Punto 10: Desprecian la verdad, desacatan con descaro los principios e ignoran las disposiciones de la casa de Dios (I) Parte 5
¿Tenéis alguna otra pregunta? (Dios, ¿podrías hablarnos un poco más sobre lo que significa verificar a Dios? ¿De qué maneras se manifiesta en las personas la verificación de Dios?). Verificar a Dios es cuando las personas no saben cómo actúa Él y no lo conocen ni lo comprenden, y por eso con frecuencia se les ocurre hacerle algunas exigencias poco razonables. Por ejemplo, cuando alguien está enfermo, puede orar para que Dios lo cure. “No buscaré tratamiento: veamos si Dios me cura o no”. Entonces, después de orar por bastante tiempo sin que Dios actúe, dice: “Ya que Dios no ha hecho nada, tomaré medicinas y veré si Él me pone algún obstáculo. Si la medicina se traba en mi garganta o derramo un poco de agua, podría ser la manera que tiene Dios de ponerme obstáculos para que no la tome”. Eso es una verificación. O, por ejemplo, si te envían a difundir el evangelio. En circunstancias normales, todos deciden por medio de charla y debate lo que tus deberes exigen y qué debes hacer, y luego tú actúas cuando el momento es el indicado. Si algo sucede mientras estás haciéndolo, es la soberanía de Dios; si Él quisiera ponerte un obstáculo, lo haría de forma proactiva. Pero pongamos que oras: “Oh, Dios, hoy saldré a difundir el evangelio. ¿Está de acuerdo con Tu intención el que yo salga? No sé si el destinatario potencial del evangelio de este día podrá aceptarlo o no, ni cómo vas a gobernar sobre ello exactamente. Te pido Tus disposiciones, Tu guía, que me muestres estas cosas”. Después de orar, te quedas ahí sentado, sin moverte, y luego dices: “¿Por qué Dios no tiene nada que decir sobre eso? Quizás es porque no leo Sus palabras lo suficiente y por eso no puede mostrarme esas cosas. Si ese es el caso, saldré de inmediato. Si me doy de bruces ahí fuera, puede que sea Dios evitando que vaya y, si todo sale bien y Él no me pone obstáculos, debe ser porque me permite ir”. Eso es una verificación. ¿Por qué lo llamamos así? La obra de Dios es práctica; está bien que las personas solo cumplan los deberes que deben cumplir, organicen su vida diaria y vivan su vida de humanidad normal de una manera que esté de acuerdo con los principios. No es necesario verificar cómo actuará Dios o cuál será la guía que Él brindará. Preocúpate solo por hacer lo que debes, no tengas siempre pensamientos adicionales como “¿Dios me permite hacer esto o no? Si hago esto, ¿cómo lidiará Dios conmigo? ¿Está bien que lo haga de esta manera?”. Si es evidente que algo está bien, entonces solo preocúpate por hacerlo, no te pongas a pensar sobre esto y aquello. Está bien orar, por supuesto, pedirle a Dios Su guía, que conduzca tu vida en este día, que guíe el deber que realices hoy. Con que una persona tenga un corazón y una actitud de sumisión, es suficiente. Por ejemplo, sabes que, si tocas la corriente eléctrica con la mano, recibirás una descarga y podrías perder la vida. Sin embargo, lo piensas: “No pasa nada, Dios me protegerá. Debo intentarlo para ver si Dios me protege y para saber cómo se siente Su protección”. Entonces la tocas con la mano y, como resultado, recibes una descarga: eso es una verificación. Algunas cosas están claramente mal y no deberían hacerse. Si las haces de todos modos para ver cuál es la reacción de Dios, es una verificación. Hay quienes dicen: “A Dios no le gusta cuando las personas se emperifollan llamativamente y se maquillan mucho. Así que lo haré y veré cómo es sentir la reprobación de Dios en mi interior”. Luego, cuando ya están todos emperifollados, se miran al espejo: “Cielos, parezco un fantasma, pero lo único que siento es que es algo desagradable y que no puedo mirarme al espejo. Aparte de eso, no siento nada más; no siento que Dios me deteste ni siento que Sus palabras me caigan encima de repente para golpearme y juzgarme”. ¿Qué clase de comportamiento es ese? (Verificación). Si a veces eres superficial cuando llevas a cabo tu deber y tienes claro que lo eres, basta con que te arrepientas y cambies. Pero siempre estás orando: “Oh, Dios, he sido superficial. ¡Te pido que me disciplines!”