, ¿cuentas con fuerza para seguir viviendo? Esas personas son como cadáveres andantes, solo se dan un atracón mientras esperan su final.

En la actualidad, algunas personas constantemente ponen de manifiesto un mal comportamiento y en todo momento cometen maldades y trastornos, perturban y dañan la obra de la iglesia mientras cumplen con sus deberes, incluso hasta el punto de causar grandes pérdidas a los intereses de la casa de Dios. Nunca han mostrado sinceridad ni lealtad a Dios, y mucho menos sumisión. Por consiguiente, Él nunca las ha reconocido. Son personas malvadas que se han infiltrado en Su casa con la intención de obtener bendiciones. Dios les permite entrar para que Su pueblo elegido pueda aprender lecciones y crecer en discernimiento. Aunque también forman parte de las que han sido llamadas, no han sido elegidas debido al comportamiento que ponen de manifiesto de forma constante. ¿Cómo es su condición? Podéis preguntar; ninguna de ellas tiene una buena vida. La calidad de vida de aquellos que confían en Dios y reciben Su sustento en cualquier momento y lugar es absolutamente diferente a la de aquellos que no reciben el sustento y la ayuda de Dios y siempre caen en un abismo sin fondo cuando enfrentan situaciones. Aquellos que no reciben el sustento de Dios no tienen paz ni alegría, y experimentan miedo, ansiedad, desasosiego y preocupación todo el día. ¿Cómo son sus días? ¿Es fácil pasar los días en este abismo sin fondo? No. Dejando de lado este abismo sin fondo, incluso si te sientes negativo durante unos días, sufrirás en gran medida. Por lo tanto, aprecia el presente y no pierdas esta gran oportunidad. Cumplir con tu deber en la obra de gestión de Dios de seis mil años es un honor. Es un privilegio para todas las personas. No constituye una humillación; la clave está en el trato que le das a este honor que recibiste de Dios y la forma en que lo retribuyes. Él te ha elevado; no dejes de agradecer Su amabilidad. Debes saber cómo retribuir la gracia de Dios. ¿Cómo deberías retribuirla? Dios no quiere tu dinero ni tu vida, y tampoco desea ningún tesoro que hayas heredado de tu familia. ¿Qué quiere? Dios desea tu sinceridad y tu lealtad. ¿Cómo se manifiestan esta sinceridad y esta lealtad? En tu compromiso de hacer lo humanamente posible para lograr un corazón sincero y actuar según Sus palabras, sin importar lo que Él diga. ¿Qué son las palabras de Dios? Son la verdad. Una vez que la reconoces y la aceptas, ¿cómo deberías aplicarla? Deberías practicar de acuerdo con los principios-verdad. Haz exactamente lo que Dios dice. No te limites a hablar sobre practicar la verdad de la boca para afuera y luego actúes según tu propia voluntad cuando enfrentes ciertas situaciones, y después pongas excusas y digas palabras fingidas e hipócritas que carecen de sinceridad y lealtad; Dios no está dispuesto a ver eso. Lo más valioso en una persona es la sinceridad. ¿Cómo debe comportarse una persona sincera? Debe hacer exactamente lo que Dios exige y seguir Sus palabras incesantemente. Incluso si exagera, como si siguiera preceptos, y los demás pudieran pensar que es algo tonto, no debería preocuparse. Aun así, debe acatar las palabras de Dios. Lo que Dios quiere es esta sinceridad de parte de las personas. Si en todo momento urdes intrigas y no eres de fiar, nunca estás dispuesto a parecer tonto ante los ojos de los demás ni a sufrir siquiera una mínima pérdida en tus intereses personales, no estás capacitado para practicar la verdad porque te falta sinceridad. La persona que carece de sinceridad y, aun así, se empeña en ser falsa es extremadamente astuta, y a Dios no le agrada. Cuando practica las palabras de Dios, escoge y practica solo lo que la beneficia y evita lo que no. Por lo general, es cordial al hablar, no suelta más que ideas grandilocuentes, pero cuando surgen problemas, se esconde, se esfuma sin dejar rastro y solo reaparece una vez que los demás han resuelto. ¿Qué clase de infeliz es una persona así? Cuando algo le resulta provechoso, toma la iniciativa y da un paso al frente, es más proactiva que cualquiera. Sin embargo, cuando sus intereses personales están en juego, retrocede y se vuelve negativa. Olvida todas sus palabras agradables, su postura y opiniones. A Dios no le agrada este tipo de persona. Él prefiere a alguien que parezca tonto a los ojos de los demás en lugar de alguien que es así de astuto.

