Las responsabilidades de los líderes y obreros (6) Parte 2

En cuanto a aquellos que no llegan a tener suficiente inteligencia, también tienen aspiraciones para hacer bien su deber y quieren defender los intereses de la casa de Dios, pero carecen de sabiduría, no saben cómo actuar de acuerdo con los principios y no pueden desentrañar ningún asunto. En algún momento, se topan con la tentación y caen en ella y el resultado es que venden los intereses de la iglesia, venden a los hermanos y hermanas y causan perjuicios a la obra de la casa de Dios. ¿Cómo deberíamos lidiar con esta clase de personas que son cabezas huecas y que tienen una inteligencia inadecuada y cómo deberíamos tratarlos? En lo que respecta a estos necios que carecen de entendimiento espiritual y son de inteligencia inadecuada, se debería destituir y reasignar hasta al último de ellos y no se puede utilizar a ninguno. Si se usa a tales personas, en cualquier momento podrían causar problemas a la obra de la casa de Dios; hay muchas lecciones como esta. Hoy en día hay muchas personas que en apariencia tienen cierta semejanza humana, pero no pueden compartir ninguna realidad-verdad. Han creído en Dios durante muchos años y, sin embargo, permanecen en este estado. La raíz de este problema se ve con claridad; es un problema de un calibre excesivamente pobre y de falta de entendimiento espiritual. Tales personas no cambiarán por muchos años que crean en Dios, y no han hecho un progreso significativo a pesar de todos los sermones que han escuchado. Solo se les puede dejar a un lado para que rindan servicio de cualquier manera exigua de la que sean capaces. ¿Es esta una buena manera de lidiar con ellos? (Sí). Aquellos de inteligencia inadecuada y sin puntos fuertes no pueden entender las palabras de Dios de ninguna manera, aunque lleven varios años leyéndolas, y no logran entender los sermones a pesar de haberlos escuchado durante varios años. ¿Es útil repartir libros con las palabras de Dios a tales personas? (No). Los libros con las palabras de Dios no deberían distribuirse entre aquellos de inteligencia inadecuada, ya que es inútil y supone un despilfarro; todos los que se les hayan entregado deberían recuperarse de inmediato. No es para privarlos del derecho a leer las palabras de Dios, sino porque su inteligencia es insuficiente. Aunque vivan la vida de iglesia, no pueden entender la verdad, menos aún realizar un deber. Tales personas son desechos, ¿no? Deberíais saber cómo manejar la basura. Algunas personas parecen bastante ingenuas por fuera, pero su inteligencia es tan ínfima que ni siquiera pueden hacer trabajos físicos apropiadamente, y arruinan todo lo que hacen. Si se les pide que hagan una tarea doméstica, no cabe duda de que estropearán algo, así que no se las puede usar. Si les pides que recojan un cubo de agua, se les caerá una botella de aceite. Si les pides que frieguen un tazón, romperán un plato. Si les pides que cocinen, prepararán demasiado o muy poco, o les saldrá demasiado salado o demasiado soso. Le ponen corazón, pero no saben hacer nada bien y ni siquiera realizan bien el trabajo físico. ¿Se puede usar a tales personas? (No). Así pues, si no se las puede usar, ¿qué se les debe pedir que hagan? ¿Significa que no se les permite creer en Dios y que la casa de Dios no las quiere? No. Simplemente, no las dejes realizar un deber. Si no hacen correctamente lo que entra en el ámbito de la vida humana normal —incluidas cosas cotidianas de sentido común y asuntos rutinarios de la vida diaria— o son incapaces de hacerlo, no son aptas para cumplir un deber en la casa de Dios.

