Punto 10: Desprecian la verdad, desacatan con descaro los principios e ignoran las disposiciones de la casa de Dios (III) Parte 2

¿Cómo puede uno creer en Dios y seguirlo sin depender de su ánimo y sin que este ni el entorno lo condicionen? ¿Cómo se puede lograr? ¿Cuál es el requisito mínimo para creer en Dios? Es tener la actitud de amar la verdad y de buscarla. Algunos se preguntan: “¿Es importante tener determinación y pronunciar votos?”. Es indispensable, pero depende de la etapa de creencia. Si alguien se encuentra en el primer o segundo año de creencia, sin esas cosas, su entusiasmo no puede encenderse. Sin entusiasmo, una persona que empieza a creer en Dios puede ser tibia, no muy ferviente en su búsqueda, ni tampoco retraída, y solo se limita a hacer lo que piden. Una persona así tiene dificultades para progresar y carece de una actitud clara. Por lo tanto, los nuevos creyentes necesitan ese entusiasmo. Este puede aportarle muchas cosas positivas a una persona, ya que le permite comprender rápidamente la verdad, la visión y el objetivo de la obra de Dios, y sentar rápidamente las bases. Además, cuando la gente se esfuerza y paga el precio de forma activa y entusiasta, entra más pronto en la realidad-verdad. Al principio, uno necesita ese entusiasmo y debe tener determinación e ideales. Sin embargo, si después de más de tres años de creer en Dios uno permanece en la etapa del entusiasmo, podría existir un peligro. ¿Dónde radica ese peligro? La gente siempre trata su creencia en Dios y los asuntos de cambio de carácter en función de sus nociones y figuraciones. Intentan conocer a Dios y comprender Su obra y Sus requisitos para los seres humanos a partir de ellas. ¿Pueden esas personas entrar en la realidad-verdad o comprender las intenciones de Dios? (No). Si una persona no puede comprender la verdad, surgen problemas. ¿Hay alguien que crea en Dios y viva toda su vida en un entorno consentido, siempre sumido en la gracia y las bendiciones? No. Tarde o temprano, todos deben enfrentarse a la vida real y a los diversos entornos que Dios ha dispuesto para ellos. Cuando te encuentres con esos distintos entornos y te enfrentes a diversos problemas de la vida real, ¿qué papel puede desempeñar tu entusiasmo? Solo puede hacer que te restrinjas, que pagues un precio, que sufras, pero no puede llevarte a comprender la verdad o las intenciones de Dios. Sin embargo, si buscas la verdad y la comprendes, es diferente. ¿En qué se diferencia? Cuando comprendes la verdad y afrontas esas situaciones, ya no las tratas en función de tu entusiasmo o tus nociones. Siempre que te encuentras con algo, primero te presentas ante Dios para buscar y orar, para encontrar los principios-verdad. Entonces, con esa conciencia y actitud, puedes volverte sumiso. Ambas son cruciales. Puede ocurrir que en una prueba concreta no ganes nada, no entres demasiado profundo en la verdad y no comprendas cuál es su realidad. Sin embargo, durante esta prueba, tener una conciencia y una actitud tan sumisas te permite experimentar de verdad cómo deben actuar y qué deben hacer las personas, como seres creados, para ser lo más normales y adecuadas ante Dios. Aunque no entiendas Su intención o no