Punto 10: Desprecian la verdad, desacatan con descaro los principios e ignoran las disposiciones de la casa de Dios (IV) Parte 3
Considera y discierne en cuál de las manifestaciones de los anticristos mencionadas anteriormente se encuadra la siguiente situación. Había un líder que trabajaba todos los días de sol a sol y parecía bastante responsable. Sin embargo, apenas se dejaba ver; daba la impresión de que su trabajo lo mantenía muy ocupado y que, al parecer, no estaba ocioso, por lo que parecía pagar el precio de cumplir con su deber. Más tarde, cuando hubo obras para hacer en su vivienda y en el patio, nos encargamos de que alguien lo guiara en el trabajo. Cuando no estábamos, debería haber dado un paso adelante para ayudar a dirigir y responsabilizarse del trabajo; debería haber tomado la iniciativa. ¿No es lo razonable y apropiado? ¿Debo estar siempre allí para supervisar esas labores y tareas domésticas? (No). La mayoría de las veces, ese tipo de tareas arduas no tienen realmente relación con la verdad. La gente solo tiene que trabajar con diligencia, no participar en acciones destructivas, ser obediente y hacer lo que le piden: es sencillo y fácil de conseguir. Más tarde, cuando las tareas de esa zona estaban prácticamente terminadas, pero aún hacía falta una gestión continua, le pasé la responsabilidad a este líder. Le indiqué que mantuviera la limpieza de la zona y que se asegurara de que todo lo que necesitara mantenimiento se atendiera debidamente. Había dos aspectos principales: el primero, mantener limpios y ordenados los espacios y habitaciones establecidos dentro y fuera. El segundo, cuidar bien las plantas; por ejemplo, regar las recién plantadas para que no murieran, podarlas cuando fuera necesario según la estación y su crecimiento y abonarlas cuando hiciese falta. Solo esas dos tareas, ¿os parece mucho? ¿Puede ser agotador? (No). Esas dos tareas no son gran cosa; uno podría terminarlas mientras da un paseo después de comer. Además, ¿no tienes que ocuparte también de tu propio entorno en el que vives? Eso es vivir como un ser humano; ese tipo de tareas son esenciales para la vida humana normal. Tienes que gestionar tu propio entorno en el que vives. Si no lo haces, no eres diferente de los animales. ¿Puedes seguir llamándote humano en ese caso? Los animales no gestionan su entorno; no tienen lugares designados para sus necesidades corporales ni lugares fijos para comer y dormir. Los humanos son superiores a ellos en este sentido; gestionan su entorno, se preocupan por la limpieza y tienen normas para su ambiente. Entonces, que Yo le pidiera eso no era excesivo, ¿verdad? (Verdad). Después de asignar esas tareas, me marché a otro lugar y el líder debía realizar el trabajo en cuestión. Un día, me acerqué a comprobar cómo se estaba gestionando el entorno y, por el camino, ¡sentí angustia, irritación y rabia! ¿Qué creéis que sucedió? ¿Qué pudo haber causado ese tipo de emociones? (Él no había cumplido con los mandatos y arreglos de Dios). Exacto, es la única forma de decirlo: no los había implementado. Durante Mi ausencia, el clima no había sido particularmente seco, pero muchos de los arbolitos recién plantados tenían hojas amarillentas, algunas incluso se caían. Lo que resultaba exasperante era que las hojas de dos famosos árboles florales habían pasado de un verde frondoso a un rojo violáceo, casi amarillento. ¿Oír esto os enfada? Y lo que es aún más indignante, la plataforma de cemento de la entrada, que estuvo limpia, ahora estaba llena de cestos, bolsas de plástico, basura, astillas de madera de trabajos terminados, clavos, herramientas… Todo estaba desparramado, ¡era un caos sucio y desordenado! ¿Quién no se enfadaría al ver una escena así? Solo hay un tipo de persona que no lo haría: los que parecen animales y no tienen estándares ni sensibilidad hacia lo que los rodea, son indiferentes al olor, la limpieza o la comodidad y desconocen por