Las responsabilidades de los líderes y obreros (24) Parte 3

II. Según su humanidad

Ahora vamos a pasar a la segunda categoría, que es su humanidad. A través de las manifestaciones de la humanidad de una persona, discernimos y determinamos si ese individuo cree en Dios realmente y si es adecuado para quedarse en la iglesia. Si, según sus manifestaciones y revelaciones de humanidad y la esencia de su humanidad, no es un auténtico hermano o hermana, no es adecuado para quedarse en la iglesia, su presencia perturba a los hermanos y hermanas y, a la vista de su comportamiento, es de aquellos a los que se debería echar o expulsar de la iglesia, entonces esta debería idear rápidamente los planes correspondientes para echarlo o expulsarlo. La charla sobre la decimocuarta responsabilidad de los líderes y obreros trata acerca de echar o expulsar a todo tipo de personas malvadas. Vista a través de la óptica de la humanidad, la humanidad de estos individuos es sin duda mala y malvada; dicho en un lenguaje llano, simplemente no valen para nada. Según las manifestaciones de su humanidad, se les debería echar o expulsar de la iglesia para evitar que sigan causando perturbaciones en esta y afectando al orden normal de la vida de iglesia del pueblo escogido de Dios y al cumplimiento del deber de este. Por tanto, ¿a través de qué manifestaciones juzgamos la humanidad de alguien como buena o malvada y de ahí que decidamos si la iglesia debería echar o expulsar a esa persona? La segunda categoría, la humanidad, también engloba muchos puntos en total, pero hablemos inicialmente sobre el primero.

A. Les encanta tergiversar la realidad y las falsedades

El primer punto trata de aquellos a los que les encanta tergiversar la realidad y las falsedades. Seguro que todos habéis visto a este tipo de persona a menudo. ¿Cuál es la manifestación principal de que a uno le encante tergiversar la realidad y las falsedades? Es hablar sin principios y provocar siempre disputas con intenciones y finalidades, lo que causa efectos adversos. Está claro que estas personas tienen serios problemas con su forma de hablar debido a su carácter deficiente y falta de humanidad, lo que las lleva a que les encante tergiversar la realidad y las falsedades. Si se mira desde la perspectiva de este término, “tergiversar la realidad y las falsedades” significa sostener a menudo que lo que es real es falso, y viceversa; se trata de invertir el blanco y el negro e, incluso, maquillar la realidad con datos falsos, lanzar acusaciones infundadas, hacer juicios sin fundamento y hablar como a uno le plazca. Estas personas nunca miran las cosas desde un punto de vista positivo; lo que dicen no es edificante ni beneficia ni ayuda a nadie en absoluto. Al interactuar, relacionarse y comunicarse con ellas, el acto de escucharlas hablar suele hacer que el corazón de la gente se suma en las tinieblas y la turbiedad, e incluso que pierdan la fe en su creencia, de modo que ya no sienten ninguna inclinación por creer en Dios ni pueden relajar la mente durante las devociones espirituales y las reuniones. Las declaraciones de estos individuos sobre lo que está bien y lo que está mal, así como los chismes que difunden, suelen provocar inquietud en la mente y el espíritu de las personas, quienes comienzan a ver a todo el mundo de manera desfavorable y solo encuentran defectos en los demás. Después de oír la tergiversación de la realidad y las falsedades, suele perturbarse el pensamiento normal de la gente e, incluso, sus puntos de vista correctos sobre las cosas, de modo que les cuesta discernir qué es correcto y qué no lo es. Los que carecen de discernimiento suelen ser seducidos y caen en la tentación, sin que siquiera se den cuenta, debido a algunas cosas que dicen aquellos a los que les encanta tergiversar la realidad y las falsedades. Piensan: “Esas personas no han hecho daño a nadie, participan en las reuniones con normalidad, a veces incluso hacen donativos y ayudan a los demás, y no han hecho nada malo”. Sin embargo, las consecuencias de sus interacciones con estos individuos suelen ser que se ven enredados en cuestiones relacionadas con lo que está bien y lo que está mal y atrapados en la tentación, así como envueltos en los embrollos emocionales que existen entre la gente y en las relaciones interpersonales inadecuadas. Aquellos a los que les encanta tergiversar la realidad y las falsedades son unos especialistas en perturbar las relaciones apropiadas entre personas y en sabotear algunos de los