Las responsabilidades de los líderes y obreros (27) Parte 3
I. Ser capaces de marcharse en cualquier momento
La novena manifestación es: “Ser capaces de marcharse en cualquier momento”. Este tipo de persona que es capaz de marcharse de la casa de Dios en cualquier momento no es alguien que solo se marche cuando se enfrenta a una situación especial o a un gran desastre que excede a lo que una persona promedio puede soportar, que sobrepasa su límite. En vez de eso, son capaces de marcharse en cualquier momento; incluso un asunto pequeño puede hacer que se marchen y que ya no quieran cumplir con su deber ni creer en Dios, y que deseen abandonar la casa de Dios. Este tipo de persona es además una enorme molestia. En apariencia, puede parecer ligeramente mejor que aquellos que son judas, pero es capaz de marcharse de la casa de Dios en cualquier momento y lugar. No está claro si es capaz o no de vender a los hermanos y hermanas. ¿Creéis que esta clase de persona es fiable? (No). Por tanto, ¿tiene principios en cómo comportarse? ¿Tiene una base en su fe en Dios? (No). ¿Muestra alguna señal de creer de veras? (No). Entonces, ¿qué clase de persona es? (Un incrédulo). Cree en Dios y hace su deber como si todo fuera una broma. Es como cuando una persona que no se ocupa de las tareas apropiadas sale a comprar salsa de soja, pero se encuentra con unos acróbatas o artistas callejeros creando un espectáculo animado y, presa del entusiasmo, se olvida de comprar la salsa de soja, con lo que acaba por demorar los asuntos que le corresponden. Este tipo de gente no se dedica a nada durante mucho tiempo; son poco entusiastas e inconstantes. Su creencia en Dios se basa además en su interés; le parece bastante divertido creer en Dios, pero llega a un punto en el que, cuando pierde el interés, se marcha de inmediato sin ninguna reticencia. Algunos de los que se marchan se meten en negocios enseguida, otros persiguen una carrera como funcionarios, algunos empiezan relaciones románticas y se preparan para el matrimonio, y otros que quieren hacerse ricos rápidamente van directos al casino. La gente dice que, tras no ver a alguien durante tres días, hay que mirarlo con ojos nuevos. En cuanto a alguien que sea capaz de marcharse de la casa de Dios en cualquier momento, si pasas un solo día sin verlo, cuando lo vuelves a ver es como si fuera una persona completamente diferente. Ayer todavía vestía con decencia y adecuadamente, parecía educado y presentable. Incluso le oraba a Dios mientras le caían lágrimas por la cara, decía querer dedicarle su juventud a Dios y derramar su sangre por Él, morir por Dios, serle fiel hasta la muerte y entrar al reino. Gritaba esas consignas elevadas, pero, poco después, se fue al casino. Ayer estaba feliz de hacer su deber, y durante la reunión leyó las palabras de Dios con un brillo en el rostro y rebosando entusiasmo, conmovido hasta tal punto que sollozaba entre lágrimas. Por tanto, ¿cómo es que se ha escapado hoy al casino? Apostó hasta bien entrada la noche sin querer irse a casa, se lo pasó muy bien y rebosaba entusiasmo. Ayer todavía asistía a las reuniones, pero hoy ha ido corriendo al casino, así que ¿qué manifestación es la real? (La segunda es su verdadera cara). Si uno no entiende la verdad, no puede calar de veras qué es esta persona. Las dos manifestaciones, tanto la de antes como la de después, las exhibe en realidad la misma persona; por tanto, ¿cómo es que parece que las exhiben dos personas diferentes? La mayoría de la gente no puede calar a alguien así. Ves que, como creyente en Dios, asiste a menudo a reuniones, no comete maldad y es bastante capaz de soportar adversidades y pagar un precio al hacer su deber. Cuando se sienta delante del ordenador, se muestra concentrado y diligente, trabaja con afán y le pone todo su empeño. Al tratarse de alguien que cree en Dios, pensarías que no debería estar jugando al mahjong, ¿verdad? Sin embargo, después de haber pasado un solo día sin verlo, se ha escapado a