XII. Hablar de política

Hemos terminado de compartir los once puntos incluidos en la duodécima responsabilidad de los líderes y obreros. Además de los once puntos, agreguemos uno más. Aunque no es común verlo en la vida de iglesia, es necesario mencionarlo aquí, lo que lo convierte en el duodécimo punto: hablar de política. ¿Es apropiado debatir temas relacionados con la política en la vida de iglesia? (No). La vida de iglesia es para leer la palabra de Dios, adorar a Dios y compartir nuestro conocimiento acerca de Dios y el entendimiento vivencial de Sus palabras. Sin embargo, durante este tiempo, algunas personas hablan en detalle sobre política, como la situación política, las figuras políticas, el panorama político, las opiniones y las posturas políticas. ¿Es apropiado? Al discutir temas que se relacionan con que Dios es soberano sobre todas las cosas y la raza humana, algunas personas adoptan de manera mecánica la idea de que las figuras políticas también están en manos de Dios y dicen que algunas de ellas también creen en Dios y lo siguen, e incluso escriben artículos espirituales y demás. ¿No es esto confundir a los demás? Incluso hay algunos que dicen: “Nosotros, los cristianos, deberíamos apoyar a este político porque no solo es creyente, sino que también protege nuestros intereses, los intereses de los creyentes. Está en sintonía con nosotros, y deberíamos apoyarlo y elegirlo”. En la vida de iglesia, incluso promocionan mucho a esta figura política. ¿Es esto apropiado? ¿Participan los cristianos en la política? (No). ¿Qué puedes hacer para evitar participar? Primero, independientemente del partido que apoyes o de tus opiniones políticas, no los traigas a la vida de iglesia para discutirlos. Desde luego, es aún más crucial que en ella no surjan debates entre personas con diferentes opiniones políticas. Por ejemplo, si tú y otra persona tenéis diferentes puntos de vista y apoyáis a diferentes figuras políticas, puede que deseéis hablarlo cuando os veáis; esto es tolerable, pero de ninguna manera podéis hacerlo en las reuniones. Podéis enviaros mensajes privados, reuniros y conversar, e incluso podéis discutir hasta poneros rojos de ira, y nadie interferirá; ese es el derecho de un ciudadano bajo un sistema democrático. Pero durante la vida de iglesia, no eres solo un ciudadano de un país; más importante aún, eres un miembro de La Iglesia de Dios Todopoderoso. En este marco, esa es tu identidad. No traigas temas políticos ni cuestiones relacionadas con figuras políticas a la iglesia. Lo que digas solo representa tu postura y opiniones personales, no las de la iglesia. La iglesia no está interesada en la política, ni en ningún sistema, figura, líder o grupo políticos, porque estos asuntos no entrañan la verdad y resultan intrascendentes para la fe en Dios. En la vida de iglesia no se debe mencionar ningún tema relacionado con la política. Algunos dicen: “Entonces, ¿está bien que todos se reúnan y lo hablen fuera de la vida de iglesia?”. Lo mejor es no hacerlo. Si deseas unirte a una conversación entre no creyentes que poseen diferentes puntos de vista políticos, tú lo decides; es tu libertad, y la casa de Dios no interferirá en ello. Sin embargo, siempre que los miembros de la iglesia se reúnan, o durante el horario de una reunión formal, no plantees estos puntos de vista políticos o argumentos como temas principales, y no finjas de forma engañosa que tus puntos de vista políticos tienen algo que ver con las palabras de Dios, la verdad o la soberanía de Dios. Tus opiniones políticas no tienen relación alguna con la verdad, ni siquiera existe la más mínima conexión entre ellas, ¡así que no finjas lo contrario!

