Punto 4: Se enaltecen y dan testimonio de sí mismos (Parte 4)
Algunas personas tienen el carácter de un anticristo y a menudo revelan ciertas actitudes corruptas, pero al mismo tiempo que ocurren dichas revelaciones, también reflexionan y se conocen a sí mismas, son capaces de aceptar y practicar la verdad y, al cabo de un tiempo, el cambio se refleja en ellas. Son posibles objetos de salvación. Hay quienes, de cara a la gente, parecen capaces de renunciar a cosas, de entregarse, de sufrir penurias y pagar un precio, pero en su esencia-naturaleza sienten aversión a la verdad y la odian. Cuando hablas con ellos de la verdad, se muestran reacios y hostiles. Dan cabezadas y se duermen durante las reuniones y los sermones. Los encuentran aburridos, y aunque entiendan lo que oyen, no lo ponen en práctica. Hay otros que parecen escuchar los sermones con seriedad, pero su corazón no tiene sed de la verdad y su actitud hacia las palabras de Dios consiste en analizarlas como una especie de teoría o conocimiento espiritual. Y así, no importa cuántos años lleven siendo creyentes, ni cuántas de las palabras de Dios hayan leído, ni cuántos sermones hayan escuchado, no se produce ningún cambio en su perspectiva de búsqueda de estatus y predilección por el poder, ni en su actitud de aversión a la verdad, de odio a la verdad y de resistencia a Dios. Son anticristos arquetípicos. Si los desenmascaras diciendo: “Lo que estás haciendo es intentar ganarte a la gente, y cuando te enalteces y das testimonio de ti mismo, desorientas a la gente y le disputas el estatus a Dios. Estas son las acciones de Satanás y de los anticristos”, ¿son capaces de aceptar tal condena? Desde luego que no. ¿Qué piensan? “Hago bien en actuar así, de modo que seguiré haciéndolo. Me da igual que me condenes, me da igual lo que digas y me da igual que parezca lo correcto, no voy a renunciar a esta forma de actuar, a este deseo, a esta búsqueda”. Está decidido, pues: son anticristos. Nada de lo que digas puede alterar sus puntos de vista, intenciones, motivaciones ocultas, ambiciones o deseos. Esta es la esencia-naturaleza arquetípica de los anticristos; nadie puede cambiarlos. Más allá de cómo se les comparta la verdad, del lenguaje o las palabras que se empleen, o del tiempo, el espacio o el contexto, nada puede cambiarlos. No importa cómo se modifique su entorno, ni cómo se transformen las personas, los acontecimientos y las cosas que los rodean, ni cómo evolucionen los tiempos, ni cuán grandes sean las señales y los prodigios que Dios muestre, ni cuánta gracia les brinde Dios, ni siquiera los castigos que Él les inflija, su modo de ver las cosas y sus motivaciones ocultas nunca cambiarán, ni tampoco su ambición y su deseo de obtener poder. Su manera de comportarse y de relacionarse con los demás nunca cambiará, ni tampoco su actitud de odio hacia la verdad y hacia Dios. Cuando otros señalan que lo que hacen es enaltecerse, dar testimonio de sí mismos y tratar de desorientar a la gente, cambian su manera de hablar a una que no se pueda criticar ni discernir. Emplean medios aún más taimados para proceder y lograr su objetivo de gobernar y controlar al pueblo escogido de Dios. Esto es lo que se manifiesta en un anticristo y lo engendra la esencia de un anticristo. Aunque Dios les dijera que los castigaría, que había llegado su fin, que los iba a maldecir, ¿podría transformar esto su esencia? ¿Podría cambiar su actitud hacia la verdad? ¿Podría cambiar su amor por el estatus, la fama y la ganancia? No. Convertir a personas corrompidas por Satanás en personas con una humanidad normal que adoran a Dios es obra de Dios; lo puede lograr. Sin embargo, ¿es posible convertir en personas normales a demonios, a personas revestidas de piel humana pero cuya esencia es satánica y que son hostiles a Dios? Sería imposible. Dios no hace esta clase de obra; estas personas no se encuentran entre aquellas a las que salva Dios. Entonces, ¿cómo define Dios a esas personas? Son de Satanás. No son objeto de elección o salvación por parte de Dios; Él no quiere a gente así. Sin importar cuánto lleven creyendo en Dios, cuánto hayan sufrido o lo que hayan conseguido, sus motivaciones ocultas no cambiarán. No renunciarán a sus ambiciones ni sus deseos, y ni mucho menos abandonarán su motivación y su ansia por competir con Dios por el estatus y la gente. Esas personas son verdaderos anticristos.
Hay personas que dicen: “¿No puede ser que los anticristos hagan el mal y se resistan a Dios a causa de un momento de atolondramiento? Si Él les mostrara algunas señales y prodigios o les impusiera un pequeño castigo, a fin de que lograran ver a Dios, ¿no serían entonces capaces de reconocerlo y someterse a Él? ¿No serían entonces capaces de aceptar y reconocer que Dios es la verdad y dejar de disputarse el estatus con Él? ¿No se dará el caso de que carecen de fe porque no han sido testigos de las señales y prodigios de Dios ni han visto Su cuerpo espiritual, y por eso son muy débiles y se dejan engatusar por Satanás?”