Punto 10: Desprecian la verdad, desacatan con descaro los principios e ignoran las disposiciones de la casa de Dios (III) Parte 4
Lo que acabamos de poner al descubierto es cómo los anticristos tratan a la iglesia y a la carne en la que está encarnado Dios en función de las circunstancias de la iglesia y de la expansión de la obra de Dios. Este es un aspecto de cómo los anticristos tratan a Cristo según su estado de ánimo. ¿Están sucediendo en la iglesia estas cosas de las que he hablado? ¿Son asuntos graves? ¿Vale la pena mencionarlos? (Sí). ¿Para qué sirve compartir estos asuntos? ¿Significa que, después de escuchar esto, algunas personas ya no se atreverán a indagar sobre estos temas, sin atreverse ya a tener curiosidad por la situación y las circunstancias de la iglesia? ¿Sirve solo para eso? (No). Entonces, ¿para qué sirve exponer estas cosas? ¿Qué verdad debería comprender la gente a partir de esto? Si aún no lo habéis pensado, podéis absteneros de hablar. Lo compartiré con vosotros al final. Estos asuntos están demasiado alejados de vosotros, por lo que os puede resultar difícil expresarlos de inmediato. Es necesario que ordenéis vuestros pensamientos y organicéis vuestro lenguaje; puede que no sepáis por dónde comenzar o que no podáis expresaros con claridad. La cantidad de cosas que pueden comprender las personas es demasiado pequeña, eso es muy lamentable. No ser capaz de explicar claramente la esencia y la causa de un asunto es una señal de no ver las cosas como son.
Cuando las personas creen en el Dios en el cielo y se esfuerzan y cumplen sus deberes por Él, se podría decir que la iglesia, la casa de Dios y Dios son básicamente el mismo concepto para ellas. Llevar a cabo el deber de uno en la iglesia se considera esforzarse por Dios; hacer cosas para Su casa es lo mismo que hacer cosas para la iglesia y también es ser leal a Dios y aceptar Su comisión. Se puede hablar sobre estas cosas de manera intercambiable y se toman como un mismo concepto. Sin embargo, cuando Dios se hace carne y se presenta como una persona común, para la mayoría de las personas la iglesia, la casa de Dios y Dios (o sea, Cristo) se vuelven fácilmente separables. Ellas piensan: “Hacer cosas para la iglesia es lo mismo que hacer cosas para la casa de Dios, para Dios; hacer cosas para la casa de Dios es llevar a cabo el deber de uno. Pero, cuando se trata de hacer cosas para Cristo, no estoy seguro. ¿Eso no implica servir a una persona? De alguna manera, se siente como trabajar para una persona”. En lo profundo del corazón de muchos, es difícil distinguir claramente y conectar esas tres cosas. La mayoría de las personas, cuando cumplen sus deberes en la casa de Dios, tienen este concepto básico respecto de para quién cumplen esos deberes: cuando llevan a cabo sus deberes en la iglesia, los están cumpliendo por el bien de la entidad que es la iglesia, esta denominación. Entonces, ¿quién es el supuesto superior de la iglesia? El Dios en el cielo, por supuesto, quien es incuestionable en la mente de todos. La mayoría de la gente entiende que hacer cosas para la casa de Dios es servir al título y al grupo de los hermanos y hermanas, y ciertamente se puede clasificar como cumplir el deber de uno; es cumplir el deber de uno, que también está, por supuesto, dirigido hacia Dios. Por eso, la iglesia, los hermanos y hermanas y la casa de Dios se pueden equiparar en la mente de la gente, y todos ellos se dirigen al Dios vago en el cielo. ¿Qué implica esto? Para la mayoría de las personas, en la casa de Dios, ya sea que estén llevando a cabo sus deberes o gestionando asuntos, lo están haciendo por la iglesia como institución intangible, para el grupo tangible de hermanos y hermanas y en especial para el Dios vago, invisible, en el cielo: es para esos tres que cumplen sus deberes. En cuanto al Dios encarnado, la gente podría considerarlo como un miembro de la iglesia o como el máximo líder