Las responsabilidades de los líderes y obreros (28) Parte 2
¿Qué otras manifestaciones tienen los cobardes? Estas personas pueden negar y renunciar al nombre de Dios en cualquier momento, traicionar a Dios en cualquier momento y convertirse en unos judas en cualquier momento. Los cobardes no son dignos de entrar en el reino de los cielos, ¿no es así? (Sí). ¿Cuál es la debilidad fatal de los cobardes? (Temen la muerte y pueden cometer traición). Deambulan por la vida de manera innoble, codician la vida y temen la muerte. El temor a la muerte es su debilidad fatal. Mientras no les hagan morir, están dispuestos a hacer cualquier cosa, ya sea convertirse en unos judas o en hijos de la destrucción o ser maldecidos; están dispuestos a hacer cualquier cosa, siempre y cuando puedan vivir. Vivir es su mayor objetivo. Por mucho que compartas que la vida y la muerte de las personas están en manos de Dios, que Él controla el porvenir de estas, es soberano sobre él y lo instrumenta, así como que la gente debería someterse a las instrumentaciones y arreglos de Dios, estas personas no creen ni aceptan estas palabras. Lo único que piensan es que volver a nacer como un humano es una oportunidad excepcional, así que no pueden morir de ninguna manera. Además, creen que, una vez que mueran y su carne perezca, su alma renacerá en forma de animal o se convertirá en un fantasma errante, y que nunca volverán a tener la oportunidad de renacer como un humano. Por tanto, tienen un temor especial a la muerte. Para ellos, la muerte es un desastre catastrófico, no una buena oportunidad para la siguiente reencarnación ni un nuevo comienzo para otro renacimiento. Por consiguiente, no reparan en gastos para conservar su vida. Aunque eso signifique vender a otros o causar cualquier tipo de daño a la obra de la iglesia, no dudarán en hacerlo; e incluso si significa renunciar al nombre de Dios, no les importan las consecuencias, solo les importa vivir a salvo. ¿Qué clase de personas son estas? (Gente que prolonga una existencia innoble). ¡Son escoria que prolonga una existencia innoble! Viven sin dignidad ni integridad, dispuestos a hacer cualquier cosa solo para permanecer vivos y rebajándose a cualquier nivel. Hay quienes ya han calculado en su fuero interno qué hacer antes de enfrentarse a un entorno peligroso: “Si me arrestan, hablaré y ya está. Cuando el gran dragón rojo os tortura, amenaza e intimida, con lo que os fuerza a vender a la iglesia, os negáis a decir ni una palabra. Bien, yo no soy tan necio como vosotros, que preferís soportar dolor físico a hablar. Hablaría antes incluso de que me golpearan o me intimidaran. ¡Mira qué listo soy! Como dice el dicho: ‘Las personas inteligentes saben someterse a las circunstancias’. ¿Qué tiene de malo que venda a los hermanos y hermanas de la iglesia? Todo el mundo tiene que ser egoísta, ¿no? ¿Es que no es simplemente estúpido no cuidar de ti mismo?”. Antes de que suceda cualquier cosa, ya han resuelto cómo protegerse. Pensaron en todo hace mucho. ¿Qué credo siguen a la hora de comportarse? “¿Por qué debería complicarse la vida una persona? ¿Por qué ser tan terco? ¡Solo si eres bueno contigo mismo, no habrás vivido esta vida en vano!”. Este es su credo para comportarse. No tienen límites morales. ¿Qué creéis que se debería hacer con las personas que son así? (Si se las descubre, se las debe echar con sabiduría, pues son bombas de relojería). Exacto, son bombas de relojería. Son unos absolutos cobardes y, cuando llegue el peligro, venderán a la iglesia. Si alguien tiene una humanidad normal, usará métodos inteligentes para responder a los entornos peligrosos y tendrá auténtica fe en Dios. No dejará que se le impida asistir a reuniones o hacer su deber, y hará todo lo posible por gastarse para Dios en función de su estatura y sus circunstancias. Esta es la revelación de la humanidad normal. Sin embargo, las personas cobardes aprecian especialmente sus vidas; codician la vida y temen la muerte, y valoran su vida sobre todo lo demás. No tienen fe real alguna en Dios y no son capaces de ver que Él es soberano sobre todo. Por tanto, cuando se enfrentan a la persecución, se revela naturalmente que son cobardes. Los cobardes, a fin de protegerse a sí mismos, pueden convertirse en unos judas. Esas personas son elementos peligrosos, son individuos aterradores. La iglesia no puede de ninguna manera asignarles ningún trabajo ni permitirles hacer deber alguno. De lo contrario, si cometen traición, el daño a la obra de la iglesia sería demasiado grande; haría más mal que bien.
