Punto 9: Cumplen con su deber solo para distinguirse a sí mismos y satisfacer sus propios intereses y ambiciones; nunca consideran los intereses de la casa de Dios, e incluso los venden y los intercambian por gloria personal (III) Parte 5

¿Existen en la iglesia personas que llevan creyendo en Dios durante muchos años y, sin embargo, no persiguen la verdad en absoluto, sino que siempre buscan el estatus y la reputación? ¿Cuáles son sus manifestaciones? ¿Diríais que este tipo de persona es alguien que siempre se exhibe, que es propenso a que se le ocurran pensamientos originales y a lanzar ideas grandilocuentes? ¿Qué tipo de cosas suelen hacer? (Alguien expresa su punto de vista y a todos los demás les parece correcto, pero para mostrar lo brillante que es, esta persona aporta un punto de vista diferente. La gente lo considera aún más correcto, de tal modo que repudian el punto de vista de la primera persona y así la segunda puede demostrar su brillantez). A esto se le llama alardear. Rechazan los puntos de vista de los demás y luego aportan su propia y única perspectiva, una que ni siquiera ellos consideran realista o válida —un mero eslogan—, pero han de mostrar a la gente lo brillantes que son y hacer que todo el mundo los escuche. Siempre han de ser diferentes, siempre se les tienen que ocurrir pensamientos originales, siempre sueltan ideas grandilocuentes y, por muy factible y viable que sea lo que otros digan, ellos tienen que votar en contra y buscar diversas razones y excusas para invalidar los puntos de vista de otros. Estos son los comportamientos más comunes de aquellos que procuran aportar pensamientos originales y lanzar ideas grandilocuentes. Por muy correctas o apropiadas que sean las acciones de alguien, ellos las descartarán e ignorarán. Aunque saben muy bien que esta persona ha actuado de manera adecuada, ellos no paran de decir que sus acciones no fueron apropiadas y dan a entender que ellos hubieran podido hacerlo mejor y que no son en absoluto inferiores a esa persona. La gente así cree que nadie es tan bueno como ellos, se creen mejores que sus semejantes en todos los aspectos. A su parecer, todo lo que dicen los demás es incorrecto, el resto de personas no vale nada y ellos son buenos en todo. Aunque hagan algo mal y se los pode, no estarán dispuestos a someterse, no aceptarán la verdad en absoluto y puede que además pongan un montón de excusas. Esto provoca que los demás piensen que no han cometido ningún error y que no se los debería haber podado. Aquellos a los que les gusta salir con pensamientos originales y lanzar ideas grandilocuentes son así de arrogantes y sentenciosos. En realidad, la gran mayoría de estas personas carecen de talento real y no pueden hacer nada bien, cualquier cosa que hagan se convierte en un completo desastre. Sin embargo, carecen de autoconocimiento y piensan que son mejores que los demás y se atreven a interferir e inmiscuirse en cualquier cosa que otros están haciendo, y no paran de soltar ideas grandilocuentes, siempre con la intención de que los demás los estimen y los escuchen. Da igual la situación en que se encuentren o en qué grupo se hallen, solo quieren que otros los sirvan y los escuchen; no quieren servir ni escuchar a nadie. ¿Acaso no son anticristos? Así de arrogantes y sentenciosos son los anticristos; así de carentes de razón. Solo hablan de doctrinas engañosas y, si otros les señalan sus errores, tienen que manipular las palabras y la lógica y hablar de una manera falsa y agradable a fin de hacer sentir a la gente que tienen razón. Por muy correcta que sea la opinión de otra persona, los anticristos se expresarán de manera elocuente para hacerla sonar incorrecta y lograr que todo el mundo acepte su propia opinión. Los anticristos son gente de esta clase, son excepcionalmente capaces de desorientar a los demás, los desorientan hasta tal punto que caen en la confusión, están perdidos y ya no distinguen lo correcto de lo incorrecto. Al final, estos anticristos desorientan a conciencia a todos aquellos que carecen de discernimiento y los toman prisioneros. En la mayoría de las iglesias hay personas que