Punto 10: Desprecian la verdad, desacatan con descaro los principios e ignoran las disposiciones de la casa de Dios (II) Parte 2
Algunos aprenden un poco de historia, entienden algo de política y, por un lado, les gusta presumir; por otro, piensan: “El dios encarnado posee la esencia y la verdad de dios. Conoce el hecho de que dios tiene soberanía sobre todas las cosas y comprende los detalles internos. Entonces, si entiendo de política e historia, ¿puedo satisfacer sus necesidades? ¿Puedo saciar su curiosidad por todas esas cosas?”. ¡Te aseguro que te equivocas! Lo que más me repugna es, en primer lugar, la política y, en segundo lugar, la historia. Si hablas de historia y compartes anécdotas narrativas humorísticas o cháchara informal para pasar el rato, no hay problema. Pero, si tratas esas palabras o asuntos como algo serio para comentar conmigo, para adularme, para entablar una relación, entonces te equivocas; no tengo ningún deseo de escuchar esas cosas. Algunas personas piensan erróneamente: “Tú compartes la verdad y organizas reuniones para la gente porque debes hacerlo; en el fondo, lo que más quieres es que haya un gran caos en el mundo. Temes que el mundo no sea lo bastante caótico. Cada vez que hay una catástrofe, quién sabe lo feliz que estarás entre bastidores, ¡quizá incluso lances fuegos artificiales para celebrarlo!”. Te aseguro que no es así. Incluso si el gran dragón rojo pereciera y se derrumbara, yo seguiría de la misma manera. Algunos preguntan: “¿No te alegrarías si el gran dragón rojo se derrumbara? Cuando el gran dragón rojo sea destruido y castigado, ¿no deberías lanzar fuegos artificiales? ¿No deberías hacer una gran fiesta y celebrarlo con el pueblo escogido de Dios?”. Decidme, ¿es lo que debería hacer? ¿Sería correcto o incorrecto? ¿Se ajusta a la verdad? Algunos dicen: “El gran dragón rojo ha perseguido mucho al pueblo escogido de Dios, ha difundido rumores sobre Él y ha difamado Su nombre; ha blasfemado y juzgado a Dios. ¿No deberíamos celebrar un poco cuando reciba su retribución?”. Si vosotros lo celebráis, yo lo permito, porque tenéis vuestro estado de ánimo. Si estáis todos alegres y permanecéis despiertos durante tres días y sus noches, reunidos para leer las palabras de Dios, cantar himnos y danzar para alabar la justicia de Dios, alegrándoos de que Dios haya finalmente destruido y pisoteado al gran dragón rojo, el enemigo; si el pueblo escogido de Dios ya no sufrirá su persecución y tortura, si ya no le será imposible regresar a sus hogares y podrá finalmente volver con sus familias, entonces el estado de ánimo de todos será comprensible. Si deseáis celebrarlo y relajaros de esta manera, lo consiento. Pero, en cuanto a mí, haré lo que debo hacer; no me involucro en esas actividades. Algunos preguntan: “¿Por qué tienes esa actitud? ¿No desanima a la gente? ¿Por qué no muestras algo de pasión? Si Tú no estás presente en el momento más crucial, ¿cómo podremos celebrar?”. No está mal celebrar, pero hay algo que debemos comunicar con claridad: digamos que el gran dragón rojo es castigado, Dios lo ha eliminado; ese rey demonio, que antes servía para perfeccionar al pueblo escogido de Dios, es destruido y erradicado; entonces, ¿qué pasará con la estatura del pueblo escogido de Dios? ¿Cuánta verdad habréis comprendido? Si todos vosotros podéis cumplir vuestros deberes adecuadamente, si sois todos seres creados cualificados, capaces de temer a Dios y apartaros del mal, si poseéis cada uno de vosotros la estatura de Job y Pedro y ya estáis todos salvados, entonces efectivamente será un momento dichoso, algo digno de celebración. Sin embargo, si un día cae el gran dragón rojo, pero vuestra estatura no alcanza el nivel para cumplir vuestros deberes con lealtad, si aún no hay temor de Dios en vosotros, si no sois capaces de apartaros del mal, si estáis sumamente lejos de la estatura de Job y Pedro, incapaces de someteros verdaderamente a la soberanía de Dios, y si no podéis ser considerados como seres creados cualificados, entonces ¿de qué podréis alegraros? ¿No sería deleitarse en una dicha banal? Tal celebración carecería de sentido y valor. Hay quienes dicen: “El gran dragón rojo nos persigue mucho; ¿acaso no es lícito odiarlo? Reconocer su esencia debería estar bien, ¿no? Nos ha perseguido mucho; ¿por qué no podemos alegrarnos cuando sea eliminado?”