¿Cómo se manifiesta la suspicacia de las personas cobardes y suspicaces? Hay quienes nunca ven con claridad los diversos aspectos de la obra de la casa de Dios. No saben qué obra está haciendo Dios exactamente o si las palabras que Él dice son la verdad. No tienen una comprensión ni un punto de vista correctos sobre estos asuntos, así que no pueden confirmar qué se está haciendo exactamente en la obra de la casa de Dios, qué resultados pretende lograr dicha obra o si esta se hace con el propósito de salvar a las personas. No pueden ver con claridad ninguna de estas cosas. Además, no tienen claro qué es la iglesia. No importa cuántos sermones oigan, no entienden siquiera un poco de la verdad. Siempre tienen dudas sobre los hermanos y hermanas que hacen sus deberes, y piensan para sí: “Siempre están ocupados, van y vienen todos los días. ¿Qué están haciendo exactamente?”. En particular, dentro del contexto de la fe en Dios y del cumplimiento de los deberes en el país del gran dragón rojo, los líderes y obreros comparten y discuten sobre ciertos aspectos de la obra de la iglesia —como el trabajo administrativo, el de personal, el de asuntos generales y, en especial, algún trabajo que implique asumir riesgos— sin permitir que los hermanos y hermanas corrientes sepan sobre estas cosas. Esto los protege, no los perjudica. Sin embargo, algunas personas no lo entienden y siempre quieren indagar sobre tales cosas. Por ejemplo, indagan sobre dónde se imprimen los libros o dónde se acoge a ciertos líderes y obreros. ¿Te beneficiaría saber estas cosas? (No). ¿Pierdes algo por no saberlas? (No). No saber estas cosas no afecta a que comas y bebas las palabras de Dios, no afecta a que consigas la verdad, y desde luego no impide tu entrada en la vida ni la transformación de tu carácter. Por tanto, ¿acaso no es innecesario que indagues en estos asuntos y los examines? Algunas personas que realizan deberes de acogida se muestran siempre suspicaces. Cuando los líderes y obreros no las ponen al corriente de su charla y sus discusiones sobre la obra de la iglesia, piensan: “¿Por qué los líderes y obreros siempre se reúnen y comparten a mis espaldas? ¿Qué actividades traman?”. No están al tanto de la información personal de algunos líderes y obreros, y empiezan a preguntarse: “¿Por qué no me informan de ello? No sé sus nombres, dónde viven ni cuál es su situación real. ¿Podría esta gente engañarme o perjudicarme mientras me guían en mi fe en dios?”. Además, hay algunos tipos de trabajo que son delicados, como el relacionado con las ofrendas o algunos trabajos peligrosos; estas son cosas que no se deberían preguntar desde un principio, sin embargo, estas personas siempre quieren indagar sobre ellas. Cuando otros no les dan respuestas, se vuelven incluso más suspicaces. En particular, hay quienes nunca tuvieron mucha fe en Dios desde un principio; después de venir a creer en Él, ven que el negocio familiar mejora y los miembros de su familia están sanos, y creen que se trata de la gracia y la bendición de Dios. A raíz de esta felicidad pasajera, ofrendan un poco de dinero, pero luego se empiezan a preguntar: “¿Dónde se ha gastado el dinero que he ofrendado? ¿Se ha usado para la obra de la iglesia? ¿Se ha invertido en negocios o se ha usado para actividades ilegales?”