Las responsabilidades de los líderes y obreros (4) Parte 3

Los falsos líderes no hacen seguimiento ni dan indicaciones relativas al trabajo

Acabamos de comentar este aspecto de la quinta responsabilidad de los líderes y obreros: “mantenerse al día en la captación y la comprensión del estado de cada aspecto del trabajo”. Al comentar este aspecto, dejamos en evidencia algunas manifestaciones específicas de los falsos líderes, además de su humanidad y calidad humana. Ahora vamos a fijarnos en “mantenerse al día en la captación y la comprensión del progreso de cada aspecto del trabajo”. Por supuesto, el progreso del trabajo está relacionado en cierto modo con el estado del trabajo, la relación es relativamente cercana. Si uno no puede mantener una captación y una comprensión del estado de un aspecto del trabajo, de la misma manera no puede mantener entonces una captación y una comprensión del progreso del trabajo. Por ejemplo, todos estos problemas específicos están relacionados con el progreso: cómo es el progreso del trabajo, hasta qué etapa ha avanzado, cuáles son los estados de las personas involucradas, si hay algunas dificultades con los aspectos profesionales, si hay algunos ámbitos del trabajo que no cumplen con los requisitos de la casa de Dios, cómo son los resultados que se han logrado, si algunas personas que trabajan y no son muy hábiles en los aspectos profesionales del trabajo están aprendiendo, quién organiza el aprendizaje, qué están aprendiendo, cómo lo están aprendiendo y demás. Por ejemplo, ¿acaso no es bastante importante el trabajo de componer himnos? Para un himno, desde la selección inicial de pasajes clásicos de las palabras de Dios hasta completar la composición, ¿qué tareas específicas se necesitan emprender en este proceso? Primero, es necesario seleccionar pasajes clásicos de las palabras de Dios que sean aptos para convertirse en himnos, y además deben tener la duración apropiada. El segundo paso implica deliberar qué estilo de melodía pega con el pasaje a fin de que sea agradable y disfrutable cantarla. Entonces, se ha de encontrar a los intérpretes adecuados para cantar el himno. ¿Acaso no son tareas específicas? (Sí). Después de componer un himno, el falso líder no indaga en absoluto sobre si la composición es apta o si el estilo es apropiado. El compositor, al percibir la falta de supervisión, considera a título personal que es adecuado y procede a grabarlo. Al pasaje de las palabras de Dios que todo el mundo estaba ansioso por convertir en un himno se le pone por fin música y se trasforma en himno, pero a la mayoría le parece que todavía tiene fallos cuando lo cantan. ¿Qué problemas surgen? El himno compuesto no está a la altura; se grabó a pesar de carecer de melodía y atractivo. El falso líder, tras oírlo, pregunta: “¿Quién ha compuesto este himno? ¿Por qué se ha grabado?”. Cuando hace esta pregunta, ya ha transcurrido un mes. Durante este mes, ¿acaso el líder no debería haber hecho seguimiento y captado con prontitud el progreso de este trabajo? Por ejemplo, ¿cómo iba la composición? ¿Se decidió la tonada básica? ¿Tenía melodía? ¿La melodía y el estilo de este himno coincidían con las palabras de Dios? ¿Aportaron su orientación los individuos con experiencia relevante? Después de componerlo, ¿se podía cantar este himno extensamente? ¿Qué efectos tendría? ¿Se consideraba buena la tonada? El falso líder fracasó unánimemente a la hora de hacer seguimiento de tales asuntos. Y tiene una razón para no hacer seguimiento: “No entiendo de composición de himnos. ¿Cómo puedo hacer seguimiento de algo que no entiendo? Es imposible”. ¿Es esta una legítima razón? (No). No es una legítima razón; por tanto, ¿puede alguien que no esté familiarizado con componer himnos hacer seguimiento igualmente? (Sí). ¿Cómo debería hacerlo? (Puede trabajar junto a los hermanos y hermanas, y revisar la melodía según los principios para ver si es la adecuada; puede hacer seguimiento del trabajo de manera práctica, en lugar de lavarse las manos al respecto). La principal característica del trabajo de los falsos líderes es parlotear sobre doctrina y repetir consignas. Tras dictar sus órdenes, sencillamente se lavan las manos del asunto. No preguntan por el desarrollo posterior del trabajo; no preguntan si han surgido problemas, anomalías o dificultades. Consideran que han terminado su cometido en el momento en el que asignan el trabajo. De