Punto 15: No creen en la existencia de Dios y niegan la esencia de Cristo (II) Parte 1
Hoy vamos a continuar la charla sobre el decimoquinto elemento de las diversas manifestaciones de los anticristos: No creen en la existencia de Dios y niegan la esencia de Cristo. En nuestra charla anterior, dividimos este tema en dos partes. La primera son las diversas manifestaciones de la incredulidad de los anticristos respecto a la existencia de Dios, que además dividimos en dos elementos. El primero era que los anticristos niegan la identidad y esencia de Dios, el segundo, que los anticristos niegan la soberanía de Dios sobre todas las cosas. La última vez compartimos sobre todo acerca de que los anticristos no reconocen la esencia de Dios ni Su carácter, así como tampoco reconocen que todo lo que hace Dios es la verdad y representa Su identidad, y de que lo cierto es que los anticristos no aceptan el significado ni la verdad detrás de todo lo que hace Dios. Los anticristos idolatran a Satanás, lo consideran como a Dios y se sirven de todos sus enunciados y puntos de vista como la base y el criterio según los que miden Su identidad, Su esencia y todo lo que hace Dios. Por tanto, en su corazón, no paran de exaltar e idolatrar lo que hace Satanás, ensalzan y alaban sus acciones y usan a Satanás como sustituto de la identidad y la esencia de Dios. Peor aún, a raíz de su reconocimiento de todo lo que hace Satanás, continuamente se cuestionan las palabras y la obra de Dios y se forman nociones y juicios respecto a ellas y las acaban condenando. Por tanto, durante el proceso de seguir a Dios, los anticristos no aceptan las palabras de Dios como su vida, su verdad o su rumbo y objetivo en la vida. En cambio, se oponen a Él a cada momento y evalúan Su identidad y esencia tomando como referencia sus nociones y figuraciones, la lógica y los pensamientos de Satanás, así como el carácter y los métodos de este. En el proceso de seguir a Dios, no paran de dudar y sospechar de Él, así como de vigilarlo, lo juzgan constantemente y lo desprecian, lo condenan y lo niegan en su corazón. Todo esto que hacen los anticristos y sus diversas manifestaciones son pruebas fehacientes de que no son seguidores de Dios, auténticos creyentes ni amantes de la verdad y las cosas positivas, y que, en su lugar, son enemigos de la verdad y de Dios. Cuando vienen a la casa de Dios, a la iglesia, no están aquí para recibir Su salvación ni para acudir ante Él y aceptar Sus palabras como la vida. Así, ¿qué han venido a hacer? Cuando llegan a la casa de Dios, en primer lugar, cuanto menos, tratan de satisfacer su curiosidad; en segundo lugar, desean seguir esta tendencia y, en tercero, quieren bendiciones. Estas son sus intenciones y sus propósitos, no hay más. A juzgar por la esencia-naturaleza de los anticristos, ellos nunca tratan de aceptar las palabras de Dios como su vida, nunca planean tomar Sus palabras como principios de práctica ni como su rumbo y objetivo en la vida. Tampoco entra nunca en sus planes cambiar o abandonar sus propias opiniones ni transformar ni renunciar a sus propias nociones, ni presentarse ante Dios a fin de mostrar un hondo arrepentimiento y postrarse ante Él y aceptarlo como su Salvador. No tienen tales intenciones. Se limitan a alardear delante de Dios acerca de lo grandes, competentes, poderosos, dotados y talentosos que son, de cómo se pueden convertir en un pilar y en la columna vertebral de la casa de Dios y cosas así, con la intención de lograr de ese modo su objetivo de que se les tenga en alta consideración, de que Dios los reconozca y de ascender en Su casa, para así satisfacer sus ambiciones y deseos. No solo eso, sino que además quieren satisfacer su ambición, deseo y plan de “recibir el céntuplo en esta vida y la vida eterna en el mundo venidero”. ¿Han abandonado alguna vez estas ambiciones, deseos y planes? ¿Son capaces de entender, abandonar y resolver estos asuntos de manera subjetiva? Hacerlo nunca se halla entre sus planes. Da igual lo que digan las palabras de Dios o lo que expongan, aunque perciban que estas guardan relación con ellos, aunque sepan que sus planes, pensamientos e intenciones se oponen a las palabras de Dios y no concuerdan con ellas, que van en contra de los principios-verdad y son manifestaciones del carácter de los anticristos, se siguen aferrando a sus propias opiniones, ambiciones y deseos. No se halla entre sus planes cambiar, modificar su opinión, abandonar sus ambiciones y deseos y acudir ante Dios para aceptar que Él los desenmascare, los juzgue, los castigue y los pode. Estas personas no solo son intransigentes en su corazón, sino que además son arrogantes y vanidosas. Su arrogancia llega a tal punto que resulta completamente irracional. Al mismo tiempo, en el fondo de su corazón sienten una profunda aversión y odian cada palabra pronunciada por Dios; odian que Él desenmascare la esencia-naturaleza de la especie humana corrupta y sus diversas actitudes corruptas. Odian a Dios y la verdad sin ninguna buena razón e incluso odian a los que persiguen la verdad y a los que Dios ama. Esto es una demostración absoluta de que el carácter de los anticristos es sin duda perverso. Su odio, hostilidad, oposición, juicio y negación de Dios y la verdad, no provocados, también demuestran que, en efecto, los anticristos cuentan con un carácter cruel.