entendimientos puros que la gente alberga en la mente. A su modo de ver, todos aquellos que tengan una buena relación entre sí y que puedan apoyarse y ayudarse mutuamente se convierten en los objetivos de sus ataques y juicios secretos. De forma similar, cualquiera que cumpla su deber con algo de lealtad y se esfuerce un poco también es blanco de sus ataques. Por muy bueno o positivo que algo pueda ser, encuentran la manera de difamarlo. Hacen críticas veladas de todo, opinan sobre todas las cuestiones y sostienen sus puntos de vista en todos los asuntos. Estos puntos de vista no son reales en absoluto; más bien, dicen tonterías, confunden lo real y lo falso, e invierten el blanco y el negro; en aras de lograr un objetivo, sembrar la discordia entre la gente o calumniar a determinados individuos, llegan incluso al punto de inventarse cosas de manera deliberada y temeraria adornando la realidad con datos falsos, haciendo acusaciones infundadas y sacando cosas de la nada. Los que no son conscientes de la realidad, los escuchan hablar y piensan que sus declaraciones parecen razonables y que en absoluto pueden ser falsas, y entonces se desorientan. Este tipo de personas a las que les encanta tergiversar la realidad y las falsedades hacen críticas veladas de cualquier asunto positivo. ¿Es porque tienen sentido de la rectitud? (No). Se muestran desafiantes hacia los que cumplen su deber de manera activa, los que son leales, los que se esfuerzan con entusiasmo y los que tienen conciencia y razón y no los aprecian. Así pues, ¿cuál es la razón que explica la forma de hablar descuidada de estos individuos? ¿Dónde radica el origen? ¿Por qué siempre les encanta tergiversar la realidad y las falsedades? (Porque su humanidad es mala). Correcto; se debe a una mala humanidad. Si su humanidad fuera buena, no tergiversarían la realidad y las falsedades. La forma de hablar debería basarse en la conciencia y la racionalidad; uno no puede proferir teorías y herejías distorsionadas a cada instante. El origen de la tergiversación de la realidad y las falsedades es una mala humanidad. Cualquier cosa que digan estas personas tiene un sabor agrio; por decirlo con suavidad, juzgan a los demás, pero, en realidad, sus palabras transmiten algunos elementos con intención maliciosa de condena y maleficio, así como indicios de instigación, celos, desafío, odio e, incluso, vapuleo a la gente cuando está acabada. En resumen, estas son las características principales de su tergiversación de la realidad y las falsedades. Además de estas características, estos individuos comparten otro rasgo común: están resentidos con quienes tienen aquello de lo que ellos carecen, y se ríen de quienes carecen de lo que ellos tienen. ¿Es buena su humanidad? (No). Este tipo de personas, que están resentidas con quienes tienen aquello de lo que ellas carecen y se ríen de quienes carecen de lo que ellas tienen, sienten celos de cualquiera que sea mejor que ellas y hablan mal de esa persona a sus espaldas, la juzgan y la condenan; por otro lado, si alguien es inferior a ellas, se ríen de tal persona de manera despectiva, preparadas para burlarse de ella, ridiculizarla y menospreciarla. No pueden comprender correctamente ningún asunto ni enfocarlo basándose en la moralidad humana más básica. No hace falta que deseen a nadie bendiciones, que les vaya bien, que todo les salga como deseen o que recorran la senda correcta, pero, como mínimo, deberían evaluar correctamente a los demás sin albergar malicia alguna; sin embargo, ni siquiera son capaces de eso. ¿Cuál es la razón subyacente de que tergiversen la realidad y las falsedades? Claramente, a través de su forma de hablar y de su actitud hacia los demás, y a partir también de lo que piensan y de cómo tratan a los demás en su fuero interno, es evidente que la humanidad de la gente así es malévola. Aunque este tipo de individuos solo abren la boca para tergiversar la realidad y las falsedades, detrás de esas acciones subyacen, en lo más profundo de su corazón, los logros y objetivos que desean conseguir, así como sus auténticas ideas y actitudes hacia las personas y los asuntos. Dejando a un lado por ahora si aquellos a los que les encanta tergiversar la realidad y las falsedades comprenden bien la verdad y la aman, a la vista de este rasgo de su humanidad —el hecho de que les encanta tergiversar la realidad y las falsedades— ¿pueden ejercer alguna influencia buena, inspiradora o positiva sobre los hermanos y hermanas de la iglesia? (No). ¡De ningún modo!

