Las responsabilidades de los líderes y obreros (27) Parte 1

Hoy vamos a continuar hablando del tema de las responsabilidades de los líderes y obreros. Con anterioridad, hemos compartido hasta la decimocuarta responsabilidad, y todavía hay unos pocos subtemas dentro de esta que no se han compartido. Antes de hacerlo, repasad primero cuántas responsabilidades de los líderes y obreros hay. (Hay quince). Adelante, leedlas.

(Las responsabilidades de los líderes y obreros:

1. Guiar a la gente para que coma y beba de las palabras de Dios, las entienda y entre en su realidad.

2. Conocer los estados de cada tipo de persona y resolver diversas dificultades que afronten en su vida real en relación con su entrada en la vida.

3. Compartir los principios-verdad que se han de entender para ejecutar correctamente cada deber.

4. Estar al día de las circunstancias de los supervisores de distintos trabajos y del personal responsable de diversas tareas importantes y cambiar sus deberes o destituirlos de inmediato según sea necesario para evitar o paliar las pérdidas causadas por emplear a gente inapropiada y garantizar la eficacia y buena marcha del trabajo.

5. Mantenerse al día en la captación y la comprensión del estado y el progreso de cada aspecto del trabajo, y saber resolver con prontitud los problemas, corregir las desviaciones y poner remedio a los fallos en el trabajo para que marche sin contratiempos.

6. Ascender y cultivar a todo tipo de talento cualificado para que todos aquellos que persigan la verdad tengan la oportunidad de formarse y entrar en la realidad-verdad lo antes posible.

7. Destinar y utilizar sabiamente a distintos tipos de personas en función de su humanidad y sus puntos fuertes, de modo que se obtenga el máximo aprovechamiento de cada una de ellas.

8. Informar y buscar con prontitud cómo resolver las confusiones y dificultades que afronten en el trabajo.

9. Comunicar, transmitir y poner en marcha de manera precisa los diversos arreglos del trabajo de la casa de Dios de acuerdo con sus requisitos, facilitando orientación, supervisión y exhortación, así como inspeccionar y hacer seguimiento del estado de su puesta en marcha.

10. Custodiar adecuadamente y destinar con prudencia los diversos objetos materiales de la casa de Dios (libros, equipamientos variados, alimentos, etc.) y llevar a cabo labores periódicas de inspección, mantenimiento y reparación para minimizar los daños y el despilfarro; asimismo, evitar que las personas malvadas tomen posesión de ellos.

11. Elegir a personas fiables cuya humanidad cumpla con el estándar, sobre todo para la tarea sistemática de registrar, contabilizar y custodiar las ofrendas; revisar y comprobar periódicamente los ingresos y egresos para poder detectar rápidamente los casos de derroche o despilfarro, así como los gastos excesivos; poner fin a estas cosas y exigir una compensación razonable; asimismo, evitar por todos los medios que las ofrendas caigan en manos de personas malvadas y estas tomen posesión de ellas.

12. Detectar con prontitud y precisión a las diversas personas, acontecimientos y cosas que perturban y trastornan la obra de Dios y el orden normal de la iglesia; pararlos y restringirlos, y darles la vuelta a las cosas; asimismo, compartir la verdad de manera que el pueblo escogido de Dios desarrolle discernimiento por medio de estas cuestiones y aprenda de ellas.

13. Proteger al pueblo escogido de Dios de la perturbación, la desorientación, el control y el grave perjuicio de los anticristos, además de capacitarlo para discernirlos y rechazarlos de corazón.

14. Discernir enseguida y, a continuación, echar o expulsar a toda clase de personas malvadas y anticristos.

15. Proteger a todo el personal de tareas importantes de la interferencia del mundo exterior y mantenerlo a salvo para garantizar que los diversos aspectos importantes del trabajo puedan avanzar de forma ordenada).

