Las responsabilidades de los líderes y obreros (25) Parte 2

D. Son propensos a vengarse

Nuestra charla sobre las manifestaciones del tercer tipo de personas, los depravados y desenfrenados, ha finalizado. Aparte de este tipo de individuos, hay muchos otros que entran en la categoría de personas malvadas y la iglesia debería discernir y echar a todos estos tipos de gente malvada. A continuación, vamos a hablar del cuarto tipo. De las diversas personas malvadas que la iglesia debería discernir y echar, el cuarto tipo presenta un reto y un problema significativos. ¿Quiénes podrían ser estos individuos? Son los que son propensos a vengarse. Por la expresión “propensos a vengarse”, es evidente que estas personas no son buenas; en términos coloquiales, son manzanas podridas. A juzgar por las constantes manifestaciones y revelaciones de su humanidad, así como por sus principios de acción, no tienen buen corazón. Como expresa el dicho popular, son “bichos malos”. Decimos que no son de los atentos; más concretamente, estos individuos no son bondadosos, sino que son portadores de crueldad, malevolencia y malicia. Si alguien dice o hace algo que afecta a los intereses, a la reputación o al estatus de estos individuos, que los ofenda, lo primero que hacen es albergar hostilidad en su corazón. Lo segundo es actuar en función de esta hostilidad; actúan con el objetivo y la dirección de descargar su odio y desahogar su ira, un comportamiento conocido como buscar venganza. Siempre hay individuos como estos entre la gente. Al margen de si se trata de lo que se describe como ser mezquino, dominante o excesivamente sensible, independientemente de los términos que se utilicen para describir o resumir su humanidad, la manifestación habitual de sus interacciones con otros es que cualquiera que los dañe o les ofenda, ya sea de manera accidental o intencionada, debe sufrir y afrontar las correspondientes consecuencias. Es como lo que dicen algunos: “Si los ofendes, irás por lana y saldrás trasquilado. Si los provocas o les haces daño, no pienses que te va a resultar sencillo escaparte”. ¿Existen estos individuos entre la gente? (Sí). Sin duda alguna. Pase lo que pase, merezca o no la pena enfadarse o ser mezquino por ello, los que son propensos a vengarse incluyen esta acción en sus agendas diarias y la tratan como una cuestión de la máxima importancia. Sea quien sea el que los ofenda, para ellos es inaceptable y exigen que se pague el precio correspondiente, lo que es su principio para tratar a las personas, para tratar a cualquiera a quien consideren su enemigo. Por ejemplo, en la vida de iglesia, algunos hablan sobre su estado o comparten sus experiencias de manera normal y comentan sus estados y su corrupción. Al hacerlo, mencionan sin darse cuenta los estados y la corrupción de otros. Puede que quien hable lo haga sin querer, pero el que escucha se lo toma a pecho. Después de escuchar, este individuo no puede comprender ni abordar esta cuestión de manera correcta y tenderá a desarrollar una mentalidad vengativa. Si no se olvida del asunto e insiste en atacar y buscar venganza, causará problemas en la obra de la iglesia, por lo que este asunto debe tratarse de inmediato. Mientras haya personas malvadas en la iglesia, será inevitable que surjan perturbaciones, de modo que los incidentes que provoquen las personas malvadas que perturban la iglesia no se deben tomar a la ligera. Tanto si se hace de forma intencional o no, si las irritas o les haces daño, no lo dejarán pasar con facilidad. Piensan para sus adentros: “Hablas sobre tu propia corrupción; ¿por qué me mencionas? Hablas sobre tu propio autoconocimiento; ¿por qué me expones? El hecho de que pongas en evidencia mi corrupción me hace quedar mal y perder dignidad, me pone en una situación incómoda con los hermanos y hermanas, me hace perder prestigio y perjudica mi reputación. Pues bien, buscaré venganza contra ti; ¡irás por lana y saldrás trasquilado! No pienses que soy tan fácil de intimidar ni que puedes avasallarme solo porque mi entorno familiar sea pobre y mi estatus social no sea alto. No me tomes por un pusilánime; ¡conmigo no se juega!”. No importa de qué manera lleven a cabo su venganza; pensemos en estas personas: cuando se encuentran con estos asuntos menores, habituales en la vida de iglesia, no solo no pueden tratarlos ni comprenderlos de manera correcta, sino que también sienten odio, buscan oportunidades de buscar venganza e incluso recurren a medios inmorales para llevar a cabo su venganza. ¿Qué dice esto de su humanidad? (Es malévola). ¿Son personas atentas? (No). El mejor tipo de personas son las que pueden aceptar la verdad. Cuando oyen a otros hablar sobre sus experiencias y compartirlas, meditan: “Yo también tengo esta corrupción. Lo que describen parece mi estado. Tanto si me ponen al descubierto a propósito o hablan sin querer de algo que por casualidad se parece a mi estado, lo comprenderé de manera correcta; oiré cómo lo han experimentado, cómo buscan la verdad para resolver este estado y cómo practican y entran”. Esta actitud corresponde a alguien que acepta realmente la verdad. Al oír esto, una persona algo inferior podría