. Siempre quieren indagar y averiguar sobre estas cosas, y siempre quieren llegar hasta el fondo. Las dudas de algunas personas son incluso más acentuadas. Por ejemplo, cuando la iglesia compra algún equipo o aparato debido a las necesidades de la obra, o cuando presta algún tipo de cuidado y asistencia para contribuir a la vida cotidiana de aquellos que hacen su deber, este tipo de persona suspicaz siempre sospecha: “El dinero se gasta en muchos ámbitos diferentes. ¿De dónde proviene? ¿Tiene la iglesia además alguna clase de negocio? ¿Cuenta con un patrón rico o con alguna clase de patrocinador poderoso en las sombras? ¿Hay algún grupo que apoye a la iglesia?”. En especial, cuando están expuestas a algunos rumores sin fundamento y palabras endiabladas de las autoridades que difaman a la iglesia —afirmaciones como que tal o cual persona de la iglesia cometió un asesinato y quebrantó la ley, que fulano o mengano es un criminal buscado por el Estado, que este o aquel huyó al extranjero con una enorme suma de dinero, etcétera—, sus dudas sobre la iglesia y sobre la obra de Dios se vuelven incluso más grandes. ¿Tienen esas personas un pensamiento normal? ¿Son capaces de ver con claridad los principios que los creyentes deberían seguir? En el caso de la mayoría de la gente, una vez que tienen la certeza de que esta es la obra de Dios, ya no tienen dudas sobre Él. No importa qué problemas o qué clase de personas aparezcan en la iglesia, son capaces de abordarlos de acuerdo con las palabras de Dios. Aunque las personas malvadas o los anticristos causen perturbaciones, pueden comprenderlo correctamente. Nunca tienen sospechas sobre Dios ni Su obra, ni sobre la iglesia o la casa de Dios. Como mucho, puede que tengan opiniones respecto a ciertos individuos o algunas nociones sobre la obra de Dios, pero pueden resolverlas poco a poco por medio de vivir la vida de iglesia. Sin embargo, las personas suspicaces son diferentes. Desde el mismo momento en el que empiezan a creer en Dios, tienen sospechas y todo tipo de nociones. No están seguras de que las palabras de Dios sean la verdad ni de que la obra de Dios consista en Su expresión de estas palabras, e incluso están menos seguras aún de que el hecho de que los hermanos y hermanas se reúnan sea la iglesia de Dios. Albergan continuas sospechas y siempre buscan evidencias fácticas para probar que estas son correctas. ¿Qué clase de actitud es esta? ¿Crees que la gente que cree en Dios con esta clase de actitud puede entender la verdad? (No). Nunca podrán entender la verdad. ¿En qué se centran más en su corazón? Siempre reflexionan así: “¿Quiénes son estas personas? ¿Se trata de una especie de organización social? Aunque la casa de dios cubre sus gastos de manutención cuando las acojo, me sigo poniendo en riesgo al acogerlas. Por tanto, ¿recordará dios mis buenas acciones? Si dios no las recuerda, ¿no habrá sido mi labor de acogida en vano?”. Albergan constantemente tales dudas en el corazón. ¿Piensas que acogen a los hermanos y hermanas por propia voluntad? (No). Lo hacen únicamente por el deseo de obtener bendiciones y están llenos de dudas. En especial, cuando oyen algunas cosas que no pueden ver con claridad y consideran negativas de acuerdo con sus nociones, aumentan las dudas en su interior. Por ejemplo, durante las reuniones, puede que alguien saque temas relacionados con las acciones del régimen del gran dragón rojo y los feos rostros de los reyes demonios, o a veces, al hablar sobre la verdad, se hace referencia a la represión y los arrestos que lleva a cabo el gran dragón rojo, a la esencia-naturaleza de este, etcétera. Estos temas en realidad no están relacionados con la política, solo ayudan a la gente a aprender a discernir al gran dragón rojo y a ver su rostro con claridad, de modo que puedan llegar a odiarlo y rechazarlo y ya no estén constreñidos ni amarrados debido a la influencia de Satanás. Sin embargo, cuando los suspicaces oyen estos temas, se acobardan y asustan: “¡Esta gente incluso debate sobre política! ¿Es que no son delincuentes políticos? ¿Acaso no son contrarrevolucionarios? ¡Estos temas son demasiado sensibles! ¡Rápido, cerrad las ventanas, atrancad la puerta, desconectad internet y las líneas de teléfono! ¡Si el gobierno escuchara esto, podríamos meternos en un gran problema! ¡Seguro que nos condenarían a cadena perpetua!”