entre los hermanos y hermanas, y por supuesto que algunos lo perciben como un portavoz o un representante de la casa de Dios. Por eso, para mucha gente, el concepto de para quién está llevando a cabo sus deberes en la iglesia es bastante vago. Por ejemplo, si a alguien le piden que haga algo por los hermanos y hermanas o que provea un servicio, siente que hacerlo está totalmente justificado. O, si le piden que haga algo por la iglesia o por la casa de Dios, está feliz de hacerlo y siente que es su deber indiscutible. Sin embargo, si el Cristo encarnado le confía o le encomienda una tarea similar, se siente desanimado: “¿Trabajar para una persona? Yo no vine a creer en dios para servir a personas, vine a cumplir mi deber. No estoy aquí para atender a alguien, ¡no vine a servir o a rendir servicio a alguien!”. En la iglesia hay muchas personas llevando a cabo su deber. Si les pides que hagan algo por la iglesia, por la casa de Dios o por los hermanos y hermanas, aceptan las tareas con alegría y con la sensación de que tienen un fundamento sólido para hacerlo. ¿Qué fundamento? “Acepto esto de parte de Dios; es mi deber, mi responsabilidad”. Pero, cuando el Dios encarnado les pide que hagan algo, su base teórica de “aceptarlo de parte de Dios” desaparece y se vuelven reacios e insatisfechos, renuentes a hacerlo. Piensan: “Si es para la iglesia está bien, porque soy una persona que trabaja para la iglesia; si es para los hermanos y hermanas también está bien, ya que todos ellos pertenecen a la casa de dios, a dios; si es para la casa de dios, dado que el nombre ‘casa de dios’ es muy sagrado, grandioso y noble, hacer cosas para ella está perfectamente justificado y trae gloria y reconocimiento. Pero ¿hacer algo por una persona insignificante como tú? ¿Qué es eso? ¿Es cumplir con mi deber? No parece correcto ni adecuado. Eso no es llevar a cabo mi deber, ni tampoco es obra. ¿Cómo debería tratarlo?”. Afrontan un dilema y no están seguros de cómo manejarlo. Reflexionan: “Esto no es obra ni es cumplir con mi deber, y sin duda no es beneficiar a los hermanos y hermanas. Si tú me pides que lo haga, está bien, simplemente lo haré, pero no estaré feliz ni satisfecho con ello. ¡No parece correcto ni adecuado! ¿Quién recordará o sabrá lo que hago para ti? ¿Me ganaré con ello el favor de alguien? ¿Me hará ganar alguna recompensa? ¿Cuenta como cumplir con mi deber? ¿Debería hacerlo según los principios-verdad?”. En su interior, son renuentes a hacerlo y lo sienten como una molestia, algo innecesario, como si aceptaran una tarea que no deben aceptar. Se sienten afligidos y lo hacen a regañadientes, siempre esperando algún beneficio e incluso expresando en voz alta: “No quiero hacer esto” y mostrando mucha reticencia. Yo digo que, si no quieres hacerlo, no tienes que hacerlo. Yo no obligo a nadie a hacer tareas personales para mí. Si quieres hacerlo, hazlo; si no, buscaré a otro. Se lo pediré a quienquiera que esté dispuesto. ¿No es simple? Con tantos seguidores en la casa de Dios, es fácil encontrar a alguien que acepte y esté dispuesto a realizar el trabajo. Puedo encontrar a una persona así. No es indispensable que te elija a ti, ¡esto es muy sencillo! ¿Es difícil encontrar a alguien en la casa de Dios que sea confiable, cándido y capaz de manejar las tareas? (No). Si bien no he desarrollado una relación particularmente cercana o buena con ningún individuo de manera privada ni he tenido amistades personales o conexiones emocionales profundas, en estos treinta años han sido todas Mis palabras las que cada persona en la Iglesia de Dios Todopoderoso ha comido, bebido y escuchado. Estas personas, ya sea en esencia o en el fondo de su corazón, superficialmente o de palabra, creen en mí y me siguen. Aunque no he brindado beneficios o promesas especiales a nadie directamente ni he elogiado o ascendido directamente a nadie, todos los que me han seguido desde el principio hasta hoy han