Aunque algunas personas no poseen buena humanidad ni talentos especiales, y mucho menos se las puede cultivar para ser líderes, todavía pueden desempeñar algunas tareas físicas. Por ejemplo, pueden hacer bien tareas como alimentar a las gallinas, los patos y los cerdos, así como atender a las ovejas. Si les das un trabajo simple, lo saben hacer bien en cuanto ponen en ello su corazón, y así, estas personas logran cumplir un deber en la casa de Dios. Aunque sea un único y sencillo cometido, estas personas pueden poner su corazón en ello y cumplir bien una responsabilidad, así como exigirse a sí mismas de acuerdo con las palabras de Dios y los principios-verdad. No importa si la tarea es grande o pequeña, o que el trabajo sea importante o no, al fin y al cabo, pueden hacer bien el único trabajo que tienen asignado. No solo son capaces de alimentar bien a las gallinas de modo que puedan poner los huevos con normalidad, sino que también las pueden proteger para que no se las lleven los lobos. Si oyen aullar a un lobo, se lo dirán de inmediato a su supervisor, pues se esfuerzan por evitar cualquier percance en el desempeño del trabajo y la tarea que la casa de Dios les ha confiado. Si trabajan así, tienen una relativa dedicación y se las considera capaces de cumplir bien su responsabilidad y hacer bien un trabajo. En el resto se quedan algo cortas, como en su vida personal y en cómo se comportan y lidian con las cosas. Por ejemplo, no saben cómo relacionarse ni charlar con los demás, ni cómo compartir su estado con el resto y a veces son petulantes. ¿Se considera esto un problema? ¿Es correcto no usarlas debido a sus problemas? (No). Algunas personas tienen una higiene personal deficiente, no se lavan el pelo por lo menos en diez días y, en general, huelen mal. Otras hacen ruido al comer y beber mientras los que tienen a su alrededor están descansando, y también son ruidosas en otros momentos, como cuando caminan, cierran puertas y hablan; son maleducadas y no tienen modales. ¿Cómo se debería tratar a esas personas? Todo el mundo debe ser comprensivo, ayudarlas y apoyarlas con un corazón amoroso, compartir con ellas qué es la humanidad normal, y permitirles cambiar poco a poco. Dado que estáis todos juntos, tenéis que aprender a llevaros bien. A estas personas se las puede usar mientras sean capaces de hacer su trabajo adecuadamente y con compromiso y de no hacer nada que cause trastornos y perturbaciones. Algunos son listos, tienen buen calibre y trabajan con afán y pueden cumplir bien sus responsabilidades y hacer bien los trabajos que se les han asignado, de modo que se los pueda cultivar y usar. Sin embargo, algunas personas son de un calibre tan limitado que no pueden siquiera hacer bien un único trabajo. Se las arreglan para alimentar a las gallinas, pero si además han de alimentar a los patos y a los gansos, se abruman y no saben cómo hacerlo. No es que no quieran hacerlo bien, sino que su calibre es demasiado escaso. Su cerebro tiene limitaciones, solo saben hacer una tarea y si se les encargan más se sienten superados. No saben planificar, así que lo estropean todo. Estas personas solo son aptas para hacer un trabajo a la vez. No les des múltiples trabajos, porque serán incapaces de asumirlos. No creas que, si pueden hacer bien un cometido, seguro que pueden con dos o tres, no es necesariamente así y depende de su calibre. Deja que lo intenten primero con dos tareas. Si tienen buen calibre y son capaces de sacarlas adelante, entonces puedes disponerlo así. Si no pueden hacer dos tareas bien al mismo tiempo y se lían, significa que es algo que excede a su calibre, por lo que debes quitarles esa segunda tarea de inmediato. Mediante la observación y la prueba, has descubierto que solo son aptos para hacer un trabajo a la vez, en lugar de hacer múltiples trabajos complejos, y que no tienen calibre para esto. Algunas personas son relativamente inteligentes y de relativo buen calibre y si les das varios trabajos que hacer los pueden hacer bien. Por ejemplo, si les pides que cocinen, alimenten a las gallinas y se encarguen de la huerta, son capaces de preparar las comidas a tiempo todos los días mientras gestionan la huerta en sus momentos libres, riegan y quitan las malas hierbas con presteza y alimentan a las gallinas cuando toca. Algunos puede que digan: “Como tienen este calibre, que también se ocupen del trabajo de la iglesia y sean líderes”. ¿Eso estaría bien? Aunque son capaces de emprender algunas tareas físicas y