. No están dispuestos a escuchar tales temas e intentarán por todos los medios interrumpir la charla para impedir que se discutan. Piensan para sí: “¿Qué clase de trabajo hacen estas personas exactamente? Se dice que dios no se involucra en la política humana, ¿por qué habla entonces esta gente sobre política? ¿No se supone que los creyentes solo deben hablar sobre asuntos relacionados con la fe en dios? ¿Por qué discuten sobre estas cosas? ¿Acaso no es solo para buscarse problemas? Si quieren hablar sobre estas cosas, pueden hacerlo donde quieran, pero no en mi casa. ¡No quiero ser parte de ello!”. No pueden ver nada con claridad. Cuando oyen algunos rumores inventados por el gobierno, no solo no logran discernirlos, sino que sus recelos se tornan todavía más fuertes. Si se mostraran suspicaces y escépticos a menudo respecto al grupo de demonios que están situados en el poder o a las fuerzas de anticristos y las sectas de los espíritus malvados que hay en la religión, eso de veras los ayudaría a protegerse a sí mismos. Pero en la iglesia donde obra Dios, Él ha expresado mucha verdad, y aun así ellos todavía no pueden entenderla ni determinar que se trata del camino verdadero. Después de escuchar sermones durante tanto tiempo y ver que Dios habla tanto, su suspicacia sigue sin resolverse y sus nociones y figuraciones no se han erradicado. Está claro que su calibre es demasiado escaso, que no tienen capacidad de comprensión en absoluto y que no son personas que persiguen la verdad. Desde que empezaron a creer en Dios, nunca han creído que Él es soberano sobre todo ni que todas Sus palabras son la verdad; menos aún han creído que el Espíritu Santo guía por completo la obra de la casa de Dios. En consecuencia, todo les hace dudar. Por ejemplo, al compartir sobre el tema de discernir a diferentes clases de personas durante las reuniones, puede que hablemos sobre cómo desorientan los anticristos a las personas; cómo algunas personas no hacen ningún trabajo real a pesar de que todo lo que consumen y disfrutan es gracias al uso de las ofrendas de Dios, lo que significa que viven a costa de la iglesia; cómo algunas personas roban o despilfarran ofrendas; cómo ciertos individuos de la iglesia participan en actividades licenciosas; o cómo algunas personas hacen cosas que avergüenzan a Dios mientras predican el evangelio. Discutimos sobre estos asuntos para que las personas puedan aprender a discernir a los demás y puedan ver a las personas y los asuntos de acuerdo con las palabras de Dios y los principios-verdad, extraer lecciones y aprender de estas cosas, así como evitar que otros las desorienten o constriñan. Sin embargo, cuando la gente suspicaz oye estas cosas, dice: “¡Oh, no! Esta es la casa de dios, el lugar donde se hace la obra de dios. ¿Cómo pueden ocurrir aquí cosas semejantes? Parece que acerté al haber sido suspicaz. He de ser incluso más cuidadoso a partir de ahora. Todo el mundo es demasiado poco de fiar y la casa de dios tampoco lo es. ¿Es dios de fiar, entonces? Quién sabe, tal vez dios tampoco sea de fiar”. Como ves, no entienden la verdad ni son capaces de comprenderla. No importa qué aspecto de la verdad comparta la casa de Dios, al final, ¿a qué conclusión llegan siempre? A que tuvieron razón al ser suspicaces durante todos esos años y que su suspicacia no fue algo innecesario. Si aquellos que persiguen la verdad y tienen el pensamiento propio de una humanidad normal oyen estas cosas, pueden tratarlas correctamente. Por una parte, se amplían sus horizontes y obtienen discernimiento sobre ellas. Por otra, pueden extraer lecciones y aprender de ellas, así como entender que las personas