Punto 7: Son perversos, insidiosos y falsos (I) Parte 2

A continuación, compartiremos un tema algo más relajado. ¿Os gusta escuchar historias? (Sí). Entonces os contaré una historia. ¿Cuál debería contaros? ¿Qué tipo de tema os gustaría escuchar? ¿Preferís escuchar narraciones, discutir asuntos de actualidad o política o escuchar sobre historia? No vamos a hablar de esas cosas, ya que es inútil hablar de ellas. Os contaré una historia sobre el comportamiento de las personas que creen en Dios, su carácter y los diversos estados que experimentan en la vida diaria.

Apéndice:

Hablando del capital:
“¡Haré lo que quiera!”

Había cinco personas conversando, y una de ellas, el señor Uni, dijo: “De mi tiempo en la universidad, lo que más extraño es la vida en el campus. El campus estaba lleno de plantas de todo tipo y, durante la primavera y el otoño, la gran hermosura del paisaje me hacía sentir relajado y feliz. Además, por aquellos años, era un joven muy idealista e inocente, y no tenía tantas presiones. La vida fue tan sencilla durante mis tres años en la universidad… si pudiera retroceder diez o veinte años y volver a la vida en el campus, creo que eso sería lo más maravilloso de esta vida…”. Esto dijo la primera persona, cuyo nombre era “señor Uni”. ¿Qué significa “Uni”? Significa “un estudiante universitario”; de ahí proviene el nombre “señor Uni”. Aún no había terminado de recordar y disfrutar su vida maravillosa cuando intervino el señor Graduado diciendo: “¿Se puede considerar un curso de tres años como una carrera universitaria? Eso es un curso de formación profesional. Una licenciatura en la universidad suele durar cuatro años; solo eso se puede considerar como una carrera universitaria. Estuve cuatro años en la universidad. Durante ese tiempo, descubrí que había muchos estudiantes universitarios en el mercado de talentos y que era difícil encontrar trabajo. Así que, antes de graduarme, lo pensé bien y decidí continuar con un posgrado. En ese momento, no había muchos estudiantes de posgrado, y encontrar un trabajo sería fácil. Como era de esperar, después de graduarme del posgrado, encontré un gran trabajo con un buen ingreso, y viví muy bien. Este fue el resultado de ser un estudiante de posgrado”. ¿Qué mensaje recibís al escuchar esto? El señor Uni se graduó de un curso de formación profesional, mientras que el señor Graduado completó un posgrado, obtuvo un ingreso elevado, y ganó estatus y respeto en la sociedad. El señor Graduado estaba hablando felizmente, cuando el señor Gerente dijo: “¡Todavía eres joven, muchacho! No tienes ninguna experiencia en la sociedad. No importa si estudias un posgrado o un doctorado, no hay nada mejor que elegir una buena especialización en la universidad. Antes de comenzar la universidad, hice una investigación de mercado y vi que las empresas de todos los tamaños necesitaban personas con habilidades de gestión, así que cuando llegué a la universidad elegí estudiar gestión de mercado, con el objetivo de convertirme en el gerente principal de una empresa, es decir, en un ‘CEO’. En la época en que me gradué, varias empresas de todos los tamaños necesitaban talentos como yo. El mercado era enorme, y cuando comencé a buscar empleo, varias empresas intentaron captarme. Al final, pude elegir entre varias opciones. Elegí la mejor empresa extranjera e inmediatamente me convertí en gerente con un alto ingreso. En cinco años, ya había comprado mi propio coche. Bastante listo, ¿no creéis? ¿Puedo o no puedo tomar buenas decisiones?”. Mientras el señor Gerente hablaba, los otros dos se sentían algo desafiantes, pero no dijeron nada. Pensaban para sus adentros: “Es un gerente de alto nivel y tiene una visión más amplia. Tiene mucho más capital que nosotros. Aunque nos sintamos algo desafiantes, no diremos nada. Simplemente admitiremos la derrota”. Cuando el señor Gerente terminó de hablar, se sentía muy satisfecho consigo mismo, ya que pensaba que estos jóvenes no tenían tanta experiencia como él. Entonces, alguien llamado señor Funcionario comenzó a hablar. El señor Funcionario no había pensado mucho en lo que los otros tres habían dicho. Con tranquilidad, sostuvo su té, tomó un sorbo, miró a su alrededor y dijo: “Hoy en día todos son estudiantes universitarios. ¿Quién no puede entrar en la universidad? No es suficiente con solo ir a la universidad, y tampoco basta con entrar en los negocios. Aunque seas un gerente de alto nivel, ese no es un trabajo para toda la vida; no es estable. ¡La clave es encontrar un trabajo fijo y así estarás asegurado para toda la vida!”. Cuando los demás oyeron esto, dijeron: “¿Trabajo para toda la vida? ¿Quién habla de eso hoy en día? ¡Eso es cosa del pasado!”