. No, no es el caso. Las ambiciones, los deseos y la esencia de los anticristos son inconfundibles y bien distintos de los de alguien que se ha dejado engañar temporalmente como un tonto y no comprende la verdad. Los anticristos poseen una naturaleza satánica inherente y sienten aversión por la verdad y la odian desde su nacimiento. Son Satanes, irreconciliables con Dios, que se resisten a Dios y que pugnan con Él hasta el final; son Satanes vivientes vestidos con piel humana. Dichos individuos se definen como anticristos según su esencia-naturaleza, por tanto, ¿qué posible papel desempeñan en la casa de Dios y qué es lo que hacen allí? Causan trastornos y perturbaciones, demuelen y destruyen la obra de Dios. Estas cosas no pueden evitarlas. Es la clase de individuo que son, tienen una naturaleza satánica, se asemejan a lobos que se cuelan en medio de un rebaño, con la intención de devorar a las ovejas; es su único propósito. Hablando desde otra perspectiva, ¿por qué permite Dios que esta gente aparezca en Su casa? Para que el pueblo elegido de Dios pueda desarrollar su discernimiento. Nadie ha visto cómo es el diablo Satanás, cuál es la esencia de sus acciones, cuáles son sus revelaciones específicas ni cómo desorienta a la gente y se opone a Dios en el mundo. Cuando se menciona al diablo Satanás, les parece algo abstracto y vacío, algo no demasiado tangible. “¿Dónde está Satanás?”, preguntan. “En el aire”, es la respuesta. “Entonces, ¿qué tamaño tiene? ¿Qué milagros específicos realiza? Concretamente, ¿cómo se opone a Dios? ¿Cuál es su esencia-naturaleza?”. Les parece todo muy abstracto, vago y vacío. Sin embargo, a través de las manifestaciones y revelaciones de los anticristos, logran establecer un vínculo con las acciones de Satanás y su esencia-naturaleza, y es entonces cuando todo se vuelve tangible y deja de ser abstracto o vacío. En ese momento, la gente puede oírlo hablar, percibir su comportamiento y discernir atentamente su esencia-naturaleza. De este modo, ¿no parece entonces que la esencia del diablo Satanás de la que habla Dios se vuelve más tangible y real, y que se puede realizar una comparación práctica? Algunas personas tienen una estatura inmadura y no comprenden la verdad, y por alguna insensatez momentánea se dejan embaucar y desorientar por los anticristos, por lo que se marchan quizá durante un año. Cuando regresan a la casa de Dios, se dan cuenta de que no les sienta bien seguir a Satanás. Al principio, cuando empiezan a seguir a los anticristos, creen tener motivos suficientes y una gran confianza, y dicen: “Lo Alto no quiere que sigamos a los anticristos, pero vamos a hacerlo de todos modos, ¡y algún día se demostrará que llevábamos razón!”. Como resultado, al cabo de una temporada, sienten que han perdido la obra del Espíritu Santo, no son capaces de sentir ninguna confirmación en su corazón. Para estos individuos, es como si Dios ya no los acompañara, como si su fe hubiera perdido significado y fuera a la deriva, y de forma gradual llegan a adquirir un discernimiento de los anticristos cada vez mayor. Antes pensaban que los anticristos comprendían realmente la verdad y que siguiéndolos no podían equivocarse en su fe, pero ahora ven que los anticristos padecen graves problemas, que hablan como si comprendieran la verdad, pero nunca la practican; esto es un hecho. Ven que han seguido a los anticristos durante largo tiempo y que no han ganado la verdad, y que es realmente muy peligroso continuar su senda, por lo que se arrepienten, los rechazan y se muestran dispuestos a retornar a la casa de Dios. Después de que estas personas vuelvan a ser acogidas en la casa de Dios, se les pide que cuenten su experiencia, y dicen: “Ese anticristo era muy hábil desorientando a la gente. En aquella época, parecía llevar razón, sin importar lo que yo pensara de él, pero como consecuencia no gané nada, no comprendí ninguna verdad y no llegué a poseer ni siquiera una pizca de la realidad-verdad después de seguirlo durante más de un año. He malgastado tiempo valioso. He sufrido una pérdida tremenda en verdad”. La experiencia de este fracaso se convierte en su recuerdo más profundo. Tras retornar a la casa de Dios, cuanto más escuchan los sermones, más llegan a comprender la verdad y más se les ilumina el corazón. Al recordar el tiempo que pasaron siguiendo a ese anticristo y ver las pérdidas que han sufrido, llegan a percibir que los anticristos son realmente Satanases y que en esencia carecen de verdad alguna, que solo Dios es la verdad, y no se atreven a volver a seguir a ningún otro ser humano. A la hora de elegir un líder, emiten su voto con sumo cuidado, pensando: “Si doy mi voto a cierto candidato, lo más probable es que salga elegido un anticristo. Si no lo voto, quizá lo evite. Debo tener cuidado y evaluar a las personas conforme a los principios”. ¿No se basan ahora sus acciones en principios y estándares? (Sí). Eso es una cosa buena. Algunas personas, desorientadas por los anticristos, dicen: “¿Por qué nos ha ocurrido esto? ¿Acaso Dios nos ha abandonado? ¿Ya no le importamos?”. En una situación similar, ¿consentirías si Dios te instara a no seguir a los anticristos? No, no lo aceptarías. Aún te empeñarías en seguirlos y lo único que Dios podría hacer sería permitirlo y luego enseñarte una lección con hechos. Después de seguir a los anticristos una temporada, de repente entras en razón y te das cuenta de que has sufrido pérdidas en tu vida, y solo entonces sientes remordimientos y estás dispuesto a rechazar a esos individuos y retornar ante Dios una vez más. Por suerte para ti, Dios es tolerante y misericordioso, y todavía te quiere. De lo contrario, estarías totalmente acabado, no contarías con más oportunidades de alcanzar la salvación: seguir a los anticristos nunca depara un buen final.
