Las responsabilidades de los líderes y obreros (28) Parte 1
Punto 14: Discernir enseguida y, a continuación, echar o expulsar a toda clase de personas malvadas y anticristos (VII)
La decimocuarta responsabilidad de los líderes y obreros es “discernir enseguida y, a continuación, echar o expulsar a toda clase de personas malvadas y anticristos”. La última vez, hablamos sobre el segundo criterio para discernir a diversas clases de personas malvadas, que se basa en su humanidad y abarca tres manifestaciones. Leed esas tres manifestaciones. (Octava: ser capaces de traicionar en cualquier momento; novena: ser capaces de marcharse en cualquier momento; décima: vacilar). Después de hablar sobre estas tres manifestaciones, ¿las entendéis? (Sí). En general, la mayoría de las personas que tienen estos problemas carecen de capacidad para comprender la verdad; no entienden qué es la verdad ni qué significa creer en Dios. Asimismo, algunas de ellas no pueden desentrañar en qué consiste creer en Dios. Piensan que creer en Él solo es fe religiosa, y que lo único que hace falta es limitarse a cumplir los rituales religiosos. No entienden el significado de creer en Dios ni el de cumplir con el deber; ni siquiera tienen claro en su fuero interno si Dios existe ni están seguras de que la senda de seguir a Dios sea correcta. Independientemente del número de años que lleven creyendo o de la cantidad de sermones que hayan oído, nunca son capaces de establecer los cimientos en el camino verdadero. El resultado es que vacilan y, si sucede algo que las desagrade, podrían incluso marcharse de la iglesia o traicionarla en cualquier momento. La casa de Dios cuenta con principios específicos para lidiar con estas diversas clases de personas. En función de la diferente situación de estas, existen planes específicos para su manejo y resolución; a aquellas a las que se deba echar, se las echará, y a las que se deba expulsar, se las expulsará. Aunque algunas de estas personas no son malvadas y menos aún son anticristos, en función de la naturaleza de estas manifestaciones suyas y de sus actitudes con respecto a la fe en Dios, no pertenecen al pueblo de la casa de Dios ni son auténticos hermanos y hermanas. Aunque permanezcan en la iglesia, les resultará muy difícil llegar a entender la verdad. ¿Cuáles son las implicaciones de que para ellas sea difícil entender la verdad? Implica que, como nunca son capaces de comprender las palabras de Dios ni de entender la verdad, al final no alcanzarán la salvación ni lograrán que Dios las gane. Es decir, al final, no pueden formar parte del pueblo de la casa de Dios, convertirse en auténticos seres creados, cumplir el deber de los seres creados ni regresar ante Dios. Asimismo, a menudo desempeñan un papel negativo en la iglesia. No solo no logran tener un efecto positivo, sino que además, de vez en cuando, causan perturbaciones y destrucción, afectan a los estados de algunas personas y perturban a algunos de aquellos que hacen su deber. Por tanto, la iglesia debería tomar las medidas correspondientes para ocuparse de ellas, ya sea persuadiéndolas para que se marchen o echándolas o expulsándolas. En cualquier caso, no se puede permitir que causen trastornos ni perturbaciones en la iglesia.