. ¿Cuál es el propósito de tu conciencia? Si tienes una conciencia, debes hacerte responsable de tu propio comportamiento. Tú debes controlarlo. No le ores a Dios, porque esa oración se convierte en una verificación. Tomar una cosa muy grave y convertirla en una broma, en una verificación, es algo que Dios detesta. Cuando la gente ora a Dios y lo busca al afrontar un problema, y también en algunas de sus actitudes, exigencias y maneras de hacer las cosas al tratar a Dios, a menudo brotarán verificaciones. ¿Qué implican estas verificaciones principalmente? Que quieres ver cómo actuará Dios o si Él puede o no puede hacer algo. Quieres verificar a Dios; quieres usar ese asunto para verificar cómo es Él, cuáles de las palabras que Él ha dicho son correctas y precisas, cuáles pueden hacerse realidad y cuáles puede conseguir. Todas esas son verificaciones. ¿Esas formas de hacer las cosas aparecen regularmente en vosotros? Imagina que hay algo que no sabes si has hecho bien o si es conforme a los principios-verdad. Aquí hay dos métodos que pueden confirmar si lo que has hecho en ese asunto es una verificación o si es positivo. Uno es tener un corazón humilde y que busca la verdad y decir: “Así es como he manejado y como he visto esto que me sucedió, y así es como está ahora por haberlo manejado de esa forma. No puedo comprender si es eso lo que debería haber hecho realmente”. ¿Qué pensáis de esa actitud? Esa es una actitud de búsqueda de la verdad, no hay verificación en ella. Supón que dices: “Todos decidimos sobre este asunto juntos después de una charla”. Alguien pregunta: “¿Quién está a cargo de esto? ¿Quién es el encargado principal de decidir?”. Y tú dices: “Todos”. Tu intención es esta: “Si dicen que el asunto se manejó de acuerdo con los principios, diré que yo lo he hecho. Si dicen que no se manejó de acuerdo con los principios, comenzaré por callar quién lo hizo y quién tomó la decisión. De esa manera, incluso aunque presionen e intenten acusar a alguien, no me echarán la culpa a mí y, si deshonran a alguien, no será a mí solo”. Si tienes esa clase de intención al hablar, eso es una verificación. Alguien puede decir: “Dios detesta cuando el hombre sigue cosas mundanas. Él detesta las cosas tales como los días de conmemoración y los festivales”. Ahora que sabes esto, puedes simplemente hacer lo posible por evitar ese tipo de cosas, siempre y cuando las circunstancias lo permitan. Sin embargo, supongamos que sigues, de manera intencional, asuntos mundanos mientras estás haciendo cosas en un festival y, al hacerlas, albergas esta intención: “Nada más estoy viendo si Dios me disciplina por hacer esto, si me hace caso. Solo estoy viendo qué actitud tiene realmente hacia mí, cuán profunda es Su detestación. Dicen que Dios detesta esto, que es santo y aborrece el mal, así que veré cómo aborrece el mal y cómo me disciplina. Si, cuando hago estas cosas, Dios hace que chorree por mis orificios, que me venza el mareo, sin poder salir de la cama, entonces parecerá que Él realmente detesta estas cosas. No serán solo palabras Suyas, sino que los hechos lo confirmarán”. Si siempre estás deseando ver una escena como esa, ¿qué tipo de comportamiento y de intenciones tienes? Estás verificando. El hombre jamás debe verificar a Dios. Cuando verificas a Dios, Él se oculta de ti y se cubre el rostro, y tus oraciones son inútiles. Algunos pueden preguntar: “¿Mis oraciones no servirán, aunque sea sincero de corazón?”. Así es, aunque seas sincero de corazón. Dios no permite que las personas lo verifiquen; Él aborrece el mal. Cuando albergues esas ideas y pensamientos perversos, Dios se ocultará de ti. Ya no te esclarecerá, sino que te hará a un lado y continuarás haciendo cosas necias que causan trastornos y perturbaciones hasta que se demuestre quién eres realmente. Esa es la consecuencia de que las personas verifiquen a Dios.