. El señor Funcionario replicó: “¿Cosa del pasado? ¡Bah! ¡Solo decís eso porque sois miopes y os falta perspicacia! Cuando conseguís un trabajo para toda la vida, aunque los ingresos sean un poco más bajos, os aseguráis una vida estable, tenéis autoridad y podéis meter las narices en todo lo que os plazca. La mayoría de la gente no entendía cuando me presenté al examen para ser funcionario público y me preguntaban por qué alguien tan joven querría trabajar para las agencias gubernamentales. Después de que aprobé el examen para ser funcionario, mis amigos y familiares que querían un trabajo o que estaban involucrados en litigios vinieron a buscarme. Eso es tener mucha autoridad, ¿no es cierto? Aunque el ingreso no es alto, me proporcionaron vivienda y coche. Mis beneficios son mejores que los vuestros. Además, también puedo hacer que se me reembolsen los gastos cuando salgo a comer o de compras, y también puedo viajar en taxi o avión gratis. Vuestros trabajos no son lo suficientemente buenos; todos tenéis empleos inseguros. ¡Me ha ido mucho mejor que a vosotros!”. Los demás se sintieron incómodos al oír estas palabras y contestaron: “Aunque tus beneficios sean bastante buenos, tienes una mala reputación. Extorsionas y actúas como un tirano por todas partes, y no sirves al pueblo. Simplemente perjudicas a la gente y haces todo tipo de cosas malas”. El señor Funcionario respondió: “¿Y qué importa si tengo mala reputación? ¡Me va bien así!” Todos comenzaron a discutir el asunto, hasta que finalmente la última persona no pudo contenerse más, se levantó y dijo: “Mirad, habéis ido a la universidad, habéis estudiado un posgrado, sois gerentes de alto nivel, sois funcionarios, y yo no he tenido las experiencias que vosotros tenéis. Aunque solo soy una persona insignificante, tengo que compartir mis experiencias con vosotros. Cuando volví a la ‘mater’…”. Los otros se sorprendieron y preguntaron: “¿Qué es eso de la ‘mater’? Aprobar el examen de servicio público convierte a uno en funcionario; estudiar un posgrado, en graduado; ser el principal gerente de una empresa, en CEO, así que ¿qué significa esto de la ‘mater’? ¿Puedes explicarlo?”. Esta persona dijo: “¿Así que vosotros podéis ir a la universidad, estudiar un posgrado, ser gerentes de alto nivel y convertiros en funcionarios, pero yo no puedo volver a mi alma mater para ver cómo están las cosas?”. ¿Lo veis? Se enfadó. Esta persona insignificante tenía poca educación, pero aun así era vanidosa. Los demás dijeron: “Todos sabemos lo que es ‘volver a la alma mater’. No necesitas decir que volviste a la ‘mater’. Solo di que volviste a tu alma mater”. Los demás le preguntaron luego de qué nivel educativo era su alma mater; si se trataba de un instituto de secundaria, una escuela técnica, una universidad o un posgrado. Él respondió diciendo: “Nunca fui a la universidad, nunca estudié un posgrado y nunca me presenté a un examen para ser funcionario. ¿No está bien ir simplemente a la escuela primaria? ¡Haré lo que quiera!”. Se sintió avergonzado; había revelado su origen y ya no lo podía ocultar. Había estado fingiendo todo el tiempo. Al relacionarse con los demás, nunca les había revelado su nivel de educación. Ahora, todo había salido a la luz; había quedado mal, así que se abalanzó hacia la puerta y se escapó. Los demás no entendían por qué había huido y dijeron al unísono: “¿No te habías graduado solo de la escuela primaria? ¿Por qué huyes? ¡Y estabas tan orgulloso de ello!”. Terminaré la historia aquí; con esto es suficiente.

En esta historia, hay cinco personas. ¿Sobre qué tema están hablando? (Sobre su formación académica). ¿Y qué significa la formación académica realmente para la gente? (Su estatus social). La formación académica de una persona está relacionada con su estatus social; esto es un hecho objetivo. Entonces, ¿por qué la gente quiere hablar sobre su estatus social? ¿Por qué las personas desean sacar a la luz su estatus e identidad sociales como temas de conversación? ¿Qué es lo que hacen con ello? (Alardear de sí mismas). Entonces, ¿cómo debería titularse esta historia? (“Una comparación entre formaciones académicas”). Si el título de esta historia fuera “Una comparación entre formaciones académicas”, ¿no sería demasiado categórico? (Sí. ¿Qué tal “Ostentación de estatus”?). Sería demasiado directo; no estaría implícito y no sería lo suficientemente profundo. ¿Y si pusiéramos “Hablando del capital” como título principal y “¡Haré lo que quiera!” como título secundario? Es un poco satírico, ¿verdad? “Hablando del capital” significa que todo el mundo habla sobre su capital, incluidos su estatus social y su formación académica. ¿Y qué significa “¡Haré lo que quiera!”? (No admitir que otras personas son mejores). Así es. Aquí se vislumbra un tipo de carácter. “Entonces, ¿qué pasa si eres un estudiante de posgrado? ¿Y si recibiste una educación superior a la que yo recibí?”