la sala de mahjong o al casino para apostar. Y es un jugador de mahjong de primera, ¡no parece en absoluto alguien que crea en Dios! Te tiene totalmente perplejo, ¿es alguien que cree en Dios o un no creyente que juega al mahjong? ¿Cómo puede cambiar tan rápido de papel? Cuando cree en Dios, ¿lo tiene entonces a Él en su corazón? (No). Cree en Dios solo para divertirse y pasar el tiempo, para ver de qué va todo eso de creer en Dios y si puede causar felicidad a su vida. Si no es feliz, es capaz de marcharse en cualquier momento. Nunca planeó creer durante toda su vida y desde luego nunca hizo planes de hacer su deber y seguir a Dios el resto de la misma. Por tanto, ¿qué ha planeado? En su mente, si de veras va a creer en Dios, al menos eso no debe interponerse en su capacidad de divertirse, no debe implicar hacer ningún trabajo y todavía ha de garantizarle que va a poder vivir una vida feliz. Si tiene que leer las palabras de Dios y hablar sobre la verdad todos los días, no va a estar interesado ni feliz. Una vez que se canse de ello, dejará la iglesia y correrá de vuelta al mundo. Piensa: “La vida no es fácil, de modo que las personas no deberían maltratarse a sí mismas. Debemos ser los dueños de nuestro propio porvenir y no maltratar nuestra carne. Debemos asegurarnos de ser felices todos los días; esa es la única manera para vivir libremente. Creer en dios no debería ser una obcecación. Mira lo extrovertido que soy; dondequiera que haya felicidad, ahí voy. Si no soy feliz, me marcharé. ¿Por qué habría de buscar mi propia incomodidad? Poder marcharme en cualquier momento es mi credo más alto en cuanto a cómo comportarme, ¡vivir siendo un ‘creyente de espíritu libre’ es tan cómodo y despreocupado!”. ¿Qué clase de canciones cantan las personas de esta clase? “No me preguntes de dónde soy, mi ciudad está muy lejos”. Si no, ¿qué más cantan? “¿Por qué no vivir con libertad solo por una vez?”. Cuando les parece que es aburrido o ya no es divertido, se marchan rápido, pensando: “¿Por qué aferrarse a un lugar cuando hay tanto que ver en el mundo?”. ¿Qué otro dicho famoso emplean? “¿Por qué renunciar a un bosque entero por un solo árbol?”. ¿Qué pensáis, tiene esta clase de gente verdadera fe? (No, son incrédulos). En lo que respecta a los incrédulos, ya que hablamos de cómo todos sus problemas son de humanidad, entonces, ¿qué tiene de malo exactamente la humanidad de tales personas? ¿Pensáis que esta clase de gente ha considerado alguna vez cuestiones como la manera en que debería comportarse la gente, qué senda debería caminar la gente o qué clase de perspectiva sobre la vida y qué valores debería tener a medida que vive? (No). Por tanto, ¿cuál es el problema con la humanidad de esta clase de persona? (Carece de la conciencia y la razón de la humanidad normal; no considera tales cuestiones). Eso es seguro. Asimismo, para ser precisos, esta clase de persona no tiene alma; es como un cadáver andante. No cuenta con requerimientos propios en cuanto a cómo comportarse o qué senda debe caminar uno, ni considera estas cosas. La razón de que no las considere es que, aunque exteriormente tiene la apariencia de un humano, su esencia es en realidad la de un cadáver andante, una carcasa vacía. Esta clase de persona tiene una actitud de solo vagar por la vida en lo que respecta a asuntos de la vida humana y supervivencia. Para ser específicos, “vagar por la vida” significa salir del paso y esperar a la muerte, sin aprender y siguiendo en la ignorancia, pasando los días comiendo, bebiendo y divirtiéndose. Acude a cualquier lugar donde haya felicidad, y cualquier cosa que lo haga feliz y lo ponga alegre, que le dé comodidad en la carne, eso es lo que hará. Sin embargo, evitará y se quedará lejos de cualquier cosa que cause que su carne sufra o le cause dolor interno; simplemente no quiere que su carne soporte dificultades. Sin embargo, hay algunas personas que experimentan la vida a través del padecimiento de adversidades. O que, por medio de pasar