Punto 3: Excluyen y atacan a quienes persiguen la verdad (Parte 2)
¿Cómo tendría que tratar a los anticristos el pueblo escogido de Dios? Debe discernirlos, desenmascararlos, denunciarlos y desdeñarlos. Solo entonces se asegurará de poder seguir a Dios hasta el final y entrar en el camino correcto de la fe en Dios. Los anticristos no son tus líderes, por mucho que hayan desorientado a otros para que los elijan como tales. No los reconozcas ni aceptes su liderazgo; debes discernirlos y desdeñarlos, porque no pueden ayudarte a comprender la verdad, ni pueden apoyarte ni proveerte. Estos son los hechos. Si no pueden guiarte a la realidad-verdad, no son aptos para ser líderes ni obreros. Si no pueden llevarte a comprender la verdad y experimentar la obra de Dios, entonces ellos son quienes se oponen a Dios y debes discernirlos, desenmascararlos y desdeñarlos. Todo cuanto hacen es con el fin de desorientarte para que los sigas y de introducirte en su grupo para socavar y perturbar la obra de la iglesia, para persuadirte de que transites la senda de los anticristos, como ellos. ¡Quieren arrastrarte al infierno! Si no puedes identificarlos como lo que son y crees que, como son tus líderes, tienes que obedecerlos y hacerles concesiones, es que eres alguien que traiciona tanto a la verdad como a Dios, y semejantes individuos no pueden salvarse. Si quieres salvarte, no solo debes superar el obstáculo del gran dragón rojo, no solo debes ser capaz de discernirlo, de ver más allá de su horrible semblante y rebelarte completamente contra él; también tienes que superar el obstáculo de los anticristos. En la iglesia, un anticristo no solo es el enemigo de Dios, sino también el de Su pueblo escogido. Si no consigues discernir a los anticristos, eres susceptible de dejarte desorientar y conquistar, de transitar la senda de un anticristo y de ser maldecido y castigado por Dios. Si eso ocurre, tu fe en Dios ha fallado por completo. ¿Qué ha de poseer una persona para que le concedan la salvación? En primer lugar, debe comprender un gran número de verdades y ser capaz de discernir la esencia, el carácter y la senda de un anticristo. No hay otra manera de asegurarse de no idolatrar ni seguir a una persona al mismo tiempo que uno cree en Dios; es la única manera de seguir a Dios hasta el final. Solo quienes son capaces de discernir a un anticristo podrán creer verdaderamente en Dios, seguirlo y dar testimonio de Él. Habrá entonces quien diga: “¿Qué hago si en este momento no poseo la verdad para ello?”. Debes equiparte con la verdad a toda prisa; debes aprender a ver el interior de las personas y de las cosas. Discernir a un anticristo no es un asunto sencillo, y exige la capacidad de ver claramente su esencia, y distinguir las intrigas, los trucos, las intenciones y los objetivos detrás de todo lo que hacen. De esta manera no te dejarás desorientar o controlar por ellos, y podrás mantenerte firme, perseguir la verdad de forma segura y continuar en la senda de la búsqueda de la verdad y la obtención de la salvación. Si no puedes superar el obstáculo de los anticristos, entonces se puede decir que estás en gran peligro y que eres susceptible de que te desoriente y capture un anticristo y vivir bajo la influencia de Satanás. Es posible que haya algunos entre vosotros que obstaculicen y pongan trabas a las personas que persiguen la verdad y sean sus enemigos. ¿Aceptáis esto? Hay algunos que no se atreven a enfrentarse a este hecho ni a aceptarlo. Pero que los anticristos desorienten a las personas es algo que ocurre de verdad en la iglesia, y ocurre a menudo, es solo que la gente no puede discernirlo. Si no puedes pasar esta prueba, la de los anticristos, entonces o te desorientan y controlan los anticristos, o te hacen sufrir, te torturan, te expulsan, te suprimen y abusan de ti. En última instancia, tu pequeña y miserable vida no lo resistirá durante mucho tiempo y se marchitará; ya no tendrás fe en Dios y dirás: “¡Dios no es siquiera justo! ¿Dónde está dios? No hay rectitud ni luz en este mundo, y no existe la salvación de la humanidad por parte de dios. ¡Podríamos pasarnos los días yendo a trabajar y ganando dinero!”