Punto 10: Desprecian la verdad, desacatan con descaro los principios e ignoran las disposiciones de la casa de Dios (II) Parte 3

B. Escrutinio y análisis, además de curiosidad

Pasamos al segundo punto: escrutinio y análisis, además de curiosidad. ¿Es fácil de entender este punto? Con respecto a las acciones y palabras del Dios encarnado, así como a la personalidad o el carácter revelado en cada una de Sus palabras y obras, o incluso Sus preferencias, las personas normales deben tratarlos de forma correcta. Quienes verdaderamente siguen a Dios y persiguen la verdad consideran esas revelaciones aparentes de Cristo como el lado normal de Su carne. Con respecto a las palabras que Cristo pronuncia, pueden escucharlas y captarlas con la disposición de tratarlas como la verdad; a partir de esas palabras pueden comprender las intenciones de Dios, entender los principios de práctica y encontrar una senda de práctica para entrar en la realidad-verdad. Pero los anticristos se comportan de manera diferente. Cuando observan a Cristo hablando y actuando, lo que albergan en su corazón no es aceptación o sumisión, sino escrutinio: “¿De dónde vienen esas palabras? ¿Cómo las pronuncia? Frase tras frase… ¿Son premeditadas o inspiradas por el espíritu santo? ¿Esas palabras las aprende o se las prepara de antemano? ¿Por qué no lo sé? Algunas de ellas suenan bastante corrientes, puro lenguaje cotidiano. No suena como dios; ¿realmente dios habla con tanta normalidad, de manera tan común? No puedo descifrarlo mediante el escrutinio, así que observaré lo que hace de fondo. ¿Lee periódicos? ¿Ha leído algún libro famoso? ¿Estudia gramática? ¿Con qué tipo de gente suele relacionarse?”. No mantienen una actitud de sumisión o aceptación de la verdad, sino que escrutan a Cristo con la actitud de un erudito que lleva a cabo una investigación científica o estudia temas académicos. Escrutan el contenido de las palabras de Cristo y Su manera de hablar, los oyentes a los que se dirige y también Su actitud y propósito cada vez que dice algo. Cada vez que Cristo habla o actúa, todo lo que llega a sus oídos, todo lo que pueden ver y todo lo que oyen se convierte en objeto de su escrutinio. Escrutan cada palabra y frase pronunciada por Cristo, cada acción que lleva a cabo, cada individuo del que se ocupa, Su forma de tratar a la gente, Su manera de hablar y Su porte, Su mirada y Sus expresiones faciales, incluso Sus hábitos de vida y Sus rutinas, Su forma de relacionarse con los demás y Sus actitudes hacia ellos; todo eso lo escrutan. Sobre la base de este escrutinio, los anticristos llegan a la siguiente conclusión: “Mire como mire a cristo, parece poseer una humanidad normal; es bastante corriente, sin nada particularmente excepcional en él, salvo la capacidad de expresar la verdad. ¿Puede realmente ser ese el dios encarnado?”. Por mucho que escruten, no pueden llegar a una conclusión definitiva; por mucho que escruten, no pueden averiguar si Cristo es el dios que reconocen en su corazón. Son los que escrutan a Cristo, no los que experimentan la obra de Dios. ¿Cómo pueden llegar a conocer a Dios?