hecho, como líder, tras organizar el trabajo, debes hacer un seguimiento del progreso de este. Aunque no conozcas ese campo del trabajo, aunque carezcas de conocimientos al respecto, puedes buscar una manera de hacer tu trabajo. Puedes buscar a alguien que lo capte de veras, que entienda la profesión en cuestión, para que lleve a cabo investigación y haga sugerencias. A partir de sus sugerencias podrás identificar los principios adecuados y, así, serás capaz de hacer seguimiento del trabajo. Estés o no familiarizado con la profesión en cuestión, la comprendas o no, al menos debes dirigir el trabajo, hacer un seguimiento de él, pedir información y preguntar en todo momento para informarte de su progreso. Has de mantenerte al tanto de esas cuestiones; es tu responsabilidad, parte de tu trabajo. No hacer seguimiento del trabajo, no hacer nada más después de haberlo asignado, lavarse las manos, así es como hacen las cosas los falsos líderes. También son manifestaciones de los falsos líderes no hacer un seguimiento del trabajo ni dar indicaciones respecto a este ni pedir información sobre los problemas que surgen ni resolverlos ni captar el progreso o la eficacia del trabajo.

Los falsos líderes no hacen trabajo real, lo cual demora el progreso del trabajo

Como los falsos líderes no se enteran del progreso de la obra y son incapaces de identificar con celeridad —y mucho menos resolver— los problemas que surgen en ella, a menudo se producen reiterados retrasos. En ciertos trabajos, dado que la gente no capta los principios y no hay nadie adecuado para hacerse responsable o dirigirlo, los que lo llevan a cabo se hallan a menudo en un estado de negatividad, pasividad y espera que repercute gravemente en el progreso de la obra. Si el líder hubiera cumplido con sus responsabilidades, si hubiera dirigido el trabajo, lo hubiera impulsado, lo hubiera supervisado y hubiera buscado a alguien que entendiera de ese campo para guiar el trabajo, entonces el trabajo habría progresado más rápido, en lugar de sufrir reiterados retrasos. Para los líderes, pues, es vital entender y captar la situación actual del trabajo. Por supuesto, también es muy necesario que los líderes entiendan y capten cómo está progresando el trabajo, porque el progreso guarda relación con la eficacia del trabajo y los resultados que se pretende lograr con él. Si los líderes y obreros no captan cómo progresa la obra de la iglesia y no hacen un seguimiento ni supervisan nada, el progreso acabará siendo lento. Esto se debe a que la mayoría de las personas que cumplen deberes son sumamente ruines, no tienen sentido de la carga y a menudo son negativas, pasivas y superficiales. Si no hay nadie con sentido de la carga y capacidad de trabajo que se responsabilice de la obra de manera concreta, averigüe a tiempo el progreso de esta y guíe, supervise, discipline y pode al personal que realiza los deberes, entonces, de manera natural, el nivel de eficiencia del trabajo va a ser muy bajo y los resultados serán muy deficientes. Si los líderes y obreros ni siquiera pueden ver esto con claridad, son necios y ciegos. Por tanto, los líderes y obreros deben indagar, hacer seguimiento y captar enseguida el progreso de la obra, fijarse en los problemas que se han de resolver en las personas que realizan los deberes y establecer cuáles de ellos se han de solucionar para obtener mejores resultados. Todas estas cosas son fundamentales, una persona que ejerce como líder debe tenerlas claras. Para realizar bien tu deber, no has de ser como un falso líder que hace algo de trabajo superficial y ya con eso piensa que ha cumplido bien su deber. Los falsos líderes son descuidados y despreocupados en su trabajo, no tienen sentido de la responsabilidad, no resuelven los problemas cuando surgen, y sea cual sea el trabajo que hagan, solo rascan la superficie y lo abordan de manera superficial, solo sueltan palabras altisonantes, escupen doctrinas y palabrería vacía, y actúan por inercia en su trabajo. En general, este es el estado en el que trabajan los falsos líderes. En comparación con los anticristos, los falsos líderes no hacen nada abiertamente malvado y no obran deliberadamente con maldad; sin embargo, si te fijas en la efectividad de su trabajo, es justo caracterizarlos como negligentes, decir que no soportan ninguna carga, y calificarlos como irresponsables y como carentes de lealtad hacia su trabajo.

