Las responsabilidades de los líderes y obreros (25) Parte 3
E. Son incapaces de mantener la boca cerrada
A continuación, hablaremos sobre el quinto tipo de personas, las que no pueden mantener la boca cerrada. ¿Es este un problema grave? Si lo miramos desde un punto de vista literal, no ser capaz de mantener la boca cerrada no parece una cuestión importante. Algunos podrían tener ciertas dudas sobre la calificación de estos individuos como personas malvadas: “Puesto que la gente tiene boca, se supone que puede hablar en cualquier momento y lugar; puede discutir sobre asuntos cuándo y dónde sea. ¿Acaso no es un poco exagerado categorizar a los que no pueden mantener la boca cerrada entre las personas malvadas a las que se debe echar?”. ¿Qué pensáis sobre esto? (Si causan trastornos y perturbaciones a la vida de iglesia o a la obra de esta, de modo que provocan consecuencias adversas, también se los debe echar). El problema de estos individuos no está relacionado con el hecho de no mantener la boca cerrada, sino con su humanidad. Si causan perturbaciones a los hermanos y hermanas, a la vida de iglesia y a la obra de esta, o si sus palabras equivalen a traicionar y vender a la iglesia, e incluso avergüenzan a la casa y el nombre de Dios, entonces hay que ocuparse de tales individuos. Hablemos primero sobre las manifestaciones de los que no pueden mantener la boca cerrada y, después, sobre cómo ocuparse de ellos. ¿Puede llamarse “bocazas” a los que no pueden mantener la boca cerrada? (Sí). ¿Es tal que así? ¿Es esa una característica de estas personas? ¿Ser un bocazas significa ser estúpido, no saber qué debe o no debe decirse y soltar lo que se te ocurra sin tener en cuenta las consecuencias? ¿Es eso lo que quiere decir no mantener la boca cerrada? (No). A algunos se les da bien hablar y comunicarse; son directos y relativamente claros y honestos. Suelen compartir con otros sus pensamientos internos e ideas, sus propias revelaciones de corrupción, lo que han experimentado e incluso sus errores. Sin embargo, estos individuos no son necesariamente estúpidos ni incapaces de mantener la boca cerrada. Parece que hablan sobre cualquier tema y son bastante claros y honestos, pero no pronuncian palabra alguna en lo referente a asuntos esenciales, cuestiones que podrían avergonzar a Dios o a Su casa o temas que podrían suponer una traición por su parte a los hermanos y hermanas o a la iglesia, convirtiéndolos así en Judas. A esto se le llama mantener la boca cerrada. Así pues, no es que la gente directa, los bocazas o aquellos a los que se les da bien hablar no puedan mantener la boca cerrada. ¿Qué significa en este caso ser incapaz de mantener la boca cerrada? Ser incapaz de mantener la boca cerrada quiere decir hablar sin principios y de manera temeraria, sin tener en cuenta el destinatario, el momento ni el contexto. Además, implica no saber proteger la obra de la iglesia ni los intereses de la casa de Dios en lo más mínimo, o no preocuparse en absoluto de si ello beneficia a los hermanos y hermanas o a la vida de iglesia, y simplemente decir cualquier cosa. ¿Cuál es la consecuencia de “simplemente decir cualquier cosa”? Es la traición involuntaria a los intereses de la casa de Dios y de los hermanos y hermanas. Sin querer, debido a su modo de hablar temerario y a su incapacidad para mantener la boca cerrada, conceden ventaja a los no creyentes respecto a la casa de Dios, les permiten burlarse de ciertos hermanos y hermanas, y dejan que los no creyentes y la gente que no cree en Dios sepan muchas cosas que no deberían saber. Como resultado, estas personas hacen comentarios y observaciones irrespetuosas con total libertad sobre los asuntos de la casa de Dios y las cuestiones internas de la iglesia, y dicen cosas que suponen una calumnia y una blasfemia contra Dios. Incluso pueden inventarse rumores sobre los hermanos y hermanas, la iglesia y la obra de la casa de Dios y acarrear con ello consecuencias adversas. Esto constituye una perturbación para la obra de la casa de Dios y equivale a hacer el mal. Algunos individuos prestan una atención particular a investigar e informarse sobre quiénes son los líderes y obreros de la iglesia, sus domicilios, los datos personales de los hermanos y hermanas, el trabajo contable y financiero de la iglesia, el personal contable y las listas de las personas a las que se ha echado o expulsado de la iglesia. También se centran de manera particular en obtener información sobre los arreglos del trabajo de la iglesia. Este tipo de comportamiento es muy sospechoso y podría indicar que son infiltrados o espías del gran dragón rojo. Si estos datos se filtraran a los diablos no creyentes, de modo que el gran dragón rojo llegara a conocerlos, las consecuencias serían impensables. Por estupidez e ignorancia, algunos podrían compartir esta información o parte de ella con sus familiares no creyentes, quienes luego la difundirían o se la facilitarían a agentes del gran dragón rojo. Esto podría suponer posibles riesgos y comportar muchos problemas para la obra de la iglesia, con consecuencias inimaginables. Algunos suelen compartir de manera involuntaria estos asuntos internos de la iglesia con sus familiares no creyentes, lo divulgan todo sin ninguna reserva. Los comparten incluso con parientes y amigos no creyentes. El resultado es una filtración constante de los asuntos internos de la iglesia al mundo exterior a través de sus palabras. ¿Cuáles son las consecuencias de estas filtraciones? Muchos de sus familiares, parientes y amigos no creyentes llegan a conocer muchas de las cuestiones internas de