(Dios, tengo una pregunta. Yo gestiono el equipamiento en la iglesia. Mi actitud hacia este deber es siempre frívola y poco seria. Los hermanos y hermanas me señalaron mis errores y me podaron, y hablaron conmigo sobre el ejemplo que dio Dios una vez sobre un hombre que bebió jarabe para la tos en secreto: Dios no lo disciplinó ni lo amonestó, sino que lo descartó una vez que el hombre lo había bebido. El carácter de Dios no admite las ofensas del hombre, conozco esas palabras, pero desde mi punto de vista Dios es misericordioso y amoroso y probablemente no me trataría de la misma manera en que trató a ese hombre. Por lo tanto, no me he preocupado. A partir de la enseñanza de Dios de hoy, siento que tengo una actitud de duda hacia Su carácter justo y un comportamiento de los anticristos: el de verificar a Dios y nunca temerle). La actitud que Dios tiene hacia una persona no se basa en si esa persona le teme o no, ni en qué actitud transitoria pueda tener esa persona en un determinado asunto. Él no considera problemas graves los malos hábitos y las maneras irresponsables de hacer las cosas que una persona puede demostrar y revelar en los asuntos triviales de la vida. Es suficiente solo con ser capaz de concentrarte en tu deber esencial y ser responsable con él. Si sientes todo el tiempo que no eres capaz de responsabilizarte por la gestión del equipamiento y no puedes aplicar toda tu fuerza en hacerlo bien, ¿qué demuestra eso? En parte, que no eres bueno gestionando; más allá de eso, demuestra que no eres muy adecuado para ese trabajo. Si sientes que el hecho de que te quedes en ese trabajo podría resultar en una catástrofe, sería mejor que recomendaras a otra persona para que lo haga. Deja que alguien de la iglesia que sea adecuado para esa tarea lo haga por ti, y después ve a hacer algo en lo que seas bueno y que te resulte interesante, y lleva a cabo ese deber con lealtad. Además, si alguien de verdad ama la verdad y realmente quiere temer a Dios y evitar el mal, vivir con dignidad y que los demás no lo odien sino que lo respeten, entonces debe estar decidido a hacerlo todo bien. Y, mientras lo hace, debe estar dispuesto ante Dios a decir: “Dios, por favor, disciplíname si mi desempeño no es bueno; por favor, haz Tu trabajo”. Las personas no son buenas gestionando a otras; como mucho, pueden enseñar a alguien a desarrollar talento en un campo específico, pero cuando se trata de la senda que transita una persona, de sus puntos de vista sobre la vida, de los objetivos vitales que elige y del tipo de persona que decide ser, nadie puede ayudarla. Solo las palabras de Dios y Él mismo pueden cambiar a la gente. ¿Cómo se lleva a cabo esto? En que las personas en sí mismas son incapaces; deben dejar que Dios se encargue de las cosas. Entonces, antes de que Dios esté dispuesto a obrar, ¿qué criterios debe cumplir una persona para dejar que lo haga? Primero debe tener esa voluntad y aspiración, diciendo: “Sé que nunca he podido hacer bien esta tarea. Los hermanos y hermanas no están satisfechos —ni siquiera yo lo estoy—, pero quiero hacerla bien. ¿Qué hago? Me presentaré ante Dios en oración y dejaré que Él obre en mí”. Si dejarías que Dios obre en ti, lo primero de lo que debes ser capaz es de sufrir: cuando Dios te discipline, cuando te amoneste, debes estar dispuesto a aceptarlo. Ser obediente y aceptar de corazón es el punto de partida para hacer bien cualquier cosa. Es justo decir que todos tendrán dudas sobre la justicia y la omnipotencia de Dios antes de ser completamente salvos. La diferencia está en que las personas corruptas comunes pueden, a pesar de sus meras dudas, cumplir su deber normalmente, perseguir la verdad y llegar a conocer a Dios poco a poco; su aspiración subjetiva es activa y positiva. Los anticristos son todo lo contrario: sus aspiraciones subjetivas no son aceptación y obediencia y tampoco aspiran a reconocer; en cambio, se resisten. No aceptan. ¿Qué es lo bueno de la gente corrupta común, entonces? En el fondo de su corazón, aceptan y aman las cosas positivas, solo que, por su carácter corrupto, hay veces en que no pueden evitarlo, en que lo hacen mal y las cosas los superan, están fuera de su alcance, y por eso a menudo son negativos y débiles de