. Niegas a Dios, te alejas de él y ya no crees que exista; cualquier esperanza de obtener la salvación ha desaparecido por completo. Así que, si quieres llegar a donde te pueden conceder la salvación, la primera prueba que debes pasar es la de percibir y calar a Satanás, y también debes tener el coraje de levantarte, desenmascararlo y abandonarlo. ¿Dónde está Satanás entonces? Está a tu lado y a tu alrededor; incluso podría estar viviendo dentro de tu corazón. Si estás viviendo en el carácter de Satanás, se puede decir que le perteneces. No puedes ver ni tocar al Satanás ni a los espíritus malvados del reino espiritual, pero los satanases y los demonios vivientes que existen en la vida real están en todas partes. Toda persona que siente aversión por la verdad es malvada, y todo líder u obrero que no acepta la verdad es un anticristo o un falso líder. ¿Acaso no son esas personas satanases y demonios vivientes? Estas personas pueden ser las mismas que adoras y respetas; pueden ser las que te guían o las que has admirado, en las que has confiado, de las que has dependido y las que has esperado en tu corazón durante mucho tiempo. De hecho, sin embargo, son obstáculos que se interponen en tu camino y te impiden perseguir la verdad y obtener la salvación: son falsos líderes y anticristos. Pueden tomar el control de tu vida y de la senda que recorres, y pueden arruinar tu oportunidad de obtener la salvación. Si no los disciernes y los descubres, puede que te desorienten o que te capturen en cualquier momento. Por lo tanto, te encuentras en gran peligro. Si no puedes librarte de este peligro, te conviertes en la víctima sacrificial de Satanás. De cualquier manera, las personas que son desorientadas y controladas, y se convierten en los seguidores de un anticristo no pueden nunca, jamás, alcanzar la salvación. Como no aman ni persiguen la verdad, es un resultado inevitable que las desorienten y sigan a un anticristo.
Hay personas que creen perseguir la verdad y afirman ser capaces de discernir a los anticristos. Se sobreestiman, ¿no es cierto? Si te encuentras con un anticristo evidente, uno que muestra sus colmillos, tiene escasa humanidad y ha perpetrado algunos actos malvados, lo natural es que puedas reconocerlo. Pero, si te encuentras con un anticristo que parece devoto, que habla con voz suave y da la impresión de ser buena persona —un anticristo que se ajusta a las nociones de la gente—, ¿tienes aún la audacia de afirmar que puedes identificarlo como lo que realmente es? ¿Te atreves a calificarlo de anticristo? Si eres incapaz de discernirlo, estás destinado a admirarlo y tener una buena disposición hacia él, en cuyo caso su comportamiento, sus opiniones y puntos de vista, sus acciones e incluso su comprensión de la verdad influirán en ti con toda seguridad. ¿En qué medida influirán estas cosas en ti? Envidiarás al anticristo, lo imitarás, lo emularás y lo seguirás, todo lo cual afectará a tu entrada en la vida; afectará a tu búsqueda de la verdad y tu entrada en la realidad, afectará a tu actitud hacia Dios y afectará a la cuestión de si realmente te sometes y sigues a Dios hasta el final. A la larga, el anticristo se convertirá en tu ídolo, ocupará un lugar en tu corazón y no conseguirás escapar de él. Cuando te veas desorientado hasta este extremo, solo te queda una remota esperanza de salvarte, porque tu relación con Dios se ha hecho pedazos, has perdido la relación normal con Dios y te hallas al borde del peligro. ¿Y qué supone esto para ti: un desastre o una bendición? Es un desastre, por supuesto; no se trata en absoluto de una bendición. Aunque, en asuntos menores, algunos anticristos puedan ayudarte y serte beneficiosos, o en otras ocasiones puedan predicar palabras y doctrinas para esclarecerte, una vez que te hayas dejado desorientar por ellos, los idolatres y los sigas, te encontrarás en apuros. Te habrás buscado la ruina y habrás perdido tu oportunidad de salvación. Hay quien dice: “No es un satanás ni una persona malvada, parece alguien espiritual, alguien que persigue la verdad”. ¿Son válidas estas palabras? (No). ¿Por