sepas con exactitud lo que quiere que logres o ganes en ese entorno, sientes que puedes someterte a Él y a esas circunstancias. Desde lo más profundo de tu corazón, puedes aceptar el entorno que ha dispuesto para ti. Sientes que has mantenido el lugar que te corresponde como ser creado, sin rebelarte contra Dios ni oponerte a Él, y tu corazón se siente seguro. Al sentirte seguro, tu confianza en el Dios en el cielo no es vaga, y no te sientes distante ni rechazas al Dios en la tierra. En cambio, en el fondo de tu corazón, hay un poco más de temor y también un poco más de cercanía. Observa esto: la diferencia entre alguien que busca la verdad y puede someterse y alguien que confía en el entusiasmo y solo tiene un poco de determinación, ¿es significativa? Es abismal. Una persona que depende del entusiasmo y solo tiene determinación, al enfrentarse a situaciones, se resistirá, discutirá, se quejará y se sentirá agraviada. Es posible que piense: “¿Por qué Dios me trata así? Aún soy joven, ¿por qué no me persuade? ¿Por qué no cuenta mis logros pasados? ¿Por qué castigarme en lugar de recompensarme? Todavía soy muy joven, ¿qué voy a saber yo? Ni siquiera mis padres en casa me trataron alguna vez así; me apreciaban como a su precioso hijo, su pequeño bebé. Ahora que he madurado mucho desde que llegué a la casa de Dios, ¡que Él me trate así me parece demasiado desconsiderado!”. Ese es el tipo de argumentos erróneos que esgrime. ¿Cómo surgen estos? Si una persona busca y comprende la verdad, ¿puede seguir teniéndolos? Si una persona comprende y conoce esas verdades mientras cumple con su deber de manera habitual, ¿puede seguir albergando esas quejas e impetuosidad cuando afronta situaciones? (No). Sin duda no hablaría así. En lugar de ello, se vería a sí misma como un ser creado corriente y se presentaría ante Dios, sin tener en cuenta la edad, el sexo o la posición y el estatus, simplemente sometiéndose y escuchando Sus palabras. Cuando la gente puede escuchar las palabras que Dios dice y Sus requisitos, tiene sumisión en el corazón. Cuando una persona puede someterse de manera consciente y tiene una actitud de sumisión, se encuentra verdaderamente en la posición de un ser creado; tiene amor, sumisión y temor de Dios, y no depende de su ánimo ni de sus emociones. Estas son algunas de las reacciones de las personas cuando se les hace frente con la poda. ¿Cuáles son las principales? Se sienten mal, frustradas, agraviadas y necesitan consuelo. Cuando no reciben consuelo ni calidez, empiezan a albergar quejas y malentendidos sobre Dios en su corazón. Ya no desean orarle y, en el fondo, se plantean abandonarlo y quieren distanciarse de Él, tanto del Dios en el cielo como del Dios en la tierra. Algunas personas, si las podo un poco, me evitarán la próxima vez que nos veamos y no querrán interactuar conmigo. Por lo general, cuando no las están podando, siempre están a Mi alrededor, ofreciéndome té y preguntándome si necesito algo; están de buen ánimo, diligentes, conversadoras y cercanas en su relación con Dios. Pero, una vez que las podan, ya no es lo mismo: ya no ofrecen té ni envían saludos, y si les hago algunas preguntas más se marchan y no se las vuelve a ver.

