Punto 7: Son perversos, insidiosos y falsos (II) Parte 4

A los anticristos les encantan las mentiras y el engaño; ¿qué más les gusta? Las tácticas, las argucias y las conspiraciones. Actúan según la filosofía de Satanás, sin buscar jamás la verdad, apoyándose por completo en las mentiras y el engaño, utilizando artimañas y tramando conspiraciones. Por muy claro que hables sobre la verdad, incluso aunque asientan a modo de reconocimiento, no se comportarán según los principios-verdad. En su lugar, para actuar se devanarán los sesos y utilizarán argucias y tramarán complots. Por muy claro que hables sobre la verdad, parece que no pueden entenderla; sencillamente hacen las cosas de la manera que están dispuestos a hacerlas, del modo que quieren hacerlas y de cualquier forma que redunde en su propio interés. Hablan con mucha labia, ocultan su auténtica cara y sus verdaderas intenciones, toman el pelo y engañan a la gente y, cuando alguien pica el anzuelo, se sienten complacidos y cumplen sus ambiciones y deseos. Este es el método y el enfoque constante de los anticristos. Por lo que respecta a las personas honestas que hablan con franqueza y honestidad, que comparten abiertamente su negatividad, su debilidad y sus estados rebeldes y que se expresan desde el corazón, los anticristos sienten repulsión por ellas y las discriminan. Les gustan las personas que, como ellos, hablan de forma tortuosa y falsa y no practican la verdad. Cuando se cruzan con gente así su corazón se alegra, como si hubieran encontrado a alguien como ellos. Ya no se preocupan por que los demás sean mejores que ellos o sean capaces de discernirlos. ¿Acaso no es esta una manifestación de la naturaleza perversa de los anticristos? ¿Acaso no sirve para demostrar que son perversos? (Sí). ¿Por qué pueden estas cuestiones ilustrar que los anticristos son perversos? Las cosas positivas y la verdad son lo que cualquier ser creado racional con conciencia debería amar. Sin embargo, los anticristos consideran estas cosas positivas un fastidio y una piedra en el zapato. Cualquiera que las siga o las practique se convierte en su enemigo y lo miran con hostilidad. ¿Acaso no se asemeja esto a la naturaleza de la hostilidad de Satanás hacia Job? (Sí). Se trata de la misma naturaleza, del mismo carácter que el de Satanás y de la misma esencia. La naturaleza de los anticristos tiene su origen en Satanás y pertenecen a su misma categoría. Por tanto, los anticristos están confabulados con Satanás. ¿Es excesiva esta afirmación? En absoluto; es totalmente correcta. ¿Por qué? Porque los anticristos no aman lo positivo. Disfrutan engañando y les gustan las mentiras, las apariencias ilusorias y los fingimientos. Si alguien revela su auténtico rostro, ¿podrían someterse y aceptarlo con alegría? No solo no podrían aceptarlo, sino que además responderían con un aluvión de malos tratos. La gente que dice la verdad o revela sus verdaderas intenciones los exaspera y los enfurece. Por ejemplo, puede haber un anticristo que sea muy hábil fingiendo. Todo el mundo lo considera una buena persona: cariñoso, capaz de empatizar con los demás y de entender sus dificultades y, a menudo, de apoyar y ayudar a quienes son débiles y negativos. Siempre que otros tienen problemas, es capaz de mostrar respeto por ellos y de justificarlos. En el corazón de la gente, este anticristo es más grande que Dios. Respecto a esta persona que adopta una pose virtuosa, si pones al descubierto sus fingimientos y su impostura, si le cuentas la verdad, ¿puede aceptarlo? No solo no lo aceptará, sino que comenzará a intensificar sus fingimientos y su impostura. Dime, si revelaras la impostura de los fariseos cuando llevaban sus escrituras a las esquinas de las calles para orar y leerlas con el fin de que otros las escucharan, si les dijeras que lo hacían para exhibirse, ¿confesarían que son ciertas tus palabras? ¿Las aceptarían de buen grado? ¿Meditarían al respecto? ¿Podrían admitir que lo que hacían era impostura y engaño? ¿Podrían reflexionar, arrepentirse y no volver a actuar así jamás? Para nada. Si a continuación dijeras: “Tus acciones desorientan a la gente; irás al infierno y te castigarán”, ¿acaso no sería eso decir la verdad? (Sí). Es decir la verdad. ¿La aceptarían? No, se pondrían furiosos de inmediato y dirían: “¿Qué? ¿Dices que iré al infierno y que me castigarán? ¡Eso ya es el colmo! ¡Creo en dios, no en ti! ¡Tus palabras no valen nada!”. ¿Acabaría ahí la cosa? ¿Qué harían a continuación? Dirían: “He viajado a todas partes, he difundido el evangelio a muchas personas, he recogido muchos frutos, he llevado muchas cruces y he sufrido mucho en prisión: ¡Tú, chiquillo, cuando comencé a creer en el señor, todavía estabas en el vientre de tu madre!”. Revelan su naturaleza, ¿verdad? ¿Acaso no predican la paciencia y la tolerancia? ¿Por qué no pueden tolerar este pequeño asunto? ¿Por qué no pueden? Porque has dicho la verdad, has destapado su verdadero yo y ya no tienen destino. ¿Pueden todavía tolerar esto? Si no son anticristos; si se encuentran en la senda de los anticristos, pero aún pueden aceptar la verdad, y también manifiestan cierta impostura, ¿qué harán si pones al descubierto su impostura? Es posible que no reflexionen sobre sí mismos de inmediato y decir que lo harán podría sonar poco realista y vacío. No obstante, la primera reacción de la mayoría de las personas normales al oír esto es experimentar un dolor agudo en el corazón. ¿Qué significa este dolor? Quiere decir que lo que han oído las ha afectado; no esperaban que alguien osara actuar de una forma tan temeraria, que dijera la verdad y que las condenara así en sus narices; no esperaban oír estas palabras nunca ni las habían oído antes. Además, tienen sentido de la vergüenza y quieren guardar