. Está bien sentirse feliz, expresar las emociones. Sin embargo, si piensas que la destrucción del gran dragón rojo significa la conclusión del plan de gestión de Dios, que la especie humana ha sido salvada y equiparas la destrucción del gran dragón rojo con la conclusión del plan de gestión de Dios, así como con tu propia salvación y perfección, ¿no es una interpretación errónea? (Sí). Entonces, ¿qué entendéis ahora? En cuanto al enemigo de Dios, el gran dragón rojo, su destino y su manera de ser son asuntos de Dios, y no tienen ninguna relación con tu búsqueda de un cambio de carácter o de la salvación. El gran dragón rojo no es más que un contraste, un objeto de servicio, sometido a las instrumentaciones de Dios. Lo que hace y cómo lo utiliza Dios para rendir servicio son asuntos de Él, ajenos a las personas. Por lo tanto, si te preocupas demasiado por su destino y dejas que distraiga tu corazón, entonces hay una dificultad, hay un problema. Dios tiene soberanía sobre todas las cosas, entre ellas el gran dragón rojo y todos los diablos y satanases, por lo que cualquier cosa que hagan, sea lo que sea, no tendrá relación con tu entrada en la vida o tu cambio de carácter. ¿Qué te preocupa? Tienes que reconocer la esencia perversa y cruel de su resistencia a Dios, su esencia de ser hostil a Dios y Su enemigo; eso es lo que tienes que entender. En cuanto al resto, qué desastres trae Dios sobre él, cómo orquesta Dios su destino, eso no tiene nada que ver contigo, y saberlo no sirve de nada. ¿Por qué no sirve de nada? Porque, aunque lo sepas, no puedes comprender por qué Dios actúa de tal manera. Aunque lo veas, no sabrás por qué Dios decide actuar así, no puedes percibir a fondo la verdad que hay detrás. Con estas breves observaciones doy por concluido este tema.
Las manifestaciones de los anticristos que utilizan adulaciones, halagos y palabras bonitas se encuentran, por supuesto, también en personas corruptas corrientes, pero ¿en qué se diferencian estas de los anticristos? En sus adulaciones, halagos y palabras bonitas no hay respeto ni sinceridad. Por el contrario, pretenden jugar con el Dios encarnado, verificarlo y utilizarlo, dando lugar así a esas prácticas; tienen sus propios objetivos. Tratan de jugar con la persona corriente que ven ante ellos mediante adulaciones, halagos y palabras bonitas para embaucar a Cristo e impedirle calar quiénes son realmente, qué tipo de actitudes corruptas tienen, qué tipo de integridad, qué tipo de esencia poseen y a qué categoría de personas pertenecen. Quieren embaucar y engañar, ¿no es así? (Sí). En sus adulaciones, halagos y palabras bonitas, ¿hay alguna sola palabra sincera? Ni una. La intención y el propósito de los anticristos son engañar, embaucar y jugar con otros. ¿No son estas prácticas la esencia de los anticristos que desprecian la verdad? (Sí). Piensan que a toda la gente corriente le gusta escuchar palabras agradables, disfrutar de los halagos y que los demás se arrastren ante ellos, lo que les daría una sensación de importancia y haría que su estatus pareciera más respetado y grandioso que el de la gente promedio. Por el contrario, si alguien se comporta de manera excesivamente servil delante de Cristo y si, carente de integridad y dignidad, habla con evasivas, siempre tratando de engañar y de encubrir los hechos, y trata a Cristo con fingimiento y falsedad, Cristo no solo no se creerá nada de eso, sino que se sentirá contrariado con esa persona en Su corazón. ¿En qué medida? Dios dirá que esa persona es despreciable, que no dice ni una sola verdad, que solo piensa en cómo lamer botas, que no es buena para nada, que no es un personaje positivo; esa persona no es confiable ni es de fiar. No son confiables ni son de fiar; así se define a ese tipo de personas. En la superficie son solo esas dos frases, pero en realidad esa persona no ama la verdad, no puede obtener la verdad y es poco probable que alcance la salvación. ¿Cuál es el significado y el valor de que esa persona crea en Dios si no puede obtener la verdad y es improbable que alcance la salvación? Si no causan trastornos ni perturbaciones, solo pueden desempeñar el papel de contraste u objeto de servicio en la casa de Dios, al igual que el gran dragón rojo. ¿Qué significa desempeñar un papel? Significa que, por un tiempo, van tan lejos como pueden, como si tiraran de un carro, y continúan mientras no lo vuelquen. ¿Por qué se les hace desempeñar un papel? Porque esas personas no persiguen la verdad. Desprecian y desdeñan tanto la verdad en sus corazones, se burlan de la verdad y juegan tanto con ella que está garantizado que su fin último será como el de Pablo y serán incapaces de llegar al final. Por lo tanto, ese tipo de personas solo pueden desempeñar el papel de servidores temporales en la casa de Dios. En un sentido, permiten que quienes verdaderamente persiguen la verdad tengan más discernimiento y comprensión. En otro, hacen todo lo que pueden en la casa de Dios, prestando servicio en la medida de sus posibilidades, porque esas personas no pueden llegar al final de la senda.