qué no? Con cualquiera que realmente persiga la verdad, la influencia o el beneficio de su guía, ayuda y provisión sirve para llevarte ante Dios a fin de que puedas buscar Sus palabras y la verdad, te presentes ante Dios y aprendas a depender de Él y a buscarlo, y tu relación con Él sea cada vez más íntima. Por el contrario, ¿qué sucederá si tu relación con un anticristo se estrecha tanto que llega un punto en el que quedas a su entera disposición? Te descarriarás hacia la senda equivocada y te causará la ruina. Al estrechar tu relación con un anticristo, la relación que mantienes con Dios se enfría. ¿Y cuál es la consecuencia de esto? Te arrastrará hacia él y te distanciarás de Dios. Si tienes un ídolo en tu corazón, en cuanto empieces a tener nociones sobre las palabras y la obra de Dios, o cuando Sus palabras expongan a tu ídolo, te rebelarás de inmediato contra Dios y hasta puede que te enfrentes a Él y lo traiciones; te pondrás del lado tu ídolo y te opondrás a Dios. Esto sucede a menudo. A veces, cuando se sustituye o expulsa a falsos líderes y anticristos, sus cómplices y secuaces dan la cara por ellos y protestan; algunos incluso se vuelven negativos y dejan de creer en Dios. Esto es algo habitual, ¿no? ¿Y por qué dejan de creer? Dicen: “Si han sustituido y expulsado a nuestro líder, ¿qué esperanza tengo yo, un creyente de a pie?”. ¿No es absurdo? Sus palabras indican que siguen al anticristo y que están completamente desorientados. ¿Y cuál es la consecuencia de que estén desorientados? Que el anticristo se ha convertido en el ídolo al que adoran; el anticristo se ha convertido en una especie de antepasado suyo: ¿cómo no se van a marchar si han expulsado a su antepasado? Solo lo escuchan a él y se hallan bajo su control absoluto. Consideran que todo cuanto dice y hace el anticristo es correcto y hay que aceptarlo y someterse a ello como si fuera la verdad, por lo que no toleran que ningún miembro de la casa de Dios lo desenmascare y lo condene. Una vez que se expulsa al anticristo de la casa de Dios, sus seguidores se encargan ellos mismos de abandonar la iglesia; “cae el árbol y los monos se desbandan”, por así decirlo. Estas cosas demuestran que los anticristos y sus seguidores son siervos de Satanás, que han venido a trastornar y perturbar la obra de Dios. Una vez que quedan expuestos, desenmascarados y desdeñados por el pueblo escogido de Dios, su fe en Él llega a su fin. Todos los seguidores de los anticristos poseen un rasgo claramente discernible: no atienden a las palabras de nadie; solo hacen caso a los anticristos. Y, una vez desorientados por estos, dejan de escuchar las palabras de Dios y solo reconocen como señor al anticristo. Así pues, ¿no están desorientados, no los están controlando? Solo los seguidores de los anticristos tratarían de dar la cara por ellos. Cuando los anticristos quedan desenmascarados y revelados, los individuos que los siguen se inquietan por ellos, derraman lágrimas por ellos, protestan en su nombre y tratan de defenderlos. En momentos así han olvidado a Dios y dejan de orarle y de buscar la verdad; lo único que hacen es defender a los anticristos y devanarse los sesos por ellos; ya ni siquiera reconocen a Dios. ¿Creen en Dios de verdad? ¿En quién creen en realidad? Salta a la vista. Da igual lo que digan o hagan, los anticristos solo tienen un único objetivo: guiar a la gente, ser su señor; pretenden que todos los sigan y obedezcan servilmente y que, en definitiva, los traten como a Dios. ¿En qué se diferencia esto de la senda transitada por Pablo? Al concluir su obra, Pablo pronunció las palabras que había en su corazón; dijo que, para él, el vivir era cristo, y lo que pretendía era que todos aquellos que creyeran en el Señor lo emularan, lo siguieran y lo trataran como a Dios. Este era el propósito de las palabras de Pablo, ¿verdad? Y, si la obra de los anticristos llega realmente al punto en que la gente los idolatra y obedece, Dios ya no tendrá cabida en el corazón de esta gente; su corazón ya habrá sido tomado por los anticristos. Esta es la consecuencia. Afirmas que no te preocupa que un anticristo te