completo lo que es bueno o malo. Cualquier persona que posea una humanidad normal, que tenga estándares para su entorno y la capacidad de pensar se enfurecería al ver semejante situación. Un gran grupo de personas vivía allí y, sin embargo, no pudieron ocuparse ni siquiera de esa tarea menor. ¿Qué tipo de personas son? Luego de que les diera instrucciones, así es como trataron el lugar, eso fue lo que hicieron con él. Gestionar el entorno aquí y ocuparse de esas pocas cuestiones no es una tarea agotadora, ¿verdad? No obstaculiza ninguna de tus actividades, ¿no es cierto? No afecta tus reuniones, oraciones o lectura de la palabra de Dios, ¿verdad? Entonces, ¿por qué no puede hacerse? Cuando estoy presente, supervisando y vigilando, esa gente hace algo de trabajo, pero, en cuanto me voy, deja de hacerlo; nadie asume su responsabilidad. ¿Qué es lo que ocurre? ¿Consideran este sitio su hogar? (No). Siguen diciendo que el reino de Cristo es su cálido hogar, pero ¿es eso lo que realmente piensan? ¿Es así como actúan realmente? No. Ni siquiera gestionan el entorno en el que viven. Incluso después de que les dé la orden, nadie asume la responsabilidad, y a nadie le importa. Cuando se les indica que trabajen, hacen un poco, pero, después de terminar, tiran sin cuidado las herramientas a un lado, pensando: “A quien le importe que se ocupe de ello, no es asunto mío. Mientras tenga comida y cobijo, estoy bien”. ¿Qué clase de humanidad es esa? ¿Qué tipo de moralidad? ¿Posee una persona así siquiera una pizca de humanidad normal? ¡Haber creído en Dios durante tantos años sin ningún cambio es verdaderamente inconcebible! Me esfuerzo mucho en hacer esas cosas por vosotros, en organizarlo todo muy bien. No vivo aquí, no disfruto de nada de esto, todo es para vosotros. No hace falta que estéis agradecidos; basta con que gestionéis vuestro propio entorno en el que vivís y ya está; ¿por qué es tan difícil hacerlo? Más tarde, me di cuenta de que había una razón para ese comportamiento. La gente viene a la casa de Dios, tanto si han dejado atrás a sus familias y sus carreras como si han renunciado a sus estudios y perspectivas de futuro, para cumplir con su deber, no para ser trabajadores a largo plazo para mí. ¿Por qué? No reciben ni un céntimo, así que ¿por qué habrían de escucharme? ¿Por qué deberían gestionar el entorno por mí? ¿Por qué deberían hacer ese esfuerzo por mí? Así es como piensan. Piensan que con hacer bien su propio trabajo y cumplir con sus obligaciones es suficiente, que con atender los asuntos de su ámbito de trabajo se terminan sus responsabilidades. Podrían considerar cualquier otra cosa que les pida siempre que corresponda a sus deberes y profesiones, pero para el resto debería buscar a otra persona que lo haga. El mensaje implícito es: “Somos gente del reino; ¿cómo vamos a hacer un trabajo tan sucio y agotador? Somos seres humanos superiores; ¡hacernos ejercer siempre trabajos humildes y degradantes daña nuestra imagen! Somos personas con una cierta identidad, ¿por qué sigues complicándonos las cosas?”. Cuando comprendí eso, me di cuenta de por qué la mayoría de la gente tiene aversión al trabajo, se resiste a él y no está dispuesta a llevarlo a cabo, por qué se compara con los demás y recurre a artimañas para eludir sus obligaciones cuando trabaja: es porque la mayoría no persigue la verdad. No perseguir la verdad es un dicho común, pero en realidad muchas personas están naturalmente dispuestas a amar la facilidad y despreciar el trabajo. Además de estar controladas por la mentalidad de limitarse a subsistir, creen que perseguir la verdad consiste en sentarse juntos, hablar y discutir, igual que en la nación del gran dragón rojo, donde la gente se reúne constantemente, lee periódicos y toma el té; piensan que eso es creer en Dios y cumplir con su deber. En cuanto sale el tema de trabajar y ser mano de obra como agricultores, muchos piensan que esa forma