Los anticristos, en su escrutinio de Cristo, son incapaces de ver la grandeza de Dios, de ver Su justicia, Su omnipotencia y Su autoridad. Por más que escruten, no pueden llegar a la conclusión de que Cristo posee la esencia de Dios; son incapaces de percibirlo y comprenderlo. Hay quienes dicen: “Donde no se puede ver ni entender, hay una verdad que buscar”. A lo que un anticristo respondería: “No veo ninguna verdad que buscar aquí; solo hay detalles sospechosos que merece la pena escrutar a fondo”. Tras su escrutinio y análisis, concluyen: “Este Cristo solo puede pronunciar algunas palabras y, más allá de eso, no se diferencia en nada de la gente corriente. Carece de dones excepcionales, no tiene habilidades únicas y ni siquiera posee los poderes sobrenaturales para realizar señales y prodigios como lo hizo Jesús. Todo lo que Él dice son las palabras de un mortal. Entonces, ¿es realmente Cristo?”. El resultado requiere un análisis y un escrutinio más detallados. Por más que miren, no pueden ver la esencia de Dios en Cristo; por más que escruten, no pueden concluir que Cristo tiene la identidad de Dios. A los ojos de un anticristo, la carne en la que dios se encarna debe poseer poderes extraordinarios, dones excepcionales, la capacidad de hacer milagros y la esencia y capacidad de manifestar y ejercer la autoridad de dios. Sin embargo, esta persona corriente que tienen delante carece de todas esas cualidades, y Su discurso no es muy elocuente; incluso cuando describe muchas cosas, utiliza un lenguaje coloquial que no se ajusta a las nociones humanas, ni siquiera alcanza el nivel de un profesor universitario. Por mucho que los anticristos escruten el discurso de Cristo, por mucho que escruten Sus acciones, así como Su actitud y Su manera de hacer las cosas, no pueden ver que Cristo —esta persona corriente— posee la esencia de Dios. Por lo tanto, en el corazón de los anticristos, lo que más hace que esta persona ordinaria sea digna de ser seguida son las muchas cosas, palabras y fenómenos que no pueden ver por lo que son; eso es lo que es digno de su escrutinio y análisis, es su mayor motivación para seguir a esta persona. ¿Qué contenidos y temas merecen su escrutinio y análisis? Son estas palabras sobre la entrada en la vida pronunciadas por Cristo; la gente corriente en realidad no puede decir tales cosas, realmente no las posee, y tales palabras de hecho no se encuentran en una segunda persona entre la especie humana; no se sabe de dónde vienen. Los anticristos escrutan una y otra vez, pero nunca pueden llegar a una conclusión al respecto. Por ejemplo, cuando hablo de cómo es alguien, cuál es su esencia y su carácter, la gente corriente cotejará meticulosamente esos detalles con la persona en cuestión y verificará el asunto. Cuando los anticristos escuchan esas palabras, no adoptan una actitud de aceptación para coincidir en el asunto y comprenderlo, sino para analizarlo. ¿Qué analizan? “¿Cómo conoces la situación de esta persona? ¿Cómo sabes que tiene ese carácter? ¿En qué te basas para definirla? No has tenido mucho contacto con ella, así que ¿cómo la entiendes? Llevamos mucho tiempo en contacto con ella, ¿por qué no podemos verla como es o entenderla? Tengo que observarla y no solo fiarme de tu palabra: lo que dices puede no ser acertado o correcto”. A lo largo de las interacciones de algunas personas conmigo, puedo guiarlas en un determinado trabajo o profesión. Si la forma y el método de esa orientación se ajustan a los conocimientos técnicos que poseen y les satisfacen, la ejecutarán a regañadientes. Pero, si no les satisface, se resistirán en su corazón y se preguntarán: “¿Por qué lo haces de esa manera? ¿No es contrario a este ámbito? ¿Por qué debería escucharte? Si lo que dices es incorrecto, no puedo escucharte; tengo que seguir mi propio camino. Si tienes razón, necesito entender por qué la tienes, cómo has llegado a saberlo. ¿Lo has estudiado? Si no, ¿cómo podrías saberlo? Si no lo has estudiado, no deberías entenderlo; si lo entiendes, no es normal. ¿Cómo lo entiendes? ¿Quién te lo dijo, o acaso lo aprendiste en secreto por tu cuenta?”. Por dentro analizan y escrutan. Cada frase que digo, cada asunto del que me ocupo, debe pasar por el filtro de los anticristos, someterse a su auditoría. Solo lo aceptarán si pasa su auditoría; si no, lo criticarán, formarán juicios y generarán resistencia.

