Punto 9: Cumplen con su deber solo para distinguirse a sí mismos y satisfacer sus propios intereses y ambiciones; nunca consideran los intereses de la casa de Dios, e incluso los venden y los intercambian por gloria personal (X) Parte 2
Según las apariencias, las palabras del anticristo parecen especialmente amables, cultas y distinguidas. Más allá de quién viole los principios o trastorne y perturbe el trabajo de la iglesia, el anticristo no expone ni critica a estas personas, sino que hace la vista gorda, deja que la gente piense que es magnánimo en todos los asuntos. Independientemente de las actitudes corruptas que revele la gente y de las acciones malvadas que cometan, el anticristo se muestra comprensivo y tolerante. No se enfadan o tienen estallidos de rabia, no se molestan ni culpan a la gente cuando esta hace algo mal y daña los intereses de la casa de Dios. No importa quién cometa la maldad y perturbe la obra de la iglesia, no le prestan atención, como si no tuviera nada que ver con ellos, y nunca ofenderán a la gente por este motivo. ¿Qué es lo que más les preocupa a los anticristos? Cuánta gente los tiene en alta estima y cuánta los ve sufrir y los elogia por ello. Los anticristos creen que el sufrimiento nunca debe ser por nada, sin importar la dificultad que sufran, el precio que paguen, qué buenas acciones hagan, cómo de cariñosos, considerados y amables sean con los demás, todo ello debe llevarse a cabo delante de otros, para que pueda verlo más gente. ¿Y cuál es su objetivo al actuar así? Congraciarse con las personas, hacer que más gente apruebe sus actos, su conducta y su calidad humana en el corazón, que les den el visto bueno. Existen incluso anticristos que intentan establecer una imagen de sí mismos de “buena persona” mediante este buen comportamiento de cara al exterior, de tal modo que más gente acuda a ellos en busca de ayuda. Por ejemplo, alguien se vuelve débil y cree que la mayoría de la gente carece de amor, que es muy egoísta y que no es dada a ayudar a los demás ni bondadosa, y entonces se acuerda de esa “buena persona” que en realidad es un anticristo. O alguien se topa con una dificultad en el trabajo y no sabe cómo resolverla. No se le ocurre quién podría ayudarlo y el primero en el que piensa es en esa “buena persona” que en realidad es un anticristo. Alguien ya no quiere cumplir con su deber, quiere perseguir el mundo, perseguir poder y riquezas, y vivir su propia vida, y a pesar de volverse tan negativo y débil, no ora a Dios ni habla de ello con nadie; en esta situación, se acuerda de esa “buena persona” que en realidad es un anticristo. Al continuar así las cosas, cuando surgen problemas, estos individuos ya no oran a Dios ni leen Sus palabras, sino que prefieren confiar en esa “buena persona” para que les preste ayuda, que en realidad es un anticristo. Solo le abren su corazón y le cuentan lo que albergan en su interior a este sujeto complaciente para pedirle que les solucione sus problemas; alientan y siguen a este anticristo. ¿Y acaso el anticristo no obtiene de este modo su objetivo? Cuando el anticristo ha logrado su propósito, ¿acaso su estatus en la iglesia no se eleva por encima del de la gente corriente? Y cuando puede ser el número uno y convertirse en el pez gordo de la iglesia, ¿se queda realmente satisfecho? Pues no. ¿Qué objetivo persigue? Quiere conseguir que haya aún más personas que le den su aprobación, que lo tengan en alta estima y que lo idolatren; ocupar un lugar en el corazón de la gente; y, sobre todo, conseguir que los demás lo admiren, confíen en él y lo sigan cuando su fe en Dios atraviese dificultades y no tengan a dónde recurrir. Esto es mucho más grave que