por varias cosas y experimentarlas, lo hacen de tal modo que sus vidas no están vacías y pueden obtener algo de ello. Al final, llegan a la conclusión de qué senda debería recorrer uno y qué clase de persona debería ser. Por medio de las experiencias de vida, ganan mucho. Por una parte, son capaces de calar a ciertas personas; asimismo, pueden llegar a la conclusión de qué principios y métodos debería emplear alguien para tratar a diversas personas, acontecimientos y cosas, y cómo debería vivir toda su vida. Al margen de si lo que al final concluyen es conforme a la verdad o va en contra de ella, como mínimo, lo han pensado. Por otra parte, aquellos que son capaces de marcharse de la casa de Dios en cualquier momento no tienen interés en perseguir la verdad o hacer su deber a la hora de creer en Dios. Siempre buscan oportunidades para satisfacer sus propios deseos lujuriosos y sus preferencias, y nunca quieren aprender con diligencia una habilidad profesional en el cumplimiento de su deber, cumplirlo bien o vivir una vida significativa. Solo quieren ser como los no creyentes, felices y alegres todos los días. Así, dondequiera que vayan, buscan diversión y entretenimiento, solo para satisfacer sus propios intereses y su curiosidad. Si tienen que seguir haciendo un deber, pierden interés y ya no tienen la motivación para continuar haciéndolo. Con esta clase de gente, su actitud hacia la vida es solo la de salir del paso. De cara al exterior, parece como si vivieran de una manera muy libre y relajada, no se meten en líos con los demás. Parecen alegres y despreocupados todos los días, capaces de adaptarse a las circunstancias dondequiera que van. A algunos parece que incluso no les afectan ni limitan las costumbres o convenciones mundanas de las relaciones humanas, de cara al exterior dan la impresión de ser extraordinarios y estar por encima de la gente común. Pero, en realidad, su esencia es la de un cadáver andante, la de algo sin alma. Aquellos que creen en Dios pero son capaces de marcharse de la iglesia en cualquier momento nunca se apegan a nada durante mucho tiempo; solo pueden mantener un entusiasmo temporal. Sin embargo, la gente con conciencia y razón es diferente. Sea cual sea el deber que estén haciendo, lo aprenden en serio y se esfuerzan por hacerlo bien. Son capaces de lograr algo y de crear cierto valor. Por una parte, son capaces de obtener el reconocimiento de aquellos a su alrededor y, al mismo tiempo, pueden sentirse confiados en su interior, ver que son capaces de hacer algo y son personas útiles, no unos inútiles. Este es el mínimo que una persona con la conciencia y razón de la humanidad normal puede lograr. Sin embargo, aquellos que vagan por la vida nunca piensan sobre estas cosas. Dondequiera que van, solo se trata de comer, beber y divertirse. De cara al exterior, puede parecer que viven libremente y con comodidad, pero en realidad tales personas no tienen pensamientos en la cabeza. Jamás se muestran serios en nada de lo que hacen; siempre son superficiales y los motiva un entusiasmo fugaz, sin lograr nunca nada. Quieren salir del paso durante toda su vida y, vayan donde vayan, lo hacen con esta misma actitud, ni siquiera su creencia en Dios es una excepción a esto. Puede que veas que, durante cierto periodo, parece que se toman bastante en serio hacer su deber y son capaces de soportar adversidades y pagar un precio, pero, sea quien sea el que señale sus problemas o les diga cómo hacer las cosas, nunca se lo toman en serio ni aceptan para nada la verdad. Se limitan a hacer las cosas como les viene en gana; mientras sean felices, a ellos les vale. Y, si no son felices, se largan a pasárselo bien, sin escuchar el consejo de nadie. En su fuero interno, piensan: “De todos modos, nunca tuve planes de creer en dios a largo plazo”. Si alguien los poda, son capaces de marcharse de inmediato. Esta es una de las manifestaciones de las personas que son capaces de marcharse de la iglesia en cualquier momento.