Algunas personas quieren hablar de política, pero no tienen con quién conversar sobre este tema en su casa, de modo que la conversación nunca se da. Al ver que todos los hermanos y hermanas son adultos, creen que han encontrado una vía para hablar de política y dar rienda suelta a sus puntos de vista a este respecto. Haber encontrado esta buena oportunidad los emociona y quieren hablar acerca de sus puntos de vista políticos, sobre acontecimientos actuales y la situación internacional. Al discutir estos temas, comienzan con: “Todo esto está bajo la soberanía de Dios. Las ideas políticas de la raza humana y estos políticos también se encuentran bajo la soberanía de Dios. Él los dispone”. Después de este preámbulo, comienzan a hablar de política y acontecimientos actuales en detalle, y concluyen con: “La política no puede escapar a la soberanía de Dios; todo forma parte de la buena voluntad de Dios”. Si las personas no pueden desentrañar estos asuntos, no deberían hablar despreocupadamente sobre ellos. Compartir la verdad es compartir la verdad; no hables de política ni de figuras políticas. Hablar de política no es compartir la verdad, sino desorientar a la gente. Si quieres hablar de política, encuentra un grupo de personas que ame la política y habla con ellas tú mismo; podrás hablar hasta saciarte. ¿Qué pretendes al hablar constantemente de estos temas en la iglesia? ¿Estás intentando deliberadamente que las personas te admiren y te elijan líder? ¡Eso significa tener motivos ocultos! Aquellos a los que les encanta hablar de política son los que no se comprometen con los deberes que les corresponden e indudablemente no persiguen la verdad. Nunca hables sobre temas políticos en las reuniones de la iglesia. Algunos dicen: “Si no podemos hablar sobre las elecciones democráticas, los sistemas políticos ni las políticas de los países libres, entonces, ¿qué hay de la política y los escándalos que involucran a altos funcionarios en el país del gran dragón rojo, como cuánto oro se ha llevado un funcionario corrupto y cuántas amantes tiene? ¿Podemos hablar de estas cosas?”. ¿No te parecen repugnantes estos temas? ¿Por qué te interesan tanto estas cosas desagradables? ¿Por qué siento que preocuparse y leer sobre estos asuntos es repugnante? Algunas personas están particularmente interesadas en estas cosas, no las encuentran repugnantes en absoluto. Están dispuestas a leer sobre ellas en internet y lo hacen siempre que tienen tiempo. Su corazón se siente cómodo, seguro y satisfecho al leer sobre estas cosas. ¿Por qué no se sienten así de satisfechas al leer las palabras de Dios? ¿No es esto un tanto deshonesto? ¿No es esto desatender las tareas que corresponden? En momentos tan maravillosos, hasta dar un paseo por el jardín, respirar aire fresco y admirar el paisaje mejoraría tu ánimo. Sin embargo, algunos se niegan a hacerlo; en cambio, siempre que tienen un momento libre, fijan la vista en la computadora y ven las noticias y recopilan chismes: qué funcionario corrupto se descubrió que tenía cuántas amantes, cuántos bienes le incautaron de su hogar a otro funcionario, qué alto cargo del gran dragón rojo derribó a quién o quién asesinó a quién. Estas son las cosas de las que normalmente se preocupan. Se sienten llenos de conocimiento después de recopilar esta información, que luego descargan en todos durante las reuniones. ¿No es esto esparcir veneno? ¿No es de lo más normal que esos diablos cometan fechorías? Algunas personas dicen: “Es normal que cometan fechorías, pero no podrías ni imaginar algunas de las cosas terribles que hacen”. ¿De qué sirve imaginarlas? ¿Acaso te dieron un cerebro para que pudieras imaginar las cosas perversas que hacen? ¿No es esto descuidar las tareas que te corresponden? ¿Piensas que conocer perversidades inimaginables te hace superior? ¿Qué puedes obtener de eso? ¿No te hará solamente sentir más asco? Estas personas que descuidan las tareas que les corresponden se preocupan por estos asuntos indecentes y deshonestos de la escena política. ¿No son simplones? ¿Por qué preocuparse en todo momento por los asuntos de esas personas en lugar de limitarte a vivir tu propia vida? ¿No es una tontería? ¿Acaso no es no tener nada mejor que hacer? Algunos dicen: “El gran dragón rojo persigue a los creyentes. Deben odiar al gran dragón rojo. Seguramente los creyentes estarían interesados en los escándalos, la corrupción, el abuso y la promiscuidad de los altos funcionarios del gran dragón rojo, así como en las cosas turbias que hacen. ¿No deberían los creyentes aplaudir de alegría cuando estos escándalos salen a la luz?”