Un día, al salir, me encontré con una conocida. Antes de que pudiera hablar, me dijo: “Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que nos vimos. He estado esperándote aquí todos los días, echándote tanto de menos que no puedo quedarme en casa. ¡No hago más que buscarte entre la multitud que va y viene por aquí!”. Pensé para Mí que esa persona podría estar un poco mal en sus facultades mentales. ¿He concertado una cita contigo? ¿Por qué me esperas aquí todos los días? Ya que nos hemos encontrado, hablemos de algo relevante. Le pregunté: “¿Cómo has estado últimamente?”. Ella respondió: “Ay, no me hagas hablar. Desde nuestro último encuentro, he estado tan preocupada pensando en ti que no puedo comer ni dormir. Solo esperaba verte algún día”. Le dije: “Hablemos de algo relevante. ¿Cómo ha sido tu estado durante este periodo?”. “Bastante bueno. He estado bien”. “¿Ha celebrado elecciones vuestra iglesia? ¿Sigue estando el mismo líder?”. “No, eligieron a Fulano”. “¿Cómo es?”. “Está bien”. “Entonces, ¿por qué sustituyeron al anterior líder de la iglesia?”. “No estoy segura; estaba bien”. “Sé más específica; no te limites a responder ‘está bien’. ¿Es que no podía realizar trabajos concretos?”. “Me parecía que estaba bien”. “¿Qué hay de la humanidad del líder recién elegido? ¿Cómo es su comprensión de la verdad? ¿Puede desempeñar trabajos concretos?”. “Está bien”. Le preguntara lo que le preguntara, su respuesta era siempre que “está bien”, lo que hacía imposible mantener una conversación. Así que me fui. ¿Qué opináis de esta historia? ¿Cómo debería titularse? (“Está bien”). Esa historia es “Está bien”. En Mis interacciones con muchas personas, pocas hablan desde un lugar de razón humana, y mucho menos de acuerdo con los principios-verdad. La mayoría de la gente tiene la boca llena de mentiras, tonterías, falacias y palabras presuntuosas; no hay ni un solo enunciado veraz. Ni siquiera exijo que cada frase que pronuncies se ajuste a la verdad o contenga realidad-verdad, pero como mínimo deberías ser capaz de hablar como un humano, mostrar algo de sinceridad, mostrar algo de sentimiento verdadero. Sin eso, ¿puede haber diálogo? No puede haberlo. Siempre dices palabras vacías y mentiras; a la hora de afrontar situaciones, afloran tonterías, falacias y palabras insultantes, presuntuosas, de justificación y de defensa, lo que hace imposible congeniar o comunicarse, ¿cierto? (Cierto).