. Nadie admite que otras personas son mejores que uno mismo. Eso es lo que implica hablar de capital. ¿Acaso no escuchamos a menudo este tipo de conversaciones cuando estamos con otras personas? Hay quienes hacen alarde de la riqueza o de los orígenes prestigiosos de su familia; otros se jactan de llevar el apellido de ciertos emperadores y celebridades; algunas personas hablan de la universidad en la que se graduaron y de su pasado glorioso, y hasta una chica que trabaja como masajista en un salón de belleza dice cosas como: “Aprendí a realizar masajes con un maestro reconocido, con corrección a cargo de expertos y un seguimiento personalizado. Al final, me convertí en una masajista profesional de primera clase, y la década del 2000 fue mi época más gloriosa…”. Aquí, la palabra “gloriosa” está fuera de lugar. Hasta una masajista de la industria de los servicios habla de su “época más gloriosa”. En realidad, no hace más que alardear y jactarse. De lo que estamos hablando realmente con este tema es de ciertas conversaciones que se escuchan a menudo, de comportamientos que se observan con frecuencia y de las actitudes que habitualmente se revelan cuando interactuamos con la gente en la vida real. ¿Por qué las personas hablan de ese capital? ¿Qué carácter o motivación las mueve? ¿Se pueden considerar gloriosas esas cosas de las que se habla? La gloria no tiene nada que ver con eso. Entonces, ¿se beneficia la gente al hablar de tales cosas? (No). ¿Y vosotros? ¿Habláis también de esas cosas? (Sí). Si sabéis que no aportan ningún beneficio, ¿por qué habláis sobre ellas? ¿Por qué la gente disfruta hablando de esas cosas? (Porque son el capital del que la gente hace alarde). ¿Cuál es el propósito de hacer alarde de ellas? (Que los demás los tengan en alta estima). Esto se debe al hecho de que nadie quiere ser una persona común y corriente. Incluso alguien que se graduó en educación primaria habló de volver a su “alma mater” para ver cómo estaban las cosas, ansioso por utilizar este tipo de lenguaje literario para engañar e insensibilizar a los demás a fin de que lo tengan en alta estima. ¿Cuál es el propósito de lograr que otros lo tengan en alta estima? Poder estar por encima de otras personas, ocupar un lugar y una posición entre los demás, llevar una aureola sobre la cabeza, ostentar autoridad en las cosas que dice, contar con el apoyo de los demás y tener prestigio. Si te desprendieras de estas cosas y fueras una persona común y corriente, ¿qué deberías poseer? Primero, deberías tener la perspectiva correcta. ¿Cómo surge tal perspectiva? Surge al leer las palabras de Dios y entender qué actitud debes tener hacia ciertas cosas de acuerdo con las intenciones de Dios y que la gente debería tener dentro de su humanidad normal: esta es la perspectiva correcta. Entonces, como una persona ordinaria, común y normal, ¿cuál es la perspectiva más apropiada y correcta que deberías adoptar hacia todas estas cuestiones, hacia el estatus y el capital sociales, los antecedentes familiares, etcétera? ¿Lo sabéis? Supongamos que hay alguien que ha creído en Dios durante muchos años, que cree que ha entendido muchas verdades y cree seguir el camino de Dios, y es leal a Dios y a su deber, pero que considera su estatus en la sociedad y entre las personas y su valor como algo muy importante, y que valora mucho estas cosas, e incluso a menudo alardea de su capital, de sus gloriosos antecedentes y de su valor; ¿es esta persona realmente alguien que entiende la verdad? Claramente, no. Entonces, ¿alguien que no entiende la verdad es una persona que la ama? (No). No. ¿Cuál es la relación entre hablar del capital y si alguien entiende y ama la verdad? ¿Por qué digo que alguien que aprecia su propio valor y alardea de su capital no es alguien que ama y entiende la verdad? ¿Cómo debería abordar estos asuntos de estatus social, capital personal y valor alguien que verdaderamente la ama y la entiende? ¿Qué cosas se incluyen en el estatus social? Los antecedentes familiares, la educación, la reputación, los logros en la sociedad, los talentos personales y la etnia. Entonces, ¿cómo abordas estas cosas para verificar que eres alguien que entiende la verdad? Esta pregunta debería ser fácil de responder, ¿no? Deberíais entender mucho sobre este aspecto en teoría. Decid lo que se os ocurra. No penséis: “Uy, no lo he meditado, así que no puedo decir nada”. Si no lo habéis pensado bien, solo decid lo que pensáis en este momento. Si solo podéis hablar una vez que habéis meditado algo, eso se llama “escribir artículos”. Ahora solo estamos conversando; no os estoy pidiendo que escribáis un artículo. Hablad primero desde una perspectiva teórica. (Entiendo por las palabras de Dios que Él no se fija en qué nivel de educación tiene alguien o cuál es su estatus social, sino que principalmente mira si persigue la verdad, si puede practicarla y si verdaderamente se somete a Dios y cumple con su deber con una calidad razonable. Si alguien tiene un alto estatus social y tiene un alto nivel educativo, pero no tiene comprensión espiritual, no camina por la senda de perseguir la verdad y no teme a Dios ni se aparta del mal, entonces será descartado al final y no podrá mantenerse firme en la casa de Dios. Por lo tanto, los antecedentes académicos y el estatus que uno pueda tener no son importantes. Lo que es importante es si persigue la verdad). Excelente, este es un concepto fundamental. ¿Por qué digo que es fundamental? Porque la gente suele hablar básicamente de estos temas y de este contenido. ¿Alguien más tiene una comprensión diferente? Alguien añada algo a lo que ya se ha dicho. (Si uno puede perseguir la verdad, podrá ver que la