Los estándares y las bases para discernir a diversos tipos de personas malvadas
II. Según su humanidad
J. Vacilar
La gente que vacila nunca es capaz de confirmar si Dios de veras existe, y es incluso menos capaz de confirmar si el Dios en el que cree es el Dios verdadero. Hoy quieren buscar aquí y mañana quieren comprobar cosas allá, sin saber cuál es el camino verdadero, siempre con una actitud expectante. En el caso de estas personas, hay que persuadirlas enseguida para que se marchen, diciéndoles: “Nunca eres capaz de confirmar que la obra de Dios es el camino verdadero ni buscas la verdad para resolver tus dificultades. ¿Qué resultado puede darse si continúas creyendo así? Ya que no amas la verdad ni disfrutas viviendo la vida de iglesia, deberías marcharte allá donde te interese, en función de tus propias elecciones. ¿Acaso no quieres perseguir estar por encima del resto y lograr un gran éxito? Entonces deberías salir al mundo y esforzarte por ello. Tal vez puedas hacerte rico o ser funcionario y cumplir tus sueños en el mundo. No deberías permanecer más tiempo en la casa de Dios”. Cuando se trate de tales personas, en ningún caso deberías forzarlas ni tratar de exhortarlas para que se queden. Si quieren marcharse de la iglesia, deja que lo hagan. Aconsejar y alentar constantemente a estos incrédulos y exhortarlos a quedarse no concuerda con las intenciones de Dios. La obra de Dios nunca fuerza a las personas, y cuando sigues arrastrando y empujando a quienes están indecisos, interviene un elemento de coacción. Estas personas quieren salir a trabajar, hacer dinero y vivir una buena vida, o perseguir sus gustos personales. Siempre tuvieron estas intenciones y sus propias aspiraciones y planes. Aunque nadie lo sepa, su comportamiento ya se ha revelado. Por ejemplo, cuando cumplen su deber, a menudo lo hacen de manera poco centrada o son olvidadizos, negligentes y solo actúan por inercia. Muestran con frecuencia una particular reticencia a hacer su deber, siempre tienen la sensación de que salen perdiendo y piensan que hacer su deber les impide ganar dinero. A esta gente se la debería persuadir para marcharse, diciéndoles: “Siempre te muestras poco centrado y negligente al hacer tu deber, y al final no lograrás obtener la verdad y Dios no te concederá Su aprobación, ¡menuda pérdida será esa! Dado que no estás interesado en la verdad, que eres incapaz de confirmar la existencia de Dios o Su soberanía, y piensas que el mundo es fantástico y que, si lo persigues, podrías tener un gran éxito y estar por encima del resto, sería mejor que volvieras al mundo y te esforzaras allí. ¿Qué sentido tiene soportar estas dificultades aquí?”. En concreto, esta gente piensa a menudo que es competente en un campo en particular, que cuenta con algunas habilidades y con capacidad, y cree que, si emprende por su cuenta en la sociedad o el mundo, podría obtener tanto fama como fortuna, disfrutar de un alto estatus y una buena remuneración. Sin embargo, tras venir a creer en Dios y andar perdidos durante unos cuantos años, no han recibido ningún ascenso ni se los ha escogido para ningún puesto importante. Incapaces de destacar sobre el resto, en su fuero interno se sienten muy agraviados y sumamente reticentes. No están dispuestos a caminar por la senda de creer en Dios y menos aún a hacer su deber. En todo momento tienen el corazón inquieto y su mente divaga, y son caprichosos e inestables. De vez en cuando, piensan en que sus compañeros de clase y amigos han conseguido buenos trabajos, han alcanzado puestos elevados y viven una vida superior a la de los demás, lo que especialmente hace que sientan que se están perjudicando en gran medida a sí mismos al creer en Dios, y se consideran unos inútiles, unos incompetentes y unos fracasados por creer en Dios, además de sentirse demasiado avergonzados para enfrentarse a sus padres y sus ancestros. ¡Esto hace que se sientan incluso más tristes y reticentes, y se arrepienten amargamente de haber elegido creer en Dios en un primer momento! Por tanto, vacilan incluso más en su interior. A lo largo de los años que llevan creyendo en Dios y cumpliendo con su deber, no solo no se ha fortalecido su fe, sino que además han perdido el entusiasmo inicial que una vez tuvieron. ¿Cómo creéis que habría que ocuparse de esas personas? (Habría que persuadirlas para que se marchen). Si las persuades para que se marchen, podrían decir: “Llevo muchos años creyendo en dios, renunciando a mi educación, al matrimonio y a mis expectativas. Ahora me dices que me marche de la iglesia. ¿No significa eso que todas las dificultades que he soportado estos años habrán sido para nada? ¿Será que no tengo ningún destino futuro en absoluto? Eso supondría perder en ambos frentes. ¿No es eso como quitarme la vida?”. ¿Es el hecho de persuadirlas para que se marchen algo demasiado despiadado? ¿Es apropiado hacer eso? (Tales personas nunca quisieron creer en Dios en un primer momento. Solo entraron en la iglesia mediante engaños para recibir bendiciones. Cuando ven que la iglesia siempre está centrada en comer y beber las palabras de Dios y en compartir la verdad, sienten aversión por estas cosas y quieren marcharse. A tales personas se las debería persuadir para marcharse. Aunque puedas retenerlas, no puedes retener su corazón). Si hacen su deber con algo de sinceridad, pero simplemente carecen de claridad respecto a la verdad o se convierten temporalmente en alguien un tanto negativo y débil tras afrontar reveses y fracasos o experimentar la poda, en esos casos puedes compartir la verdad para ayudarlas y apoyarlas. Sin embargo, suponiendo que su debilidad no sea temporal, sino que más bien sean negligentes continuamente y actúen por inercia en el cumplimiento de su deber, estén poco centradas al desempeñar este y se complazcan simplemente con que no las expulsen, y suponiendo también que hagan su deber sin sinceridad ni motivación o que, siendo más precisos, no cuenten con objetivos de búsqueda y se limiten a dejar pasar los días, si queda claro que este es el tipo de persona que son, entonces se las puede persuadir para que se marchen.