corazón y sienten que Dios no los quiere y que los odia. ¿Es ese un buen sentimiento? Es bueno sentirse así; quiere decir que tienes una posibilidad de ser salvado y es una señal de que puedes serlo. Si ni siquiera sientes eso, entonces tus esperanzas de ganar la verdad y ser salvado son bastante lejanas. Es precisamente tener ese sentimiento lo que te demuestra que todavía tienes una conciencia, dignidad e integridad; que aún te queda racionalidad. Si ni siquiera tienes esas cosas, entonces eres realmente un anticristo, un incrédulo. En este momento, solo tienes algunos de los comportamientos de un incrédulo, un poco de lo que ellos revelan, un poco de su carácter, pero no eres un incrédulo. A los ojos de Dios, crees en Él y eres Su seguidor, aunque aún te queden muchos problemas y carencias en la senda de creer en Él, en tu búsqueda, en tus opiniones y en cada faceta de tu vida personal. ¿Cómo se resuelven esos problemas, entonces? Es fácil. Mientras cumplas con los requisitos básicos de tener conciencia y razón, perseguir la verdad y amar las cosas positivas, todos esos problemas se pueden resolver. Es solo cuestión de tiempo. En tanto puedas aceptar la verdad y la reprensión y disciplina que vienen de Dios, ya habrás pasado el primer obstáculo. El segundo obstáculo es que necesitas, por tu cuenta, aprender a corregir tu carácter corrupto y los diversos estados que surgen en ti ante cada cosa que te sucede, y aprender a resolver los problemas con las palabras de Dios, mientras lees las palabras de Dios y escuchas las enseñanzas y los testimonios vivenciales de los hermanos y hermanas. Que necesitas ser capaz de presentarte ante Él a menudo y contarle tus circunstancias y estados, así como los problemas que afrontas; decírselos abiertamente y aceptar con sinceridad Su poda, Su disciplina, Su reprensión y hasta que te revele y Su actitud hacia ti; tu corazón debe mantenerse abierto a Él, no sellado. Mientras tu corazón se mantenga abierto, tu conciencia y razón pueden servir un propósito y la verdad podrá entrar en ti y producir cambios en ti. Entonces podrán resolverse todos esos problemas. No son irremediables; ninguno de ellos es un problema grave. Es algo común que las personas sean superficiales en el cumplimiento de su deber. Es la condición más común en la que se encuentra toda la especie humana corrupta. Una condición es mentir mucho, otra es holgazanear y ser superficial e irresponsable en todas las cosas, estar en un estado errático, en una condición de ir improvisando; esa es la norma para toda la especie humana corrupta. Esas son cosas mucho menos atroces que la resistencia del hombre a Dios y el rechazo de la verdad. Ni siquiera son cosas que Dios mire en el hombre. Si Él tuviera que medir a las personas al milímetro, entonces, si dijeran una cosa errada, Él ya no las querría; si cometieran un pequeño error una vez, Él ya no las querría; si fueran impulsivas por su juventud e hicieran las cosas de manera impaciente, no le agradarían a Dios y serían esos a los que Él abandonaría y descartaría. Si las cosas fueran así, ni una sola persona alcanzaría la salvación. Algunos dirán: “¿No has dicho que Dios condena a la gente y decide su desenlace en base a su comportamiento?”. Esa es otra cuestión. En la senda de perseguir la verdad que siguen las personas para lograr un cambio de carácter y la salvación, esos estados del hombre son, a los ojos de Dios, la cosa más común de todas, tan ordinaria y corriente como podría ser. Dios ni siquiera mira esas cosas. ¿Qué mira Él? Mira si tu búsqueda es positiva y cuál es tu actitud hacia la verdad y las cosas positivas y hacia la búsqueda de un cambio de carácter. Se fija en si tienes ese deseo, en si te estás esforzando. Cuando Dios ve que tienes esas cosas, que tu conciencia te amonesta cuando haces el mal, que sabes odiarlo, que sabes presentarte ante Dios en oración y confesarte a Él y arrepentirte, entonces Él dice que hay esperanza para ti, que no serás descartado. ¿Tú crees que el carácter justo de Dios, Su misericordia y Su amor son solo frases huecas? Es precisamente porque tiene esa clase de esencia que tiene una actitud hacia cada tipo de persona, y esas actitudes son sumamente prácticas, no son para nada huecas.