Ahora mismo acabamos de hablar sobre que los falsos líderes no hacen trabajo real ni entienden ni captan el progreso de cada aspecto del trabajo. En cuanto a los problemas y las dificultades que surgen en el trabajo de la iglesia, también se da el caso de que los falsos líderes simplemente no les dan importancia o se limitan a soltar un poco de doctrina y a repetir consignas para quitárselos de encima. En todos los aspectos del trabajo, uno no los ve acudir al lugar de trabajo para tratar de comprenderlo y de hacer seguimiento. No se ve que enseñen la verdad para resolver los problemas allí presentes, y menos aún que orienten y supervisen allí el trabajo en persona ni que impidan que se produzcan fallos y desviaciones en él. Esta es la manifestación más obvia de la manera superficial en la que trabajan los falsos líderes. Aunque estos, a diferencia de los anticristos, no se proponen trastornar ni perturbar el trabajo de la iglesia ni cometen diversas maldades ni fundan sus propios reinos independientes, sus distintas conductas superficiales causan enormes obstáculos para el trabajo de la iglesia, así que no paran de surgir diversos problemas y no se resuelven. Esto repercute gravemente en el progreso de cada aspecto del trabajo de la iglesia y afecta a la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios. ¿Acaso no deberían ser descartados estos falsos líderes? Los falsos líderes son incapaces de hacer trabajo real; hagan lo que hagan, empieza con fuerza, pero al final se queda en nada. El papel que desempeñan es el de maestro de ceremonias: entonan consignas, predican doctrinas y, una vez que les han asignado el trabajo a otros y han dispuesto quiénes serán responsables de él, se acabó. Se parecen a los altavoces a toda potencia que se encuentran en las zonas rurales de China, hasta ese punto llega su papel. Lo único que hacen es algo de trabajo preliminar; en lo que respecta al resto del trabajo, no se les ve por ninguna parte. En cuanto a cuestiones concretas, como la marcha de cada aspecto del trabajo, si se ajusta a los principios y si es eficaz, no conocen las respuestas. Nunca se relacionan a fondo con las bases ni visitan el lugar de trabajo para entender y captar el progreso y las particularidades de cada aspecto del trabajo. Por tanto, es posible que los falsos líderes no se propongan provocar trastornos y perturbaciones ni cometer maldades varias en el cargo de líder, pero, de hecho, paralizan el trabajo, retrasan el progreso de cada aspecto del trabajo de la iglesia e imposibilitan que el pueblo escogido de Dios haga bien el deber y obtenga la entrada en la vida. Al trabajar de esta manera, ¿cómo es posible que pudieran guiar al pueblo escogido de Dios hacia la senda correcta de fe en Él? Esto demuestra que los falsos líderes no hacen ningún trabajo real. No hacen seguimiento del trabajo del que deben responsabilizarse ni facilitan orientación ni supervisión del mismo para garantizar que la labor de la iglesia progrese con normalidad; no logran cumplir las pretendidas funciones de los líderes y obreros ni cumplir su lealtad o sus responsabilidades. Esto confirma que los falsos líderes no son leales en su forma de realizar su deber, que simplemente son negligentes; engañan tanto al pueblo escogido de Dios como a Él mismo, y afectan e impiden que se lleve a cabo Su voluntad. Este hecho es evidente para todos. Puede ser que un falso líder no esté realmente a la altura del trabajo; también puede ser que esté eludiendo su trabajo y siendo negligente adrede. En cualquier caso, el hecho sigue siendo que estropean el trabajo de la iglesia. No se avanza ni un ápice en ningún aspecto del trabajo de la iglesia, y siguen sin resolverse un montón de problemas acumulados durante mucho tiempo. Esto no repercute únicamente en la difusión del trabajo evangélico, sino que también entorpece gravemente la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios. Estos hechos bastan para demostrar que los falsos líderes no solo son incapaces de hacer trabajo real, sino que también llegan a ser obstáculos para la labor de difusión del evangelio e impedimentos para llevar a cabo la voluntad de Dios en la iglesia.