La carne en la que Dios se encarna es el mayor misterio para todas las personas. Nadie puede comprender qué ocurre realmente en ese aspecto ni cómo la esencia de Dios se materializa en esa carne: cómo Dios se ha convertido en persona, cómo esta persona puede hablar las palabras de la boca de Dios y desempeñar la obra de Dios, y cómo exactamente el Espíritu de Dios guía y dirige a esta persona. En toda esa obra, la gente no ha visto grandes visiones ni ha observado movimientos relevantes de esa carne; no parece que esté ocurriendo nada excepcional, todo parece normal. De manera imperceptible, Dios ha llevado a Oriente la gloria que había en Israel. A través de la palabra y el trabajo de esta persona, una nueva era ha comenzado y la antigua ha terminado, sin que nadie haya caído en la cuenta de cómo ha sucedido. Sin embargo, quienes creen de verdad en Dios, quienes son sencillos y abiertos de corazón, quienes poseen humanidad y razón, no escrutan esas cuestiones. Si no escrutan, ¿qué hacen? ¿Solo esperar pasivamente? No, ellos ven que esas palabras son la verdad, creen que la fuente de todas esas palabras es Dios, y así reconocen el hecho de que esta persona ordinaria es Cristo y lo aceptan como su Señor y Dios, sin considerar nada más. Los anticristos, por otro lado, no pueden ver que todas esas palabras y obra vienen de Dios, que la fuente de todo ese hablar y obrar es Dios, y por lo tanto no aceptan a esta persona corriente como su Señor y Dios. En cambio, intensifican su escrutinio y se resisten en su corazón. ¿A qué se resisten? “No importa lo mucho que hables, lo grande que sea tu trabajo ni quién sea tu fuente; mientras seas una persona corriente, mientras tu forma de hablar no coincida con mis nociones, mientras tu aspecto no sea lo bastante grandioso como para atraer mi atención o ganarte mi respeto, te escrutaré y analizaré. Eres el blanco de mi escrutinio; no puedo aceptarte como mi señor, como mi dios”. Durante el proceso de su escrutinio y análisis, los anticristos no solo no logran resolver sus nociones, rebeldías y actitudes corruptas, sino que sus nociones crecen día a día y se vuelven cada vez más graves. Por ejemplo, cuando se revela que un líder de la iglesia es un anticristo y causa perturbaciones y destrucción en esa iglesia, la primera reacción de los anticristos ante tal acontecimiento es preguntar: “¿Cristo sabe de esto? ¿Quién designó a ese líder en la iglesia? ¿Cuál es la reacción de cristo ante esto? ¿Cómo lo está manejando? ¿Conoce a esta persona? ¿Ha dicho cristo anteriormente que esta persona era un anticristo o profetizado este acontecimiento? Ahora que ha surgido un tema tan importante en esta iglesia, ¿fue cristo el primero en saberlo?”. Yo digo que no lo sabía, que Yo también acabo de enterarme. “Eso no está bien; tú eres dios, tú eres cristo; ¿por qué no lo sabías? Deberías saberlo”. Precisamente porque soy Cristo, una persona corriente, no estoy obligado a saber. La iglesia tiene sus decretos administrativos y sus principios para gestionar a las personas. Cuando aparecen los anticristos, los pueden echar o expulsar de acuerdo con los principios de la iglesia. Eso refleja que Dios tiene el poder, que la verdad tiene el poder. No necesito saberlo todo. Si la iglesia no maneja los asuntos de acuerdo con su decreto administrativo y principios para gestionar a las personas, entonces Yo intervendré. Sin embargo, si los hermanos y hermanas entienden los principios de la casa de Dios a la hora de echar o expulsar a la gente, no hace falta que me involucre. Donde la verdad tiene poder, no necesito intervenir. ¿No es esto algo muy normal? (Sí). Pero los anticristos pueden generar problemas y desarrollar