Punto 7: Son perversos, insidiosos y falsos (III) Parte 4
¿Cómo se manifiestan las partes perversas de los fariseos? Primero, empecemos nuestro debate hablando sobre cómo trataban los fariseos al Dios encarnado, y entonces puede que comprendáis un poco más. Hablando de Dios encarnado, primero debemos hablar sobre en qué clase de familia y entorno nació Dios encarnado hace dos mil años. Para empezar, el Señor Jesús no nació para nada en una familia opulenta. Su linaje no era muy distinguido. Su padrastro, José, era carpintero, y Su madre, María, era una creyente corriente. La identidad y el estatus social de Sus padres representan el contexto familiar en el que nació el Señor Jesús, y está claro que nació en una familia común. ¿Qué significa “común”? Se refiere a las masas normales, a una casa promedio en el último escalón de la sociedad, sin nada que ver con las familias nobles ni vinculado en absoluto con un estatus destacado, y desde luego nada aristocrático. Nacido en una familia corriente, con padres corrientes, carecía de cualquier estatus social ilustre o un contexto familiar distinguido, y está claro que el entorno y la familia en las que nació el Señor Jesús eran de lo más normal. ¿Se registra en la Biblia que el Señor Jesús recibiera educación especial alguna? ¿Recibió educación en un seminario? ¿Lo formó un sumo sacerdote? ¿Leyó muchos libros, como Pablo? ¿Mantuvo un contacto cercano o hizo tratos con la élite social o los sumos sacerdotes del judaísmo? No. Al fijarnos en el estatus social de la familia de nacimiento del Señor Jesús, queda claro que no habría tenido contacto con el escalafón superior de los escribas y fariseos judíos; Él se limitaba básicamente a vivir entre judíos corrientes. En ocasiones, acudía a la sinagoga, y aquellos con los que se encontraba era toda gente común. ¿Qué demuestra esto? A medida que el Señor Jesús se hacía mayor, antes de que emprendiera formalmente Su obra, el contexto en el que se crio permaneció inalterable. Tras cumplir los doce años, Su casa no empezó a prosperar y no se hizo rico, ni mucho menos tuvo la ocasión de relacionarse con gente de las clases superiores de los círculos sociales o religiosos, ni tampoco tuvo la oportunidad de recibir una mejor educación durante Su crianza. ¿Qué mensaje le transmite esto a las generaciones futuras? Esta persona corriente y normal, que era Dios encarnado, no contó con la oportunidad ni las condiciones para recibir una educación superior. Era igual que la gente corriente, vivía en un entorno social común, en una familia ordinaria, y no había en Él nada de especial. Precisamente por eso, tras oír hablar de los sermones y acciones del Señor Jesús, aquellos escribas y fariseos se atrevieron a alzarse y juzgarlo, a blasfemar contra Él y condenarlo. ¿Con qué base contaban para esa condena? Sin duda, se basaba en las leyes y preceptos del Antiguo Testamento. Primero, el Señor Jesús incitó a Sus discípulos a no observar el sabbat; Él trabajaba ese día. Asimismo, no observaba las leyes y preceptos ni acudía al templo, y cuando se encontraba con pecadores, algunos le preguntaban cómo lidiar con ellos, pero Él no lo hacía según la ley, sino que, en su lugar, les mostraba algo de misericordia. Ninguno de estos aspectos de las acciones del Señor Jesús se conformaba a las nociones religiosas de los fariseos. Dado que no amaban la verdad y, por tanto, odiaban al Señor Jesús, aprovecharon el pretexto de que Él vulneraba la ley para condenarlo con fervor, y decidieron que debía morir. Si el Señor Jesús hubiera nacido en una familia prominente y distinguida, si hubiera tenido una educación superior, y si hubiera mantenido una estrecha relación con esos escribas y