pensar: “¿Cómo es que el carácter corrupto que reconocen es como mi estado? ¿Hablan de mí? Bueno, pues que hablen. Al fin y al cabo, no he sufrido ninguna pérdida y es probable que la mayoría de la gente no lo sepa de todos modos. Quizá solo hablan de ellos mismos y tan solo coincide con mi estado; todos compartimos el mismo estado”. No se lo toma en serio ni alberga odio en el corazón ni alimenta ninguna mentalidad vengativa. No obstante, esto es distinto en el caso de las personas poco atentas y malvadas. Otros contemplarían el mismo asunto como algo común y corriente y lo tratarían en consecuencia. Por supuesto, las personas buenas que aceptan la verdad lo resolverían de una manera proactiva y positiva. La gente corriente, aunque no lo resuelve de forma positiva, no alberga odio ni mucho menos busca venganza. Pero a las personas que no son atentas un asunto tan común y totalmente corriente como este puede causarles una agitación interior que les impida calmarse. Las cosas que producen no son positivas ni corrientes, sino crueles y perversas; buscan venganza. ¿Qué desencadena su venganza? Creen que la gente las difama con comentarios malévolos y pone al descubierto deliberadamente su situación real, su lado oscuro y su corrupción. Se toman lo que dice la gente como algo intencionado y, por tanto, la consideran su enemiga. A partir de ahí, se sienten justificadas para utilizar la venganza para resolver el asunto y emplean diversos medios para lograr sus fines vengativos. ¿Acaso no es este un carácter cruel? (Sí). En la vida de iglesia, cuando los hermanos y hermanas hablan de sus estados, la mayoría de los que los escuchan pueden relacionarlo y aceptarlo de parte de Dios. Solo los que sienten aversión por la verdad y tienen un carácter perverso generan hostilidad e, incluso, una mentalidad vengativa al oírlo, de modo que revelan por completo su esencia-naturaleza. Una vez generada la mentalidad vengativa se sucede una serie de conductas y acciones vengativas. Cuando se producen actos de buscar venganza, ¿qué ocurre con las relaciones entre las personas? Dejan de ser correctas. ¿Y quién es la víctima real de todo esto? (La persona objeto de su venganza). Cierto. Las víctimas reales son las que comparten su testimonio vivencial. A continuación, los que son propensos a vengarse juzgarán, atacarán e, incluso, tenderán trampas o calumniarán a los que perciben que los han puesto al descubierto o albergarán hostilidad hacia ellos utilizando palabras o acciones en diversas situaciones. Los que son propensos a la venganza no solo albergan odio en el corazón de manera temporal y ahí acaba la cosa; buscan e incluso crean todo tipo de oportunidades para buscar venganza contra aquellos que son objeto de su venganza, aquellos hacia los que son hostiles y aquellos que perciben como desfavorables para ellos. Por ejemplo, durante la elección de líderes, si la persona hacia quien son hostiles cumple los principios para emplear a las personas en la casa de Dios y reúne las condiciones para que lo elijan como líder, su hostilidad los llevará a juzgar, condenar y atacar a esa persona. Incluso podrían realizar acciones secretas o hacer cosas perjudiciales para dicha persona con el fin de llevar a cabo su venganza. En resumen, sus medios de desplegar su venganza son variados. Por ejemplo, podrían encontrar cosas, aprovecharlas contra alguien y utilizarlas para hablar mal de esa persona, inventarse rumores a través de la exageración y las habladurías infundadas o sembrar discordia entre ella y los demás. Incluso podrían acusarla en falso ante los líderes y sostener que es desleal, negativa y reticente al cumplir sus deberes. Todo esto en realidad no son más que invenciones deliberadas, una historia creada de la nada. Ya veis como, a partir de sus sospechas y malentendidos sobre esa persona, surgen tantas conductas y acciones injustificadas; todos estos planteamientos se originan de su naturaleza vengativa. En realidad, cuando esa persona compartió sus testimonios vivenciales, no iban dirigidos a ellos en absoluto; no había malicia alguna hacia ellos. Todo se debe a que estos individuos sienten aversión por la verdad y tienen un carácter cruel propenso a vengarse, por lo que no permiten que otros los dejen en evidencia, así como tampoco conversaciones sobre conocerse a uno mismo, las actitudes corruptas o hablar sobre la naturaleza satánica de uno. Al tratar estos temas, se enfurecen y asumen que todo va dirigido contra ellos y que los ponen al descubierto, por lo que desarrollan y forman una mentalidad vengativa. Las manifestaciones de este tipo de persona que lleva a cabo su venganza no se limitan en absoluto a una sola circunstancia. ¿Por qué digo esto? Porque estos individuos tienen una naturaleza cruel; nadie puede irritarlos ni provocarlos. De manera inherente, se muestran agresivos hacia cualquiera y hacia cualquier cosa, de manera similar a un escorpión o un ciempiés. Por tanto, si alguien los irrita o les hace daño al hablar, ya sea de forma intencionada o involuntaria, si sienten que han perdido su orgullo o prestigio, idearán maneras de salvarlos, lo que llevará a una serie de acciones vengativas.