Cuando estuve en China continental, me alojé en casa de algunos hermanos y hermanas. Algunos de ellos tenían una humanidad mala, otros eran nuevos creyentes, algunos desarrollaron numerosas nociones en nuestro primer contacto y no comprendieron la verdad, y otros no perseguían la verdad en absoluto. Cuando vi a esas personas revelar su corrupción, no pude podarlas; tuve que hablarles con delicadeza y tacto. Si tuvieras que podarlas de verdad, desarrollarían nociones y rebeldías, por lo que tendrías que persuadirlas y negociar con ellas, y compartir más la verdad para guiarlas. Si no negociaras ni compartieras y te limitaras a exigir sin más, no funcionaría en absoluto. Por ejemplo, podrías decir: “Esta comida está demasiado salada; la próxima vez, ponedle tal vez un poquito menos de sal. Consumir demasiada sal no es bueno para la salud. Como creyentes en Dios, también debéis aplicar el sentido común y no ser ignorantes; debéis aceptar las cosas positivas. Si no me crees, puedes preguntarle a un profesional de la medicina tradicional china sobre los efectos que produce el exceso de sal en los riñones”. Este enfoque les resulta aceptable. Pero, si dices: “Esta comida está muy salada, ¿intentas matar a alguien? ¿Por qué cocinas siempre con tanta sal? ¡Está demasiado salado para comerlo! ¿Cómo puedes ser tan ignorante? ¡La próxima vez ponle menos sal!”, entonces no funcionará. Es posible que en la siguiente comida no añadan nada de sal. Entonces dirás: “¿Por qué está tan soso?”. “¿Soso? ¿No habías dicho que estaba demasiado salado? Un exceso de sal daña los riñones, así que ¿no es mejor no ponerle? Así no se dañarán los riñones”. Ser demasiado duro no sirve; hay que negociar y convencer. Muchas personas son bastante problemáticas; al hablar con ellas, hay que tener cuidado con la forma de decir las cosas y el momento, y también hay que tener en cuenta su estado de ánimo: hay que negociar un poco. A veces, si accidentalmente hablas con demasiada dureza, puedes hacerles daño y ellas pueden resistirse internamente. A primera vista, no parece gran cosa, pero por dentro es diferente. Por lo general, cuando les pides que hagan algo, lo hacen sin demora, pero, si hieres sus sentimientos, pierden el entusiasmo por hacer las cosas, arrastran los pies y se muestran totalmente reticentes. Dicen: “¿Cómo voy a portarme bien contigo si estoy de mal humor? Seré más amable cuando esté bien de ánimo, pero, cuando no lo estoy, con salir del paso me basta”. ¿Qué clase de criatura es esta? ¿No es difícil tratar con la gente? (Sí). La gente es así, insensible a la razón y ajena a toda lógica. Cuando más tarde reflexiona sobre sí misma, puede inclinar la cabeza, confesar sus pecados y llorar con amargura, pero sigue reaccionando de la misma manera cuando vuelve a afrontar esos asuntos y la podan. ¿Es una persona que busca la verdad? (No). ¿Qué clase de persona es? Tal persona es obstinada y no acepta la verdad en absoluto. Ese es el tipo de actitud que las personas tienen hacia Dios cuando se les hace frente con la poda y cuando afrontan adversidades. En resumen, no son sumisas, no pueden aceptar la verdad y, cuando les hacen daño, tratan a Dios de acuerdo con su impetuosidad. ¿No es un problema grave? Cuando me encuentro con algunas personas, incluso antes de podarlas, con solo hablar del asunto que nos ocupa, se les cae la cara, hablan de forma gruñona, tienen mala actitud e incluso tiran cosas. No puedes hablarles con franqueza; tienes que andar con rodeos y tener tacto. ¿Puedo hablar dando tantas vueltas como la gente? Independientemente de si puedes aceptarlo o no, tengo que decir lo que es cierto: las cosas deben hacerse según los principios-verdad en la casa de Dios. Algunas personas no muestran ninguna reacción exterior cuando las podan, pero por dentro están malhumoradas. ¿Puede una persona así cumplir bien con su deber? (No). Si no puede llevar a cabo adecuadamente su deber y sigue cometiendo errores, la iglesia tiene que ocuparse de ella de acuerdo con los principios.