las apariencias. Reflexionan sobre el hecho de que les dijeras que ponerse en una esquina a orar y leer las escrituras desorienta a la gente y, después de hacer un autoexamen, descubren que lo que hicieron fue realmente para mostrar a los demás cuán devotos son, cuánto aman al Señor y cuánto pueden sufrir, que esto es impostura y que lo que tú dijiste era cierto. Descubren que si siguen actuando así no serán capaces de dar la cara ante los demás. Tienen sentido de la vergüenza y, a causa de eso, podrían frenarse un poco y dejar de cometer sus acciones malvadas y desvergonzadas que les harían quedar mal. ¿Qué significa que ya no actúen así? Implica un indicio de arrepentimiento. No es seguro que acaben arrepintiéndose, pero al menos hay una posibilidad de contrición, lo que es mucho mejor que la reacción de los anticristos y los fariseos. ¿Qué la hace mejor? Debido a que estas personas tienen conciencia y sentido de la vergüenza, cuando las ponen al descubierto las palabras de otros les duelen en el corazón. Aunque puedan sentirse avergonzadas y heridas en su dignidad, al menos pueden reconocer que estas palabras son correctas. Incluso aunque sean incapaces de guardar las apariencias, en su fuero interno ya han reconocido y aceptado esas palabras y se han sometido a ellas. ¿En qué se diferencian los anticristos? ¿Por qué decimos que son perversos? Su perversidad reside en el hecho de que cuando oyen algo que es correcto, no solo son incapaces de aceptarlo, sino que, por el contrario, lo odian. Además, recurren a sus propios métodos y buscan excusas, motivos y diversos factores objetivos para defenderse y explicarse a sí mismos. ¿Qué finalidad pretenden alcanzar? Su propósito es convertir las cosas negativas en positivas y viceversa; quieren invertir la situación. ¿Acaso no es esto perverso? Piensan: “Al margen de si tienes razón o no o de si tus palabras son conformes a la verdad, ¿puedes resistir mi elocuencia? A pesar de que todas las palabras que expreso son claramente falsas, engañosas y desorientadoras, seguiré negando y condenando lo que digas”. ¿Acaso no es esto perverso? En efecto, lo es. ¿Piensas que los anticristos, cuando ven a buenas personas, no las consideran honestas de corazón? Las ven como gente honesta que persigue la verdad, pero ¿cómo definen la honestidad y la búsqueda de la verdad? Piensan que las personas honestas son estúpidas. Les repugna la búsqueda de la verdad y la detestan y se muestran hostiles contra ella. Creen que es algo falso, que nadie podría ser tan estúpido como para renunciar a todo en busca de la verdad, para decir lo que sea a cualquiera y para confiarlo todo a Dios. Nadie es así de estúpido. Sienten que todas estas acciones son falsas y no creen en ninguna de ellas. ¿Creen los anticristos que Dios es todopoderoso y justo? (No). Por tanto, se plantean interrogantes sobre todas estas cosas en su mente. ¿Qué implica esto? ¿Cómo interpretamos este montón de interrogantes? No se limitan a dudar de estos temas o a cuestionarlos; en última instancia, también los niegan y pretenden invertir la situación. ¿A qué me refiero al decir “invertir la situación”? Piensan: “¿Qué sentido tiene ser tan recto? Si una mentira se repite mil veces, acaba convirtiéndose en la verdad. Si nadie dice la verdad, esta deja de serlo y no sirve para nada: ¡solo es una mentira!”. ¿Acaso no es esto desfigurar el sentido de lo que está bien y de lo que está mal? Esta es la perversidad de Satanás: distorsionar los hechos, así como lo que está bien y lo que está mal; esto es lo que le gusta. Los anticristos sobresalen en fingir y engañar. Por supuesto, aquello en lo que destacan es inherente a su esencia, y lo que es inherente a su esencia es precisamente lo que hay en su esencia-naturaleza. Aún más, es lo que anhelan y aman, y también es su norma para sobrevivir en el mundo. Creen en dichos como “Siempre se van los mejores”, “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”, “Cada quien tiene su destino en sus propias manos”, “El hombre triunfará sobre la naturaleza”, etcétera. ¿Se ajusta alguno de estos enunciados a la humanidad o a las leyes naturales que la gente normal puede comprender? Ninguno de ellos. Así pues, ¿cómo pueden los anticristos ser tan aficionados a estos dichos endiablados de Satanás e incluso adoptarlos como sus lemas? Solo se puede decir que se debe a que su naturaleza es demasiado perversa.

Tuve contacto unas cuantas veces con cierto líder de la iglesia a lo largo de un año aproximadamente. Tuvimos diversas oportunidades de encontrarnos, pero nuestras conversaciones estuvieron limitadas porque no era alguien que hablara abiertamente. ¿Qué significa “no era alguien que hablara abiertamente”? Quiere decir que no hablaba mucho, ni siquiera cuando le hacías preguntas. Ahora bien, ¿se comportaba así en sus interacciones con los demás en la iglesia? Había dos situaciones posibles. Con los que tenían una mentalidad parecida, era muy comunicativo. Sin embargo, con los que no eran de su misma opinión, se mostraba cauteloso y ya era más reservado. Más tarde, contabilicé que, durante Mis interacciones con él, llegó a pronunciar en total cinco expresiones “clásicas”. Se apocaba al hablar, de modo que cuando decía algo se convertía en una expresión “clásica”. ¿Qué tipo de persona es? ¿Podemos catalogarla de “persona distinguida”? Es bastante normal que los líderes o los obreros de iglesia tengan contacto conmigo y hablen de distintos asuntos, ¿cierto? No obstante, esta persona era única. Solo pronunció cinco frases, cinco expresiones increíblemente “clásicas”. Prestad atención a lo que hace que estas expresiones sean tan “clásicas”. Cada una de ellas tiene su propio contexto y esconde una pequeña historia. Empecemos por el origen de su primera frase.

