Punto 10: Desprecian la verdad, desacatan con descaro los principios e ignoran las disposiciones de la casa de Dios (I) Parte 3

B. Desprecio por la omnipotencia de Dios

¿Cómo ven los anticristos la omnipotencia de Dios? Es justo decir que, para un anticristo, la palabra “omnipotencia” es muy emotiva y puede estimular sus ambiciones y deseos. Eso se debe a que les gustaría mucho ser ese tipo de persona. Ser todopoderosos, omnipotentes y omnipresentes, ser capaces de todo, saber hacer cualquier cosa, ser capaces de hacer cualquier cosa; si alguien adquiriera esta capacidad, si tuviera esta habilidad, entonces todo sería muy sencillo para él. No tendría que temer a nadie; tendría la más alta autoridad, el más alto estatus y podría reinar sobre los demás. Tendría poder absoluto para controlar y manipular a otras personas. Esto está muy fuera del alcance de un anticristo y traiciona sus ambiciones, sus deseos y su verdadera forma de ser. En parte, eso se debe a que la frase “la omnipotencia de Dios” los llena de curiosidad y de todo tipo de figuraciones y nociones. Otra parte de ello es que les gustaría alcanzar la comprensión de la omnipotencia de Dios a través de la fe en Él para poder ampliar sus propios horizontes, ser más perspicaces y satisfacer su curiosidad. Y otra parte es que también aspiran a ser omnipotentes, a ser venerados por miles de personas, a que cada vez más gente se postre ante ellos y les guarde un lugar en sus corazones. Entonces, ¿tienen los anticristos verdadero conocimiento de la omnipotencia de Dios? ¿Tienen verdadera fe en ella? Una vez más, ocurre lo mismo que con el carácter justo de Dios: los anticristos no solo están llenos de nociones, de figuraciones vagas y huecas que no concuerdan con los hechos, sino que también generan profundas dudas sobre la omnipotencia de Dios. Son escépticos, no creen en ella: “¿Omnipotencia? ¿Dónde en este mundo hay alguien que sea todopoderoso? ¿Dónde hay alguien omnipresente y omnipotente? ¡No existe tal persona! En el mundo hay muchas personas importantes y famosas y muchas personas con poderes paranormales: profetas, por ejemplo, y todo tipo de astrólogos e intérpretes de profecías, y ni siquiera ellos son omnipotentes. Todavía es necesario poner ‘la omnipotencia de Dios’ entre interrogantes; es algo que se debe investigar en profundidad”. Por lo tanto, para un anticristo, la esencia de Dios de la omnipotencia no existe, porque ellos creen lo siguiente: “Como no puedo imaginar o entender cómo dios podría ser todopoderoso, esta ‘omnipotencia’ suya no existe. No la admito. ¿Cómo son realmente de grandes las habilidades y capacidades de dios? Nadie —pasado, presente o futuro— las ha visto ni las verá”. Los anticristos están constantemente dudando y son inseguros de corazón, por lo que todo lo que sucede en la iglesia y en los hermanos y hermanas se convierte en objeto y ámbito de su investigación. ¿Qué es lo que investigan? Investigan todo lo que surge, todo lo que sucede en un grupo o a una persona, lo que Dios ha hecho, cómo ha obrado, si hay señales o prodigios en ello, cualquier suceso fresco y único que esté más allá de lo que el hombre puede concebir o más allá de su capacidad y de su alcance. Además de eso, investigan si algún hermano o hermana ha hablado de haber tenido una experiencia en la que Dios haya obrado en ellos de tal manera que sobrepase las expectativas del hombre. Un ejemplo sería que una niña saliera de la concha de un caracol de río, como en el cuento popular, y les preparara un festín, en el momento en que estuvieran más hambrientos. Otro sería que el oro apareciera de la nada en su casa en un momento en que anduvieran escasos de fondos; o que, si los estuvieran persiguiendo, sus perseguidores se quedaran ciegos de repente, sin poder ver nada y que un ángel bajara y les dijera: “No temas, hijo mío, estoy aquí para ayudarte”. Otro ejemplo distinto sería que, en un momento en que los hermanos y hermanas estuvieran sufriendo salvajes palizas y crueles torturas, la gran luz de dios brillara y cegara los ojos de los perpetradores y los dejara revolcándose por el suelo, suplicando misericordia, sin atreverse nunca más a golpear a los hermanos y hermanas, pues dios los habría vengado; o que, cuando estuvieran leyendo las palabras de Dios, pero no pudieran entenderlas por mucho que lo intentaran y estuvieran a punto de dormirse, vieran una forma en la niebla que les dijera: “No te duermas; despierta, esto es lo que significan mis palabras”; o bien que, cuando ocurriera algo y estuvieran a punto de cometer un error, fueran alertados por una poderosa reprimenda y disciplina internas de que hacer eso estaría mal y que hacer esto otro estaría bien. Si alguna de esas cosas, que la gente corriente no puede experimentar ni es capaz de hacer, ocurriera en la iglesia, en la casa de Dios, en cualquiera que siga a Dios, eso bastaría para demostrar que Dios es todopoderoso. Si tales cosas no suceden, o si suceden con muy poca frecuencia, e incluso si suceden, serían solo rumores igualmente y, por lo tanto, su facticidad y credibilidad estarían muy comprometidas, así que ¿es la omnipotencia de Dios un hecho o no lo es? ¿Posee Dios la esencia de la omnipotencia o no? En el corazón de un anticristo, estas ideas se ponen entre interrogantes.