no pueden seguir a otras personas, que necesitan discernir a los demás y entender más de la verdad, que uno puede desorientarse en cualquier momento y lugar si no entiende la verdad, y que, una vez que la entienda y tenga estatura, los demás no lo constreñirán, desorientarán ni controlarán. Sin embargo, la gente suspicaz no pensará nunca de esta manera. Mientras más comparte la casa de Dios sobre el tema de discernir a diferentes clases de personas y asuntos, más les parece que sus sospechas son correctas y están confirmadas: “¡Ves, el listo soy yo! Menos mal que desconfié. La gente suele decir que soy suspicaz y desconfiado, pero los hechos demuestran que tenía razón al sospechar. Mirad lo necios que sois todos vosotros; en vuestra fe en dios, solo sabéis hacer vuestros deberes y hablar sobre vuestro conocimiento vivencial. ¿Qué sentido tiene eso? ¿Puede eso protegerte? ¡No! No importa qué situaciones afrontes, solo puedes protegerte a ti mismo si eres más desconfiado y te cuestionas más las cosas. Tienes que guardarte de todo el mundo. No puedes fiarte de nadie tanto como de ti mismo, ¡ni siquiera de tus propios padres!”. Decidme, ¿qué clase de personas son esas? ¿Son creyentes en Dios? (No). Al margen del tipo de obra sobre la que comparta la casa de Dios o de las clases de personas que discierna, y con independencia de los entornos que disponga Dios para las personas, el propósito es que el pueblo escogido de Dios extraiga lecciones de tales cosas, que reciba formación en el reino de una manera más práctica y que, por medio de estas lecciones prácticas, llegue a entender la verdad y tenga discernimiento con respecto a las personas, vea a estas y los diversos asuntos con claridad, y entienda así mejor a qué personas, acontecimientos y cosas reales se refieren las palabras y las verdades que Dios expresa. Sin embargo, los suspicaces no solo son incapaces de aprender ninguna lección a partir de estas cosas, sino que además se vuelven incluso más suspicaces y astutos.
Algunas personas suspicaces, cada vez que dicen o hacen algo en la casa de Dios, siempre son cautas hasta el extremo y temen constantemente que los hermanos y hermanas o los líderes y obreros las poden o incluso las atormenten. Dicen: “Si dejo de creer en dios y me marcho de la iglesia, ¿tomará esta represalias contra mí?”. Deberían estar tranquilas al respecto. Si un incrédulo se marcha de la iglesia, es una feliz circunstancia para todas las partes; beneficia a todo el mundo. Por tanto, si quieres marcharte de la iglesia o renunciar a tu deber para volver a casa y vivir tu vida, deberías plantearlo con valentía sin ninguna preocupación. También podrías escribir una declaración en la que digas: “A partir de tal o cual fecha, me marcho oficialmente de la Iglesia de Dios Todopoderoso y me retiro de las filas de aquellos que hacen su deber”. Esto se permite por completo. Las puertas de la casa de Dios están abiertas y puedes marcharte con valentía sin preocuparte de que nadie tome represalias contra ti. No hay necesidad de tener miedo ni de ser suspicaz. ¿Ves a alguna persona malvada entre estas personas en la iglesia? A ninguna en absoluto. Aunque hubiera personas malvadas, habría que depurarlas. La mayoría de las personas se comportan bastante bien y les gusta caminar por la senda correcta en la vida. Tomar represalias contra los demás o hacerles daño vulnera los principios-verdad, y ellas nunca podrían hacer tal cosa. ¿Qué creéis que hay de malo en la manera de comportarse de las personas suspicaces? Solo tienen una mente desconfiada, pero nada de inteligencia. Creen que su mente astuta, falsa y desconfiada es la forma más elevada de sabiduría en lo que respecta a cómo se comportan. No están interesadas en los principios-verdad ni en la obra y las palabras de Dios, no los entienden ni los buscan. En lugar de eso, solo viven de acuerdo con las filosofías de Satanás, y piensan: “Me suceda lo que me suceda, debería cuestionarme más las