¿Ha oído todo el mundo estas quince responsabilidades con claridad? (Sí). La decimocuarta responsabilidad de los líderes y obreros es “Discernir enseguida y, a continuación, echar o expulsar a toda clase de personas malvadas y anticristos”. Por tanto, ¿cómo podéis discernir a diversas clases de personas malvadas? El primer criterio se basa en su propósito para creer en Dios. ¿En cuántos puntos hemos dividido los propósitos de la gente para creer en Dios? Los hemos dividido en nueve puntos: el primero es satisfacer el deseo propio de ser funcionario; el segundo es buscar al sexo contrario; el tercero es evitar desastres; el cuarto es incurrir en oportunismo; el quinto es vivir a costa de la iglesia; el sexto es buscar refugio; el séptimo es encontrar a alguien que los respalde; el octavo es perseguir objetivos políticos; y el noveno es vigilar la iglesia. Esto es discernir la esencia de diversas clases de personas en función de sus intenciones y propósitos a la hora de creer en Dios. El segundo criterio para discernir a las diversas clases de personas a las que hace falta echar o expulsar se basa en las manifestaciones de su esencia-humanidad en diversos aspectos. ¿Cuántas manifestaciones hay implicadas en este criterio? La primera, que les encante tergiversar la realidad y las falsedades; la segunda, que les encante aprovecharse; la tercera, ser depravados y estar desenfrenados; la cuarta, ser propensos a vengarse; la quinta, ser incapaces de mantener la boca cerrada; la sexta, ser irracionales y deliberadamente problemáticos, sin que nadie se atreva a provocarlos; la séptima, participar sistemáticamente en actividades licenciosas; la octava, ser capaces de traicionar en cualquier momento; la novena, ser capaces de marcharse en cualquier momento; la décima, vacilar; la undécima, ser cobardes y sospechosos; la duodécima, ser propensos a buscarse problemas; la decimotercera, tener un trasfondo complicado. Hay trece manifestaciones en total. La decimocuarta responsabilidad de los líderes y obreros es: “Discernir enseguida y, a continuación, echar o expulsar a toda clase de personas malvadas y anticristos”. Los problemas relacionados con el primer criterio —el propósito de uno al creer en Dios— ya se han compartido. Además, ya hemos hablado sobre los primeros siete problemas de su humanidad, que es el segundo criterio. Hoy vamos a empezar a compartir a partir de la octava manifestación de su humanidad: “Ser capaces de traicionar en cualquier momento”.

Punto 14: Discernir enseguida y, a continuación, echar o expulsar a toda clase de personas malvadas y anticristos (VI)