Los falsos líderes no hacen trabajo real y son incapaces de resolver problemas reales. Esto no solo demora el progreso del trabajo y afecta a sus resultados, sino que además causa graves pérdidas al trabajo de la iglesia, malgasta mucha mano de obra y recursos materiales y financieros. Por tanto, los falsos líderes deberían compensar las pérdidas económicas. Hay quien dice: “Si los líderes y obreros han de compensar las pérdidas causadas por no hacer bien su trabajo, entonces nadie estaría dispuesto a ser líder u obrero”. Esas personas irresponsables no están cualificadas para ser líderes u obreros. Aquellos sin conciencia o razón son personas malvadas; ¿acaso no es problemático que las personas malvadas quieran ser líderes y obreros? Ya que gran parte del trabajo de la casa de Dios implica gastos económicos, ¿acaso no es necesario llevar las cuentas? ¿Son las ofrendas de Dios algo que la gente pueda malgastar y despilfarrar a voluntad? ¿Qué derecho tienen los líderes y obreros a despilfarrar las ofrendas de Dios? Hay que compensar la pérdida económica que se causa; esto es perfectamente natural y justificado, y nadie puede negarlo. Por ejemplo, digamos que hay un trabajo que una persona podría completar en un mes. Si se tardan seis meses en hacer este trabajo, ¿acaso los gastos de los otros cinco no suponen una pérdida? Permitidme un ejemplo relativo a predicar el evangelio. Digamos que una persona está dispuesta a investigar el camino verdadero y es probable que puedan ganársela en solo un mes, después del cual entraría en la iglesia y continuaría recibiendo riego y provisión, y en seis meses se podrían establecer unos cimientos. Sin embargo, si la actitud que adopta la persona que predica el evangelio hacia este asunto es de desconsideración y superficialidad, y los líderes y obreros también ignoran sus responsabilidades, y acaba llevando medio año ganarse a esa persona, ¿acaso este medio año no constituye una pérdida para su vida? Si afronta los grandes desastres y no ha sentado unos cimientos en el camino verdadero, estará en peligro, ¿y acaso no le habrán fallado estas personas? Semejante pérdida no se puede medir con dinero ni cosas materiales. Aquellas personas habrán retenido el entendimiento de la verdad de la persona durante medio año; habrán demorado durante medio año que siente unos cimientos y empiece a hacer su deber. ¿Quién se responsabilizará de esto? ¿Pueden permitirse los líderes y obreros responsabilizarse de esto? Nadie puede permitirse cargar con la responsabilidad de retener la vida de alguien. Dado que nadie puede asumir cargar con esta responsabilidad, ¿qué es apropiado que hagan los líderes y obreros? En dos palabras: darlo todo. ¿Darlo todo para hacer qué? Para cumplir tus propias responsabilidades, hacer todo lo que puedas ver con tus propios ojos, lo que puedas pensar con la cabeza y lograr con tu propio calibre. Esto es darlo todo, esto es ser leal y responsable y esta es la responsabilidad que los líderes y obreros deberían cumplir. Algunos líderes y obreros no tratan la predicación del evangelio como un asunto serio. Piensan: “Las ovejas de Dios oirán la voz de Dios. ¡Quienquiera que investigue y acepte estará bendecido; quienquiera que no investigue ni acepte no estará bendecido, y merece morir en un desastre!”