ocupaciones diarias, ser líder de la iglesia requiere una valoración aparte; no es algo que se pueda medir en función de hacer estas tareas simples y externas. Eso se debe a que ser líder de la iglesia no es una tarea física, se debe evaluar basándose en los principios del liderazgo. Sin embargo, si esta persona posee el calibre y el talento para ser líder de la iglesia, y su humanidad es bastante buena, sería inapropiado que les asignes tareas externas; esto es utilizar a las personas de manera inapropiada. Como mucho, los líderes de la iglesia pueden hacer una tarea más a tiempo parcial relacionada con la vida diaria y dedicarse un poco más a ella cuando no están ocupados; esto no va a agotarlos. Cuando se trata de asuntos triviales, rutinarios y tareas físicas, la gente puede hacer tantos como sea capaz. ¿Hay alguien que pueda asumirlos todos? ¿Hay alguien con tal calibre? (No). Puede que con su calibre y habilidad sea suficiente, pero hay algo de lo que no van a tener bastante, y es energía. La gente es mortal, su energía es limitada y el número de trabajos que pueden llevar a cabo también lo es. Las personas con mucha energía puede que sean capaces de trabajar hasta doce horas al día, mientras que los de energía promedio normalmente trabajan ocho, y los de poca energía solo pueden trabajar cuatro o cinco. Por tanto, si usas a una persona para hacer tareas físicas, trabajo de liderazgo en la iglesia o uno que involucre habilidades profesionales, debes considerar para qué es más apropiada, y después de asignarle el trabajo más adecuado; si no puede hacerlo, encárgale otra cosa. Si no le asignas un trabajo para el que sea apta, se trata de un error en tu manera de usar a las personas. En el caso de esas personas a las que no se puede priorizar para la promoción, el cultivo y el uso, aunque se les pida que hagan tareas físicas se les deben asignar estas en función de su calibre y habilidades. Si al mismo tiempo que hacen bien el trabajo que se les ha encargado son capaces de hacer otros, se les puede pedir que se ocupen de otras tareas físicas a tiempo parcial, siempre que no afecten a su trabajo principal. Algunas personas son fuertes físicamente y pueden hacer tres tareas consecutivas; después de terminar una, les queda energía de sobra y están libres la mayor parte del tiempo. Sin embargo, los falsos líderes están ciegos y no saben cómo repartir el trabajo, no se han dado cuenta de que esto es un problema, así que solo les asignan a esas personas una tarea, lo cual es un error.

Acabo de hablar sobre las personas de inteligencia insuficiente que no tienen habilidades especiales y solo son capaces de esfuerzo físico. También hay personas que padecen alguna dolencia y no pueden hacer esfuerzo físico: sufren dolores de cabeza, de estómago o de espalda cada vez que hacen algo mínimamente físico. ¿Qué se debería hacer para asignar deberes a las personas de este tipo, si son aptas para desempeñar un deber? Hay que fijarse en diversos aspectos, como su estado de salud y también su humanidad y calibre, a fin de determinar los deberes para los que son aptas estas personas en la casa de Dios. Si su salud es tan mala que no pueden hacer ninguna tarea y tienen que descansar cada poco, y, además necesitan alguien que los ayude, si no pueden hacer su deber adecuadamente por sí mismos y se los debe emparejar con alguien que las cuide, no merece para nada la pena. Tales personas no son aptas para hacer un deber, así que permite que se vayan a casa a recuperarse. Hagas lo que hagas, no uses a nadie que esté tan gravemente enfermo que un soplo de viento lo pueda tumbar. Si su salud no es tan mala y es solo que padecen de dolor de estómago si comen algo inadecuado, o les da dolor de cabeza si usan demasiado el cerebro, de modo que solo pueden arreglárselas para trabajar tres o cuatro horas menos que una persona normal o hacer la mitad de trabajo, a estas personas se las puede usar mientras satisfagan otros criterios. A menos que den un paso al frente y digan: “Mi salud es demasiado mala como para soportar esta adversidad. Quiero irme a casa a recuperarme. Cuando lo haga, volveré y llevaré a cabo mi deber”, entonces accede a ello enseguida y no intentes darles consejos sobre su manera de pensar; aunque lo hagas, no tendrá ningún efecto. Hay un dicho que dice: “Lo que se hace a regañadientes no da buenos resultados”; la fe, las aspiraciones y los afanes de todo el mundo son distintos. Algunos pueden decir: “¿Acaso no es solo que a veces se sienten un poco mal y bajos de energía? Puede que la gente se sienta mal tras comer lo que no debe, pero después de un par de días estarán bien; ¿hay alguna necesidad de que se vayan a casa y se recuperen? ¿Acaso su dolor de cabeza y sus mareos no desaparecen después de una buena noche de sueño? ¿No pueden entonces trabajar con normalidad? ¿Es para tanto?”