de vida no tiene nada que ver con nosotros, los cristianos. La vida del cristiano está exenta de los “placeres mundanos”. De manera implícita, creen que están por encima de las tareas cotidianas del mundo: la limpieza, el control de plagas, la agricultura, la poda, la plantación de flores, etcétera, no tienen nada que ver con ellos; hace tiempo que han trascendido esas formas de vida tan humildes. ¿No es ese el estado de la mayoría de la gente? (Sí). ¿Es fácil rectificar este tipo de estado? Algunas personas, cuando les piden que aprendan a manejar maquinaria, no se lo toman en serio e incluso hacen un mal uso deliberado de ella y la dañan en pocos días. Las máquinas recién compradas se estropean, y el coste de reparación no es barato. Piensan: “¿No me has pedido que aprendiera? Ahora que he roto la máquina y ya no queda otra, tengo una excusa para descansar, ¿no? Ya no tengo que trabajar, ¿verdad? No dejabas de pedirme que aprendiera, y he aquí el resultado. ¿Era esto lo que querías ver?”. El coste de reparación de algunas máquinas es casi tan elevado como comprar otras nuevas. Algunas personas no se sienten mal ni culpables después de cometer tales errores. Cuando se compara esto con la noción anteriormente mencionada de “no gastar ni un céntimo del dinero de la casa de dios, porque es una ofrenda a dios”, ¿qué afirmación se dice genuinamente y qué comportamiento es la realidad? Destrozan la maquinaria, y el coste de un par de reparaciones equivale a comprar una máquina nueva. Este comportamiento de despilfarro es la realidad, mientras que el enunciado de no dilapidar las ofrendas es engañoso, falso y desorientador. En relación con el ejemplo expuesto anteriormente, si tuviéramos que categorizarlo bajo el carácter o la esencia de un anticristo, ¿con qué aspecto de la discusión de hoy estaría relacionado? ¿En qué aspecto se englobaría? Dicen: “Estoy aquí para cumplir con mi deber, no para ser tu mano de obra a largo plazo”. ¿Es correcta esa afirmación? Estás aquí para cumplir con tu deber, pero ¿quién ha definido lo que implica y lo que no implica ese deber? ¿No son esas tareas parte de lo que deberías estar haciendo? Al igual que en la vida cotidiana, salir a ganar dinero para mantener a tu familia es responsabilidad tuya. Si quieres verduras y decides cultivarlas tú mismo, es tu elección, pero ¿significa eso que otras tareas domésticas no son tu responsabilidad? El enunciado de que estás aquí para cumplir con tu deber es correcto, pero afirmar que no estás aquí para ser mano de obra a largo plazo es problemático. ¿Qué significa “mano de obra a largo plazo”? ¿Quién te trata como tal? Nadie te considera mano de obra a largo plazo, y hacer esas tareas o dedicarles un poco de esfuerzo no te convierte en ello. Yo no te veo como mano de obra a largo plazo, y la casa de Dios tampoco te usa como tal. Llevas a cabo el trabajo del que eres responsable; todas esas cosas están dentro del ámbito de tu deber. En menor medida, se trata de encargarte del mantenimiento de tu vida diaria, de asegurar tu bienestar físico y tus funciones fisiológicas normales para garantizar que vivas bien. En una escala mayor, cada tarea se relaciona con la expansión de la obra de Dios. Entonces, ¿por qué estás dispuesto a realizar algunas tareas, pero no las otras? ¿Por qué te pones a elegir? ¿Por qué consideras que hacer un poco de esfuerzo, limpiar un poco y hacer mantenimiento del entorno es trabajo de la mano de obra a largo plazo, trabajo de baja categoría? Aquí está la razón: cuando se trata de los mandatos de Cristo y de todos sus requisitos, la gente considera parte de su deber las tareas que está dispuesta a hacer, mientras que considera las que no está dispuesta a hacer o las que se opone a realizar como tareas de mano de obra a largo plazo. ¿No es esta una distorsión de los hechos? Esto supone una comprensión sesgada. ¿Qué causa esta comprensión sesgada? Las preferencias de las