Esta conversación sobre la esencia de los anticristos que llevamos un tiempo manteniendo es para que todos la escuchen, en parte para que puedan comprender y discernir a los anticristos y determinar quiénes son y rechazarlos; también para hacerles saber a todos que todo el mundo tiene el carácter de un anticristo, de la misma manera que estos lo tienen, pero que solo los verdaderos anticristos serán descartados y abandonados, mientras que las personas comunes con un carácter de anticristo serán a las que Dios salvará, no a las que descartará. El objetivo de hablar con la gente sobre la esencia de los anticristos y sobre cada aspecto de su carácter no es condenar a las personas, sino salvarlas, darles una senda, hacer que vean con claridad cuáles son realmente las actitudes corruptas que tienen, a qué se refiere realmente Dios cuando dice que la especie humana es Su enemiga y por qué lo dice, qué tipos específicos de carácter corrupto en el hombre y cuáles de sus revelaciones de resistencia y rebeldía contra Dios hacen que Él diga eso y que lo condene de esa manera. Es precisamente porque Dios quiere salvar al hombre, porque Él no abandona a la especie humana ni a Sus seguidores ni a quienes ha elegido, que habla y obra de esta manera sin descanso. Que Dios hable y obre de esta manera no se trata solo de hacer entender a la gente cuán amoroso es, cuán sincero y paciente es con las personas, cuánto empeño ha puesto. ¿Para qué sirve entender esas cosas? Cuando la gente las entiende, no tiene más que un poco de gratitud hacia Dios, pero su carácter corrupto no está en absoluto corregido. Dios habla con tal paciencia sincera para que la gente vea que Él ha hecho un esfuerzo en pos de salvar a las personas y que ha puesto su determinación en ello. No está bromeando: Él quiere salvar a la especie humana y está decidido a hacerlo. ¿Cómo se puede ver esto? No hay ningún aspecto de la verdad del que Dios hable desde un solo plano o ángulo, y tampoco habla de una sola manera, sino que Él habla a las personas desde diferentes ángulos, en distintos estilos, con distinto lenguaje y hasta diferentes niveles, para que puedan conocer su carácter corrupto y a sí mismas y, a partir de allí, puedan comprender la dirección que debería tomar su búsqueda y el tipo de senda que deberían tomar. Lo hace para que las personas abandonen y cambien su carácter satánico y corrupto y se desprendan de las filosofías para los asuntos mundanos, de las formas de supervivencia y de las formas y modos de vivir por medio de los cuales Satanás las corrompe, y para en su lugar hacerlas vivir de acuerdo con las formas, modos, direcciones y objetivos que Dios le ha mostrado y contado a la gente. Dios no hace todo eso para convencer a las personas, para que vean cuán exhaustivas son Sus buenas intenciones o lo difícil que es hacer todo lo que Él hace. No es necesario que sepas eso. Concéntrate solo en encontrar lo que debes practicar en las palabras que Dios dice y en entender la verdad y las intenciones de Dios que ellas contienen, en entrar en la realidad-verdad, en vivir de acuerdo con los principios-verdad y en comportarte y actuar conforme a ellos, y completa lo que Dios te ha encomendado de manera tal que obtengas la salvación. Así, Dios estará satisfecho y el asunto de la salvación del hombre estará enteramente realizado, lo que también beneficiará a este último. Y, respecto a esas veces en las que aún queda mucha doctrina en lo que las personas dicen, cuando son demasiado frívolas en su actuar, cuando son superficiales todo el tiempo, cuando las vence su canallería —especialmente a los jóvenes, que no son aptos para seguir reglas, que a veces disfrutan de dormir hasta tarde, que tienen algunos hábitos poco razonables o que no son edificantes para otros—, no fuerces estas cosas. Tómalas con calma. Mientras estés dispuesto a perseguir la verdad y puedas hacer un esfuerzo con las palabras de Dios y te presentes ante Él a menudo y le abras tu corazón, Él obrará. Nadie puede cambiar a otra persona mediante la fuerza o medios humanos, incluidos tus padres, que no pueden cambiarte a ti.