desoriente, que no temes que puedas seguir a uno, pero las palabras no sirven de nada. Se trata de un comentario propio de un atolondrado. Porque, si no persigues la verdad y siempre idolatras y sigues a personas, entonces, sin darte cuenta, tomarás la senda de los anticristos. Carecer de testimonios vivenciales después de varios años de creer en Dios, y no solo no haber ganado la verdad y la vida, sino también haberte convertido en una persona que se opone a Dios: esta es la consecuencia definitiva de seguir a los anticristos, una consecuencia de la que no puedes librarte; se trata de un hecho inalterable. Es como cuando alguien toca una corriente eléctrica: seguro que recibe una descarga. Habrá quienes digan: “No me lo creo; no tengo miedo”; pero ¿es una cuestión que dependa de si lo crees o de si tienes miedo? Toca una corriente y ¡zas! Recibirás una descarga. No te servirá de nada que no te lo creas. Eso solo implica ignorancia; es una irresponsabilidad decir esas cosas. Por lo tanto, estés o no dispuesto a seguir a un anticristo, si no persigues la verdad y tus esfuerzos siempre van encaminados a la fama, la ganancia y el estatus, ya has emprendido la senda de los anticristos. Esta consecuencia se mostrará poco a poco, como los restos de un naufragio que emergen a la superficie. Es algo inevitable. Lo que hacen los anticristos es guiar a la gente ante ellos, los hacen aceptar su control y manipulación en vez de aceptar las instrumentaciones y disposiciones de Dios o de someterse a Su soberanía. Los anticristos quieren conquistar a la gente, quieren ganársela, su objetivo consiste en controlar a todo el pueblo escogido de Dios, tenerlo en sus manos; son traficantes. ¿Y de qué se valen los anticristos para lograr su objetivo de controlar a la gente? Se valen de la doctrina espiritual que la gente venera; usan teorías engañosas, se aprovechan de la mentalidad corrupta de rendir culto a la teoría para parlotear sobre ella y adornarla, todo en aras de desorientar a la gente. En resumen, lo único que dicen son palabras y doctrinas, teoría vacía, cosas engañosas que contravienen la verdad. Si las personas no comprenden la verdad, seguramente se dejarán desorientar; como mínimo, estarán desorientadas una temporada antes de que entren en razón. Al entrar en razón es cuando se desenmascaran los anticristos, momento en el que sienten el máximo arrepentimiento. Los seguidores de los anticristos hace tiempo que perdieron la obra del Espíritu Santo, porque en su corazón veneran a ídolos, siguen a personas y son desdeñados por Dios, que los ha apartado a un lado para ponerlos en evidencia. Así pues, seguir a los anticristos conlleva un grave peligro; al igual que los anticristos, los sujetos que los siguen son los más detestados por Dios. ¿Y con qué propósito aparta Dios a estos individuos? Espera a que Su pueblo escogido entre en razón, sea capaz de discernir y desenmascarar a los anticristos y los rechace de cabo a rabo, momento en el cual habrán llegado los días finales de estos. ¿Acaso no resulta perjudicial a la gente todo cuanto hacen los anticristos? Ellos no persiguen la verdad y tratan de desorientar y controlar al pueblo escogido de Dios, no dejan que la gente persiga la verdad, no se someten a la obra de Dios y tratan hacer que el pueblo escogido de Dios los siga mediante su desorientación; todo lo cual demuestra que los anticristos no tienen en absoluto un corazón temeroso de Dios y que se someta a Él, ni amor alguno por la verdad. En cambio, idean medios para procurarse un estatus y un poder que les permita oponerse a Dios y disputarle Su pueblo escogido y, en definitiva, crear su propio reino en oposición a Dios, todo lo cual demuestra que ellos son los enemigos mortales del Dios encarnado y los objetos mismos de Su destrucción. Nada supone mayor peligro para la fe en Dios de las personas que el hecho de que los anticristos las desorienten y controlen. Si la gente ya ha empezado a seguir a los anticristos, si ya están totalmente de su lado, entonces son personas que han traicionado a Dios y se oponen a Él, en cuyo caso no hace falta decir cuál es su desenlace.