el hecho de que el anticristo quiera ser el número uno y el pez gordo de la iglesia. ¿Qué tiene de grave? (Compite con Dios para ocupar un lugar en el corazón de la gente. Quiere reemplazar directamente a Dios). (Los individuos así resultan difíciles de discernir. Se valen de un buen comportamiento superficial para desorientar a los demás, lo que conduce a que otros ya no busquen la verdad en las palabras de Dios ni la compartan cuando se vean en algún apuro, sino que dependan de estos anticristos y los admiren; que acudan a ellos para que les solucionen los problemas, y que consideren sus palabras como la verdad, lo que produce que estas personas se alejen cada vez más de Dios. Se trata de un método de lo más insidioso y malévolo). Así es, todos habéis comprendido y mencionado el punto importante, que es que los anticristos se hacen un hueco en el corazón de la gente, se arraigan en él y quieren reemplazar a Dios. Alguien dice: “Si busco a Dios, no soy capaz de encontrarlo; no soy capaz de verlo. Si busco las palabras de Dios, el libro es tan gordo y contiene tantas palabras que me es difícil hallar respuestas. Pero si acudo a esta persona, las obtengo enseguida; resulta tan cómodo como beneficioso”. ¿Ves? Sus acciones ya han conseguido que la gente no solo lo idolatre, sino que también le reserve un lugar en su corazón. El anticristo quiere reemplazar a Dios; este es el objetivo que persigue al hacer estas cosas. Resulta evidente que, con sus acciones, el anticristo ya ha cosechado un primer éxito; ya se ha hecho con un lugar en el corazón de estas personas sin discernimiento, y algunos individuos ya lo idolatran y lo admiran. Este es el objetivo al que aspira el anticristo. Si alguien tiene un problema y ora a Dios en vez de ir a buscar al anticristo, este último se siente contrariado y piensa: “¿Por qué acudes siempre a dios? ¿Por qué piensas siempre en él? ¿Por qué no me ves ni piensas en mí? Soy muy humilde y paciente, soy capaz de renunciar a cosas y de entregarme muchísimo, y dono a la caridad, conque ¿por qué no acudes a mí? Te ayudo tantísimo. ¿Por qué no tienes ninguna conciencia?”. Se siente descontento y disgustado, y se enfada; se enfada con esa persona y con Dios. Para conseguir su objetivo último, mantiene la farsa, sigue donando a la caridad y se muestra paciente y tolerante; aparenta ser humilde, habla con benevolencia, nunca hace daño a otros y a menudo brinda consuelo a personas que intentan conocerse a sí mismas. Alguien dice: “Soy rebelde; soy un diablo y un satanás”. Y él responde: “No eres un diablo ni un satanás. Se trata de un problemilla de nada. No te rebajes tanto ni te subestimes. Dios nos ha elevado; no somos gente corriente, por lo que no debes menospreciarte. Eres mucho mejor que yo; yo soy más corrupto que tú. Si tú eres un diablo, entonces yo soy un diablo perverso. Si tú eres un diablo perverso, entonces yo debo ir al infierno y sufrir la perdición”. Así es como el anticristo ayuda a la gente. Si alguien admite haber causado una pérdida a los intereses de la casa de Dios o a la obra de la iglesia, le dice: “Causar una pérdida a la obra de la iglesia mientras cumplías con tu deber y descarriarte un poco no es para tanto. En el pasado yo he causado pérdidas mucho mayores que tú y he ido por sendas mucho más torcidas. Tú solo cambia en el futuro tu manera de hacer las cosas, no hay ningún problema. Si crees que tu conciencia no podrá soportarlo, dispongo de algo de dinero y compensaré la pérdida en tu lugar, así que no te disgustes. Si en el futuro te surge algún problema, acude a mí y haré todo lo posible para ayudarte, y cualquier cosa que yo pueda hacer, la haré enseguida”. El anticristo posee