nociones sobre esa cuestión, e incluso utilizar esas nociones para negar a Cristo y condenar el hecho de que Cristo posea la esencia de Dios. Eso es precisamente lo que hacen los anticristos. Como algo no coincide con sus nociones, figuraciones o expectativas, pueden negar la esencia de Cristo. Su escrutinio de todos y cada uno de los aspectos de Cristo los lleva a la siguiente conclusión: no ven la esencia de Dios en Cristo, por tanto, no pueden definir a esta persona como poseedora de la esencia e identidad de Dios. Esto genera una situación en la que, mientras no ocurra nada, todo estará bien, pero, en cuanto suceda algo, los anticristos serán los primeros en aparecer y negar la identidad de Cristo y condenarlo. Entonces, ¿cuál es el propósito del escrutinio de los anticristos? Su escrutinio y análisis no son para comprender mejor la verdad, sino para encontrar pruebas y aprovecharse, para negar el hecho de que Dios se hizo carne, para negar el hecho de que la carne en la que Dios se encarna es Cristo, es Dios. Esa es la motivación y el objetivo detrás de que los anticristos escruten y analicen a Cristo.

Los anticristos, aunque siguen a Cristo y se hacen pasar por seguidores, tienen una actitud de escrutinio y análisis y, en última instancia, no logran comprender la verdad ni constatar el hecho de que Cristo es el Señor, es Dios. Pero ¿por qué lo siguen tan de mala gana, tan a regañadientes, y residen dentro de la casa de Dios? Un punto del que ya hemos hablado antes es que albergan la intención de recibir bendiciones; son ambiciosos. Otro punto es que los anticristos poseen una curiosidad que no se encuentra en la gente común. ¿Qué tipo de curiosidad? Es su fascinación por los sucesos extraños e inusuales. Los anticristos sienten especial curiosidad por todos esos sucesos, todos los acontecimientos del mundo que trascienden las leyes de la naturaleza. Tienen un deseo de profundizar en muchas cosas y llegar al fondo de ellas. ¿Cuál es la esencia de esa indagación? Es pura arrogancia; quieren entenderlo todo, conocer la verdad que hay detrás de todo, para no parecer incompetentes. Sea cual sea el asunto, quieren ser los primeros en saberlo, los más informados y los que más conocen los pormenores del asunto; quieren convertirse en “los que más” en todos los sentidos. Por tanto, tampoco pasan por alto o se pierden el asunto de que Dios se haya hecho carne. Dicen: “La encarnación de dios es el mayor misterio del mundo humano. ¿Qué ocurre exactamente con ese grandísimo misterio, con ese hecho tan maravilloso? Puesto que supera las expectativas ordinarias y esa carne es diferente de la de los humanos corrientes, ¿dónde radica la diferencia? Debo verlo y entenderlo por mí mismo”. ¿A qué se refieren cuando dicen “ver y entender por sí mismos”? Quieren decir: “He viajado por varios países del mundo, he visitado montañas famosas y lugares históricos y he entrevistado a personas ilustres y sabias, todas ellas no son más que personas corrientes. Al único al que no he conocido —ni he aprendido de él— es a este cristo. ¿Cuál es exactamente la esencia de este cristo? Debo verlo y entenderlo por mí mismo”. ¿Qué es exactamente lo que quieren ver y entender? “He oído que dios puede realizar señales y prodigios. Dicen que Jesús es el señor, es cristo; ¿qué señales y prodigios realizó para satisfacer la curiosidad de la gente? Recuerdo un incidente en el que, después de que el señor Jesús maldijera una higuera, esta se marchitó. ¿Puede este cristo hacer lo mismo ahora? Debo verlo y entenderlo y, si tengo la oportunidad, verificarlo para ver si puede ejecutar tales actos. Se dice que el dios encarnado posee la autoridad de dios, que hace posible