la iglesia que incluso los hermanos y hermanas podrían desconocer, o los domicilios de los hermanos y hermanas, sus nombres reales y sus asuntos conyugales privados. ¿Cómo se filtran estas cuestiones de la iglesia? ¿Cómo llegan a conocerlas los no creyentes? ¡Hay “corresponsales” dentro de la iglesia! ¿Cómo se les llama a estos individuos? (Los que no pueden mantener la boca cerrada). Exactamente. Comparten con sus familiares no creyentes todo lo que ocurre en la vida de iglesia cotidiana o cosas relativas a los hermanos y hermanas, como el hecho de que se divorcie una hermana, que otra hermana tenga un marido que esté perdiendo dinero en los negocios o un hijo desobediente, que cierto hermano o hermana se compre una casa, etcétera. También hablan sobre los hermanos y hermanas que fueron arrestados por el gran dragón rojo y se convirtieron en Judas, o sobre los que se mantuvieron firmes en su testimonio, e incluso mencionan que los líderes de la iglesia los podaron. Sus conversaciones en casa giran por completo en torno a estos temas. Sus familiares incluso los aconsejan y les indican estrategias para ayudarlos a actuar contra los líderes, los hermanos y hermanas o cualquier persona de la iglesia con quien no se lleven bien, que los cuestione o los haya puesto al descubierto. En las reuniones entre los hermanos y hermanas, estos individuos parecen particularmente obedientes y educados, participan poco, no son buenos conversadores, nunca hablan sobre sus propias actitudes corruptas, jamás comparten su entendimiento vivencial e incluso apenas oran. Tratan a los hermanos y hermanas con una actitud de cautela y, en cambio, a sus familiares no creyentes como si fueran miembros de la casa de Dios. Enumeran todos los datos sobre la iglesia a sus familiares sin omitir ninguno, y lo comparten todo con ellos, incluso el hecho de que la iglesia imprima libros de la palabra de Dios, quiénes tienen talento para qué cosa en la iglesia y otras cuestiones; hablan de todo ello con sus familiares y con gente que no cree en Dios. Al margen de la finalidad con la que hagan esto, la consecuencia final es que traicionan la obra de la iglesia, así como a los hermanos y hermanas. Están bien informados sobre la situación de cada miembro clave de la iglesia. Por supuesto, estas personas también son el objeto de las discusiones y los juicios que emiten a sus espaldas, y pueden incluso ser a quienes traicionen en secreto. Si alguien tiene buena relación con ellos, lo alaban sin cesar ante sus familiares. Por el contrario, si alguien tiene mala relación con ellos, lo insultan en todo momento ante sus familiares, de manera que estos llegan incluso a participar en los insultos verbales, a llamar idiotas a los hermanos y hermanas o a decir que no sirven para nada. Estos individuos injurian a los hermanos y hermanas con cualesquiera palabras insultantes que utilizan los no creyentes. Son como los no creyentes; son puramente incrédulos; no valen para nada y se los debería echar de inmediato.
En la nación del gran dragón rojo, la información de todo aquel que crea en Dios se debería mantener en la confidencialidad e, incluso cuando el pueblo escogido de Dios se traslade al extranjero, sus datos deberían seguir siendo privados. Esto se debe a que hay espías del gran dragón rojo en todos los países del mundo y se infiltran por todas partes con el objetivo concreto de recopilar información sobre los que creen en Dios. En China continental, la situación de los hermanos y hermanas que siguen a Dios es muy complicada y peligrosa. Incluso cuando van al extranjero, hay cierto nivel de peligro. Si los espías del gran dragón rojo recopilan información sobre ellos, por un lado, existe riesgo de extradición y, por otro, como mínimo, sus familiares y parientes residentes en China continental podrían verse implicados. Por motivos de seguridad y por respeto a las personas, todo el mundo debería mantener la confidencialidad de la información personal de los hermanos y hermanas, y no debería compartir dicha información con los que no creen en Dios. Incluso en compañía de los que creen en Dios, no se debería divulgar a la ligera información personal de alguien a otros sin el consentimiento de la persona en cuestión. Es del todo inadmisible tratar cualquier información sobre los hermanos y hermanas, la obra de la iglesia, los deberes que uno cumple, las experiencias compartidas en las charlas u otros detalles semejantes como temas de conversación para compartirlos con los no creyentes durante el tiempo libre de uno. ¿Cuáles son las consecuencias de hablar sobre estos asuntos con ellos? ¿Hay algún resultado positivo o constructivo? (No). La consecuencia de estas conversaciones es que los diablos no creyentes se aprovechan, se burlan, juzgan e incluso insultan y difaman. ¿Es esto bueno? (No). Deberíais examinar si hay individuos en la iglesia con motivos ocultos que hablen sin reserva alguna con no creyentes y familiares no creyentes sobre tales detalles como las situaciones reales de la obra de la iglesia y la vida de esta, así como sobre quién cree realmente en Dios, quién persigue la verdad, quién cumple sus deberes, quién no los cumple, quién suele ser negativo, quién tiene una fe atolondrada, e incluso sobre información personal y situaciones de los hermanos y hermanas. Buscad a estos individuos. Hay cuestiones que incluso la gente de la iglesia no necesita saber; sin embargo, los familiares no creyentes de estos individuos conocen mejor y con mayor claridad estos asuntos que los propios miembros de la iglesia. ¿Cómo es posible? Es la “contribución” de un