Muchas personas comen y beben de las palabras de Dios creyendo que estas solo tienen relación con el Dios en el cielo, con Su Espíritu y con el Dios que es invisible e intangible. Dado que ese Dios es muy lejano, Sus palabras se consideran lo suficientemente profundas como para que se refieran a ellas como la verdad. Sin embargo, piensan que esta persona común ante ellos, una persona a la que ven y oyen cuando habla, tiene poca conexión con la verdad, con Dios o con Su esencia. Esto se debe a que Él es visible y muy cercano a las personas; no impresiona a su corazón o a sus ojos en absoluto y no les provoca ninguna sensación de curiosidad enigmática. La gente siente que esta persona común, tangible y que habla es demasiado fácil de descifrar, demasiado transparente. Incluso piensa que puede penetrar en Él y calarlo de un vistazo. Como resultado, la gente inconscientemente trata a Cristo de la misma manera que trataría a un humano, de la misma manera que trataría a cualquier persona con estatus o poder. ¿Acaso esto es conforme a los principios-verdad? ¿Cómo se puede equiparar a Cristo con humanos corruptos con estatus y poder? Cuando las personas halagan y adulan a individuos corruptos que tienen estatus y poder, ganan beneficios y su aprecio. Los corruptos disfrutan de esto; ellos desean el halago, la adulación y el servilismo, ya que los hacen parecer más nobles y superiores y acentúan su propio estatus y poder. En cambio, Cristo, que tiene la esencia de Dios, es todo lo contrario. Cuando una persona tiene estatus y fama, no es porque su esencia o su calidad humana sean nobles; así que, para exponer su fama y su estatus, debe utilizar toda clase de medios para hacer que otros la idolatren y la adulen. En cambio, Cristo, que tiene la esencia de Dios, posee intrínsecamente la identidad y el estatus de Dios, que son más elevados que los de cualquier ser creado. Su identidad y esencia existen objetivamente, no necesitan de la adulación de ningún ser creado para tener validación; y Él tampoco necesita el halago o la adulación de ningún ser creado para demostrar Su identidad, Su esencia o Su estatus noble. Esto se debe a que es un hecho intrínseco que Cristo posee la esencia de Dios; no se la concede ninguna persona, ni mucho menos la gana con sus años de experiencia entre la especie humana. Es decir que, sin todos los seres creados, la identidad y la esencia de Dios permanecen como están; sin que ningún ser creado adore o siga a Dios, Su esencia se mantiene inalterada; este es un hecho que no cambia. Los anticristos creen erróneamente que, ante cualquier cosa que dice o hace Cristo, la gente debe usar palabras bonitas, debe celebrarlo, debe seguirle la corriente y debe halagarlo para complacer Sus preferencias y no ir en contra de Sus intenciones, pensando que esto podría hacer sentir a Cristo la existencia de Su identidad y de Su estatus. ¡Este es un error grave! ¿Cómo gana su fama y poder cualquier persona entre la especie humana corrupta que posee fama, poder y estatus? (Con halagos y servilismo). Eso por un lado. Por otro, es por medio de sus luchas y esfuerzos entre la gente, incluso por medio de la manipulación, y usando diversos medios para ganárselos o cogerlos por la fuerza. Esta es una simple reputación, una posición o un rango elevados entre las personas. Esta reputación, este rango y este estatus elevados hacen que uno destaque en la multitud, se convierta en un líder, en una persona que toma decisiones y tiene derecho a estar al mando. Pero ¿cuál es la esencia de esta persona con estatus y fama que está por encima del resto de la gente? ¿Hay alguna diferencia entre ella y los demás? Su identidad y esencia son exactamente las mismas que las de cualquier otro humano corrupto común; es un ser creado corriente que ha sido corrompido y está bajo el dominio de Satanás, que es capaz de traicionar la verdad y las cosas positivas, de invertir el bien y el mal, de ir en contra de los hechos, cometer maldades, oponerse a Dios y desafiar y maldecir al cielo. Su verdadera identidad y esencia son las de una persona corrompida por Satanás, una capaz de oponerse a Dios, lo que convierte su fama y su estatus en meros títulos vacíos. Aquellos que son lo suficientemente