. ¿Crees en Dios y lo sigues para obtener tales cosas? Hablar de asuntos relacionados con la política en la iglesia, especialmente de los escándalos de los altos funcionarios del gran dragón rojo que han salido a la luz, es sumamente repulsivo. ¡No debes hablar de ello en absoluto! Y tampoco me hables de eso, ¡me repugna! De verdad te digo, no hables de ello y ni siquiera leas acerca de ello, de lo contrario tarde o temprano llegará el día en que te arrepentirás de haberlo leído. Cuando te arrepientas, sabrás lo que se siente; no existen límites para lo repugnante que pueden llegar a ser estas cosas. Escuchar y leer sobre ellas en exceso no trae ningún beneficio. ¿Por qué lo digo? Porque llenar tu mente con estas cuestiones repugnantes hará que pierdas el deseo de escuchar las palabras de Dios. Aunque estos temas se relacionen con la política, estas cuestiones son todavía más repulsivas. Si deseas hablar de estas cosas, ve y desahógate con algún no creyente, dile lo que quieras, pero en ninguna circunstancia hables de esto en la vida de iglesia ni entre los hermanos y hermanas. Algunas personas dicen: “Hablar de los actos sórdidos y perversos de los altos funcionarios del gran dragón rojo ayuda a los hermanos y hermanas a elevar su discernimiento y les permite desahogar su ira”. ¿De qué sirve desahogarse? ¿Es desahogarse dar testimonio? ¿Es su obligación? ¿Es tu deber? Hablar de esas cosas es inútil, no tiene ningún valor. Por más que expongas los actos perversos del gran dragón rojo, Dios no lo recordará. Por el contrario, si hablas sobre cómo viviste su persecución, te liberaste de sus intimidaciones y amenazas y las superaste, de cómo confiaste en Dios y te mantuviste firme en tu testimonio en tal entorno, Dios lo acepta. Pero hablar de política no tiene nada que ver con la entrada en la vida, y Dios no lo acepta. Algunos dicen: “Yo saco a la luz la corrupción de los funcionarios del gran dragón rojo, cómo gastan decenas de miles de yuanes en una sola comida, o cuánto gastan en hoteles de lujo; ¿está bien eso?”. ¿Qué tiene que ver eso contigo? ¿No son este mundo y esta sociedad exactamente así? ¿A quién defiendes? Eso no es dar testimonio de Dios, ni exponer la sustancia del gran dragón rojo, ni una manifestación de rebeldía contra él. No confundas a la gente ni seas hipócrita; nada de esto es practicar la verdad. La corrupción de los funcionarios corruptos y los políticos no nos conciernen, ni son algo que debamos exponer. No te preocupes por estos asuntos. Estas cosas han existido en el régimen de Satanás a lo largo de la historia, y lo que hacen no tiene absolutamente nada que ver con lo que experimentamos con la obra de Dios ni con dar testimonio de Él. Así que, pase lo que pase, no mezcles esos temas con el asunto de “rebelarse contra el gran dragón rojo y exponerlo para dar testimonio de Dios”, ni traigas esas cuestiones extrañas, repugnantes y perversas a la vida de iglesia ni entre los hermanos y hermanas para debatirlas. Si realmente quieres hablar de política, hazlo con no creyentes. Comoquiera que lo discutas en privado con aquellos que tienen tales aficiones e intereses está bien. Es tu afición e interés personal; posees esa libertad y derecho y nadie interfiere. Pero durante el horario de las reuniones y ante los hermanos y hermanas, no hables de estos asuntos. Incluso si alguien está dispuesto a escuchar, no hables de ellos, porque repercute en la vida de iglesia y en la comprensión de la verdad del pueblo escogido de Dios.