Fijémonos en algunos ejemplos concretos para ver qué manifestaciones tienen aquellos que tergiversan la realidad y las falsedades. Por ejemplo, supongamos que hay una hermana cuya familia es muy pudiente, pero que, por predicar el evangelio y dar testimonio de Dios, se ha desprendido de los placeres carnales y se ha marchado de su casa para cumplir su deber. Decidme, ¿cómo vería esta situación la gente normal? ¿Acaso no la admirarían y envidiarían? Como mínimo, pensarían que esa hermana es encomiable y digna de emulación por ser capaz de sacrificar los placeres carnales para cumplir su deber. ¿Pero qué comentan sobre ella aquellos a los que les encanta tergiversar la realidad y las falsedades? Dicen: “Renuncia a la vida de una persona rica para ir a predicar el evangelio todo el día; si continúa así, ¡tarde o temprano, su marido se deshará de ella! ¿Acaso creer en Dios no consiste en recibir bendiciones y disfrutar? Fíjate en ella, que tiene bendiciones, pero no sabe cómo disfrutarlas, que renuncia a su familia y su carrera para cumplir su deber con todo el corazón; ¿acaso no es eso una estupidez? Si mi familia fuera así de rica, simplemente disfrutaría en casa”. Decidme, ¿hay una sola frase en esas palabras que se ajuste a la humanidad, que edifique a los demás? (No). Al oír esto, los que tienen algo de discernimiento pensarían: “¿No es eso distorsionar la realidad? Para un creyente, renunciar a todo para esforzarse por Dios sin perseguir placeres materiales es algo positivo por naturaleza, pero ellos lo condenan”. Si alguien sin discernimiento oyera eso, se quedaría desorientado y perturbado; su fervor por creer en Dios, renunciar a cosas y esforzarse por cumplir su deber se vería gravemente afectado de inmediato. Aunque las palabras de aquellos a los que les encanta tergiversar la realidad y las falsedades sean pocas, el impacto negativo que tienen en los demás es significativo, suficiente para hacer que alguien se sienta negativo durante un tiempo e incapaz de recuperarse. ¿No es así? (Sí). Solo unas cuantas palabras verosímiles en apariencia pueden intoxicar a algunos al oírlas. ¿Qué dice esto de la humanidad de los que son capaces de expresar esas palabras tóxicas? (Que es mala). ¿Hay alguna frase entre sus palabras que pueda hacer aumentar la fe de alguien tras oírlas? (No). ¿Qué son todas esas palabras? Por lo general, todas son las palabras de los incrédulos; los que siguen a Dios no deberían expresar ni una sola de estas frases. Más en concreto, ninguna de las frases que pronuncia esta gente refleja humanidad alguna. ¿Qué quiere decir carecer de humanidad? Significa no tener siquiera moral. ¿Qué quiere decir carecer de moral? La hermana tiene unas buenas condiciones de vida y una familia pudiente, ¿y cuál es la actitud de estas personas? ¿Es simplemente de envidia seguida de buenos deseos y ahí se acaba el tema? (No). Entonces, ¿cuál es su actitud? De celos, indignación, resentimiento y quejas en el corazón: “¿Se merece ella tener tanto dinero? ¿Por qué yo no tengo tanto dinero? ¿Por qué Dios la bendice a ella y no a mí?”