Los anticristos siempre están en la búsqueda de estas señales, prodigios y poderes paranormales, mientras que Dios obra, habla y salva al hombre. Buscan cosas que no se ajustan a la realidad ni a los hechos, cosas que no tienen nada que ver con la obra de Dios de salvar al hombre, ni con la verdad, ni con un cambio en el carácter de las personas. Pero, aun así, se empeñan en su búsqueda. Están llenos de curiosidad por la omnipotencia de Dios. A menudo, en sus oraciones, piden a Dios: “Oh, dios, ¿me revelarías tu omnipotencia? Oh, dios, ¿no eres tú todopoderoso? Si lo eres, te pido que resuelvas este asunto por mí. Dios, si tú eres todopoderoso, omnipotente y omnipresente, te ruego que me ayudes, pues estoy afrontando desafíos. Dios, si tú eres todopoderoso, te ruego que quites las dolencias de mi cuerpo, que alejes las circunstancias a las que me enfrento, que me ayudes a evitar el peligro. Dios, si tú eres todopoderoso, te ruego que, mientras cumplo con mi deber, me hagas astuto e inteligente, talentoso y dotado de la noche a la mañana, para que pueda captar las habilidades profesionales sin tener que estudiarlas, convertirme en un experto y distinguirme de los demás. Oh, dios, si tú eres todopoderoso, te pido que castigues y tomes represalias contra los que difaman y se burlan de mi fe en ti. Ciega sus ojos y haz que se queden sordos, con llagas en la cabeza y pus saliéndoles de las plantas de los pies. Déjalos morir como perros. Dios, si tú eres todopoderoso, te lo ruego, déjame ver Tu omnipotencia”. Dios ha dicho muchas palabras y ha hecho muchas obras, pero los anticristos hacen la vista gorda a esto y lo dejan de lado; nunca hacen caso de las palabras de Dios, ni toman en serio Su trabajo ni cada paso de Su importante obra de salvar al hombre. En cambio, se empeñan en pedir señales y prodigios, que Dios haga milagros entre Su obra, pidiendo que Dios haga cosas especiales que les abran los ojos y satisfagan su curiosidad para probar Su existencia, para probar que es todopoderoso. Lo que es más risible es que los anticristos incluso apelan a Dios en la oración: “Oh, dios, no puedo verte, así que mi fe es pequeña. Te pido que me reveles tu persona real, aunque solo sea en sueños; te pido que me reveles tu omnipotencia para que pueda tener fe en ti y creer con seguridad en tu existencia. Si no lo haces, siempre tendré reparos en mi creencia en ti”. No pueden ver la existencia de Dios ni conocer Su esencia y carácter a través de Su obra y Sus palabras, pero quieren que haga cosas adicionales, inconcebibles para el hombre, para fortalecerlos y establecer su fe. Dios ha dicho muchas palabras y ha hecho mucha obra, pero, por muy prácticas que sean Sus palabras, por muy edificantes que resulten para las personas las verdades que dice, por muy urgentemente que necesiten entenderlas, a los anticristos no les interesan y no se las toman en serio. De hecho, cuanto más habla Dios, cuantas más obras específicas realiza, más repulsión, irritación y resistencia sienten. Es más, hasta surgirá en ellos la condenación de Dios y la blasfemia contra Él; clamarán contra Él: “¿Está tu omnipotencia en estas palabras? ¿Eso es todo lo que haces, expresar palabras? Si tú no hablaras, ¿no serías todopoderoso? Si tú eres todopoderoso, entonces no hables. No utilices el discurso o hablar sobre la verdad y aprovisionar al hombre con la verdad para permitirnos ganar la vida y lograr un cambio de carácter. Si de la noche a la mañana nos convirtieras a todos en ángeles, en tus mensajeros, ¡eso sí que sería todopoderoso!”. A medida que Dios pronuncia Sus palabras y realiza Su obra, se revela y pone en evidencia la naturaleza de los anticristos de forma gradual, sin ningún ocultamiento, y su esencia de sentir aversión y resistencia por la verdad también queda totalmente al descubierto. La esencia y el carácter de los anticristos que desprecian la identidad y la esencia de Dios también queda en evidencia y se revela poco a poco, con el paso del tiempo y el incesante avance de Dios en Su obra. Los anticristos buscan cosas vagas; persiguen la visión de señales y prodigios, y, gobernados por esta ambición y deseo, que no se ajusta a la realidad, sale a la luz su naturaleza