Tienes que percibir a los anticristos claramente y reconocerlos bien. Tienes que saber discernir sus varias manifestaciones y, al mismo tiempo, deberías tener claro que tu propia esencia-naturaleza guarda en común muchas características con los anticristos, lo cual es debido a que todos pertenecéis a la humanidad que ha sido corrompida por Satanás; la única diferencia estriba en que los anticristos se hallan por completo bajo el control de Satanás, se han convertido en sus cómplices y hablan en su nombre. Tú también perteneces a la humanidad corrupta, pero eres capaz de aceptar la verdad y albergas la esperanza de alcanzar la salvación. Sin embargo, en términos de esencia, guardas en común muchas cosas con los anticristos, y tus métodos y motivaciones ocultas son los mismos. Es solo que, una vez que has oído la verdad y escuchado los sermones, eres capaz de cambiar de rumbo, y este hecho determina que albergues la esperanza de alcanzar la salvación: ahí radica la diferencia entre los anticristos y tú. Por lo tanto, cuando desenmascaro a los anticristos, tú también deberías establecer una comparación y reconocer qué es lo que guardas en común con ellos, y qué manifestaciones, actitudes y aspectos de la esencia compartes con ellos. De este modo, ¿no llegarás entonces a conocerte mejor a ti mismo? Si te sientes siempre hostil, crees que no eres un anticristo, experimentas un odio intenso hacia ellos, y no te muestras dispuesto a establecer esta comparación ni a reflexionar sobre ti mismo y comprender qué senda sigues, ¿cuál será la consecuencia? Con un carácter satánico, es muy probable que te conviertas en un anticristo, lo cual es debido a que ningún anticristo busca convertirse en uno a propósito y luego llega a serlo; se debe a que no persiguen la verdad y, como cabría esperar, terminan siguiendo la senda de un anticristo. ¿Acaso no son anticristos quienes en el mundo religioso no aman la verdad? Todas y cada una de las personas que no reflexionan sobre su propia esencia-naturaleza ni la comprenden, y que creen en Dios conforme a sus nociones y figuraciones, son anticristos. Una vez que emprendes la senda del anticristo, una vez que ganas estatus, combinado con el hecho de que posees ciertos dones y cierto aprendizaje y que todo el mundo te admira, ocurre que, a medida que aumenta el tiempo que dedicas a trabajar, llegas a hacerte un hueco en el corazón de la gente. A medida que crece el ámbito de la labor de la cual eres responsable, llegas a liderar a un número cada vez mayor de personas, ganas cada vez más capital, y entonces te conviertes en un Pablo genuino. ¿Todo esto deriva de una decisión tuya? No planeabas tomar esta senda, pero ¿cómo es que, sin saberlo, has emprendido la senda de un anticristo? Un motivo importante radica en que, si no persigues la verdad, lo más seguro es que persigas estatus y prestigio, que te embarques en negocios propios, hasta que, finalmente, sin ser consciente de ello, te encuentres en la senda de un anticristo. Si las personas que siguen dicha senda no cambian de rumbo a tiempo, cuando alcancen cierto estatus cabe la posibilidad de que se conviertan en anticristos: se trata de un resultado inevitable. Si no captan esta cuestión con claridad, se hallarán en peligro, porque todo el mundo posee actitudes corruptas y todo el mundo quiere reputación y estatus; si no aman la verdad, son realmente propensos a caer por la reputación y el estatus. Sin el juicio y el castigo de Dios, todo el mundo seguiría la senda de un anticristo y caerían por la reputación y el estatus, un hecho que nadie podrá negar. Tú dices: “Solo tengo estas revelaciones de vez en cuando, no son más que manifestaciones temporales. A pesar de tener la misma esencia que la de los anticristos, me diferencio de ellos en que no albergo ambiciones tan grandes como las suyas. Además, mientras cumplo con los deberes, reflexiono en todo momento sobre mí mismo, siento remordimientos y busco la verdad, y actúo conforme a los principios-verdad. A juzgar por mi comportamiento, no soy un anticristo ni tengo deseos de serlo, de modo que resulta imposible que me convierta en uno”. Quizá ahora mismo no lo seas, pero ¿puedes asegurar que no seguirás la senda de un anticristo y te convertirás en uno? ¿Puedes garantizarlo? No. Así pues, ¿cómo puedes ofrecer tal garantía? La única manera de hacerlo es persiguiendo la verdad. ¿Y cómo debes perseguir la verdad? ¿Tienes alguna manera de hacerlo? En primer lugar, has de reconocer el hecho de que compartes la misma esencia-carácter que los anticristos. Aunque ahora mismo no seas uno de ellos, para ti, ¿qué es lo más letal y peligroso? Es que posees la misma esencia-naturaleza que los anticristos. ¿Esto es bueno para ti? (No). Desde luego que no. Es letal para ti. Por lo tanto, mientras escuches estos sermones en los que se exponen las diversas manifestaciones de los anticristos, no vayas a pensar que estas cosas no tienen nada que ver contigo; esa es una actitud errada. Entonces, ¿qué clase de actitud deberías tener para aceptar estos hechos y manifestaciones? Compárate con ellos, reconoce que tienes