Esto es más o menos todo lo que hay por hablar sobre el modo en que los anticristos excluyen y atacan a quienes persiguen la verdad. Su propósito y su intención al excluir y atacar a estas personas; la actitud, técnicas y métodos con los que las tratan, así como los procedimientos que deberían tomar quienes persiguen la verdad hacia los anticristos: hemos hablado un poco sobre cada uno de estos aspectos, aunque no exhaustivamente. Quizá en futuras enseñanzas abordemos la verdad en estas áreas, según convenga a circunstancias y casos concretos. Al compartir un tema tan específico, ¿qué actitud deben poseer los oyentes del sermón? Deben estar concentrados, callarse ante Dios y no distraerse, porque cada aspecto de la verdad engloba definiciones y enunciados específicos, con contenidos y principios de práctica concretos. Es más, comentaremos, desde diversos ángulos y de distintas formas, cuestiones conceptuales relacionadas con la verdad dentro de cada bloque de contenido, así como las verdades que la gente debería comprender y la senda en la que deberían practicar. Para que se produzcan resultados, es necesario hablar y reflexionar sobre todo esto hasta que quede claro. Veremos, a través de nuestra detallada enseñanza actual, que los principios-verdad implicados en el cumplimiento del deber propio no son tan sencillos como se cree. Entender la verdad presenta auténticas dificultades a quienes carecen de la capacidad de comprensión. Entender la verdad, al igual que asistir a la universidad, entraña cierto grado de dificultad, pero no parecerá complicado a quien posea la capacidad de comprensión. Mientras uno pueda entender la verdad después de oírla, dispondrá naturalmente de una senda para practicarla y, cuanto más se instruya en la práctica de la verdad, más se ensanchará esa senda de practicarla y captará de forma más precisa los principios. Por otro lado, si no escuchas esa detallada enseñanza y no entiendes más que elementos generalizados y conceptuales, tendrás las manos atadas a la hora de practicar. Cuando busques los principios-verdad, te parecerá que todo te sale mal y te sentirás incapaz de captarlos con precisión, hagas lo que hagas. Ahora bien, con especificaciones y definiciones concretas, al reducir el ámbito y concretar la verdad, tendrás mucha más libertad a la hora de volver a empezar a practicarla, porque está detallada. Por ejemplo, supón que te he mandado a comprar un cuaderno. Si solo te he dado los requisitos básicos, como el tamaño, el grosor y el precio, quizá tengas que esforzarte un poco para captar estos principios y ponerlos en práctica. Pero, si te hubiera dicho cosas como el color concreto, el tamaño, el número de páginas, el formato específico y la calidad del papel, ¿no serían más concretos los principios que captarías por el hecho de que te haya dicho esos detalles? Y, si fuera aún más específico, te entregara una hoja y te pidiera un cuaderno cuyo papel sea idéntico en calidad, grosor, color y tamaño de cuadrículas y cantidad, o si te especificara las tolerancias para cada característica, cuando acudieras a comprarlo, ¿no se reduciría el rango de opciones? (Sí). ¿Los principios relevantes no serían más concretos y te parecerían más sencillos cuando practicaras? ¿Esto te ayudaría o supondría un obstáculo para tu práctica? (Debería ser útil). Debería ser útil, en efecto, porque se han explicado diversos aspectos de la verdad de un modo más preciso y en gran detalle, se han descrito los pormenores para tratar asuntos y manifestaciones específicas, así como para practicar; todo ello te ha sido expuesto de manera exhaustiva. Si ni aun así eres capaz de ponerlo en práctica, es que careces de capacidad alguna para comprender la verdad.
Que ahora poseáis la capacidad de comprender la verdad resulta crucial para que podáis ganar la verdad y ser hechos perfectos. Ahora bien, he llegado a dividir las verdades relacionadas con el adecuado cumplimiento del deber en seis tipos, según el personal que desempeñe cada deber; cada uno de esos tipos se divide a su vez en categorías específicas, que contienen subsecciones de enseñanzas detalladas. En vuestro caso, ¿este estilo de predicar y la enseñanza de estas verdades os lleva a entender mejor de la verdad y os proporciona más principios por los que practicar, u os hace más difícil encontrarlos? (Gracias a esto, tenemos más principios). Debería llevaros a una mejor comprensión y, siendo ese el caso, Mi detallado sermón os debería ser útil. Debería proporcionaros mayor claridad, no mayor confusión. Todo se reduce a si se tiene la capacidad de comprender la verdad. Si alguien es realmente una persona de buen calibre que posea entendimiento espiritual, se sentirá cada vez más lúcida; mientras que si alguien tiene escaso calibre y carece de entendimiento espiritual, será menos capaz de comprender las cosas y estará cada vez más confuso. Habrá quien diga: “Antes me daba la sensación de que entendía un poco, pero ahora, cuantas más cosas oigo, más confuso me siento, como si ya no hubiera nada en mi interior. ¿Qué está ocurriendo?”