Aquellos que son capaces de marcharse de la iglesia en cualquier momento tienen otro tipo de manifestación. Algunas personas —da igual los años que hayan creído en Dios, da igual que parezca que tengan una base o no, y sea cual sea el deber que hayan cumplido antes—, en cuanto se encuentran con una circunstancia especial que afecte a sus propios intereses personales, pueden desaparecer sin más. Es posible que otros pierdan el contacto con ellas en cualquier momento y ya no las vean en la iglesia, al tiempo que no tienen ni idea de lo que pasa con ellas. Los hay que, cuando se encuentran con alguien del sexo opuesto que trata de seducirlos, dejan de hacer su deber y salen a tener una cita, de modo que es imposible contactar con ellos. También hay otros cuyos hijos han alcanzado la edad de casarse y se ocupan de organizar los matrimonios de estos, dejan de hacer su deber y de participar en las reuniones. Vaya quien vaya a buscarlos, le hacen darse la vuelta. Algunas personas, cuando sus padres o su cónyuge están enfermos y hospitalizados o cuando sucede algo importante o tiene lugar un desastre inesperado en casa, si son auténticos creyentes en Dios, dan una explicación y dicen: “Hace poco han surgido algunos asuntos en casa de los que he de ocuparme, así que no puedo asistir a las reuniones. Tengo que pedir una excedencia y, si encontráis a alguien adecuado, os ruego que le cedáis temporalmente mi deber sin demora”. Al menos avisan y dan una explicación. Sin embargo, aquellos que son capaces de marcharse de la iglesia en cualquier momento cortan el contacto con esta sin decir palabra y, lo intenten como lo intenten, los hermanos y hermanas, no pueden ponerse en contacto con ellos. No es que no dispongan de los medios para contactar con ellos —cualquier método es posible— sino que simplemente no quieren contactar ni responder a los hermanos y hermanas. Dicen: “¿Por qué debería ponerme en contacto contigo? Hago mi deber por voluntad propia, no me pagan por ello. ¡Si me quiero marchar, me marcho! Si pasa algo en mi casa, eso es un tema personal. ¡No estoy obligado a informarte y no tienes ningún derecho a saberlo!”. Algunos se marchan un mes o dos y luego vuelven y se presentan sin siquiera sentir vergüenza, haciendo como si nada hubiera sucedido. Otros se marchan dos o tres años y es completamente imposible contactar con ellos. La gente en la iglesia, al desconocer la situación, piensa que, dado que esta persona ha creído durante tantos años, es imposible que se marche de la iglesia. Suponen que algo inesperado debe haberle ocurrido y les preocupa que el PCCh haya podido arrestarla. En realidad, es solo que esa persona ya no quiere seguir creyendo en Dios y se marchó sin avisar a los hermanos y hermanas. Algunas personas se marchan unos diez días y luego regresan; eso no significa que hayan dejado de creer. Otras se marchan y se pasan fuera dos o tres años; ¿diríais que han dejado de creer? (Sí). En efecto, han dejado de creer y hay que tacharlas. Esta no es una ausencia corriente; han dejado de creer. Desde una perspectiva humana, a esto se le llama ya no creer. ¿Cómo lo contempla Dios? A ojos de Dios, a esto se le llama negarlo a Él, no seguirlo, y supone rechazar a Dios. Sin embargo, desde su perspectiva, piensan: “¡No he rechazado a dios; en mi corazón sigo creyendo en él!”. ¿Veis? Solo se lo toman a la ligera. También hay otros que dejan de asistir a las reuniones y de hacer su deber solo porque están de mal humor o se sienten molestos en su fuero interno, porque piensan que hacer su deber es demasiado difícil y agotador, o porque los podaron un poco. Se marchan sin siquiera explicar nada sobre el trabajo que tienen entre manos, diciendo: “Que nadie se ponga en contacto conmigo. ¡No soy feliz y ya no quiero creer más!”. Cuando se molestan, puede durarles alrededor de un año. Su temperamento es realmente digno de ver; ¡no se les pasa ni aunque transcurra un año o así! Algunas personas asumen el trabajo de los líderes y obreros en la iglesia, pero, no solo no logran hacerlo bien, sino que además cometen fechorías imprudentemente, causando trastornos y perturbaciones a la obra de la iglesia. Más adelante, los hermanos y hermanas no los eligen y además los disciernen y dejan en evidencia en las charlas. Por tanto, empiezan a pensar: “¿Es esta una sesión de críticas contra mí? Es solo que no he hecho bien el trabajo, ¿de veras es para tanto? ¿Por qué hablan sobre mí y me dejan en evidencia de esta manera? ¡Nunca en toda mi vida he sufrido tal agravio! Antes de creer en dios, siempre era yo el que reprendía a los demás; a mí nadie me reprendió nunca. ¿Cuándo he soportado tal dificultad antes? Os estáis metiendo todos conmigo, me hacéis sentir humillado. ¡No voy a creer más!”