Punto 14: Tratan la casa de Dios como su propio dominio personal (Parte 2)

¿Y qué hace el anticristo después de establecer su propio dominio? ¿Acaso le quita el sueño cómo va el trabajo del evangelio en la iglesia? ¿Le preocupa o hace preguntas al respecto? Solo hace una visita de inspección, siguiendo el trámite, saliendo del paso superficialmente con unas pocas palabras y nada más. ¿Cuál es el objetivo de su visita de inspección? ¿Con qué fin emprende estos grandes viajes para ver cómo están los hermanos y hermanas? ¿Se debe a que le importa cómo va su entrada en la vida? No. Está intentando ver si alguien dentro de su ámbito de influencia tiene intención de resistirse a él, si hay alguien que lo mire de reojo o se atreva a decirle que no, que se atreva a no ser doblegado y se niegue a hacer lo que dice; tiene que verlo con sus propios ojos y familiarizarse con la situación en persona. Ese es un aspecto. Además, después de que el anticristo establece su dominio, se proclama como legítimo rey y no le importa que digas que es un tirano, el abusón del pueblo o el jefe de los bandidos siempre que tenga estatus y poder. Dentro de su ámbito de influencia y su dominio, todo el poder está en sus manos y él solo toma las decisiones. Al mismo tiempo, también disfruta de la adoración, admiración y estima de su camarilla, así como de sus adulaciones, halagos e, incluso, de todos esos sentimientos de superioridad y tratos especiales que le dan. ¿Crees que el anticristo monopoliza el poder solo para hablar desde una posición alta? ¿Es meramente para satisfacer tal deseo? No. Quiere algo más sustancial: todo el tratamiento que viene con el estatus y el poder que disfruta en su dominio. Una vez que el anticristo establece su dominio y tiene a sus seguidores acérrimos, pasa los días con más comodidades que los emperadores de la antigüedad. No tiene que hacer nada: una sola palabra basta para cumplir sus deseos, para que le traigan lo que quiere. Por ejemplo, el anticristo dice: “Hoy hace buen tiempo; ¿por qué me apetece tanto comer pollo?”. Antes del mediodía, alguien ya le ha hecho estofado de pollo. Durante el almuerzo al mediodía, el anticristo dice: “Nosotros, los que creemos en dios, no podemos beber alcohol, pero ¿qué tal unos refrigerios?”. Al escuchar las palabras de su líder, los seguidores del anticristo envían a alguien corriendo a comprar refrigerios. ¿Acaso no consigue todo lo que quiere? Basta con que extienda la mano y abra la boca para que le traigan cosas y se cumplan todos sus deseos. Sus días transcurren con gran comodidad. El anticristo dice: “Hace frío hoy. El cárdigan del año pasado tenía un agujero por las polillas, es indecoroso que lo use, no queda bien. No sé dónde está el cárdigan de este año”. Cuando alguien se ofrece a comprarle varios cárdigan, dice que no deben comprarlos despreocupadamente, que él debe ajustarse al decoro de los santos y que el dinero se debe gastar según el principio. Poco después de decir esto, alguien le compra varios cárdigan. Cuando llegan, el anticristo siente que parecería intencionado si se queda callado, por lo que dice: “¿Quién ha comprado estos cárdigan? ¿No es esto una violación de los principios? ¿No me pondría esto en un aprieto? ¿Quién los compró? Le devolveré el dinero”. Primero, le pide a su esposa que saque algo de dinero de las ofrendas de la iglesia y dice que lo devolverá más tarde cuando tenga dinero. En realidad, lo dice despreocupadamente, ya que no tiene la más mínima intención de devolverlo. El anticristo realmente consigue lo que desea y disfruta de tener todo con facilidad. ¿Y acaso siente por dentro algún autorreproche tras disfrutar de esas cosas? ¿Siente que le remuerde la conciencia? (No). ¿Cómo podría sentir que le remuerde? Eso es justamente lo que busca, lo que ha anhelado día y noche; ¿cómo podría rechazarlo? No puede desperdiciar esta ventaja, ya que, si no la aprovecha en ese momento, se le escapará y habrá sido en vano; cuando la haya aprovechado, dirá algo agradable de todas formas para que la persona que gasta el dinero lo haga de buena gana y no se atreva a imaginarse nada.