. Puede que para ti no sea para tanto, pero algunas personas son diferentes a otras en cuanto al grado en el que aprecian su físico, y las hay que de veras tienen problemas de salud. En tales casos, si solicitan regresar a casa para descansar y recuperarse, la iglesia debería aceptar enseguida, no exigirles, no ponerles las cosas difíciles y, en especial, no intentar aconsejarlas acerca de su manera de pensar. Algunos falsos líderes trabajan constantemente en tales personas diciendo: “Mira el alcance actual de la obra de Dios. ¡Los desastres son cada vez más grandes, las cuatro lunas de sangre han aparecido y ahora la pandemia está tan extendida que los no creyentes no tienen manera de sobrevivir! Estás en la casa de Dios, haces tus deberes y disfrutas de Su gracia; no estarás expuesto al peligro y además puedes obtener la verdad y la vida, ¡qué gran bendición es esa! Este pequeño problema que tienes no es nada. Has de superarlo y orar a Dios. Él sin duda te va a sanar. Limítate a leer las palabras de Dios, a aprender unos cuantos himnos más y mejorarás de tu dolencia de manera natural si la apartas de tu mente. ¿Acaso no dicen las palabras de Dios: ‘Vivir en la enfermedad es estar enfermo’? Ahora mismo vives en la enfermedad. Si sigues pensando que estás enfermo, la enfermedad se volverá grave. Si no piensas en ella, tu dolencia desaparecerá, ¿no? De ese modo, crecerás en tu fe y no querrás ir a casa a descansar. Ir a casa a descansar se considera codiciar las comodidades de la carne”. No intentes aconsejar a estas personas sobre su manera de pensar, es una necedad hacerlo. No pueden siquiera perseverar tras una pequeña incomodidad temporal y solo quieren irse a casa a descansar y no pueden siquiera superar una dificultad menor, lo que prueba que no están haciendo su deber con sinceridad. En realidad, esta clase de personas no tienen intención de hacer su deber a largo plazo, no lo hacen con ninguna sinceridad, no están dispuestas a pagar un precio y ahora han encontrado al fin una oportunidad y una excusa para escapar. En su fuero interno, se regocijan de que son muy inteligentes y de que su enfermedad ha llegado en el momento justo. Por tanto, sea como sea, no las instes a quedarse. Odiarán a cualquiera que intente imponerles que se queden y maldecirán a cualquiera que intente darles consejo sobre su manera de pensar. ¿No lo entiendes? Por supuesto, algunas personas están realmente enfermas y llevan así mucho tiempo y tienen miedo de que su vida corra peligro si persisten. No quieren causar ningún problema a la casa de Dios ni afectar al desempeño del deber de otros. Sienten que una vez que les falle la salud, tendrán que depender de que los hermanos y hermanas las cuiden, y se sienten mal respecto a que la casa de Dios deba ocuparse de ellas, así que toman la sabia iniciativa de pedir marcharse. ¿Cómo se debe lidiar con esta situación? De igual modo, dejando que se vayan a casa y descansen sin más demora. La casa de Dios no teme los problemas, es solo que no quiere obligar a nadie a hacer nada en contra de su voluntad. Además, todo el mundo tiene algunas dificultades personales y reales. Todos los que viven en la carne se ponen enfermos y las enfermedades de la carne son un problema que existe en realidad; respetamos los hechos. Algunas personas son auténticamente incapaces de realizar sus deberes debido a que su salud se halla en estado grave, y si necesitan que la casa de Dios les proporcione comodidades o que los hermanos y hermanas les suministren remedios o les ofrezcan sugerencias para su tratamiento, la casa de Dios los proveerá sin problema. Si no quieren molestar a la casa de Dios y tienen dinero, medios y recursos para tratar su enfermedad, también está bien. En resumen, si su salud no les permite seguir haciendo sus deberes en la casa de Dios o que esta los continúe cultivando, pueden hacer una petición justificada y la casa de Dios la aceptará de inmediato. Nadie debería aconsejarlos sobre su manera de pensar ni imponerles exigencias, ya que eso sería inapropiado y carecería de racionalidad. Estas son las disposiciones que se toman para esta clase de personas.