Los estándares y las bases para discernir a diversos tipos de personas malvadas

II. Según su humanidad

H. Ser capaces de traicionar en cualquier momento

Podéis reconocer a este tipo de gente que manifiesta de manera obvia su capacidad para vender a la iglesia en cualquier momento, ¿no? ¿Resulta muy grave el problema con estas personas? (Sí). Hay quienes venden a la iglesia porque son cobardes, mientras que otros lo hacen debido a su humanidad malvada o a otros problemas. Sea cual sea la razón, el hecho de que la gente de este tipo sea capaz de vender a los hermanos y hermanas y de traicionar a Dios en cualquier momento muestra que no son fiables. Si captan alguna información importante sobre la iglesia o información personal sobre los hermanos y hermanas, como dónde viven, quiénes son los líderes de la iglesia, en qué trabajo está involucrada la iglesia o quién hace qué labores y deberes importantes, podrían divulgar esta información cuando sobrevenga el peligro o en ciertas circunstancias especiales, y así vender a la iglesia y a los hermanos y hermanas. Una razón por la que podrían hacer esto sería para protegerse y asegurar su propia seguridad. Por otro lado, puede que actúen de esta manera deliberadamente, que no se tomen en serio esta información y sean capaces de revelarla y de traicionar en cualquier momento a cambio de un beneficio personal. Por ejemplo, el gran dragón rojo arresta a algunas personas y, durante el interrogatorio, las amenaza, las induce o incluso se sirve de la tortura para forzar una confesión, les dice que las liberará si hablan, así que estas venden toda la información que conocen sobre los hermanos y hermanas y la iglesia a cambio de su propia libertad. La gente de este tipo son unos judas de manual. Decidme, ¿cómo hay que tratar al tipo de personas que son judas de manual y cómo se lidia con ellas? (A la gente de este tipo hay que expulsarla de inmediato, además de maldecirla). Normalmente, estos judas de manual —ya sea de manera intencionada o no— indagan u obtienen conocimiento sobre ciertas situaciones respecto a la iglesia y lo tienen en mente. Más tarde, una vez que les sucede alguna circunstancia y los arrestan, confiesan esta información. En apariencia, puede que sus indagaciones y averiguaciones sobre estos detalles no parezcan tener como propósito confesar la información al gran dragón rojo de manera deliberada, pero, cuando los arrestan, no pueden contenerse. El resultado es que su confesión conlleva algunas consecuencias adversas para la iglesia. Así, sus indagaciones y averiguaciones casuales sobre estos asuntos en particular no son de la misma naturaleza que el parloteo normal o la charla ociosa; sino que las hacen intencionadamente y a propósito. Esto prepara las condiciones para que luego se conviertan en judas. ¿Puede resolverse el problema de las personas que venden a la ligera la información de los demás por medio de métodos tales como compartir la verdad o advertirles? (No). ¿Por qué no? (Porque la gente de este tipo carece de conciencia y razón, no aceptarán la verdad y compartirla con ellos es inútil). ¿Cómo se debería lidiar con esta clase de personas malvadas que puede perjudicar a otros a la ligera? Solo hay una solución, que es echarlas, porque lo que han hecho no solo perjudica a los hermanos y hermanas, sino que además perturba la obra de la iglesia. Esta clase de comportamiento se puede calificar como vender a los hermanos y hermanas y a la iglesia, así que a las