Algunas personas son incrédulos. Si puedes ver con claridad que básicamente son personas que no aman la verdad ni están dispuestas siquiera a ser mano de obra, entonces habría que persuadirlas para que se marchen. Sus principales manifestaciones son que nunca leen las palabras de Dios, nunca se aprenden los himnos ni escuchan sermones y nunca comparten la verdad ni hablan sobre conocerse a sí mismas. Además, no les gusta escuchar los testimonios vivenciales de los hermanos y hermanas. Nunca ven las películas ni los vídeos de himnos o de testimonios vivenciales que produce la casa de Dios, y aunque lo hagan, solo es por mero entretenimiento o curiosidad, en cuyo caso solo ven un poco y con reticencia; no es ni remotamente porque tengan ningún sentido de la carga con respecto a su propia entrada en la vida, sino solo por buscar diversión y emoción en ello. ¿A qué dedican la mayor parte de su tiempo? A charlar, cotillear o entrar en internet para buscar cosas que les gustan. Por ejemplo, a algunas de ellas les gusta el mercado de valores y comprueban sin parar las tendencias de la bolsa en internet; a otras les gustan los coches o los productos electrónicos y siempre miran en internet las marcas que han lanzado nuevos modelos o desarrollado alguna nueva tecnología; a algunas les gusta ver noticias en internet producidas por automedios, y a otras les gusta la belleza, el maquillaje o la salud y se meten a menudo en internet para leer cosas sobre belleza, salud o cómo tener una buena salud y alcanzar la longevidad. Estas personas no tienen interés alguno en las diversas verdades en las que los creyentes han de entrar para salvarse ni en los testimonios vivenciales de los hermanos y hermanas. Aparte de hacer un poco de deber de manera reticente, por lo demás siempre se centran en la cambiante situación del mundo no creyente y en qué nuevas tendencias e importantes noticias hay en el mundo, así como en los acontecimientos de su propio país, entre otras cosas. Se limitan a fijarse en esta clase de información. Ya que solo se fijan todo el tiempo en estos temas, son lo único que ocupa su corazón e ignoran completamente las verdades que deberían entender como creyentes en Dios. Da igual quién comparta con ellas, no asimilan nada. No les interesan ni preocupan los asuntos relacionados con la entrada en la vida, tales como qué principios deberían seguir al cumplir su deber, qué carácter corrupto revelan y qué problemas existen mientras hacen su deber, así como cuáles de los diversos requerimientos que Dios les hace a las personas han cumplido y cuáles no. Aunque desempeñen su deber, solo hacen las cosas por inercia, sin buscar los principios-verdad en lo más mínimo. Aunque tales personas aseguren que son creyentes en Dios, en su interior, lo que les gusta y en lo que se centran es en el dinero, el estatus y las tendencias del mundo no creyente, y les gusta asociarse con aquellos que siguen las tendencias de dicho mundo. Cuando hablan sobre asuntos del mundo no creyente, lo hacen con gran afán y con un entusiasmo incansable, hablan con elocuencia y sin parar del tema, pero cuando se topan con aquellos a los que les encanta hablar sobre la verdad, no tienen nada que decir. Cuando un hermano o hermana dice: “Hay un himno muy bonito, he memorizado la letra entera”, ellas dicen de manera superficial: “Lo has memorizado. Eso está bien”. Cuando un hermano o hermana dice: “¡El testimonio vivencial de la hermana tal o cual es realmente bueno!”, dicen: “Ahora hay muchos vídeos de testimonios vivenciales, ¿cuál no es bueno? Todos son bastante buenos”. Solo responden de esta manera superficial; en realidad, no tienen interés en la verdad ni hablan el mismo idioma que los hermanos y hermanas. Cuando alguien les pregunta: “¿Oras cuando te enfrentas a las situaciones?”, responden: “¿Orar cómo? ¿Orar sobre qué?”