búsqueda de fama, ganancia y estatus es realmente una especie de esclavitud, un grillete que se lleva, y que cuanto más se persigan estas cosas, más vacío se sentirá y más llegará a apreciar el daño y el dolor que la fama, la ganancia y el estatus causan a las personas. Cuando entiende esto y ve a alguien que considera estas cosas como capital, pensará que esa persona es realmente digna de lástima). (Una persona que verdaderamente ama y entiende la verdad medirá el estatus social y la reputación usando las palabras de Dios; mirará lo que Dios dice y requiere, lo que Él quiere que las personas persigan, lo que la gente en definitiva obtendrá al perseguir estas cosas y si lo que logra es consistente con los resultados que Dios espera ver en las personas). Habéis tocado el tema aquí, ¿pero lo que decís tiene mucho que ver con la verdad? ¿Sois capaces de evaluar esto? La mayoría de las personas tienen algún conocimiento perceptual, y si os pidiera que dierais un sermón, sería un sermón de exhortación. ¿Por qué digo que sería un sermón de exhortación? Un sermón de exhortación es aquel en el que se dicen cosas que dan consejos y ánimos a las personas; no puede resolver problemas reales. Aunque cada oración pueda sonar correcta y razonable, en línea con la razón humana y los requisitos racionales, tiene poco que ver con la verdad y es solo el pequeño conocimiento superficial y perceptual que la gente tiene. Si compartieras estas palabras con otros, ¿serías capaz de resolver los problemas y dificultades de las personas desde su origen? No, no podrías, y es por eso que digo que sería un sermón de exhortación. Si no puedes resolver las dificultades y los problemas de las personas desde sus orígenes, entonces no estás resolviendo los problemas de las personas por medio de la verdad. Aquellos que no entienden la verdad siempre defenderán el conocimiento, la reputación y el estatus y no podrán escapar de las limitaciones y la esclavitud de estas cosas.

Pensad en ello: ¿cómo debéis abordar el valor, el estatus social y los antecedentes familiares del hombre? ¿Cuál es la actitud correcta que deberíais tener? Primero de todo, a partir de las palabras de Dios, debéis ver cómo Él aborda este asunto; solo así podréis comprender la verdad y no hacer nada que vaya en contra de ella. Entonces, ¿cómo considera Dios los antecedentes familiares de alguien, su estatus social, la educación que recibió y la riqueza que posee en la sociedad? Si no ves las cosas según las palabras de Dios y no puedes ponerte de Su lado y aceptar las cosas de parte de Dios, entonces la forma en que las ves estará ciertamente muy alejada de la intención de Dios. Si no hay mucha diferencia, tan solo una pequeña discrepancia, eso no es un problema; pero si la forma en que ves las cosas va completamente en contra de las intenciones de Dios, entonces no se ajusta a la verdad. En lo que a Dios respecta, lo que Él da a las personas y cuánto les da depende de Él, y el estatus que estas tienen en la sociedad también está ordenado por Dios y de ninguna manera es obra de la propia gente. Si Dios hace que alguien padezca el dolor y la pobreza, ¿significa eso que esa persona no tiene esperanza de salvación? Si tiene una valía y una posición social bajas, ¿no la salvará Dios? Si tiene un estatus bajo en la sociedad, ¿lo tiene también ante los ojos de Dios? No necesariamente. ¿De qué depende esto? Depende de la senda que esa persona recorra, de lo que persiga y de su actitud hacia la verdad y hacia Dios. Si alguien tiene un estatus social muy bajo, una familia muy pobre y un bajo nivel de educación, pero cree en Dios de manera sensata, ama la verdad y las cosas positivas, a los ojos de Dios, ¿tiene un valor alto o bajo, es valioso o despreciable? Es valioso. Viéndolo desde esta perspectiva, ¿de qué depende el valor de alguien, independientemente de que este sea alto o bajo, noble o humilde? Depende de cómo te ve Dios. Si Dios te ve como alguien que persigue la verdad, entonces tienes valía y eres valioso: eres un recipiente valioso. Si Dios ve que no persigues la verdad y que no te entregas sinceramente a Él, eres despreciable y careces de valor: eres un recipiente insignificante. No importa cuán educado seas o cuán alto sea tu estatus en la sociedad, si no persigues ni entiendes la verdad, tu valía nunca podrá ser alta; incluso si muchas personas te apoyan, te alaban y te adoran, sigues siendo un desgraciado deleznable. Entonces, ¿por qué ve Dios a las personas de esta manera? ¿Por qué a una persona tan “noble”, con un estatus tan alto en la sociedad, con tantas personas que la alaban y la admiran, e incluso con un prestigio tan elevado, Dios la considera insignificante? ¿Por qué la forma en que Dios ve a las personas es totalmente contraria a la opinión que estas tienen de los demás? ¿Acaso Dios se pone a sí mismo en contra de la gente adrede? En absoluto. Es porque Dios es verdad, Dios es justicia, mientras que el hombre es corrupto y no tiene ni verdad ni justicia, y Dios mide al hombre según Su propio criterio y Su criterio para medir al hombre es la verdad. Decir