una esencia-naturaleza propia de un anticristo y luego examínate para averiguar cuáles de tus manifestaciones y revelaciones son idénticas a las suyas. En primer lugar, reconoce este hecho: no intentes disfrazarte ni cubrirte. La senda que recorres es la senda de un anticristo, por lo que es conforme a los hechos decir que eres uno de ellos; es solo que la casa de Dios aún no te ha definido como tal y te concede la oportunidad de arrepentirte, nada más. ¿Lo entiendes? En primer lugar, acepta y reconoce este hecho, y luego lo que debes hacer es acudir ante Dios y pedirle que te discipline y te mantenga bajo control. No te apartes de la luz de la presencia de Dios ni abandones Su protección, y de este modo tu conciencia y tu razón te refrenarán a la hora de hacer cosas; además, contarás con las palabras de Dios para iluminarte, guiarte y mantenerte bajo control. Asimismo, contarás con la obra del Espíritu Santo para guiarte, organizar a las personas, los acontecimientos y las cosas que te rodean de modo que te sirvan de advertencia y te disciplinen. ¿Cómo te advierte Dios? Dios actúa de incontables maneras. A veces, Dios provocará que albergues un sentimiento evidente en tu corazón que te permitirá darte cuenta de que necesitas que te mantengan bajo control, de que no puedes actuar obstinadamente, de que si actúas mal dejarás a Dios en vergüenza y harás el ridículo, y entonces te frenas. ¿Aquí no es Dios quien te protege? Esta es una manera. En ocasiones, Dios te reprochará en tu interior y te brindará palabras claras para indicarte que esa manera de actuar es vergonzosa, que Él la detesta y maldice; es decir, se vale de palabras claras para reprenderte y que establezcas una comparación contigo mismo. ¿Qué objetivo persigue Dios con esto? Lo hace a fin de remover tu conciencia, y cuando sientas algo, considerarás el impacto, las consecuencias y tu propio sentido de la vergüenza, y ejercerás cierta mesura en tus acciones y prácticas. Una vez que hayas vivido muchas experiencias parecidas, descubrirás que, aunque las actitudes corruptas se encuentran arraigadas en el interior de las personas, cuando estas logran aceptar la verdad y percibir claramente la verdad de sus propias actitudes corruptas, pueden rebelarse deliberadamente contra su carne; cuando las personas logran poner en práctica la verdad, su carácter satánico se limpia y se transforma. El carácter satánico del hombre no es indestructible ni inmutable: cuando llegues a ser capaz de aceptar la verdad y ponerla en práctica, tu carácter satánico se desmoronará y se verá reemplazado de forma natural. Una vez que saborees la dulzura que conlleva poner en práctica la verdad, pensarás: “Antes era todo un sinvergüenza. Por muy descaradas que fueran mis palabras o por mucho que me enalteciera para que los demás me idolatraran, después no sentía vergüenza ni tenía conciencia de ello. Ahora percibo que mi manera de actuar estaba equivocada y quedaba mal parado, y tengo la sensación de que hay muchos ojos posados en mí”. Esto es obra de Dios. Te brinda un sentimiento, y es como si te reprocharas a ti mismo, de modo que a partir de ese momento no cometerás maldades o te ceñirás a tu propia senda. Sin darte cuenta, los métodos que usas para enaltecerte y dar testimonio de ti mismo se reducirán, ejercerás cada vez más la autocontención y tendrás la sensación creciente de que, actuando así, tu corazón se encuentra tranquilo y tu conciencia en paz; esto supone vivir en la luz, y ya no hay necesidad de estar sobre ascuas ni de valerte de mentiras o de palabras bonitas para camuflarte. En el pasado, mentías y prolongabas las mentiras a diario para proteger tu reputación. Cada vez que contabas una mentira, tenías que prolongarla en el tiempo, pues tenías miedo de destapar el pastel. Como resultado, contabas cada vez más mentiras y luego tenías que hacer un gran esfuerzo y devanarte los sesos para sostenerlas; vivías una vida que no se asemejaba ni a la de los humanos ni a la de los demonios, ¡y qué agotadora era! Ahora buscas ser una persona honesta y puedes abrir tu corazón y hablar de cosas reales. Ya no tienes necesidad de contar mentiras ni de mantenerlas día tras día, ya no estás constreñido por las mentiras, sufres mucho menos, vives una vida cada vez más relajada, libre y liberada, en lo más recóndito de tu corazón gozas de sentimientos de paz y alegría: estás saboreando la dulzura de esta vida. Y entretanto, tu mundo interior ya no es engañoso, perverso ni falso. Por el contrario, ahora te muestras dispuesto a acudir ante Dios, oras ante Él y buscas la verdad cuando surge un problema; eres capaz de hablar de la situación con otras personas y ya no actúas de manera unilateral o arbitraria. Tienes la sensación cada vez mayor de que el modo en que solías hacer las cosas era despreciable y ya no quieres ser así. En su lugar, actúas de cualquiera que sea la manera que se ajuste a la verdad, a la razón y a las intenciones de Dios; tu manera de actuar ha cambiado. Cuando consigues esto, ¿no significa que te has apartado de la senda de un anticristo? Y cuando te has apartado de dicha senda, ¿no significa que has emprendido la senda para alcanzar la salvación? Al aventurarte en la senda hacia la salvación y acudir ante Dios a menudo, tu actitud, tu intención, tu perspectiva, tus objetivos