2. Su conducta hacia Cristo cuando lo perseguían y no tenía dónde descansar

Creer en Dios y seguirlo en la China continental supone un peligro diario. Es un entorno excepcionalmente severo para ello, en el que te pueden detener en cualquier momento. Todos habéis experimentado un ambiente de ser cazados; ¿acaso Yo no? Vosotros y Yo vivimos en el mismo ambiente, por lo que, en ese ambiente, no podía evitar tener que esconderme a menudo. Hubo momentos en que tuve que cambiar de lugar dos o tres veces en un día; incluso hubo momentos en que tuve que ir a algún lugar al que no había imaginado que iría. Los momentos más duros eran aquellos en los que no tenía adónde ir: durante el día celebraba una reunión y por la noche no sabía qué lugar era seguro. A veces, tras haberme esforzado mucho por encontrar un lugar, tenía que irme al día siguiente porque el gran dragón rojo se estaba acercando. ¿Qué piensa la gente de verdadera fe cuando contempla una escena así? “Que Dios viniera a la tierra en la carne para salvar al hombre es el precio que ha pagado. Este es uno de los sufrimientos que ha padecido y cumple plenamente Sus palabras: ‘Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza’ (Mateo 8:20). Así son realmente las cosas, y Cristo encarnado padece personalmente ese sufrimiento, al igual que lo padece el hombre”. Todos los que creen verdaderamente en Dios ven lo laboriosa que es Su obra de salvación del hombre y, por ello, amarán a Dios y le agradecerán el precio que Él paga por la humanidad. Aquellos cuya humanidad es particularmente mala, que son malévolos y rechazan la verdad por completo, así como aquellos que siguen a Cristo por mera curiosidad o porque quieren presenciar milagros no piensan de esta manera cuando ven tales escenas. Piensan en su interior: “¿No tienes un lugar donde quedarte? Eres dios, estás obrando para salvar a la especie humana y ni siquiera puedes salvarte a ti mismo ni sabes dónde te quedarás mañana. Ahora ni siquiera tienes dónde refugiarte, ¿cómo puedo creer en ti o seguirte?”. Cuanto más peligrosas son las circunstancias, más se regocijan, y piensan: “Por suerte no renuncié completamente a todo; por suerte tengo un plan de respaldo. ¿Lo ves? ¡Ahora no tienes un lugar al que puedas llamar hogar! Sabía que esto resultaría así; no tienes dónde descansar e incluso yo debo ayudar a encontrar un lugar para refugiarte”. Han quedado en evidencia, ¿no es así? Si esas personas tuviesen que presenciar la escena de la crucifixión del Señor Jesús, ¿cómo se comportarían? ¿Dónde estaban tales personas cuando el Señor Jesús cargaba la cruz hacia Gólgota? ¿Pudieron continuar siguiéndolo? (No). Ellas negaron la identidad de Dios, Su esencia y hasta Su existencia. Huyeron, se marcharon para hacer su vida y ya no lo siguieron. Sin importar cuántos sermones hubieran escuchado antes, todos estos se evaporaron de sus corazones, desapareciendo sin dejar rastro. Creyeron que todo lo que veían ante ellas era real y de origen humano, que no estaba relacionado con Dios. Pensaron: “Esta persona es solo un humano, ¿en qué parte de él está la identidad o la esencia de dios? Si él fuese dios, ¿se escondería y ocultaría de esta manera mientras Satanás lo persigue, sin un lugar donde descansar ni sitio donde hallar refugio? Si fuese dios, cuando lo están persiguiendo se transformaría de repente y se esfumaría ante los ojos de todos, de manera que nadie podría verlo, y sabría cómo hacerse invisible. ¡Ese sería dios!”. En el peligroso entorno de la China continental, algunos hermanos y hermanas, al ver que Yo había ido a su casa, arriesgaron su seguridad para alojarme y protegerme, mientras que otros huyeron y desaparecieron sin dejar rastro. Algunos incluso observaban entretenidos, mirando desde fuera. ¿Quiénes son estas personas? Son incrédulos, anticristos. Cuando estas personas vieron que Yo no tenía dónde esconderme, ¿cómo percibieron la situación? ¿Cómo la entendieron? “Cristo también está en peligro y lo están por capturar. ¡Qué lástima! La iglesia está acabada, la obra de la casa de dios está perdida. Esta etapa de la obra es un error, lo que dios testificó es incorrecto; esto no es lo que él testificó. Será mejor que me dé prisa y viva mi propia vida; ¡me iré a amasar una fortuna!”