desorientan a los demás de este modo. Cuando el pueblo escogido de Dios habla sobre la verdad o comparte su testimonio vivencial, los anticristos siempre se levantan y expresan su propia opinión. No abren su corazón para compartir su experiencia y conocimiento de manera sincera; en su lugar, siempre señalan cosas y hacen comentarios críticos e irresponsables sobre las experiencias y el conocimiento de otros, a fin de jactarse de lo inteligentes que son y lograr su objetivo de que los estimen. Los anticristos son los más hábiles a la hora de hablar sobre palabras y doctrina; nunca pueden compartir auténtico testimonio vivencial ni hablan sobre autoconocimiento. En cambio, siempre buscan problemas en otras personas y los exageran. Nunca ves a los anticristos aceptar las opiniones de otros con la mente abierta, ni compartir de manera proactiva sus propias actitudes corruptas ni abrirse ante los demás. Desde luego, no los ves compartir los puntos de vista erróneos y absurdos que albergaban y cómo los cambiaron, y de ningún modo los oyes reconocer los errores que han cometido ni sus defectos… Al margen de durante cuánto tiempo interactúan con los demás, los anticristos siempre simulan que no tienen ninguna corrupción, que nacieron santos y perfectos y que los demás deberían idolatrarlos. Aquellos que de verdad poseen razón no desean que los demás los estimen o los idolatren. Si eso ocurre, les parece vergonzoso, porque saben que son humanos corruptos con actitudes corruptas y que no poseen las realidades-verdad. Conocen su propia talla, de modo que sea cual sea la corrupción que revelen y sean cuales sean las opiniones erróneas que expresen, pueden hablar sobre ellas con franqueza y permitir que otros las conozcan, y esto les hace sentir muy relajados, liberados y felices. No les parece para nada difícil hacer esto. Aunque otros los juzguen, los menosprecien, los llamen estúpidos o los desprecien, no se molestan mucho. Al contrario, les parece muy normal y se pueden aproximar a ello con corrección. Dado que la gente posee actitudes corruptas, revelará corrupción de manera natural. Lo reconozcas o no, es un hecho. Si puedes reconocer tu propia corrupción es bueno y es incluso mejor si otros logran percibirla con claridad, de ese modo no te adorarán ni te estimarán. Aquellos que comprenden la verdad y poseen un poco de razón pueden abrir su corazón y compartir sobre conocerse a sí mismos; no les resulta complicado. Sin embargo, esto es muy difícil para los anticristos. Consideran que los que se abren de una manera pura son idiotas y que aquellos que comparten su autoconocimiento y hablan con honestidad son necios. Por consiguiente, los anticristos menosprecian por completo a esas personas. Si alguien puede entender la verdad y todo el mundo está especialmente a favor de esa persona, los anticristos la verán como un incordio y la juzgarán y condenarán. Rebatirán las prácticas correctas y los aspectos positivos que posee y harán que suenen como un entendimiento incorrecto y distorsionado. Independientemente de quién haga algo que beneficie a la iglesia o a los hermanos y hermanas, los anticristos pensarán en maneras de menospreciarlo, mofarse y ridiculizarlo. Por bueno que fuera lo que hizo o por beneficioso que resultara para la gente, a los anticristos no les parecerá digno de mención, y lo trivializarán y minimizarán, lo subestimarán hasta tal punto que parezca del todo inútil. Por otro lado, si los anticristos hacen bien cualquier cosa sin importancia, harán todo lo posible para exagerarlo y magnificarlo a fin de que todo el mundo lo vea, sepa que lo hicieron y que se trató de un servicio meritorio, de modo que los hermanos y hermanas los consideren con un respeto especial, los tengan en mente de manera constante, se sientan muy agradecidos con ellos y recuerden sus bondades. Todos los anticristos son capaces de actuar de esta manera, al igual que aquellos que poseen el carácter de los anticristos. A este respecto, los anticristos no son diferentes de los fariseos hipócritas, de hecho, son peores que ellos. Estas son las manifestaciones más comunes y obvias de los anticristos.