cosas. Asimismo, creo que, sea quien sea aquel respecto al que yo albergue sospechas, es razonable que tenga dichas sospechas y, con independencia de que estas se conformen a los hechos, están justificadas. En resumen, me beneficia sospechar más cuando me enfrento a situaciones”. El resultado es que, por muchos años que lleven creyendo en Dios, nunca buscan en Sus palabras la verdad ni respuestas para resolver los diversos problemas y recelos que tienen. En cambio, confían en su propia mente, en su mentalidad desconfiada, en las filosofías para los asuntos mundanos o en sus propias experiencias de la vida para analizar y lidiar con estos asuntos. Al final, cuantas más diversas situaciones afrontan y cuanta más información de diversa índole oyen, no solo su naturaleza suspicaz permanece inmutable, sino que sus recelos crecen sin parar. Por ejemplo, cuando esta clase de personas suspicaces llevan creyendo en Dios uno o dos años y oyen hablar del incidente de Zhaoyuan que se inventó el PCCh para difamar a la casa de Dios, piensan: “Tal vez lo hizo la casa de dios. Aunque no lo ordenara la casa de dios, debieron llevarlo a cabo algunos hermanos y hermanas subordinados y simplemente no lo admitís”. Después de creer en Dios entre tres y cinco años, siguen dando por cierta la versión de los acontecimientos que cuenta el gran dragón rojo. Aunque pasen entre ocho y diez años, sus recelos respecto a la casa de Dios no se resuelven. No creen que se trate de la incriminación y la difamación de la iglesia por parte del gran dragón rojo; simplemente asumen que lo hizo el pueblo de la casa de Dios. Ves, cuando examinan algún asunto, nunca lo hacen sobre la base de las palabras de Dios o los principios-verdad; creen la versión del gran dragón rojo y ven el asunto desde el punto de vista de los diablos y de Satanás. No importa cómo reprima Satanás al pueblo escogido de Dios ni la brutalidad con la que lo trate, a ellas les parece entendible, pero nunca creen que la casa de Dios sea inocente ni que los hermanos y hermanas que sufren persecución por creer en Dios estén libres de culpa. Aunque vean con sus propios ojos que todos los hermanos y hermanas de la casa de Dios son personas que se comportan bien y se mantienen en su lugar, en su corazón siempre creen, sin ninguna duda, las cosas que ha hecho el gran dragón rojo para difamar a la iglesia. Aunque tales personas, al creer en Dios, pueden soportar dificultades, pagar un precio e incluso hacer ofrendas, al final siguen siendo unos incrédulos. De hecho, los suspicaces son más problemáticos que aquellos que no aman ni aceptan la verdad. ¿En qué sentido son más problemáticos? Aquellos que no están interesados en la verdad se muestran del todo indiferentes y desinteresados respecto a la obra de la iglesia y el cumplimiento de los deberes; da igual cómo sigan a Dios o hagan sus deberes los creyentes, eso no les parece importante. Como resultado, no tienen recelos sobre cuestiones relativas a creer en Dios o hacer un deber, y básicamente nunca indagan sobre los asuntos de la iglesia. Sin embargo, las personas suspicaces son justo lo contrario: les encanta indagar sobre las habladurías. ¿Por qué quieren indagar sobre estas cosas? Uno de sus objetivos es sin duda este: “Si indago y sé más, eso me ayudará a preparar por adelantado mi plan alternativo y a decidir en cualquier momento si me quedo o me marcho”. Además, se centran en indagar sobre ciertos asuntos, como cuál es el nombre real de un líder u obrero en particular, dónde vive, qué clase de profesión tiene en el mundo secular o por qué abandonó su casa para hacer su deber. Asimismo, podrían hacer indagaciones sobre aquellos que predican el evangelio, como a quién le han predicado, qué miembros de su familia creen en Dios, cuántos años llevan predicando el evangelio, a cuántas personas han ganado, etcétera. Indagan sobre todas estas cosas en gran detalle. A la gente suspicaz le encanta recabar esta clase de información, y