esto puede sonar un poco abstracto, así que, para decirlo de otra manera, el criterio de medida de Dios se basa en la actitud de una persona hacia Él, hacia la verdad y hacia las cosas positivas; esto ya no es abstracto. Supongamos que hay una persona que tiene un estatus en la sociedad y un nivel educativo altos, que es muy educada y cultivada y que tiene una historia familiar particularmente gloriosa y espléndida, pero hay un problema: no ama las cosas positivas, siente repulsión, aborrecimiento y odio hacia Dios desde el fondo de su corazón y, cuando surge algo relacionado con Él, con los temas de Dios o con Su obra, aprieta los dientes con odio, se le enciende la mirada y hasta quiere golpear a otras personas. Si alguien menciona un tema relacionado con Dios o con la verdad, siente repulsión y hostilidad, y surge su naturaleza brutal. ¿Una persona así es valiosa o inútil? ¿Cuánto valen su formación académica, sus supuestos estatus y prestigio sociales a los ojos de Dios? Nada en absoluto. ¿Cómo ve Dios a esa gente? ¿Cómo determina su naturaleza? Esas personas son demonios y satanases, y son los desgraciados más inútiles y despreciables. Viéndolo ahora, ¿cuál es la base para definir si el valor de alguien es noble o insignificante? (Es su actitud hacia Dios, la verdad y las cosas positivas). Así es. Primero, uno debe entender cuál es la actitud de Dios. Entender primero la actitud de Dios y comprender los principios y criterios según los cuales Él define a las personas, y luego medirlas con base en los principios y criterios que Dios tiene para ellas: solo esto es lo más preciso, apropiado y justo. Ahora tenemos una base para medir a las personas; ¿cómo deberíamos ponerla en práctica específicamente? Por ejemplo, alguien tiene un alto nivel educativo y es popular dondequiera que vaya, todos piensan bien de él y creen que tiene grandes perspectivas; ¿se lo verá entonces como una persona noble a los ojos de Dios? (No necesariamente). Así pues, ¿cómo deberíamos medir a esta persona? La nobleza o bajeza de una persona no se basa en su estatus en la sociedad, ni en su formación académica, mucho menos en su etnia, y por supuesto tampoco en su nacionalidad; entonces, ¿en qué debe basarse? (Debe basarse en las palabras de Dios y en la actitud de la persona hacia la verdad y hacia Él). Correcto. Por ejemplo, vosotros vinisteis de China continental a los EE. UU., e incluso si algún día os convertís en ciudadanos estadounidenses, ¿cambiarán vuestro valor y vuestro estatus? (No). No, no cambiarán; tú seguirás siendo tú. Si crees en Dios, pero no puedes obtener la verdad, sigues siendo el tipo de persona que perecerá. Algunas personas superficiales no creen verdaderamente en Dios ni persiguen la verdad, siguen al mundo secular y, después de convertirse en ciudadanos estadounidenses, dicen: “vosotros los chinos” y “vosotros los de China continental”. Decidme, ¿son gente noble o insignificante? (Insignificante). ¡Son tan insignificantes! Actúan como si al convertirse en ciudadanos estadounidenses se volvieran nobles, ¿no son sumamente superficiales? Son sumamente superficiales. Si una persona puede abordar la fama y la ganancia, el estatus social, la riqueza y los logros académicos con un corazón común y corriente —por supuesto, este corazón corriente no significa que ya hayas experimentado esas cosas y te hayas vuelto insensible, sino que tienes un criterio de medida y no las consideras como las más importantes en tu vida, y que los criterios y principios con los que mides y ves tales cosas, así como tus valores, han experimentado un cambio, y puedes abordarlas correctamente y verlas con un corazón corriente—, ¿qué demuestra esto? Demuestra que te has liberado de cuestiones externas, como el supuesto estatus social, el valor del hombre, etcétera. Quizá no podáis lograr esto ahora mismo, pero cuando comprendáis realmente la verdad, podréis desentrañar estas cosas. Os daré un ejemplo. Alguien se encuentra con hermanos y hermanas ricos, ve que solo visten marcas de lujo y que parecen adinerados, y no sabe cómo hablarles o relacionarse con ellos, por lo que se humilla, los adula y halaga y se comporta de una manera repugnante. ¿No es eso rebajarse a uno mismo? Aquí hay algo que lo domina. Algunas personas, cuando conocen a una mujer o un hombre ricos, los llaman “hermana mayor” o “hermano mayor”. Siempre quieren adular a esa gente y recomendarse a sí mismos. Cuando ven a alguien que es pobre y anodino y que viene del campo con un bajo nivel educativo, lo desprecian, se niegan a prestarle atención y su actitud cambia. ¿Se siguen estas prácticas comunes en la iglesia? Sí, y no podéis negarlo, porque hay algunos entre vosotros que habéis revelado justamente este comportamiento. Algunos llaman “hermano o hermana mayor” o “tía” a otras personas. Estas prácticas sociales son graves. A juzgar por el comportamiento de esta gente, no son personas que persiguen la verdad y no poseen ni un ápice de la realidad-verdad. Este tipo de gente conforma la mayoría entre vosotros y, si no cambian, todos serán descartados al final. Aunque estas