comido y bebido de las palabras de Dios en abundancia. A través de lo que Yo he hablado, ya sea que estas personas hayan comprendido algunas verdades o que hayan entendido doctrinas de conducta personal, ¿no han ganado bastante todas ellas? (Sí). Desde esta perspectiva, Yo no tendría que deberos nada, ¿verdad? No debería decir esto, pero hoy necesito mencionarlo aquí. ¿No deberíais ser vosotros los que estéis en deuda conmigo? (Sí). Así que, si os pido personalmente a cualquiera de vosotros que hagáis algo, no deberíais ser reacios, ¿no es así? (Estamos dispuestos). Independientemente de cuál sea la perspectiva, cuando os pido que hagáis algo, ¿debería tener que convenceros o adularos u ofreceros palabras agradables y promesas? (No). Sin embargo, algunas personas son renuentes y dicen: “¿Por qué es tan poco estimulante hacer algo para ti? No solo no hay beneficio, ¡sino que también es cansado y molesto!”. ¿Cómo os sentís al escuchar esto? (Indignados). Si a una persona común, sin nada especial a ojos del mundo, la visitara un funcionario de alto rango y este le encargara una tarea, la persona intentaría halagarlo de todas las formas posibles, se sentiría deleitada y honrada y jamás en toda su vida olvidaría aquel pequeño asunto. Si la gente puede tratar de esa manera a alguien con estatus, ¿por qué no puede hacer lo mismo por Cristo? ¿Por qué le resulta imposible? ¿Cómo puede ser? (Porque los humanos son intrínsecamente hostiles a Dios). Correcto; esto solo demuestra ese punto. La gente puede ser compatible con un Satanás de estatus elevado, pero desprecia a Cristo desde su corazón y se opone a Él, lo rechaza, lo niega y lo abandona. Si les pidieran que se inclinaran ante un diablo y lo adoraran, se pondrían de rodillas de mil amores, pero, cuando se trata de Cristo, esa persona común de quien tanto han recibido, son reacias hasta a ponerse de pie y hablar o interactuar con Dios como su igual. ¿Qué son estas criaturas? Son demoníacas, no son humanas. Más tarde pedí a otra persona que se ocupara de la tarea, y este individuo estaba bien. La persona que transmitió el mensaje sobre esto dijo: “El individuo que se encarga de la tarea esta vez está realmente contento, muy dispuesto a hacer algo para Dios”. Yo dije: “Bien, que esté dispuesto es algo bueno. Pero ¿por qué darle tanta importancia a una tarea tan pequeña? Es lo que se espera, no hay necesidad de enviar un mensaje para anunciarlo”. ¿Qué opináis sobre ese mensaje que se transmitió? ¿Cómo os sentís al escucharlo? ¿No os deja fríos? (Sí). ¿Por qué os deja fríos? (Porque es algo que la gente debe hacer, sin embargo, intenta congraciarse con Dios, como si hacer algo para Él fuera hacerle un enorme favor). Entonces, ¿qué clase de persona es la que dijo eso? ¿Qué hay de su calidad humana? (Tiene poca calidad humana, carece de conciencia). Eso es falta de humanidad.
El corazón de algunas personas se conmueve profundamente en cuanto escuchan hablar de la gracia y las bendiciones de Dios, de que Él provee para el hombre, y le agradecen sin cesar: “¡Dios ama tanto al hombre!”. ¡Sienten una emoción abrumadora! Siempre que se mencionan esos temas, los ojos de dichas personas se llenan de lágrimas y sus corazones se agitan, y ellas deciden gastarse para Dios con diligencia. Pero, cuando les piden que hagan algo pequeño por este Dios encarnado visible y tangible se sienten inmensamente humilladas, reticentes y poco dispuestas. ¿Qué es lo que está pasando aquí? (Creen en un Dios vago, no en el Dios encarnado. Consideran grande al Dios en el cielo, pero ven al Dios encarnado como insignificante). He oído que algunas personas están más que dispuestas a limpiar zapatos, lavar calcetines y hasta a hacer la colada para los hermanos y hermanas, pero, cuando les piden que hagan algo pequeño para Cristo, son renuentes. Otras no pueden soportar ver esto y dicen: “¿Qué le pasa a esta persona? Prefiere hacer cosas para los hermanos y hermanas antes que para Cristo. ¿Qué clase de persona es?”