una vez que lo han hecho, se sienten en calma, pues creen que es muy necesario saber estas cosas y que es posible dar uso a esta información en momentos cruciales. La gente suspicaz sabe demasiado. Son “bases de datos de información” e incluso saben algunas cosas que los líderes y obreros desconocen, como quién se ha ido al extranjero a hacer su deber y a qué país se ha ido; saben incluso estas cosas sobre gente que se va a otros países. Sin embargo, si les preguntas qué episodio de los sermones se ha transmitido más recientemente, no te lo podrán decir. Nunca prestan atención a los asuntos de la entrada en la vida, en cambio, cuando se trata de la información personal de los hermanos y hermanas y de algunas de las circunstancias de la iglesia, tienen muy claras estas cosas. Uno de sus propósitos al indagar a menudo sobre algo es saber más sobre todo tipo de circunstancias, para poder pensar después en su propia vía de escape en cualquier momento. Creen que sería de una necedad extrema no pensar para nada en su propia vía de escape; si usamos las palabras de los no creyentes, estarían “ayudando a contar el dinero a alguien que los ha vendido”. En realidad, son iguales que la comida podrida, no valen un céntimo, y sin embargo se ven a sí mismos como muy valiosos. ¿Qué os parece, son estas personas suspicaces? (Sí). En efecto, son suspicaces. La gente suspicaz tiene una humanidad especialmente astuta y falsa. Hay quien ve la astucia y la falsedad como signos de una gran inteligencia, pero eso es un error. En realidad, esta gente astuta y falsa es extremadamente estúpida y carece de calibre alguno. Su calibre es muy escaso, y esto ya es muy difícil de cambiar; que también sean astutos significa que resulta aún más difícil curarlos. Si alguien simplemente tiene poco calibre, pero es relativamente honesto, no es astuto y puede hacer con sinceridad su deber, tal vez tenga todavía un rayo de esperanza para salvarse. Si tiene poco calibre y es un tanto astuto, pero puede aceptar la verdad y se conoce a sí mismo, tal vez haya un rayo de esperanza para desechar su carácter falso. Si puede entender la verdad, así como conocerla y entrar en ella de manera gradual, su suspicacia podría disiparse poco a poco. Sin embargo, por desgracia, estas personas carecen de calibre y además son falsas y astutas, así como en gran medida estúpidas. Es como una persona ciega que sufre un problema en los ojos: no tiene cura, ¿cierto? (Así es). Tales personas son irredimibles. Dado que son suspicaces hasta un grado irredimible, ¿cómo creéis que se las debería tratar? (Si se descubre a tales personas, hay que guardarse de ellas. Son capaces de vender a la iglesia para protegerse; son individuos peligrosos. Podemos buscar oportunidades para dejarlas en evidencia y echarlas o, si no podemos encontrar la ocasión para hacerlo, podemos persuadirlas para que se marchen de una manera inteligente). Una vez que tengas la certeza de que alguien es una persona suspicaz, no te relaciones con ella. Eso solo acarreará problemas. Si te relacionas con ella, siempre intentará averiguar cosas sobre ti. Si te vas fuera, te vigilará de cerca y no parará de preguntar: “¿Dónde vas? ¿Cuántos días estarás fuera? ¿Qué vas a hacer?”. Cuando regreses, preguntará: “¿A quién conociste? ¿Cumpliste con tu tarea? ¿De qué hablasteis?”. Si no le respondes, se quejará: “No me deja estar al tanto de nada. No confía en mí, ¿verdad? ¡No me trata como a un miembro de la casa de dios! Dijo que iba a hacer la obra de la iglesia, ¿pero por qué me lo ha ocultado? Debe de haber ido a hacer algo ilegal”. Siempre te espía a tus espaldas. Tales personas son realmente problemáticas. Indagan sobre muchas cosas y quieren saberlo todo. No obstante, cuando saben estas cosas, no tienen una comprensión pura de ellas ni las tratan correctamente, y además intentan buscar elementos sospechosos en ellas, lo que hace que sus dudas sean cada vez mayores. Supón que les das consejo, diciéndoles: “Ya que tienes dudas tan grandes sobre Dios y no crees que Sus palabras sean verdades ni puedan purificar y salvar al hombre, ¡deberías simplemente dejar de creer en Dios!”