personas de este tipo hay que echarlas o expulsarlas. Aunque no se las pueda calificar como anticristos, hay suficientes motivos para calificarlas como personas malvadas que trastornan y perturban la obra de la iglesia. Por tanto, echarlas es algo que se ajusta por completo a los principios. Estas personas no están interesadas en la verdad; solo les gusta indagar por todas partes sobre los detalles de los líderes y obreros, así como los de ciertos hermanos y hermanas. Llevan varios años creyendo en Dios y no han entendido muchas verdades, pero han reunido bastante información sobre las familias de los líderes y obreros y los hermanos y hermanas. Sea cual sea el hermano o hermana que se mencione, pueden compartir algunos detalles sobre ellos, algo que a los demás les choca bastante. Aunque no son líderes ni obreros, siempre están deseando indagar sobre ciertas cuestiones internas de la iglesia, como el trabajo administrativo, los jefes de las diversas estructuras y algunos trabajos relacionados con asuntos externos. Preguntan con frecuencia quién ha ido a qué lugares a hacer sus deberes y cuándo se marchó, a quién han ascendido, a quién han despedido y cómo van ciertos aspectos de la obra de la iglesia. Después de indagar sobre estas cosas, difunden la información por todas partes. Lo que es incluso más detestable es que algunos llegan a anotar la información que han reunido después de preguntar por ella. ¿No demuestra esto que tienen propósitos ocultos? (Sí). Cuando registran sus propios asuntos en el país del gran dragón rojo, se cuidan de usar código o un lenguaje críptico, pero, cuando registran la información de otros, no emplean un método que demuestre siquiera un poco de prudencia, sino que anotan el nombre, la descripción, la edad, el número de teléfono y otros detalles reales de los hermanos y hermanas. ¿Acaso no es eso que tengan intención de traicionar? Tienen malas intenciones y de hecho pretenden traicionar. Cuando sucede algo peligroso y la policía confisca la información que han registrado, esta solo tiene que amenazarlos e intimidarlos sin recurrir siquiera a la tortura, y enseguida lo confiesan todo en detalle, sin callarse nada. Respecto a las cosas que han olvidado, se devanan los sesos para acordarse y, en cuanto recuerdan algo, se lo cuentan de inmediato a la policía. Incluso conducen a la policía a las casas de los hermanos y hermanas, así como a los hogares de los líderes y obreros y al alojamiento de aquellos que realizan deberes importantes para que esta los arreste. ¿No pensáis que las personas de este tipo son extremadamente viles? (Sí). Antes de vender a otros, su comportamiento no parece el de una persona malvada, mucho menos el de un anticristo —puede que solo sean las manifestaciones de un ser humano corrupto corriente—, pero, una vez que las arrestan, son capaces de vender enseguida a cualquiera de los hermanos o hermanas. Solo esta manifestación ya las hace incluso más viles que las personas malvadas y los anticristos. No es que no puedan evitar divulgar un poco de información insignificante bajo fuerte coacción, tortura y persecución porque su carne sea demasiado débil y no puedan soportarlo más, sino que revelan de manera proactiva y despreocupada toda la información que conocen, sin considerar la seguridad de los hermanos y hermanas, y tienen menos consideración aún por la obra de la iglesia. ¡Es extremadamente vil! Esta es una de las manifestaciones del tipo de personas que son judas.