. Hay quienes, cuando les asigno una tarea y les pido que actúen conforme a los principios de la casa de Dios y a los preceptos de la iglesia, no se lo toman en serio cuando lo oyen. Dicen: “¿De qué estás hablando? Debo preguntarles a los hermanos y hermanas; es necesario que los tenga en cuenta para beneficiar a la mayor parte de ellos”. Por ejemplo, les asigné a algunas personas la responsabilidad de plantar árboles frutales y también les indiqué que fueran al mercado a ver qué tipos de árboles frutales eran aptos para cultivar en esta región. Por un lado, estos deben ser aptos para el clima y la tierra locales y, por otro, debemos observar qué frutas tienen alto valor nutricional según las personas del lugar, y elegir esas para plantarlas en las cantidades adecuadas. Cuando terminé de hablar, ¿cómo debían actuar los que me escucharon? (Debían implementar lo que Tú pediste, sin demora). ¿Cómo debían hacerlo? (Debían buscar información relevante, preguntar a expertos, informarse sobre algunos detalles y luego implementarlo). Implementarlo de esta manera es seguir Mis instrucciones, que son tener en cuenta el clima local y también verificar qué frutas son nutritivas. Pues bien, ¿creéis que Mis consideraciones eran completas y prácticas? Sin embargo, ¿cómo las implementaron aquellos que oyeron Mis palabras? Pidieron la opinión de todos los hermanos y hermanas de la iglesia local, preguntándole a cada uno qué frutas le gustaba comer, y luego hicieron un recuento de las frutas favoritas de todos para plantar en función de la cantidad y la proporción. Así es como lo implementaron. Buscaron la opinión de los hermanos y hermanas, considerando supremo en su corazón a este grupo, a este título. Servir a los hermanos y hermanas es el propósito y el objetivo de su deber. Ellos creen que servir a los hermanos y hermanas es servir a la casa de Dios y que servir a la casa de Dios es servir a los hermanos y hermanas. Si los hermanos y hermanas están felices y satisfechos, Dios también lo está. Ellos son los representantes absolutos de Dios, los símbolos de la verdad y los portavoces de Él. Los hermanos y hermanas tienen la última palabra, son el soporte de la casa de Dios. Por lo tanto, lo que sea que se haga no se puede separar de su título y grupo. Para cualquiera que esté haciendo cosas o cumpliendo su deber en la casa de Dios, solo los hermanos y hermanas son el objeto adecuado de su servicio. Así fue como lo implementaron; lo que Yo dije no importó. Independientemente de lo detalladas que fueron Mis instrucciones, para ellos no eran más que doctrinas huecas, meros eslóganes. Creían que permitir a los hermanos y hermanas expresar plenamente sus opiniones, garantizarles abundantes derechos de expresión y decisión y practicar la democracia en la casa de Dios era la verdad más elevada. Sin importar lo que Yo dijera, así es como lo veían: “Solo estás disparando balas de salva, cumpliendo con los trámites, y después es asunto de los hermanos y hermanas, ya no es asunto tuyo. ¡Puedes hacerte a un lado! Lo que comemos y bebemos no tiene nada que ver contigo; solo pon el dinero y eso es todo. Tenemos comida y bebida, y esa es la verdad suprema. Servir a la casa de dios, servir a los hermanos y hermanas, hacerlos felices, permitirles gozar plenamente de los derechos humanos y la libertad, esa es la verdad más elevada”. ¿Qué clase de personas son? ¿No es eso lo que harían los anticristos? La primera manifestación de que los anticristos sienten aversión por la verdad es que la condenan y niegan; luego, buscan una serie de teorías y eslóganes alternativos que consideran que son viables y se sostienen para implementarlos, desacatando así abiertamente la verdad, condenando y rechazando a Cristo públicamente. Es en un asunto así de pequeño que quedan en evidencia los anticristos. ¿Son personas que aceptan la verdad? (No).