este sentido de “lealtad personal”, pero ¿qué pretende en realidad? ¿Te está ayudando de verdad? Está perjudicándote, conduciéndote a una zanja; has caído en la tentación de Satanás. Él cava un hoyo para ti y tú saltas de cabeza; caes en la trampa y aún piensas que allí se está muy bien, pero este anticristo te ha buscado la ruina y ni te has enterado. ¡Qué estupidez! Así es como Satanás y los anticristos tratan, desorientan y perjudican a la gente. El anticristo dice: “No pasa nada si piensas un poco en los intereses de la casa de dios y tienes un poco de cuidado en el futuro. Este asunto puede remediarse, nadie lo haría adrede. ¿Quién de entre nosotros puede ser perfecto? Nadie, todos somos corruptos. Yo antes era mucho peor que tú. Exhortémonos mutuamente en el futuro. Además, aunque la casa de dios sufra algunas pérdidas, él no se acordará. Dios es muy indulgente y tolerante con el hombre. Si nosotros podemos mostrarnos tolerantes el uno con el otro, ¿no deberá ser dios aún más capaz de mostrar tolerancia? Si él dice que no recordará nuestras transgresiones, es que ya no tenemos ninguna”. Por grande que sea el error que cometa una persona, el anticristo le quita importancia con una broma y lo pasa por alto para demostrar el gran corazón que tiene y lo benevolente, grande y tolerante que es. Recíprocamente, esto conduce a las personas a creer de forma errónea que Dios siempre está desenmascarando a la gente con Sus palabras, que siempre está armando revuelo por las actitudes corruptas de las personas y que siempre está buscándole los tres pies al gato. Si alguien ha cometido una transgresión o se ha rebelado, Dios lo poda, juzga y castiga, y parece que fuera desconsiderado. Sin embargo, el anticristo puede tolerar y perdonar a la gente en cualquier circunstancia; es un tipo tan fenomenal y respetado. ¿No son así las cosas? También hay algunos anticristos que dicen: “Los no creyentes tienen este dicho: ‘En una casa grande con multitud de bienes, un pequeño despilfarro no es nada’. La casa de dios es enorme y él se prodiga en bendiciones. No pasa nada si despilfarramos un poco; dios nos concede infinidad de cosas. ¿No hemos despilfarrado mucho? ¿Y qué nos ha hecho dios? ¿Acaso no lo ha tolerado todo? Tiempo atrás, dios vio que el hombre es débil y corrupto, así que, si lo ha visto, ¿por qué no nos castiga? ¡Esto demuestra que dios es paciente y misericordioso!”. ¿Cómo pueden decirse este tipo de cosas? Emplean palabras que parecen ciertas y conformes a las nociones humanas para desorientar a la gente y hacer que caiga en la tentación, para perturbar su visión y confundirla, y hacer que malinterprete a Dios, de modo que no albergue ni siquiera un mínimo deseo o voluntad de someterse a Él. Instigadas, desorientadas y descarriadas por los anticristos, las personas pierden la poca conciencia que poseen y empiezan a obedecerlos y a someterse a ellos.
Los anticristos son especialmente expertos en fingir cuando tienen personas alrededor. Al igual que los fariseos, por fuera aparentan ser muy tolerantes con la gente y pacientes, humildes y bondadosos; parecen muy indulgentes y tolerantes con todo el mundo. A la hora de lidiar con problemas, siempre muestran una increíble tolerancia con la gente desde su posición de estatus y en todos los aspectos aparentan ser magnánimos y comprensivos, no se comportan como unos tiquismiquis y muestran a los demás lo grandes y amables que son. En realidad, ¿poseen los anticristos esta esencia? Actúan por el bien de los demás, son tolerantes con la gente y pueden ayudar a las personas en cualquier circunstancia, pero ¿cuál es el motivo oculto de sus acciones? ¿Seguirían haciendo estas cosas si no