. Ese es el comportamiento de un anticristo. Cuando Cristo afrontaba la persecución y no tenía dónde esconderse ni un sitio donde descansar, en lugar de compartir el sufrimiento de Dios y continuar la obra de la iglesia con Él en un entorno como ese, se convirtieron en mirones que lo observaban y se burlaban. Incluso incitaron a otros a causar destrucción, trastornos y perturbaciones y, además, al ver que no tenía dónde esconderme ni lugar donde instalarme, algunas personas aprovecharon la oportunidad para trastornar la obra de la iglesia y apoderarse de las pertenencias de la casa de Dios. Es tal como cuando Jesús fue crucificado, que muchos incrédulos y anticristos pensaron: “La iglesia está acabada, la obra de dios está perdida, Satanás la ha demolido por completo. ¡Será mejor que huyamos deprisa y comencemos a dividirnos los bienes!”. Independientemente de las circunstancias que afronten, estos incrédulos y anticristos siempre revelarán su carácter cruel, poniendo en evidencia las verdaderas características de los incrédulos. Ante la mínima señal de dificultad o de circunstancias adversas que encuentra la iglesia en cualquier momento, quieren huir de inmediato, deseosos de que todos los hermanos y hermanas se dispersen, se replieguen y ya no sigan a Cristo. Desean seriamente que esta corriente esté errada y que la obra de Dios quede incompleta. Esas son las verdaderas características de los anticristos. Esa es la actitud de los anticristos hacia Cristo cuando afronta tales circunstancias.

3. Su conducta al concebir nociones sobre Cristo

Otro punto son las manifestaciones de los anticristos cuando tienen nociones sobre la carne del Dios encarnado. Por ejemplo, cuando ven al Dios encarnado hacer ciertas cosas o decir ciertas palabras que son muy humanas y no perciben ni el más mínimo indicio de divinidad, desarrollan resistencia y conciben nociones y condena en el fondo de su corazón, pensando: “No importa cómo lo mire, esta persona no parece dios; se ve como una persona común. Si es como un humano, ¿puede ser dios aun así? Si es un humano, ¿no sería una estupidez increíble seguirlo de esta manera?”. Conciben nociones sobre el habla y las acciones de Cristo, sobre Su estilo de vida, Sus ropas y Su apariencia, y hasta sobre Su manera de hablar, Su tono, las palabras que escoge, etcétera; pueden concebir nociones sobre todas estas cosas. ¿Cómo responden cuando surgen estas nociones? Albergan esos pensamientos y no los sueltan, creen que captar esas nociones es como apoderarse de la clave. Creen que esta “clave” llega justo a tiempo, que una vez que tienen esas nociones tienen algo de lo que aprovecharse y, una vez que lo tienen, se vuelve más fácil de manejar. Así piensan los anticristos; sienten que tener nociones equivale a tener algo de lo que aprovecharse y que por eso pueden negar a Cristo en cualquier momento y lugar y negar el hecho de que la carne en la que Dios está encarnado posee la esencia de Dios. Algunas personas preguntan: “¿Por qué los anticristos albergan tales intenciones?”