que los paralíticos caminen, los ciegos vean, los sordos oigan y los enfermos sanen. Se trata de acontecimientos milagrosos y novedosos; en el mundo humano se consideran habilidades excepcionales que la gente corriente no tiene. Es algo que tengo que ver por mí mismo”. Además, hay otro asunto, el más significativo, que les preocupa. Dicen: “¿Qué pasa exactamente con las vidas pasadas y presentes, y con el ciclo de la reencarnación en este mundo humano? La gente corriente no puede explicarlo con claridad. Dado que dios se ha hecho carne y lo gobierna todo, ¿tiene cristo conocimiento de eso? Cuando haya ocasión, debo preguntarle e indagar sobre ese asunto; haré que examine mi aspecto y vea si mi destino es bueno y me diga qué fui en mi vida pasada, si un animal o un humano. Si sabe esas cosas, entonces estaré impresionado; eso significaría que es extraordinario, superior a la gente común, y, posiblemente, cristo. Además, dicen que en el cielo está el trono y la morada de dios, entonces, ¿este dios encarnado sabe dónde está la morada de dios y el reino de los cielos? Se dice que el reino de los cielos tiene calles pavimentadas con oro, resplandecientes y espléndidas; si este dios encarnado pudiera llevarnos a recorrerlo, ¿no habría merecido la pena toda nuestra vida y también nuestra fe no habría sido en vano? Además, no necesitaríamos cultivar; cuando tuviéramos hambre, cristo podría simplemente convertir las piedras en comida con una sola frase. Después de todo, con cinco panes y dos peces alimentó a cinco mil personas; ¿no sería una gran ventaja para nosotros? ¿Y qué pasa cuando cristo habla? Dicen que provee agua viva, pero ¿dónde está esa agua? ¿Cómo se suministra, cómo fluye? Todas estas son cuestiones bastante novedosas y dignas de explorar. Si pudiera presenciar una sola con mis propios ojos, entonces me convertiría en una persona con perspicacia en esta vida, en lugar de ser solo una persona corriente”. ¿No les está pudiendo la curiosidad? (Sí).

Algunas personas llegan a creer en Dios, a aceptar a Cristo y a seguir a Cristo, no para obtener la verdad, sino con otras ideas en mente. Algunas personas, nada más conocerme, preguntan: “¿Qué significan las siete plagas y las siete copas del Apocalipsis? ¿Qué simboliza el caballo blanco? ¿Ha llegado ya la calamidad de los tres años y medio?”. Yo respondo: “¿Sobre qué me preguntas? ¿Qué es el Apocalipsis?”. Ellos replican: “¿Ni siquiera conoces el Apocalipsis? Dicen que eres dios, ¡pero yo no estoy tan seguro!”. Otros preguntan: “Durante el proceso de difundir el evangelio, nos encontramos con personas que preguntan sobre cuestiones místicas. ¿Qué debemos hacer?”. Ni siquiera espero a que terminen y les digo: “Quien siempre pregunta sobre misterios en lugar de buscar la verdad no es alguien que acepte la verdad; no podrá alcanzar la salvación en el futuro. Los que siempre buscan misterios no sirven; no difundas el evangelio entre esa gente”. ¿Por qué lo digo? Al fin y al cabo, ¿quién hace esas preguntas? No es otra persona; son ellos mismos. Quieren hacer esas preguntas y conocer sus respuestas, y creen que no sé quién es el que pregunta, ¡como si yo no pudiera calarlos! Después de oír lo que digo, piensan: “Dios dijo que no sirvo, así que no preguntaré más”. ¿Qué tal Mi enfoque? ¿No fue efectivo para callarlos? Si les hubiera contestado, ¿no habría entrado en su juego? Les daría la mano y me tomarían el codo y me harían preguntas sin parar. ¿Tengo la obligación de explicarles esas cosas? ¿Qué podrían hacer siquiera con ese conocimiento? Aunque lo sepa, no te lo diré. ¿Por qué debería hacerlo? ¿Soy intérprete de las Escrituras? ¿Has venido aquí a estudiar teología? Vienes a escrutarme, ¿y debo abrir Mi corazón a tu escrutinio? ¿Es adecuado? Vienes a verificarme, ¿y debo permitir que lo hagas? ¿Es adecuado? No estás aquí para aceptar la verdad; vienes haciendo preguntas con una actitud de hostilidad, duda e indagación. No podría darte respuestas. Hay quien dice: “¿No es necesario responder a cualquier pregunta?”