. La hermana es rica y próspera, por lo que ellos sienten celos y odio, sin una sola palabra de admiración real o buenos deseos sinceros. Esto indica una ausencia completa de incluso la moral más básica. La hermana es rica, de modo que ellos albergan odio, casi hasta el punto de intentar robarle o engañarla para apropiarse de sus posesiones. Además, esta hermana vive en una familia pudiente, pero es capaz de dejar atrás las buenas condiciones de vida y las comodidades materiales para marcharse y cumplir su deber; para un creyente en Dios, esto es algo digno de felicitación, admiración y envidia. La gente debería desearle que todo le vaya bien e intentar acercarse a ella y emularla. Sin embargo, ¿tienen algo así que decir aquellos a los que les encanta tergiversar la realidad y las falsedades? (No). ¿Cómo hablan estas personas? Cada frase se caracteriza por palabras duras y un atisbo de odio. ¿Por qué pueden hablar así? Porque están descontentas e insatisfechas con su propia situación, albergan resentimiento y, por tanto, desatan su ira con esta hermana rica. Como creyente en Dios, uno debería en especial apreciar, admirar y emular a aquellos que son capaces de cumplir su deber y perseguir la verdad de manera activa, así como aprender de ellos. En lugar de aprender de los puntos fuertes de la hermana para compensar sus propias debilidades, estos individuos se burlan de ella tratándola de estúpida e incluso esperan que su marido se divorcie de ella; esperan ver su caída. Si su marido llegara a divorciarse de ella, ¿acaso no se sentirían ellos complacidos? ¿Acaso no se habría cumplido su deseo? Esto refleja sus sentimientos reales, así como su intención y finalidad. No desean que a los demás les vaya bien; si ven a alguien que le va bien o que es mejor que ellos, les corroen los celos y el resentimiento. Por muy fuerte que sea la fe en Dios de alguien, si dicha persona es mejor que ellos, simplemente no aceptan la situación. Carecen de humanidad por completo y son incapaces de pronunciar una sola palabra de bendición o edificación. ¿Por qué no pueden expresar estas palabras? ¡Porque su humanidad es demasiado malvada! No es que no quieran pronunciarlas, o que carezcan de las palabras adecuadas, lo que ocurre es que tienen el corazón lleno de celos, resentimiento e indignación, por lo que les resulta imposible expresar palabras de bendición. Así pues, ¿puede el hecho de que tengan el corazón rebosante de cosas corruptas indicar que su humanidad es malévola? (Sí). Sí puede. Dado que revelan tales actitudes corruptas, resulta sencillo que otros las disciernan y puedan llegar a ver su esencia corrupta.

He aquí otro ejemplo. Había una hermana que, antes de creer en Dios, siempre tenía conflictos con la esposa de su cuñado. Más adelante, ambas comenzaron a creer en Dios y, gracias a comer y beber Sus palabras, llegaron a entender algunas verdades. Se dieron cuenta de cómo debía comportarse uno y llevarse bien con los demás y, a medida que se reveló su corrupción, fueron capaces de abrirse la una con la otra e intentar conocerse a sí mismas, con lo que su relación fue cada vez más armoniosa. Algunos las envidiarían y dirían: “Miradlas, toda la familia cree en Dios y las cuñadas son como hermanas de verdad. ¿Acaso no se debe todo eso a su fe en Dios? Las familias de los no creyentes no se pueden llevar bien en absoluto, siempre se pelean y compiten entre sí, incluso entre hermanos de la misma madre. Los creyentes son mucho mejores; aunque las cuñadas no sean hermanas de verdad, mientras crean en Dios, tengan objetivos comunes que perseguir, recorran la misma senda y compartan el mismo idioma, son compatibles en espíritu, lo que es maravilloso”. Esto demuestra que los que creen en