En la iglesia que dirigía este líder había una persona malvada que había hecho cosas malas en diversas ocasiones y perturbaba la obra de la iglesia. Todo el mundo vio que era una persona malvada, de modo que la gente comenzó a hablar y a debatir sobre él. Si se le tuviera que expulsar y enviar lejos, sería necesario hacer un aviso sobre él en la iglesia, de manera que todos supieran las maldades que cometió y por qué se le calificaba de persona malvada y se le despedía. Mientras se ponían al descubierto algunas de las cosas malas que esta persona malvada perpetró, este líder, que habitualmente no hablaba demasiado, se expresó así: “Tenía buenas intenciones”. ¿Cómo veía él a esa persona malvada que había hecho cosas malas y perturbaba la obra de la iglesia? “El compañero tenía buenas intenciones”. Creía que las maldades que lleva a cabo una mala persona están en consonancia con la verdad, siempre que dicha persona tenga buenas intenciones. Para él, al margen de la naturaleza de sus acciones, sean buenas o malas, o de las consecuencias de esas acciones, siempre que la persona tenga buenas intenciones incluso los trastornos y las perturbaciones que causa están en consonancia con la verdad. “Tenía buenas intenciones”. Esa fue la primera frase que pronunció este líder. ¿Habéis oído hablar a alguien así alguna vez? Una persona malvada hace el mal sin lugar a dudas y, sin embargo, alguien dice que esa persona albergaba buenas intenciones al cometer esas maldades. ¿Podéis todos discernir esta frase? Creo que dicha frase podría desorientar a algunos porque la mayoría de la gente piensa que mientras alguien tenga buenas intenciones no se le debería tratar y que si alguien hace algo mal con buenas intenciones no hace el mal a propósito. Después de que este líder los agitara y desorientara de esta manera, es posible que algunos se pusieran de su lado y comenzaran a empatizar con la persona malvada. Si este líder no los hubiera desorientado, la mayoría habría entendido correctamente este asunto y hubiera pensado que se debería expulsar y mandar lejos a esa persona malvada por haber hecho el mal. No obstante, después de que este líder los agitara y desorientara, algunos pensaron: “Tenía buenas intenciones, eso tiene sentido. A veces nosotros también somos así. Por tanto, si hacemos algo mal con buenas intenciones, ¿también nos echarán y despedirán?”. Como resultado, se pasaron al bando de este líder. ¿Por qué? Pensaban en su propio futuro. ¿Acaso no fue fácil que aceptaran la frase que pronunció este líder? ¿Cuáles fueron las consecuencias de que la aceptaran? Comenzaron a tener dudas sobre Dios, Su carácter justo y Sus principios para hacer las cosas. Empezaron a dudar de los principios que se siguen en la casa de Dios para hacer las cosas, plantearon interrogantes sobre ellos y, luego, los condenaron. Albergaron estas dudas en el corazón. En realidad, no se despidió a esta persona malvada porque hubiera hecho algo mal en una sola ocasión. En la casa de Dios no se despide a nadie por el mero hecho de haber cometido un error ocasional, sin importar si realiza un trabajo manual, un deber especial o un deber que implica habilidades técnicas. Los líderes de la iglesia y los hermanos y hermanas clasifican de manera conjunta el comportamiento consecuente de los miembros de la iglesia y, después, los tratan. Por ejemplo, si alguien se muestra siempre perezoso cuando debería estar trabajando y pone excusas para evitar trabajar, ¿es apropiado despedirlo sobre la base de este comportamiento? (Sí). Eso es, es apropiado. Por ejemplo, si te asignan la tarea de limpiar y sueles comer pipas de girasol, tomar té y leer el periódico y, en ocasiones, tiras las cáscaras de las pipas al suelo, ¿acaso no descuidas tus deberes? No solo no limpias, sino que además lo dejas todo hecho un asco, lo que significa que descuidas tus deberes. Si eres un incompetente en tu trabajo, eso está en consonancia por completo con los principios para despedirte y no deberías discutirlo. No obstante, este líder de la iglesia señaló que esa persona tenía buenas intenciones, lo que desorientó a la gente. Después de que el líder agitara y desorientara así a los miembros de la iglesia, algunos lo siguieron y llegaron a un consenso. Pero ¿dónde situaron a Dios y a los principios-verdad al actuar de esta manera? Se convirtieron en una especie de familia y hablaban de “nuestra iglesia” y de “nuestra casa de Dios”. ¿Cómo se definen “iglesia” y “casa de Dios”? ¿Puede haber una casa de Dios donde no hay Dios? (No). Si no hay Dios en un lugar, ¿puede una iglesia existir o establecerse ahí? (No). Así pues, ¿qué quería decir que dijeran “nuestra”? Significaba que se habían separado de Dios. La iglesia se convirtió en la iglesia de este líder atolondrado; él se convirtió en el maestro de la iglesia, mientras los supuestos hermanos y hermanas y personas atolondradas formaban una banda con él y se comportaban con él como si fueran parientes. Se distanciaron de Dios, de modo que Él adoptó un rol fuera de la “casa de Dios”. Estas fueron las consecuencias que se produjeron cuando este líder pronunció esa primera frase en estas circunstancias. Todos lo aprobaron específicamente y pensaron: “Nuestro líder de la iglesia es justo y considerado con nosotros, perdona nuestras debilidades e incluso nos defiende. Cuando cometemos errores, Dios siempre nos deja en evidencia y nos poda. Sin embargo, nuestro líder nos protege en todo momento, como una gallina protege a sus pollitos. Con él al lado, no nos pasará nada malo”. Todos le estaban agradecidos. Estas fueron las consecuencias de la primera frase que pronunció este líder.