implacables, despiadados y malévolos, que podrían matar o hacer daño a otras personas por estatus y fama, consiguen posiciones elevadas. Los que son capaces de conspirar, que tienen métodos y pueden urdir conspiraciones, se convierten en líderes de otros. Estos individuos son más malévolos, despiadados y perversos que la gente corrupta común, y les gusta que los traten únicamente con palabras bonitas, servilismo, halagos y adulación. Si les dices la verdad, pones en riesgo tu vida. Los anticristos traen a la casa de Dios estas reglas del juego terrenales y estas filosofías para los asuntos mundanos y las aplican en sus interacciones con Cristo. Dan por sentado que, si Él quiere afianzarse con firmeza, también le debe gustar ser halagado, adulado y que le digan palabras bonitas. Al hacer esto, sutilmente tratan a la carne en que se encarna Dios como a un individuo más de la especie humana corrupta; ese es el enfoque de los anticristos. Por eso, el carácter que muestran los anticristos en sus interacciones con Cristo es sin duda perverso. Tienen un carácter perverso, les gusta especular y discurrir sobre los pensamientos de la gente, evaluar las palabras y las expresiones de las otras personas y usar ciertos medios y algunas reglas del juego de la gente profana para tratar a Cristo y en cuestiones que conciernen a sus interacciones con Él. ¿Cuál es el error más grave que cometen? ¿Por qué pueden actuar de esta manera? ¿Cuál es la causa? Dios dice que el Dios encarnado es una persona común. Los anticristos se deleitan al escuchar eso y dicen: “Bueno, entonces te trataré como a una persona común; ahora tengo un fundamento para el trato que te doy”. Cuando Dios dice que la carne en que se encarna Dios tiene la esencia de Dios, los anticristos responden: “¿La esencia de dios? ¿Cómo es que no la veo? ¿Dónde está? ¿Cómo se manifiesta? ¿Qué revela él para demostrar que tiene la esencia de dios? Yo solo sé halagar y adular a quienes tienen estatus. No me puede ir mal jamás halagando y adulando a la gente; es siempre la mejor opción. En cualquier caso, es mejor que decir la verdad”. Esta es la perversidad de los anticristos. Así es como los anticristos no creen en la verdad ni la aceptan, viviendo exclusivamente según la filosofía de Satanás.
Algunas personas dicen: “A todo el mundo le gustan aquellos que saben halagar, adular y decir palabras bonitas; Dios es el único al que no le agradan esas personas. Entonces, ¿qué tipo de persona sí le gusta a Dios? ¿Cómo debe uno interactuar con Él para agradarle?”. ¿Vosotros lo sabéis? (A Dios le agrada la gente honesta, la gente que le cuenta lo que hay en su interior, la que le abre su corazón y comparte con Él sin engaños). ¿Algo más? (Aquellos que tienen un corazón temeroso de Dios, que son capaces de escuchar y aceptar Sus palabras). (Aquellos cuyo corazón está volcado hacia la casa de Dios, que son del mismo sentir que Él). Todos habéis mencionado diversos aspectos de ser una persona honesta que se deberían practicar. Ser una persona honesta es una exigencia que le hace Dios al hombre. Es una verdad que el hombre debe practicar. ¿Cuáles son, entonces, los principios que debe seguir el hombre al tratar con Dios? Ser sincero. Este es el principio que debe seguirse cuando se interactúa con Dios. No caigas en la práctica de los no creyentes de halagar y adular; Dios no necesita que el hombre halague ni adule. Basta con ser sincero. ¿Y qué significa ser sincero? ¿Cómo hay que ponerlo en práctica? (Simplemente abrirse a Dios, sin colocar una fachada ni ocultar nada ni guardar ningún secreto, interactuando con Dios con un corazón honesto y ser franco, sin malas intenciones ni artimañas). Así es. Para ser sincero, antes debes dejar de lado tus deseos personales. En vez de centrarte en la forma en que Dios te trata, debes descubrirte ante Dios y decir lo que sea que tengas en el corazón. No medites ni tengas en cuenta las consecuencias de tus palabras; di lo que estés pensando, deja de lado tus motivaciones y no digas cosas solo para lograr algún objetivo. Tienes demasiadas intenciones y adulteraciones personales, siempre calculas la manera en la que hablas, considerando: “Debo hablar de esto y no de aquello, debo tener cuidado con lo que