. No oran ni tienen nada que decirle a Dios. Estas personas no tienen interés en nada relacionado con creer en Dios, y su corazón está lleno de toda clase de elementos del mundo no creyente. ¿Qué os parece? ¿Tienen estas personas un problema? (Sí). Si ves que siempre se muestran poco centradas al hacer su deber y que, cuando se les asigna cualquier tarea, se ponen muy impacientes, se quejan en cuanto sufren un poco de dificultad y, después de unos pocos años creyendo en Dios, suelen revelar pensamientos como: “He salido perdiendo por creer en dios. Si no hubiera creído en dios, ahora mi salario se habría incrementado a tal o cual cantidad y habría sido capaz de disfrutar de un estatus tal o cual, y de este o aquel estilo de vida lujoso”, ¿cómo habría que ocuparse de tales personas? (Habría que persuadirlas para que se marchen). Limítate a persuadir a tales personas para que se marchen y no les pidas más que desempeñen ningún deber, ya que ni siquiera están dispuestas a ser mano de obra. Piensan que simplemente asistir a las reuniones como creyente es soportable, pero que hacer su deber y seguir a Dios se interpone en el camino de sus grandes proyectos. Les parece que hacer su deber y seguir a Dios es un gran obstáculo para su búsqueda de la felicidad. Creen que, si no estuvieran haciendo su deber, ya habrían destacado sobre el resto, se habrían convertido en funcionarios de alto rango y habrían hecho mucho dinero en el mundo. Por tanto, ¿por qué habríamos de retenerlas? Así pues, persuadirlas para que se marchen es bueno para todos. Forzarlas a que se queden o tratar de exhortarlas para que lo hagan sería un enorme error. La manera de persuadirlas es esta: “¿Por qué elegiste creer en Dios? ¿Puedes en algún momento obtener la verdad si no estás interesado en ella y siempre estás lleno de dudas sobre Dios? Eres alguien con ideas, diplomas y talento; si te esforzaras mucho en el mundo, sin duda podrías convertirte en el presidente o director general de una empresa, o en millonario o multimillonario. Si simplemente vas a la deriva de esta manera en la casa de Dios, para empezar, no podrás destacar sobre el resto; en segundo lugar, no podrás lograr un gran éxito y, finalmente, no podrás brindar gloria a tus ancestros. Además, cuando haces tu deber, siempre te muestras negligente, lo que hace que te poden y eso provoca que estés deprimido todo el tiempo. ¿Para qué sufrir tanto? Deberías salir al mundo, ya sea a la política o a los negocios, y seguro que consigues cierto grado de éxito. Eres diferente a nosotros: tienes diplomas y talento, y eres un individuo noble, ¿acaso creer en Dios junto a gente corriente como nosotros no es algo que está por debajo de tu nivel? Como dicen a menudo los no creyentes, ‘Tienes el mundo a tus pies’; deberías sacar provecho del hecho de que todavía te queda tiempo en el mundo para perseguir algo de fama, ganancia y estatus mientras aún tengas ocasión. No te perjudiques a ti mismo quedándote aquí”. ¿Es esta una manera adecuada de persuadirlas? Estas palabras tienen bastante tacto, ¿verdad? (Sí). No les hieren y además les dicen lo que quieren oír. Creo que este enfoque es apropiado, hace que les resulte fácil aceptar el consejo y que puedan atreverse a marcharse sin preocupaciones. Cuando te ocupes de personas de esta clase, si estás seguro de que son incrédulos y ves que no tienen entusiasmo en absoluto por creer en Dios, que nunca son sinceras al hacer su deber y que jamás han obtenido ninguna entrada en la vida —así como probablemente tampoco la obtendrán a la larga—, deberías persuadirlas para que se marchen. Si no las persuades para marcharse, siempre tendrán una actitud superficial y tibia a la hora de hacer su deber, y es harto posible que llegue un momento en el que causen un desastre grave.