Continuemos con la segunda frase que pronunció este líder. Había algunos trabajos relacionados con asuntos externos de la iglesia que la mayoría de la gente no podía realizar o estaba demasiado ocupada con sus deberes para encargarse. Había algunos creyentes, solo de nombre, que eran expertos en manejar asuntos exteriores, de modo que la casa de Dios asignó un poco de dinero para que alguien así se ocupara de estas tareas y, en algunas ocasiones, llegó a gastarse un poco más para que él se encargara de bastantes trabajos en su nombre. Dime, ¿se infringieron los principios si la casa de Dios se gastó 200 RMB extra para gestionar asuntos como estos? Esta fue la única manera de arreglarlos y dio buenos resultados, de modo que así es como se gestionaron. Entregar a esa persona 200 RMB extra fue conveniente para que la casa de Dios se ocupara de estos asuntos, y se resolvieron muchos problemas. ¿Valió la pena gastar esos 200 RMB extra? (Sí). Valió absolutamente la pena. Fue apropiado hacer las cosas de esa manera. Si la casa de Dios entregara esos 200 RMB a alguien que no pudiera ocuparse de esas tareas, sería un derroche. Dar esos 200 RMB a esa persona significó que esas tareas pudieron hacerse bien; así pues, ¿estuvo en consonancia con los principios de la casa de Dios ocuparse de las cosas de ese modo? (Lo estuvo). Por tanto, ¿estuvo en consonancia con los principios no comentar esta cuestión con los hermanos y las hermanas o no comunicársela? (Lo estuvo). ¿Tiene lo Alto el derecho de encargarse de los asuntos así? (Sí). Sí, por descontado. Pero este líder de la iglesia dijo: “Los hermanos y las hermanas indicaron que se entregaron otros 200 RMB a esa persona… Solo pregunto sobre esta cuestión en nombre de los hermanos y las hermanas. Ellos no entienden este principio y queremos buscar cómo compartir este aspecto de la verdad”. Este líder solo hablaba a medias tintas. Esta fue su segunda frase. Obviamente, esta frase era una pregunta que quería decir: “Dices que todo lo que haces está en consonancia con los principios, pero este asunto no lo está, y algunos hermanos y hermanas tienen sus propias opiniones y nociones al respecto, de modo que debo preguntarte sobre este tema en su nombre. ¿Cómo explicas esta cuestión? Dame una explicación”. Eso es una pregunta, ¿cierto? Bien, proseguid y analizad cuántos mensajes contenía esta pregunta; ¿cuál es vuestro punto de vista al oír algo así? ¿Cómo veis a esta persona en función de este asunto? (Dios, su frase tenía un tono inquisitivo. Él estaba cuestionando a Dios. En realidad, tenía sus propias nociones sobre este tema. No expresó sus pensamientos reales y, en su lugar, dijo que eran los hermanos y las hermanas quienes no podían aceptar la decisión de lo Alto, que tenían sus propias opiniones al respecto. Como líder de la iglesia, cuando los hermanos y las hermanas tuvieran nociones, él debería haber compartido la verdad con ellos para resolver este problema, pero no solo no lo solucionó, sino que llegó a cuestionar a Dios con estas nociones. Presenta un carácter falso y perverso). Se han mencionado dos aspectos: uno es que él interrogaba a lo Alto y el otro es el hecho de que él ya tenía nociones en su interior, pero dijo: “Los hermanos y hermanas no entienden los principios y quieren buscarlos”. ¿Hay algún problema en esta frase? ¿Eran los hermanos y hermanas tan importantes para él? Dado que para él era tan importante la entrada en la vida de los hermanos y las hermanas, cuando estos desarrollaron estas nociones tan fuertes, ¿por qué no las resolvió? ¿Acaso no descuidó su deber? Lo descuidó. No resolvió el problema e incluso, sin ningún tipo de vergüenza, utilizó las nociones de los hermanos y las hermanas para interrogar a lo Alto. Por tanto, ¿para qué servía él? ¿Qué lo hacía capaz de interrogar? ¿Acaso no tenía también nociones? ¿Acaso no tenía también sus propios pensamientos sobre la decisión de lo Alto? ¿Acaso no sentía también que este asunto se llevaba de una manera inapropiada? Esos 200 RMB no se gastaron en él, de modo que sintió como si los hubiera perdido, ¿verdad? Él pensó: “Debería haber recibido esos 200 RMB extra, nos los merecemos. Ese tipo es un incrédulo, no debería tenerlos. Creemos realmente en dios y somos el pueblo de la casa de dios; él no”. ¿Acaso no es eso lo que quería decir? (Sí). Eso es exactamente lo que quería decir. Y no lo dijo de una manera directa, sino ambigua. Después de oír esto, ¿lo entendéis? ¿Cuál es vuestro punto de vista sobre este asunto de gastar dinero? La mayoría de la gente puede entender esta cuestión menor. Teniendo en cuenta la inmensa obra de la casa de Dios, ¿realmente tenía este líder que fijarse en que se gastaba una partida extra de 200 RMB? Además, ese dinero no salió de su bolsillo, de modo que ¿por qué le angustiaba tanto este tema? ¿Sintió envidia al ver que otros eran buenas personas? ¿Acaso no era eso lo que él quería decir? ¿Sois capaces de entender lo que acabo de explicaros? Hay alguno de vosotros que no esté de acuerdo y diga: “¡No! Gastar 200 RMB extra sin que lo sepamos es terrible, es terrible que no tengamos el derecho de saberlo. ¿Acaso no es esto despilfarrar las ofrendas de la casa de Dios?”