digo. Lo expresaré de manera que me beneficie, que cubra mis defectos y deje una buena impresión en dios”. ¿No es esto albergar motivos? Antes de abrir la boca, vuestra mente se llena de pensamientos tortuosos, modificáis varias veces lo que queréis decir, de modo que cuando las palabras salen de vuestra boca ya no son tan puras y no son en absoluto auténticas, pues contienen vuestras propias motivaciones y las artimañas de Satanás. Esto no es ser sincero, sino tener motivos siniestros y albergar malas intenciones. Es más, cuando hablas, siempre te basas en las expresiones faciales de la gente y en la mirada en sus ojos: si tienen una expresión positiva en su rostro, continúas hablando; si no, te aguantas y no dices nada; si la mirada en sus ojos es negativa y parece que no les gusta lo que están oyendo, lo piensas y te dices a ti mismo: “Bueno, diré algo que os interese, que os haga feliz, que os guste y que os haga tener una buena disposición hacia mí”. ¿Acaso es esto ser sincero? No. Algunas personas, cuando ven a alguien hacer el mal y provocar perturbación en la iglesia, no lo reportan. Piensan: “Si yo fuese el primero en reportarlo, ofendería a esa persona y, si resultara estar equivocado, me tendrían que podar. Esperaré a que otros lo reporten y me sumaré a ellos. Incluso si estamos equivocados, no será tan grave; después de todo, no se puede condenar a una multitud. Como afirma el dicho: ‘Las primeras espigas que se cortan son las que sobresalen’. Yo no seré esa primera espiga. Hay que ser un tonto para insistir en sobresalir”. ¿Eso es ser sincero? Desde luego que no lo es. Una persona así es astuta, ciertamente; si se convirtiera en un líder en la iglesia, en una persona a cargo, ¿no le causaría una pérdida a la obra de la iglesia? Claro que sí. Tal persona no debería ser usada bajo ningún concepto. ¿Podéis discernir a esta clase de persona? Pongamos, por ejemplo, que hay un líder que ha hecho algunas cosas malas y ha perturbado la obra de la iglesia; sin embargo, nadie comprende qué está sucediendo realmente con esta persona, y lo Alto tampoco está al tanto de cómo es; solo tú sabes lo que ocurre con ella. ¿De verdad transmitirías el problema a lo Alto en esas circunstancias? Este problema es el que más pone en evidencia al hombre. Pongamos que tú ocultas el asunto y no le dices nada a nadie, ni siquiera a Dios, y esperas hasta que llegue el día en que el líder haya hecho tanto mal que haya arruinado la obra de la iglesia y ya todos lo hayan desenmascarado y se hayan encargado de él, y solo entonces te pones de pie y dices: “Yo siempre supe que no era una buena persona. Es solo que algunas personas creían que sí lo era; si hubiese dicho algo, nadie me hubiera creído. Por eso no alcé la voz. Ahora que ha hecho algunas cosas malas y todos se dan cuenta de quién es, puedo hablar de lo que realmente está sucediendo con él”. ¿Estás siendo sincero? (No). Si, cada vez que se sacan a la luz los problemas de alguien o que se reporta un problema, tú sigues a la multitud y eres el último en levantarte y dejarlo en evidencia o en reportar el asunto, ¿estás siendo sincero? Nada de eso es ser sincero. Si desarrollas antipatía hacia alguien o alguien te ha ofendido y sabes que no es una persona malvada, pero, por tu mezquindad, empiezas a odiarlo y deseas vengarte y ponerlo en ridículo, puede que pienses en maneras de decirle algunas cosas malas sobre él a lo Alto y que busques la oportunidad de hacerlo. Puede que solo estés exponiendo los hechos y no condenando a la persona, pero, cuando expones esos hechos, se revela tu intención: quieres servirte de la mano de lo Alto o hacer que Dios diga algo para encargarte de ella. Reportando los problemas a lo Alto, buscas lograr tu objetivo. Esto está obviamente contaminado por intenciones personales y, sin duda, no es ser sincero. Si es una persona malvada que está perturbando la obra de la iglesia y tú la reportas a lo Alto para proteger esa obra y, además, los problemas sobre los que informas son completamente verídicos, es diferente a que manejes las cosas por medio de filosofías satánicas. Esto nace de un sentido de la rectitud y de la responsabilidad y es la realización de tu lealtad; de esta manera se manifiesta ser sincero.