Dios con sinceridad son diferentes de los no creyentes. Personas de distintas familias se unen con objetivos y búsquedas comunes, compatibles en la casa de Dios y ante Él. La finalidad al decir esto es hacer saber a la gente que este es el efecto de las palabras y la obra de Dios, una gracia que Él concede a las personas. Eso es algo que los no creyentes no tienen y de lo que no pueden disfrutar. Como mínimo, después de oír esto, uno pensaría que es bueno creer en Dios y tendría una impresión favorable de la fe en Él. Sin embargo, escucha lo que la persona a la que le encanta tergiversar la realidad y las falsedades tiene que decir sobre esto: “¡Bah! Puede que en apariencia veas que esas cuñadas se llevan bien, las dos en plena armonía durante las reuniones; pero ¿acaso no se pelean también entre sí de vez en cuando? ¡Tú no lo sabes, pero solían discutir mucho!”. Otros dicen: “Sus disputas y discusiones del pasado eran porque no creían en Dios ni entendían la verdad. ¡Ahora se llevan estupendamente bien! Y eso es porque en la actualidad ambas creen en Dios, entienden algunas verdades, pueden sincerarse la una con la otra en las charlas, conocen sus propias corrupciones y suelen cumplir sus deberes juntas. Aunque todavía hay cierta fricción entre ellas, por lo general pueden admitir mutuamente sus errores y se consultan entre sí todo lo que hacen. Esto es algo que ningún no creyente puede lograr, ni siquiera con sus parientes de sangre”. Sin embargo, aquel que tergiversa la realidad y las falsedades dice: “¿En qué familia no hay disputas? Da igual que sean cuñadas, incluso las hermanas biológicas se pelean, ¿cierto? La armonía que parecen tener ahora solo es un paripé de cara a la galería. Cuando su suegro se muera, ¡me niego a creer que no vayan a discutir por la herencia! ¿Acaso creer en Dios no es solo un deseo, un tipo de consuelo espiritual? ¿Podrían ellas renunciar realmente a tanta riqueza por ese motivo? ¡De ningún modo!”. ¿Hay un solo enunciado en esas palabras que esté en consonancia con la realidad? ¿Hay algún deseo de que a la gente le vaya bien, alguna bendición? (No). ¿Hay algo que exprese el sentimiento personal de que creer en Dios es ciertamente bueno, después de haber visto a otros disfrutar de la gracia de Dios como lo han visto ellos? (No). A ojos de los que tergiversan la realidad y las falsedades, todas estas transformaciones personales que se producen entre los hermanos y hermanas son fraudulentas; la adquisición de la verdad y todos los cambios en el carácter que derivan de creer en Dios son falsos; ellos no creen que Dios puede purificar y cambiar a la gente. En sus palabras se pueden ver no solo su juicio arbitrario, su odio y sus maleficios a las personas, sino también su incredulidad y negación del efecto que la obra y las palabras de Dios producen en la gente. Las cuñadas mantienen una buena relación y se muestran tolerantes y pacientes entre sí cuando están juntas debido a su fe en Dios. Esta persona a la que le encanta tergiversar la realidad y las falsedades se siente incómoda e insatisfecha en el corazón, y por eso intenta por todos los medios posibles sembrar la discordia entre las hermanas y se alegra si así consigue que las cuñadas discutan y se peleen al encontrarse. ¿Qué tipo de semblante es este? ¿Qué tipo de mentalidad es? A juzgar por su mentalidad, ¿no es esto en cierto modo perverso? (Sí). Por lo que respecta