. ¿Cuál es el concepto de la casa de Dios? ¿Cuál es el concepto de las ofrendas? Dejadme que os diga que las ofrendas no pertenecen a todo el mundo, no pertenecen a los hermanos y las hermanas; si solo hubiera hermanos y hermanas y no hubiera Dios, no se llamaría la casa de Dios. La casa de Dios es cuando Él aparece y obra, cuando llama a la gente para que comparezca ante Él y establece la iglesia. Cuando los hermanos y las hermanas hacen una ofrenda, no es para la casa de Dios ni para la iglesia y, sin duda, no es para cualquier individuo. Es para Dios. En palabras sencillas, ese dinero se ofrece a Dios; es Su propiedad privada. ¿Qué implica que sea Su propiedad privada? Que Él puede asignarla como le plazca y que el líder no estaba capacitado para inmiscuirse en el asunto. Dejadme que os diga que hacer preguntas y querer buscar la verdad por este tema fue un poco excesivo e innecesario; ¡ahí se vio que aparentaba y fingía! Hubo muchas cuestiones importantes sobre las que este líder no había buscado la verdad, pero decidió buscarla por este tema. ¿Por qué no se ocupó de esa persona malvada? Por qué no buscó, diciendo: “Este tipo ha dado indicios de hacer el mal; todos los hermanos y las hermanas están hartos de él. ¿Acaso no debería ocuparme de esto?”. El líder no preguntó sobre eso; estaba completamente ciego ante esa persona malvada. ¿Acaso no es eso un problema? ¿Cuál fue la primera frase que pronunció este líder? (Tenía buenas intenciones). “Tenía buenas intenciones”. Fijaos hasta qué punto era “benevolente” este compañero; ¡vaya un hipócrita! Era perverso, pero sus palabras estaban llenas de benevolencia y moralidad; había miel en sus palabras, pero puñales en su corazón, y no se comportó como un ser humano. ¿Cuál fue su segunda frase? “La casa de Dios ofreció 200 RMB extra a alguien para realizar una tarea. Quiero buscar en nombre de los hermanos y las hermanas cómo deberíamos entender y captar el principio en este asunto”. He presentado la frase como un enunciado completo; por supuesto, él no lo expresó así. Habló con vacilación, por lo que costó entender qué quería decir. Así es como habló. Esta fue la segunda frase que pronunció este líder.

Escuchemos ahora la tercera frase que pronunció ese líder. Todo el mundo trabajaba conjuntamente, cavando. A cada persona se le había asignado la tarea de llenar un cesto de tierra. Una persona trabajaba muy rápido y acabó la primera; se sentó, bebió un poco de agua y descansó, esperando a los demás. Entonces, algo fue mal. ¿Qué fue mal? Surgió el tercer problema. Una vez más, este líder se puso a preguntar a lo Alto, diciendo: “Tenemos aquí a alguien que trabaja rápido y se mueve veloz, pero algo pasa con él. Después de acabar su trabajo, se sienta y no ayuda a nadie más, de modo que todo el mundo comienza a formarse opiniones sobre él”. El hermano en lo Alto preguntó: “¿Suele ser perezoso cuando trabaja?”. El líder respondió: “No, no lo es. Sencillamente trabaja rápido y cuando termina se sienta y espera, sin ayudar a nadie, así que los hermanos y las hermanas tienen opiniones sobre él; dicen que carece de compasión”. Cuando los hermanos y las hermanas mencionaron esto, el líder se sintió afligido y pensó: “¡Dios mío, fijaos en lo cruel que es esa persona! Mis hermanos y hermanas están cansados de trabajar, lo hacen despacio, y nadie los ayuda”. El grupo entero estaba molesto, de modo que él también se sintió molesto. ¡Cuánta “empatía” por su parte! Llevó esta “carga” consigo para informar a lo Alto. Lo primero que preguntó fue: “¿Se puede castigar a alguien así?”. Decidme, ¿creéis que se puede hacer eso? (No). Así pues, ¿cómo reaccionáis al oír esto? ¿Tenéis sentimientos encontrados al respecto? ¿Estáis molestos? (Sí). La casa de Dios siempre ha enseñado que la gente debe entender la verdad y tratar a los demás con justicia, pero ese líder ni siquiera podía hacer esta pequeñez. Creía que castigar a esa persona sería justo. ¿Acaso no es esto perverso? (Sí). Él pensó: “Mis hermanos y hermanas sufren y me han informado de que esta persona carece de compasión. Como líder, ¿cómo puedo ganarme a esta gente, calmarla, protegerla y evitar que la perjudiquen o que se sienta tratada de manera injusta?”. Su primera respuesta fue castigar a esa persona, pensando que castigándola se aplacaría la ira de los demás y todo sería justo y equitativo. ¿Acaso no quería él hacer esto? (Sí). Él pensó: “Todos comemos los mismos alimentos, vivimos en el mismo lugar y recibimos el mismo trato. ¿Qué derecho tienes a trabajar tan rápido? Si trabajas deprisa, ¿por qué no ayudas a los demás?”. Decidme, ¿cómo se siente la gente al oír esto? “Trabajar rápido es un pecado. Parece que nunca debemos trabajar deprisa; eso no nos hará ningún bien en manos de este líder. Trabajar rápido no es bueno, ni ser proactivo. ¡Ir despacio está justificado!”. Lo Alto preguntó al líder: “¿Qué pasa con los que trabajan lento? ¿Los recompensas?”. El líder se quedó boquiabierto, pero no se atolondró. Dijo: “No, no puedo recompensarlos. Sin embargo, se debería castigar a ese tipo que trabaja rápido. Todos los hermanos y hermanas dicen que se lo debe castigar”. Esa fue la frase que pronunció. Decidme, ¿representa realmente esta frase a los hermanos y hermanas o representa al líder en sí mismo? (Representa al líder). Dejemos al margen a los hermanos y hermanas; entre ellos, hay todo tipo de personas atolondradas: los que no aman la verdad, los que hablan sin honestidad, los que son egoístas e interesados, los que provocan discusiones, los que se expresan sin principios y los que actúan sin ningún fundamento moral. ¿No es cierto que hay todo tipo de personas entre ellos? Por tanto, ¿cuál era su responsabilidad como líder de la iglesia? ¿Era su responsabilidad hablar en nombre de los hermanos y de las hermanas influyentes o defender estas tendencias perversas y prácticas malvadas? (No). Entonces, ¿cuál