A Dios no le agradan las personas que halagan, adulan y dicen palabras bonitas. Entonces, ¿qué tipo de persona le agrada a Dios? ¿Cómo le gusta a Dios que las personas interactúen y compartan con Él? A Dios le gustan las personas honestas, las personas que son sinceras con Él. No es necesario que consideres Su tono de voz y Su expresión o que te congracies con Él, solo debes ser sincero, tener un corazón sincero, sin secretos, pantallas o disfraces, y permitir que tu apariencia externa coincida con tu corazón. Es decir que, cuando tratas con Cristo e interactúas con Él, no necesitas hacer ningún esfuerzo, ninguna “tarea”, ni prepararte ni hacer nada previamente; nada de eso es necesario. A Dios le gusta la sinceridad; una conversación y una interacción que sean naturales, normales y de corazón a corazón. Aunque digas algo incorrecto o uses palabras inapropiadas, no hay problema. Por ejemplo, pongamos que Yo voy a algún lugar y el cocinero pregunta: “¿Hay alguna restricción en tu dieta? ¿Qué comidas comes y cuáles no? ¿Qué debo preparar?”. Yo digo: “Que la comida no sea muy salada ni picante, tampoco demasiado aceitosa y que no tenga fritos. Como alimento básico, arroz o fideos están bien”. ¿Son profundas estas instrucciones? (No). Cualquiera que sepa cocinar las entendería de inmediato, sin necesidad de especular, de meditar o de recibir una explicación o guía específica. Solo cocina en función de tu experiencia; es un asunto sencillo. Pero hasta la cosa más simple es inalcanzable para las personas, porque poseen actitudes corruptas y egoísmo. Yo digo que no sea muy aceitoso; sin embargo, mientras cocinan, usan una cucharada grande de aceite para un pequeño plato de vegetales, con lo que básicamente los fríen, y les queda un sabor muy grasoso. Digo que no muy salado, así que le ponen solo una pizca de sal, por lo que casi no tiene sabor. Con tanto aceite y un sabor tan soso, ¿puede ser apetitoso de todas formas? El cocinero ni siquiera puede hacer esta pequeña tarea bien, e incluso dice: “Las intenciones de dios son difíciles de captar. Todas las palabras que él dice son la verdad, ¡para la gente es difícil ponerlas en práctica!”. ¿Qué significa “difícil de poner en práctica”? No es que sea difícil practicarlas, sino que tú no lo haces. Tu egoísmo es demasiado grande; siempre tienes tus propias intenciones y contaminaciones personales. Siempre quieres hacer las cosas de acuerdo con tu propia voluntad y haces todo en función de tu propio gusto. Yo digo: “No prepares platos picantes cuando hagas la comida. Si a todos os gusta la comida picante, prepara algunos platos suaves para mí”. Pero, al cocinar, insiste en hacerlos picantes; empiezan a comer y piensan que está muy rico. Yo digo: “Te dije que no lo hicieras picante. ¿Por qué lo hiciste así?”. “Este plato debe ser picante. Sin el picante no estaría rico; pierde sabor si no lo tiene”. ¿Qué clase de persona es esta? ¿Tiene buenas intenciones? A algunas personas les gusta comer carne. Yo digo: “Si te gusta la carne, prepara un plato con abundante carne para ti. En el plato que hagas para mí, pon menos cantidad o simplemente prepárame un plato de vegetales”. La persona accede de inmediato, pero, cuando está cocinando, ignora Mi petición y pone grandes trozos de carne en la cacerola y hasta le añade pimientos picantes. Aunque la carne ya está grasosa, la saltea de todas formas, preparando todo de acuerdo con su propio gusto por los sabores fuertes. Si no le permito hacerlo, no le resulta aceptable; incluso dice: “Eres difícil de satisfacer. ¡Esto está delicioso! Todos están comiendo, ¿por qué tú no? ¿No lo estoy cocinando para ti? Comer más es bueno para la salud, te da energía. Si estás sano, podrás predicar más sermones, ¿verdad? Estoy teniéndote en cuenta a ti y a los hermanos y hermanas de la iglesia”. ¿No es tremendamente problemática esta persona? Para todo tiene deseos intensos; para todo tiene sus propias opiniones e ideas. Independientemente de si posee alguna verdad o no, no tiene ni siquiera la humanidad más básica. ¿Es eso ser sincero? (No). Al principio, cuando esta persona me consultó, sentí que era alguien decente, que debía saber cocinar muy bien. Pero, una vez que la comida estuvo servida, supe que, aunque su forma de hablar fuera agradable y pareciera ser bueno conmigo, en realidad no era más que un sujeto egoísta y despreciable.