trataran de ganarse a la gente y de comprar su favor? ¿Se comportan los anticristos realmente así a puerta cerrada? ¿Son realmente lo que aparentan cuando están delante de otras personas, tipos humildes y pacientes, tolerantes con los demás y dispuestos a ayudarlos con amor? ¿Poseen esa esencia y ese carácter? ¿Tienen esa calidad humana? En absoluto. Todo cuanto hacen es una farsa destinada a desorientar a la gente y comprar su favor para que una mayor cantidad de personas lleguen a albergar una buena impresión de ellos en su corazón y para que, cuando le surja un problema a alguien, este piense primero en ellos y busque su ayuda. A fin de lograr su objetivo, los anticristos planean premeditadamente cómo exhibirse ante los demás, qué cosas decir y hacer. Antes de hablar, quién sabe cuántas veces filtrarán o procesarán sus palabras en la cabeza. Planearán las cosas y se devanarán los sesos premeditadamente, reflexionarán sobre las palabras que emplean, sus expresiones, su registro, su voz y hasta sobre las miradas que dirigen a la gente y el tono con el que hablan. Sopesarán quién es su interlocutor, si se trata de una persona mayor o joven, si tiene un estatus superior o inferior al suyo, si los tiene en alta estima, si les guarda rencor en privado, si poseen una personalidad compatible con la suya, qué deberes cumple y cuál es su lugar en la iglesia y en el corazón de sus hermanos y hermanas. Observarán y sopesarán estas cuestiones, detenida y atentamente, y una vez meditadas, idearán formas de abordar a todo tipo de personas. Al margen de cómo traten a las distintas clases de personas, el objetivo de los anticristos no es otro que conseguir que la gente los tenga en alta estima; que los admire en lugar de mirarlos como a sus iguales; que cada vez haya más personas que los aprecien y los respeten cuando hablen, los apoyen y sigan cuando hagan algo, y los absuelvan y defiendan cuando cometan un error, y que cada vez haya más personas que peleen por su causa, se quejen amargamente en su nombre y se posicionen para discutir y oponerse a Dios cuando queden en evidencia y sean rechazados. Cuando pierden el poder, cuentan con un gran número de individuos que los ayudan, expresan su apoyo y dan la cara por ellos, lo cual demuestra que el estatus y el poder que los anticristos han cultivado en la iglesia gracias a sus intrigas premeditadas han arraigado profundamente en el corazón de la gente, y que su “concienzudo trabajo” no ha sido en vano.
Los anticristos se esfuerzan en la medida de sus capacidades por gestionar y abordar su estatus, prestigio, reputación y autoridad entre la gente; no aflojarán, ni se les ablandará el corazón, ni mucho menos serán descuidados. Observan la expresión en la mirada de los demás, sus personalidades, sus rutinas diarias, sus aspiraciones, sus actitudes hacia las cosas positivas y negativas y, sobre todo, observan su fe en Dios y su lealtad, así como su actitud a la hora de gastarse para Dios, cumplir con sus deberes, etcétera; se esfuerzan mucho en estas cuestiones. Así, a tenor de esta actitud, evitan y se cuidan de quienes persiguen la verdad y saben discernirlos, y hablan y actúan con cautela cuando están delante de dichas personas. Cuando se rodean de gente que posee una personalidad relativamente débil, que a menudo es negativa y no comprende la verdad, así como de ciertos ignorantes que poseen una comprensión escasa de la verdad, a menudo hacen todo lo posible por exhibirse y aprovechan constantemente cualquier oportunidad para escenificar un número semejante a un espectáculo circense. Por ejemplo, cuando, en las reuniones, una buena parte de la gente los aprueba, solo una minoría siente repulsión