era su responsabilidad? Cuando descubrió problemas de distorsión y desviación entre los hermanos y las hermanas, su responsabilidad era resolver dichos problemas mediante la verdad, de modo que esas personas pudieran entender la raíz de esas dificultades y los problemas con sus estados, lo que las llevaría a conocerse a sí mismas, a entender la verdad y a comparecer ante Dios. ¿Acaso no es esta la responsabilidad de un líder de la iglesia? (Lo es). ¿La cumplió? No solo no hizo eso, sino que incluso promovió esas tendencias perversas y prácticas malvadas, protegiendo, incitando y consintiendo su formación y difusión en la iglesia. ¿No es esto perverso? (Lo es). Decidme, después de que lo Alto pode y ponga al descubierto a una persona con este tipo de carácter perverso, ¿mostrará un corazón insolente? (Sí). Sin duda se mostrará insolente. ¿Tratará a las personas con justicia de acuerdo con los principios que le haya dado lo Alto? De ninguna manera. A través de las palabras que él pronunció, puedes ver que era una persona absolutamente retorcida. Más tarde, pensé para Mí mismo: “Si se castiga a los que trabajan rápido, ¿quién se atreverá a trabajar deprisa? Todo el mundo se volverá más lento que una tortuga, incapaz de subirse a la orilla incluso después de holgazanear tres días seguidos”. ¿Acaso no será eso lo que pasará? Además de su incapacidad para tratar a las personas con justicia, el aspecto más fatal y grave de este líder, y el que más podría desorientar a la gente, era que al margen de las maldades que cometieran los hermanos y las hermanas o de los puntos de vista erróneos y absurdos que difundieran, no solo no los discernió ni los corrigió, sino que los consintió, los protegió e incluso trató de complacerlos. ¿Acaso no era un individuo peligroso? (Lo era). ¡Era sumamente peligroso! Esta fue la tercera frase que pronunció este líder.

Continuemos con la cuarta frase. Yo visitaba con frecuencia la iglesia de la que ese líder estaba al cargo y ahí cuidaban de algunos pollos. Cada vez que yo iba al lugar, él mataba un pollo. Un día, estofaba el pollo en un consomé; al día siguiente, hacía un estofado rojo de pollo; al otro, ahumaba el pollo. Pensé que, si seguía yendo ahí cada día, esa bandada de pollos podría desaparecer en poco tiempo. ¿A qué se debía esa idea? Cuando se cocinaba un pollo, a veces yo comía un trozo y otras no me apetecía, pero esa gente se lo comía de todos modos y cada vez se consumía un pollo entero. Más tarde, pensé esto: si se consumía un pollo entero cada vez que visitaba la iglesia, por muchos pollos que tuvieran, no durarían mucho tiempo. Por tanto, le dije al líder que ya no podía matar más pollos. ¿Acaso no era esto lo que debía hacer? (Sí). Bien, esto lo puso realmente en un brete. Me hizo una pregunta y dijo: “Si no podemos matar pollos, entonces…”. No te puedes ni imaginar qué preguntó a continuación. ¿Qué soltó finalmente? “Entonces, ¿qué quieres comer?”. Le contesté: “¿Acaso no hay nada más para comer aparte de los pollos? ¿No está el huerto lleno de verduras? Me parece bien comer cualquiera de ellas”. Él quería decir que si no se les permitía matar pollos Yo todavía necesitaría comer algo de carne. “Considerado”, ¿verdad? Le dije: “¿Carne? Si tienes verduras, no comeré carne. ¡Si no te ordeno que mates los pollos, no los mates!”. Esto debería haber sido fácil de entender, ¿cierto? (Sí). Pero en su caso se convirtió en un dilema. El hecho de no poder matar pollos lo incomodó mucho; comenzó a actuar de una manera muy extraña, como un poseído. Dado que no pudo comer pollo en esa ocasión, la siguiente vez que visité la iglesia me hizo otra pregunta, lo que nos lleva a la quinta frase. Escuchad cómo sus preguntas eran cada vez más irrisorias. ¿Cuál fue la pregunta? Él dijo: “Ya que no podemos matar pollos, pero también tenemos conejos, ¿te los comerías en lugar de los pollos?”. Eso Me enojó realmente. Respondí: “Los conejitos que tenemos son adorables, con sus ojos rojos brillantes y su pelaje blanco puro. Se lo pasan muy bien jugando. ¿Por qué siempre piensas en comer carne? ¿Acaso no puedes tomar otras cosas?”. Yo no lo entendía. En su cocina nunca faltaba la carne; había un número infinito de patas de pollo y chuletas de cerdo. No es que no hubiera carne para que se la comiera; entonces, ¿por qué no paraba de preguntar sobre matar conejos y comérselos? Repliqué con estas palabras: “¡No te está permitido matarlos! ¿Qué sentido tiene toda esta matanza?”. Cuando él me vio responder así, temió ser podado y no se atrevió a hacer más preguntas. ¿Qué comidas preparó después de eso? Durante los meses de junio y julio, había todo tipo de cosas en el huerto; las verduras de hoja y las hortalizas de fruto abundaban. Un día, ese líder preparó una mesa llena de platos. ¿Qué preparó? Revuelto de brotes de soja, sopa de brotes de soja, tofu estofado con pescado, revuelto de guisantes y huevos y revuelto de orejas de madera: no había ni una sola verdura de hoja en la mesa. Eché un vistazo a todos esos platos desaboridos. Aquella época del año demandaba algo fresco, pero los alimentos que preparó estaban completamente fuera de temporada. Pensé: “¿Acaso no es perversa esta persona?”. Había todo tipo de verduras en el huerto; ¿por qué no hizo algún plato con verduras de hoja? Al final, dije que se le debería despedir rápidamente. Con alguien como él a cargo de la cocina, la gente nunca llegaría a comer alimentos de temporada. Por el contrario, siempre tomaría alimentos fuera de temporada. ¿Es eso normal? ¡Sin duda alguna no es normal!