A continuación, hablaré sobre otras manifestaciones de los que son propensos a vengarse. Algunos son objeto de poda por parte de los líderes porque cumplieron sus deberes de manera superficial, lo que les causa insatisfacción. Dime, ¿está justificado podarlos? (Sí). Está justificado por completo y es absolutamente normal. En el caso de que cumplas tu deber con superficialidad, perjudiques la obra de la iglesia y no actúes en consonancia con los principios, el hecho de que alguien se ponga en pie para ponerte al descubierto y podarte está justificado, y deberías aceptarlo. Sin embargo, los que son propensos a vengarse no solo se niegan a aceptarlo, sino que también se sienten insatisfechos. Cuando los líderes se van, comienzan a criticarlos: “¿De qué presumes? ¿Acaso no es solo de que tienes un cargo oficial? ¡Si yo tuviera ese cargo, lo haría mejor que tú! Me has podado… ¿quién te crees que eres? Te odio por podarme. Te maldigo y deseo que te atropelle un coche, que te ahogues con la bebida y la comida y te mueras. ¡Te maldigo y deseo que tengas una muerte miserable! ¿Te atreves a podarme? ¡No hay nadie en el mundo que se atreva a podarme!”. Cuando los líderes de nivel superior podan a esos líderes por determinados asuntos, estos individuos se regocijan con la desgracia de los líderes y se alegran mucho, se ponen a cantar y piensan para sí mismos: “¿Qué te parece? ¡Alardeaste y ahora tienes tu merecido! ¡Haré un desdichado a todo aquel que me pode!”. ¿Qué piensas de estas personas? (Son malévolas). Por muy justificada que esté su poda, no pueden aceptarla. Discuten y se defienden con persistencia y, después, siguen cumpliendo sus deberes con superficialidad y se muestran incorregibles a pesar de que los amonesten repetidas veces. Si siempre actúas de manera superficial en la casa de Dios, simplemente te podarán; en el mundo secular, si actúas con superficialidad en tu trabajo, podrías acabar despedido y perder tu sustento. En la casa de Dios, en la mayoría de las ocasiones, los principios consisten en compartir la verdad y brindar apoyo con amor, lo que permite a la mayoría de la gente perseguir la verdad y cumplir sus deberes con normalidad. En realidad, entre líderes y obreros, solo una minoría puede enfrentarse a la poda severa. La mayoría de las personas actúan conforme a la fe, el propio conocimiento, la conciencia y la razón, aceptan el escrutinio de Dios y no cometen errores graves, por lo que no se enfrentan a la poda severa. Sin embargo, la poda es algo bueno; ¿cuánta gente llega a enfrentarse a la poda, especialmente por parte de lo Alto? Eso supone una gran oportunidad de conocerse a sí mismo y de crecer en la vida. Los creyentes deben, como mínimo, entender el significado de la poda y reconocer que es algo bueno. Aunque la poda recibida de ciertas personas no esté por completo en consonancia con los principios y sea una mezcla de inclinaciones personales e impulsividad, deberías igualmente examinarte a ti mismo para ver qué aspectos de tus acciones no están en consonancia con los principios y aceptarla de manera positiva; hacer eso te ayudará. Sin embargo, estas personas malvadas no pueden aceptar siquiera la poda justificada. Aunque no tomen medidas para buscar venganza, tienen el corazón sumido en una inmensa insatisfacción y maldicen e insultan. Cuando aquellos que los han podado se enfrentan a su propia poda o experimentan adversidades, se alegran más que un niño que celebra el Año Nuevo. Esta es la manifestación de las personas malvadas. También hay algunos que son competitivos al cumplir su deber; no acostumbran a seguir los principios y actúan de manera superficial, lo que da lugar a un rendimiento infructuoso de sus deberes. Cuando los líderes hablan sobre sus problemas y los podan, los que son propensos a vengarse no pueden tratar este asunto con corrección. Aunque admitan por dentro su superficialidad y su falta de principios al cumplir sus deberes, siguen desarrollando pensamientos y acciones para buscar venganza como respuesta a la poda que han recibido. Después, escriben cartas con acusaciones falsas hacia los líderes y aprovechan algunas de sus prácticas y revelaciones de corrupción para exagerar e informar a los superiores en un intento de sustituir a los líderes. Si no logran su objetivo, los desautorizan y causan perturbaciones a escondidas, y se resisten con obstinación a los arreglos de los líderes. No tienen en cuenta la obra de la iglesia, los principios que requiere la casa de Dios ni la efectividad del cumplimiento de su deber; solo les preocupa descargar su ira. Se niegan a escuchar a nadie, incluso rechazan las amonestaciones de los líderes y obreros. Aunque no repliquen o se opongan en su cara, en secreto, pueden descargar negatividad, desatender sus responsabilidades en señal de oposición y aprovechar cualquier ventaja para utilizarla contra los arreglos del trabajo de la casa de Dios o contra los líderes y obreros. Incluso difunden nociones; son individuos negativos y reacios a cumplir su deber, pero también intentan arrastrar consigo a más personas para que sean negativas y holgazanas y que descuiden sus deberes. ¿Cuál es su principio? “No temo morir; tengo que encontrar a alguien al que arrastrar conmigo. Los líderes me podan y dicen que mi cumplimiento del deber no cumple con el estándar; pues me aseguraré de que nadie cumpla bien su deber. ¡Si yo no lo hago bien, ninguno de vosotros tampoco lo hará! Los líderes me podan y todos os reís de mí; ¡os pondré las cosas difíciles a todos!”. Cuando cumplen su deber de manera superficial o en contra de los principios y alguien informa de ello a los líderes, investigan este asunto: “¿Quién ha informado sobre mí? ¿Quién ha hablado sobre mí a los líderes? ¿Quién tiene un contacto estrecho con los líderes? ¡Si descubro quién ha informado sobre mí a los líderes de nivel superior, no seré nada cortés con esa persona! ¡Nunca lo olvidaré!”. No solo son capaces de pronunciar enunciados duros, sino que, por supuesto, también pueden materializar esas amenazas. Estos individuos cuentan con muchas tácticas desagradables y turbias para buscar venganza y no se limitan a aprovechar situaciones con las que juzgar y condenar a otros; algunos roban a propósito el cargador del ordenador portátil de la persona de la que quieren vengarse, lo que impide que pueda cargarlo y dificulta el cumplimiento de su deber. Otros añaden adrede mucha sal a la comida de alguien para que sea incomestible. Estos medios vulgares de venganza, comunes entre los no creyentes, también son utilizados por las personas malvadas que hay en la iglesia. Además de estos métodos para llevar a cabo su venganza, disponen de otros muchos, como algunas tácticas inescrupulosas que nunca antes hemos visto; solo estamos mencionando algunos ejemplos simples. Entre ellos, algunos individuos crean aposta problemas, obstáculos y dificultades a otros; esto suele ocurrir. En todos los grupos, en diversas circunstancias y entornos, se pone al descubierto en todo momento el carácter cruel de los que son propensos a vengarse. Las manifestaciones vengativas de las personas malvadas y los anticristos son incluso más evidentes. Mientras haya personas malvadas y anticristos en la iglesia, el pueblo escogido de Dios, que cree en Él y persigue la verdad con sinceridad, se verá perturbado. Cada día que las personas malvadas y los anticristos están presentes es un día en el que no hay paz en la iglesia; se atacará y excluirá a las personas buenas; en particular, los que persiguen la verdad se enfrentarán a la hostilidad y la venganza de las personas malvadas y los anticristos. ¿Cómo atormentan las personas malvadas y los anticristos a los demás y llevan a cabo su venganza contra ellos? En primer lugar, se marcan como objetivo aquellos que persiguen la verdad y cumplen los principios. Estos individuos malvados perciben con claridad que solo los que persiguen la verdad son los más perjudiciales para ellos. Primero de todo, la gente que entiende la verdad puede discernirlos; siempre que hagan algo malo, los que entienden la verdad los calarán. En segundo lugar, si la gente que entiende la verdad está presente, sus acciones malvadas se verán limitadas en cierto modo, por lo que les costará lograr sus objetivos. Desde esta perspectiva, solo los que persiguen la verdad son protectores de la obra de la iglesia. Con los que persiguen la verdad presentes, los anticristos y las personas malvadas no se atreven a actuar como tiranos y deben frenarse un poco. Por tanto, los que persiguen la verdad son como una espina en el costado de los anticristos y las personas malvadas, un incordio, y por eso idean maneras de llevar a cabo su venganza.