. Depende del caso. En lo que se refiere a la verdad y al trabajo de la iglesia, aun así debo considerar la situación. Si ya te lo he dicho antes y sigues fingiendo no saber y haces como que preguntas humildemente, entonces no te responderé. Te podaré y, después de eso, lo entenderás. ¿Qué es exactamente lo que los anticristos están escrutando desde la perspectiva de escrutar y analizar a Cristo, y de su curiosidad por la esencia de Cristo y de Dios? Están escrutando la verdad. Todo lo que Dios hace lo toman como objeto de su escrutinio y análisis, y lo utilizan como una forma de pasar el tiempo. Siguen a Dios como si fueran eruditos que estudian un determinado campo o un determinado corpus de conocimientos, al igual que los incrédulos que asisten a una escuela teológica. ¿Pueden esas personas recibir el esclarecimiento de Dios? ¿Pueden recibir luz? ¿Pueden comprender la verdad? (No).

En la iglesia hay algunas tareas que nunca antes se habían visto, y algunas de ellas involucran trabajo profesional. Cuando guío esas tareas, algunas personas escuchan con seriedad y humildad y captan los principios que deben observarse al realizar esos deberes y la realidad-verdad que debe practicarse y en la que se debe entrar. Sin embargo, algunas personas se devanan los sesos escrutando en sus corazones, y piensan: “Tú no has estudiado esos campos. Además, ¿realmente puedes aprender sobre tantos temas? ¿Quién puede entenderlo y saberlo todo? ¿En qué te basas para guiarnos? ¿Por qué deberíamos escucharte? Aunque a veces lo que dices cuando nos guías realmente tiene sentido, ¿cómo lo sabes? Si yo no estudio algo, no sabré nada de ello. Tengo que reflexionar, esforzarme por aprender más, ver más, oír más e intentar llegar al punto en que no necesite tu guía y pueda hacerlo por mí mismo. Parece que tú también estás aprendiendo sobre la marcha, dominándolo poco a poco”. Se limitan a fijarse en las apariencias externas sin ver que, en cierto sentido, diga lo que diga o haga lo que haga esta persona, hay principios; independientemente del trabajo que se guíe, se realiza de acuerdo con los principios, que están relacionados con las necesidades reales de las personas y los resultados deseados del trabajo en sí. Por otra parte, y lo que es más importante, esta persona no ha aprendido nada; sus conocimientos, educación, perspicacia y experiencia no son notables. Pero hay algo que la gente no debe olvidar: independientemente de si Su percepción, conocimiento, experiencia y experticia son ricos o dignos de atención, la fuente responsable de realizar el trabajo actual no es esa carne externa, sino la esencia de esta carne, es decir, Dios mismo. Por lo tanto, si juzgas basándote en la apariencia de esa carne —Su altura y aspecto, el tono, la entonación y la forma de hablar—, no podrás explicar ni descifrar por qué Él puede emprender esas tareas y ser competente en ellas; no podrás desentrañarlo. ¿No poder hacerlo implica que se trata de un asunto irresoluble? No, se puede resolver. No necesitas desentrañarlo; solo necesitas saber, recordar y reconocer una cosa: Cristo es la carne en la que Dios se encarna. Los principios, la postura y la actitud que la gente debe tener hacia Cristo no son escrutar, analizar o satisfacer su curiosidad, sino reconocer, aceptar, escuchar y someterse. Si escrutas y analizas, ¿te permitirá eso, en