vitales y tu dirección en la vida ya no se oponen a Dios, empiezas a amar las cosas positivas, a amar la equidad, la justicia y la verdad. Cuando esto ocurre, lo más profundo de tu corazón y tus pensamientos han empezado a transformarse. Cuando empiezas a recorrer la senda de la salvación, ¿podrías convertirte aún en un anticristo? ¿Podrías resistirte aún a Dios intencionadamente? No, no podrías, ya te hallas fuera de peligro. Solo entrando en este estado la gente estará en el camino correcto de la fe en Dios, y solo buscando y aceptando la verdad de este modo podrá despojarse de los problemas, el control y la perturbación causados por su naturaleza satánica y por su naturaleza de anticristo. ¿Te has embarcado ya en la senda vital correcta de perseguir la verdad? Si no es así, date prisa y esmérate por emprender esa senda. Si no eres capaz de emprender la senda de búsqueda de la verdad, seguirás viviendo en peligro; todos cuantos caminan por la senda de los anticristos corren el riesgo de ser descartados en cualquier momento.
La mayoría de las personas, mientras llevan a cabo sus deberes, se enfrentan a su propio carácter de anticristo, agotadas de luchar por la reputación, el estatus, el dinero y los intereses, cansadas en cuerpo y mente. Entonces, ¿cuándo puede resolverse este problema? Solo persiguiendo la verdad y siendo capaz de aceptarla podrás desprenderte poco a poco de las limitaciones y ataduras de tu esencia-naturaleza de anticristo y conseguir que tu carácter satánico gradualmente se debilite y desaparezca, y de ese modo tendrás esperanzas de liberarte del poder de Satanás. ¿Habéis llorado en privado a causa de estas cosas al sentir que nunca llegáis a cambiar, ni amar la verdad, ni manejar las situaciones conforme a los principios-verdad? ¿Os habéis odiado tanto al punto de abofetearos en la cara y derramar lágrimas amargas? ¿Os ha pasado a menudo? Si alguien no lo ha hecho mucho, ¿no es porque se ha vuelto insensible? Una persona así no percibe jamás que está corrompida y sigue creyendo que trabaja bien, que posee calibre y talento, que comprende un gran número de verdades y que puede manejar un montón de situaciones conforme a los principios, se siente muy segura de sí misma; tal persona está adormecida, se cree magnífica, ¡y esto entraña un enorme peligro para ella! ¿Vosotros realmente percibís ahora que vuestra estatura es demasiado pequeña, que os halláis lejos de desprenderos de vuestras actitudes corruptas y que seguís dentro de la zona de peligro? La gente que no persigue la verdad carece de esta percepción, igual que quienes no están guiados por la obra del Espíritu Santo. La mayoría de la gente se halla aturdida y atolondrada; piensa que, mientras que cumpla con los deberes de manera metódica y no haga el mal, no estará caminando por la senda de los anticristos, y que, mientras que no cometa todo tipo de maldades, no será uno de ellos. Por tal motivo, estas personas se hallan la mayor parte del tiempo en un estado de adormecimiento, se sienten a menudo satisfechas consigo mismas y piensan que son magníficas y que pronto alcanzarán la salvación, y que la senda de los anticristos no tiene nada que ver con ellas. Vuestras oraciones diarias pueden servir para evaluar si os halláis en este estado o no. ¿Qué oraciones decís cuando cada día os presentáis ante Dios? Si todos los días decís: “Oh, Dios, ¡te amo! Oh, Dios, ¡estoy dispuesto a someterme ante ti! Oh, Dios, ¡estoy dispuesto a cumplir con el cometido que me has dado! Soy capaz de llevar a cabo mis deberes con lealtad y estoy resuelto a satisfacerte y a que Tú me perfecciones. No importa las manifestaciones de anticristo que albergue en mi interior ni lo poco que me conozca, Tú aún me amas y deseas salvarme”, ¿qué clase de manifestación es esta? Se llama adormecimiento, solo expresas tu determinación y no tienes la menor comprensión de tu propia esencia-naturaleza. Te hallas en la fase entusiasta, te encuentras aún muy lejos de poseer la realidad-verdad. ¿Cuánto tiempo pasa antes de ser capaces de rezar una oración auténtica, de hablarle a Dios de lo que alberga vuestro corazón, de contarle vuestra situación real, de sentir paz y júbilo en el corazón, y de sentir que vivís verdaderamente en presencia de Dios? Decidme, ¿cuánto tiempo pasa antes de ser capaces de hacerlo una sola vez? ¿Un mes, dos meses, seis meses, o un año? Si nunca habéis rezado una oración auténtica y seguís orando como hace la gente en el mundo religioso, siempre igual, diciendo que amas a Dios, expresando tu determinación, repitiendo las mismas frases hechas, es que también tenéis carencias y no poseéis ninguna realidad-verdad en absoluto. En general, quienes llevan tres o cinco años creyendo en Dios no dicen cosas tan infantiles e ignorantes cuando se presentan ante Dios, porque no solo están convencidas de seguirlo a Él, sino que además poseen fe y han adquirido una clara comprensión de las verdades de las visiones relativas a la obra de Dios, así como de Sus intenciones, Su plan de gestión y el propósito de Su obra. ¿Por qué cosas rezan más cuando se presentan ante Dios? Una es por conocerse a sí mismas; otra es por hablar con palabras sinceras: Oh, Dios, hoy me encuentro en dificultades, estoy en deuda contigo por lo que he hecho, tengo carencias en ciertas cuestiones, y te