Las diversas actitudes de los anticristos son ejemplos por antonomasia de los que posee la humanidad corrupta; la gravedad de las diversas actitudes de los anticristos supera a la de cualquier individuo corrupto normal. Da igual cuán profunda o concretamente Dios desenmascare las actitudes corruptas del género humano, los anticristos lo niegan y lo rechazan, no lo aceptan como la verdad ni como la obra de Dios. Solo reconocen y creen que ser lo bastante malvado, despiadado, perverso, siniestro y mezquino es la única manera de mantenerse firme y de destacar y permanecer hasta el final en esta sociedad y entre las tendencias malvadas. Esta es la lógica de los anticristos. Por tanto, albergan hostilidad y odio hacia la esencia justa y santa de Dios, hacia Su fidelidad y omnipotencia y hacia otras cosas positivas como estas. Con independencia de cómo dé testimonio la gente de la identidad, de la esencia de Dios y de toda Su obra, y sin que importe la concreción y la autenticidad con que lo hagan, los anticristos no lo aceptan, no reconocen que es la obra de Dios, que en su interior hay verdad digna de buscar ni que es el mejor material educativo y el mejor testimonio para que la humanidad conozca a Dios. En contraste, ante cualquier nimiedad que haga Satanás, ya sea de manera consciente o inconsciente, los anticristos se postran admirados. En cuanto a las cosas que hace Satanás, los anticristos las aceptan, las creen, las idolatran y las siguen unánimemente, con independencia de si la especie humana las considera nobles o humildes. Sin embargo, hay algo que inquieta a los anticristos: Buda dijo que puede hacer que la gente transcienda a la tierra pura y los anticristos piensan: “Esta tierra pura parece inferior al reino de los cielos y al cielo del que habla dios, no es del todo ideal. Aunque Satanás sea poderoso y capaz de aportarle infinitos beneficios a la gente y de satisfacer todas sus ambiciones y deseos, lo que no puede es hacer a los seres humanos una promesa, la de permitirles entrar en el reino de los cielos y obtener la vida eterna. Satanás no se atreve a hacer tal declaración ni puede lograr tal cosa”. En el fondo de su corazón, los anticristos sienten que eso es impensable y, al mismo tiempo, les parece de lo más lamentable. Y, por tanto, mientras siguen a Dios con reticencia, conspiran constantemente para obtener mayores bendiciones y para ver quién puede satisfacer sus deseos y ambiciones. No paran de hacer cálculos y al final no les queda otro remedio que ceder en pos de un bien mayor a permanecer en la casa de Dios. Basándonos en estas manifestaciones de los anticristos, ¿cuál es su actitud y punto de vista hacia Dios? ¿Poseen un ápice de creencia auténtica? ¿Tienen verdadera fe en Él? ¿Reconocen Sus acciones, aunque sea ligeramente? ¿Pueden decir “amén” desde el fondo de su corazón al hecho de que las palabras de Dios son la verdad, la vida y el camino? Dios ha realizado una gran obra entre la especie humana, ¿pueden los anticristos alabar el poder y el carácter justo de Dios desde el fondo de su corazón? (No). Es precisamente porque los anticristos niegan la identidad, la esencia y toda la obra de Dios, que se exaltan y dan testimonio de sí mismos sin parar mientras siguen a Dios, además de intentar ganarse el favor y el corazón de la gente; llegan incluso a tratar de controlar y tomar prisionero el corazón de las personas y compiten con Dios por Sus escogidos. Todas esas manifestaciones demuestran que los anticristos nunca reconocen la identidad y esencia de Dios ni admiten que la humanidad y todas las cosas están bajo la soberanía del Creador. Esto es lo que diseccionamos la última vez respecto a las opiniones, manifestaciones y revelaciones que tienen los anticristos en cuanto a la existencia de Dios. Ya que tienen estos puntos de vista y manifestaciones sobre Su existencia, ¿cuál es su actitud hacia Cristo, Dios encarnado? ¿Pueden creer realmente en Él y reconocerlo, seguirlo y someterse realmente a Él? (No). A juzgar por el trato que le dan los anticristos a la existencia de Dios, albergan esta clase de actitud hacia Su Espíritu, así que no hace falta decir que su actitud respecto a Dios encarnado ha de ser incluso más detestable que la que tienen hacia Su Espíritu, con manifestaciones más acentuadas y graves.