de sentir odio y aversión por la verdad. Por el contrario, están aquellos que verdaderamente persiguen la realidad y la verdad, que creen en las cosas positivas y las aman, que ven la omnipotencia de Dios en el proceso de Su obra y Sus palabras. Y lo que estas personas pueden ver, lo que pueden ganar y lo que pueden conocer es exactamente lo que los anticristos son para siempre incapaces de conocer e incapaces de ganar. Los anticristos creen que, para que las personas ganen la vida de parte de Dios, es necesario que haya señales y prodigios; creen que, sin ellos, obtener la vida y la verdad solo de las palabras de Dios, logrando por tanto el cambio de carácter y alcanzando la salvación, es imposible. Para un anticristo, eso es una imposibilidad eterna, no se sostiene. Por eso esperan y oran sin descanso, con la esperanza de que Dios les revele señales y prodigios y realice milagros para ellos; si no lo hace, entonces Su omnipotencia no existe. Lo que esto implica es que, si la omnipotencia de Dios no existe, entonces Dios desde luego tampoco existe. Esa es la lógica de los anticristos. Condenan la justicia de Dios y condenan Su omnipotencia.

Mientras Dios salva a las personas, los anticristos se desinteresan por completo de Sus palabras, Sus diversos requisitos y Sus intenciones. Se resisten a esas cosas y sienten aversión por ellas, desde el fondo de su corazón. Lo que les interesa no es la realidad de todas las cosas positivas, ni tampoco la salvación y el perfeccionamiento que el hombre puede alcanzar como resultado de perseguir la verdad y someterse a las instrumentaciones de Dios. Entonces, ¿qué les interesa? Les interesa que dios revele señales y prodigios y haga milagros para que ellos los vean, que les permita obtener conocimiento al hacerlo y convertirse en personas notables, en superhumanos, en personas con poderes especiales, en personas extraordinarias. A través de la omnipotencia de Dios, desean deshacerse de denominaciones, identidades y estatus tales como gente corriente, gente común y gente corrupta. Así pues, cualesquiera que sean las nociones o los problemas que puedan tener en medio de la obra de Dios, no buscan la verdad para resolverlos. No solo son incapaces de comprender la verdad o de lograr un cambio de carácter, sino que también juzgan a Dios, lo condenan y se resisten a Él por todo lo que hace que no concuerda con sus nociones. A los ojos de los anticristos, toda la obra práctica de Dios es lo que ellos no reconocen, es lo que condenan. Al final, son estos puntos de vista y estas definiciones de Dios las que los llevan a negar por completo la existencia de la esencia de Dios en sus corazones y, más aún, a condenar, mancillar y blasfemar contra la existencia de la esencia de Dios. Esto se debe a que su creencia en Dios se asienta sobre la base de que dios es todopoderoso, que dios reparará sus agravios, que los vengará, que derrotará por ellos a todos aquellos a quienes odian y desprecian, que dios satisfará sus deseos y ambiciones. Esa es la base de su creencia en Dios. Pero, llegados al presente, estas personas malvadas ven ahora que tal dios no existe y que no hay posibilidad de que Dios haga nada por ellos. Desde su punto de vista, es una situación bastante desfavorable para ellos: es terrible. Así que, una vez que han experimentado muchas cosas, sus recelos y dudas acerca de Dios se hacen cada vez más fuertes, hasta que se deciden a abandonarlo a Él y a Su casa, a buscar el mundo, a seguir tendencias malvadas y a arrojarse al abrazo de Satanás. Así es como acaban las cosas para esas personas. A juzgar por la actitud que los anticristos albergan hacia el carácter justo de Dios y Su omnipotencia, los anticristos son ciertamente incrédulos. No tienen la más mínima fe en Dios, ni la más mínima sumisión o aceptación de lo que Dios hace. Les repugnan las cosas positivas y la verdad y se resisten a ellas. Por eso, se mire como se mire, la esencia incrédula de los anticristos existe de verdad. No es algo que les impongan los demás, ni es hacer una montaña de un grano de arena: su esencia se define sobre el fundamento de que todos los puntos de vista y planteamientos que revelan cuando les sobrevienen cosas.