a su semblante, ¿no es horroroso? (Sí). Sin embargo, la gente de este tipo sigue participando en la vida de iglesia, y entre aquellos que cumplen sus deberes, no son pocos los que son así. Es habitual referirse a este tipo de gente como personas con una “lengua viperina”. En realidad, no es solo que su lengua sea viperina; ¡su mundo interior es increíblemente oscuro y venenoso! Por muy buenos testimonios vivenciales que puedan compartir los hermanos y hermanas, a sus ojos, todos ellos son artificiales e imaginados y no tienen nada de especial. Al margen de en quién haga Dios la obra de juicio y castigo, cuyos resultados son ganancias importantes, como el hecho de que dicha persona sea capaz de ponerse en pie para compartir su experiencia y dar testimonio de Dios, en el fondo, estos individuos lo desprecian y piensan: “¿Qué tiene eso de fabuloso? Después de escuchar tantos sermones, ¿acaso no tendría cualquiera algo de entendimiento? ¿Simplemente redactas un artículo de testimonio vivencial y ya te quedas satisfecho y te consideras un vencedor? Me gustaría ver si aun así no te quejas de Dios cuando las cosas salgan mal en el futuro. Si Dios te arrebatara a tu hijo, ¡me gustaría ver si entonces no llorarías y podrías seguir creyendo en Él!”. ¿De qué creéis que tienen lleno el corazón? ¿Acaso no es de un deseo de que el mundo entero se suma en el caos, de un temor de que la gente recorra la senda correcta? En resumen, pase lo que pase en la familia de cualquiera, ellos deben hacer algún comentario al respecto, pero, al margen de lo que digan, todas estas personas tienen una característica: esperan que a nadie le vaya bien; hablan de todos como si no tuvieran mérito alguno; les complace hablar de otros como si fueran escoria y siempre disfrutan de las desgracias ajenas. Si alguien tiene una familia pudiente, les entran celos, rabia y odio, se quejan en el corazón en todo momento y desean que Dios despoje a esa persona de su riqueza y de la gracia de la que disfruta y que se la conceda a ellas. Es insoportable oír las quejas que estos individuos expresan a espaldas de la gente. ¿Se parecen en algo a los creyentes en Dios? Por supuesto, las personas así también son muy hábiles a la hora de camuflarse. Por muy venenoso y oscuro que tengan el corazón, cuando están en presencia de los hermanos y hermanas durante las reuniones, ellas también compartirán su entendimiento y sus percepciones, proferirán grandes doctrinas para camuflarse y se crearán una imagen buena y “gloriosa”. Sin embargo, a escondidas, no hablan ni actúan como humanos. La mayoría de las personas, si no han interactuado con estos individuos y desconocen sus auténticas manifestaciones y lo que albergan en las profundidades del corazón, si tan solo los han oído hablar correctamente en las reuniones, no habrán descubierto lo vil y cruel que es su humanidad ni la bajeza de su calidad humana, sino que incluso tendrán un buen concepto de ellos. Solo después de pasar más tiempo con ellos y entender sus acciones y comportamientos en la vida de puertas para adentro, acaba la gente discerniéndolos poco a poco y se siente asqueada. Por tanto, para discernir a alguien, no hay que basarse únicamente en las palabras agradables que esa persona pronuncia en las reuniones; también se deben observar sus acciones y palabras en la vida de puertas para adentro para alcanzar a ver su esencia y su verdadero rostro.