. Si la charla sobre la entrada en la vida ahonda en demasiados detalles, a la gente de escaso calibre que carezca de experiencia le costará entenderlo. A mayor detalle, mayor probabilidad de que las personas de escaso calibre se queden atascadas. ¿Por qué son propensas a quedarse atascadas? Se debe a varias circunstancias. Una es que carecen de entendimiento espiritual. No comprenden la verdad; es decir, no entienden qué es la verdad ni qué es un estado concreto. No entienden estas cosas. Esta circunstancia es la de carecer de la capacidad de comprender la verdad. Con esta gente, solo queda una medida final que tomar: especificarles cómo proceder cuándo les acontezca algo, al igual que se programa un robot para que ejecute órdenes según se requiera. Basta con que respeten los preceptos. Se trata de un método que puede producir resultados en este tipo de personas; es el único posible para ellas. Ahora estoy adoptando esta medida final, explico las cosas con gran detalle, hasta las más específicas; las desmenuzo hasta lo más concreto. Habrá quien diga que ni aun así lo entiende, así que iré y les indicaré expresamente cómo tratar y manejar cualquier asunto que se les presente. Obligo a que respeten los preceptos; es lo único que puedo hacer, porque no tienen la capacidad de comprender la verdad. No todos los estados son exactamente iguales, pero las diferencias son mínimas. Si me pidierais que hablara específica y claramente con vosotros sobre cada uno de ellos, uno por uno, me vería en apuros para cubrirlos todos, pues sois muchos los que tenéis un bajo calibre. Será necesario que quienes tengáis entendimiento espiritual y la capacidad de comprender la verdad os encarguéis de esa parte del trabajo. De mi trabajo ya me he encargado bien Yo. No se puede hacer más; he hecho todo lo posible. Toda la obra llevada a cabo y todas las palabras pronunciadas por el Dios encarnado resultan comprensibles y accesibles para una persona corriente. Hasta aquí se puede llegar con la gente que tiene el pensamiento y las reacciones de la humanidad normal. Habrá quien pregunte: “¿Dios no obrará milagros?”. Dios no hace milagros; todas estas cosas deben realizarse de una manera real y práctica. Es igual que con la obra de Dios, que se desarrolla en tres etapas: empieza con la promulgación de las leyes a la especie humana para guiarla en su vida; sigue con la crucifixión y la obra de redención; y de ahí a los últimos días, en los que la encarnación de Dios expresa todas las verdades que salvan a la humanidad; cada etapa se realiza de manera real y práctica, hablando y trabajando, cara a cara con el hombre. Ahí no hay milagros. El mayor milagro radica en que Dios mismo habla y obra en persona, y da igual qué métodos emplee, al final formará un grupo de personas completas y se las ganará. No cabe ninguna duda de que el objetivo se verá cumplido; solo es cuestión de tiempo. Esta es la mayor de las señales y prodigios, y Dios no hará uso de ningún otro método sobrenatural para obrar la verdad en el corazón del hombre. Ahora que estas verdades se han compartido con tanto detalle, si tienes capacidad de comprensión y eres realmente alguien que persigue la verdad, entonces, si prestas atención y te esfuerzas un poco, será imposible que no entiendas la verdad o los principios de práctica. Hay quienes afirman amar la verdad, pero ¿por qué siguen sin entenderla después de oír sermones a lo largo de tantos años? Existen dos posibilidades. Una es que carezcan de cualquier tipo de entendimiento espiritual y sean incapaces de comprender la verdad; la otra es que en realidad no amen la verdad y nunca hayan hecho ningún esfuerzo por perseguirla. Estos son dos posibles motivos. Otras personas dicen que no comprenden la verdad porque llevan poco tiempo creyendo en Dios, no han oído muchos sermones y les falta experiencia. Esta es otra razón. Sin embargo, si eres una persona que realmente ama la verdad, entonces, a medida que se acumulen tus años de fe en Dios, más irá aumentando tu comprensión de la verdad y más crecerás en estatura espiritual.