Cuando las personas malvadas llevan a cabo su venganza, exhiben un carácter cruel, son poco razonables y carecen de racionalidad. Los que han pasado algún tiempo a su lado y las entienden, las temen hasta cierto punto. Conversar con ellas requiere la máxima precaución y cortesía, y exige un grado excesivo de respeto. Deben apaciguarlas y tenerlas en consideración en todo momento, y no pueden señalar de manera directa cualesquiera problemas o faltas que tengan. En lugar de eso, deben discutir dichos problemas con rodeos, de manera insinuante, y, después de hablar, también deben elogiarlas y decir: “Aunque tengas ese defecto o deficiencia, adquieres habilidades más rápido que nosotros, tus capacidades profesionales son mayores que las de otros, y tu eficiencia laboral es superior a la nuestra. Veo tus faltas como fortalezas”. Incluso tienen que adularlas. ¿Por qué hacen esto? Por temor a su venganza. De esta forma, estos individuos malvados se sienten complacidos y se les ablanda el corazón. Para evitar su venganza, la mayoría de la gente teme plantearles cara a cara cualquier problema que detecten relacionado con ellos y no se atreven a informar de estos problemas. Incluso cuando está claro que están perjudicando los intereses de la casa de Dios y que, debido a su terquedad y a su empecinamiento temerario, se está demorando la obra de la iglesia, o incluso cuando se observan algunas distorsiones en su rumbo y principios, nadie se atreve a objetar ni a informar sobre ellos a los superiores. Debido a su carácter cruel y a su humanidad, que es propensa a vengarse, otros los temen en cierto modo y se enojan, pero tienen demasiado miedo de decir lo que opinan al respecto. Las conversaciones con ellos deben ser especialmente educadas y diplomáticas, con una actitud hacia ellos excepcionalmente amable, gentil y refinada. Cuando la gente se dirige a ellos con respeto y educación y les cede la palabra, se sienten cómodos por dentro. Sin embargo, si alguien es directo, pone al descubierto sus problemas y hace sugerencias, muestran repulsión y lo perciben como una falta de respeto, como si los demás tuvieran objeciones o animosidad hacia ellos. Esto los lleva a buscar venganza contra la persona en cuestión y a atormentarla; tienen que hundirla y deshonrar su nombre. Si esa persona cae en sus manos, no tendrá un buen final. ¿Son temibles estos individuos? (Sí). Si no los entiendes y los ofendes, te guardarán rencor y pensarán en vengarse de ti incluso mientras coman y duerman. Cuando estás en su radar, los problemas son inevitables, ya que están decididos a buscar venganza. Aunque es posible que aparentemente te hablen como siempre, en el momento en el que piensan en buscar venganza, todo lo que les hayas hecho o dicho en el pasado les sirve de munición. Te tratarán como un enemigo y llevarán a cabo su venganza poco a poco hasta que sientan que se han vengado suficientemente y estén satisfechos por completo. Esta es la consecuencia de relacionarse con personas malvadas.