Los anticristos creen en Dios durante años sin ser capaces de ver el hecho de que Dios es soberano sobre el destino del hombre. No pueden comprender esa realidad. No pueden comprender un hecho, aunque esté expuesto ante sus ojos: ¿no es eso ceguera? El carácter justo de Dios y Su omnipotencia se revelan a menudo en la obra de la iglesia, en Su pueblo escogido, y en toda clase de cosas que ocurren. Él permite que las personas vean esas cosas en todas partes, pero los anticristos, al ser ciegos, no pueden verlas. Cuando los anticristos hayan seguido a Dios durante muchos años, dirán esa famosa frase: “Llevo muchos años creyendo en dios, ¿y qué he ganado?”. Parece que realmente no han ganado nada. Dios ha derramado Su vida por el hombre, pero los anticristos no han ganado nada. ¿No es lamentable? ¡Claro que sí! Esa frase de los anticristos ilustra muy bien el problema. Todo aquel que escucha las palabras de Dios y experimenta Su obra, que acepta Sus palabras como su vida, diría: “Llevamos tantos años creyendo en Dios y hemos ganado mucho gracias a Él. No solo gracia y bendiciones, Su protección y Su misericordia; lo más importante es que gracias a Dios hemos comprendido y obtenido muchas verdades. Vivimos con semejanza humana, con dignidad. Sabemos cómo comportarnos. Le debemos mucho a Dios. Comparado con el precio que Él paga, con lo que Él hace por nosotros, nuestras pequeñas penurias ni siquiera son dignas de mención. El hombre debe retribuir el amor de Dios”. Los anticristos, sin embargo, hacen todo lo contrario. Dicen, “si dios ha estado obrando estos últimos años, ¿cómo es que no he ganado nada? Todos decís que habéis ganado esto y aquello, que habéis tenido tal o cual experiencia, pero ¿acaso esas experiencias os darán de comer? ¿A qué equivalen esas experiencias? Al lado de las bendiciones, de la gracia, de ver señales y prodigios, ¿no son totalmente indignas de mención? Por eso siento que en mis muchos años de creer en dios no he ganado nada. Al lado del sufrimiento que he soportado, de lo que he abandonado y entregado por dios, ¡las cosas que he ganado no han valido la pena en absoluto! ¿Qué es la verdad sino unos cuantos enunciados y teorías? ¿Qué es sino unas pocas doctrinas? ¡He escuchado estas palabras, estas verdades, y no siento que se haya logrado en mí ningún cambio monumental! Para empezar, mi mente no es tan ágil cuando pienso cosas. Es más, me estoy haciendo mayor y mi salud no mejora. Mi pelo está canoso, tengo más arrugas en la cara, incluso he perdido algunos dientes y no me han vuelto a salir nuevos. Dios dice que los que alcanzan la salvación son como niños frescos y llenos de vida, y aquí estoy yo, un viejo saco de huesos, con cara de anciano. No me he convertido en un niño. Si nos atenemos a las palabras de dios, los ancianos de pelo gris pueden convertirse en jóvenes de pelo negro. ¿Cómo es que yo no he cambiado? Dios dice que transformará por completo a las personas, pero eso no me ha sucedido a mí; no me he convertido en una persona nueva. Sigo siendo yo y, cuando me pasan cosas, sigo teniendo que averiguar cómo manejarlas por mi cuenta. Mis dificultades carnales también están aumentando: a menudo soy débil y negativo. Y, lo que es más, he tenido mala memoria en los últimos dos años. He leído mucho las palabras de dios, pero él no ha fortalecido mi memoria. ¿No puede dios dar a las personas un poco de habilidad especial, una que impida que sus cuerpos envejezcan? Creo que el mayor problema ahora mismo es que las personas se transforman por completo; la verdad no parece capaz de resolver ese problema. Si dios dijera algo que realmente pudiera convertir a alguien en una persona nueva con la apariencia de un ángel