¿Qué actitud albergan los anticristos cuando hacen las cosas? Quieren hacer cosas buenas delante de los demás y cosas malas en secreto. Quieren que todo el mundo se entere de las cosas buenas que hacen, así como encubrir todas las malas para que nadie las descubra —hasta el punto de que no salga a la luz ni una sola palabra sobre ellas— y se ven obligados a esforzarse al máximo para ocultarlas. Este carácter de los anticristos es repugnante, ¿no es verdad? ¿Cuál es su propósito al actuar así? (Salvaguardar su reputación y estatus). Eso es. Desde fuera, no parece que compitan por estatus ni que digan nada en favor de este, pero todo lo que hacen y dicen es para proteger y mantener su estatus, así como para poseer un alto prestigio y un buen nombre. A veces, luchan incluso por el estatus en un grupo, sin dejar que nadie vea lo que están haciendo. Incluso si recomiendan a alguien; es decir, llevan a cabo algunas cosas que les corresponde hacer, quieren que la persona que recomendaron se sienta muy agradecida con ellos, y hacerle saber que solo tuvieron la oportunidad de cumplir este deber debido a su recomendación. Los anticristos no van a perder nunca una oportunidad así. Piensan: “Aunque fui yo el que te recomendé, sigo siendo tu líder, así que no puedes superarme”. La pasión de los anticristos por el estatus y la reputación resulta bastante evidente. Para competir por el estatus y salvaguardarlo, no pasan por alto ni una sola mirada ni una palabra inadvertida de nadie, menos aún cualquier cosa que suceda en cualquier rincón. Los anticristos se fijan en todas estas cosas, grandes o pequeñas, y las palabras que otras personas han pronunciado se reproducen una y otra vez en su cabeza. ¿Cuál es su propósito al hacer esto? ¿Disfrutan metiéndose en discusiones? No, lo que sucede es que quieren encontrar en todo esto una manera y una oportunidad de proteger su propio estatus. No quieren que su estatus ni su nombre sufran perjuicios debido a cualquier negligencia o descuido momentáneos. En aras del estatus, han aprendido a ganar “percepción” en todo; cada vez que un hermano o hermana dice algo que les parece irrespetuoso o expresa una opinión que choca con la suya, no lo dejan pasar; se lo toman en serio, llevan a cabo una investigación detallada y un análisis profundo, y luego encuentran la respuesta adecuada para hacer frente a lo que ha dicho esta persona, hasta el punto de que su estatus se consolida en la opinión de todos y es totalmente inquebrantable. En el momento en que se dañe su nombre u oigan algunas palabras que lo perjudiquen, buscarán enseguida el origen de estas e intentarán encontrar excusas y racionalizaciones con las que redimirse. Por tanto, sean cuales sean los deberes que lleven a cabo los anticristos, actúen o no como líderes y obreros, cada cosa en la que se ocupan y cada palabra que pronuncian son en beneficio de su estatus y no se pueden separar de su deseo de proteger sus intereses. En lo profundo de su corazón, los anticristos no cuentan con concepto alguno sobre cómo practicar la verdad ni proteger los intereses de la casa de Dios. Por tanto, la esencia de los anticristos se puede definir de manera precisa como sigue: son enemigos de Dios, son una manada de diablos y satanases que han venido a perturbar, trastornar y destruir la obra de la casa de Dios. Son lacayos de Satanás, no son personas que sigan a Dios ni miembros de Su casa, ni tampoco son objeto de la salvación de Dios.