Sobre la base de sus diversos comportamientos y de los principios y métodos conforme a los cuales actúan y se comportan, los que son propensos a vengarse suponen una amenaza para casi todo el mundo, excepto para aquellos que son bondadosos y amigables con todos y que carecen de principios al tratar con cualquiera; estos individuos están a salvo cerca de gente cruel. Sin embargo, los que tienen incluso un ligero sentido de la conciencia y la rectitud se sentirán, hasta cierto punto y en mayor o menor medida, amenazados en presencia de los que son propensos a vengarse. En casos graves, es posible que se enfrenten a daños físicos e incluso amenazas de muerte, mientras que, en situaciones más leves, podrían ser sometidos a ataques verbales, difamaciones o artimañas. Estas son algunas de las revelaciones y manifestaciones generales del carácter cruel de los que son propensos a vengarse. Sobre la base de sus manifestaciones generales, estos individuos también causan perturbaciones entre los hermanos y hermanas y en la iglesia. Casi todo el mundo que interactúa con esta gente vengativa se convierte en blanco de su venganza y, casi siempre, en una víctima. Los que son propensos a vengarse tienen un carácter cruel; son bombas de relojería que podrían explotar en cualquier momento. Aunque puedan seguir a la multitud para cumplir sus deberes y llevar una vida de iglesia normal, a juzgar por su humanidad, podrían buscar venganza, suponer una amenaza para otros en cualquier momento y hacer que la gente los tema y se guarde de ellos. ¿Acaso no constituye ya esto una perturbación para la mayoría? (Sí). Para evitar ofenderlos, para complacerlos y eludir su rencor y su venganza, al hablar, la gente siempre debe ser consciente de sus expresiones y escuchar el significado implícito de su discurso, para intentar averiguar sus intenciones, objetivos e indicaciones. Desde esta perspectiva, ¿acaso no solo perturban, sino que también controlan a la mayoría de las personas? (Sí). Por tanto, a juzgar por la naturaleza de este asunto, ¿no son personas malvadas estos individuos vengativos? (Sí). Está muy claro que se los debería calificar como personas malvadas. Si uno intenta entender la situación de tales individuos, la mayoría de la gente temerá decir la verdad acerca de ellos y hará caso omiso de toda pregunta sobre ellos con respuestas evasivas como “Está bien”, sin atreverse a informar de sus problemas, a hablar de ellos ni a evaluarlos. ¿Acaso no es esta una situación problemática? Algunos dicen: “Estas personas malvadas pueden buscar venganza en cualquier momento y lugar; ¿quién se atrevería a provocarlas? Además, siempre afirman tener contactos tanto en el hampa como en los círculos legítimos y amenazan con que, si alguien las ofende, las cosas no acabarán bien para esa persona, le darán una lección y harán que sus familiares tengan una muerte horrible. Por tanto, nadie se atreve a provocarlas. Dejémoslas estar y esperemos que nos vaya bien”. Ya ves, se genera esta situación en la iglesia, lo que significa efectivamente que ya han controlado a estas personas. Debido a que han presenciado su carácter cruel a la hora de buscar venganza, no se atreven a acusarlas, a podarlas ni a expresar su verdadera opinión sobre ellas. En las conversaciones con otras personas, hay que evitar hablar de ellas por miedo a ofenderlas, e incluso hablar de manera específica sobre sus verdaderas manifestaciones a sus espaldas resulta terriblemente sobrecogedor. ¿Qué teme la gente? Que sus palabras lleguen a oídos de la persona vengativa, que buscará vengarse de ellos. Después de hablar, se golpean la frente y dicen: “Oh, no, lo que dije hoy estuvo fuera de lugar. Ahora verás, voy a sufrir por ello. ¿Por qué no puedo tener la boca cerrada?”. A partir de ese momento, viven en un estado constante de miedo y ansiedad, van de puntillas por la vida, siempre observando cuando están cerca de esa persona y preguntándose: “¿Se habrá enterado de lo que dije? ¿Le habrá llegado a sus oídos? ¿Seguirá teniendo la misma actitud hacia mí que antes?”. Cuanto más piensan, más se inquietan, y cuanto más tiempo pasa, más miedo tienen, de modo que deciden que es mejor simplemente evitar a esa persona por completo, y piensan: “No puedo arriesgarme a provocarla, pero al menos puedo evitarla. Tanto si sabe lo que dije como si no, ¿acaso no puedo simplemente mantenerme lejos de ella?”. Este temor resulta tan agobiante y paralizador que no se atreven ni siquiera a asistir a las reuniones y evitan muertos de miedo cualquier lugar donde pudiera estar esa persona cruel, incluso si ese lugar es donde deben cumplir su deber.

¿Qué se debería hacer con estas personas malvadas propensas a vengarse? (Echarlas). Es bastante sencillo; basta con una sola palabra: echarlas. Si se las echa y la mayoría lo celebra y siente una profunda sensación de satisfacción, significa que esa fue la decisión correcta. En el pasado, durante las reuniones, la presencia de personas malvadas implicaba que la mayoría de la gente se sintiera constreñida al hablar; temían que una palabra equivocada pudiera ofender a los malvados, de modo que se guardaban de ellos y los evitaban al hablar. Surgió una regla tácita durante las reuniones: si alguien hacía una señal con los ojos, enseguida se cambiaba de tema. Esta era la situación que se producía. Después de echar a los que son propensos a vengarse, hubo paz en la iglesia, y la vida de iglesia y las relaciones entre la gente volvieron a la normalidad. A partir de ese momento, los hermanos y hermanas pudieron compartir y orar-leer las palabras de Dios con libertad, así como compartir libremente sus testimonios vivenciales, sin que nadie los controlara, sin temer a nadie y sin tener que ser consciente de las expresiones de nadie. Tomando como base este resultado, ¿fue correcto echar a estas personas malvadas? (Sí). Sin lugar a dudas. Había que echarlas. De lo contrario, la vida habría sido insoportable para todo el mundo y muchos habrían estado demasiado asustados para asistir a las reuniones. Algunos individuos asustadizos incluso podrían haber tenido pesadillas y soñar continuamente con que unos demonios malvados los estrangulaban. Siempre habrían sido demasiado cautos durante las reuniones, sin atreverse jamás a hablar, incapaces de sentirse liberados y libres. Desde que se echó a las personas malvadas, estos individuos han cambiado por completo: ahora se atreven a hablar durante las reuniones, son más activos en las charlas y se sienten liberados y libres. ¿No es esto algo bueno? (Sí). Es