ruego que me protejas y que me guíes, me esclarezcas e ilumines. Una persona así comienza diciendo algunas cosas ciertas que guardan relación con la realidad-verdad y deja de usar las expresiones de determinación y consignas que dicen los creyentes entusiastas de poco tiempo. ¿Por qué no las usa? Porque le parece que decir esas cosas no tiene sentido, que esas cosas no pueden satisfacer su necesidad interior de la verdad o su necesidad de entrada en la vida. Al margen de tus años de creyente, al margen de si, en tus oraciones, hablas por inercia o te presentas con sinceridad ante Dios, ¿cuántos días de cada diez recitas esas consignas y palabras vacías? Habrá quienes respondan que uno, conque ¿qué rezan los otros nueve? Si sus oraciones guardan relación con su deber y la entrada en la vida, está bien, demuestra que soportan alguna carga con respecto a la verdad, las palabras de Dios y su propio deber, y que han dejado de estar tan adormecidos. ¿A qué me refiero al decir que “han dejado de estar tan adormecidos”? Me refiero a que, cuando se mencionan cuestiones relativas a los diversos estados y actitudes corruptas de la gente, perciben algo, son conscientes y también alcanzan a entenderlo. Son capaces de adquirir un grado de entendimiento y comprensión; no importa cómo se les expliquen estas cuestiones, las entienden y se hallan casi en sintonía con ellas; lo cual demuestra que han ganado cierta estatura. ¿Qué manifestaciones exhiben las personas adormecidas? Viven así a diario, sin esforzarse ni progresar, que es el motivo por el que, cuando oran a Dios, no hacen más que repetir lo mismo de siempre. No comprenden en absoluto la entrada en la vida, carecen de comprensión espiritual, no sienten nada, no muestran ninguna reacción por muchos sermones que escuchen, y sin importar cómo se comparta la verdad, las embarga una sensación de monotonía, de que todo significa lo mismo. Entonces, ¿tienen algo que contarle a Dios? Lo que reza y dice la gente cuando se presenta ante Dios depende de las palabras contenidas en su corazón que quieran decirle, de las cosas que sientan la necesidad de decirle. En tu corazón, al menos debes comprender cuáles son los requisitos de Dios, la manera de satisfacerlos y las dificultades que afrontas. Si en tu corazón no hay nada y lo único que logras decir son palabras que suenan bien, además de algunas consignas y doctrinas, y te limitas a actuar por inercia, lo que rezas no es una oración. Si has jurado lealtad todos estos años, pero no has hecho nada práctico y, al final, aún eres susceptible de traicionar a Dios, de negarlo y de abandonar en cualquier momento, lo que esto demuestra es que careces de estatura. Si ahora, cuando os presentáis ante Dios para orar, sois capaces de mantener en su mayor parte una relación con Dios que se corresponda con Sus requisitos y con vuestra propia transformación de carácter, es que tenéis una relación con Él plenamente establecida y no recorréis la senda de un anticristo, lo cual significa que habrás emprendido el camino correcto de la fe en Dios.
¿Tenéis ahora claras las diversas manifestaciones de los anticristos que se enaltecen y dan testimonio de sí mismos, así como las definiciones de la naturaleza de tal comportamiento? ¿Existe alguna diferencia entre las manifestaciones de los anticristos y las de las actitudes corruptas de la gente corriente? ¿Sabéis establecer una comparación cuando os encontráis verdaderamente con un problema? ¿Contempláis las manifestaciones de los anticristos como manifestaciones de gente corriente corrupta, y viceversa? ¿Cómo distinguir entre las dos? Juzgar el carácter de una persona por sus constantes manifestaciones y revelaciones, así como juzgar su esencia a partir de su carácter, constituye una manera de definirla con precisión. Los anticristos no aceptan la verdad ni ensalzan a Dios; se enaltecen y dan testimonio de sí mismos. Esta manifestación destaca por ser extremadamente obvia y está completamente dominada por su naturaleza satánica. Aunque las personas corrientes también se enaltecen y dan testimonio de sí mismas, cuando les hablas acerca de la verdad, son capaces de aceptarla y reconocer que Dios es la verdad, y logran aceptar la verdad, aunque no experimentan un cambio rápido ni fácil; aquí radica la diferencia entre los anticristos y la gente corriente. Dicho esto, ¿resulta fácil discernir entre ellos? Los anticristos poseen una característica: cuando no aman la verdad o la niegan, ¿lo hacen directamente? (No). ¿Qué método emplean para negar la verdad y que te percates de que no la reconocen? Se escudarán en sofismas para rebatirte, alegando que lo que estás comunicando no es la verdad, que la única verdad es la que ellos comparten. Por ejemplo, después de que den testimonio sobre sí mismos y alguien los desenmascara, ¿qué manifestaciones exhiben que permiten a otros afirmar que no aman ni aceptan la verdad? Una de ellas consiste en escudarse en sofismas y tratar de justificarse, así como encubrir la verdad fáctica, y es esa verdad la que conforma sus motivaciones ocultas. Dicha motivación consiste en dar testimonio de sí mismos para que los demás los tengan en alta estima. No dejan que conozcas sus intenciones; recurrirán a falsedades y palabras bonitas, se escudarán en sofismas, te engatusarán, te confundirán, de