¿Os habéis sentido conmovidos por algunas de las cosas que hemos compartido hoy? ¿Qué parte os ha conmovido? (La última, es decir, cuando Dios diseccionó la naturaleza competitiva de los anticristos). No es bueno andar siempre compitiendo. Esta conducta está ligada a los anticristos y a la destrucción. No es una buena senda. ¿Qué debería hacer la gente cuando posea estas manifestaciones y revelaciones? ¿Qué elección debería tomar? ¿Cómo podrían evitar estas cosas? Estos son los problemas sobre los que la gente debería pensar y reflexionar más ahora, también son problemas que se encuentra a diario. Cómo pueden abstenerse de competir cuando suceden cosas y cómo deberían superar el dolor y la intranquilidad en su corazón después de competir; este es un problema que todo el mundo debe afrontar. La gente tiene actitudes corruptas, así que todos compiten por prestigio, beneficio e imagen, y es difícil para ellos contenerse para no competir. Así pues, si una persona no compite, ¿significa que se ha librado del carácter y la esencia de los anticristos? (No, eso es solo un fenómeno superficial. Si su carácter interno no se resuelve, el problema de que caminen por la senda de los anticristos no se puede solucionar). Por tanto, ¿cómo se podría resolver el problema de que recorran la senda de los anticristos? (Por un lado, han de entender este asunto y acudir ante Dios para orar cuando revelen pensamientos de luchar por el estatus. Asimismo, deben abrirse por completo a los hermanos y hermanas, y luego rebelarse de manera consciente contra estos pensamientos incorrectos. Además, han de pedirle a Dios que los juzgue, castigue, pode y discipline. Entonces serán capaces de embarcarse en la senda correcta). Esta es una buena respuesta. Sin embargo, no es algo fácil de lograr y es incluso más difícil para aquellos que aman demasiado la reputación y el estatus. Desprenderse de la reputación y el estatus no es fácil, depende de que la gente persiga la verdad. Solo si se entiende la verdad puede uno llegar a conocerse a sí mismo, ver con claridad el vacío de buscar fama, ganancias y estatus, así como la verdad de la corrupción de la especie humana. Solo cuando una persona llega a entenderse bien a sí misma puede abandonar el estatus y la reputación. No es fácil despojarse del carácter corrupto. Si has reconocido que careces de verdad, estás plagado de deficiencias y revelas demasiada corrupción, pero no dedicas esfuerzo a perseguir la verdad y te disfrazas y eres hipócrita, haciendo creer a la gente que puedes hacer cualquier cosa, eso te pondrá en peligro. Tarde o temprano llegará un momento en el que te encontrarás con un obstáculo y te caerás. Debes admitir que no tienes la verdad y ser lo bastante valiente para afrontar la realidad. Cuentas con debilidades, revelas corrupción y estás plagado de toda clase de deficiencias. Es normal, porque eres una persona corriente, no eres sobrehumano ni omnipotente y debes reconocerlo. Cuando otras personas se burlen de ti o te ridiculicen, no reacciones de inmediato con antipatía porque lo que digan sea desagradable, ni te resistas porque te creas competente y perfecto; esta no debería ser tu actitud hacia tales palabras. ¿Cuál debería ser? Deberías decirte a ti mismo: “Tengo mis defectos, todo en mí es corrupto y deficiente y yo solo soy una persona corriente. A pesar de que se burlan de mí y me ridiculizan, ¿hay algo de verdad en ello? Si algo de lo que dicen es cierto, debo aceptarlo de parte de Dios”. Si tienes esta actitud, eso prueba que eres capaz de manejar correctamente el estatus, la reputación y lo que los demás dicen de ti. El estatus y la reputación no se dejan de lado con facilidad. A los que están dotados de algún talento, tienen cierto calibre o poseen alguna experiencia de trabajo les resulta aún más difícil renunciar a estas cosas. Aunque a veces afirmen haberlas dejado de lado, en su fuero interno no pueden hacerlo. En cuanto la situación lo permita y se les presente la oportunidad, seguirán