infiltrado. Dicho infiltrado trata a sus familiares como si fueran líderes de la iglesia, así que informa en casa a sus “líderes” sobre cualquier cosa que vea en la iglesia en un intento de ganarse su favor y estrechar la relación emocional con su familia. Es evidente que estos infiltrados que no pueden mantener la boca cerrada han vendido todos estos asuntos de la iglesia. No respetan a los hermanos y hermanas ni protegen la obra ni los intereses de la casa de Dios. Tratan a la casa de Dios y a la iglesia como si fueran la sociedad o un lugar público, hacen comentarios a la ligera sobre los hermanos y hermanas y los juzgan como si fueran no creyentes, e incluso se suman a los incrédulos y los no creyentes a la hora de emitir juicios con total libertad sobre los hermanos y hermanas. Además, una vez que los líderes los han podado o después de conflictos, disputas y desacuerdos con los hermanos y hermanas, algunos individuos se van a casa y montan una escena para asegurarse de que su familia esté al tanto de todo lo ocurrido. La consecuencia es que su familia busca venganza contra los líderes o los hermanos y hermanas con la intención de vender y hundir a la iglesia. ¿Es esto un buen fenómeno? (No). Comparten sin reservas con familiares, parientes y amigos los asuntos internos de la iglesia y cosas como cuántos hermanos y hermanas viven la vida de iglesia y qué deberes hacen todos. ¿Qué tipo de desgraciados son? ¿Son auténticos creyentes? (No). ¿Son miembros de la casa de Dios? ¿Es posible llamarlos hermanos o hermanas? (No). Mantener a estos infiltrados y traidores ocultos en la iglesia ha acarreado, acarrea y acarreará problemas importantes a la casa de Dios y a los hermanos y hermanas. Aunque no parezca que cometan muchas acciones malvadas en la vida de iglesia, ¡las consecuencias y el efecto del hecho de que transmitan en secreto diversos datos sobre la casa de Dios a no creyentes, satanases y diablos son sumamente perjudiciales! ¿Se debería permitir a esta escoria permanecer en la iglesia? (No). ¿Se merecen que los llamen miembros de la casa de Dios? ¿Son dignos de ser tratados como hermanos y hermanas? (No). ¿Qué debería hacerse con esta gente? (Se la debería echar cuanto antes). ¡Se la debe echar cuanto antes! ¡Echadla! Este es el motivo para echarla: “No puedes mantener la boca cerrada, no sabes reconocer lo que es bueno para ti y muerdes la mano que te da de comer. Crees en Dios y disfrutas de Su gracia, así como de la ayuda, del amor, de la paciencia y del cuidado de los hermanos y hermanas, pero sigues vendiendo así a estos y a la iglesia. No vales para nada. ¡Lárgate!”. No se deberían divulgar los asuntos de los hermanos y hermanas, las cuestiones de la iglesia ni ninguna obra de la casa de Dios a los no creyentes, y tampoco deberían utilizarse tales cosas como temas en conversaciones frívolas con los no creyentes. ¡No se lo merecen! Cualquiera que difunda esta información se convierte en un personaje maldito, alguien a quien la iglesia debe echar, y los hermanos y hermanas deberían rechazarlo. El simple hecho de vender a los hermanos y hermanas y a la iglesia, de compartir los asuntos internos de la iglesia con no creyentes en conversaciones informales, los convierte sin duda alguna en traidores, infiltrados y personas malvadas a quienes se debería echar de la iglesia. Los hermanos y hermanas son libres de hablar y debatir según sea necesario sobre cualquier obra que se realice en la iglesia, por ejemplo, sobre a quién se debe echar o el suceso de ciertos acontecimientos, pero no se debe compartir esta información con no creyentes ni se puede hablar al respecto con familiares no creyentes. En particular, no se deben divulgar a extraños las situaciones personales y familiares de los nuevos hermanos y hermanas con escasa estatura. Si te cuesta guardarte para ti esta información, deberías orar a Dios y confiar en Él para aprender a tener autocontrol, así como dedicarte a ciertas actividades que merezcan la pena. Si realmente no puedes controlarte, primero deberías informar del caso a la iglesia para encontrar una solución y evitar consecuencias adversas, porque lo más probable es que la difusión de esa información cause problemas. Por ejemplo, los números de teléfono personales, las direcciones particulares, el número de años que lleva alguien creyendo en Dios, la situación familiar, el estado civil, etcétera, son cuestiones confidenciales. Todo esto no tiene nada que ver con la verdad ni con la entrada en la vida; pertenecen a la privacidad personal. Solo los agentes y los infiltrados investigan de manera específica estos asuntos. Si disfrutas indagando sobre estos temas y difundiéndolos, ¿qué tipo de carácter indica eso? ¡Es algo vil! No perseguir la verdad, sino centrarse en cotillear, actuar como un infiltrado o un espía y rendir servicio al gran dragón rojo: ¿acaso no es eso algo vil y malvado? Alguien que de manera específica indaga, investiga y difunde sin prudencia alguna cuestiones confidenciales y los asuntos privados de otros tiene motivos ocultos y es un incrédulo. El pueblo escogido de Dios debe ser especialmente precavido ante estos individuos. Si este tipo de personas no se arrepienten, debe ponerse fin a su vida de iglesia, porque vender a los hermanos y hermanas es el acto más inmoral, despreciable y vergonzoso. El pueblo escogido de Dios debería alejarse de estas personas. En la vida de iglesia, la gente debería abstenerse de preguntar y hablar sobre estos temas, ya que no tienen nada que ver con la enseñanza de la verdad y hablar sobre ellos no aporta beneficio alguno a los demás.