modo que al final dirás que no están dando testimonio de sí mismos, por lo que habrán conseguido su objetivo. Usan palabras bonitas y falsas, se escudan en sofismas, engatusan a la gente, no reconocen que están dando testimonio de sí mismos, no aceptan que los dejes en evidencia, ni tus reproches, ni mucho menos que este hecho los defina. No aceptan nada en absoluto y hasta se inventan excusas, alegando: “No soy yo quien da testimonio de sí mismo. Hay un motivo y un contexto para mis palabras. El hecho de que diga algunas cosas inapropiadas en esa situación es completamente normal y no supone ningún problema. ¿Puede considerarse eso como un testimonio de mí mismo? Es más, he realizado todo este trabajo y, aunque no he ganado ninguna virtud, he sufrido para hacerlo. Tampoco es para tanto que algunas personas me tengan en alta estima y me idolatren”. No consideran que un comportamiento tan vergonzoso, un acto tan repugnante, tenga importancia: ¿es esta una actitud de aceptación de la verdad? No sienten ninguna vergüenza por estas acciones malvadas y hasta se creen extraordinarios; esta es la esencia de las personas malvadas. Los anticristos creen que enaltecerse y dar testimonio de sí mismos es del todo apropiado y lo que se supone que deben hacer. Piensan: “Lo hago porque tengo esta capacidad; ¿hay otras personas dignas de ello? ¡He cosechado el apoyo de todo el mundo, me he esforzado mucho en realizar la obra de la iglesia, he hecho grandes contribuciones a la casa de dios y corrido muchísimos riesgos! ¿Es justo que no me concedas una recompensa ni un beneficio? ¿Acaso dios no es justo? ¿No retribuye él a cada persona en función de sus actos? Entonces, ¿no me merezco el apoyo de todo el mundo por mis contribuciones y el riesgo que he corrido?”. Consideran que tienen que recibir algo a cambio de cumplir con su deber y que la recompensa mínima debería ser el apoyo de todo el mundo y poder disfrutar de la lealtad, el honor y los beneficios que se merecen. ¿Es esta una actitud de aceptación de la verdad? (No). Entonces, ¿cuál es la verdad aquí? Por ejemplo, les dices: “No importa cuánto sufrimiento soporten, las personas son seres creados y deberían padecerlo porque tienen un carácter corrupto. Una de las maneras de sufrir es mientras se cumple con los deberes. No importa cuán capaces seamos ni qué dones tengamos, no debemos esperar ninguna recompensa ni intentar llegar a un trato con Dios”. ¿Acaso no es esta la verdad? Es la verdad primordial que los seres creados deberían comprender. Sin embargo, ¿es posible encontrar esta verdad en sus filosofías para los asuntos mundanos y en sus ideas y opiniones? (No). ¿Aceptan esta verdad cuando la oyen? No, no la aceptan. ¿Cuál es su actitud? Creen que hallarse en la casa de Dios es como hallarse en el mundo, que su labor debe conllevar una recompensa acorde, que tienen que obtener algo por cumplir con su deber y que, si soportan algún riesgo, han de recibir los beneficios y la gracia que merecen. Todas y cada una de las personas tienen la responsabilidad y la obligación de cumplir con los deberes, sin que medie remuneración alguna. ¿Aceptan esta verdad los anticristos? ¿Cuál es su actitud? Se muestran desdeñosos y hostiles, y dicen: “¡Sois idiotas, que incluso aceptáis esto! ¿Es esa la verdad? Eso no es la verdad, están embaucando a la gente. La justicia y la igualdad entre las personas: ¡esa es la verdad!”. ¿Qué clase de argumento es este? Esta es la lógica, la herejía y la falacia de Satanás. ¿Y pueden desorientar a quienes no comprenden la verdad? ¡Muy fácilmente! Hay personas que son débiles, que no entienden las verdades relacionadas con el cumplimiento de su deber; además, carecen de calibre y capacidad de comprensión, y su fe es escasa, de modo que, cuando oyen cosas así, les parece que tienen sentido y piensan: “Pues sí, ¿cómo he podido ser tan estúpido? Por fin he encontrado a alguien que lo entiende. ¡Es cierto lo que dice!”. Estas personas solo escuchan y aceptan las cosas que les suenan razonables y se ajustan a sus nociones; no abordan las palabras de Dios de acuerdo con el principio de que estas son la verdad. Concuerden o no con los sentimientos de la gente, con su pensamiento y su lógica, con sus costumbres y hábitos o con la cultura tradicional, las palabras de Dios son definitivas y cada una de ellas, de la primera a la última, representa la verdad. No necesitan que nadie las cuestione ni analice, y al margen de que toda la humanidad las pueda creer correctas o incorrectas, o de si alguien las acepta, las palabras de Dios son la verdad eterna. No necesitan resistir el paso del tiempo ni que la humanidad las corrobore con la experiencia, las palabras de Dios son la verdad. ¿Los anticristos piensan lo mismo? Ellos piensan: “¡Dios tiene que ser razonable! ¿Qué significa la justicia de dios? ¿No significa que quienes sufren mucho y son muy competentes obtienen grandes recompensas, y que quienes sufren poco, que no son muy competentes y que no hacen contribuciones reciben menos?”