Hay otro tipo de personas, las que buscan denunciar a la iglesia y a los hermanos y hermanas a la menor provocación. Por ejemplo, cuando se encuentran con desastres naturales, enfermedades o robos, se quejan de Dios y también de que los hermanos y hermanas no poseen amor y no las ayudan a resolver sus problemas. Esto las hace querer vender a la iglesia y a los hermanos y hermanas. Algunas personas cometen fechorías imprudentes y se las poda, y los hermanos y hermanas también se distancian de ellas; esto las hace sentir que la casa de Dios carece de amor, así que sueltan: “Os he acabado cayendo mal a todos, ¿verdad? Todos me menospreciáis, ¿no? ¿De veras puedo aún obtener bendiciones por creer en dios? ¡Si no obtengo bendiciones, os denunciaré a todos!”. Esta es la frase más “clásica” de tales personas. ¿Por qué digo que la afirmación “¡Si no obtengo bendiciones, os denunciaré a todos!” es “clásica” de ellas? Porque esta afirmación representa su humanidad. Esta frase no es algo que digan para desahogar su odio después de toparse con muchas situaciones insatisfactorias o por un resentimiento muy arraigado, ni tampoco se trata de un arrebato repentino, sino que es algo que ha llenado su corazón y se puede revelar en cualquier momento. Es algo que existe desde hace mucho en su fuero interno y puede estallar en cualquier instante. Representa a su humanidad. Su humanidad está así de deteriorada, son capaces de vender en cualquier momento a cualquiera que las provoque o perjudique. Si vulneran los arreglos del trabajo o los principios mientras hacen su deber, y los líderes y obreros o los hermanos y hermanas las podan un poco, se resienten, se enfadan y están insatisfechas, y luego dicen cosas como: “¡Voy a denunciaros! ¡Sé dónde vives, sé tu nombre y apellidos!”. Si no apaciguáis a las personas de este tipo, de veras es posible que os vendan. No es que estén intentando asustar a alguien ni lo digan en caliente; si alguien de veras las ofende o enfada, son del todo capaces de vender a esa persona. Hay quien dice: “¿Por qué tenerles miedo?”. No es que les tengamos miedo. No temeríamos su traición si esto sucediera en un país democrático y libre. Sin embargo, en el país del gran dragón rojo, si de veras cometen traición, podría causarles problemas a los hermanos y hermanas y afectar a la obra de la iglesia. Si realmente arrestan a los hermanos y hermanas, el gran dragón rojo le dará mucha importancia a la situación. Una vez que encuentren una grieta, seguirán arrestando a gente sin parar. En ese caso, la vida de iglesia de numerosas personas se vería afectada, y se vería impactado el cumplimiento normal del deber por parte de muchas. ¿Acaso no son estas consecuencias bastante graves? ¡Debes considerar estas cosas! La gente de este tipo siempre tiene berrinches cuando se relaciona con los demás. Si alguien dice algo que les cause infelicidad o pone en evidencia sus problemas y los enfada, se molestan con esa persona y puede que incluso rechacen hablar con ella durante varios días y, cuando los buscas y les pides que hagan su deber, ignoran la petición. Es imposible llevarse bien con las personas de este tipo. ¿Acaso no son malvadas? En un grupo de gente, a menudo oyes a personas malvadas decir cosas como: “¡Si alguien me ofende, no lo dejaré pasar! Sé exactamente dónde vivís, sé hasta el color de las cortinas de vuestras ventanas. ¡Sé de buena tinta dónde os reunís y dónde viven los líderes y obreros!”. ¿Diríais que las personas de este tipo son individuos peligrosos? (Sí). Son unos judas de manual. Incluso cuando todo funciona con normalidad, puede que aun así hagan un esfuerzo para cometer traición. Y, si hay algún percance, serán los primeros en saltar y convertirse en judas. Por consiguiente, si se descubre a gente de este tipo en la iglesia, hay que echarlas o expulsarlas cuanto antes. ¿Qué otras manifestaciones tienen las personas de este tipo? Por ejemplo, durante las reuniones, como los hermanos y hermanas se ven con regularidad, no hay necesidad de intercambiar galanterías. Cuando llega la hora, empieza la reunión, leen las palabras de Dios y hablan sobre la verdad. Sin embargo, aquellos que tienen berrinches se enfadan cuando ven que nadie les presta atención ni los saluda. Exclaman: “¿Es que me menospreciáis todos? ¡Uf! Ninguno me dais la bienvenida. Bueno, está bien; conozco la manera de ocuparme de vosotros. Sé dónde viven los líderes de la iglesia, sé quiénes de vosotros hacéis vuestros deberes y dónde y qué trabajo estáis haciendo, sé quién acoge a los líderes y obreros, quién custodia las ofrendas, quién se encarga de imprimir los libros y quién es responsable de transportarlos. ¡Os voy a denunciar a todos! ¡Denunciaré todo lo que sé de la iglesia a la policía!”. Si la gente los trata con máximo respeto, todo va bien. Sin embargo, en cuanto alguien los altera o los provoca, eso se convierte en un problema; buscarán venganza y traición. Si se encuentran con algo que les cause infelicidad o insatisfacción, les lanzan duras amenazas a los hermanos y hermanas y a los líderes de la iglesia. ¿Diríais que las personas de este tipo dan miedo y son peligrosas? (Son peligrosas). La gente de este tipo son judas capaces de traicionar en cualquier momento, son individuos peligrosos.