personas. ¿Y hacia dónde se inclinan estas preferencias? Depende de si la carne sufre. Si la carne no puede disfrutar de la comodidad, si soporta adversidad o fatiga, las personas se tornan reticentes. A las tareas que están dispuestas a hacer, las que son glamurosas y respetables, las aceptan a regañadientes y las consideran cumplir con su deber. ¿Esta actitud se puede clasificar como oponerse a Cristo? Las personas se oponen y se rehúsan firmemente a llevar a cabo tareas que no están dispuestas a hacer; sin importar lo buenos que sean tus argumentos, ellas simplemente se rehúsan y se oponen. ¿Son fáciles de resolver estos estados y problemas de las personas? Todo depende de cuánto ame la verdad la persona. Si alguien no ama la verdad en absoluto y siente aversión por ella, entonces nunca cambiará. Sin embargo, si tienes la voluntad de sufrir, si puedes rebelarte contra la carne y posees una sumisión genuina y una actitud sumisa, entonces estas cuestiones pueden cambiar fácilmente, ¿verdad? (Sí). En la vida de uno, no es posible no hacer ningún trabajo. Hay quienes dicen: “En el pasado, los emperadores no trabajaban”. ¿Es eso realmente cierto? La mayoría de los emperadores no pasaron su vida entera disfrutando de la vida de palacio. Algunos comenzaron a estudiar poesía y literatura a una edad temprana, trabajando de sol a sol. Tras tomar el trono, hacían visitas de incógnito para comprender las aflicciones de su pueblo, y en épocas de crisis nacional algunos incluso iban al campo de batalla. Si bien no hubo muchos emperadores así, sí existieron algunos. Aunque hubo emperadores que hicieron poco o nada, como dicen algunas personas, fueron muy pocos. Una persona que no se involucra en ninguna actividad real y aun así sueña con gozar solo de lo mejor está simplemente fantaseando.
Muchas personas están siempre pensando que esforzarse en labores manuales es algo poco digno. ¿Es correcto este punto de vista? También están aquellos que ven dicho esfuerzo como mera mano de obra, que creen que solo el trabajo de los líderes y obreros en la iglesia cuenta como llevar a cabo un deber. ¿Es correcto ese tipo de entendimiento? (No). Debes entender este asunto de la siguiente manera: La gente necesita llevar a cabo todo lo que Dios requiere que haga y todas las diversas clases de trabajo en la casa de Dios, todas estas cosas cuentan como sus deberes. Independientemente de cuál sea el trabajo que haga la gente, este es el deber que ha de cumplir. El deber incluye un amplio ámbito y muchas áreas, pero, sea cual sea el deber que cumplas, simple y llanamente es tu obligación y algo que debes hacer. Siempre que te esfuerces por desempeñarlo bien, Dios te dará Su aprobación y te reconocerá como alguien que cree de verdad en Él. Seas quien seas, si siempre tratas de evitar tu deber o huir de él, entonces es un problema. Por decirlo suavemente, eres demasiado perezoso, demasiado escurridizo, eres ocioso, amas el placer y odias el trabajo. Si lo decimos con mayor seriedad, no estás dispuesto a cumplir con tu deber, y no tienes lealtad ni sumisión. Si ni siquiera puedes esforzarte físicamente para cargar con un poco de trabajo, ¿qué puedes hacer? ¿Qué eres capaz de hacer bien? Si una persona tiene realmente lealtad y sentido de la responsabilidad hacia su deber, mientras sea requerido por Dios y cuando sea necesario para la casa de Dios, hará cualquier cosa que se le pida, sin tomar sus propias decisiones. ¿Acaso uno de los principios de cumplir con un deber no es el de emprender y hacer bien aquel que uno puede y debe hacer? (Sí). Algunos que desempeñan una labor manual en el exterior no están de acuerdo y sostienen: “Vosotros pasáis todo el día cumpliendo con el deber en vuestro cuarto, a resguardo del viento y del sol. No existe ninguna dificultad en ello en absoluto, vuestro deber es mucho más cómodo que el nuestro. Poneos en nuestros zapatos, veamos si sois capaces de soportar