La casa de Dios cuenta con diversos decretos administrativos y preceptos que el pueblo escogido de Dios debe cumplir. No se deben difundir de manera informal dentro de la iglesia temas como los asuntos internos de la iglesia, los ajustes de personal relativos a líderes y obreros, la obra de depuración de la iglesia y los arreglos de lo Alto, entre otros, a fin de evitar que los incrédulos y las personas malvadas vendan tales temas a Satanás. La razón de esto es que la casa de Dios es distinta de la sociedad; Dios requiere que la gente persiga la verdad, lea más Su palabra, medite y comparta más. Solo al propagar las palabras de Dios y dar testimonio de Él se puede generar una atmósfera adecuada; solo al compartir más testimonios vivenciales se puede crear semejante atmósfera. Además, hay muchos nuevos creyentes en la casa de Dios que llevan poco tiempo creyendo en Dios. Es inevitable que todavía no se haya puesto en evidencia a algunos incrédulos. En particular, los primeros cinco o diez años de creencia corresponden a un período de tiempo en el que se revela el verdadero ser de las personas; durante ese período, no es posible determinar quién puede mantenerse firme y quién no, ni cuántas personas malvadas capaces de perturbar la iglesia siguen existiendo. Difundir siempre de manera temeraria información personal y este tipo de asuntos externos, así como cuestiones no relacionadas con la enseñanza de la verdad, puede tener muchas consecuencias adversas. Por ejemplo, alguien podría preguntar: “¿De dónde es cierto líder? ¿Dónde vive?”. Esta información confidencial no es lo que el pueblo escogido de Dios necesita saber. Otra persona podría preguntar: “¿Cuánto le cuesta a la casa de Dios imprimir un libro de las palabras de Dios?”. ¿Sirve de algo saberlo? (No). ¿Es cosa tuya el coste de la impresión? ¿Te lo han cobrado a ti? Parece que no tiene nada que ver contigo, ¿cierto? Algunos podrían preguntar: “¿Quiénes son ahora los líderes de nivel superior en la casa de Dios?”. Si no son personas que te dirijan directamente, ¿te afecta el hecho de no saberlo? (No). En la China continental, saber estas cosas podría ser un problema. En caso de caer en manos del gran dragón rojo y ser sometido a actos graves de tortura, si no sabes estas cosas, por mucho que te golpeen, no podrás revelar nada, de modo que no acabarás convirtiéndote en un Judas. En cambio, si las sabes y no puedes soportar las fuertes palizas recibidas, podrías acabar hablando y convertirte en un Judas. En ese momento, podrías pensar: “¿Por qué habré preguntado imprudentemente acerca de eso? Habría sido mucho mejor no saberlo. Aunque me hubiesen matado a golpes, habría seguido desconociendo esas cosas; aunque hubiese querido inventarme las respuestas, no se me habría podido ocurrir ninguna. En ese caso, no me habría convertido en un Judas. Ahora he aprendido la lección: es mejor no saber demasiado sobre estos temas no relacionados con la verdad. Indagar sobre estas cosas no aporta beneficio alguno; desconocerlas es mejor”. Y hay otros que podrían preguntar: “¿Cuántos equipos hay en la casa de Dios que hagan un trabajo especializado?”. ¿Qué tiene que ver eso contigo? Limítate a hacer el trabajo que se le ha asignado a tu equipo. No saberlo no afecta a tu capacidad para cumplir tu deber con normalidad, perseguir la verdad en tu fe o vivir la vida de iglesia; no afecta a nada de esto. No saberlo no te impide perseguir la verdad o alcanzar la salvación como creyente, de modo que ¿por qué preocuparse por preguntar? “¿Proceden la mayoría de los hermanos y hermanas de zonas urbanas o de zonas rurales? ¿Tienen formación académica o no?”. ¿Sirve de algo saber estas cosas? (No). ¿Qué pasa si todos proceden de zonas rurales? ¿Y qué pasa si todos son de ciudad? Esto no tiene nada que ver con la verdad. Algunos podrían preguntar: “¿Cómo se está difundiendo actualmente el trabajo evangélico?”. Preguntar un poco sobre esto está bien, sin embargo, algunas personas, movidas por la curiosidad, indagan en detalle sobre el número exacto de países en los que se ha difundido el trabajo evangélico, lo que es innecesario. Aunque lo supieran, ¿cómo les influiría? ¿Qué beneficio les aportaría conocer esos datos? Si no tienes la realidad-verdad, seguirás sin tenerla aunque conozcas esa información; conocerla no te ayudará en absoluto a cumplir bien tus deberes ni contribuirá en modo alguno a tu entrada en la vida. Está bien no indagar sobre algunos asuntos generales; en realidad, es mejor no conocerlos. Saber demasiado es una carga. Una vez filtrada esta información, se convierte en un problema y una transgresión. Conocer estas cosas no es bueno: cuanto más sabes, más problemas se pueden producir. Los que entienden la verdad saben lo que se debe y lo que no se debe decir. Los atolondrados, quienes carecen de entendimiento espiritual, no distinguen entre personas de dentro y extraños al hablar y solo dicen tonterías. Por tanto, no se debería informar de estos asuntos a aquellos que están en la iglesia pero no entienden la verdad. Saber estas cosas no aporta beneficios de ningún tipo. Primero, esta gente no puede ayudar a resolver problemas. Segundo, no pueden proteger la obra de la iglesia. Y tercero, no hace falta que hablen bien de la casa de Dios. Todas las palabras de Dios son la verdad, y todas Sus acciones son justas. ¿Hay alguna necesidad de adulación y halagos por parte de esos incrédulos y no creyentes que carecen de entendimiento espiritual? Ninguna. Aunque ni una sola criatura en todo el mundo siguiera a Dios o lo adorara, Su estatus y esencia permanecerían invariables. Dios es Dios, inmutable para siempre, invariable ante cualesquiera alteraciones de las circunstancias. La identidad y el estatus de Dios son eternamente inalterables. Estas son verdades que los que creen en Dios deberían entender. Los incrédulos y los no creyentes hablan y actúan sin distinguir entre personas de dentro y extraños. ¿Es beneficioso para la obra de la casa de Dios que sepan demasiado? ¿Es necesario que conozcan la obra de la casa de Dios? ¡No son merecedores de ese conocimiento! Algunos podrían preguntar: “¿Son secretos todos estos asuntos y por eso no se pueden conocer?”. Después de haber creído en Dios hasta este momento, ¿creéis que estos asuntos contienen secretos? (No). Pero el pueblo escogido de Dios tiene integridad y dignidad; no debe ser sometido a discusión ni ridiculización por parte de los no creyentes. La casa de Dios, la iglesia y los hermanos y hermanas, ya sea como grupo o como individuos, tienen todos dignidad; todos son positivos y nadie debería intentar deshonrarlos. ¡Cualquiera que actúe de una manera que permita a los satanases y los diablos ensuciar de manera deliberada y difamar con indiferencia o perjudicar la reputación de la casa de Dios, o dañar la reputación de los hermanos y hermanas, está maldito! Por tanto, la iglesia no permite de ningún modo la existencia de los que no pueden mantener la boca cerrada. ¡Una vez identificados, se los debe echar! ¿Está este planteamiento en consonancia con los principios? (Sí).