fariseos, en aquel momento Su desenlace no habría sido el que fue; podría haber sido diferente. Los fariseos lo condenaron precisamente por ser corriente, por Su normalidad y por el contexto de Su nacimiento. ¿Con qué base contaban para condenar al Señor Jesús? La de esos preceptos y leyes a los que se aferraban, que creían que no cambiarían jamás en toda la eternidad. Los fariseos consideraban conocimiento a las teorías teológicas que comprendían y eran para ellos una herramienta con la que valorar y condenar a la gente, incluso las aplicaron al Señor Jesús. De esta forma condenaron al Señor Jesús. La manera en la que valoraban o trataban a una persona nunca dependía de la esencia de esta, ni de si lo que predicaba era la verdad, y menos aún del origen de las palabras que decía. La manera en la que los fariseos valoraban y condenaban a una persona solo dependía de los preceptos, palabras y doctrina que captaban en el Antiguo Testamento de la Biblia. Aunque los fariseos sabían en su corazón que lo que decía y hacía el Señor Jesús no era pecado ni vulneraba la ley, lo condenaron igualmente, porque las verdades que Él expresó y las señales y prodigios que realizó provocaron que mucha gente lo siguiera y lo alabara. Los fariseos lo odiaban cada vez más, e incluso querían borrarlo del mapa. No reconocieron que el Señor Jesús fuera el Mesías cuya venida esperaban, ni tampoco que Sus palabras contenían la verdad, y menos todavía que Su obra se ciñera a la verdad. A su juicio, el Señor Jesús decía palabras presuntuosas y expulsaba demonios a través de Belcebú, el príncipe de los demonios. El hecho de que le adjudicaran estos pecados al Señor Jesús muestra cuánto odio le tenían. Por tanto, se esforzaban con fervor en negar que Dios hubiera enviado al Señor Jesús, que fuera el Hijo de Dios y fuera el Mesías. Lo que querían decir era: “¿Haría dios las cosas de esta manera? Si dios se encarnara, lo haría en una familia de extraordinario estatus. Y tendría que aceptar el tutelaje de los escribas y fariseos. Debería estudiar las escrituras de manera sistemática, poseer algo de conocimiento sobre ellas, y estar dotado de toda clase de conocimientos al respecto antes de poder llevar el nombre de ‘dios encarnado’”. Sin embargo, el Señor Jesús no estaba dotado de este conocimiento, así que lo condenaron y dijeron: “Para empezar, no cuentas con esa cualificación, así que no puedes ser dios; en segundo lugar, sin este conocimiento bíblico, no puedes realizar la obra de dios, y mucho menos serlo; en tercero, no debes obrar fuera del templo, ahora no obras dentro de este, sino que siempre andas entre los pecadores, así que la obra que haces queda fuera del ámbito de las escrituras, por lo que es incluso menos posible que seas dios”. ¿De dónde proviene la base de su condena? De las escrituras, de la mente del hombre y de la educación teológica que han recibido. Como los fariseos rebosaban nociones, figuraciones y conocimiento, creían que tal conocimiento era cierto, era la verdad, que suponía una base válida, y en ningún momento Dios podría contravenir estas cosas. ¿Buscaban la verdad? No. ¿Qué buscaban? Un dios sobrenatural que apareciera en la forma de un cuerpo espiritual. Por tanto, determinaron los parámetros para la obra de Dios, negaron Su obra y juzgaron si Dios estaba equivocado o en lo cierto según las nociones, las figuraciones y el conocimiento del hombre. ¿Y cuál fue el resultado final de esto? No solo condenaron la obra de Dios, sino que clavaron a Dios encarnado en la cruz. Esto es lo que provocó que se sirvieran de sus nociones y figuraciones y de su conocimiento para evaluar a Dios, y es lo que tienen de perversos.