A menudo escucho a algunas personas decir: “Ah, mira qué molestos están los hermanos y hermanas” o “Ah, mira qué felices están los hermanos y hermanas” o “Ah, mira cuántos golpes reciben los hermanos y hermanas, realmente están sufriendo”. ¿Por qué los hermanos y hermanas ocupan un lugar tan importante en su corazón? ¿Por qué los aman tanto? ¿Cómo de grande debe de ser su corazón para amar a tantas personas? Está bien; diré algo y tú haz lo que Yo digo, ¿de acuerdo? Si tienes en cuenta a tantas personas, añadir a una más, como Yo, no debería ser un problema, ¿no? ¿No deberías poder tenerme en cuenta a mí también? Al contrario, no puede tener en cuenta lo que Yo digo ni tampoco a mí. Puede tener en cuenta a todos los hermanos y hermanas, puede tener en cuenta a todas las personas de la iglesia, pero simplemente no puede tener en cuenta a Cristo. ¿Qué clase de criatura es esta? ¿Es un ser humano? ¿Es tal persona digna de ser un seguidor de Cristo? (No). Entonces, ¿cómo deberíamos definirla? (Como un diablo, un anticristo). ¿No está malinterpretando el concepto de las elecciones democráticas en la casa de Dios? Involucra a los hermanos y hermanas en los asuntos de la casa de Dios y los deja expresar sus opiniones, elegir y reemplazar líderes y tomar decisiones; ¿acaso cree que los hermanos y hermanas son supremos en la casa de Dios? ¿No es una malinterpretación del concepto de las elecciones democráticas en la casa de Dios? ¿Cuál es el principio de las elecciones democráticas? ¿Acaso permitir que los hermanos y hermanas voten de manera democrática significa que ellos tienen la última palabra? ¿Significa permitir que las actitudes corruptas de la gente tengan la última palabra? ¿Significa permitir que los diablos y satanases tengan el poder? No, significa permitir que la verdad entendida en el corazón de los hermanos y hermanas tenga el poder, no ellos mismos, esos humanos naturales y corruptos. No es dejar que la impetuosidad tenga el poder, ni las nociones humanas, ni la rebelión y resistencia humanas, ni las actitudes perversas de las personas; es permitir que la verdad tenga el poder. Algunas personas preguntan: “¿Por qué en algunas elecciones de la iglesia se termina escogiendo a anticristos, o por qué los líderes y obreros de la iglesia toman malas decisiones?”. Eso es porque la estatura de la gente es demasiado pequeña, no entiende la verdad y no puede discernir a las personas. De todas formas, el principio de las elecciones de la iglesia se basa en los principios-verdad; se fundamenta en la verdad. Entonces, esos anticristos, aquellos que no tienen entendimiento espiritual, ¿qué creen, erróneamente? Que en la casa de Dios se honra la grandeza de los hermanos y hermanas, que se los exalta, que el título y el grupo de los hermanos y hermanas son honorables a ojos de Dios. Pero, en realidad, ¿son honorables los hermanos y hermanas? ¿Poseen la verdad? La mayoría de los hermanos y hermanas no poseen la realidad-verdad, carecen de principios en sus acciones y pueden incluso generar caos en los diversos proyectos de obra de la casa de Dios. Si no fuera por la intervención y la oportuna corrección y resolución de problemas de lo Alto, ¿podrían cumplir su deber adecuadamente estos hermanos y hermanas? No solo no podrían hacerlo, sino que también podrían ocasionar muchas perturbaciones y trastornos. ¿Tienen la verdad esas personas? ¿Merecen que se los honre como si fueran grandes? No. Entonces, ¿por qué los anticristos actúan de esta manera de todos modos? Porque es su naturaleza innata. Encuentran una excusa para negar la verdad y condenar a Cristo; ¿no es eso su naturaleza innata? ¡Tienen la naturaleza de Satanás, y los dirige de manera descontrolada!
El foco principal de la enseñanza de hoy es cómo los anticristos tratan a Cristo según su ánimo. Cada aspecto de lo que estamos compartiendo se relaciona con el ánimo de los anticristos. Así es como se ve en la superficie, pero ¿cómo surge en realidad este ánimo? Está determinado por el carácter corrupto y la esencia de los anticristos. Por tener la esencia de un anticristo, conciben todo tipo de pensamientos y, gobernados por estos distintos pensamientos, conciben varias nociones, opiniones, perspectivas y posturas, generando así distintos ánimos. Después de que surjan esos ánimos, los anticristos tratan al Dios en el cielo y al Dios en la tierra —Cristo— de varias maneras y con diversos métodos y actitudes. Estas maneras, métodos y actitudes son suficientes para demostrar que la esencia de los anticristos es sentir aversión por la verdad, es ser hostiles a la verdad, negar a Cristo y condenarlo. Cada vez que les hacen frente con asuntos que involucran la verdad y la esencia e identidad del Dios encarnado, se oponen a Dios conscientemente, asumiendo el rol de enemigos de Él. Cuando no está ocurriendo nada, gritan el nombre de Dios, incluso haciendo referencia constantemente a “dios, mi dios” en su hablar. Todo lo que dicen debe comenzar con un llamado: “Dios, mira”, “Dios, ¿sabes?”, “Dios, escúchame”, “Dios, tengo un asunto que buscar”, “Dios, esta es la situación”, y así sucesivamente. Aunque digan “dios”, su corazón está lleno de nociones, hostilidad y desprecio hacia Cristo. Cuando la iglesia, la casa de Dios y Cristo afrontan diversos entornos y circunstancias, la actitud de los anticristos hacia Cristo y Dios cambia reiteradamente, sufriendo distintas transformaciones. Cuando Cristo les exige cosas y se muestra bondadoso y amigable, su actitud parece amable y dócil; cuando Cristo es severo con ellos y los poda, su actitud hacia Él se vuelve de repulsión, aversión y desprecio e incluso de evasión y rechazo. Cuando Cristo les promete claramente recompensas y bendiciones, se regocijan en secreto en su interior e incluso se congracian con Él, lo adulan y lo halagan, y no dudan en sacrificar su dignidad e integridad para obtener estos beneficios. Sin embargo, independientemente de su actitud, nunca tienen una verdadera aceptación de Cristo ni fe verdadera en Él, y mucho menos se someten a Él genuinamente. Su actitud hacia Cristo es siempre de evasión, condena y vacilación observadora, y lo rechazan desde el fondo de su corazón. Sin importar dónde estén o cuál sea su ánimo, su esencia se mantiene inalterada. Incluso si en ocasiones muestran cambios o giros inesperados, estos son solo temporales. El motivo es que la esencia-naturaleza de los anticristos es hostil a Cristo, por lo que jamás aceptarán sinceramente a esta persona común como su Señor, su Dios.