trabajar en el exterior durante varias horas, bajo el viento y la lluvia”. De hecho, todo deber involucra cierta dificultad. El trabajo físico involucra esfuerzo físico y el trabajo intelectual involucra esfuerzo intelectual; cada uno tiene sus dificultades. Siempre es más fácil decir que hacer. Cuando las personas desempeñan una tarea, lo crucial es por un lado su calidad humana, y por otro si aman la verdad o no. Hablemos primero de la calidad humana. Si una persona tiene buena calidad humana, ve el lado positivo de todo, y es capaz de aceptar y comprender las cosas desde una perspectiva positiva y sobre la base de la verdad; es decir, su corazón, su calidad humana y su espíritu son rectos. Esto es desde la perspectiva de la calidad humana. A continuación, hablemos sobre otro aspecto: si se ama la verdad o no. Amar la verdad se refiere a ser capaz de aceptarla, es decir, más allá de si comprendes o no las palabras de Dios y de si entiendes o no Su intención, independientemente de si tu punto de vista, opinión y perspectiva sobre el trabajo o deber que debes desempeñar se ajustan a la verdad, eres igualmente capaz de aceptarlo de Dios; si eres sumiso y sincero, entonces con eso basta, eso te califica para cumplir con tu deber, y es el requisito mínimo. Si eres sumiso y sincero, cuando llevas a cabo tu tarea no serás superficial y no holgazanearás engañosamente, sino que pondrás todo tu corazón y fuerza en ello. Si el estado interior de una persona es incorrecto y surge negatividad en ella, esta pierde el incentivo y quiere ser superficial; en el fondo sabe muy bien que su estado no es el correcto y aun así no intenta corregirlo buscando la verdad. La gente así no tiene amor por la verdad y tiene solo una ligera disposición a cumplir con su deber. No les interesa hacer ningún esfuerzo ni sufrir dificultades, y siempre están intentando holgazanear engañosamente. De hecho, Dios ya ha escrutado todo esto. ¿Por qué no le presta atención a esta gente entonces? Dios solo está esperando que Su pueblo escogido se despierte, la exponga y la descarte. Sin embargo, esta gente piensa todavía para sus adentros: “Mira qué listo soy. Comemos la misma comida, pero después de trabajar vosotros estáis completamente exhaustos, y yo no estoy nada cansado. Yo soy el inteligente. Yo no trabajo tan duro; el que trabaja duro es un idiota”. ¿Está bien que vean a la gente honesta de este modo? No. En efecto, los que trabajan duro cuando cumplen con el deber están practicando la verdad y satisfacen a Dios, por eso son los más inteligentes de todos. ¿Qué les hace ser inteligentes? Dicen: “No hago nada que Dios no me pida, y hago todo lo que Él me pide. Hago cualquier cosa que Él me pide, pongo en ello mi corazón y toda mi energía, no me dejo llevar por la inercia en absoluto. No lo hago por ninguna persona, lo hago por Dios. Él me ama mucho; debería hacer esto para satisfacerlo”. Esta es la mentalidad correcta. Como resultado, cuando la iglesia depura a la gente, todos los que son escurridizos en el cumplimiento de su deber son descartados, mientras que los que son gente honesta que acepta el escrutinio de Dios permanecen. Los estados de aquellas personas honestas mejoran cada vez más y cuentan con la protección de Dios en todo lo que les suceda. ¿Y qué les hace ganarse esta protección? Es porque, en sus corazones, son honestos. No temen las dificultades ni el cansancio cuando cumplen su deber, y no son quisquillosos con nada de lo que se les encarga. No preguntan por qué, simplemente hacen lo que se les dice, obedecen, sin hacer ninguna investigación ni análisis, sin tener en cuenta nada más. No hacen maquinaciones y son capaces de obedecer en todas las cosas. Su estado interior es siempre muy normal. Dios los protege cuando se enfrentan al peligro, Dios también les protege cuando les sobreviene una enfermedad o una plaga, y en el futuro solo disfrutarán de bendiciones. Algunas personas