hacia ellos y hay una gran cantidad de personas que no los disciernen; por tanto, ellos empiezan a representar su número y a buscar oportunidades para dar enseñanzas. Hablan sobre sus propias experiencias, sobre su “gloriosa historia” pasada, sobre el crédito que han ganado en la casa de Dios y hasta sobre cómo lo Alto los ha apreciado y podado personalmente; son incapaces de dejar pasar una oportunidad semejante. Da igual con quién estén o cuál sea la ocasión, los anticristos solo hacen una cosa: representar un número; es decir, se dedican a pavonearse de cara a la galería. Tal es la esencia de los anticristos: sienten aversión por la verdad, son perversos y desvergonzados. ¿Hasta dónde llegan en su actuación? Quizá vosotros mismos hayáis presenciado alguna. A algunos se les nota claramente cuando están representando un número, presumiendo, ganándose el corazón de la gente y aprovechando la oportunidad para conseguir que otros piensen bien de ellos. Hay personas que los desprecian, otras que no les prestan atención o que incluso se mofan de ellos, pero les da igual. ¿Qué es lo que les importa? Lo que les importa es que su actuación deje en la gente una huella profunda, que la gente vea que se atreven a decir las cosas, que tienen coraje, estilo y talento para el liderazgo, valor para no sufrir miedo escénico y, sobre todo, la capacidad para manejar las cosas sin dejarse llevar por el pánico. Se sienten satisfechos cuando han conseguido que la gente comprenda y perciba estas cosas, y por eso intentan por todos los medios actuar en el mismo momento en que se les presenta la oportunidad de hacerlo, y actúan sin freno, sin ningún escrúpulo ni vergüenza. Esto es lo que hacen los anticristos. Durante las reuniones, si Mis enseñanzas siempre versan sobre el tema principal, algunos se adormecen mientras me escuchan hablar, o tienen la mente ocupada en otras cosas y no le resulta fácil atender a Mis palabras. En estas situaciones, charlo un poco, cuento una historia o hago un chiste. En general, son cosas que guardan relación con ciertas actitudes corruptas y estados que los individuos revelan en su vida. Me valgo de las historias o los chistes para despertar un poco a la gente y que puedan comprender las cosas un poco mejor. Cuando los anticristos lo ven, piensan: “Tú cuentas chistes en tus sermones durante las reuniones. Yo también puedo, soy tan bueno como tú. Con aire despreocupado, contaré un chiste malo y todo el mundo se reirá a carcajadas, todo el mundo disfrutará, ¡será fantástico! Con aire despreocupado, contaré una historia y entonces ya nadie querrá asistir a las reuniones, solo querrán oír mis historias”. Compiten conmigo por esto. ¿Qué sentido tiene que compitan conmigo? ¿Por qué cuento historias? ¿Por qué me pongo a charlar? Mis historias y mi charla ayudan a la gente a entender algunas cosas, la ayuda a comprender la verdad de una forma relajada; este es Mi propósito. Sin embargo, los anticristos se aprovechan de ello, tratan de sacar ventaja, y dicen: “En las reuniones, durante ese período tan crucial e importante, te dedicas simplemente a charlar, así que yo también”. ¿Ambas charlas son iguales? Los anticristos, ese pedazo de escoria, ni siquiera comprenden la verdad, así que ¿qué puede extraerse de su parloteo? ¿Qué puede extraerse de sus historias o chistes? Estas bestias sin entendimiento espiritual se toman de una manera demasiado superficial y despreocupada las serias cuestiones de las enseñanzas sobre la verdad y de relatar historias. ¿Qué clase de persona hace esto? Los anticristos, los individuos que carecen de entendimiento espiritual y las personas que no persiguen la verdad: a ellos les gusta hacer esto.