luchando por la fama, las ganancias y el estatus como antes, porque a todos los humanos corruptos les encantan estas cosas, lo que ocurre es que los que no poseen dones ni talentos tienen un deseo algo más débil de buscar estatus. Los que poseen conocimiento, talento, atractivo y un capital especial tienen un deseo particularmente fuerte de reputación y estatus, hasta el punto de que están llenos de esta ambición y deseo. Esto es lo que más les cuesta dejar de lado. Cuando no tienen estatus, su deseo está en fase incipiente. Una vez que adquieren estatus, cuando la casa de Dios les confía alguna tarea importante, y, sobre todo, si han trabajado muchos años y tienen mucha experiencia y capital, su deseo ya no es tan incipiente, sino que ya ha echado raíces, ha florecido y está a punto de dar fruto. Si una persona tiene el deseo y la ambición constantes de hacer grandes cosas, de llegar a ser famosa, de convertirse en una figura importante, entonces, en cuanto cometa una gran maldad y sus consecuencias surtan efecto, estará totalmente acabada y descartada. Antes de que esto desemboque en una gran catástrofe, debe rápidamente darle la vuelta a la situación mientras aún queda tiempo. Cuando hagas algo, y en cualquier contexto, debes buscar la verdad, practicar ser alguien que es honesto y obediente a Dios, y dejar de lado la búsqueda de estatus y reputación. Cuando tienes el pensamiento y el deseo constantes de competir por el estatus, debes darte cuenta de los males a los que te llevará este tipo de estado si no lo resuelves. Así que debes buscar la verdad lo antes posible, supera tu deseo de competir por el estatus mientras está en una etapa incipiente, y reemplázalo con la práctica de la verdad. Cuando practiques la verdad, tu deseo y ambición de competir por el estatus disminuirán y no perturbarás el trabajo de la iglesia. De esta manera, Dios recordará tus acciones y las aprobará. ¿Qué es lo que estoy tratando de enfatizar? Es lo siguiente: debes deshacerte de tus deseos y ambiciones antes de que florezcan, fructifiquen y te conduzcan a una gran calamidad. Si no te ocupas de ellos cuando todavía están en su fase inicial, perderás una gran oportunidad; y una vez que te hayan llevado a una gran calamidad, será demasiado tarde para solucionarlos. Si no tienes ni siquiera la voluntad de rebelarte contra la carne, te será muy difícil encaminar tus pasos por la senda de la búsqueda de la verdad; si te topas con contratiempos y fracasos en tu búsqueda de fama, ganancias y estatus y no entras en razón, resultará peligroso. Existe la posibilidad de que seas descartado. Cuando los que aman la verdad experimentan uno o dos fracasos y contratiempos en cuanto a su reputación y estatus, pueden ver claramente que la reputación y el estatus no tienen ningún valor. Son capaces de renunciar por completo al estatus y a la reputación y deciden que, aunque nunca posean estatus, seguirán persiguiendo la verdad y realizando su deber correctamente, y compartirán su testimonio vivencial y lograrán así el resultado de dar testimonio de Dios. Incluso cuando son seguidores corrientes, son capaces de seguir hasta el final, y lo único que quieren es recibir la aprobación de Dios. Solo estas son personas que aman realmente la verdad y tienen determinación. La casa de Dios ha descartado a muchos anticristos y personas malvadas y algunos de los que persiguen la verdad, tras contemplar el fracaso de los anticristos, piensan sobre la senda que esa gente tomó, además de reflexionar y conocerse a sí mismos. A partir de ahí, adquieren una comprensión de la intención de Dios, deciden ser seguidores corrientes y se concentran en perseguir la verdad y hacer bien su deber. Incluso si Dios dice que son servidores o humildes donnadies, a ellos no les importa. Solo intentarán ser gente humilde y unos seguidores pequeños e insignificantes a ojos de Dios, que al final Él acabará calificando de seres creados aceptables. Las personas así son las buenas y las que Dios aprueba.