opiniones erróneas no afectan la aceptación del camino verdadero por parte de las personas, pueden afectar la entrada en la vida y el desempeño de sus deberes; si no son personas que aceptan la verdad, es probable que causen perturbaciones en la iglesia. Si entiendes la intención de Dios, puedes captar los principios y criterios con los cuales se miden estas cosas. Hay otro aspecto, y es que, sin importar el tipo de estatus social o nivel educativo que tenga una persona, o de qué tipo de familia provenga, hay un hecho que debes reconocer: tus logros educativos y tus antecedentes familiares no pueden cambiar tu calidad humana ni pueden influir en tu carácter. ¿No es así? (Sí). ¿Por qué digo esto? Independientemente del tipo de familia en la que haya nacido una persona o del tipo de educación que haya recibido, ya sea que se haya educado mucho o no, y sin importar el tipo de entorno social en el que haya nacido, ya sea su estatus social alto o bajo, su carácter corrupto es exactamente el mismo que el de cualquier otra persona. Todos son iguales, eso es inevitable. Tu estatus social y tu valor no pueden cambiar el hecho de que eres parte de la raza humana que ha sido corrompida por Satanás ni que eres un ser humano corrupto con actitudes corruptas que está en oposición a Dios. ¿Qué quiero decir con esto? Que no importa lo rica que sea la familia en la que hayas nacido o lo bien educado que estés, todos tenéis un carácter corrupto; independientemente de si sois nobles o humildes, ricos o pobres, o de si tenéis un estatus alto o bajo, seguís siendo seres humanos corruptos. Por lo tanto, después de haber aceptado la obra de Dios, todos sois iguales, y Dios es justo y equitativo con todos. ¿No es esta la comprensión que la gente debería tener? (Sí). ¿Qué persona no está corrompida por Satanás y no tiene actitudes corruptas por tener un estatus alto en la sociedad y haber nacido en la raza más noble de toda la humanidad? ¿Esta declaración es defendible? ¿Ha ocurrido este hecho alguna vez a lo largo de la historia de la humanidad? (No). No, no ha ocurrido. En realidad, incluyendo a Job, Abraham y esos profetas y santos antiguos, así como a los israelitas, ningún ser humano podría evitar vivir con este hecho innegable: al vivir en este mundo, toda la humanidad ha sido corrompida por Satanás. En la corrupción del hombre por parte de Satanás, a este no le importa si tienes una educación muy alta o no, cuál es tu historia familiar, cuál es tu apellido o cuán grande es tu árbol genealógico; el resultado final es: si vives entre los seres humanos, has sido corrompido por Satanás. Por lo tanto, tu valía y tus antecedentes académicos no pueden cambiar el hecho de que tengas actitudes corruptas satánicas y que vivas con ellas. ¿No es esta una comprensión que la gente debería tener? (Sí). Una vez que hayáis entendido estas cosas, cuando en el futuro alguien presuma de sus dones y su capital, o volváis a descubrir a alguien “superior” entre vosotros, ¿cómo lo trataréis? (Lo trataré según las palabras de Dios). Correcto. ¿Y cómo lo tratarás según las palabras de Dios? Si no tienes nada que hacer y lo desprecias y te burlas de él diciendo: “Mira cuán educado estás, ¿de qué alardeas? Estás hablando de tu capital de nuevo, pero ¿puedes cumplir bien tu deber? Por muy educado que estés, ¿no has sido corrompido por Satanás?”. ¿Es esta una buena manera de tratar a alguien? No está en consonancia con los principios y no es algo que una persona con humanidad normal debería hacer. Entonces, ¿cuál sería la forma de tratarlo de acuerdo con los principios? No deberías mirarlo con admiración, pero tampoco deberías despreciarlo, ¿no es eso ceder? (Sí). ¿Es correcto ceder? No, no lo es. Deberías tratarlo correctamente, y si puedes usar la verdad que comprendes para ayudarlo, hazlo. Si no puedes ayudarlo, si eres un líder y ves que sería adecuado para un deber en particular, haz que lleve a cabo ese deber. No lo desprecies porque tenga un alto nivel educativo y pienses: “¡Bah! ¿De qué sirve estar tan educado? ¿Comprendes la verdad? Yo no estoy tan educado, pero de todos modos soy líder. ¡Soy apto, soy mejor que tú, así que te despreciaré y te avergonzaré!”. Eso es ser malo y no tener humanidad. ¿Qué significa “tratar a las personas correctamente”? Significa manejar los asuntos de acuerdo con los principios-verdad. ¿Y cuál es el principio-verdad aquí? Tratar a las personas de manera justa. No tengas a las personas en alta estima ni las admires, y no te humilles ante ellas sintiendo que estás en un nivel inferior. Tampoco las halagues, no las pisotees y no las desprecies; es posible que no piensen que tienen una valía muy alta y que no estén haciendo alarde. ¿Está bien que siempre tengas miedo de que alardeen y que, por lo tanto, los pisotees constantemente? No, no está bien. Eso es ser malo y no tener humanidad; si no te inclinas demasiado hacia un lado, te inclinas demasiado hacia el otro. Tratar a las personas correctamente, tratarlas de manera justa: ese es el principio. Este principio parece simple, pero no es fácil de poner en práctica.