Los ojos de los hermanos y hermanas, los ojos de la mayoría de las personas, no identifican casi ningún defecto en las farsas que representan los anticristos. ¿Por qué? Porque los anticristos encubren y ocultan sus defectos y no dejan que los veas; guardan a puerta cerrada su lado perverso, su lado depravado y su lado malo. ¿Dónde se encuentran esas “puertas cerradas”? En sitios que no puedas ver; es decir, en su casa, en la sociedad, en su trabajo, delante de sus familiares y amigos; son espacios que no puedes ver y con los que no tienes contacto. Sus palabras y su comportamiento, que sí ves y con los que sí tienes contacto, representan exclusivamente su parte fingida, su parte procesada. La parte que no puedes ver conforma su verdadera esencia, su verdadero rostro. ¿Y cuál es su verdadero rostro? Cuando están con su familia no creyente, sueltan todo tipo de comentarios negativos: quejas, palabras de resentimiento y hostilidad hacia otros, palabras de juicio y condena hacia los hermanos y hermanas, protestas sobre lo injusta que es la casa de Dios; dicen todas estas cosas, sin omitir nada, sin contenerse lo más mínimo. Cuando están con sus parientes y amigos, discuten sobre el mundo secular y cotillean sobre las familias de otros, se apuntan a las actividades seculares de los no creyentes y hasta llegan a participar activamente en bodas y funerales. Cotillean con los no creyentes, juzgan y maldicen a otros, difunden rumores y calumnias sobre la gente a espaldas de ella; dicen todas estas cosas. Cuando se hallan entre no creyentes, al tratar con otras personas, las estafan, forman pandillas, atacan a la gente y, en su lugar de trabajo, pueden inculpar a otros, inventarse historias sobre ellos y pisotearlos para conseguir un ascenso; también hacen todas estas cosas. Cuando están con sus familias o con no creyentes, no son pacientes, tolerantes ni humildes, sino que revelan por completo su verdadera cara. En la casa de Dios, son lobos con piel de cordero, y cuando se hallan entre no creyentes, personas que no creen en Dios, revelan sus facciones de lobo para que todo el mundo las vea; se pelean con los no creyentes por sus intereses, por una palabra, por un dicho, y discutirán sin cesar por cualquier minucia hasta enrojecer. Si no obtienen ningún beneficio o son podados en la casa de Dios, vuelven a sus hogares y arman un follón, causan problemas y actúan de tal modo que sus familias llegan a tenerles miedo. Entre los no creyentes, no tienen decencia cristiana, ni dan testimonio como corresponde a los cristianos; son lobos hasta la médula, ni siquiera humanos. En la casa de Dios, y ante los hermanos y hermanas, hacen promesas, prestan juramentos, expresan su determinación y parecen tener fe en Dios y estar dispuestos a entregarse para Él. Sin embargo, cuando se juntan con los no creyentes, tienen las mismas aspiraciones y creencias que ellos. Algunos incluso siguen a los famosos, igual que los no creyentes, y copian lo que visten a diario, exhiben el torso, van con los pelos desgreñados y se ponen un montón de maquillaje; no tienen pinta ni de humano ni de fantasma. Visten a la moda y se mantienen siempre al día, creen que la vida está llena de sabor y, en lo más hondo de su corazón, no tienen el menor sentido de la repugnancia hacia el estilo de vida de los no creyentes. Los anticristos hacen multitud de cosas y se esfuerzan por asegurarse un lugar en la iglesia y ganar prestigio y estatus en el corazón de la gente. Tal esfuerzo lo realizan exclusivamente para alcanzar sus objetivos y para que los demás los tengan en alta estima y los idolatren. Estos comportamientos, enfoques y revelaciones externas contrastan claramente con cómo viven a puerta cerrada, y sus acciones y su comportamiento a espaldas de la gente no son en absoluto propios de un cristiano. Con un contraste tan evidente, podemos determinar que todo cuanto hacen y revelan en torno a los hermanos y hermanas representa una farsa absoluta, que no es real ni una revelación natural. Los anticristos fingen solo para conseguir sus objetivos, de lo contrario no se comprometerían nunca a actuar así. A juzgar por sus acciones y por las revelaciones de carácter a puerta cerrada, así como por sus propias aspiraciones, no aman la verdad, no aman las cosas positivas, no aman la decencia y la rectitud, y ni mucho menos aman tener que soportar sufrimiento y pagar un precio ni seguir la senda cristiana. Por lo tanto, los buenos comportamientos que muestran no nacen del corazón, no son voluntarios ni sinceros, sino contrarios a sus propios deseos, se fabrican para que los demás los vean y para comprar el favor de la gente y ganarse su corazón. Hay quien se preguntará: “¿En qué los beneficia ganarse el corazón de la gente?”