No importa si atañen a la política o a los escándalos de la vida privada de los políticos, no traigas estos temas a la vida de iglesia para debatirlos. Si alguien no está interesado en el contenido de las reuniones en la vida de iglesia y le agrada debatir estos asuntos en todo momento y los comenta en cada reunión, ¿qué deberían hacer los hermanos y hermanas? Deberían restringirlo; decirle: “Este es el momento de la reunión, ¡no hables de esa basura! Si quieres discutirlas, vete a tu casa y hazlo allí”. ¿Y si no es posible restringirlo y continúa hablando de esos temas? Mándalo afuera y dile que regrese cuando cese de hacerlo. También hay otra forma que es aún más efectiva: en cuanto abra la boca para hablar de política, los hermanos y hermanas se levantan, se van a otro lugar y lo dejan hablando solo. En resumen, desde luego que existen personas a las que les encanta hablar de política. Estas personas descuidan las tareas que corresponden, no persiguen la verdad ni piensan en cómo cumplir bien con sus deberes, no reflexionan acerca de dificultades que existen en la obra de la iglesia ni sobre aquellas que enfrentan los hermanos y hermanas, tampoco reparan en qué problemas reales propios necesitan resolver; no examinan estos asuntos pertinentes. En cambio, solo piensan en esos asuntos deshonestos y torcidos, y son particularmente entusiastas al respecto. Especialmente ahora, con la amplia difusión de la información y el fácil acceso a ella desde todo tipo de canales, satisfacen sus aficiones e intereses. No obstaculizamos sus aficiones e intereses, pero la casa de Dios tiene un precepto que cataloga el hecho de hablar sobre temas políticos en las reuniones como un problema vinculado con el trastorno y la perturbación de la obra de la iglesia. Por consiguiente, estos temas están estrictamente prohibidos durante la vida de iglesia y cuando los hermanos y hermanas se reúnen. Algunas personas dicen: “Estos temas están prohibidos, pero ¿qué hay de nuestros diversos puntos de vista políticos, de qué partido nos gusta o no nos gusta, de por quién votamos o no? ¿Se inmiscuye la iglesia en eso?”. Que quede claro: vota por quien desees, te guste quién te guste; la iglesia no se entromete en esos asuntos; es tu libertad. ¿No es ya bastante indulgente esta falta de intervención? Has disfrutado plenamente de tus obligaciones y derechos humanos como ciudadano; ¿no es eso suficiente respeto? Esto ya es más que suficiente; ¿y aun así quieres hablar libremente y expresar todo lo que te plazca en la iglesia? Eso va contra las reglas. Si te encuentras a una persona así, busca la manera de restringirla. Primero, comparte con ella con claridad, dile: “¿Eres nuevo en la fe? ¿Es esta tu primera vez en una reunión y no conoces las reglas de la casa de Dios? Entonces debo decirte: Este espacio es un lugar de reunión y este momento es un tiempo para reunirnos. Cualesquiera que sean tus puntos de vista políticos o ideas, no debes divulgarlos en la iglesia en absoluto, y no hables de ellos en las reuniones. No queremos escucharlo, ni estamos obligados a escucharte hablar sobre esas cosas. Elegiste el lugar equivocado. Después de la reunión, cuando salgas de aquí, puedes decir lo que quieras; nadie interfiere en ello. Esa es tu libertad”. Si entiende y se acuerda de lo que dijiste, y no vuelve a hablar de ello la próxima vez, está bien, y ha mostrado tener cierta razón. Pero si después de la enseñanza continúa hablando de esa manera y siempre hace saber sus puntos de vista políticos en cada reunión, ¿deberíamos restringir lo que dice? (Sí). Ya sea que se involucre en la política o no, mientras alguien hable de cuestiones políticas, esto debe categorizarse junto con la formación de camarillas, las disputas por estatus, la descarga de negatividad y otros comportamientos similares como las diversas personas, acontecimientos y cosas que trastornan y perturban la obra de la casa de Dios. A estas personas no se les puede mostrar cortesía alguna; se las debe obligar a que dejen de hacerlo y restringirlas. Por supuesto, las personas que hablan de política no son necesariamente malas o buenas; puede que simplemente les agraden esos asuntos y temas. Sin embargo, podemos estar seguros de que no persiguen la verdad de veras. En resumen, ya hemos compartido de forma clara el principio para lidiar con estas personas: hazles conocer los preceptos de la casa de Dios. Si después de explicárselos de manera precisa continúan hablando sobre temas políticos y no acatan las advertencias, entonces aíslalos. Pueden continuar viviendo la vida de iglesia solo después de arrepentirse. Si nunca se arrepienten, no les permitas asistir a las reuniones. Lidiar con este asunto debería ser así de simple. No conviertas un asunto simple en algo complejo, no beneficia a nadie.

24 de julio de 2021

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