Anteriormente, un líder iba a mudarse a algún lugar para vivir. Le dije que podía llevarse con él a los líderes y miembros relevantes del equipo, ya que de esa manera les resultaría conveniente discutir el trabajo entre todos. Lo que dije no era difícil de entender; uno lo entiende en cuanto lo oye. Al final, el personal relevante que llevó consigo tenía bastantes “credenciales”: algunos le llevaban té, otros le lavaban los pies y le frotaban la espalda; todos eran un montón de aduladores. ¿Qué tan repugnante era este líder? Había una persona con una enfermedad infecciosa que lo adulaba y lo halagaba todos los días, lo seguía y lo servía. Incluso estaba dispuesto a correr el riesgo de contraer esta enfermedad con tal de disfrutar de la sensación de ser adulado. Finalmente, debido a que la persona que padecía la enfermedad infecciosa sufrió una recaída después de que se mudaron, este falso líder también fue revelado. Por lo tanto, ya sea que las personas comprendan la verdad o no, no deben hacer cosas malas en absoluto, no deben hacer nada basándose en sus ambiciones y deseos y no deben tener una mentalidad de correr riesgos, ya que Dios escruta los corazones de los hombres y toda la tierra. ¿Qué se incluye en “toda la tierra”? Se incluyen tanto las cosas materiales como las inmateriales. No pruebes medir a Dios, a la autoridad de Dios ni a la omnipotencia de Dios usando tu propio cerebro. Las personas son seres creados y sus vidas son muy insignificantes; ¿cómo pueden medir la grandeza del Creador? ¿Cómo pueden medir la omnipotencia y la sabiduría del Creador en Su creación de todas las cosas y Su soberanía sobre todas las cosas? No debes hacer cosas ignorantes ni hacer el mal en absoluto. Si haces el mal, inevitablemente recibirás una retribución y, cuando un día Dios te revele, obtendrás más de lo que esperabas, y ese día llorarás y rechinarás los dientes. Debes conducirte con autoconocimiento. En ciertos asuntos, antes de que Dios te ponga en evidencia, sería mejor que te compares con Sus palabras, reflexiones sobre ti mismo y saques a la luz lo que está enterrado, descubras tus propios problemas y luego busques la verdad para resolverlos; no esperes a que Dios te revele. Una vez que Él te haya revelado, ¿no hará eso que te vuelvas pasivo? En ese momento, ya habrás cometido una transgresión. Desde que Dios te escruta hasta que te revela, tu valor y la opinión que Él tiene de ti pueden experimentar un gran cambio. Esto se debe a que, mientras Dios te escruta, te está dando oportunidades y encomendándote Sus esperanzas, hasta el momento en que seas revelado. Desde que Él le encomienda Sus esperanzas a alguien hasta que estas esperanzas no se cumplen al final, ¿cuál es el estado de ánimo de Dios? Experimenta una gran caída. ¿Y cuál será la consecuencia para ti? En los casos leves, puedes convertirte en un objeto que Dios detesta y te dejará de lado. ¿Qué significa “dejará de lado”? Significa que serás retenido y observado. ¿Y cuál será la consecuencia en casos más graves? Dios dirá: “Esta persona es una calamidad y no merece ni siquiera rendir servicio. ¡No la salvaré en absoluto!”. Una vez que Dios se forme esta idea, ya no tendrás ningún desenlace y, cuando eso ocurra, podrás hacer reverencias y sangrar, pero no servirá de nada, porque Él ya te habrá dado suficientes oportunidades, pero nunca te arrepentiste y fuiste demasiado lejos. Por lo tanto, sin importar los problemas que tengas o la corrupción que reveles, siempre debes reflexionar y conocerte a ti mismo a la luz de las palabras de Dios o pedir a los hermanos y hermanas que te señalen estas cosas. Lo más importante es que aceptes el escrutinio de Dios, te presentes ante Él y le pidas que te ilumine y esclarezca. No importa qué método utilices: descubrir los problemas a tiempo y luego resolverlos es el efecto que se logra mediante la autorreflexión, y es lo mejor que puedes hacer. ¡No debes esperar hasta que Dios te haya revelado y descartado para sentir remordimiento, ya que será demasiado tarde para arrepentirte! Cuando Dios revela a alguien, ¿tiene profunda ira o abundante misericordia? Es difícil de decir, es incierto y no te daré esa garantía; la senda que sigues depende de ti. ¿Sabéis cuál es Mi responsabilidad? Estoy diciéndoos todo lo que tengo que decir, cada palabra que debo decir, sin omitir una sola. Independientemente del método que utilice, ya sean palabras escritas, historias contadas o la producción de pequeños programas, en cualquier caso, estoy transmitiendo la verdad que Dios quiere que entendáis a través de varios medios, al mismo tiempo que os informo acerca de los problemas que veo. Os estoy advirtiendo, recordando y exhortando, y proporcionando cierta provisión, ayuda y apoyo. A veces también digo cosas duras. Esta es Mi responsabilidad, y depende de ti cómo recorrer el resto del camino. No necesitas examinar Mi discurso y Mis expresiones faciales, y no tienes que observar atentamente cuál es Mi opinión sobre ti; no es necesario que hagas eso. Lo que será tu desenlace en el futuro no tiene nada que ver conmigo; solo está relacionado con lo que tú mismo persigues. Hoy, estoy hablando sin rodeos y con franqueza; estoy hablando de manera totalmente clara. ¿Habéis oído y entendido cada palabra y cada frase que he dicho, lo que debo decir, lo que debería