. Los falsos líderes no muestran consideración de ningún tipo por las intenciones de Dios y no soportan ninguna carga en el trabajo evangélico; además, no se responsabilizan de los recién llegados que acaban de entrar en la iglesia ni se toman en serio la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios; siempre se concentran en disfrutar de los beneficios de su estatus. Por mucha gente que investigue el camino verdadero, no se ponen ansiosos para nada, siempre tienen una mentalidad de hacer las cosas por inercia, se comportan como un emperador retirado o un alto cargo. Por muy crucial o urgente que sea el trabajo, nunca se presentan en el lugar de los hechos, ni indagan, ni entienden la situación del trabajo, ni hacen seguimiento de este ni resuelven problemas. Solo organizan las tareas y piensan que su trabajo está finiquitado, y creen que eso constituye hacer trabajo. ¿Acaso no es esto ser superficial? ¿No es engañar tanto a aquellos por encima como a aquellos por debajo? ¿Son tales líderes y obreros aptos para que Dios los use? ¿No son iguales que los altos cargos del gran dragón rojo? Piensan: “Ser líder u obrero es como ser un alto cargo, y uno debería disfrutar de los beneficios de este estatus. Ser un alto cargo me concede este privilegio, me exime de estar presente para todas las cuestiones. Si siempre estuviera en el lugar, haciendo seguimiento del trabajo y entendiendo la situación, sería muy agotador, ¡qué denigrante! ¡No puedo aceptar tanta fatiga!”. Así es exactamente como trabajan los falsos líderes y obreros, solo se preocupan por codiciar la comodidad y disfrutar de los beneficios del estatus sin hacer ningún trabajo real, y carecen por completo de ninguna conciencia o razón. A tales parásitos habría que descartarlos por completo e, incluso si se les castiga, ¡se lo merecen! Algunos líderes y obreros, a pesar de muchos años haciendo trabajo de iglesia, no saben predicar el evangelio, menos aún dar testimonio. Si les pides que compartan todas las verdades relativas a las visiones del trabajo de Dios a los destinatarios potenciales del evangelio, son incapaces de ello. Cuando les preguntan: “¿Alguna vez has dedicado esfuerzo a dotarte con la verdad de las visiones?”, los falsos líderes reflexionan: “¿Por qué debería esforzarme tanto? Dado mi alto estatus, esa tarea no es para mí; hay gente de sobra para hacerlo”. Decidme, ¿qué clase de criaturas son? Han estado haciendo trabajo de iglesia durante muchos años, pero no saben predicar el evangelio. Y, en cuanto a dar testimonio, han de encontrar a un predicador del evangelio que lo haga por ellos. Si los líderes y obreros no pueden predicar el evangelio, dar testimonio ni compartir con las personas las verdades relativas a las visiones, ¿qué pueden hacer? ¿Cuáles son sus responsabilidades? ¿Las han cumplido? ¿Solo se las están arreglando con lo que ya tienen? ¿Qué es lo que tienen? ¿Quién los autorizó para arreglárselas con lo que ya tienen? Algunos supervisores del equipo evangélico ni siquiera han observado ni escuchado nunca a otros predicar el evangelio. Les da igual escuchar; no se molestan, lo consideran un problema y les falta paciencia. Son líderes, ¿es que no lo sabes? Nada menos que altos cargos, así que no hacen estas tareas específicas, sino que imponen a los hermanos y hermanas que las hagan. Supongamos que algunos obreros del evangelio se encuentran con alguien de alto calibre, que aborda todas las cosas con sinceridad y desea entender algunas verdades específicas relativas a las visiones. Los obreros del evangelio no pueden compartir con total claridad, así que le piden a su líder que lo haga. El líder se ve a sí mismo sin palabras e incluso recurre a excusas, diciendo: “Nunca he hecho este trabajo yo mismo. Hacedlo vosotros; os respaldaré. Si surge algún problema, os ayudaré a arreglarlo; os apoyo. No os preocupéis. ¿Qué hay que temer si tenemos a Dios? Cuando alguien busca el camino verdadero, podéis dar testimonio o hablar sobre las verdades de las visiones. Solo soy responsable de hablar sobre las verdades de la entrada en la vida. El trabajo de dar testimonio es la pesada carga que habéis de soportar, no os amparéis en mí”. Cada vez que se trata del momento crucial de dar testimonio en la predicación del evangelio, se esconden. Son del todo conscientes de que carecen de la verdad, así que ¿por qué no hacen un esfuerzo para dotarse de ella? Saben de sobra que carecen de la verdad, ¿por qué siempre hacen desesperados esfuerzos para convertirse en líderes? No tienen talento alguno y, sin embargo, tienen las agallas de asumir cualquier alto cargo —asumirían el puesto de emperador, si les dejaras—, ¡son demasiado desvergonzados! No importa el grado de liderazgo que ostenten, no pueden hacer trabajo real, pero se atreven a disfrutar de los beneficios del estatus sin sentir ni una punzada en su conciencia. ¿Acaso no son totalmente desvergonzados? Sería entendible que les hubieran pedido hablar en una lengua extranjera y no pudieran; pero compartir las verdades de las visiones y las intenciones de Dios en su lengua nativa debería ser posible, ¿no? La gente que solo lleva creyendo entre tres y cinco años puede tener la excusa de que no es capaz de compartir la verdad. Sin embargo, algunos llevan creyendo casi 20 años y supone una sorpresa que sigan sin ser capaces de compartir las verdades relativas a las visiones; ¿acaso no son unos individuos inservibles? ¿No son unos inútiles? Me asombra oír que alguien haya creído en Dios durante tantos años y aun así no sepa compartir las verdades sobre las visiones. ¿Qué sentís todos tras oír esto? ¿Acaso no es inconcebible? ¿Cómo han estado haciendo su trabajo todos estos años? Cuando les piden que aporten orientación para hacer música, no saben cómo y dicen que este ámbito especializado es demasiado difícil, que no es algo que la persona promedio pueda entender. Cuando les piden aportar orientación en el trabajo de crear arte o en el de producción de películas, aseguran que estas labores requieren un nivel demasiado alto de habilidad técnica para que puedan ocuparse de ello. Cuando les piden que escriban artículos de testimonio vivencial, dicen que su nivel de educación es demasiado bajo y no saben escribirlos, y que nunca se han formado para ello. Si no pueden desempeñar esta clase de tareas, se puede perdonar, pero el trabajo evangélico es parte inherente de su deber. Están más que familiarizados con este trabajo, ¿acaso no debería resultarles fácil? El aspecto más importante de compartir las verdades sobre las visiones es compartir con claridad la verdad de las tres etapas de la obra. Inicialmente, la gente no tiene mucha experiencia en hacerlo y puede que no comparta tan bien, pero, si se forma, con el tiempo se les da mejor compartir mientras más lo hacen, de tal modo que son capaces de hablar de manera estructurada, con un lenguaje preciso y claro y una buena expresión. ¿No es este un ámbito específico de trabajo especializado que deberían dominar los líderes? No es igual que hacer volar a un elefante, ¿no? (No). Sin embargo, tales falsos líderes no son competentes siquiera para hacer este poco de trabajo. ¿Y aun así sirven como líderes? ¿Qué hacen ocupando todavía esa posición? Algunas personas dicen: “Soy alguien cuyo pensamiento es atolondrado y poco claro, carente de lógica, y no se me da muy bien hablar sobre las verdades relativas a las visiones”. Si este es el caso, ¿puedes identificar y resolver los diversos defectos y desviaciones que suceden en el trabajo evangélico? Si no puedes identificarlos, no cabe duda de que tampoco puedes resolverlos. Cuando los falsos líderes están a cargo del trabajo evangélico, no desempeñan ningún papel a la hora de revisar ni supervisar; solo dejan que los que hay por debajo de ellos hagan lo que les plazca, para que cualquiera pueda hacer las cosas como quiera y le predique a quien quiera; no se aplican principios ni estándares en absoluto. Algunas personas actúan por capricho, carecen de razón y sobre todo de principios cuando hacen las cosas, y además cometen fechorías con imprudencia. Los falsos líderes no logran en absoluto detectar ni identificar estos problemas.