Algunos son especialmente cuidadosos y cautos al hablar, comunicarse, interactuar o relacionarse con los hermanos y hermanas, pero cuando ya están en casa, se vuelven unos bocazas y lo sueltan todo, incluso la información personal de los hermanos y hermanas, de forma que sus familiares, los no creyentes sin fe alguna y los que creen solo de palabra llegan a saber muchas cosas de los asuntos de la iglesia. Estas personas son unos infiltrados, unos traidores —unos Judas— y precisamente el tipo de individuos a los que la iglesia debería echar. Cuanto más tiempo permanezcan en la iglesia, más información conocerán sobre los hermanos y hermanas, más participarán en traición y más asuntos utilizarán los no creyentes para tener ventaja y difamar. Si no temes que dichas personas vendan esta información a los no creyentes, mantenlas; si no quieres que tu información personal y las cuestiones internas de la iglesia salgan de su boca, deberías echar a estos infiltrados cuanto antes. ¿Es esto apropiado? (Sí). No se debería tener indulgencia alguna con estos individuos; carecen de buenas intenciones y no tienen nada de buenos. ¿Cómo son en comparación con los dos tipos de personas que mencionamos anteriormente, las que son propensas a vengarse y las que son depravadas y están desenfrenadas? ¿Mejores o peores? (Peores). Estos individuos también pueden cumplir sus deberes, realizar algún esfuerzo y soportar ciertas adversidades; pueden cooperar en cualquier cosa que la casa de Dios les pida y no negarse, pero hay un problema: divulgan a los no creyentes todo sobre la casa de Dios. Desempeñan el papel de traidores e infiltrados, cada día. Solo por este motivo, la iglesia no puede tolerar su presencia y debe echarlos. ¿Lo entiendes? (Sí). Al margen de si son felices o infelices en la iglesia, de quién los incite, de quién se lleve bien con ellos o de que los elijan como líderes de la iglesia o los destituyan, pase lo que pase, siempre tienen que compartir cada detalle con sus familiares no creyentes. Se aseguran de que estos, así como los no creyentes, estén informados al instante y capten de inmediato la situación interna de la iglesia. Con estos individuos no debes tener indulgencia ni misericordia algunas en absoluto; si descubres a uno de ellos, échalo. ¿Cómo es este enfoque? (Adecuado). ¿Hacerlo así es ser implacable? (No). No es ser implacable. Los tratas como hermanos y hermanas, pero no protegen en absoluto los intereses de la casa de Dios ni de los hermanos y hermanas. En lugar de eso, venden estos intereses a cada instante. Los consideras como familia, pero ¿te dispensan ellos la misma consideración? (No). En ese caso, no tengas indulgencia con ellos; si hay que echarlos, échalos. Hasta la fecha, ¿os habéis encontrado con este tipo de individuos? (Sí. Lo compartían todo sobre los hermanos y hermanas con sus familiares y, a veces, a la primera oportunidad, también los informaban sobre ciertos asuntos y arreglos concretos de la iglesia. Así, sus familiares tenían tema para cotillear sobre la iglesia a espaldas de esta). ¿Se echó a estos individuos? (Sí). Después de echarlos, ¿se quejaron? Podrían sentir que no es justo y pensar: “No he hecho nada; esto no constituye una vulneración de los decretos administrativos, y tampoco he causado trastornos ni perturbaciones; así que, ¿por qué me han echado?”. ¿Pensáis que la naturaleza de sus acciones es más grave que el hecho de causar trastornos y perturbaciones? (Sí). ¿Pueden redimirse estas personas? ¿Pueden cambiar con facilidad? (No). ¿Por qué dices que no será sencillo? ¿Qué aspecto demuestra que les cuesta cambiar? (No forman parte de la casa de Dios, no son hermanos o hermanas; tienen la esencia de los incrédulos y los no creyentes). Esa es su esencia. Por tanto, ¿cómo podéis saber que son no creyentes e incrédulos? (Sean cuales sean las emociones que tengan en la iglesia, se desahogan con su familia, lo que indica que, pase lo que pase, no lo aceptan de parte de Dios, y mucho menos extraen ninguna lección de ello. Estas personas no experimentan la obra de Dios ni aceptan la verdad, de modo que tienen la esencia de los incrédulos). Ha quedado claro cuál es su esencia. Dan rienda suelta a sus emociones con la familia y lo tratan todo en función de estas. ¿Cómo podéis saber que no forman parte de la casa de Dios, sino que son no creyentes que se han infiltrado en la casa de Dios? (Porque pueden vender los intereses de la casa de Dios, actuando como traidores e infiltrados, y porque, en lo fundamental, no son personas que protejan la obra ni los intereses de la casa de Dios. Por tanto, estos individuos no se unen de corazón con la casa de Dios). Esta explicación no ha dado en el clavo. Dejad que me explique. Aunque estos individuos participen en la vida de iglesia y cumplan sus deberes, ¿han considerado siempre a los hermanos y hermanas como su familia? En palabras sencillas, ¿han considerado a los hermanos y hermanas como si fueran los suyos propios? (No). Así pues, ¿cómo consideran a los hermanos y hermanas? (Como extraños). Correcto, como extraños, como adversarios. ¿Cómo consideran, pues, a la casa de Dios y a la iglesia? ¿Acaso no son simplemente un lugar de trabajo para ellos? (Sí). Consideran la casa de Dios y la iglesia como si fueran empresas u organizaciones del mundo