A juzgar por el aprecio que le tenían los fariseos al conocimiento y la erudición, ¿dónde radica su perversidad? ¿Cómo se manifiesta? ¿Cómo podemos indagar en la naturaleza perversa de tales personas y diseccionarla? La reverencia de los fariseos al conocimiento y la erudición es conocida, y no hace falta entrar en mayor detalle. Por consiguiente, ¿cuál es exactamente la naturaleza perversa que se revela aquí? ¿Cómo podemos diseccionar y desentrañar la naturaleza perversa de esta gente? Que alguien se exprese. (Se sirven del conocimiento teórico para oponerse a la esencia de Dios; esta es una de las manifestaciones de la perversidad). La oposición es una acción, así que, ¿por qué se oponen? La oposición conlleva cierto carácter cruel, pero todavía no has tratado la perversidad. ¿Por qué se opusieron? ¿Se trataba de una cuestión de que Él fuera o no de su agrado? Les disgustaba esta clase de Dios, creían: “Dios debería estar en el cielo, y ya puestos, en el tercer cielo, ser admirado por todos, inalcanzable para los humanos, inescrutable para ellos, el único al que toda la humanidad, todos los seres creados e incluso todos los organismos vivos en el universo deberían admirar, ¡ese es dios! Ahora ha venido, pero tú naciste en el hogar de un carpintero. Tus padres solo son gente corriente, y hasta naciste en un pesebre. El contexto de tu nacimiento no solo es corriente, sino que además se halla un escalón por debajo de lo corriente y lo común; ¿cómo va a aceptar esto la gente? Si de veras ha de venir dios, ¡no podría ser de esta manera!”. ¿Acaso no es así como la gente circunscribe a Dios? Todo el mundo lo hace igual. En realidad, en el fondo, también tuvieron la vaga sensación de que el Señor Jesús no era una persona corriente, que lo que decía era acertado y que los diversos pecados de los que se le acusó no coincidían en realidad con los hechos. El Señor Jesús era capaz de curar a los enfermos y expulsar a los demonios, y resultaba imposible encontrar alguna falta o extraer algo de las palabras y sermones que dijo y expresó, pero seguían sin aceptarlo y con dudas en el corazón: “¿De veras es este el aspecto de dios? Él es muy grande en el cielo, así que, si se hace carne y viene a la tierra, debería ser incluso más grande, ser admirado por todos, codearse con las familias nobles, hablar con elocuencia y no mostrar nunca ni un solo fallo o debilidad humanos. Además, lo primero que debería hacer es usar su conocimiento, su erudición y sus habilidades para subyugar al clero del templo. Primero debería ganarse a esas personas; esa sería la intención de dios”. En cuanto a lo que hizo el Señor Jesús, no se lo creyeron ni tampoco querían aceptar ni reconocer este hecho. No querer reconocerlo no es un gran problema; en lo más profundo, disponían de algo incluso más letal: si esa persona era dios, todos en el clero podrían serlo, todos eran más parecidos a dios que Dios Mismo, y más aptos para ser cristo que el Señor Jesús. ¿No es eso problemático? (Sí). Al condenar al Señor Jesús, también se oponían y despreciaban todos los aspectos del entorno relativos al lugar que eligió esta vez Dios para encarnarse. Aún no hemos hablado acerca de dónde radica la perversidad de los fariseos. Continuemos con nuestra charla.