simplemente no pueden ver este asunto por lo que es. Cuando ven a gente honesta soportando adversidad y agotamiento de manera voluntaria al cumplir con su deber, piensan que estas personas son necias. Decidme, ¿es eso necedad? Eso es sinceridad, es fe verdadera. Sin fe verdadera, hay muchas cosas que uno nunca puede entender o explicar realmente. Solo aquellos que comprenden la verdad, aquellos que viven siempre ante Dios y se relacionan con Él de manera normal y aquellos que se someten realmente a Él y le temen de manera genuina saben con la máxima claridad, en su corazón, lo que está sucediendo realmente. ¿Por qué ellos lo saben, mientras que otros no? Se debe a que han ganado experiencia practicando la verdad y siendo gente honesta. Esta experiencia no puede brindarla ninguna persona, ni tampoco robarla o arrebatarla. ¿No es esta una bendición? La gente común no puede obtener tal bienaventuranza. ¿Por qué? Porque las personas son demasiado falsas y perversas; se quedan cortas de honestidad, son incapaces de ser gente honesta y carecen de un corazón genuino, por eso lo que reciben es limitado. En lo que a los anticristos respecta, se hace menos necesario aún mencionarlos. Considerando las actitudes que tienen hacia diversas cuestiones, así como su esencia-naturaleza y en especial su actitud hacia Cristo, las personas como los anticristos jamás recibirán esta bendición. ¿Por qué? ¡Porque su corazón es demasiado perverso y taimado! Tratan a cada persona de manera diferente dependiendo de quién es, cambian de color como un camaleón y sus pensamientos nunca se detienen; no venden la piel del oso antes de haberlo cazado, no son sinceros con Dios ni sumisos a Él y solo hacen transacciones con Él. ¿Cuál es la consecuencia de tales actitudes y de tal esencia? Que, en cualquier asunto, son incapaces de calar o de comprender la esencia de distintas personas y situaciones, así como las verdades implicadas en dichas situaciones. Las palabras de Dios están dispuestas frente a ellos y ellos tienen educación, saben leer y analizar, tienen intelecto y saben cómo escrutar, así que ¿por qué no pueden entender? Sin importar la edad que alcancen, incluso si llegan a los 80 años, seguirán sin lograrlo. ¿Por qué no entenderán? La razón principal es que les han vendado los ojos. Algunas personas dicen: “Pero no hemos visto que les hayan cubierto los ojos”. Es su corazón lo que han cubierto. ¿Qué significa que esté cubierto? Significa que su corazón no está esclarecido; están perpetuamente ofuscados. Anteriormente se dijo que “el corazón de la gente está endurecido”. ¿Qué ha endurecido el corazón de los anticristos? En realidad, es Dios el que no los ha esclarecido. Él no tiene intenciones de hacerlos perfectos ni de salvarlos. Simplemente interviene en los momentos oportunos, en momentos cruciales e importantes, para contenerlos un poco y evitar que se vean perjudicados los intereses de la casa de Dios. Pero la mayor parte del tiempo, cuando se trata de asuntos de las palabras de Dios, de la verdad, de someterse a Él, de conocerse a sí mismos y de conocerlo a Él, Dios nunca los esclarece. Algunos podrían decir: “Eso no es correcto. ¿Cómo puedes decir que Él no los esclarece? Algunos de los que han clasificado como anticristos son muy listos. Después de oír un sermón, si has hablado durante tres horas, ellos pueden hablar durante seis. ¿No es eso esclarecimiento?”