no creyente, y ven a los hermanos y hermanas como extraños, como aquellos de los que hay que protegerse, como adversarios. Por tanto, pueden divulgar con facilidad diversos tipos de información y varias situaciones reales sobre los hermanos y hermanas a aquellos que, en esencia, no creen en Dios. Saben que estos no creyentes no dirán nada bueno y que podrían incluso calumniar a los hermanos y hermanas y difamar la casa de Dios; saben todo esto, pero siguen revelando sin prudencia alguna las situaciones de los hermanos y hermanas y de la iglesia a estos no creyentes sin la más mínima reserva. Está claro que ven a los hermanos y hermanas como extraños, como adversarios, y siempre que surge alguna situación desagradable, se alían de inmediato con los no creyentes para burlarse de los hermanos y hermanas, difamarlos y actuar contra ellos a sus espaldas, satisfaciendo así sus propios deseos. Piensan que juzgar a cualquier hermano o hermana no sería factible en la iglesia, porque si hablaran sobre los asuntos de la iglesia o sobre los hermanos y hermanas delante de estos, tendrían que asumir las consecuencias, lo que les resultaría desfavorable. Pero hablar sobre estos temas con su familia satisface por completo su impetuosidad, sus deseos y sus emociones personales, sin tener que aceptar ninguna consecuencia, ya que, al fin y al cabo, la familia es la familia y no los vendería. Sin embargo, no pasa lo mismo con los hermanos y hermanas, quienes podrían denunciarlos, ponerlos al descubierto y podarlos, e incluso hacer que pierdan sus deberes y posiciones, en cualquier momento o lugar. Por tanto, no es ninguna falsedad decir que ven a los hermanos y hermanas como sus adversarios. Un adversario es alguien de quien uno debería protegerse. Así pues, no hablan con los hermanos y hermanas, no comparten con ellos ni les exponen nada. En lugar de eso, “viven la vida de iglesia” con sus familiares no creyentes en casa, donde lo comparten todo y abren el corazón. Expresan sin reservas ni escrúpulos de ningún tipo sus pensamientos, opiniones, frustraciones, insatisfacciones y todas sus ideas distorsionadas, y sienten alivio y placer al hacerlo. Sus familiares no los desprecian, sino que, por el contrario, los ayudan y cooperan con ellos. Si hablaran de ese modo en la iglesia, su auténtica naturaleza de incrédulos quedaría completamente al descubierto y la iglesia tendría que echarlos. Por tanto, no ven a los hermanos y hermanas como familia, sino como adversarios. Eso por un lado. Por otro lado, nunca se consideran a sí mismos parte de la iglesia, de forma que cualquier cosa que le suceda a la iglesia, ya sea difamación y blasfemia por parte del mundo religioso, rumores infundados y menosprecio por parte de los no creyentes, o trampas y persecución por parte del gobierno nacional, es irrelevante e insignificante para ellos a nivel personal. Supongamos que se sintieran realmente así: “Si se dañara la imagen de la iglesia y se deshonrara el nombre de Dios, nuestra dignidad como creyentes se vería gravemente amenazada. Debido a esto, nunca hablaría sobre los asuntos de la iglesia o de la casa de Dios con los no creyentes ni les permitiría que cotillearan y se rieran al respecto. No hablaría a la ligera sobre las cuestiones de la casa de Dios con mis familiares no creyentes ni siquiera para protegerme”. Si pensaran así, ¿acaso no serían capaces de mantener la boca cerrada? Así pues, ¿por qué no pueden hacerlo? Está claro que, básicamente, no se consideran parte de la casa de Dios ni creyentes. Algunos dicen: “Tus palabras son incorrectas. Si no se consideraran parte de la casa de Dios, ¿por qué iban a seguir viniendo a las reuniones?”. Entre los que creen en Dios, hay todo tipo de personas. ¿Acaso no hemos hablado sobre esto antes? Hay muchos que vienen a creer en Dios por diversos motivos y finalidades inapropiados, y este es uno de ellos. Creer en Dios para divertirse, aliviar el aburrimiento o encontrar sustento espiritual; ¿no son habituales estos incrédulos? ¿Acaso no se puede encontrar a mansalva a este tipo de individuos? (Sí). Ni siquiera se reconocen a sí mismos como creyentes en Dios. Por supuesto, toda la obra de la iglesia y el cumplimiento de los deberes por parte del pueblo escogido de Dios les trae sin cuidado y no prestan atención alguna al respecto. Por tanto, pueden hablar de manera informal y a la ligera con los no creyentes sobre la situación de la obra de la iglesia, sobre los asuntos internos de esta e incluso sobre cualquier problema que surja entre los hermanos y hermanas. Una vez que han terminado de hablar, los no creyentes comienzan a cotillear, calumniar y ridiculizar, pero eso no molesta en absoluto a estas personas. Incluso podrían unirse a los no creyentes para insultar a los hermanos y hermanas, juzgar a la casa de Dios y hacer comentarios sobre la obra y los arreglos del trabajo de la casa de Dios. ¿Son creyentes en Dios? (No). Un auténtico creyente nunca actuaría de esa manera. Aunque fuera para proteger su propia dignidad y sus intereses, nunca mordería la mano que le da de comer ni se aliaría con gente ajena a la iglesia. ¿No es cierto? (Sí). Por tanto, estos individuos son personas malvadas y unos incrédulos a los que se debe echar. Cuanto antes se los eche, antes habrá tranquilidad en la iglesia.