K. Ser cobarde y suspicaz
Acabamos de hablar sobre la décima manifestación: vacilar. A continuación, vamos a echar un vistazo a la undécima manifestación: ser cobarde y suspicaz. ¿Cuáles son las manifestaciones de la gente cobarde? (La gente cobarde se asusta cuando se enfrenta al arresto y la persecución. Quieren llevar a cabo su deber, pero no se atreven). Ese es solo un pequeño aspecto. El problema principal es que tienen un punto de vista sobre creer en Dios: siempre piensan que los creyentes en Dios parecen fuera de lugar en este mundo; consideran que su fe en Dios es embarazosa. En especial, en algunos países autoritarios o en los que no tienen libertad religiosa, donde los creyentes en Dios no solo están desprotegidos por la ley, sino que además están sometidos a persecución, algunas personas no se atreven a admitir que creen en Dios y tienen miedo de que otros se enteren. Les parece que creer en Dios no es algo honesto y honorable. Aunque saben que creen en el Dios verdadero, no perciben ningún honor en ello ni tienen confianza. Cuando hay algún indicio de problemas o ven que el gobierno arresta, persigue, reprime y margina a los creyentes, les preocupa especialmente el hecho de que puedan verse implicados. En tales situaciones, algunos se apresuran a desvincularse de la iglesia, llegando incluso a darse prisa en devolver los libros a la casa de Dios. Otros, por miedo al arresto, ya no se atreven a asistir a las reuniones ni a saludar a los hermanos y hermanas cuando se los encuentran. Se atreven menos incluso a relacionarse especialmente con quienes son relativamente conocidos por su fe o con aquellos a los que se ha arrestado con anterioridad; son cobardes hasta tal punto. Lo que es incluso peor, al oír que el gobierno ha empezado una importante ola de arrestos, acuden deprisa a las autoridades para admitir de manera proactiva que creyeron en Dios con anterioridad y que saben qué personas creen, al tiempo que venden a otros y entregan los libros de las palabras de Dios y otros materiales relacionados con la fe en Dios por propia iniciativa a cambio de clemencia, con el único propósito de su propia protección. Decidme, ¿acaso no son estas manifestaciones de ser cobarde? (Sí). Algunas personas en especial, después de empezar a creer en Dios, siempre temen que otros se enteren de su fe e incluso les asusta más que alguien al que hayan arrestado las venda. En cuanto alguien averigua que creen en Dios, le explican a toda prisa que ya no es así, e incluso se apresuran a hacer cosas a fin de que los no creyentes dejen de sospechar que creen en Dios. Por ejemplo, refuerzan las relaciones con los no creyentes, comiendo, saliendo de fiesta, apostando, bebiendo, etcétera, con ellos. Ante el menor indicio de problemas, no se atreven a asistir a reuniones y ya no hacen su deber, e ignoran a cualquiera que intente ponerse en contacto con ellos. Cuando todo está en calma, piensan que creer en Dios acarrea bendiciones, le permite a uno evitar morir y propicia que vaya al cielo y tenga un buen destino; entonces rebosan de energía por creer en Dios. Sin embargo, en cuanto se enfrentan a un entorno un poco peligroso, desaparecen sin rastro. Luego, cuando la situación pasa y las aguas se vuelven a calmar, regresan. Esta clase de personas suelen desaparecer sin dejar rastro. Da igual lo importante que sea el deber que se les haya encargado, en cuanto surge un poco de peligro, pueden dejar de inmediato su trabajo sin hacer ningún arreglo para su continuación, y después nadie puede contactar con ellas. Hay otras personas a las que, cuando de manera similar se enfrentan a un entorno peligroso, se les ocurren toda clase de formas de lidiar con las consecuencias del modo adecuado. Si el entorno es en ese momento demasiado hostil y el riesgo de arresto es alto, esperan a que pase el peligro antes de continuar el trabajo. O si son demasiado conocidas como creyentes y pueden arrestarlas fácilmente en caso de mostrar su rostro al hacer un trabajo, lo organizan para que otro lo haga. Sin embargo, cuando esta gente cobarde percibe el menor problema, se apresura a esconderse y se afana por taparse la cabeza y salvar su propio pellejo, ignora y desprecia por completo la obra y la propiedad de la iglesia, y no hace