Dios se hace carne como una persona corriente, lo que significa que se humilla desde su elevada imagen, identidad y posición sobre todas las cosas para convertirse en una persona completamente normal. Cuando se convierte en una persona ordinaria, Él no elige nacer en una familia rica ni distinguida; el contexto de Su nacimiento es muy corriente, incluso mísero. Si nos fijamos en este asunto desde la perspectiva de una persona común, alguien con conciencia, racionalidad y humanidad, todo lo que Dios hace merece la veneración y el amor de las personas. ¿Cómo debería tratarlo la gente? (Con veneración). Una persona ordinaria y normal que sigue a Dios debería elogiar Su belleza por el hecho de que se humilla para ser una persona extraordinariamente corriente y renuncia a su elevado estatus. ¡La humildad y ocultación de Dios es demasiado hermosa! Esto es algo que no puede lograr ninguna persona corrupta, tampoco los diablos y Satanás. ¿Es positivo o negativo? (Positivo). ¿Qué ilustran en concreto esta cosa positiva, este fenómeno y este hecho? La humildad y la ocultación de Dios, Su belleza y cariño. Él ama a las personas, ese es otro hecho; el amor de Dios es auténtico, no es falso. Su amor no es un discurso vacío, no es una consigna ni una ilusión, sino que es real y es un hecho. Dios Mismo se hace carne y soporta que la humanidad lo malinterprete, además de que lo ridiculice, lo calumnie y blasfeme contra Él. Se humilla y se convierte en una persona corriente, nada elevada en apariencia, sin talentos especiales y, desde luego, sin conocimientos profundos ni erudición. ¿Con qué propósito? El de aproximarse a las personas que ha escogido y pretende salvar con esta identidad y una apariencia humana que les resultará más accesible. ¿Acaso todo esto que hace Dios no forma parte del precio que Él ha pagado? (Sí). ¿Puede alguien más hacer esto? Nadie puede. Por ejemplo, algunas mujeres a las que les encanta la belleza siempre llevan maquillaje y no salen sin él. Si le pidieras a esa mujer que saliera con la cara lavada o que apareciera en el escenario sin maquillaje, ¿sería capaz? No. En este caso no se la ha humillado siquiera; algo tan simple como salir sin maquillaje a ella le resulta imposible, no puede desprenderse siquiera de ese poco de vanidad, de ese poco de beneficio carnal. ¿Qué sucede entonces con Dios? Cuando Dios se humilla al nacer entre lo más bajo de la sociedad como la persona más corriente, ¿a qué renuncia? A Su dignidad. ¿Por qué es capaz de renunciar a Su dignidad? (Para amar y salvar a las personas). Lo hace para amar a las personas y salvarlas, lo cual revela Su carácter. Por tanto, ¿en qué sentido implica esto una pérdida de dignidad? ¿Cómo se debe contemplar este asunto? Hay quien dice: “¿Qué dignidad pierde Dios? ¿Acaso no mantienes la identidad de Dios incluso después de hacerte carne? ¿No sigues logrando que la gente te siga y escuche Tus predicaciones? ¿Acaso no sigues realizando la propia obra de Dios? ¿Qué dignidad pierdes?”. Esta “pérdida de dignidad” incluye varios aspectos. Uno es que la motivación de Dios para hacer todo esto es en beneficio de las personas, pero ¿es la gente capaz de entenderlo? No, ni siquiera aquellos que lo siguen. ¿Qué se esconde en esta falta de entendimiento? Una incomprensión, una malinterpretación y miradas extrañas o de desprecio por parte de ciertas personas. Dios se halla en el reino espiritual, en medio de todas las cosas, y toda la humanidad yace a Sus pies, pero ahora que Él se ha hecho carne, eso equivale a que viva en el mismo entorno, con la gente como iguales. Ha de enfrentarse al ridículo, la calumnia, la incomprensión y el sarcasmo de la humanidad, así como a sus nociones, su hostilidad y su juicio; a todo eso ha de enfrentarse. Mientras se enfrenta a esas cosas, ¿creéis que conserva algo de dignidad? De acuerdo con la identidad de Dios, Él no debería sufrir estas cosas, la gente no debería tratarlo así ni Él debería soportarlas; no es algo que le corresponda soportar a Dios, pero las tiene que aceptar cuando se hace carne. Ha de soportarlo todo, sin excepción. La humanidad corrupta puede decirle muchas cosas que suenan agradables al Dios en el cielo, pero no le muestra ninguna consideración al Dios encarnado. Piensan: “¿Dios hecho carne? Eres muy común y corriente, no tienes nada de excepcional; ¡no parece que seas capaz de hacerme nada!”