. Decidme, ¿los anticristos, aquellos del séquito de Satanás, desean que la obra de Dios se complete con éxito o no? (No). ¿Por qué no lo desean? ¿Qué los delata? Los anticristos, por naturaleza, sienten aversión por la verdad, y todas las palabras que Dios expresa son la verdad, la cual consideran absolutamente repulsiva en su corazón y no están dispuestos a escucharla ni a aceptarla. Las palabras de Dios de desenmascaramiento y juicio de la especie humana condenan a estos anticristos y personas malvadas. Para ellos, esas palabras son condenas, juicios y maldiciones que los hacen sentir incómodos e inquietos cuando las oyen. ¿Qué piensan en su interior? “Todas estas palabras que dios dice me juzgan y me condenan. Al parecer, alguien como yo no puede ser salvado; soy la clase de persona a la que se descarta y rechaza. Si no hay esperanza de que me salve, ¿qué sentido tiene que crea en dios? Pero el hecho es que él sigue siendo dios, es la carne en la que este se encarnó, que ha dicho tantas palabras y tiene tantos seguidores. ¿Qué debo hacer?”. El asunto los pone nerviosos; si no pueden ganar algo, tampoco quieren que otros lo tengan. Si otros pueden ganarlo, pero ellos no, se vuelven amargamente odiosos e infelices. Desearían que el Dios encarnado no fuese Dios y que la obra que Él hace fuera falsa y Dios no la llevara a cabo. Si así fuera, se sentirían en armonía en su interior y el problema se resolvería de raíz. Piensan para sí mismos: “Si esta persona no fuera el dios encarnado, ¿no significaría que aquellos que lo siguen han sido embaucados? En ese caso, entonces, tarde o temprano estas personas se dispersarían. Si lo hicieran y ninguna de ellas ganara nada, yo podría quedarme tranquilo y sentirme en armonía sabiendo que no he ganado nada, ¿verdad?”. Esa es su mentalidad; si ellos no pueden ganar nada, tampoco quieren que otros lo hagan. La mejor manera de evitar que otros ganen algo es negar a Cristo, negar la esencia de Cristo, negar la obra que Él ha llevado a cabo y todas las palabras que Él ha dicho. Así, ellos no serán condenados, y se resignarán y estarán en paz con el hecho de no ganar nada, y ya no será necesario que ese asunto los preocupe. Esta es la esencia-naturaleza de las personas como los anticristos. Entonces, ¿tienen nociones sobre Cristo? Y, cuando las tienen, ¿las resuelven? ¿Pueden desprenderse de ellas? No pueden. ¿Cómo conciben sus nociones? Les resulta fácil hacerlo: “Cuando hablas, yo te escruto, intentando comprender el propósito detrás de tus palabras y de dónde vienen estas. ¿Se trata de algo que has oído o de lo que te has enterado o alguien te dijo que lo dijeras? ¿Alguien hizo un informe o te presentó una queja? ¿A quién estás desenmascarando?”. Escrutan de esa manera. ¿Pueden comprender la verdad? Jamás pueden comprender la verdad; se resisten a ella en su corazón. Sienten aversión por la verdad, se resisten a ella y la odian, y ese es el tipo de esencia-naturaleza con la que escuchan los sermones. Aparte de teorías y doctrinas, lo único que interpretan son nociones. ¿Qué tipo de nociones? “Cristo habla de esta manera, a veces hasta hace bromas; ¡eso no es respetuoso! A veces utiliza dichos alegóricos, ¡eso no es serio! Su forma de expresarse no es elocuente, ¡no es muy instruido! A veces tiene que meditar y pensar en qué palabras escoger; no ha ido a la universidad, ¿no? A veces lo que dice está dirigido a alguien específico, ¿a quién? ¿Alguien presentó una queja? ¿Quién fue? ¿Por qué cristo siempre me critica cuando habla? ¿Está mirándome y observándome todo el día? ¿Se pasa el día entero reflexionando sobre las personas? ¿Qué está pensando cristo en su corazón? El discurso del dios encarnado no suena como la voz estruendosa del dios en el cielo, con su incuestionable autoridad; ¿por qué la forma en la que él se manifiesta parece tan humana? Es solo una persona, lo mire como lo mire. ¿Tiene alguna debilidad el dios encarnado? ¿Odia a las personas en su corazón? ¿Tiene alguna filosofía para los asuntos mundanos en su interacción con la gente?”