Cómo tratar a unas cuantas clases especiales de personas

I. Cómo tratar a las personas que no se ocupan del trabajo que les corresponde

Algunas personas tienen una humanidad pasable, tienen puntos fuertes y una mente brillante, hablan con normalidad, son, en general, muy optimistas y proactivas al hacer su deber, pero tienen un defecto: el de que son muy sentimentales. Mientras siguen a Dios y hacen su deber en la iglesia, echan de menos a su familia y parientes todo el tiempo, o piensan constantemente en la buena comida de su ciudad natal y les aflige no poder comerla, lo cual a su vez afecta al desempeño de su deber. Hay otra clase de personas a la que les gusta vivir solas en un lugar y tener su propio espacio. Cuando están con los hermanos y hermanas, les parece que el ritmo del trabajo es demasiado rápido y que no tienen un espacio vital privado. Siempre se sienten bajo presión y limitados e incómodos viviendo con los hermanos y hermanas. Siempre quieren hacer lo que les apetece y ser libres de darse caprichos. No quieren realizar su deber junto a nadie más, y piensan constantemente en regresar a casa. Llevar a cabo su deber en la casa de Dios siempre les parece desagradable. Aunque es fácil llevarse bien con los hermanos y hermanas y nadie los acosa en la casa de Dios, les cuesta un poco atenerse al plan de trabajo y descanso; después de que todo el mundo se levanta por la mañana, ellos quieren seguir durmiendo, pero les avergüenza hacerlo, y, cuando todos están descansando por la noche, no quieren irse a la cama y siempre quieren hacer algo que les interese. A veces hay algo en particular que les apetece mucho comer, pero no está disponible en el comedor y les avergüenza pedirlo. A veces quieren ir a dar un paseo, pero nadie más lo pide, así que no se atreven a darse el capricho. Siempre son cuidadosos y cautos y tienen miedo de que se rían de ellos, los menosprecien o los llamen infantiles. Si no hacen bien su deber, a veces acaban recibiendo la poda. Todos los días se sienten en vilo, como si estuvieran sobre una fina capa de hielo, y son bastante infelices. Piensan: “Recuerdo que cuando estaba en casa, era el benjamín de la familia, libre y sin restricciones, como un angelito. ¡Qué feliz era! Ahora estoy haciendo mi deber en la casa de Dios, ¿cómo es que se han desvanecido las huellas de mi antiguo yo? Ya no puedo hacer lo que quiero, como solía”, y, por tanto, no quieren vivir esta clase de vida. Sin embargo, no se atreven a comentárselo a su líder y constantemente les transmiten estos pensamientos a los que tienen a su alrededor, siempre echan de menos su casa y por las noches lloran en secreto en la cama. ¿Qué se debería hacer con este tipo de personas? Cualquiera que sea consciente del asunto debería informar sin demora, el líder debería comprobar de inmediato si el informe es cierto o no, y si lo es, se puede permitir a estas personas regresar a casa. Están disfrutando de la comida, la bebida y la hospitalidad de la casa de Dios, pero siguen sin estar dispuestas a hacer su deber y siempre están de mal humor y se sienten agraviados e infelices, así que haz que se marchen lo antes posible. Las personas de esta clase no tienen estos estados de ánimo temporalmente y luego los resuelven reflexionando sobre las cosas; esa no es su situación. La voluntad subjetiva de algunos es hacer su deber con firmeza y, aunque echen de menos su casa, saben a qué clase de problema se enfrentan y son capaces de buscar la verdad y resolverlo. En el caso de estas personas, no hay necesidad de dejar que se vayan ni de preocuparse por ellas. La situación de la que hablamos ahora se refiere a cuando la gente en la treintena todavía se comportan como niños, sin madurar nunca, y siguen siendo siempre inestables. Solo hacen lo que se les pide que hagan y cuando no tienen nada que hacer, piensan en divertirse y charlar sobre temas irrelevantes, y nunca quieren ocuparse del trabajo que les corresponde. Los no creyentes hablan sobre establecerse a los 30. Establecerse significa ocuparse del trabajo que te corresponde, ser capaz de asumir un empleo y mantenerse a uno mismo, saber ocuparse de los asuntos propios, pasar menos tiempo divirtiéndose y no retrasar el trabajo que te corresponde. ¿Qué significa “comportarse como niños”? Significa ser incapaces de llevar a cabo cualquier trabajo adecuado, querer siempre dejar que la mente divague, y desear constantemente ir a