. ¡Se atreven a decir cualquier cosa! En lo que respecta a su propio beneficio o su reputación, se atreven a pronunciar cualquier juicio o condena. Por tanto, cuando Dios se hace carne, aunque posee este estatus y disfruta de esta identidad cuando se relaciona con los seres humanos y vive junto a la humanidad corrupta, al mismo tiempo realmente ha de soportar toda clase de humillaciones a causa de Su identidad. Pierde toda Su dignidad, esta es la primera cosa que Dios tiene que aguantar, afrontar toda la confusión, la incomprensión, la duda, la prueba, la rebelión, el juicio, la duplicidad, etcétera, que la humanidad corrupta muestra hacia Él. Ha de soportarlo todo, esa es Su pérdida de dignidad. ¿Qué más? En esencia, no hay diferencia entre la encarnación y el Espíritu, ¿es esto correcto? (Sí). No hay diferencia en lo esencial, pero existe un aspecto: la carne nunca puede reemplazar al Espíritu. Es decir, la carne está limitada en Sus muchas funciones. Por ejemplo, el Espíritu puede viajar por el espacio, el tiempo no le afecta, ni el clima ni los diversos entornos, y es omnipresente, mientras que la carne está sujeta a esas limitaciones. ¿Qué pérdida se ha producido en la dignidad de Dios? ¿Qué dificultad hay en este asunto? Dios Mismo tiene esta capacidad, pero al estar limitado a la carne, tiene que aferrarse a la obra de la carne de manera consciente durante el periodo de Su obra, con tranquilidad y obediencia, hasta que la obra esté completada. Durante el tiempo que Dios obra en la carne, lo que la gente puede ver de Dios y lo que puede comprender de Él dentro de sus nociones es esta carne que pueden ver sus ojos. Por tanto, en sus figuraciones y nociones, ¿acaso no están sujetas a cierta limitación la grandeza de Dios, Su omnipotencia, Su sabiduría e incluso Su autoridad? (Sí). En gran medida, esas cosas se ven sujetas a ciertas limitaciones. ¿Qué las causa? (Estar encarnado). La causa de estas limitaciones es que Él esté encarnado. Se puede decir que estar encarnado es una especie de problema para Dios Mismo. Por supuesto, usar aquí la palabra “problema” puede ser algo impreciso, pero resulta apropiado decirlo de esta manera; solo se puede decir así. ¿Tiene este problema cierto impacto en el entendimiento que tienen las personas de Dios y en la verdadera asociación y relación que tienen con Él a fin de amar y someterse a Dios? (Sí). Tiene cierto efecto. Mientras una persona haya visto la carne de Dios, mientras haya tenido relación con Su carne, mientras la haya oído hablar, es posible que durante su vida, la imagen de Dios, la sabiduría de Dios, Su esencia y Su carácter permanezcan para siempre en lo que reconocen, ven y comprenden en esta carne. Esto es injusto para Dios. ¿No es así? (Sí). Es injusto para Él. ¿Por qué lo sigue haciendo entonces? Porque a Dios solo le es posible lograr los mejores resultados a la hora de purificar y salvar a las personas si se hace carne. Dios elige esta senda. Él se hace carne y vive cara a cara entre las personas, les permite oír Sus palabras, ver todos Sus movimientos y Su carácter, incluso Su personalidad y Sus penas y alegrías. Aunque este carácter y estas penas y alegrías pueden llevar a que se desarrollen nociones cuando la gente es testigo de ellas, afectar a su comprensión de la esencia de Dios y limitarla, Dios prefiere que la gente no lo entienda y seguir eligiendo este método, a fin de lograr los mejores resultados para salvar a las personas. Por tanto, desde el punto de vista de que la gente comprenda