. Por muchas horas que puedan hablar, aunque sean treinta, no es más que un montón de palabras y doctrinas. ¿Podían los fariseos y los escribas hablar mejor que estas personas? Cada uno de ellos era un experto en predicar y todos hablaban con elocuencia, pero ¿de qué sirvió? Cuando Dios llegó, se resistieron y lo condenaron de todas maneras. ¿Qué les trajo eso? Destrucción, perdición y un gran desastre. Desde fuera, todos en la casa de Dios parecen estar cumpliendo con su deber; cada persona toma tres comidas diarias, lleva a cabo sus deberes durante el día y descansa durante la noche. Sin embargo, después de varios años, las diferencias entre diversos tipos de personas se vuelven significativas y los desenlaces de los diferentes tipos de personas se revelan y se pueden distinguir. Algunas personas proclaman verbalmente que creen en Dios, pero no siguen la senda correcta y en su lugar se precipitan hacia el infierno. Otras aman la verdad y se esmeran por ella continuamente, y así entran de manera gradual en la realidad-verdad. Algunas siempre quieren vivir una vida cómoda y se vuelven más y más taimadas en el cumplimiento de su deber, y finalmente las descartan. Algunas pueden aceptar la verdad, se vuelven cada vez más honestas en su corazón y experimentan un cambio en su carácter-vida, por lo que reciben el amor de Dios y de la gente. Algunas se concentran siempre en predicar palabras y doctrinas y, después de todas sus prédicas, Dios las desdeña y quedan arruinadas. Algunas carecen de comprensión espiritual y, cuantos más sermones escuchan, más confundidas, menos interesadas en la verdad y menos sumisas se vuelven; quieren actuar de manera tozuda y caprichosa, siempre buscando satisfacer sus propios deseos y aspirando a la fama, la ganancia y el estatus. Esto es peligroso. Algunas personas siguen a Dios por varios años y, después de comer y beber de Sus palabras y experimentar muchas cosas, llegan a comprender muchas verdades, a tener cada vez más fe en Él y a ganar Su aprobación. Todas estas personas creen en Dios, viven la vida de iglesia y llevan a cabo sus deberes, así que ¿por qué, después de ocho o diez años, sus resultados son diferentes, cada uno en función de su tipo? ¿Qué ilustra esto? ¿No hay diferencias en la esencia-naturaleza de las personas? (Sí).
Aquí hay otro asunto para que escuchéis y consideréis a qué categoría pertenece entre las manifestaciones de los anticristos que hemos debatido. En algunas iglesias hay personas claramente malvadas que actúan de forma tiránica e irracional. No son capaces de hacer ningún trabajo concreto, pero siempre quieren detentar el poder. En cualquier trabajo que emprenden, crean perturbaciones y destrucción y no se adhieren a los principios; asimismo, en todo lo que hacen, nunca quieren pagar el precio y, sin embargo, siempre quieren que los demás les hagan caso. En resumen, mientras una persona así esté en una iglesia, perturbará a muchas otras, y afectará y perjudicará a la obra de la casa de Dios y el orden de la iglesia. Aunque tales personas no hayan cometido actos manifiestos de gran maldad ni hayan hecho daño a los hermanos y hermanas, cuando se observa su humanidad, su esencia y sus puntos de vista sobre diversos asuntos, así como sus actitudes hacia los hermanos y hermanas, la obra de la casa de Dios y sus propios deberes, sencillamente se encuentran entre las filas de los malvados. ¿Cómo debo tratar a una persona así si me la encuentro antes de que los hermanos y hermanas se hayan dado cuenta? ¿Debo esperar a que cometan un error grave o provoquen un gran desastre para deshacerme de ellos, echándolos cuando “den la nota”? ¿Es necesario? (No). Entonces, ¿qué debo hacer? Como mínimo, debería destituirlos de su cargo. A continuación, debería aislarlos o echarlos e impedirles que sigan con su deber para evitar que afecten a los demás. En la obra vital de la casa de Dios, no se permite la presencia de personas tan malvadas. ¿Es correcto este principio? Si no los han revelado, mejor así; pero, una vez que los revelan, los ven claramente y los clasifican como personas malvadas, ¿es correcto depurarlos? (Sí). Algunos dirán: “Eso no funcionará. Tú los has calado, pero otros no. Depurarlos afectará a los demás. Si te limitas a hacerlo porque los has calado, ¿no significará que estás tomando la decisión tú solo? ¿Es eso realmente dejar que la verdad tenga el poder? Debemos reunirnos y charlar con los hermanos y hermanas, diseccionarlo