. Así como así, dejan de creer. Los que dicen esto no son simplemente personas jóvenes, algunos han creído en Dios durante ocho o diez años y tienen cuarenta o cincuenta años, pese a lo cual también pueden decir tales cosas cuando no están contentos. ¿Tienen esas personas un lugar para Dios en su corazón? ¿Se toman creer en Dios como la cosa más importante en la vida? Es normal sentirse un poco negativo y débil cuando te podan o cuando te encuentras con desastres o reveses, pero estas cosas no deberían llevar a que uno no crea en Dios. Tales personas no son sinceros creyentes en Dios. Los sinceros creyentes en Dios pueden perseverar en su creencia incluso cuando los arrestan y persiguen; solo estas personas tienen testimonio. Cuando algunas se enfrentan un poco a un desastre natural, si los hermanos y hermanas o bien no tienen conocimiento sobre ello o bien lo averiguan un poco tarde y no las ayudan a tiempo, empiezan a pensar: “Me enfrento a dificultades y nadie me presta atención. ¡Eso es que me menosprecian! Creer en dios es inútil. ¡No voy a creer más!”. Es posible que dejen de creer en Dios por una cuestión tan insignificante. Esta es una de las manifestaciones de las personas que son capaces de marcharse de la iglesia en cualquier momento.
Existe otra situación relativa a aquellos que son capaces de marcharse de la iglesia en cualquier momento. El PCCh, a fin de ganárselos para su causa, les ofrece un buen trabajo, diciéndoles: “No ganas nada por creer en dios. ¿Qué planes de futuro podrías tener siquiera? Te hemos encontrado un puesto en una compañía extranjera con un salario mensual alto, buenas prestaciones y seguro laboral. No hay futuro para ti en creer en dios; es mejor trabajar, ganar dinero y vivir una buena vida”. Al final, se marchan de la iglesia y se van a trabajar. Alguien dice: “Ayer esta persona seguía haciendo su deber en la iglesia. ¿Por qué hoy ha recogido sus cosas y se ha ido?”. Van a trabajar y ganar dinero; ya no creen en Dios. Se van sin decir ni una palabra, y de ahí en adelante siguen un camino distinto al de los hermanos y hermanas y se convierten en gente que recorre una senda diferente. Quieren perseguir la fama y la ganancia, subir hasta lo alto y destacar, y ya no creen en Dios. También hay personas que, mientras predican el evangelio, conocen a alguien que les gusta, se relacionan con él y se marchan juntos para pasar el resto de sus días. No solo dejan de hacer su deber, sino que además dejan de creer en Dios. Sus padres en casa siguen sin ser conscientes, creen que están haciendo su deber en la casa de Dios. En realidad, desaparecieron hace mucho; quién sabe, puede que incluso ya tengan hijos a estas alturas. Hacer el deber propio es muy importante, pero es incluso capaz de abandonar un trabajo tan crucial como el de predicar el evangelio. Cuando conoce a alguien que le gusta o alguien al que le gusta, bastan unas pocas palabras seductoras o engatusadoras para que ese alguien logre llevársela lejos. Es muy frívola y casual, es capaz de abandonar a Dios y de traicionarlo en cualquier momento y lugar. Da igual cuántos años hayan creído tales personas en Dios o cuántos sermones hayan escuchado, siguen sin entender ni un poco de la verdad. Para ellas, creer en Dios simplemente no es importante, y hacer su deber tampoco; en aras de obtener bendiciones, sienten que no les queda otra opción que no sea hacer estas cosas. En cuanto hay un asunto personal o un problema familiar, son capaces de marcharse sin más. Cuando se enfrentan al menor desastre natural, pueden dejar de creer así sin más. Cualquier cosa puede interferir con su fe en Dios; cualquier asunto puede causar que se vuelvan negativas y renuncien a su deber. ¿Qué clase de personas son? ¡Esta pregunta realmente es digna de una reflexión profunda!
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