el rostro original de Dios y Su verdadera identidad, estatus y esencia, Él ha sacrificado Su dignidad. ¿No se podría decir esto? Desde este punto de vista, sí. Considéralo con atención: en los diversos aspectos de lo que Dios ha pagado y ha hecho, de acuerdo con el entendimiento de las personas, ¿hay algo equivalente a esas teorías y consignas de los fariseos y anticristos? No. Por ejemplo, cuando los fariseos dijeron: “Dios es honorable”, ¿cómo entendieron esa honorabilidad? ¿Cómo debía la honorabilidad de Dios materializarse a sus ojos? Solo en que Él es elevado. ¿Acaso no es una doctrina eso de que “dios es honorable, dios es muy honorable”? (Sí). ¿Qué consideran que es la honorabilidad de Dios? Creen que, si Dios viniera al mundo, ocuparía un puesto prominente, su conocimiento, talento y capacidad serían excelentes, su elocuencia, de gran calidad, y su apariencia, magnífica y de primera categoría. ¿En qué consiste esa honorabilidad en la que creían? Es lo que ve la gente. ¿No es esta especie de honorabilidad algo que hace Satanás? (Sí). ¡Dios no hace eso! Fíjate en qué clase de personas seleccionó Dios para ser Su pueblo escogido, y luego en la clase de personas que destacan en las élites del mundo de Satanás. Al contrastarlas de este modo, sabrás a qué clase de persona salva Dios y cuál no se puede salvar. Aquellos que son especialmente arrogantes, sentenciosos, dotados y talentosos son los menos propensos a aceptar la verdad. Su discurso está lleno de conocimiento, es elocuente hasta el extremo, y provoca que la gente los idolatre y admire, pero su punto débil es no aceptar la verdad, sentir aversión por ella y odiarla, lo que determina que tomarán la senda de la destrucción. De nuevo, nadie entre el pueblo escogido de Dios posee ningún don o talento especial, pero pueden aceptar la verdad, someterse a Dios, renunciar a su fama, ganancia y estatus para seguirlo, y se muestran dispuestos a realizar su deber. Esta es la clase de personas a las que salva Dios. ¿A quién idolatran los no creyentes? Todos ellos idolatran a los intelectuales de alto nivel y a personas con familias de estatus destacado. En cuanto a los dones, particularidades y estatus familiar, no tenemos nada de eso, somos iguales. ¿Qué os parece? Dios no hace tales cosas, ¿es así de simple? ¿Por qué no lo dispuso Dios de ese modo? La intención de Dios está en esto. Es demasiado fácil para Dios arreglar en qué familia nace una persona y qué conocimiento puede aprender. ¿Le es posible a Dios actuar de esa manera? (Sí). ¡Desde luego que sí! En ese caso, ¿por qué no dispuso Dios que naciéramos en familias ricas y destacadas? Esta es la hermosura de Dios, es la revelación de Su esencia, y solo aquellos que entienden la verdad pueden desentrañar este asunto. Una vez que Dios se hace carne, no importa lo grandes que puedan ser las nociones de las personas o las dificultades que Dios se encuentre en Su obra, da igual la magnitud de los obstáculos a los que se enfrente, cuánto se le ridiculice y cuántas burlas reciba, y cuánta dignidad pierda después de hacerse carne de este modo, ¿acaso a Él le importa algo de eso? No. ¿Qué le importa si no? Si sois capaces de entender este punto, es que de veras sabéis que Dios es hermoso. ¿Qué le importa a Dios? ¿Cuál es la concienzuda intención de Dios al pagar este precio y realizar un esfuerzo tan grande? ¿Para qué lo hizo en concreto? (Para que este grupo que escogió pudiera comprenderlo mejor, entablar mejor contacto con Él a través de Su encarnación y contar con un auténtico entendimiento de Dios). Contar con un entendimiento de Dios, ¿así que a Él eso le sigue reportando un gran beneficio? ¿Tanto pagó por este único objetivo? ¿Sí o no? ¿Acaso