A Dios le gusta la gente que persigue la verdad y las personas que Él más detesta son aquellas que buscan fama, ganancias y estatus. Algunos valoran mucho el estatus y la reputación, están profundamente apegados a ellos y no soportan la idea de renunciar. Siempre creen que sin estatus y reputación no hay gozo ni esperanza en la vida, que solo hay esperanza en esta vida cuando viven para el estatus y la reputación, e incluso si tienen un poco de renombre, seguirán luchando, nunca se van a rendir. Si piensas y opinas de esta manera, si tu corazón rebosa cosas así, eres incapaz de amar y perseguir la verdad, careces del rumbo y de los objetivos correctos en tu fe en Dios y eres incapaz de aspirar a conocerte a ti mismo, de desechar la corrupción y vivir a imagen de un hombre; dejas pasar las cosas cuando haces tu deber, estás desprovisto de todo sentido de la responsabilidad y te conformas únicamente con no cometer el mal, no ocasionar perturbaciones y que no te echen. ¿Es posible que la gente así desempeñe su deber de forma aceptable? ¿Y que Dios la salve? Imposible. Cuando actúas en beneficio de la reputación y el estatus, e incluso piensas: “Mientras lo que haga no sea un acto malvado ni constituya una perturbación, aunque mi motivo sea erróneo, nadie podrá verlo ni condenarme”. No sabes que Dios lo escruta todo. Si no aceptas ni practicas la verdad y Dios te desdeña, se acabó todo para ti. Todos los que no tienen un corazón temeroso de Dios se creen inteligentes; de hecho, ni siquiera saben cuándo le han ofendido. Algunas personas no ven estas cosas con claridad, piensan: “Solo busco reputación y estatus para hacer más, para asumir más responsabilidades. No constituye un trastorno ni una perturbación para la obra de la iglesia y, desde luego, no perjudica los intereses de la casa de Dios. No es un problema grave. Simplemente, me encanta mi estatus y lo protejo, pero eso no es un acto de maldad”. A primera vista, dicha aspiración puede no parecer un acto de maldad, pero ¿a qué conduce al final? ¿Alcanza esa gente la verdad? ¿Logra la salvación? En absoluto. Por consiguiente, la búsqueda de reputación y estatus no es la senda correcta: va justo en sentido contrario a la búsqueda de la verdad. En resumen, sea cual sea el rumbo o el objetivo de tu búsqueda, si no reflexionas sobre la búsqueda de estatus y reputación y te resulta muy difícil dejarlas de lado, afectarán a tu entrada en la vida. Mientras haya un lugar para el estatus en tu corazón, controlará e influirá totalmente en la dirección de tu vida y en los objetivos por los que luchas, en cuyo caso te resultará muy difícil entrar en la realidad-verdad, por no hablar de conseguir cambiar tu carácter; si en última instancia puedes obtener la aprobación de Dios, claro está, no hace falta decirlo. Es más, si nunca eres capaz de renunciar a tus aspiraciones de estatus, esto afectará a tu capacidad para desempeñar adecuadamente tu deber, lo que dificultará mucho que te conviertas en un ser creado aceptable. ¿Por qué lo digo? No hay nada que Dios deteste más que el que la gente persiga el estatus, pues la búsqueda de estatus representa un carácter satánico; es una senda equivocada, nace de la corrupción de Satanás, es algo que Dios condena y es, precisamente, lo que Él juzga y purifica. No hay nada que Dios deteste más que la gente persiga el estatus, pero tú sigues compitiendo obstinadamente por él, lo valoras y proteges indefectiblemente y siempre tratas de conseguirlo. Y, en su naturaleza, ¿no es todo esto antagónico a Dios? Dios no dispone que la gente tenga estatus; Él provee a la gente de la verdad, el camino y la vida y, al final, hace que se conviertan en seres creados aceptables, pequeños e insignificantes, no en personas con estatus y prestigio veneradas por miles de personas. Por ello, se mire por donde se mire, la búsqueda del estatus es un callejón sin salida. Por muy razonable que sea tu excusa para buscar el estatus, esta senda sigue siendo equivocada y Dios no la aprueba. No importa cuánto te esfuerces o el precio que pagues, si deseas estatus, Dios no te lo dará; si Dios no te lo da, fracasarás en tu lucha por conseguirlo y, si sigues luchando, solo se producirá un resultado: que serás revelado y descartado y te encontrarás en un callejón sin salida. Entendéis esto, ¿verdad?

7 de marzo de 2020

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