última instancia, ver la esencia de Dios? No lo hará. Dios no permite que nadie lo analice ni lo escrute; cuanto más lo hagas, más se esconderá de ti. ¿Qué siente la gente cuando Dios se esconde? Siente que el concepto de Él en su corazón se hace vago, su concepto de la verdad se vuelve incierto y todo lo relacionado con la senda que deben seguir se desdibuja. Es como si hubiese un muro que obstruyera tu visión; no podrías ver el camino a seguir, todo estaría borroso. ¿Dónde está Dios? ¿Quién es Dios? ¿Realmente existe Dios? Esas preguntas son como un muro negro frente a ti, que es Dios ocultándote Su rostro, haciendo que no puedas verlo. Todas esas visiones se vuelven vagas para ti, se pierden, y la oscuridad llena tu corazón. Cuando tu corazón se oscurece, ¿aún tienes una senda por delante? ¿Aún sabes qué hacer? No lo sabes. Por muy claros que fueran tu rumbo y tus objetivos originales, cuando escrutes y analices a Dios, se volverán vagos y oscuros. Cuando las personas se sumergen en esa situación, en ese estado, corren peligro; eso es lo que les ocurre a quienes se centran en escrutar a Dios. Los anticristos siempre se encuentran en una situación así, con la oscuridad total por delante, incapaces de discernir qué son cosas positivas, qué es la verdad. Haga lo que haga Dios, son incapaces de confirmar que se trata efectivamente de Dios, que es Dios mismo; no lo miren como lo miren, solo ven la encarnación como una persona, porque siempre están escrutando y analizando, así que Dios también sigue cegándolos. Los ves con los ojos bien abiertos, brillantes y grandes, pero siguen ciegos. Cuando Dios oculta Su rostro a la gente, es como si sus corazones estuvieran encallecidos, sumidos en la oscuridad más absoluta. Solo ven los fenómenos superficiales y son incapaces de percibir la senda que hay dentro, de comprender la verdad subyacente; es más, no pueden ver la esencia de Dios ni Su carácter.

Someter la aparición y la obra de Dios a análisis y escrutinio no dará ningún resultado. Es vital no caer en un estado de análisis y escrutinio; es una senda de negatividad. ¿Cuál es la senda positiva entonces? Es que, una vez que crees firmemente que esto es obra de Dios, que esta persona corriente es la carne en la que Dios se encarna y tiene la esencia de Dios, entonces debes aceptar y someterte incondicionalmente. La gente siente que esa carne tiene muchos aspectos desagradables, muchos aspectos contrarios a las nociones y figuraciones humanas; ese es el problema con la gente. Dios actúa así, y lo que hay que cambiar son las nociones de las personas, su carácter corrupto y sus actitudes hacia Dios, no la carne en la que Dios se encarna. La gente necesita buscar la verdad aquí, buscar las intenciones de Dios, y asumir su perspectiva y posición adecuadas, en lugar de reconocerlo como Dios y, sin embargo, seguir queriendo escrutarlo, o analizar y comentar lo que Él hace y dice. Eso sería un gran problema. Cuando tu posición y perspectiva para aceptar la verdad son erróneas, el resultado de cómo ves todas las cosas cambiará, lo que afectará la senda y la dirección de tu búsqueda. En cualquier cosa que Dios haga o diga, que encaje o no con las nociones humanas es solo una cuestión temporal. La contribución y el valor de todo lo que Dios hace por la especie humana, el valor que aporta a la vida humana, son eternos. No los puede cambiar ninguna persona, ninguna disciplina académica, ningún argumento o teoría ni ninguna tendencia. Ese es el valor de la verdad. Puede ser que, en este momento, las palabras y acciones de esta persona corriente no puedan satisfacer tu curiosidad o vanidad ni convencerte plenamente o ganarte tanto de corazón como