dar un paseo, vagar por ahí, hacer el tonto, comer snacks, ver series, charlar sobre cosas irrelevantes, jugar y navegar por internet en busca de sucesos extraños e historias insólitas. Significa no tener nunca disposición para asistir a las reuniones, querer dormir cuando estas se celebran, querer dormir en cuanto les entra sueño y comer cuando tienen hambre, ser obcecados y no ocuparse del trabajo que les corresponde. No se puede decir que la gente así tenga mala humanidad, es solo que nunca crecen y siempre son inmaduros. Son así a los 30 y lo siguen siendo a los 40; son incapaces de cambiar. Si piden irse y ya no quieren seguir haciendo su deber, ¿cómo hay que actuar? La casa de Dios no los insta a quedarse. Deberías responderles enseguida, deja que se vayan de inmediato y que regresen entre los no creyentes, y diles que no se les ocurra decir que creen en Dios. ¿Puede la gente que no se ocupa del trabajo que le corresponde obtener la verdad? Si esperas que maduren en lo relativo a su humanidad y que lleguen a ocuparse del trabajo que les corresponde realizando un deber en la casa de Dios, que sean capaces de asumir un aspecto importante del trabajo, y que luego entiendan y practiquen la verdad y vivan a semejanza humana, no deberías contar con ello en absoluto. Encontrarás a personas así en cualquier grupo. Los no creyentes tienen un apodo para ellas: “niños grandes”. Puede que lleguen a los 60 sin haberse ocupado nunca del trabajo que les corresponde. Hablan y manejan los asuntos de manera inadecuada, siempre están riendo, bromeando y dando tumbos de un lado a otro, no hacen nada con seriedad y se empeñan sobre todo en divertirse. La casa de Dios no puede usar a personas semejantes.

¿Os parece que estos “niños grandes” son malos? ¿Son personas malvadas? (No). Algunos de ellos no son malvados, son bastante simples y no son malos. Los hay bastante amables y dispuestos a ayudar a los demás. Sin embargo, todos tienen un defecto; son testarudos, amantes de la diversión y no se ocupan del trabajo que les corresponde. Por ejemplo, digamos que una mujer se casa y no aprende a hacer las tareas del hogar. Cocina solo cuando está contenta, pero no cuando es infeliz; hay que insistirle todo el tiempo. Si alguien quiere que haga algo, tiene que negociarlo con ella y hay que vigilarla. Le gusta vestirse bien para poder ir de compras, en busca de ropa y cosméticos, y hacerse tratamientos de belleza. Cuando regresa a casa, no hace ni una sola tarea y solo quiere jugar a las cartas y al mahjong. Si le preguntas cuánto cuesta medio kilo de coles, no lo sabe; si le preguntas qué va a comer mañana, tampoco; y si le pides que cocine algo, es un desastre. ¿En qué es más competente pues? Es experta en temas como saber qué restaurante sirve la mejor comida, qué tienda vende la ropa más a la moda y cuál vende cosméticos asequibles y eficaces, pero no entiende ni aprende otras cosas como la manera de pasar sus días o las habilidades requeridas en la vida humana normal. ¿No las aprende porque su calibre es insuficiente? No, no es eso. A juzgar por aquello en lo que es competente, tiene calibre, pero no se ocupa del trabajo que le corresponde. En cuanto tiene dinero para gastar, sale a comer de restaurantes y a comprar maquillaje y ropa. Si faltan cacerolas y sartenes en casa y se le pide que compre algunas, dirá: “Se puede conseguir comida deliciosa por ahí, ¿para qué necesito comprar todo eso?”. Si la aspiradora de casa se ha roto y, para ahorrar dinero a fin de adquirir una nueva, se le pide que se compre una prenda de ropa menos, dirá: “Cuando gane dinero en el futuro, contrataré a una asistenta para limpiar la casa, así que no hace falta la aspiradora”. Normalmente, si no está jugando a juegos o al mahjong, está comprando ropa de moda, y jamás limpia la casa. Esto no es ocuparse del trabajo que le corresponde, ¿no? Luego hay algunos hombres que, en cuanto hacen algo de dinero, se compran un coche con él o lo apuestan. Si se rompe algo en casa, no lo reparan. No pasan sus días de manera adecuada. El frigorífico y la lavadora de su casa no funcionan, los desagües están atascados y el techo gotea cuando llueve, y no reparan nada durante mucho tiempo. ¿Qué te parecen esos hombres? No se ocupan del trabajo que les corresponde. Ya sean hombres o mujeres, la casa de Dios no puede usar a esta clase de personas tan obstinadas y que no atienden el trabajo que les corresponde.