Además de no hablar como humanos, el tipo de personas a las que les encanta tergiversar la realidad y las falsedades tienen otra característica: quieren opinar sobre todo el mundo y sobre todas las cosas, incluso acerca de aquellos a los que no conocen o con los que nunca han interactuado, y no se dejan ni el asunto más insignificante relacionado con la vida de los demás. El resultado de sus comentarios es que, por muy positivo que sea algo, su forma de hablar lo transforma en un elemento negativo; por muy adecuado que sea algo, se distorsiona y se convierte en una cosa negativa cuando pasa por sus viles labios. Esto les hace felices, y les permite comer bien y dormir profundamente. Decidme, ¿qué tipo de criatura es esta? Por ejemplo, si algunos hermanos y hermanas han tenido buenos ingresos este año y su situación económica ha mejorado, de modo que ofrendan un poco más, superando así el diezmo, estos individuos se ponen celosos y dicen: “¿Por qué ofrecéis tanto este año? Dios no determina si alguien es bueno o malo basándose en cuánto ofrece esa persona. ¿A qué responde tu afán? A la casa de Dios no le falta dinero”. Vuelven a pronunciar palabras desagradables, ¿cierto? No importa quién haga algo adecuado o alguna cosa que esté en consonancia con la verdad, a ellos les parece inaceptable y sienten extrema repugnancia en el corazón. Intentan por todos los medios posibles atraparte cuando cometes errores y buscan excusas para atacarte, acusarte y condenarte hasta que te han derribado y han acabado con toda tu positividad, lo que te deja confuso por completo e incapaz de distinguir lo que es correcto y lo que no lo es. A continuación se ríen mucho, mientras se burlan de ti por dentro, y se dicen para sus adentros: “Esto es todo para lo que sirves, ¡y sin embargo hablas de testimonios vivenciales!”. Esto es un diablo que muestra su verdadero rostro, ¿cierto? ¿Acaso no son estas las palabras de un sirviente de Satanás, de un anticristo? (Sí). Cuanto más hablo sobre este tipo de persona, más me enfado y más me repugna. ¿Os habéis encontrado alguna vez con este tipo de individuos? Sea cual sea su aspecto o sus facciones, cuando están a punto de tergiversar la realidad y las falsedades, presentan expresiones estrambóticas: labios curvados, ojos torcidos, mirada esquiva y, en algunos casos, incluso rasgos que parece que se les van a salir del sitio. Esta es una señal que va dirigida a ti, que te indica que están a punto de hablar de forma distinta a los humanos. ¿Qué haces entonces? ¿Recibes esta señal o la bloqueas? (La bloqueo). Debes distanciarte y decirles: “No hables; no quiero escucharlo. Chismorreas demasiado. Si no vas a expresarte como un humano, aléjate de mí. No quiero estar sometido a tus perturbaciones; no quiero verme envuelto en ese tipo de relaciones interpersonales inadecuadas; no prestaré atención a alguien como tú”. Observad y fijaos en quiénes entre vosotros son personas a las que les encanta tergiversar la realidad y las falsedades, en quiénes tienen este tipo de semblante, y luego distanciaos de ellas rápidamente. ¿Cuál es la característica de la humanidad de estos individuos? Que hablan de manera venenosa o, dicho de un modo más coloquial, que tienen una “lengua viperina”. Al poner al descubierto sus palabras venenosas, podéis ver los diversos enunciados que profieren; a través de dichos enunciados, podéis ver su mundo interior y determinar con exactitud cuál es su esencia-humanidad y si son personas malvadas. A través de las diversas señales y enunciados que emiten, las personas a las que les encanta tergiversar la realidad y las falsedades permiten que los demás las identifiquen con claridad como personas malvadas. Este tipo de individuos cumplen por completo con el estándar para ser echados o expulsados; no se puede tener misericordia con ellos. Se les debe echar y no se les debe permitir que causen perturbaciones en la iglesia.

Acabamos de hablar sobre las características del tipo de personas a las que les encanta tergiversar la realidad y las falsedades y, a partir de la situación respecto a su fe en Dios y de las manifestaciones de su humanidad, debería ser evidente que son un tipo de personas que sienten aversión por la verdad y no la aman. Su humanidad es deficiente hasta el punto de que son insensibles a la razón y carecen siquiera de la moral humana más básica; lo que ocurre es que, en su caso particular, la característica de su humanidad deficiente es que les encanta especialmente tergiversar la realidad y las falsedades. Por las palabras que pronuncian, uno puede observar la característica de su humanidad y su esencia-humanidad; está claro que la gente así tiene una humanidad deficiente. ¿Hasta qué punto es deficiente su humanidad? Hasta el extremo de ser malvada, lo que los sitúa en la categoría de las personas malvadas. Esto se debe a que las palabras que utilizan de manera habitual no son para expresar quejas ocasionales, algo de celos o un poco de debilidad humana puntual; sus manifestaciones no son las de un carácter corrupto normal y corriente, sino que bastan para demostrar que se las puede categorizar como personas malvadas. Este es el primer tipo de personas: aquellas a las que les encanta tergiversar la realidad y las falsedades.

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