fácil discernir a estos individuos vengativos que tienen un carácter cruel. Por lo general, después de interactuar con alguien durante más de seis meses, todo el mundo debería ser capaz de percibir y ver con claridad si dicha persona es de ese tipo; es algo que resulta evidente después de pasar un tiempo con ella. Los líderes y obreros de la iglesia no deberían ser pasivos a la hora de ocuparse de estas personas malvadas. ¿Qué significa que no deberían ser pasivos? Quiere decir que, para ocuparse de ellas, no hay que esperar a que hayan enfurecido a todo el mundo por haber desorientado a algunos y cometido acciones malvadas; eso sería ser demasiado pasivo. Por tanto, ¿cuándo es el mejor momento para ocuparse de las personas malvadas? Cuando un pequeño grupo de gente ya se ha visto perjudicado y siente una gran aversión y reserva hacia ellas, y cuando se las ha calificado por completo como personas malvadas. En ese punto, habría que ocuparse de ellas y echarlas de inmediato para prevenir que perjudiquen a más gente y evitar que las personas asustadizas se queden paralizadas de miedo o tropiecen por culpa de las personas malvadas. ¿Qué es lo más fundamental en este caso? Si se permite que las personas malvadas causen perturbación en la iglesia durante demasiado tiempo, el resultado final es que acabarán controlando la iglesia y al pueblo escogido de Dios. Si se llega a ese punto, todo el mundo sufrirá. Para evitar perjudicar a todo el mundo, cuando una parte de la gente haya sufrido agravios o cuando algunos hayan comenzado a sentir una gran repulsión por estos individuos y los hayan calado e identificado como malvados propensos a vengarse, los líderes de la iglesia deberían echarlos de inmediato. No deben esperar a que las personas malvadas hayan cometido numerosas maldades y provocado indignación pública para decidir actuar; eso sería ser demasiado pasivo; ¿y no serían entonces unos inútiles estos líderes de la iglesia? (Sí). Al emprender este trabajo, los líderes de la iglesia deberían tener en cuenta especialmente los estados, las manifestaciones y las revelaciones de estos individuos, desentrañar con rapidez sus actitudes y, a continuación, determinar que son personas malvadas a las que se debería echar, ocupándose de ellas tan pronto como sea posible. Si no se puede tomar una determinación al principio, es necesario centrarse en la observación, prestar mucha atención a su forma de hablar, comportamiento y conducta, así como entender sus pensamientos y las tendencias de sus acciones. Una vez que se descubra que tienen la intención de llevar a cabo su venganza, se deberían tomar medidas inmediatas para echarlas y evitar que más gente se vea perjudicada y sufra actos de venganza.

Algunos líderes de la iglesia dicen: “No tememos a las personas malvadas; aparte de a Dios, no tenemos miedo a nadie. ¿Qué son las personas malvadas para nosotros? Ni siquiera tememos a Satanás ni los arrestos y la persecución del gran dragón rojo, de modo que ¿por qué deberíamos tener miedo de las personas malvadas? Una persona malvada solo es un demonio insignificante, ¿por qué nos debería dar miedo? Simplemente las mantendremos en la iglesia y dejaremos que perjudiquen a la mayoría de los hermanos y hermanas. Después de sufrir, estos tendrán más discernimiento y, con discernimiento, dejarán de estar sometidos a estas personas malvadas y constreñidos por ellas. ¡Eso sería fabuloso!”. ¿Pueden la mayoría de las personas alcanzar esa estatura? (No). No pueden. Tienen una fe demasiado débil, entienden muy pocas verdades y tienen una estatura demasiado pequeña. Evitan a las personas malvadas siempre que las ven, sin atreverse a ofenderlas. Aparte de temer la muerte y valorar sus propias vidas, la mayoría de la gente también protege sus diversos intereses carnales; son incapaces de ganar discernimiento y aprender lecciones de las diversas cosas que hacen las personas malvadas. Por tanto, esta idea es fundamentalmente irrealizable y no puede producir ningún resultado. Si una persona malvada aparece en una iglesia, cuando la mayoría ha reconocido y determinado que se trata de un individuo malvado, ¿cuánta gente tiene sentido de la rectitud para alzarse, romper con el malvado, combatirlo y proteger los intereses de la casa de Dios? ¿Cuál es el porcentaje de personas? ¿El 10 %? Si no es el 10 %, ¿es el 5 %? (Aproximadamente). Eso significa que, en un grupo de veinte, podría haber un individuo que se alzara para luchar contra una persona malvada, para ponerla al descubierto y cuestionarla a través de las palabras de Dios, entablar un debate y echarla de la iglesia. Estos individuos son los héroes entre el pueblo escogido de Dios, las figuras meritorias de la iglesia. Algunos líderes y obreros temen ocuparse de las personas malvadas. ¿Son aptos para sus roles? ¿Están cualificados para dar testimonio de Dios? Cuando oyen hablar de una persona malvada a la que se debe echar de la iglesia, dicen: “Echarla es un poco problemático. Solía relacionarme bastante con ella. Sabe dónde vivo y cuáles de mis familiares creen en Dios. Si la expulso, seguro que buscará vengarse de mí”. ¿Qué pensáis? ¿Se merece esa gente ser líderes y obreros? (No). Después de descubrir a una persona malvada a la que se debe echar, lo primero en lo que piensan es en sus propios intereses, pues temen la venganza de la persona malvada. No piensan en si la persona malvada, que conoce algunos lugares de reunión e información de contacto de los hermanos y hermanas, podría traicionar a la iglesia o a los hermanos y hermanas después de que la echen, ni en cómo evitar esto. Su preocupación principal no son los intereses de la casa de Dios, sino el temor de que la persona malvada, que conoce su situación familiar, pudiera traicionar a su familia y afectar negativamente a esta. ¿Dan testimonio estos líderes y obreros? (No). Algunos líderes y obreros ven que las personas malvadas se comportan como tiranos e intentan controlar la iglesia, pero no se atreven a decir lo que piensan. En lugar de eso, transigen y rehuyen, sin atreverse a tratar con las personas malvadas. Cuando ven a personas malvadas, se sienten tan aterrorizados como si hubieran visto a un demonio malvado de tres cabezas y seis brazos y son incapaces de proteger los intereses de la casa de Dios. En cambio, algunos hermanos y hermanas corrientes tienen algún sentido de la rectitud, así como la valentía y la fe para alzarse y poner al descubierto a los malvados después de detectarlos, sin miedo de que estos busquen venganza contra ellos. Sin embargo, estos