Al compartir cualquier aspecto de la verdad, se requiere algo más que unas pocas palabras para exponerla en su totalidad, de un modo que permita resolver problemas. Para la gente de hoy en día, las generalidades son solo doctrina, solo teoría. Así pues, ¿cómo puedo conseguir que la gente la entienda y que sea capaz, una vez ha aceptado algo, de convertirla en los principios de su práctica? Tengo que hablar de forma más específica y con más detalle. Da igual si estoy contando una historia, compartiendo la verdad o hablando de la práctica; deben ser más específicas y detalladas en su totalidad. El discurso concreto os resulta beneficioso. Así pues, tengo que estar siempre devanándome los sesos para pensar en historias y ejemplos que os permitan entender un poco más. Materializo todas estas verdades en un incidente tras otro y combino las verdades que comparto con cada incidente que relato, de modo que podáis haceros una imagen en vuestra mente con la que compararos para ver si alguna vez habéis actuado de cierta forma o actuaríais como cierta persona, o si alguna vez habéis pensado de cierta manera u os habéis visto atrapados en cierto estado. Cuando escucháis estas verdades, procuro que en todo momento tengáis una sensación imaginativa de ellas, como si estuvierais inmersos en ellas. Este es el motivo por el que cuento historias y pongo ejemplos. Hay quienes se impacientan en cuanto oyen que empiezo una historia. “¿Otra historia? ¿Qué somos, niños de tres años?”. Quizá cuentes ya con cierta edad, pero, en la senda de la fe en Dios y la búsqueda de la verdad, tal vez tengas incluso menos de tres años; esa es la verdad del asunto. Así pues, el hecho de trataros como a niños de menos de tres años no es un insulto ni una exageración en absoluto; tal como Yo lo veo, os estoy sobreestimando. Cuando un niño de tres años oye a un adulto decir que las tijeras están afiladas y que no debe tocarlas, lo recordará como un principio. No tocará ni las tijeras ni ningún utensilio u hoja que se les parezca. Sabe que todos esos objetos son afilados; sabe que tiene que dominar este principio. Entonces, ¿las personas pueden encontrar principios en algo que han experimentado varias veces sucesivamente en su práctica? Es decir, ¿puedes comprender las intenciones tras los actos de Dios, los requisitos que te pide y los estándares que exige en un asunto? Guiándonos por la inteligencia de una persona normal, deberías ser capaz de entender estas cuestiones. Entonces, ¿qué circunstancias tienen que darse para que la gente no las entienda, diga lo que diga Yo? El principal motivo por el que esto ocurre guarda relación en primer lugar con el ruidoso ambiente en el que uno vive; hay tantas cosas banales y onerosas de las que ocuparse que la gente no se siente inclinada a orar-leer detenidamente la palabra de Dios; no dirigen ningún esfuerzo hacia la verdad. Esto por un lado; por el otro, la sed y el amor por la verdad que tiene la gente son tan escasos que, si un diez representara una puntuación perfecta, la medida actual de vuestro amor por la verdad se quedaría en un tres, o a lo sumo un cinco. Por lo tanto, en su mayor parte, el motivo por el que las personas no entienden la verdad y no la han ganado al final radica en que no se han aplicado; no ponen todo su empeño y, en su corazón, no la aman tanto. El grado de amor por la verdad que tiene la gente resulta insuficiente. No es más que un poco de interés; no llega al nivel de ser amor. Solo porque las personas han sufrido tantos reveses y aflicciones en el mundo que no pueden seguir viviendo, y porque han visto la obra que Dios lleva a cabo, lo han visto salvando a la gente, compartiendo la verdad a diario y proveyendo al hombre en abundancia, sienten que Dios es bueno y están dispuestos a leer Sus palabras y a esforzarse por la verdad. Ese es el interés que tienen. ¿A qué dedica más tiempo el corazón de la gente? Todos están enredados en muchas banalidades, ocupados por todo tipo de asuntos relativos a relaciones afectivas, relaciones interpersonales, estatus, vanidad y tendencias sociales. Hay quienes incluso invierten más tiempo y energía en su comida, ropa, vestimenta y placeres carnales. Malgastan sus preciosos días en estas cosas y lo ensalzan: “¡Me estoy entregando para Dios!”. A la larga, miran hacia atrás y ven que, pese a que Dios ha pronunciado tantas palabras y ha obrado durante tanto tiempo, ellos no han ganado la verdad. Y no es porque Dios no se la haya procurado, sino porque no la aceptaron con el corazón ni se aplicaron a ella, aunque vieron que Dios expresaba mucha. Eso es lo que causó que no ganaran la verdad y la vida en sus muchos años de creer en Dios, y que al final fueran descartados.
22 de enero de 2019
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