Hay quienes no se ocupan del trabajo que les corresponde como padres y no cuidan de sus hijos de manera adecuada. En consecuencia, sus hijos acaban escaldados con agua hirviendo o sufren golpes y arañazos; algunos niños se acaban rompiendo la nariz, otros se queman el trasero con la estufa, y otros se abrasan la garganta tras beber agua hirviendo. La gente de esta clase no presta atención a nada de lo que hace y es incapaz de hacer nada bien. No se ocupan del trabajo que les corresponde, hacen el tonto, son obcecados y les encanta divertirse, y son incapaces de comprometerse con las responsabilidades que una persona debería asumir. Como padres, no pueden cumplir bien con sus responsabilidades y son desatentos. ¿Pueden esas personas asumir las responsabilidades que corresponden a la gente normal cuando hacen un deber en la casa de Dios? No, en absoluto. No se puede utilizar a las personas que no se ocupan del trabajo que les corresponde. Si dicen que ya no quieren hacer su deber y piden regresar a casa, deja que lo hagan de inmediato. Nadie debe presionarlas ni instarlas a quedarse, porque se trata de un problema relacionado con su naturaleza, no de una manifestación ocasional, pasajera. Estas personas estaban llenas de pensamientos ilusorios cuando llegaron a la casa de Dios para realizar su deber, pensaban que hacer un deber y seguir a Dios sería como llegar al Jardín del Edén, como estar en la buena tierra de Canaán. La vida que imaginaron era maravillosa, con cosas deliciosas para comer y beber todo el día, con libertad y sin ninguna restricción ni trabajo que hacer en absoluto. Querían llevar una vida de placer, sin preocupaciones, pero resultó ser diferente por completo a lo que imaginaban. Estas personas han experimentado suficiente y sienten que esto es aburrido y soso, quieren irse, así que deja que se vayan sin demora; la casa de Dios no insta a estas personas a que se queden. La casa de Dios no presiona a nadie y vosotros tampoco deberíais hacerlo; esto es practicar la verdad y actuar conforme a los principios. Debéis hacer cosas que se ajusten a los principios-verdad, debéis ser personas que entiendan las intenciones de Dios, personas sabias; no seáis atolondrados ni complacientes con todo el mundo. Manejar de esta forma a las personas que no se ocupan del trabajo que les corresponde, ¿se puede considerar esto falta de amor o que no se le da a la gente la oportunidad de arrepentirse? (No). Dios es justo con todo el mundo y la casa de Dios tiene derecho a ascenderte, cultivarte y utilizarte. Si no estás dispuesto a hacer tu deber y pides abandonar la iglesia, es tu libre elección; la iglesia debería estar de acuerdo con tu petición y no te va a forzar en absoluto. Esto se conforma a la moralidad, a la humanidad y, por supuesto, se ajusta especialmente a los principios-verdad. ¡Es una forma de proceder muy apropiada! Si alguien hace este deber durante un periodo de tiempo y lo encuentra agotador y difícil y ya no está contento de hacerlo más, y, en consecuencia, quiere renunciar a su deber y dejar de creer en Dios, hoy te daré una respuesta definitiva: la casa de Dios estará de acuerdo con ello y nunca te forzará a quedarte ni te complicará las cosas. No hay ningún dilema en esto y no hace falta sentir que te hallas en una encrucijada o que has perdido tu dignidad. No se trata de un problema para la casa de Dios y esta tampoco te hará ninguna exigencia. Es más, si quieres irte, la casa de Dios no te condenará ni se interpondrá en tu camino, porque esta es la senda que has elegido y la casa de Dios solo puede satisfacer tus exigencias. ¿Es esta una forma de actuar adecuada? (Sí).

Acabo de enumerar varias situaciones en las que las personas no se ocupan del trabajo que les corresponde. La casa de Dios no las presionará; si no están dispuestas a realizar su deber o tienen algunas dificultades personales y piden no hacer más un deber, la casa de Dios estará de acuerdo. No las volverá a usar y no las dejará hacer un deber. Así es como se trata a estas personas y es una forma de proceder completamente apropiada.

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