Hay alguien así a quien veo a menudo; ella es, por naturaleza, calculadora y espabilada. Cuando interactúa conmigo, en cuanto cojo Mi medicamento, ella ya me está trayendo agua; cuando estoy por salir, de inmediato coge mi bolsa y, si ve que afuera hace frío, también me trae una bufanda y guantes. Yo pienso: es rápida, pero ¿por qué esto se siente incómodo? Ya esté entrando o saliendo, poniéndome ropa, calzado o un sombrero, siempre hay alguien más veloz que Yo. ¿Cómo pensáis que me siento? ¿Debo estar feliz o molesto? (Molesto). ¿A vosotros os haría sentir molestos este tipo de comportamiento? (Sí). Si todos vosotros os sentiríais molestos, ¿pensáis que Yo estoy molesto? (Sí). Algunas personas, después de hacer todo esto por mí, se sienten satisfechas y orgullosas de sí mismas y dicen: “Cuando estaba trabajando, mi jefe me apreciaba. Vaya a donde vaya, a la gente le agrado, porque tengo rapidez mental”. Esto implica que saben cómo ser serviles, halagar y adular; no son lelas, lentas o necias; son rápidas al actuar y de mente despierta, por eso agradan dondequiera que van. Cuando dicen que les agradan a todos, quieren decir que a mí también deberían agradarme. ¿Acaso me agradan? ¡Me fastidian completamente! Evito a tales personas siempre que las veo. Hay otras que, al ver que en el mundo los guardaespaldas y los lacayos lisonjeros de los jefes del inframundo y de los grandes villanos les abren a estos las puertas del coche y les protegen la cabeza, hacen lo mismo conmigo. Antes de que me suba siquiera al coche, ya están estirando el brazo para abrir la puerta, y luego protegen mi cabeza con su mano, tratándome como los no creyentes tratan a un grupo de dirigentes. Estas personas me repugnan. Estas personas, que no persiguen la verdad en lo más mínimo, tienen una humanidad egoísta, despreciable e inmunda, y carecen por completo de sentido de la vergüenza. Cuando interactúas con los demás halagando y adulando a aquellos con estatus y fama y te comportas de manera servil incesantemente, incluso algunas personas rectas lo encuentran repulsivo y menosprecian a las personas así. Si me lo haces a mí, me parecerá aún más repugnante. Jamás te comportes de esa manera conmigo; no lo necesito, me repugna. Lo que Yo necesito no es tu halago, tu adulación ni tu servilismo. Necesito que seas sincero conmigo, que me hables desde el corazón cuando nos reunimos, que me hables de tu entendimiento, tus experiencias y tus defectos, que hablemos de la corrupción que revelas en el proceso de cumplir con tu deber y de las cosas que piensas que faltan en tus experiencias. Puedes dedicarte a buscar y a compartir sobre todas estas cosas y también puedes explorarlas. No importa el tema sobre el que hablemos o conversemos, debes ser sincero y tener ese tipo de corazón y de actitud. No pienses que halagando, siendo servil, adulando o intentando caerme en gracia causarás una buena impresión; es completamente inútil. Al contrario, tal comportamiento no solo no te da ningún beneficio, sino que además podría causarte un gran bochorno y dejar en evidencia tu estupidez.
Aquellos que no pueden siquiera ser sinceros con Cristo, ¿qué tipo de personas son? Si eres sincero al tratar con los demás, temes que ellos puedan conocer tu verdadera situación y hacerte daño, que te puedan engañar, que puedan aprovecharse de ti, ridiculizarte o despreciarte. Sin embargo, ¿qué hay que temer cuando eres sincero con Cristo? Si tienes esas dudas en tu corazón, es un problema. Si no puedes ser sincero, también es un problema tuyo; es un área en la que debes perseguir la verdad y esforzarte por cambiar. Si de verdad crees y reconoces que la persona ante ti es el Dios en el que crees, el Dios al que sigues, entonces será mejor que no interactúes con Él por medio de halagos, adulación y palabras bonitas. En vez de eso, sé sincero, di lo que sientes y usa palabras verídicas. No digas cosas que sirvan para disimular ni puras mentiras o palabras para encubrir, ni incurras en engaño o conspiración. Esa es la mejor manera de interactuar con Cristo. ¿Podéis lograr eso? ¿Qué es positivo, ser sincero o halagar y adular? (Ser sincero). Ser sincero es positivo, mientras que halagar y adular es negativo. Si las personas no pueden lograr algo tan positivo como ser sinceras, eso indica que hay un problema en ellas, un carácter corrupto. ¿Es excesivo de Mi parte este requisito? Si pensáis que es excesivo, si pensáis que Yo no merezco ese tratamiento, que no merezco que interactuéis conmigo de ese modo sincero y con una actitud así de sincera, entonces, ¿tenéis un método mejor, una manera mejor? (No). Entonces, poned en práctica este enfoque. Vamos a finalizar aquí nuestra enseñanza de este punto.
Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.