ningún esfuerzo por salvaguardar la obra de esta ni por proteger a los hermanos y hermanas. ¿Qué es lo que más temen de su fe en Dios? Para empezar, temen que el gobierno se entere de su fe. Segundo, temen que sus vecinos sean conocedores de ella. Tercero, lo que más miedo les da es que los arresten y los encarcelen, o que los apalicen hasta la muerte. Por tanto, cuando ocurre algo, lo primero que piensan es en si los podrían arrestar o matar. Si hay siquiera un uno por ciento de posibilidades de que suceda alguna de esas dos cosas, se les ocurrirá una manera de escapar. Por ejemplo, durante una reunión, algún hermano o hermana podría decir: “De camino hacia aquí, vi a alguien en los alrededores que no me resultó familiar. ¿Podría ser un no creyente que nos vigila?”. El solo hecho de oír este único comentario hará que los cobardes no asistan a la siguiente reunión y corten el contacto con todo el mundo. ¿Le llamarías a esto ser cauto? (Esto no es cautela normal, es cobardía; no hay lugar para Dios en su corazón). Esto es llevar la cautela hasta el extremo. En países o regiones donde el entorno es particularmente hostil, es verdad que los creyentes deberían ser cautos, pero eso no significa que deban dejar de hacer su deber o de asistir a las reuniones por miedo a que los arresten ni ser tan cautos que no haya lugar para Dios en su corazón. ¿Cuál es el principio de las personas cobardes para ser cautas? Pase lo que pase, ya sea algo importante o insignificante, no creen en absoluto que todo esté en manos de Dios. Piensan que nadie es de fiar y solo confían en sí mismas para protegerse. Este es su principio. No creen que todo esté en manos de Dios, que todo lo instrumente y lo arregle Él, que si de veras sucede algo, es porque Dios lo permite, y que si Dios no lo permite, nadie será arrestado. No tienen fe alguna en absoluto a este respecto. En su lugar, su corazón solo está lleno de cobardía. Asimismo, hay un defecto fatal en su cobardía, algo que además es lo más detestable respecto a ellas: para protegerse a sí mismas y lidiar con cualquier entorno que las haga sentirse cohibidas, siguen la que consideran que es su “sabiduría suprema”, que consiste en que, ocurra lo que ocurra, tanto si las vigilan como si las arrestan y encarcelan, una vez que algo vaya mal y su seguridad se vea amenazada, por una parte, niegan que crean en Dios y, por otra, cometen traición revelando todo lo que saben sin callarse nada. ¿Por qué hacen esto? Simplemente para protegerse del sufrimiento físico; así, divulgan cualquier cosa que sepan. Primero, venden a los líderes de la iglesia y además revelan quiénes son los líderes de distrito y regionales y dónde viven, así como todo aquello de lo que tienen conocimiento. Cometen traición revelando todo, incluso antes de que los torturen. Asimismo, si se les pide que firmen las “Tres declaraciones”, lo hacen de inmediato sin pensárselo siquiera; se habían estado preparando para ello desde hace mucho. El motivo es poder evitar la cárcel y la tortura, y sortear cualquier peligro de muerte. Son muy cobardes. No creen en la soberanía de Dios ni son capaces de arriesgar su vida, sino que piensan en todas las maneras posibles de protegerse. Para ellas, el mejor método es vender a los demás y a la iglesia; es la manera más eficaz. Usan la traición a los demás como el precio para asegurar su propia seguridad y evitar cualquier angustia. Esto es algo que habían planeado con mucha antelación, es su “sabiduría suprema”. Decidme, ¿es la cobardía de esta clase de personas una cobardía normal? (No). Entonces, ¿cuál es aquí el problema? (Son tan cobardes que se convierten en Judas, dispuestas a vender a los hermanos y hermanas y a la iglesia en cualquier momento y lugar. Tales personas no son verdaderos creyentes). Por ahora vamos a dejar de lado si son verdaderos o falsos creyentes. Fijaos solo en su humanidad: piensan que creer en Dios es algo que se ha de ocultar y de lo que avergonzarse, en lugar de algo honesto y honorable, y ven el asunto de creer en Dios, algo tan honesto, honorable y positivo, como algo negativo. ¿Qué clase de personas piensas que son? (Personas atolondradas, que son relativamente perversas). Su perspectiva de las cosas y la manera de comprender estas son diferentes