II. Los anticristos niegan la esencia de Cristo
Hoy vamos a hablar de cómo tratan los anticristos a Cristo, a Dios encarnado, a partir de su incredulidad respecto a la existencia de Dios. Es un hecho reconocido ampliamente que los anticristos no creen en la existencia de Dios. Después de toda esta charla, de dejarlos en evidencia y diseccionarlos, ¿habéis obtenido un entendimiento concreto de las actitudes y manifestaciones de los anticristos? Con independencia de si aceptan la obra que ha realizado Dios encarnado o el hecho de que Dios se haga carne, en realidad, niegan la existencia de Dios. Por tanto, ¿qué clase de personas son exactamente? Para ser precisos, son unos incrédulos oportunistas, son fariseos. Algunos se muestran claramente malvados, mientras que otros aparentan humildad, un comportamiento refinado, digno y noble; son fariseos de manual. En lo que respecta a estos dos tipos de personas —los que parecen ser malvados y los que no, los que, en cambio, aparentan piedad—, si en lo fundamental no creen en la existencia de Dios, ¿podemos decir que son incrédulos? (Sí). Hoy vamos a compartir acerca de los puntos de vista y actitudes que tienen los incrédulos respecto a Cristo, qué manifestaciones exhiben hacia los diversos aspectos de Cristo y cómo podemos comprender la esencia de los anticristos por medio de dichas manifestaciones.
A. Cómo consideran los anticristos el origen de Cristo
En lo que respecta a Cristo, que es una persona corriente con una identidad especial, ¿qué suele importarle más a la gente respecto a Él? Ante todo, ¿no es cierto que a muchos les importa Su origen? Ese es uno de los focos de atención de la gente. Por tanto, hablemos primero de cómo los anticristos consideran el origen de Cristo. Antes de compartir sobre esto, hablemos de cómo planeó Dios los diversos aspectos del origen de Su carne cuando se encarnó. Como es bien sabido, durante la Era de la Gracia, el Espíritu Santo concibió a Cristo, que nació de una virgen. Vino al mundo en el seno de una familia sumamente corriente y normal, en lo que en lenguaje actual se llamaría un hogar de personas comunes. Cristo no nació en el seno de una familia adinerada, oficial o eminente; hasta nació en un pesebre, algo bastante impensable y que a cualquiera le resultaría difícil de imaginar. Al observar todos los aspectos del origen de la primera encarnación de Dios, la familia en la que se crio Dios encarnado era muy corriente. María, Su madre, también era normal, no era una persona destacable ni, desde luego, poseía poderes especiales ni talentos extraordinarios ni singulares. Sin embargo, es digno de reseñar que no era una incrédula ni una no creyente, sino que seguía a Dios. Eso es muy importante. José, el marido de María, era carpintero. Un carpintero es un artesano y tenía unos ingresos promedio, pero no era rico ni le sobraba el dinero. Sin embargo, estaba lejos de ser pobre y podía satisfacer las necesidades básicas de su familia. El Señor Jesús nació en esta clase de familia; a juzgar por los estándares actuales de ingresos y condiciones de vida, a duras penas se podría considerar de clase media. Entre la humanidad, ¿a esa familia se la consideraría noble o humilde? (Humilde). Por tanto, la familia en la que nació el Señor Jesús distaba mucho de ser famosa, rica o ilustre y más si cabe de lo que se considera hoy en día clase alta. Cuando los niños de familias ricas o de alto estatus salen a la calle, la gente suele rodearlos y agolparse a su alrededor, pero la familia del Señor Jesús era todo lo contrario. Nació en una familia sin condiciones de