A través de las preguntas de este líder y de su manera de cocinar, observé, en primer lugar, que su personalidad era mediocre; en segundo lugar, que tenía un carácter perverso e insidioso; y, en tercer lugar, que no perseguía la verdad. No obstante, había cierto hecho inesperado, incluso podría decirse extraño. En el pasado, cada vez que había elecciones en esta iglesia, él recibía la mayoría de los votos e incluso seguía siendo así en las reelecciones. ¿Qué pasaba con una persona como esta para que recibiera de manera repetida la mayor cantidad de votos? ¿Había motivos por ambas partes para que ocurriera esto? (Sí). Había motivos por ambas partes para que ocurriera esto. ¿Cuáles eran los motivos principales? Por un lado, la mayoría de los hermanos y las hermanas no perseguían ni entendían la verdad y carecían de la capacidad para discernir a las personas. Por otro lado, este líder de la iglesia era sumamente hábil desorientando a la gente. No sabéis quién era esta persona, no habéis visto lo que hizo y desconocéis qué tipo de individuo era a puertas cerradas. Pero solo en función de los temas sobre los que he hablado, junto con las cinco frases que él pronunció, ¿qué tipo de persona diríais que era? ¿Era apto para ser un líder de la iglesia? (No). Entonces, ¿por qué esos hermanos y hermanas seguían eligiéndolo? Porque él tenía estrategias y desorientaba a esas personas. Él no era en absoluto tan ingenuo y sensato como parecía por fuera; sin lugar a dudas, tenía estrategias. Más tarde, dije que no había nadie en esa iglesia que fuera apto para actuar como líder y que se debería enviar a alguien más para ocupar ese cargo. Pero algunos no lo entendieron; sentían que los hermanos y hermanas no habían elegido a este líder. ¿Cómo se debería definir “hermanos y hermanas”? ¿Representan la verdad los hermanos y hermanas? ¿Es así como se definen? (No). Cuando los hermanos y hermanas crean de manera colectiva una demanda, un precepto o unos enunciados y un argumento, ¿están estas cosas necesariamente en consonancia con la verdad? ¿Debería Dios tener en cuenta sus problemas y ocuparse de ellos en primer lugar? ¿Puede Dios hacer esto? (No). Así pues, ¿cómo se les debería tratar? ¿Cómo se deberían definir estos hermanos y hermanas? La mayoría de ellos está dispuesta a cumplir sus deberes, a hacer sus tareas y a trabajar, pero no persigue la verdad. Ellos carecen de la capacidad y del calibre para comprender la verdad, son estúpidos, están entumecidos y les faltan luces; son incapaces de discernir a las personas o de ver con claridad los asuntos; son egoístas e interesados. Aunque tengan algunas buenas intenciones y estén dispuestos a renunciar a cosas, a entregarse y a esforzarse por Dios, ¿cuál es su defecto fatal? No entienden ni aceptan la verdad. Siguen el dicho: “Quien me dé dinero es mi padre, y quien me alimente, mi madre”. Ellos eligen a quien es bueno o provechoso para ellos y a quien hable en su nombre y los proteja. Si se permitiera a esas personas elegir a su propio líder, ¿podrían elegir a un buen líder? No podrían. ¿Podrían hacer algún progreso en su entrada en la vida? Si lo Alto les permitiera ser tan obstinados y seguir actuando de una manera tan desordenada y precipitada, ¿acaso no sería eso una irresponsabilidad? (Sí). Eran atolondrados, pero lo Alto no lo es; se retiró al líder que esa gente había elegido y fue sustituido por otra persona. Aunque estos individuos se mostraron reacios a aceptar al nuevo líder, siempre que este pudiera hacer alguna obra real sería mucho mejor que ese falso líder que los desorientaba. A pesar de que estos hermanos y hermanas no entendieron el arreglo de lo Alto, llegará el día en el que captarán algunas verdades y entenderán un poco las cosas y, entonces, sabrán quién era bueno y quién era malo. Al actuar de esta manera, lo Alto se responsabilizaba absolutamente de ellos. ¿Fue apropiado hacer esto? (Lo fue). Aunque no lo entendieran, no se les podía permitir hacer simplemente lo que les placiera al elegir a quien quisieran. ¿Quieren rebelarse? Si quieren hacer el mal y convertirse en los cómplices de Satanás, perecerán. Por tanto, lo Alto tomó la decisión por ellos y seleccionó a otro líder. Pero ellos no lo aceptaron; insistieron en que la persona que habían elegido era apta. ¿Acaso no es esto ser perverso? ¿Por qué siempre pensaron que él era bueno? ¿Qué tenía para ser tan bueno? ¿Por qué estaban tan decididos a mantenerlo? Ahí había un problema: este falso líder los había desorientado y perjudicado sin que se dieran cuenta. Eran realmente una panda de estúpidos. Ya no voy a hablar más sobre este asunto. Consideramos a la gente como este falso líder como un caso típico a diseccionar y analizar dentro de este tema; es lo apropiado. Al fin y al cabo, la perversidad de sus actitudes es típica en sí misma.