. Es aquí donde los anticristos se diferencian de la gente corriente; este beneficio tiene una gran importancia para ellos. Así pues, ¿en qué consiste? En el hecho de que, cuando se hallen entre gente, no habrá nadie que no los conozca, nadie que no les dé el visto bueno, nadie que no los elogie, nadie que no los idolatre. La gente recurre al anticristo cuando tiene un problema en vez de recurrir y orar a Dios. Y cuando todo el mundo idolatra al anticristo y gira en torno a él, ¿cómo se siente? Se cree una persona extraordinaria o casi divina y tiene la sensación de estar flotando en una nube, de vivir en el séptimo cielo, lo cual difiere de cómo vive una persona normal. Cuando se halla entre gente, todos lo colman de alabanzas, se deshacen en admiración hacia él y lo ensalzan como estrellas agrupadas en torno a la luna, ¡qué gran sensación! ¡y cuánto gozo, consuelo y felicidad hay en su corazón! Esto es precisamente lo que quieren los anticristos. Sin embargo, si en un grupo de personas nadie presta atención al anticristo, si muy pocos saben cómo se llama, si nadie conoce sus puntos fuertes, si la mayoría de la gente lo considera un tipo corriente, un tipo sin cualidades especiales, sin puntos fuertes, que no tiene nada de extraordinario, nada que los demás puedan apreciar o respetar, ni nada de lo que alguien pueda hablar con admiración, entonces el anticristo siente una cierta incomodidad y malestar en su corazón; no se siente como una deidad ni como si estuviera flotando en una nube. Para él, vivir así resulta demasiado aburrido, demasiado incómodo, demasiado sofocante, demasiado insatisfactorio, y no le merece la pena. Se preguntan qué placer hay en una vida que pasarán siendo una persona normal y corriente, cumpliendo algún deber y convirtiéndose en un ser creado cualificado. ¿Cómo es posible que creer en Dios proporcione tan pocos placeres? Para él, se trata de un nivel de vida demasiado bajo, que será necesario elevar. Pero ¿cómo elevarlo? Debe aumentar su popularidad para que la gente lo admire y lo tenga en alta estima, de modo que pueda gozar de una vida de esplendor. Por eso, cuando ora, no lo hace a solas en su casa, sino que debe acudir a la iglesia, orar cuando esté reunido con los hermanos y hermanas, orar en voz alta, orar gramatical y lógicamente, de forma ordenada y reflexiva, orar de modo que todos los presentes lo oigan, que oigan su elocuencia y su buen juicio, y que sepan que tiene sus propias aspiraciones. Cuando lee las palabras de Dios, tampoco las lee a solas. Primero, se prepara en casa y luego lee de modo que los demás lo oigan, que vean que las palabras de Dios que lee son todas importantes, todas cruciales. Sea cual sea su acción, siempre hace sus tareas a puerta cerrada y solo cuando está preparado, cuando los demás lo consideran respetable y lo aprueban, se presenta ante ellos. Hay quienes incluso ensayan delante del espejo antes de presentar lo que sea a los demás. Lo que presenta ante otras personas no se encuentra en su estado más original, sino que ha sufrido numerosas transformaciones, ha pasado por el tamiz de los pensamientos, los puntos de vista, las actitudes corruptas, las intrigas astutas y los turbios medios del anticristo. A fin de alcanzar su objetivo, conseguir estatus y popularidad en la iglesia y entre la gente, los anticristos pagarán cualquier precio sin inmutarse. Así que ¿cómo se llaman todas estas cosas? ¿Son revelaciones verdaderas? ¿Son prácticas que debería llevar a cabo alguien que persigue un cambio de carácter? (No). Todas surgen de una farsa; ¡los anticristos se dedican tanto a fingir que le pone a uno enfermo!