Que hayas venido hoy a la casa de Dios es la obra de Dios, y que puedas escuchar los sermones aquí, de manera segura y sin interrupciones, incluso en estos tiempos, en medio de las tendencias malvadas, y cumplir tu deber sin ganar ni un centavo, eso es obra de Dios. ¿Por qué lo hace? ¿Qué le gusta a Dios de ti? Que tienes cierto sentido de la rectitud y que tienes una conciencia; que sientes aversión por las tendencias malvadas y que te gustan las cosas positivas; y que anhelas la llegada del reino de Dios y el reinado de Cristo y la verdad. Tienes esas aspiraciones y a Dios le gustan, y por eso te ha traído a Su casa. ¿Crees que Él no ve esos defectos y hábitos malos que tienes? Dios nota tus defectos, los conoce todos. Si los conoce, ¿por qué no se ocupa de ellos? Ese tipo de cosas muchas veces crean conflicto en el corazón de las personas. Dicen: “¿Por qué Dios salvaría a alguien como yo? ¿Puede una persona como yo alcanzar la salvación? Soy muy perverso y corrupto, muy reticente a someterme a la disciplina, muy rebelde, y me resisto y dudo de Dios. ¿Cómo podría Él elegirme de todos modos?”. ¿Qué es lo que te preocupa? Solo Dios puede salvarte; tú debes creer que puede hacerlo. Es suficiente con que te concentres en escuchar Sus palabras, en aceptarlas y en ponerlas en práctica. No te enredes en esas otras cuestiones, no estés siempre negativo por ellas. Nadie quiere buscarte problemas, nadie tiene nada en tu contra. Dios no mira esas cosas. Si tu búsqueda de la senda correcta y de la verdad se ve perturbada por los malos hábitos, defectos o canallería a los que dan lugar los enredos de las malezas de la vida, ¿no es una pérdida? ¿No es cierto que no vale la pena? (Sí). Ahora mismo debe haber bastante gente atorada en un estado como ese. Algunas personas dicen que tienen una personalidad demasiado apresurada, que son muy malas en todo lo que hacen y que no les gusta estudiar. También dicen que tienen malos hábitos: no les gusta levantarse por la mañana o irse a la cama por la noche y aman jugar; a veces les gusta la charla banal y a veces les gusta contar chistes. Preguntan: “¿Dios me salvaría?”. ¿No es un problema que tengas tantas nociones y figuraciones sobre ti mismo? ¿Por qué no buscas un poco? ¿Cuál es realmente la opinión de Dios y qué dicen realmente Sus palabras? ¿Acaso Sus palabras se refieren a esas cuestiones como problemas? Hay quienes dicen que les gusta vestirse elegantes y que siempre deben frenarse. Otros dicen que les encanta comer carne, con un apetito excesivo. Esos son problemas pequeños. Esos defectos, esas personalidades, esos hábitos de vida son, como mucho, defectos de la humanidad de una persona; no cuentan como carácter corrupto. Lo que las personas realmente necesitan corregir es su carácter corrupto. No pierdas de vista el panorama completo. Cuando te des cuenta de que tienes un carácter corrupto y comiences a concentrarte en reflexionar sobre él y discernirlo, y te esfuerces por ello y comiences a odiarlo, esos pequeños defectos que tienes cambiarán lentamente; ya no serán problemas. A algunas personas jóvenes les gusta divertirse. Una vez que se han ocupado del trabajo que les corresponde, está bien que se diviertan un rato. A algunas mujeres jóvenes les encanta verse guapas, vestirse elegantes y maquillarse. Eso también está bien, en tanto no se excedan ni se pongan ropa extravagante o demasiado maquillaje. Todo está bien, nadie los restringe. Ninguna de esas cosas es un problema. Ninguno de esos hábitos de vida, de esas pretensiones respecto a la calidad de tu vida y de esos pequeños problemas de personalidad puede hacer que te resistas a Dios ni que vayas en contra de la verdad. Lo que verdaderamente te hace resistirte a Dios, lo que evita que te presentes ante Él y hace que te rebeles en Su contra, es tu carácter corrupto. Cuando puedes descubrir, conocer y odiar tu carácter corrupto y ganas el deseo subjetivo de practicar conforme a los principios-verdad, todos esos pequeños defectos se pueden corregir. Y una vez hayas corregido tu carácter corrupto y el mayor problema, que es tu resistencia a Dios, esté resuelto, ¿todavía contarán como problemas esos pequeños defectos tuyos? Cuando llegue ese momento, cosas tan pequeñas como la forma en que te comportas y en que vives, lo que comes, lo que bebes, la forma en que te relajas, la forma en que llevas a cabo tu deber y cómo te llevas con otros… poco a poco tendrán principios. Solo entonces sabrás que corregir el carácter corrupto de uno era y sigue siendo el gran problema de la vida de una persona y que, una vez que el carácter corrupto se resuelve, se resuelven también todos los demás problemas. Cuando hayas resuelto el problema de la rebelión contra Dios, ahí será cuando vivas con semejanza humana, con dignidad. Puede que haya algunos defectos menores que ya no presentes. La gente puede elogiarte diciendo que eres un buen joven, que eres sincero en tu fe en Dios, que pareces un creyente en Dios; pero, si Dios dice que aún puedes rebelarte contra Él, entonces tu buen comportamiento exterior es inútil, por muy bueno que sea. El problema fundamental no se ha resuelto; tu carácter corrupto aún no se ha corregido y aún puedes rebelarte contra Dios. ¡Aún estás muy lejos de la salvación! ¿De qué te sirve solo tener buenos comportamientos? ¿No te estás engañando con ellos?