vida lujosas ni un estatus notable. Se trataba de una familia muy corriente que pasaba desapercibida y a la que la gente ignoraba, sin que nadie la alabara ni se agolpara a su alrededor. En el contexto y entorno social de aquel tiempo, ¿se hallaba Cristo en posición de recibir una educación superior o de verse influenciado e infectado por los diversos estilos de vida, pensamientos, puntos de vista y otros aspectos propios de la alta sociedad? Está claro que no, recibió una educación común, leía las Escrituras en casa, escuchaba historias de Sus padres y asistía a los servicios de la iglesia con ellos. En todos los aspectos, el origen del Señor Jesús y el contexto en el que creció no eran prestigiosos ni nobles, como podría imaginar la gente. El entorno en el que creció era el mismo que el de una persona corriente. Su día a día era sencillo y común, sus condiciones de vida similares a las de la persona promedio, no tenían nada de especial y carecía de las condiciones de vida exclusivas y superiores propias de las altas esferas de la sociedad. Este era el contexto en el que nació la primera encarnación de Dios y el entorno en el que se crio.
Aunque en esta ocasión el género de Dios encarnado es totalmente diferente del anterior, Su origen familiar es de igual modo corriente y sin un estatus notable. Hay quien pregunta: “¿Hasta qué punto es corriente?”. En la era actual, corriente significa un entorno de vida común. Cristo nació en el marco de una familia trabajadora, es decir, que depende del salario para el sustento, que puede cubrir sus propias necesidades básicas, pero no es tan acomodada como la de los ricos. Cristo entabló contacto con personas corrientes y estuvo expuesto a las vidas de la gente normal; vivía en esta clase de entorno, sin nada especial. En general, ¿se hallan los hijos de las familias obreras en posición de aprender destrezas artísticas? ¿Cuentan con la oportunidad de exponerse a los diversos puntos de vista que prevalecen en la alta sociedad? (No). No solo es que no se hallen en la posición de aprender diversas habilidades, es más, no les surgen oportunidades de relacionarse con personas, acontecimientos y cosas de la alta sociedad. Desde tal óptica, la familia en la que Dios encarnado nació esta vez es muy corriente. Sus padres son personas que pasan sus días de manera respetable, cuyo sustento depende de su trabajo y sus labores y que cuentan con unas condiciones de vida promedio. Tales condiciones son muy comunes en la sociedad moderna. Desde la óptica de los no creyentes, en el entorno del nacimiento de Cristo no se daban unas condiciones superiores y no había nada de lo que presumir en Su entorno familiar o en su calidad de vida. Algunas celebridades nacen en familias eruditas, sus ancestros son educadores e intelectuales de alto nivel. Se criaron en este entorno, con el estilo y el porte propios de una familia de eruditos. ¿Eligió Dios un entorno familiar parecido para Su encarnación? No. En esta ocasión, Dios encarnado también carece de un entorno familiar distinguido y de un estatus social prominente, y menos aún disfrutó de un entorno de vida superior; la Suya es una familia completamente normal. No discutamos todavía por qué Dios encarnado eligió una familia, un entorno de vida y un origen semejantes donde crecer; no hablaremos sobre el significado de esto por ahora. Decidme, ¿acaso no le preocupa a cierta gente que Cristo haya asistido o no a la universidad? Os contaré la verdad: dejé la escuela antes de hacer el examen de acceso a la universidad y me fui de casa a los 17 años. ¿Fui entonces a la universidad? (No). ¿Para vosotros es una buena o una mala noticia? (Considero que saber esto no cambia nada, no es relevante para seguir a Dios). Esa es la óptica correcta. Nunca he mencionado esto antes, no porque quiera ocultarlo o encubrirlo sino porque no es necesario decirlo, dado que son cosas que carecen de la menor relevancia a la hora de conocer