obró de manera tan concienzuda durante 6000 años solo para que la gente lo entendiera? Decidme, después de que Dios creara a los seres humanos, de que la humanidad se distanciara de Dios y siguiera a Satanás, y de que cada ser humano empezara a pasar la vida como un demonio viviente, ¿quién se pone más feliz? (Satanás). ¿Quién es la víctima? (La gente). Entonces, ¿quién se pone más triste? (Dios). ¿Sois vosotros los que estáis más tristes? (No). En realidad, nadie es capaz de desentrañar estas cosas. Nadie se entera de ellas por su cuenta. Aceptan aquello en lo que viven para convertirse. Cuando les pides que practiquen la verdad, no creen que eso pueda servir de nada. Viven empecinados en sus nociones y figuraciones, y siempre se han rebelado contra Dios. En realidad, Él es quien está más triste y desconsolado. Dios creó a la humanidad; ¿creéis que le importa el estado inmediato de la existencia humana o que su vida sea buena o no? (Sí, le importa). Dios es el que más se preocupa, y tal vez los implicados no lo sientan, y ni ellos mismos lo entiendan en realidad. La humanidad vivía así en este mundo hace cien años y ahora lo hace igual, se multiplica y vive así generación tras generación, a algunos les va bien y a otros mal; la vida está llena de altibajos. Surgen personas generación tras generación, se enfundan ropa diferente, comen la misma comida, pero la estructura y los sistemas sociales se transforman poco a poco; sin darse cuenta, llegan hasta el presente, ¿acaso son conscientes de ello? No. ¿Quién es el más consciente? (Dios). Es quien más se preocupa por este asunto. Una de las cosas que Dios no olvida es cómo vive la gente que Él ha creado, cuál es el estado actual de la vida de las personas, si viven bien, qué comen y visten, cómo será su futuro y qué pensamientos albergan cada día en su corazón. Si en lo único que piensan a diario es en el mal, en cómo cambiar e ir en contra de las leyes de la naturaleza, cómo luchar contra el cielo, cómo seguir la tendencia malvada del mundo, ¿acaso Dios ve esto y se siente bien al respecto? (No). Por tanto, Dios no se siente bien, sin más, ¿es así? ¿Acaso no ha de hacer algo al respecto? (Sí). Debe encontrar la manera de que esta gente viva bien, de hacerles comprender los principios para comportarse, de que sepan cómo idolatrar a Dios, someterse a todas las leyes de la naturaleza, a Su instrumentación y arreglos, a fin de que, de ese modo, puedan vivir con semejanza humana y Dios se sienta aliviado. Aunque abandonara a estas personas, ellas pueden seguir viviendo con normalidad en un ambiente así, sin que Satanás las haga sufrir. Es la intención de Dios. Cuando Satanás se da cuenta de que las personas pueden someterse a Dios y vivir con semejanza humana, queda completamente deshonrado y fracasa, así que las abandona por completo y nunca más les presta atención. Entonces, ¿quién le importa a Satanás? Solo los que creen en Dios y no persiguen la verdad, los que no leen Sus palabras ni le oran, los que cumplen con su deber a medias y los que siempre quieren encontrar a alguien con quien casarse y formar una familia y tener una carrera. Quiere seducir a estas personas, desorientarlas para que se alejen de Dios, no cumplan con su deber y lo traicionen, hasta que Él las descarte. Entonces es feliz del todo. Su felicidad aumenta a medida que persigues menos la verdad, persigues más la fama, la ganancia y el estatus, y eres más superficial al realizar tu deber. Si te distancias y traicionas a Dios, se pone más feliz aún, ¿acaso no es esa la mentalidad de Satanás? ¿No es así la mentalidad de los anticristos? Todos los de la calaña de Satanás tienen esta mentalidad. Quieren seducir a cualquiera que