individuos escasean en la iglesia. Es posible que el 5 % que todos habéis mencionado antes sea una exageración, no una estimación moderada. Desde esta perspectiva, ¿cuál es la actitud de la mayoría hacia los individuos con un carácter cruel que son propensos a vengarse? (La de autoprotección). Su primer pensamiento es protegerse a sí mismos, y solo se centran en eso, sin tener en cuenta cómo alzarse y luchar contra los malvados para proteger los intereses de la casa de Dios y de los hermanos y hermanas. ¿Qué problema indica esa autoprotección? (Estas personas son muy egoístas). Por un lado, refleja una humanidad profundamente egoísta y, por otro, demuestra que la fe en Dios de la mayoría de la gente es demasiado débil. Sostienen a viva voz: “Dios tiene soberanía sobre todo; Él es nuestro apoyo”, pero cuando se enfrentan a la realidad, sienten que no pueden confiar en Dios y que deben depender de ellos mismos, por lo que conceden prioridad a su propia autoprotección, algo que consideran como la opción más inteligente. La conclusión a la que llegan es: “Nadie puede protegerme, ni siquiera Dios es de fiar. ¿Dónde está Dios? ¡No podemos verlo! Además, no sé si Él me protegerá o no. ¿Qué pasará si no me protege?”. Las personas tienen una fe muy escasa. Proclaman sin parar: “Dios tiene soberanía sobre todo; Él es nuestro apoyo”, pero cuando se producen ciertas situaciones, solo buscan protegerse a sí mismas y son incapaces de alzarse para luchar contra Satanás y mantenerse firmes en su testimonio; les falta incluso esa cantidad de fe. La fe de las personas es muy escasa; eso es algo que este asunto también deja completamente en evidencia. Su estatura es así de pequeña. Por lo que respecta a las personas malvadas propensas a vengarse, en el caso de que haya unos cuantos individuos que quieran poner al descubierto a tales personas, pero se sientan aislados e impotentes y teman ser reprimidos por estas, deberían aliarse con diversos líderes y obreros o con hermanos y hermanas que tengan la capacidad de discernir. Después de haber unido fuerzas, tendrán una confianza absoluta en la victoria. Entonces, podrán poner al descubierto y diseccionar las acciones y conductas de estas personas malvadas, lo que permitirá a la mayoría de la gente discernir y ver con claridad su auténtico rostro, de modo que todo el mundo será capaz de unirse en corazón y mente y echarlas de manera conjunta. Antes, habéis mencionado que, cuando aparecen personas malvadas, aproximadamente uno de cada veinte miembros del pueblo escogido de Dios podría tener sentido de la rectitud para hablar de manera justa y atreverse a alzarse y echar a estas personas malvadas. Uno de cada veinte es demasiado poco; si en una iglesia solo hubiera diez personas, ¿cómo depurarían a los malvados? No podrían; esos diez miembros estarían bajo el control de los malvados y soportarían su maltrato, lo que es inaceptable. ¡Sería fabuloso aspirar a que fuera uno de cada diez o incluso uno de cada cinco el número de individuos que tuvieran la valentía de alzarse y luchar contra las personas malvadas! Buscar en todo momento protegerse a uno mismo no solo tiene como resultado la pérdida de testimonio frente a Satanás, sino, lo que es incluso peor, también de la oportunidad de conseguir la verdad ante Dios. En una iglesia en la que haya un malvado, al menos algunos se verán perjudicados; si hay dos malvados, la mayoría se verá perjudicada; y si el poder está en manos de un anticristo, con diversos cómplices y secuaces subordinados, todo el pueblo escogido de Dios de la iglesia se verá perjudicado. ¿No es así? (Sí). Una persona alzada contra los malvados representa una unidad de fuerza, mientras que diez personas alzadas contra los malvados representan diez unidades de fuerza. Por tanto, ¿qué pensáis que temen más las personas malvadas: a uno o a diez individuos? (A diez). Entonces, si veinte, treinta o cincuenta personas se alzan contra los malvados, ¿quién vencerá al final? (Los hermanos y hermanas). Al final, ganarán los hermanos y hermanas. ¿Acaso no se consigue así que echar a las personas malvadas resulte mucho más sencillo? La unión hace la fuerza; todos deberíais tener claro este concepto simple. Por tanto, discernir y echar a las personas malvadas no es solo responsabilidad de un líder u obrero determinado, sino una responsabilidad colectiva de todo el pueblo escogido de Dios de la iglesia. Gracias a los esfuerzos de los líderes y obreros y a la cooperación del pueblo escogido de Dios para echar a las personas malvadas, todo el mundo puede disfrutar de días apacibles. Si no se echa a las personas malvadas, si se dejan en la iglesia con la esperanza de que se arrepientan, sin observar ninguna mejora después de seis meses o un año, el resultado de mostrar misericordia con el mal será que esas personas seguirán perturbando de manera insufrible al pueblo escogido de Dios. Permitir que las personas malvadas se comporten como tiranos y controlen la iglesia equivale a entregarse a los malvados, así como a poner a los hermanos y hermanas en sus manos, permitiéndoles que controlen con total libertad y perjudiquen gravemente al pueblo escogido de Dios. ¿Es fácil entender y alcanzar la verdad en un entorno en el que las personas malvadas y los anticristos tienen el poder? (No). El tiempo es valioso. Si echas a las personas malvadas lo antes posible, podrás restaurar la paz y disfrutar de una vida de iglesia adecuada cuanto antes y entender más de la verdad. Si no echas a las personas malvadas, causarán perturbación y destrucción entre la gente como perros rabiosos y dirán y harán lo que les venga en gana. Eso te privará de tiempo para alcanzar la verdad, lo que quiere decir que los malvados controlan tu tiempo y tu cumplimiento del deber. ¿Es eso algo bueno o malo? (Es malo). En teoría, todo el mundo sabe que es algo malo, sin embargo, al enfrentarse a personas malvadas que perturban la iglesia, dejan de pensar de esa manera y solo se centran en que los malvados no maquinen nada en su contra ni los perjudiquen gravemente. Si todo el pueblo escogido de Dios de una iglesia temiera así a este tipo de personas malvadas, la iglesia caería con facilidad bajo el control de personas malvadas y anticristos, y estos también controlarían al pueblo escogido de Dios. ¿Podrían entonces ser salvados por Dios? Es difícil decirlo. Una iglesia donde no haya dos o tres personas que entiendan la verdad y se unan de corazón y mente para dar testimonio de Dios y servirlo es una iglesia sin esperanza, y esa es una situación trágica.