. No estarán dispuestas a hacerlo; querrán aun así creer y obtener bendiciones. ¿Acaso no son problemáticas estas personas? (Sí). Es fácil ocuparse de ellas. Si pueden causar grandes problemas a la iglesia, persuádelas enseguida para que se marchen. Estas personas no son dignas de confianza, no tienen la capacidad de comprender la verdad y, aunque puedan hacer un poco de deber, causarán grandes problemas a la casa de Dios; hacen más daño que bien. Por tanto, es necesario persuadirlas para que se marchen.
La gente cobarde es problemática, y la suspicaz también lo es. Sin embargo, la que es tanto cobarde como suspicaz es incluso más problemática. Estas personas son extremadamente asustadizas y temen a la muerte, son suspicaces respecto a todo y sospechan todo el tiempo que creer en Dios podría llevar a que las engañen. Temen que sus expectativas se vean obstaculizadas y consideran que ser detenidas y perseguidas, lo cual desembocaría en su muerte, difícilmente merecería la pena. Si son suspicaces hasta este extremo, ¿qué sentido tiene para ellas creer en Dios? ¿Acaso no consiguen más que complicarse las cosas? Se guardan de los hermanos y hermanas y de todos los arreglos del trabajo de la casa de Dios como si se guardaran de unos estafadores, igual que se guardan del gran dragón rojo o de los diablos y satanases. Hay quienes todavía intentan aconsejarlas, diciéndoles: “Asegúrate solo de creer en Dios diligentemente, de perseguir la verdad y de hacer bien tu deber, y Dios te concederá Su aprobación”. Sin embargo, ¿qué piensan ellas en su interior? “Quieres que haga mi deber de manera adecuada, pero una vez que sea conocido y el gran dragón rojo me arreste, ¿acaso no supondrá eso mi final?”. Si de veras es esta su mentalidad, no tiene sentido intentar darles consejo. Son extremadamente asustadizas y les aterra siempre la muerte. Cuando oyen que han arrestado a creyentes en Dios, tienen tanto miedo que mojan los pantalones. Pero cuando se trata de estafar y engañar a la gente en los negocios, da igual en cuántos problemas se metan, no tienen ningún miedo; son bastante valientes a este respecto. Sin embargo, en los asuntos relativos a creer en Dios, se muestran sumamente asustadizas. Rebosan de toda clase de recelos respecto a los hermanos y hermanas, a la casa de Dios y, en especial, a Dios y Sus palabras y Su obra, y por mucho que se comparta con ellas, estos recelos no se resuelven. Por muchos años que lleven creyendo, siguen sin saber qué significa creer en Dios o por qué necesitan reunirse y hacer su deber. Es obvio que estas personas tienen una inteligencia deficiente y son bastante astutas y falsas. Se las debería persuadir para que se marchen rápidamente. Si dejan de ir a las reuniones y ya no quieren hacer su deber porque son cobardes o por cualquier otra razón, perfecto; así desaparece el problema de echarlas y se evita el embrollo. Si un día se vuelven a interesar en creer en Dios y quieren volver a hacerlo, puedes decirles: “Por ser creyente en Dios, te podrían arrestar y encarcelar en cualquier momento, y existe incluso el riesgo de que pierdas la vida. Sin embargo, si no crees en Dios y, en lugar de eso, haces negocios en el mundo y ganas mucho dinero, tal vez seas capaz de disfrutar de algunos días de comodidad”. Después de oír esto, sentirán calma absoluta en el corazón y ya no volverán a considerar creer en Dios. Pensarán: “Por fin, mis años de preocupación y temor han terminado. Ya no tengo que sospechar de la iglesia, de los hermanos y hermanas ni de la casa de dios. Al fin me he liberado”. Y tal que así se convence a estas personas cobardes y suspicaces de que se marchen. Esto resuelve el gran problema, ¿verdad? (Sí). Es una manera genial de resolver la cuestión.
Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.