de palabra; sin embargo, las contribuciones de todas las palabras que Él pronuncia hoy y de todo el trabajo que realiza en esta era y durante este periodo para toda la especie humana, para toda la era y para el plan general de gestión de Dios, son eternamente inmutables; esto es un hecho. Por lo tanto, un día caerás en la cuenta: “Hace veinte o treinta años, escruté, malinterpreté, me resistí e incluso juzgué y condené cierto enunciado que hizo esta persona corriente. Veinte o treinta años después, cuando vuelvo a recordar esa declaración, mi corazón está lleno de deuda y autorreproches”. Los humanos corruptos son bajos e insignificantes ante Dios, son eternos infantes; no vale la pena mencionarlos. Por mucho trabajo que haga una persona, comparado con la contribución a toda la especie humana de cada palabra pronunciada por Dios en cualquier periodo y bajo cualquier contexto, ¡la diferencia es como la que hay entre el cielo y la tierra! Por lo tanto, debes comprender que Dios no es un objeto para que la gente lo escrute, lo analice y dude de Él. La obra de Dios y la carne en la que Dios se encarna no están aquí para satisfacer la curiosidad de la gente. Él hace todo ese trabajo no para pasar el tiempo o los días: Su intención es salvar a la gente de una era, salvar a toda la especie humana, y los resultados del trabajo que Él se propone llevar a cabo han de durar para siempre. Los anticristos tratan a Cristo como a una persona corriente a la que escrutar y analizar para satisfacer su curiosidad. ¿Cuál es la naturaleza de esto? ¿Se puede comprender o perdonar? ¡Son pecadores sin remisión, malditos y eternamente imperdonables! Si una persona tiene humanidad, comprende la verdad y posee la realidad-verdad, incluso escrutarla a ella resulta bastante repulsivo. Tratan a Cristo como a una persona ordinaria y lo escrutan en su fuero interno; tratan todo lo que Él hace con hostilidad y difamación y buscan solo satisfacer su curiosidad acerca de las palabras que Él habla. Incluso algunas personas, al verme, dicen: “Comparte un poco más de la verdad, comparte más acerca del lenguaje del tercer cielo, di más cosas que no sepamos”; ¿por quién toman a esta persona? ¿Alguien para aliviar su aburrimiento? ¿Cómo define Dios ese asunto? ¿No es una blasfemia contra Dios? Si se dirige a las personas, se llama burla y ridículo; si se dirige a Dios, es blasfemia.

Dentro del contenido de esa manifestación —escrutinio, análisis y curiosidad—, la esencia-naturaleza de los anticristos se revela como perversidad, como aversión a la verdad. Ignoran todas las cosas positivas; las desprecian y las tratan con una actitud de desdén, sin librarse siquiera la carne en la que Dios se encarna. Necesitan satisfacer su curiosidad en todos los asuntos, sometiéndolo todo a su escrutinio, queriendo sacar conclusiones y llegar al fondo de todo, averiguar qué está pasando para parecer conocedores e inteligentes. Ese es el carácter corrupto de los humanos. Habiéndose acostumbrado a escrutarlo todo, ahora dirigen su escrutinio a Dios. ¿Y qué les aporta? ¿Perfección y salvación? No, ¡solo les trae perdición y destrucción! Así es como se define a los anticristos. Están malditos y son condenables. Al abordar la carne en la que Dios se encarna, nunca adoptan la posición de seguidores o seres creados para aceptarlo y verlo; en cambio, lo perciben y lo consideran desde el ángulo y la postura de un erudito, de un sabelotodo, de alguien rebosante de curiosidad y de un individuo arrogante incapaz de comprender la verdad y que desprecia las cosas positivas. Es evidente que tales personas no pueden salvarse.

6 de junio de 2020

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