Ser propenso a vengarse es una manifestación de conducta malvada y uno de los comportamientos y manifestaciones que produce un carácter cruel. A estos individuos, cuando exhiben este comportamiento concreto, se los debería calificar como personas malvadas. Naturalmente, hay gente que, al ser mezquina, carecer de conocimiento o ser nuevos creyentes que no entendían la verdad, siempre eran quisquillosos con los demás, albergaban odio hacia quienes les eran contrarios o los perjudicaban, o en alguna ocasión habían utilizado medios para llevar a cabo su venganza contra ciertos individuos; sin embargo, al oír que los que son propensos a vengarse son personas malvadas y que hay que echarlos de la iglesia, cambian su forma de pensar, experimentan en secreto un cambio interior y muestran cierta moderación y control en su comportamiento. Decidme, ¿se considera que esta gente pertenece a las filas de los malvados? (No). ¿Qué indica esto? (Su capacidad para cambiar). ¿Qué demuestra su capacidad para cambiar? Que pueden aceptar la verdad; es un buen fenómeno. ¿Por qué decimos que pueden aceptar la verdad? Porque, después de oír la verdad a este respecto y darse cuenta de que la búsqueda de venganza es una manifestación de las personas malvadas, reflexionan sobre su propio estado corrupto, admiten su esencia corrupta y entonces se arrepienten ante Dios, actúan según Sus palabras y frenan su comportamiento. Esta es una manifestación de aceptar la verdad. Las personas malvadas de las que hablamos aquí no aceptan la verdad. Por muy claramente que compartas la verdad con ellas, no la aceptan; siguen siendo obstinadas y se niegan a escuchar a nadie. Incluso si las adviertes: “Tus acciones harán que se te eche”, no se preocupan y siguen a su aire, inmutables a los demás. Cuando las pones al descubierto, no admiten sus errores. Cuando les dices que son personas propensas a vengarse, que son malvadas y que habría que echarlas, aun así no abandonan su maldad ni cambian en lo más mínimo. ¿Qué tipo de personas son estas? Son las que sienten aversión por la verdad. No aceptan la verdad en absoluto; independientemente de cómo se califique su esencia-carácter, de cómo se pongan al descubierto sus acciones malvadas o de cómo se ocupen de ellas, se mantienen impasibles, de ningún modo agacharán la cabeza ni admitirán sus faltas y, sin duda alguna, no se desprenderán de nada. Esto es una incapacidad para cambiar. ¿Cuál es la esencia del hecho de que uno no cambie? El rechazo a aceptar la verdad. Si pudieran aceptar siquiera un solo enunciado correcto o un solo aspecto de la verdad, no seguirían por la senda errónea sin darse media vuelta. Virarían el rumbo, admitirían sus errores y, en cierta medida, se desprenderían de aquello en lo que anteriormente habían insistido. Debido a que son personas malvadas, debido a que son individuos malvados con un carácter cruel, después de que dicho carácter dé lugar a su comportamiento de búsqueda de venganza, no solo se niegan a aceptar lo que las palabras de Dios ponen al descubierto, a ser podadas o a este tipo de calificación, sino que, por el contrario, insisten en ir a la suya hasta el final. No tienen previsto aceptar que las califiquen o las pongan al descubierto ni tienen la intención de admitir su corrupción. Por supuesto, dado que no admiten su corrupción, tampoco prevén abandonar su comportamiento y sus acciones de búsqueda de venganza ni sus principios de conducta propia. Son malvadas hasta la médula. ¿Acaso no son diablos estas personas malvadas? (Sí). Son diablos que poseen por completo la esencia de Satanás. No puedes cambiarlas. ¿Por qué no se las puede cambiar? El motivo principal es porque se niegan rotundamente a aceptar la verdad. Rechazan incluso la más mínima verdad, así como cualquier enunciado correcto o palabra o cosa positiva. Aunque verbalmente reconozcan las palabras de Dios como la verdad y como cosas positivas, en el corazón no aceptan la verdad en absoluto ni tienen previsto practicar y experimentar las palabras de Dios para cambiar su forma de comportarse y hacer las cosas. Puede que a veces admitan de palabra que sus acciones se basan por completo en la filosofía de Satanás, pero seguirán sin aceptar de ninguna manera la verdad. Cualquiera que comparta la verdad con ellas se encuentra con su extrema repulsión, e incluso con su odio y juicio, y cualquiera que las ponga al descubierto y las discierna se convierte en el objetivo de su odio y venganza, sea quien sea; ni siquiera sus propios padres se libran de ello. ¿Acaso no les queda muy lejos la redención? (Sí). Están muy lejos de redimirse. ¿Es una pena echarlas? (No). Se debe echar o expulsar a estos individuos. Estas son básicamente todas las manifestaciones de los que son propensos a vengarse; estas son sus características, sus actitudes, sus maneras y métodos de hacer las cosas y sus procesos mentales, así como su postura hacia la verdad; principalmente; son básicamente estos. Ya hemos hablado sobre el impacto que tienen en la iglesia y en los hermanos y hermanas, de modo que no hace falta volver a hacerlo. Con esto, concluimos la charla sobre las manifestaciones del cuarto tipo de personas: las que son propensas a vengarse.

Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.