¿Cuál es el problema que tiene vital importancia que resuelvas ahora? (El del carácter corrupto). Algunos pueden decir: “Me gusta vestirme con ropa colorida, pero a la casa de Dios no le gusta, así que me rebelaré contra ellos”. No es necesario; vístete así si quieres. Algunos dicen: “Me gusta ponerme polvos y maquillaje y tener buen aspecto cada día cuando veo a la gente. ¡Qué bien sienta!”. Mientras tengas el tiempo para hacerlo, está bien. Algunos dicen: “Me gusta comer comida gourmet. Me gustan las cosas picantes y también las ácidas”. Mientras tengas los medios, la oportunidad y el tiempo libre, puedes comer todo eso a gusto. Incluso si dejaras todas esas cosas sin satisfacer y te frenaras y te rebelaras contra ellas, tu carácter corrupto no estaría corregido. ¿En qué podría resultar que las frenaras? Soportarías mucho sufrimiento carnal, pero, en tu corazón, sentirías que es injusto. ¿Y qué tipo de consecuencia negativa te asolaría entonces, colateralmente? Sentirías que has sufrido enormemente por Dios, que has ganado la verdad, cuando en realidad no tendrías ni serías nada. Puede que te vistas de manera elegante y con dignidad y sobriedad; puede que parezcas un hermano o hermana y que estés bien controlado, pero, si no puedes siquiera encontrar los principios-verdad cuando te hacen llevar a cabo un deber y si puedes continuar trastornando y perturbando la obra de la iglesia, ¿habrá sido resuelto tu problema fundamental? (No). Por eso, lo mires como lo mires, lo fundamental es comprender las palabras de Dios y la verdad, entrar en la realidad-verdad y corregir tu carácter corrupto. No gastes tus esfuerzos en unos pocos problemas triviales y comportamientos externos, obsesionándote con ellos y aferrándote a ellos, sintiéndote siempre culpable y en deuda en tu corazón y siempre resolviendo esas cosas como si fueran asuntos importantes. Lo que se desprenderá de eso es que tu carácter corrupto seguirá sin corregirse por siempre. Ni siquiera tú sabes el tipo de persona que eres o el tipo de carácter corrupto que tienes; si no tienes la más mínima comprensión de eso, ¿no arruinará las cosas? Cuando llegues a conocer tu esencia corrupta, esos pequeños problemas que tienes ya no serán problemas. Naturalmente, a medida que entiendas la verdad, entres en la realidad-verdad y te vuelvas capaz de actuar conforme a los principios-verdad, te irás deshaciendo gradualmente de esos pequeños problemas. Es como sucede con aquellos de personalidad inquieta y los que son lentos, o con los que son parlanchines o taciturnos: esos no son problemas. Son cuestiones de personalidad. Algunas personas tienen una pronunciación clara y otras no; algunas son más audaces y se atreven a hablar frente a mucha gente, mientras que otras son menos audaces y no se animan a hablar si hay muchas personas cerca; algunos son extrovertidos y otros son introvertidos. Ninguna de esas cosas es un problema. ¿Qué es un problema? El carácter de los anticristos que se resiste a Dios, eso es un problema. Es el problema más grande, la fuente de toda la corrupción del hombre. Si resuelves el problema del carácter corrupto, ninguno de los otros seguirá siendo un problema.
¿Alguna otra pregunta? (Dios, tengo una pregunta: en mi búsqueda de la verdad, tengo una vida espiritual normal, pero mi corazón de amor y búsqueda de la verdad no es tan bueno. Cuando siento que mi estado no es bueno, busco con esmero durante un par de días, pero, una vez que ha pasado ese tiempo, vuelvo a aflojar. Este estado aparece una y otra vez y sé que es un carácter que siente aversión por la verdad, pero aun así no puedo cortarlo de raíz). No hay más remedio, así es la entrada en la vida del hombre. Al desear siempre resolver ese problema, estás cometiendo un error. Por ejemplo: algunas mujeres, al buscar esposo, tienen el criterio de que no pasa nada si él tiene una belleza promedio, pero debe ser romántico. Debe recordar cómo y dónde se conocieron, su cumpleaños, el aniversario, etcétera. Debe recordar cada día importante, y también debe acordarse de decir: “¡Te amo, cariño!” de vez en cuando y comprarle presentes cada tanto. Ella lo pondrá a prueba: “¿Qué día fue nuestra primera cita? ¿Cuándo es el día de los enamorados?”. A menudo busca romance y estímulo de esa manera y, si su vida se vuelve algo más aburrida, reaccionará con resentimiento y le recriminará a su esposo: “Mírate, patán. Tú no sabes nada de romance. ¡Qué aburrido es pasar los días contigo! En tus manos, ¡mi vida está arruinada!”