con ellos, hacer un trabajo ideológico en ellos, recopilar material y obtener la aprobación de todos antes de actuar. Tienes que seguir los procedimientos; si no lo haces, ¿no estás violando la organización del trabajo de la iglesia? ¿No estaría mal? Tu deberías ser el primero en acatar la organización del trabajo de la iglesia; no puedes sabotearla. Es más, ¿no hacemos todo, sin importar lo que sea, por consideración a los hermanos y hermanas? Puesto que ese es el caso, entonces es necesario que todos los hermanos y hermanas sean plenamente conscientes de esto y tengan claro este aspecto de la verdad. No puedes dejarlos confundidos; debes permitir que todos los hermanos y hermanas disciernan”. Si no se siguen esos procedimientos y Yo digo que hay que echar a alguien, ¿cómo actuaríais? Os sentiríais perdidos, ¿verdad? El hecho de que os encontréis en un aprieto demuestra que existen entre vosotros esos puntos de vista. Lo que cuento ya ha ocurrido. En un entorno de trabajo crucial, había un diablo con mala humanidad que, aunque cumplía con su deber, holgazaneaba con disimulo para evitar las dificultades y el agotamiento. A cada oportunidad, trastornaba y perturbaba el trabajo de la iglesia y, cuando lo podaron, se volvió revoltoso y rechazó por completo la verdad. Siempre quiso ocupar un cargo y tomar las decisiones, además de mandar a los demás, y nunca tuvo en cuenta los intereses de la iglesia ni se atuvo a los principios, sino que actuaba únicamente en función de sus preferencias. Durante el tiempo que estuvo a cargo de la obra, hizo caso omiso de varias cosas que le indiqué que hiciera y trató Mis palabras como si le entrasen por un oído y le saliesen por el otro. Además de no hacer sus tareas, causaba perturbaciones. La iglesia es un lugar de trabajo importante para el desempeño de los deberes; si pensaba que no había venido a cumplir con su deber, sino a vivir en una comodidad principesca o a disfrutar de una jubilación anticipada, estaba equivocado. La casa de Dios no es una institución de beneficencia ni un refugio. Escoria como ese hombre no sirve de nada allí donde vaya; nunca es leal en ninguno de sus deberes, siempre es superficial y simplemente deambula sin rumbo. Así que pedí que lo echaran de inmediato. ¿Habría sido fácil de poner en práctica? (Sí). Sin embargo, para cierto tipo de personas, hasta un asunto tan sencillo es difícil de implementar. Pasaron tres meses desde que expresé lo que pensaba hasta que por fin expulsaron a la fuerza a esa persona malvada. ¿A qué se debió? Después de que di la orden de echar a ese hombre, el líder de la iglesia comenzó a “implementar” la tarea. ¿Cómo lo hizo? Convocó una reunión para que todos votaran sobre la decisión. Tras un largo debate, la mayoría acordó finalmente echarlo, pero hubo un voto en contra, por lo que el asunto quedó en suspenso. El líder dijo que había que trabajar con la persona que no estaba de acuerdo, debatir con ella y obtener su consentimiento. Mientras tanto, pregunté dos veces si habían expulsado al hombre, y el líder me respondió que no, que aún estaban recopilando y resumiendo el material. A Mis espaldas, también decían: “Mientras una persona no esté de acuerdo, no podemos echarlo”. Lo que querían decir con eso era que no deseaban deshacerse del hombre, así que dieron con esa absurda razón. En realidad, estaban engañando a los demás; temían ofender al hombre y no se atrevían a echarlo. Finalmente, llegó un ultimátum de lo Alto: “Hay que expulsar a ese hombre. Si él no se va, entonces tú debes irte. Uno de vosotros tiene que marcharse; ¡tú eliges!”. Al oír eso, pensó: “No puedo ser yo quien se vaya; ¡no he disfrutado lo suficiente de mi posición!”. Solo entonces echaron a ese diablo. Decidme, ¿por qué ese líder protegió al diablo? ¿No es ese el enfoque de un anticristo? Es precisamente el comportamiento de un anticristo.
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