Algunas personas no comparten nada en las reuniones si antes no han preparado un borrador. Primero tienen que elaborar un borrador a puerta cerrada, corregirlo muchas veces, procesarlo y pulirlo, y solo cuando está listo lo comparten ante los hermanos y hermanas. Hay quienes les dicen: “Aquí todos somos hermanos y hermanas. Habla con sinceridad y verdad en las reuniones. Di lo primero que te venga a la cabeza. Es lo mejor”. Y ellos responden “No, no puedo. Si hago eso, los hermanos y hermanas me mirarán por encima del hombro”. Ya lo ves, de manera inconsciente dicen algo cierto. A todos los efectos, sus acciones van encaminadas a salvaguardar su reputación y su estatus. Algunas personas que destacan en la sociedad por su talento, que son profesores, estudiantes universitarios, doctorandos o investigadores científicos, se sirven de ciertos comportamientos fingidos y procesados para interaccionar con la gente a fin de demostrar su valía y salvaguardar su estatus y su reputación. O sea, se ponen una máscara para interaccionar con los demás, que nunca saben qué pretenden en realidad, si tienen alguna debilidad, qué traman a puerta cerrada, así que siempre queda un atisbo de duda, siempre un interrogante en lo que respecta a su vida privada y su manera de conducirse. ¿Acaso estas personas no están representando una enorme farsa? Entonces, ¿cómo deberías tratar a estas personas? ¿Deberías ser igual de falso que ellos? Por ejemplo, si cuando os encontráis solo hacen comentarios amables, ¿sería aceptable que les correspondieras en todo momento con cortesía? (No). Entonces, ¿cuál es la manera apropiada de relacionarse con ellos? (Cuando uno descubre que muestran estas manifestaciones, en primer lugar habría que desenmascararlos, hablar con ellos sobre cuál es la esencia-naturaleza de esta clase de carácter y qué intención la gobierna. En caso de que no acepten las palabras de uno, no hay que volver a hablar con ellos). Debéis desenmascararlos y, si no aceptan vuestras palabras, apartaos de ellos. ¿Entre vosotros hay alguien que aún pudiera dejarse desorientar por ellos y llegar a idolatrarlos? Con la estatura que tenéis ahora, en esencia sois capaces de desentrañar un poco a estos evidentes fariseos, pero si os topáis con alguien más habilidoso, que representa una farsa, que permanece totalmente escondido, ¿seréis capaces de desentrañarlo? Si solo dice y hace lo correcto, si parece que carece de defectos y que nunca comete errores, si tú a veces te vuelves negativo y débil con ciertas cuestiones, pero él no, y en caso contrario es capaz de solucionarlo por sí mismo y salir rápido de esa situación, pero tú no, lo que ocurrirá es que, cuando te encuentres con un individuo así, lo aprobarás y lo idolatrarás, aprenderás de él y lo seguirás; si no eres capaz de discernir a estos individuos, resulta complicado saber si te dejarás desorientar por ellos o no.
¿Cuántos aspectos hemos compartido sobre este tema de la farsa? Uno de ellos radica en que soportan sufrimiento y lo usan como farsa. En su corazón, lo cierto es que no quieren soportar sufrimiento y se resisten mucho a ello, pero, a fin de alcanzar sus objetivos, y aunque de muy mala gana, soportan sufrimiento, renuncian a cosas y pagan un precio. Después de haberlo padecido, siguen sin resignarse a él y sienten que ese sufrimiento no ha merecido la pena, porque muchos no se han percatado de ello. Por lo tanto, van pregonándolo por todas partes, se lo cuentan a un montón de gente que no sabía nada. Al final, hay personas que, cuando se enteran de lo acontecido, quedan impresionadas y llegan a tenerlos en alta estima e idolatrarlos, de modo que así consiguen sus objetivos. También hay quienes se presentan como buenas personas, educadas y obedientes, y pretenden relacionarse con los demás usando esa imagen, esa identidad y esa personalidad; así hacen creer que son buenas personas y consiguen que la gente se acerque a ellos. Se ponen como objetivo ser una buena persona a fin de recibir la admiración de una mayor cantidad de personas, para que los tengan en alta estima y puedan aumentar su popularidad. ¿No es así? (Sí, así es). Valiéndonos de ciertas estrategias empleadas por los anticristos, acabamos de exponer y diseccionar los objetivos ocultos que residen detrás de su comportamiento fingido, así como la esencia de su farsa, qué cosas hacen y dicen y cuáles de las manifestaciones exhibidas demuestran que están representando una farsa. Concluiremos aquí la enseñanza sobre este aspecto.
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