Por lo que respecta a nuestra charla sobre la perversidad dentro de la séptima manifestación de los anticristos, después de integrar, analizar y comparar estos ejemplos concretos, ¿os ha quedado más claro este asunto? Se desconoce y cuesta decir si esta persona de la que acabo de hablar será capaz de perseguir la verdad en el futuro, y por ahora nos abstendremos de sacar ninguna conclusión. No obstante, una cosa es segura: tanto su carácter como su esencia y su naturaleza eran todos perversos. Así pues, ¿qué amaba él? ¿Amaba la imparcialidad y la justicia? ¿Amaba las diversas verdades que Dios ha expresado? ¿Amaba ser una persona honesta, tratar a los demás con justicia, actuar con principios y buscar la verdad? ¿Amaba estas cosas? No amaba ninguna de ellas; eso es seguro al cien por cien. A través de las pocas frases que pronunció y de las preguntas que hizo se revelaron las cosas que su corazón amaba más entrañablemente. Ninguna de ellas estaba en consonancia con las cosas positivas. ¿Quiénes eran las personas que le gustaban y que se sentía dispuesto a proteger? Protegía a los que hacían el mal, a los que perturbaban la obra de la iglesia, a los que carecían por completo de lealtad y a los que cometían muchas acciones malvadas al cumplir sus deberes. No contemplaba a estas personas con ira ni odio; incluso las amparaba y las defendía. ¿Qué indica esto? Que eran de la misma calaña: compartían intereses y una esencia común. De manera natural, estaban de acuerdo entre sí y eran de la misma calaña. Cuando algunos hermanos y hermanas siguieron albergando nociones y malentendidos sobre las palabras y acciones de Dios, ¿cómo se sintió este líder? ¿Llevó alguna carga a la hora de resolver estos problemas? (No). No llevó ninguna carga ni trató estos problemas ni prestó atención a estos asuntos; hizo la vista gorda. Cuando alguien humillaba el nombre de Dios, o trastornaba y perturbaba la obra de Su casa, cuando alguien carecía de lealtad y era superficial al hacer su deber, o perjudicaba los intereses de la casa de Dios y ocasionaba perturbación y destrucción mientras hacía su deber, o descargaba negatividad y hacía circular nociones, ¿pudo él identificar alguna de estas situaciones como un problema? No pudo; pensó: “Es normal que existan estos problemas; ¿quién no tiene revelaciones de corrupción?”. ¿Qué insinuaba? Insinuaba que esta gente debía actuar así, ya que de ese modo él no parecería tan malo; podría “ocultarse” y estar “protegido”. ¿No es esto perverso? Estas personas causaban trastornos y perturbaciones continuamente, y no se ocupó de ellas. Según esto, decidme, ¿tenía un sentido de la rectitud? ¿Amaba la verdad? ¿Qué tipo de lugar creía que era la casa de Dios? No quería que Su casa estuviera llena de gente honesta, de gente leal a Dios, de gente que seguía Su camino y sabía cuál era su lugar mientras hacía sus deberes. No quería que todo el mundo se sincerara y hablara de las palabras de Dios, se sometiera a Él y diera testimonio de Él. No quería que nadie fuera así en la casa de Dios. Por tanto, ¿qué quería? Quería que todo el mundo estableciera relaciones interesadas, que protegieran mutuamente sus intereses, sin perjudicar a nadie ni poner al descubierto los muertos en el armario de nadie. Quería que todos se protegieran y se defendieran entre sí, que ocultaran las acciones malvadas de los otros a las personas de fuera y que actuaran como un frente unido. Eso era lo que quería. Cuando alguien sacaba a la luz y hacía públicos los actos inmorales y las circunstancias reales de otro, hablando de manera directa y poniéndolos en conocimiento de todos, él odiaba y detestaba estas acciones. Le gustaba cuando los actos inmorales permanecían ocultos y encubiertos, cuando no se sacaban a la luz las mentiras y cuando no se trataba según los principios a cualquiera que engañara o perjudicara los intereses de la casa de Dios. En la iglesia que él supervisaba, ¿qué fue de las palabras de Dios y de los decretos administrativos y los arreglos de la obra de Su casa? Se convirtieron en palabras vacías y no se pudieron implementar. ¿Por qué no se pudieron implementar? Porque él las bloqueó; se convirtió en un muro que las mantuvo lejos. Este es el carácter perverso que revelan los anticristos al distorsionar los hechos, emplear ciertas tácticas y poner en práctica determinadas argucias y estratagemas para engañar y estafar a otros con el fin de lograr sus propios objetivos.

Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.