Se dice que en Sudamérica y África se ha metido a algunas personas pobres en el redil por medio del trabajo evangélico. Se trata de gente sin ingresos estables para las que incluso supone un problema conseguir suficiente comida y sobrevivir. Por tanto, ¿qué se debería hacer? Hubo un líder que dijo: “Es la intención de Dios salvar a la especie humana y, para hacerlo, uno debe primero tener lo suficiente como para comer, ¿no? ¿No debería entonces la casa de Dios proporcionar ayuda? Si creen en Dios, podemos repartirles unos cuantos libros de las palabras de Dios. No tienen ordenadores ni teléfonos, así que ¿qué deberíamos hacer si piden hacer deberes? Realizar algunas indagaciones, ver si están dispuestos a hacer deberes con sinceridad”. Por medio de la indagación, se descubrió que tales personas no tenían dinero en ese momento, pero, si lo tuvieran y pudieran comer hasta hartarse, estarían dispuestas a salir y predicar el evangelio y hacer su deber. Después de entender estas circunstancias, los líderes empezaron a distribuir fondos de ayuda, que mandaban cada mes. Se costeaba la comida y el alojamiento, e incluso la conexión a internet y la compra de teléfonos, ordenadores y demás equipamiento para estas personas con el dinero de la casa de Dios. Distribuir dinero a estas personas no tenía como objetivo difundir el trabajo evangélico sino, más bien, proveer asistencia para su supervivencia. ¿Era esto conforme a los principios? (No). ¿Acaso la casa de Dios cuenta con la regla de que, cuando predicas el evangelio y te encuentras con gente pobre sin medios de subsistencia, mientras puedan aceptar esta etapa de trabajo, habría que prestarles asistencia? ¿Existe tal principio? (No). Entonces, ¿según qué principio les distribuyó este líder los fondos de ayuda? ¿Fue porque pensaba que la casa de Dios tenía dinero, pero ningún lugar donde gastarlo, o porque consideraba a estas personas demasiado miserables, o fue con la esperanza de que estas personas ayudarían a difundir el evangelio? ¿Cuál era exactamente su intención? ¿Qué intentaban lograr? En cuanto a distribuir teléfonos, ordenadores y gastos de subsistencia, exhibían un gran gusto; disfrutaban de dedicarse a ese trabajo que proporcionaba ayudas a otros, dado que les permitía ganarse el favor de estas personas y sus corazones, y se implicaban especialmente en esta clase de tareas, iban cada vez más allá sin una pizca de vergüenza. Esto es usar el dinero de Dios para ganarse el favor de las personas y comprar su afecto. De hecho, estos pobres individuos no creían de veras en Dios, solo intentaban llenarse el estómago y buscar una manera de ganarse la vida. Tales personas no estaban buscando obtener la verdad ni la salvación. ¿Las salvaría Dios? Algunos, aunque estuvieran dispuestos a hacer un deber, no eran sinceros, sino que más bien les motivaba el deseo de teléfonos y ordenadores, de facilidades en la vida. Sin embargo, a los falsos líderes esto no les importaba; mientras que alguien estuviera dispuesto a hacer un deber, cuidaban de él, no solo dándole dinero para techo y comida, sino también comprando ordenadores, teléfonos y diverso equipamiento. Sin embargo, resultó que estas personas