Hablemos de vosotros mismos. Por ejemplo, si tus padres, tus hermanos o tus mejores amigos no creen en Dios, pero no se oponen a tu fe y, en realidad, te apoyan bastante en esta cuestión, ¿hablarías con ellos sobre todo lo que ocurre en la iglesia? Supongamos que una de tus amigas pregunta: “¿Hay hombres en vuestra iglesia que busquen pareja? ¿Hay alguno que sea especialmente ingenuo, alto, pudiente y atractivo?”. Entre los no creyentes, algunas personas decentes también desean encontrar una pareja decente con quien compartir su vida. Tu amiga quiere encontrar a alguien que crea en Dios; así pues, ¿estarás dispuesto a contárselo? (No). Deberías decirle: “Tu debilidad por los creyentes es inútil. Eres una no creyente y, en esencia, eres incompatible con los creyentes. No habláis el mismo idioma; ¡vais por sendas distintas! Mírate, con esa ropa tan llamativa; ¿qué hermano de nuestra iglesia se sentiría atraído por ti?”. No la tienes en mucha consideración, de modo que ¿podrías hablar con ella sobre los asuntos de la iglesia? (No). Después de solo unas cuantas palabras, la conversación se iría al traste, con puntos de vista completamente divergentes. Aunque algunos no creyentes tuvieran una buena impresión de los creyentes, y aunque mantuvieran una amistad contigo después de haberte convertido en creyente, ¿estarías dispuesto a compartir con ellos los asuntos internos de la iglesia o las dificultades con las que te encuentras al cumplir tus deberes? (No). Aunque te apoyen en tu fe en Dios, ¿de qué sirve hablar con ellos sobre los asuntos de la iglesia? Por ejemplo, algunos hermanos y hermanas han soportado la tortura y los interrogatorios del gran dragón rojo sin convertirse en unos Judas. Esto es un testimonio que incluso los no creyentes admiran; ¿estarías dispuesto a compartir esto con ellos? (No). ¿Por qué no estarías dispuesto a hablar sobre el tema? (Estas cuestiones son irrelevantes para ellos y no podrían entender estos testimonios vivenciales). No serían capaces de entenderlos. ¿Qué efectos negativos podría tener el hecho de hablar sobre estos asuntos? (Podrían acabar juzgando a la iglesia). Emitirían su propio juicio: “¿Por qué os ponéis en esta situación? ¿Por qué vais en contra del gobierno nacional?”. Ya veis, un solo comentario puede poner al descubierto su naturaleza. ¿Cómo se puede considerar que esto es ir en contra del gobierno nacional? Está claro que el rey diablo que gobierna el país perjudica gravemente al pueblo escogido de Dios y lo deja sin un modo de vida. Incluso cuando presencian esto, fingen no saber nada al respecto. Está claro que hablan de una manera que invierte la verdad y tergiversa los hechos. ¿Sobre qué más podrías hablar con ellos? No puedes hablar con ellos sobre nada relacionado con la fe en Dios; no puedes dejar que sepan nada de esto. Los que no pueden mantener la boca cerrada pueden contarlo todo sobre la iglesia a los no creyentes. Son obviamente incrédulos; son diablos que vienen a la casa de Dios para andar errando, bestias que muerden la mano que les da de comer sin una pizca de conciencia ni razón. No les afectan en absoluto los perjuicios que puedan sufrir los intereses o la reputación de la casa de Dios o de la iglesia; eso no concierne a ninguno de sus propios intereses, y no sienten la más mínima pena; por tanto, pueden hablar sin prudencia ni el más mínimo escrúpulo sobre los asuntos internos de la iglesia con los no creyentes y con gente que no cree en Dios. ¿Son odiosas estas personas? (¡Sí!). ¿Puede un incrédulo —quien considera a los no creyentes su familia, en lugar de a los hermanos y hermanas— aceptar la verdad? (No). ¿Puede reconocer que Dios es la verdad? (No). Al oír las palabras de la salvación del hombre por parte de Dios, ¿puede alguien que no se considere miembro de la iglesia dejar de lado sus propios intereses para perseguir la verdad y entrar en la realidad-verdad? (No). Las actividades cotidianas de tales personas solo consisten en vender los intereses de la iglesia, apoyar a los extraños y actuar como infiltrados, unos Judas y traidores, como si esta fuera su misión. No recorren una senda adecuada, sino que viven para cometer maldades. ¡Merecen morir y estar malditos! Estos Judas, traidores y sirvientes de Satanás que muerden la mano que les da de comer son unos desgraciados negativos, son perjudiciales para la humanidad, y todo el mundo los desprecia. Por tanto, ¿no es absolutamente adecuado que la iglesia se ocupe de ellos y los eche? (Sí). ¡Es absolutamente adecuado! ¿Acaso no os desagradaría que os vendieran? Si vendieran a la iglesia o a la casa de Dios, posiblemente la mayoría no empatizaría por completo ni se angustiaría demasiado al respecto; solo estaría un poco molesta por dentro, porque, al fin y al cabo, es miembro de la iglesia. Pero ¿qué pasaría si alguien de la iglesia te vendiera a los no creyentes y, debido a este hecho, estos tergiversaran la realidad, se burlaran de ti y te difamaran, juzgaran y condenaran? ¿Cómo te sentirías entonces? ¿Acaso no experimentarías la humillación y la vergüenza que sufrieron la iglesia y la casa de Dios? (Sí). Desde este punto de vista, ¿es apropiado echar a estos individuos? (Sí). Se los debería echar; no hace falta ser indulgente con ellos. Según las diversas manifestaciones de cómo se comportan y de lo que viven, los que no pueden mantener la boca cerrada son incrédulos dentro de la iglesia, un tipo de personas malvadas a las que se debería echar. Al margen de si sus acciones se llevan a cabo en secreto o abiertamente, cuando se ha descubierto que alguien no puede mantener la boca cerrada y que su esencia-humanidad es la de un absoluto incrédulo, se debe informar de inmediato de ello a los líderes y obreros y notificar al respecto a los hermanos y hermanas. Se debería discernir a estos individuos con prontitud y exactitud y, entonces, echarlos de la iglesia cuanto antes. No dejéis que tengan ninguna implicación con la iglesia, la obra de esta o los hermanos y hermanas; la medida correcta es echarlos del todo. Con esto concluimos la charla sobre esta manifestación de la humanidad: ser incapaz de mantener la boca cerrada.