decir y lo que he dicho en el pasado? No hay nada abstracto en lo que digo, nada que no entendáis; todos lo habéis entendido, así que se ha cumplido Mi responsabilidad. No penséis que aún debo seguiros vigilando después de haber terminado de hablar y seguir haciéndome responsable de vosotros, llevándoos de la mano hasta el final. Todos habéis creído en Dios durante varios años, todos sois adultos y no niños pequeños. Tenéis líderes que son responsables de vosotros cuando hacéis las cosas, esa no es Mi responsabilidad. Tengo Mi propio ámbito de trabajo y de responsabilidades; no tengo que andar detrás de cada uno de vosotros y estar todo el tiempo supervisándoos y animándoos, ni me es posible; no estoy obligado a hacer eso. En cuanto a lo que perseguís, lo que decís y hacéis en privado, y qué senda seguís, nada de eso tiene que ver conmigo. ¿Por qué digo que no tiene que ver conmigo? Si podéis cumplir con vuestros deberes en la casa de Dios de manera adecuada y correcta, la casa de Dios será responsable de vosotros hasta el final. Si estáis dispuestos a cumplir con vuestro deber, pagar el precio, aceptar la verdad y actuar según los principios, la casa de Dios os guiará, os proveerá y os apoyará. Si no estáis dispuestos a cumplir con vuestro deber y deseáis salir a trabajar y ganar dinero, las puertas de la casa de Dios están abiertas de par en par y recibiréis una cordial despedida. Sin embargo, si causáis perturbaciones, hacéis el mal y creáis problemas en ella, entonces, no importa quién haga el mal, la casa de Dios tiene decretos administrativos y una organización del trabajo, y se os tratará de acuerdo con tales principios. ¿Lo entendéis? Habéis creído en Dios durante años, habéis leído muchas de Sus palabras, habéis asistido a reuniones y escuchado sermones todos estos años, entonces ¿por qué no os habéis arrepentido ni transformado en lo más mínimo? Hay muchas personas que han escuchado sermones durante años y han comprendido algunas verdades, pero aún no se han arrepentido, todavía cumplen con sus deberes de manera superficial y están en peligro. Os diré algo real: no esperéis siempre que Yo os vigile, os cuide y os enseñe mientras os tomo de la mano, para que podáis hacer algo práctico y efectivo. Si no os vigilo y no os superviso ni os animo, y empezáis a ser superficiales y el progreso del trabajo se ralentiza, estaréis acabados. Eso muestra que cumplís con vuestro deber sin ninguna lealtad y sois todos contribuyentes de mano de obra. Os diré algo: ya he cumplido con Mi ministerio y no estoy obligado a cuidar de vosotros. Esto se debe a que el Espíritu Santo está obrando y os está escrutando en estos asuntos. Lo que se supone que debo hacer se ha hecho y lo que se supone que debo decir se ha dicho; he cumplido con Mi ministerio, he cumplido con Mi responsabilidad, y lo que queda es que vosotros os responsabilicéis de vuestras propias acciones y de vuestro comportamiento. Si no aceptáis la verdad, sino que sois continuamente superficiales y nunca pensáis en arrepentiros, nada tendré que ver con vuestro castigo y con que seáis descartados.

Un aspecto de la historia que acabo de contar fue hablar sobre cómo considerar el estatus social, la valía, los antecedentes familiares y académicos y demás cuestiones de las personas, y cuáles son los estándares y principios para considerar estas cosas. Otro aspecto fue cómo abordar estas cuestiones y cómo desentrañar su esencia. Una vez que hayas detectado la esencia de estas cosas, aunque aún puedan estar presentes en tu corazón, ya no te limitarán y no vivirás conforme a ellas. Cuando ves a un no creyente haciendo alarde de su historia gloriosa de haber ido a la universidad y haber estudiado una maestría o un doctorado, ¿cuál es tu perspectiva y actitud? Si dices: “Estudiar una carrera de grado en la universidad no es nada. Me gradué de mi posgrado hace años”, tener esta mentalidad te resultará problemático y demuestra que no has cambiado mucho en tu fe en Dios. Si te preguntan cuál es tu nivel educativo y dices: “Ni siquiera me gradué de la escuela primaria y ni siquiera puedo escribir un ensayo”, y ven que no eres nadie y empiezan a ignorarte, ¿no es genial? Puedes ahorrar tiempo para leer más palabras de Dios y cumplir más con tu deber, y eso es lo correcto. ¿Qué sentido tiene cotillear con no creyentes e incrédulos? Si dices que tienes un bajo nivel educativo y ningún estatus en la sociedad, y alguien te menosprecia, ¿qué harás? No te lo tomes a pecho y no te sientas limitado; simplemente, deja que hablen, que digan lo que quieran, no significa nada para ti. Mientras eso no te retrase para perseguir la verdad en tu fe en Dios, está bien. Esto es en realidad un tema menor, pero en la vida diaria, por medio de lo que la gente expresa, se puede ver que las personas dan mucha importancia a estas cuestiones de capital y las llevan siempre en su corazón. Eso no solo puede afectar el discurso y el comportamiento de las personas, sino que también puede afectar su entrada en la vida y su elección de la senda correcta de la fe en Dios. Está bien, no volveré a hablar más de este tipo de tema. Volvamos al tema del que estábamos hablando la última vez y continuemos compartiendo y diseccionando las diversas manifestaciones de los anticristos.

Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.