ven que no cree con sinceridad en Dios, a cualquiera que preste atención a aprender conocimiento y perseguir fama, ganancia y estatus, y a cualquiera que no se ocupe de las tareas que le corresponden a la hora de llevar a cabo su deber. Cuando conocen a gente así, comparten con ellos un lenguaje común, tienen mucho que decir cuando están juntos, y expresan con libertad lo que se les pasa por la mente, sin escrúpulos. ¿Cómo se siente Dios cuando ve que las personas no persiguen la verdad? ¡Se siente preocupado! Por tanto, ¿a qué se debe todo el precio que Dios ha pagado? Se debe a Su interés, atención y preocupación por la humanidad. Dios acarrea estas tres cosas en Su corazón y, al poseer tal actitud hacia las personas, Su obra se produce paso a paso. Más allá de si para la gente Dios es humilde y está oculto, ama de veras a las personas, es fiel o es grande, Él cree que todo este coste merece la pena y se puede recompensar. ¿Qué significa esta recompensa? Que las cosas que le inquietan en Su interior no volverán a suceder, y las personas que a Él le preocupan de corazón pueden vivir de acuerdo con Sus intenciones, el camino y la dirección que Él les ha enseñado y con los que las ha guiado todo el rato, y ya no estarán corrompidas por Satanás, ya no vivirán en el sufrimiento y las preocupaciones de Dios desaparecerán y se sentirá aliviado. Por tanto, en cuanto a todo lo que ha hecho Dios, fuera cual fuera Su motivación principal, por grande o pequeño que fuera Su plan, ¿no es todo algo positivo? (Sí). Son todas cosas positivas. Al margen de que la manera de obrar de Dios le resulte imperceptible a las personas, de si merece la pena o no mencionarla, con independencia de los juicios que dicte la gente sobre la manera de obrar de Dios para juzgar y salvar a las personas, debido a todas las cosas que Dios ha hecho y todo el precio que ha pagado, ¿acaso no es Dios digno de alabanza? (Sí). Por tanto, ¿es Dios grande o pequeño? (Es grande). ¡Es muy grande! Nadie entre la humanidad puede pagar tal precio. Hay quienes dicen que “El amor maternal es el más grande entre la humanidad”. ¿Es tan grande el amor maternal? En general, después de que los hijos se han independizado, mientras puedan apañárselas solos, sus madres no se preocupan por ellos. De hecho, las madres no pueden preocuparse por sus hijos ni aunque quisieran hacerlo. ¿Cómo trata Dios a esta humanidad? ¿Durante cuántos miles de años la ha soportado? La ha soportado seis mil años y no se ha rendido ni siquiera ahora. Por ese poco de preocupación e inquietud, Dios pagó un alto precio. ¿Qué aspecto tiene ese enorme precio a ojos de los fariseos y de aquellos anticristos? Lo condenan, lo juzgan e incluso blasfeman contra él. Desde este punto de vista, ¿acaso no son esos anticristos perversos por naturaleza? (Sí). Dios ha hecho muchas cosas merecedoras de alabanza, y la esencia de Dios y lo que tiene y es resulta muy digno de la alabanza de las personas. No solo no lo alaban, sino que incluso se sirven de diversas excusas y teorías para condenarlo y juzgarlo, y hasta se niegan a reconocer que Él es Cristo. ¿Acaso no es odiosa esta gente? (Sí). ¿No son perversos? A juzgar por su comportamiento perverso, ¿no idolatran el conocimiento y la erudición? ¿Acaso no idolatran el poder y el estatus? (Sí). Mientras más positivas sean las cosas, mientras más dignas de la alabanza, el recuerdo y la difusión de las personas, más las condenarán los anticristos. Se trata de una revelación de la naturaleza perversa de los anticristos. Hay que destacar que el grado de perversidad de los anticristos supera al de la mayoría de aquellos con actitudes corruptas.
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