y seguir a Dios. Aunque el trasfondo del nacimiento de Dios encarnado, Su entorno familiar y el entorno en el que creció no tienen relevancia alguna en lo que respecta a conocer a Dios o a Dios encarnado y, en realidad, no guardan relación con este asunto, ¿por qué abordo estas cuestiones? Es algo que atañe a uno de los puntos de vista de los anticristos acerca de Cristo que estamos diseccionando hoy. Dios no eligió un estatus prominente, una identidad noble ni una familia y un contexto social distinguidos para Su encarnación, y menos aún eligió un entorno superior, despreocupado, opulento y lujoso en el que crecer. Dios tampoco eligió un entorno familiar donde pudiera recibir una educación superior o verse expuesto a la alta sociedad. Al considerar estos aspectos de la elección que hizo Dios cuando se encarnó, ¿afectarán a la obra que Cristo vino a hacer? (No). A la vista del proceso, la naturaleza y los resultados de Su obra posterior, estos aspectos no perjudican de ninguna manera al plan, los pasos o los resultados de la obra de Dios, sino que, al contrario, haberlos elegido así supone cierta ventaja; es decir, que Él elija nacer en tal entorno es más beneficioso para la salvación del pueblo escogido de Dios, ya que el 99 % de este proviene de contextos similares. La gente debe entender este aspecto relativo a la importancia del origen de Dios encarnado.
Acabo de hablar con palabras simples y generales sobre el trasfondo y el entorno del nacimiento de Cristo para proporcionaros un entendimiento básico al respecto. A continuación, vamos a diseccionar cómo tratan los anticristos el origen de Dios encarnado. Primero, los anticristos desprecian y desafían en secreto el entorno y el contexto del nacimiento de Cristo. ¿Por qué? Porque en su interior albergan pensamientos y nociones. ¿Desde qué perspectiva lo ven? “Dios es el creador, es supremo sobre todo, se encuentra por encima de los cielos y de la especie humana y de todos los demás seres creados. Si él es dios, debería alzarse hasta el lugar más alto entre la humanidad”. ¿Qué quieren decir con alzarse hasta el lugar más alto entre la humanidad? Que él debe sobresalir muy por encima de los demás, que debe nacer en una gran familia noble y distinguida sin que le falte de nada; que debe nacer en cuna de oro, poseer un poder absoluto, además de autoridad e influencia, y ser especialmente acaudalado y millonario. Al mismo tiempo, debe tener una educación superior y aprender todo lo que han de saber los humanos en este mundo. Por ejemplo, como un príncipe coronado, debe recibir clases particulares, asistir a escuelas de élite y gozar de la vida propia de la clase alta. No debería ser el hijo de una familia corriente. Ya que cristo es la encarnación, su educación debe estar por encima de la de los demás y sus materiales de estudio ser diferentes a los de la gente corriente. Creen que, como Cristo ha venido y reinará como un rey, debe aprender el arte del liderazgo, así como a gobernar y controlar a la humanidad y estudiar las 36 estratagemas, y aprender muchos idiomas y algunas habilidades artísticas, de modo que se pueda servir de todo ello en su obra venidera y sea capaz de gobernar a todo tipo de personas en el futuro. Para ellos, solo un cristo así sería noble, grande y competente para salvar a las personas, pues tendría suficientes conocimientos y talentos, así como la habilidad de leerles la mente a fin de poder controlarlas. Los anticristos albergan tales nociones sobre el origen de la encarnación de Dios y se aferran a ellas mientras aceptan a Dios encarnado. Para empezar, no dejan de lado sus nociones ni llegan a entender ni comprender de una manera nueva desde el fondo de su corazón lo que hace Dios. No niegan sus propias nociones y puntos de vista, no entienden las falacias que albergan ni llegan a conocer a Cristo ni a la encarnación de Dios; tampoco aceptan todo lo que Cristo dice y hace con una actitud y un principio