La enseñanza sobre los distintos aspectos de cómo los anticristos tratan a Cristo según su ánimo está, básicamente, cubierta. El último tema a abordar, como ya os pregunté anteriormente, es para qué sirve exponer estos asuntos y cuál es la verdad que la gente debería comprender. El valor de exponer estos asuntos se puede enunciar sencillamente a partir de dos aspectos. Uno de los aspectos es que expone cuál es realmente la esencia de las verdaderas actitudes de las personas hacia Dios, permitiéndoles a estas reconocer las diversas manifestaciones de la corrupción de la especie humana. Esto es beneficioso tanto para conocerse a uno mismo como para conocer las actitudes corruptas de la gente. El otro aspecto es que permite a la gente saber cuál debe ser en realidad la actitud correcta hacia Dios. Podrías pensar que la manera en que tratas a Dios ya es tratarlo como Dios, pero en realidad hay en ello mucha impureza, muchos elementos que pertenecen a Satanás. Esas son manifestaciones de los anticristos, que Dios no reconoce ni acepta. Esa es una impureza que es preciso depurar. Esto tiene un valor tanto positivo como negativo: como mínimo, desde una perspectiva negativa, te permite saber que estas cosas son adversas, que son manifestaciones de un anticristo. El aspecto positivo es que te permite saber que a Dios no le gustan, que no acepta que lo trates de esa manera. Lo que implica es que, sin importar cuán correcta, buena, lógica o conforme a los sentimientos humanos crea la gente que es su manera de tratar a Dios, a Él no lo convence. Entonces, si a Dios no lo convence, ¿qué deberías hacer? Si dices: “Lo haré de esta manera, creo que es buena y me ceñiré a ella; ya sea que a ti te convenza o no, solo estoy siendo recto”, ¿está bien? (No). No hablaremos de si dicha actitud es correcta en relación a otros asuntos; en nuestro trato hacia Dios, actuar de esta manera es muy peligroso y deberías dar marcha atrás. ¿Cuál debería ser la actitud de la gente hacia las cosas que Dios no puede aceptar? La única actitud que debería tener la gente es aceptar todo lo que viene de Dios, parezca bueno o malo, suene agradable o severo y desagradable; debería aceptarlo y someterse de manera incondicional, considerándolo la verdad, para cambiar y purificarse a sí mismos. ¿Para qué sirve exponer estos asuntos? ¿No se ha abordado tanto desde el aspecto negativo como el proactivo, tanto desde la perspectiva positiva como la contraria? Entonces, ¿cuál es la verdad que debería comprender la gente? (Que Dios es la verdad, Dios es el Creador. Ya sea encarnado en la carne o en cualquier otra forma que se presente, las palabras que Él dice son la verdad y deberíamos someternos y aceptar de manera incondicional). ¿Podéis todos decir amén a esta afirmación? (Amén). Yo también digo amén a eso; aceptar y someterse de manera incondicional, esa es la verdad. No importa en qué forma o de qué manera Dios se presente y viva entre la gente, independientemente de la forma en la que Él exista, Dios es Dios para siempre. Esta es la verdad, y es la verdad que la gente más debería comprender. En segundo lugar, la actitud que debería tener hacia Dios un ser creado es de sumisión incondicional. Además, hay otro punto que la gente no entiende: ¿por qué las personas siguen a Dios? ¿Es para matar el aburrimiento? ¿Para llenar su mente y abordar su vacío espiritual? ¿Es para resolver su futuro porvenir? ¿Es para ser purificadas o para ir a una universidad de la verdad? ¿Qué buscan resolver las personas siguiendo a Dios? Eso es algo que ellas necesitan saber. (Buscan resolver su carácter corrupto). Correcto. Las personas siguen a Dios para resolver su carácter corrupto. ¿Pueden