hacían su deber sin lograr efecto alguno. ¿Acaso este falso líder no estaba tirando el dinero sin más? ¿No estaba usando los fondos de la casa de Dios para mostrar su generosidad? (Sí). ¿Es este el trabajo que deberían hacer los líderes y obreros? (No). ¿No era este un falso líder? A los falsos líderes se les da bien fingir bondad, benevolencia y tener un corazón amable. Si quieres tener un corazón amable, eso está bien, ¡pero usa tu propio dinero! Si no tienen ropa, quítate la tuya y dásela; ¡no gastes las ofrendas de Dios! Las ofrendas de Dios son para el trabajo de difundir el evangelio, no para distribuir prestaciones sociales, y desde luego no para prestar asistencia a los pobres. La casa de Dios no es una institución benéfica. Los falsos líderes no son capaces de hacer trabajo real, e incluso menos de proveer la verdad o la vida. Solo se centran en usar las ofrendas de Dios para distribuir prestaciones sociales a fin de ganarse el favor de la gente y mantener su propia reputación y estatus. Son unos derrochadores desvergonzados, ¿verdad? Si se descubre a esos falsos líderes, ¿puede alguien dejarlos en evidencia y detenerlos a tiempo? Nadie se alzó para detenerlos. Si no hubiera sido porque lo Alto se enteró y le puso fin, la práctica de usar el dinero de Dios para proporcionar ayudas a las personas nunca hubiera terminado. Esa pobre gente ponía cada vez más la mano, siempre quería más. Son insaciables; por mucho que les des, nunca es suficiente. Aquellos que creen en Dios con sinceridad son capaces de dejar atrás a sus familias y sus carreras para hacer su deber a fin de obtener la salvación y, aunque afronten dificultades en la vida, pueden encontrar maneras de resolverlas por su cuenta sin demandar constantemente cosas de la casa de Dios. Resuelven lo que pueden por su cuenta y, en cuanto a lo que no son capaces de resolver, oran a Dios y confían en su fe para experimentarlo. ¡Aquellos que siempre le mendigan a Dios, que esperan que la casa de Dios cubra sus gastos para vivir y los mantenga, carecen por completo de razón! No quieren cumplir ningún deber y aun así desean disfrutar de la vida, solo saben extender la mano para exigir cosas de la casa de Dios y ni siquiera con eso es jamás suficiente. ¿Acaso no son mendigos? Y el falso líder, este imbécil, seguía repartiendo ayudas y no paraba, contentaba continuamente a la gente para ganarse su gratitud, e incluso llegó a pensar que tales acciones glorificaban a Dios. Estas son las cosas que más disfrutan haciendo los falsos líderes. Entonces, ¿hay alguien que pueda identificar estas cuestiones, que pueda desentrañar la esencia de estos problemas? La mayoría de los líderes hacen la vista gorda y piensan: “De todos modos, yo no estoy a cargo del trabajo evangélico, ¿por qué habrían de importarme estas cosas? El dinero que se gasta no es mío. Mientras no se toque el dinero de mi bolsillo, no pasa nada. Podéis dárselo a quien queráis, ¿qué tiene eso que ver conmigo? No es como si ese dinero acabase en mi cartera de todos modos”. Hay mucha gente irresponsable como esta por ahí, pero ¿cuántos pueden defender la obra de la casa de Dios?

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