de someterse a la verdad. En su lugar, valoran todo lo que dice Cristo a partir de sus propias nociones y puntos de vista. “Este enunciado de cristo es ilógico; ese otro no está bien expresado; hay un error gramatical en esto; se ve que cristo no tiene estudios superiores. ¿Acaso no habla como una persona común? ¿Cómo puede hablar así cristo? No es su culpa. De hecho, él también quiere ser distinguido, que los demás lo estimen, pero eso no es posible; no proviene de una buena familia. Sus padres no eran más que gente corriente y eso ha influido para que él sea esa misma clase de persona. ¿Cómo pudo hacer esto dios? ¿Por qué las palabras y los modales de cristo no parecen muy nobles y elegantes? ¿Por qué no posee el discurso y los modales de los eruditos y los intelectuales refinados de la sociedad, de las princesas y los príncipes de las clases altas de la sociedad? ¿Por qué las palabras de cristo y sus acciones parecen tan poco coherentes con su identidad?”. Los anticristos albergan este tipo de perspectiva y esta clase de actitud observadora respecto a su manera de contemplar a Cristo y todas Sus palabras y obra, cómo trata a las personas y Su discurso y modales, por lo que es inevitable que en su corazón surjan nociones. No solo no se someten a Cristo, además no aciertan a tratar Sus palabras con corrección, se preguntan: “¿Puede ser mi salvador una persona tan corriente, tan común? ¿Puede bendecirme? ¿Puedo obtener algún beneficio de él? ¿Se pueden cumplir mis deseos y aspiraciones? Esta persona es demasiado corriente, hasta tal punto que la miras por encima del hombro”. Mientras más perciben los anticristos a Cristo como alguien ordinario y corriente y lo consideran muy normal, más se sienten ellos mismos superiores y nobles. Al mismo tiempo, algunos anticristos llegan a hacer comparaciones: “Eres joven y no sabes vestir ni hablar con la gente. No sabes sonsacarles las cosas. ¿Por qué eres tan directo? ¿En qué se asemeja a dios algo de lo que dices? ¿De qué modo cualquier cosa que digas es representativa de que seas dios? ¿En qué se parecen a dios tus acciones, discurso, comportamiento, modales y vestimenta? No creo que te parezcas a él en ninguno de estos aspectos. Cristo debe tener una educación superior, conocer la Biblia como la palma de su mano y hablar con elocuencia; sin embargo, tú siempre te repites y a veces usas palabras inadecuadas”. Tras muchos años de seguir a Cristo, los anticristos no solo no han aceptado en su interior las palabras de Dios ni la verdad, tampoco el hecho de que Cristo es la encarnación de Dios. Esto equivale a que no aceptan a Cristo como su Salvador. En cambio, en su corazón desprecian incluso más a la encarnación de Dios, a esta persona corriente. Dado que no ven nada especial en Cristo, ya que Su origen es muy común y corriente y, como parece que no puede aportarles ningún beneficio en la sociedad ni entre la humanidad, así como tampoco capacitarlos para disfrutar de ninguna ventaja, empiezan a juzgarlo abierta e indecentemente: “¿Acaso no eres solo un hijo de tal o cual familia? ¿Qué tiene de malo que te juzgue? ¿Qué me puedes hacer tú? Si tuvieras una familia ilustre o unos padres funcionarios, puede que te tuviera miedo. ¿Cómo voy a tenerte miedo siendo como eres? Entonces, aunque seas cristo, la encarnación de la que dios dio testimonio, ¡no te tengo miedo! De igual manera voy a emitir un juicio sobre ti a tus espaldas y a hacer comentarios respecto a ti con libertad. Cada vez que tenga oportunidad, indagaré sobre tu familia y tu lugar de nacimiento”. Estos son los motivos favoritos de los anticristos para armar alboroto. Nunca buscan la verdad y juzgan una y otra vez cualquier cosa que no encaje con sus nociones y figuraciones y se resisten a ella. Esta gente sabe muy bien que lo que expresa Cristo es la verdad, así que, ¿por qué no persiguen la verdad? ¡Son realmente irracionales!
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