¿Son los tres tipos de personas sobre los que hemos hablado hoy casos más graves que los dos tipos sobre los que hablamos anteriormente? (Sí). Sus circunstancias son peores, su humanidad es más vil y despreciable, y el perjuicio y el efecto que causan en los intereses de la iglesia y de todos los hermanos y hermanas son mayores. Por tanto, no os toméis a la ligera estos tres tipos de personas; hay que estar atentos para guardarse de ellas y no se las debe consentir. En caso de identificar a alguien que corresponda a uno de estos tres tipos, habría que ponerlo al descubierto y discernirlo de inmediato y, después, deshacerse de él tan rápido como sea posible. Si dicha persona está cumpliendo un deber importante, encontrad a alguien para que se ocupe de su deber enseguida y, posteriormente, retiradlo de ese deber y echadlo. ¿Entendido? (Entendido). Los diversos estados de los hermanos y hermanas de la iglesia, sus distintas manifestaciones en los diferentes períodos, la obra de la iglesia e incluso algunos de los asuntos internos de esta son temas sobre los que solo se puede hablar y compartir entre los hermanos y hermanas. Esto es así para permitir que el pueblo escogido de Dios entienda y conozca de manera más clara los principios que la casa de Dios requiere y, por tanto, adquiera la capacidad de actuar según los principios-verdad. No obstante, debe quedar bien claro un principio: tanto si son verdades o principios relativos a la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios, como si son preceptos referentes a los asuntos generales, no se permite en absoluto hablar de ello con los no creyentes, ya que estos harían comentarios al respecto y señalarían con el dedo. Esto está absolutamente prohibido. Algunos podrían decir: “Si está absolutamente prohibido, ¿significa que es un decreto administrativo?”. Puede decirse así; cualquiera que filtre información asumirá las consecuencias correspondientes. ¿Por qué tendrá que asumir las consecuencias? Porque los que filtran asuntos internos de la iglesia no protegen a esta ni a los hermanos y hermanas, y pueden traicionar a ambos con facilidad. Puesto que actúan como traidores y unos Judas, no se debería seguir teniendo indulgencia con ellos ni considerándolos hermanos y hermanas o familia. Habría que deshacerse de ellos por traidores y Judas, y echarlos directamente de la iglesia. Algunos dicen: “Yo antes tenía la mala costumbre de ser un bocazas y era propenso a hablar sin mesura. Ahora que me doy cuenta de las consecuencias de estas acciones, ya no me atrevo a hablar de manera imprudente”. Bien. Ya que has dicho esto, se observará tu comportamiento. Si te arrepientes realmente y cambias, si dejas de pasar información descuidadamente o de traicionar los intereses de los hermanos y hermanas y puedes mantener la boca cerrada, la casa de Dios te dará una oportunidad. Si se vuelve a descubrir que has hecho eso, que fuiste tú quien difundió cierta información, no habrá indulgencia alguna contigo; los hermanos y hermanas de la iglesia se unirán para echarte. Cuando eso ocurra, no llores ni te quejes de que no se te avisó con tiempo. Ahora que las cosas se han explicado con claridad, si eso vuelve a suceder, la casa de Dios no será indulgente en lo más mínimo. ¿Entendido? (Entendido). Si veis que alguien no lo ha entendido, explicádselo; dadle indicaciones a partir de lo que hemos compartido hoy. Si os dais cuenta de que alguien muestra signos de ese comportamiento o de que alguien ha actuado de ese modo antes, comunicaos con ellos, advertidlos e informadlos de la naturaleza y las consecuencias de estas acciones, así como de la actitud de la casa de Dios hacia estos asuntos y personas. Después de dejar las cosas claras, observadlos para ver si pueden arrepentirse y qué harán en el futuro. Si cambian y dejan de actuar de esa manera, se los puede volver a aceptar y tratar como hermanos y hermanas. Sin embargo, si siguen sin arrepentirse obstinadamente y continúan actuando así de manera encubierta, echadlos siempre que os los encontréis. Si encontráis dos, echad a los dos; si encontráis un grupo, echad a todo el grupo. No tengáis indulgencia alguna con ellos. Algunos preguntan: “¿Puedo hablar con familiares míos que una vez creyeron, pero a los que echaron más tarde?”. Al parecer, a los que les encanta hablar demasiado y dedicarse a cotillear les cuesta controlarse y siempre preguntan obstinadamente si eso es permisible. ¿Qué pensáis? ¿Es permisible? (No). No es permisible hablar con nadie, porque es muy fácil que eso tenga consecuencias. Hay que deshacerse de todas esas personas por ser unos Judas. No se debe hablar con los que son no creyentes, con aquellos a los que han echado, con tus allegados, con los que son dignos de confianza, con los que apoyan tu fe en Dios, con los que tienen una impresión favorable de la fe en Dios ni con los que creen de palabra en Dios, quienes se limitan a vivir la vida de iglesia y a leer un poco las palabras de Dios, pero no cumplen su deber, sea cual sea este; si alguien habla con tales personas, habrá que deshacerse de él por Judas. ¿Entendido? (Entendido). ¿Quién más se incluye entre los que no cumplen sus deberes? ¿Se incluyen los miembros de la iglesia corriente? (Sí). No olvidéis esta cuestión; no seáis estúpidos. Debéis captar bien los principios. No sigáis creyendo solo para acabar convirtiéndoos en unos Judas y traicionando a la casa de Dios y a los hermanos y hermanas sin siquiera daros cuenta e incluso sintiéndoos orgullosos de ello. No ser capaz de mantener la boca cerrada e incluso traicionar la obra de la iglesia y a los hermanos y hermanas es una transgresión grave. Dios toma nota de cualquiera que cometa estas maldades. Ahora que se te ha explicado con claridad y lo has entendido, si vuelves a hacerlo, ya no será una simple transgresión; será una vulneración del decreto administrativo, por lo que te convertirás en objetivo para que te echen y te quedarás sin el derecho a la salvación. ¿Entendido? (Entendido).
11 de diciembre de 2021
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