resplandeciente, que pueda volverse incorpórea y escapar a través de paredes sólidas, que, ante la persecución y el peligro, pueda pronunciar un encantamiento y desaparecer y estar para siempre fuera de alcance… Si, leyendo a menudo las palabras de dios, el pelo de las personas no encaneciera, y sus caras no se arrugaran, y crecieran nuevos dientes para reemplazar los que habían perdido, ¡sería estupendo! ¡Eso es ser transformado por completo! Si dios hiciera esas cosas, entonces creería que es dios, sin reserva alguna. Si él sigue hablando y predicando la verdad, entonces mi fe pronto se desgastará; pronto no podré seguir creyendo y tal vez ya no seré capaz de cumplir con mi deber. No querré hacerlo”. En el lapso de tiempo en que un anticristo sigue a Dios, esta o aquella demanda a Él surgirá a menudo en su corazón, y toda clase de dudas y demandas exigentes aparecerán a menudo en sus nociones y, en respuesta a sus entornos y deseos personales, llegarán a ellos toda clase de pensamientos extraños. Sin embargo, hay un detalle: ellos son incapaces de entender las palabras que Dios pronuncia, y no pueden ver el hecho de que Dios obra para salvar al hombre y mucho menos pueden entender que todo lo que Dios hace está destinado a salvar al hombre, que todo está destinado a habilitar al hombre para que logre un cambio en su carácter. Entonces, mientras siguen creyendo, van perdiendo su impulso; mientras siguen creyendo, surgen en sus corazones emociones de negatividad y desaliento, y tienen emociones y pensamientos de retirarse, de darse por vencidos. En cuanto a la esencia de Dios, olvídate de si creen en ella, si la reconocen, o si la aceptan; mientras siguen creyendo, ni siquiera se molestan en interesarse por la cuestión. Por eso, cuando dices en una charla que algo es la justicia de Dios y Su omnipotencia y soberanía, que las personas deben someterse a ello y conocerlo, los anticristos no emitirán ningún sonido externamente; no expresarán opiniones en absoluto. Sin embargo, en su interior surgirá la repulsión: no querrán escuchar; no estarán dispuestos a escuchar; algunos se levantarán y se irán. Cuando todo el mundo está escuchando sermones, cuando otros están compartiendo las palabras de Dios, cuando los hermanos y hermanas están compartiendo su testimonio vivencial con gran celo, ¿qué están haciendo los anticristos? Bebiendo té, leyendo revistas, jugando con sus teléfonos, cotilleando ociosamente. Y, al protestar y resistirse con estas acciones silenciosas, buscan confirmar con sus comportamientos que todo lo que Dios hace es inútil. “Solo estáis tratando de racionalizar las cosas, engañándoos a vosotros mismos: ¡dios y la verdad sencillamente no existen y es simplemente imposible que la humanidad sea salvada por él!”. A sus ojos, todos los que creen en la verdad, que se someten a Dios y que creen en el hecho de que Dios puede salvar a la humanidad son tontos; todos son descerebrados y los han timado. Creen que el destino de una persona está en sus propias manos, que no se puede dejar que otros lo orquesten por ella, que las personas no son marionetas, sino que tienen mente y capacidad para pensar de forma independiente sobre los problemas y que, si alguien ni siquiera puede tomar las riendas de su propio destino, entonces es basura, una persona inferior. Por ello, pase lo que pase, no están dispuestos a entregar su destino a Dios para que Él lo controle. Esta es la actitud de los anticristos hacia todo lo que Dios hace. Permanecen de principio a fin como espectadores e incrédulos, que desempeñan el papel de lacayos de Satanás. Son vividores y alborotadores; son malhechores que se han infiltrado.

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