. ¿No hay muchas mujeres que presentan este defecto? Y, cuando dices que el esposo de otra es romántico, que sabe cómo persuadir a una mujer, que trata a su esposa como una princesa, esas mujeres se ponen insoportablemente celosas y desean poder robarse a ese esposo y quedárselo ellas. Sencillamente no están dispuestas a vivir una vida mundana, corriente. ¿Has presentado ese defecto? (Sí). Mientras Dios hace su obra y salva a las personas, no hay muchas cosas emocionantes o estimulantes, y Él no creará sorpresas para ti. Ser mundano y corriente, eso es lo que significa ser práctico. Perseguir la verdad no requiere de sentimientos. Siempre que la búsqueda esté ahí, en tu corazón, y que examines de vez en cuando si se desvía la senda por la que vas y si hay algún descuido o pérdida causada por un error humano en el deber que llevas a cabo, y que hables sobre si en este período los hermanos y hermanas han ganado nuevas percepciones o conocimientos sobre cumplir un deber de los que tú carezcas, sobre si ha habido distorsiones en tu comprensión de las palabras de Dios cuando las lees, sobre si ha habido cosas en ellas que están fuera de tu alcance o que aún no has vivido o a las que has ignorado, etcétera; siempre que todas esas sendas, objetivos y direcciones sean normales y correctos, será suficiente. Siempre que tu dirección general sea correcta, con eso basta. No busques emoción y no esperes sorpresas. Nadie va a sorprenderte. Creer en Dios y perseguir la verdad es igual a como las personas viven su vida: la mayor parte del tiempo es monótono, porque vives en este mundo en el que nada es sobrenatural, y nada está separado de la vida real. Así de monótono es. Pero hay una diferencia entre este tipo de vida sin sobresaltos y la de aquellos que no creen: mientras tú crees en Dios y llevas a cabo tu deber, estás constantemente aprendiendo de tu carácter corrupto, corrigiendo y cambiando tu relación con Dios y enterándote de las verdades que no entiendes, conociendo y aceptando las verdades que no conoces o no comprendes. Esa es la diferencia. Es una diferencia bastante grande por sí sola, así que, ¿qué más podríais pedir? ¿No suceden suficientes cosas en la casa de Dios, en la iglesia y a tu alrededor? Las cosas que han ocurrido desde el inicio de la obra de Dios hasta ahora son suficientes para la apreciación de la gente. Los días pasan muy rápido; diez, veinte años pasan en un parpadeo y luego, en otro, se han ido treinta o cincuenta años. Más o menos así es la vida de una persona. ¿Cuánta emoción más se puede buscar? Estas cosas son suficientemente emocionantes. Todas las cosas que suceden a tu alrededor deben permitirte hallar cosas únicas, descubrir la verdad y ser sorprendentes para ti. Eso no es monótono, ¿verdad? (No). Perseguir la verdad no es buscar emociones. Así es para la gente, que vive en su humanidad normal, en este mundo material. No vayáis por ahí buscando emoción; buscar emoción y sentimientos es lo que hace la gente ociosa con el estómago lleno. Al realizar sus deberes y al perseguir la verdad la gente tiene lecciones nuevas que aprender cada día. Algunos dirán: “Entonces, ¿por qué no estoy aprendiendo?”. Bueno, puede que seas de progreso lento; con que aprendas algo cada mes es suficiente. Mientras hagas avances y estés persiguiendo la verdad, te habrá merecido la pena. ¿Ha resuelto el asunto esta enseñanza? (Sí). ¿Cómo? ¿Qué palabras lo han resuelto? (Lo resolvió saber que mi opinión sobre la búsqueda en mi fe en Dios no es práctica; mi forma de buscar no es pragmática. Siempre estoy buscando estimulación, siempre busco sentir cosas y solo considero a Dios a partir de nociones y figuraciones, manteniendo con Él una relación de distancia respetuosa, pero ignorando que las personas serán débiles en el transcurso de su entrada en la vida y que crecerán mientras tanto, y que afrontarán todo tipo de circunstancias. Eso es normal). Lo has entendido bien. Cuando no se presenta ninguna circunstancia, la gente debe llevar a cabo sus deberes como es debido y continuar con su búsqueda como es debido. No busques emoción o sentir cosas; no seas hipersensible y digas: “¿Por qué tengo mal humor hoy? Oh, mi relación con Dios es distante, ¡me apresuraré a orar!”. No es necesaria tanta hipersensibilidad. A Dios no le interesa; ¡Él no se molesta con esos asuntos insignificantes tuyos! Puedes decir: “No he orado durante días, pero a menudo busco a Dios en mi corazón al actuar y mantengo un corazón temeroso de Dios”. Ahí no hay ningún problema. Algunos dirán: “Oh, he estado tan ocupado con mi deber que llevo días sin leer las palabras de Dios”. Tú no has llevado a cabo ese procedimiento —lo has ignorado—, pero mientras cumplías tu deber has descubierto muchos problemas, has revelado cierto carácter corrupto y has escuchado compartir a otros durante ese período, y eso te ha edificado en gran medida. ¿No es esa una ganancia real? ¿Acaso no lees las palabras de Dios para comprender la verdad y ganarla? ¿Qué sentido tiene insistir en hacerlo de cierta manera o modo? Está bien. Concluiremos aquí nuestra enseñanza de hoy. ¡Hasta pronto! (Gracias, Dios, ¡hasta pronto!).
30 de mayo de 2020
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