Hay otra manifestación de las personas que son capaces de traicionar en cualquier momento. Por ejemplo, en el país del gran dragón rojo, el número de iglesias fundadas en diversas provincias y ciudades, cuántas personas pertenecen a cada iglesia, quiénes son los líderes y a qué trabajo se dedica la iglesia son cosas que han de ser estrictamente confidenciales. Incluso hay que guardarse de los miembros de la familia y los parientes no creyentes, y esta información nunca se debe filtrar para prevenir futuros problemas a la iglesia. Sin embargo, estos peligrosos individuos que albergan motivos ocultos siempre intentan indagar sobre tales cosas. Si los hermanos y hermanas se niegan a contárselas, sienten: “¿Por qué todos sabéis estas cosas y yo soy el único que se mantiene en la ignorancia? ¿Por qué no me las contáis? ¿Acaso me estáis tratando como a un forastero en vez de como a uno de los hermanos y hermanas? Pues bien, ¡voy a denunciaros!”. Como ves, en cualquier situación son capaces de denunciar a la iglesia y a los hermanos y hermanas. Nadie los ha ofendido, pero incluso la menor insatisfacción les provoca el deseo de denunciar a la iglesia. Por ejemplo, cuando se distribuyen los libros de las palabras de Dios a los hermanos y hermanas, todo el mundo empieza a mirar con impaciencia cuántos capítulos de la palabra de Dios hay en el libro, cuántas páginas tiene y qué calidad tiene la impresión. Todos están felices y emocionados de sostener el libro en sus manos. Sin embargo, el tipo de personas que son judas, por su parte, piensan: “¿Dónde se imprimió este libro? ¿Cuánto costó imprimir cada copia? ¿Quién se encarga de la impresión? Después de imprimirlo, ¿quién se ocupa del transporte? ¿Cómo se entregaron a nuestra iglesia? ¿Dónde se almacenan los libros? ¿Quién está a cargo de custodiarlos?”. Estos temas son inherentemente sensibles. En general, aquellos que tienen racionalidad y que tienen humanidad no van a indagar sobre esas cuestiones, pero estos peligrosos individuos que son capaces de traicionar están deseando indagar al respecto. ¿Qué te parece entonces? Si no paran de preguntar por estas cosas, ¿debes contárselas o no? (No deberíamos contárselas). Si se las cuentas, serán capaces de revelar esta información y de traicionar. Y, si no, tendrán algo que decir: “¿Cómo es que yo no me entero de esto? ¡La casa de dios no es justa! ¡Formo parte de la casa de dios, tengo derecho a que se me informe sobre todos y cada uno de los asuntos! Me tratáis como a un forastero. Vale, ¡os voy a denunciar!”. De nuevo, quieren denunciar a la iglesia. ¿Acaso no son personas malvadas? Si de veras denuncian a la iglesia a la policía, ¿qué consecuencias tendría eso? ¿Acaso no afrontarían los hermanos y hermanas un peligro de muerte si los arrestaran? Asimismo, después de que la policía realizara arrestos, eso causaría muchas dificultades a los hermanos y hermanas y a la obra de la iglesia. Además, afectaría a la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios en diversos grados; aquellos que no saben cómo buscar la verdad podrían volverse negativos e incluso dejar de asistir a las reuniones por completo. No consideran nada de esto en absoluto. Así pues, ¿tienen conciencia y razón? Sea cual sea el trabajo que está haciendo la iglesia, ellos siempre quieren ser los primeros en saberlo. Solo son felices cuando saben todo lo que sucede en la iglesia. Si hay siquiera una cosa que no les hayan contado, son incapaces de dejarlo pasar y quieren ir a denunciar a la iglesia, lo cual puede causar enormes problemas. ¿Qué clase de miserable es alguien así? ¡Es un diablo! Si a un diablo siempre le preocupa algo en la iglesia, acabará causando problemas. Por ejemplo, si hay algunos hermanos y hermanas que son acaudalados y hacen grandes ofrendas, no para de pensar en ello y les pregunta: “¿Cuánto has ofrendado?”. La otra parte implicada responde: “¿Cómo voy a decirte eso? Lo que haga la mano izquierda no debe saberlo la derecha. No te lo puedo decir, ¡es confidencial!”. Responden: “¿Hasta eso es confidencial? No confías en mí. ¡No me tratas como a uno de los hermanos y hermanas!”. En su fuero interno están resentidos con esa otra persona y piensan: “Uf, ¡te crees tan genial con tus grandes ofrendas! No me quieres decir cuánto has ofrendado. Sé que tu familia gestiona un negocio. ¡Si me provocas, te denunciaré por creer en dios y tu negocio fracasará! ¡Entonces no podrás ofrendar ni un solo céntimo!”. Como ves, quieren ir otra vez a denunciar a gente. Cada vez que no les cuentan cualquier detalle, quieren denunciar a la iglesia y a los hermanos y hermanas. Las residencias de ciertos individuos que hacen deberes importantes solo las conocen unas pocas personas. No se trata de ocultar deliberadamente algo de alguien ni de hacer algo turbio a espaldas de los demás; lo que sucede es que el entorno es demasiado peligroso y, por razones de seguridad, tales arreglos son necesarios. Cuando este traidor, este judas, oye que cierta familia está acogiendo a algunos hermanos y hermanas itinerantes, cree que es algo que merece la pena denunciar, ¡puede que la policía incluso le dé una recompensa! Se oculta tras la puerta para escuchar y, una vez que oye algo, se enfada: “Estáis discutiendo asuntos de la iglesia a mis espaldas y sin decírmelo. Os da miedo que os venda, así que os guardáis de mí y me ocultáis cosas, no me tratáis como parte de la casa de dios. Vale, ¡os voy a denunciar!”. De nuevo, como ves, quiere denunciar a otros. ¿Dirías que esa persona es un gran problema? (Sí). Cree que todas las situaciones que implican a los hermanos y hermanas o a la iglesia las debería conocer todo el mundo, y que todo el mundo tiene derecho a estar informado, en especial ella misma. Si hay siquiera una cosa que no le han contado, amenaza con denunciar a la gente. Usa sistemáticamente el acto de denunciar para amenazar a los hermanos y hermanas y a los líderes de la iglesia, se sirve siempre de ello para lograr sus propias metas. La gente así es un gran peligro oculto en la iglesia, una bomba a punto de estallar. En cualquier momento, podrían causar perjuicios y desastres a los hermanos y hermanas y a la obra de la iglesia. Hay que echar a tales individuos en cuanto se los descubra; no hay que consentirlos.

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