. ¿No son abundantes estas nociones? (Sí). Los pensamientos de los anticristos están repletos de cosas que no se relacionan con la verdad, todas ellas con origen en el pensamiento y la lógica de Satanás y en la filosofía para los asuntos mundanos que este tiene. En el fondo, rebosan de perversidad, están colmados de un estado y un carácter que sienten aversión por la verdad. No vienen a buscar o a ganar la verdad, sino a escrutar a Dios. Sus nociones pueden surgir en cualquier momento, en cualquier lugar, y las conciben mientras observan y escrutan. Sus nociones se forman mientras ellos juzgan y condenan, y se aferran con fuerza a ellas en sus corazones. Cuando observan el lado humano del Dios encarnado, conciben nociones. Cuando ven Su lado divino, se vuelven curiosos y se asombran, lo que también los lleva a concebir nociones. Su actitud hacia Cristo y hacia la carne en la que está encarnado Dios no es de sumisión o de aceptación genuina, desde lo profundo de su corazón. En cambio, se paran frente a Cristo y observan y escrutan Su mirada, Sus pensamientos y Su comportamiento, e incluso observan y escrutan cada una de Sus expresiones, escuchando cada tipo de tono, entonación al hablar y elección de palabras y las cosas que menciona Su discurso, etcétera. Cuando los anticristos observan y escrutan a Cristo de esta manera, no lo hacen con una actitud de pretender buscar la verdad y de comprenderla para poder aceptarlo como su Dios y aceptar que Él es su verdad y que se convierta en su vida. Por el contrario, quieren escrutar a esta persona, escrutarlo y comprenderlo minuciosamente a Él. ¿Qué es lo que intentan comprender? Están escrutando de qué manera se parece a Dios esta persona, y si Él realmente se parece a Dios, lo aceptan. Si, sin importar cómo lo escruten, Él no parece Dios, entonces abandonan por completo la idea y continúan aferrándose a nociones sobre el Dios encarnado o creen que no hay esperanza de recibir bendiciones y buscan la oportunidad de marcharse deprisa.

Es bastante normal para los anticristos concebir nociones sobre la carne en la que se está encarnado Dios. Debido a su esencia de anticristos, su esencia que se opone a la verdad, les resulta imposible desprenderse de sus nociones. Cuando no está ocurriendo nada, leen del libro de las palabras de Dios y ven a estas palabras como Dios, pero, cuando entran en contacto con el Dios encarnado y descubren que no se parece a Dios, inmediatamente conciben nociones y su actitud cambia. Cuando no están en contacto con el Dios encarnado, simplemente cogen el libro de las palabras de Dios y consideran a Sus palabras como Dios, y aún pueden albergar una vaga fantasía e intención de recibir bendiciones para, a regañadientes, esforzarse un poco, cumplir algunos deberes y desempeñar un papel en Su casa. Pero, en cuanto entran en contacto con la carne en la que está encarnado Dios, su mente se infesta de nociones. Aunque no los poden, su entusiasmo por llevar a cabo sus deberes puede menguar de modo significativo. Así es como los anticristos tratan a las palabras de Dios y a la carne en la que está encarnado Él. A menudo separan Sus palabras de la carne en la que Él está encarnado, considerando a Sus palabras como Dios, pero a dicha carne como un humano. Cuando la carne en la que Dios está encarnado no se ajusta a sus nociones o las vulnera, rápidamente recurren a Sus palabras y las oran-leen en un intento de reprimir esas nociones a la fuerza y de encerrarlas. Entonces, adoran las palabras de Dios como si estuviesen adorando a Dios mismo y parece como si sus nociones se hubieran resuelto. Pero, en realidad, su desobediencia y su desprecio internos por Cristo no se han resuelto en absoluto. En su forma de tratar a Cristo, los anticristos conciben nociones de manera constante y se aferran a ellas obstinadamente hasta la muerte. Cuando no tienen nociones, escrutan y analizan; cuando las tienen, no solo escrutan y analizan, también se aferran a ellas con obstinación. No resuelven sus nociones ni buscan la verdad; están convencidos de que tienen razón. ¿No es eso satánico? (Sí). Estas son las manifestaciones de los anticristos cuando tienen nociones sobre el Dios encarnado.

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