. ¿Dios dice eso? (No). Él no dice eso. ¿Dios qué dice? Él enseña que cumplir con los deberes propios es la vocación de cada persona, que cumplir con el deber conlleva sus propios principios, que cada uno debe cumplir con su deber conforme a los principios-verdad y que esto es lo que los seres creados están destinados a hacer. ¿Hay alguna mención aquí a las remuneraciones? ¿Alguna mención a las recompensas? (No). No se mencionan ni las remuneraciones ni las recompensas: se trata de una obligación. ¿Qué significa “obligación”? Una obligación es algo que se supone que la gente debe hacer, algo que no implica ninguna recompensa por la labor de uno. Dios nunca ha estipulado que quien cumpla con los deberes tenga que recibir una recompensa en función de su desempeño: grande si trabaja mucho, pequeña si trabaja poco o mal. Dios nunca ha dicho nada semejante. Entonces, ¿qué indican las palabras de Dios? Dios enseña que cumplir con los deberes propios es la vocación de cada persona y que es algo que se supone que los seres creados han de llevar a cabo; esta es la verdad. ¿Los anticristos lo entienden así? ¿Cómo interpretan las palabras de Dios? Las interpretan de manera distinta. Desde la perspectiva de sus propios intereses, tendrán una versión distorsionada de las palabras de Dios. Para ser preciso, lo que hacen es manipularlas, valiéndose de sus propios medios y entendimiento para transformar la verdad y las palabras de Dios y darles otra interpretación. ¿Y cuál es la naturaleza de dicha interpretación? Una que resulta beneficiosa para ellos, capaz de desorientar a la gente, así como de provocarla y seducirla. Convierten las palabras de Dios en su manera de expresarse, como si fueran verdades transmitidas por ellos, y después de que Dios haya dictado algo, tienen que cambiar la manera de expresarlo y los principios de las palabras de Dios para adaptarlos a su propio estilo. ¿Sigue siendo la verdad después de haberla adaptado a sus propósitos? No, se trata de una falacia y una herejía. ¿Sois capaz de discernir esta cuestión? (Sí, hasta cierto punto). Después de escuchar muchos sermones, algunas personas adquieren cierto discernimiento. ¿Y cuál es la esencia de la oposición a la verdad y de su negación por parte de los anticristos? (Es manipular las palabras de Dios e interpretarlas de forma distorsionada). ¿Y qué intención albergan al manipular las palabras de Dios y al interpretarlas de manera distorsionada? Buscan que la gente no acepte la verdad, sino sus falacias y herejías. Tergiversan la verdad según su pensamiento y su lógica; sus intereses y opiniones, y sus nociones, lo cual les resulta beneficioso y les permite provocar y desorientar a ciertas personas necias e ignorantes que no entienden la verdad. Quizá sus palabras te parezcan correctas cuando las oyes por primera vez, pero si las analizas detenidamente, descubrirás las ambiciones y los planes de Satanás que acechan en ellas. ¿Cuál es el propósito de sus ambiciones y confabulaciones? Su propósito es beneficiarse, defender y mantener su comportamiento y sus acciones, conseguir que la gente los valore bien, cambiar su comportamiento malo y malvado por otras conductas y prácticas que parezcan legítimas y conformes a la verdad. Creen que, de este modo, la gente no los rechazará y Dios no los condenará. Quizá sean capaces de desorientar a otros para que la gente no los rechace, pero ¿podrán conseguir que Dios no los condene? ¿Puede el hombre cambiar la esencia de Dios? (No). Aquí es donde los anticristos son de los más estúpidos. Quieren valerse de su pico de oro, así como de su “inteligente cerebro” para concebir toda clase de falacias y herejías, para manipular la verdad de modo que sus afirmaciones se sostengan y así repudiar la declaración de Dios y negar la existencia de la verdad; ¿no están pensando equivocadamente? ¿Pueden lograr su objetivo? (No). Hay gente que pregunta qué puede hacerse cuando un anticristo desorienta a ciertos individuos. Si realmente están desorientados y son incapaces de cambiar el rumbo, significa que los han puesto en evidencia y descartado, y merecidamente. Significa que están sentenciados y no pueden escapar; están condenados a morir, pues Dios nunca ha planeado salvar a semejantes individuos. Entran en la iglesia con falsos pretextos, contribuyen con algo de mano de obra, gozan de cierta gracia, pero cuando Dios ya no los quiere, los entrega a Satanás. Sucede que, al oír una herejía y falacia, aplauden y le dan su aprobación, y luego se marchan para seguir a Satanás. ¿Esto qué es? Es utilizar a Satanás para rendir servicio. Hay un versículo en el libro del Apocalipsis que dice: “Que el injusto siga haciendo injusticias, que el impuro siga siendo impuro, que el justo siga practicando la justicia, y que el que es santo siga guardándose santo” (Apocalipsis 22:11). Esto significa que las personas se separan de acuerdo con su condición. En lo que atañe a los seguidores de los anticristos, ¿se trata de un descuido momentáneo por su parte? ¿Se debe a que Dios no vigilaba? ¡Esto es que están condenados a morir! Tras asociarte con tales individuos durante una temporada, verás que no merecen ser salvados; ¡son unos miserables! A juzgar por su calidad humana y su búsqueda de la verdad, su naturaleza es perversa, sienten aversión por la verdad y no merecen ser salvados, no merecen heredar una gracia tan formidable de parte de Dios. Si Él no les otorga esta gracia, no la recibirán y, por lo tanto, la manera más precisa de describirlos resumidamente es con tres palabras: “condenados a morir”.
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