estas resolver su carácter corrupto por su cuenta? ¿Pueden resolverlo las personas con fama, conocimiento y educación? ¿Hay alguien entre la especie humana que pueda resolver este problema? (Nadie puede hacerlo). Dios ha venido hoy a resolver ese problema; solo el Dios encarnado, solo Dios mismo puede resolverlo. ¿Por qué puede resolverlo el Cristo encarnado, que parece ser igual a un humano? Los humanos tienen lenguaje, pensamientos e ideas, así que ¿por qué no pueden resolverlo ellos? ¿Dónde radica la diferencia? (Dios es la verdad, el camino y la vida; los humanos no poseen la verdad). Dios es la verdad, el camino y la vida. Solo aceptando este hecho y aceptando todo lo que tiene la carne en la que está encarnado Dios se puede resolver el carácter corrupto de la gente. Esto implica que la gente se presenta ante Dios para resolver su carácter corrupto, lo que significa que viene a Dios para obtener la verdad. Solo obteniendo la verdad se pueden resolver las actitudes corruptas de las personas. ¿Cómo puedes resolverlas sin obtener la verdad? ¿Pueden las doctrinas resolver un carácter corrupto? ¿Puede hacerlo el conocimiento? ¿Las nociones y figuraciones? No. Solo el Dios práctico encarnado puede ayudarte a resolverlo. Por eso es inútil adorar a cualquier figura famosa, persona eminente o sabio; ellos no pueden resolver tus dificultades reales ni salvarte. Además, aprender sobre cualquier tema, profesión o ámbito de conocimiento no puede resolver tus dificultades o problemas reales. Si dices “Simplemente menosprecio a esta persona ordinaria”, entonces es necesario que tu mirada cambie. El hecho es como es; así es como ha actuado Dios. Si quieres aceptar a Dios como tu vida, debes aceptar cada frase que Él dice y cada cosa que Él hace. Si reconoces a Dios como la verdad, entonces debes creer y admitir la naturaleza inequívoca y absoluta del hecho de que, sin importar la manera o forma en que Dios exista o se presente, Él siempre es la verdad. Después de admitir ese hecho, ¿con qué actitud deberías tratar a la carne en la que está encarnado Dios, a esta persona común? Allí radica la verdad que se debe buscar.
Al exponer las manifestaciones de cómo los anticristos tratan a Cristo según su ánimo, ¿cuál es la verdad subyacente que la gente debería comprender? Resumid algunos puntos para poder dilucidarlos y que entendáis esta verdad y os quede clara. (Hemos resumido cuatro puntos: el primero es que Dios es siempre Dios, y esa es la verdad. El segundo es que la actitud que debería tener hacia Dios un ser creado es de sumisión incondicional. El tercero es que Dios es la verdad, el camino y la vida, y solo aceptando este hecho y aceptando todo lo que tiene la carne en la que está encarnado Dios se puede resolver el carácter corrupto de la gente. El cuarto es que, si la gente reconoce a Dios como la verdad, entonces debe creer y reconocer la naturaleza inequívoca del hecho de que, sin importar la manera o forma en que Dios exista o se presente, Él siempre es la verdad). ¿Son cruciales estos cuatro puntos? (Sí). En realidad, todo el mundo conoce cada uno de estos puntos en términos de doctrina, pero, cuando se trata de qué principios-verdad involucra el asunto de cómo tratar a Cristo, la gente se confunde a la hora de afrontar situaciones reales. No saben cómo practicarlos, y las verdades que antes entendían se convierten en meras doctrinas que no se pueden aplicar. Esto es prueba suficiente de que, sin importar cuántas doctrinas comprenda la gente, no le sirven de nada; sin una comprensión de la verdad, sus problemas seguirán sin poder resolverse.
20 de junio de 2020
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