a las de las personas normales. Incluso puede que a veces llamen negro a lo que es blanco, incapaces de distinguir lo correcto de lo incorrecto. ¿Cómo es posible que los creyentes en Dios puedan ser furtivos a propósito? Porque este mundo es demasiado malvado; la ley no protege la libertad religiosa e, incluso en mayor medida, el régimen satánico odia a Dios y contempla Su obra con hostilidad. No permite que existan cosas positivas y hace un gran esfuerzo por perseguir a aquellos que creen en Dios. Por tanto, bajo tales circunstancias de la sociedad, a los creyentes no les queda otra opción que actuar con cautela cuando se reúnen y hacen su deber; no se atreven a hacerlo abiertamente. Desde fuera puede parecer que son furtivos como ladrones, pero en realidad esto se debe por entero al contexto de persecución, ¿no es así? (Sí). Por tanto, ¿cómo describe el gran dragón rojo los actos de creer en Dios y hacer el propio deber? Como “comportamiento sospechoso”. ¿Es este comportamiento sospechoso? (No). No es un comportamiento sospechoso, es algo que la gente hace porque no le queda otra opción. ¿Han hecho algo ilegal? (No). No han hecho nada ilegal ni nada que se oponga al gobierno, ni mucho menos han quebrantado la ley ni perturbado el orden público. ¿Qué ha estado haciendo esta gente? Simplemente han estado haciendo el deber de los seres creados. Este trabajo es la empresa más valiosa, significativa y recta del mundo. Sin embargo, como este mundo es malvado y oscuro y proclama que lo blanco es negro, llama “sospechosa” a la empresa más recta, valiosa y significativa. Esta es la interpretación de Satanás. ¿Es la interpretación de Satanás la verdad? ¿Es positiva? (No). Desde luego que no lo es. Sin embargo, cuando las personas cobardes oyen esta interpretación, no solo están del todo de acuerdo con ella en el corazón, sino que además aceptan esta interpretación por parte de Satanás. En consecuencia, también piensan que creer en Dios y hacer su deber en secreto no es adecuado y ha de ser algo equivocado. Siempre tienen miedo de que un día también las atormente a ellas la sociedad y el gobierno, sin que puedan argumentar en su defensa y sin que nadie pueda ayudarlas ni rescatarlas. Así, en especial temen que los demás se enteren de su fe en Dios. No reconocen en su fuero interno que las palabras que ha expresado Dios son la verdad ni que la senda por la que Él guía a la gente es la adecuada, pero aun así quieren recibir bendiciones de Dios. ¿Acaso no resulta contradictorio? Al final, se sienten increíblemente agraviadas por creer en Dios y sufrir estas dificultades en semejante entorno. ¿Por qué se sienten agraviadas? Porque les asustan profundamente el malvado régimen de este mundo y las malvadas fuerzas de los diablos y satanases, y siempre temen que los diablos y satanases las atormenten y les quiten la vida. Dado que no tienen fe verdadera alguna en Dios, actúan de manera especialmente cobarde, incluso hasta el punto de no desempeñar su deber por completo. Si no hay ningún peligro en absoluto, asistirán a las reuniones o se relacionarán con los hermanos y hermanas, o bien harán algunas cosas para la iglesia, pero es tan simple como que no se atreven a admitir que creen en Dios, que son parte de la iglesia, ni se alzan para dar testimonio de Dios o hacer su deber; son profundamente temerosas. No tienen verdadera fe en Dios, y aun así quieren recibir bendiciones y un buen destino por parte de Él. ¿Diríais que esto es contradictorio? (Sí). ¿Acaso el hecho de que se centren en sus propios intereses personales no les nubla la mente? (Sí). A estas personas las consume su avaricia por la ganancia personal. No creen que Dios sea soberano sobre todo, pero aun así quieren recibir bendiciones por parte de Él. No creen que la obra de la iglesia y que el deber que hacen los hermanos y hermanas sean rectos, valiosos y significativos. En especial les asusta hacer deberes importantes, o que los líderes y obreros les pidan a menudo que vayan a ocuparse de asuntos, por miedo a que algo salga mal y se vean implicadas. Estos cobardes se pueden convertir en Judas y vender a la iglesia cuando se enfrenten al peligro; se trata además de un tipo de individuo peligroso.
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