En su dominio, los anticristos no solo reciben los diversos servicios y tratos especiales que les dispensan sus subordinados, sino que también adiestran a quienes se hallan en su dominio para que los obedezcan a rajatabla. Por ejemplo, si un anticristo pide que todo el mundo se despierte a las 5 de la mañana, todos deben estar levantados antes de esa hora. Quienes se levanten tarde afrontarán la poda; tienen que mirar al anticristo a la cara. Durante las comidas, nadie se atreve a sentarse a la mesa hasta que él se siente y nadie se atreve a usar los palillos mientras no empiece él. Debe hacerse cualquier cosa que él decida; sea lo que sea, los demás deben seguirlo; no se tolera la desobediencia. En su dominio, el anticristo es el líder, el rey, y tiene la última palabra; quien no la acate será castigado. Sus subordinados están educados para seguir sus órdenes ciegamente, no osan oponerse a él en lo más mínimo y creen que cualquier cosa que les mande está justificada y merece la pena; es su deber y obligación. Bajo la consigna de creer en Dios y cumplir con sus deberes, los subordinados del anticristo lo obedecen sin rechistar, comen de su mano y lo tratan como su rey y amo. Si alguien alberga pensamientos u opiniones sobre él, si tiene puntos de vista diferentes, el anticristo no escatimará esfuerzos para refutarlos, restarles importancia, diseccionarlos, juzgarlos, condenarlos y suprimirlos, y no descansará hasta que la persona lo obedezca a rajatabla. El anticristo prospera en su dominio, donde se siente a las mil maravillas. A él va destinado todo el dinero que ofrendan los hermanos y hermanas, quienes además deben proveerlo de cualquier cosa que le falte. Los hermanos y hermanas deben atender con prontitud las necesidades del anticristo, de modo que este se encuentre siempre satisfecho y contento. El anticristo ha formado a estas personas para ser prácticamente esclavos. Sus prédicas más habituales giran en torno a cómo padeció sufrimientos y se mantuvo leal, poniendo énfasis en que la gente debería comprenderlo y obedecerlo para agradar a Dios y actuar conforme a los principios-verdad. El anticristo predica sermones altisonantes, entona eslóganes y presenta doctrinas que son conformes a las nociones y figuraciones humanas, con lo que se gana la adoración y la admiración de los demás. Al mismo tiempo, previene eficazmente la aparición de sospechas, dudas o discernimientos en su contra, y evita asimismo que la gente se plantee desenmascararlo o discernirlo, o que albergue sus propios pensamientos de traición. Con esto se asegura de que su poder perdurará para siempre, que se consolidará en la iglesia sin ninguna variable. ¿No piensa el anticristo muy a largo plazo? Así pues, ¿cuál es el propósito que se oculta tras todas estas acciones? Una palabra: poder. En lo que concierne tanto a las personas que se hallan dentro de su dominio como a las de fuera, tanto a sus seguidores acérrimos como a los hermanos y hermanas que lo disciernen, ¿qué es lo que más temen los anticristos y lo que más les preocupa? Que estos individuos puedan comprender la verdad, presentarse ante Dios, discernirlos y rechazarlos. Esto es lo que más temen. Una vez que todos rechazan al anticristo, este se convierte en un general sin ejército, pierde su estatus y su prestigio y se ve despojado de su poder. Por lo tanto, el anticristo cree que la única forma de consolidar tal poder consiste en proteger su dominio, consolidar a sus seguidores acérrimos, controlar y desorientar con dureza a quienes lo siguen y mantenerlos firmemente sujetos. De este modo, se aferra al trato especial que su poder le otorga. Algunos anticristos son especialmente astutos a la hora de comportarse y relacionarse, son expertos en ganarse a la gente. En el dominio que gestionan, hay quienes les hacen recados, quienes satisfacen sus necesidades materiales y quienes recaban información o liman asperezas para ellos; un surtido de distintos individuos. Si dentro de su esfera de influencia no hay nadie de buen calibre, nadie que persiga la verdad, nadie que defienda los principios-verdad, el anticristo podrá mantener el control sobre la iglesia a largo plazo, y esta congregación se verá totalmente corroída y desorientada hasta un punto irreparable. Incluso aunque lo Alto enviara a alguien a investigar su obra, sería en vano. La iglesia se ha vuelto impermeable e impenetrable bajo el control del anticristo; es su bastión inexpugnable. Da igual quién desenmascare y diseccione al anticristo, o quién enseñe los principios-verdad, las personas desorientadas no lo escucharán. En su lugar, se posicionarán del lado del anticristo, se opondrán a la verdad y condenarán el hecho de que lo hayan desenmascarado y diseccionado.

El anticristo, sus seguidores acérrimos y los miembros de su dominio están siempre discutiendo y examinando los asuntos de la casa de Dios: ¿quién ha sido transferido dónde? ¿Quién ha sido sustituido? Lo Alto ha difundido otra enseñanza y sermón acerca de desenmascarar tal o cual; ¿deberíamos publicarlo? ¿Y cómo lo haremos? ¿A quién se lo mostramos primero y quién sigue después? ¿Es necesario intervenir y censurar o editar algunas partes? ¿Quién ha estado últimamente en contacto con extraños? ¿Ha enviado a alguien lo Alto? ¿Alguna de estas personas ha estado en contacto con nuestra gente de abajo? Suelen debatir en conjunto estas cuestiones; a menudo se confabulan y conspiran, plantean contramedidas, estrategias y medios para responder a la organización del trabajo de lo Alto; asimismo, suelen discutir y examinar las circunstancias de los hermanos y hermanas que se encuentran por debajo de ellos. El anticristo y los miembros de su dominio pasan todo el día conspirando juntos, como uña y carne. Cuando están juntos, no comparten la verdad o las intenciones de Dios, ni mucho menos la obra de la iglesia ni cómo desempeñar bien su deber, cómo hacer progresar la obra de la iglesia o guiar a los hermanos y hermanas a entrar en la realidad de las palabras de Dios, ni cómo responder a las situaciones externas. Nunca comparten estas cuestiones serias, sino que examinan quién se arrima a quién, de quién hablan esas personas cuando se juntan, si hablan sobre los líderes a sus espaldas; y prestan atención a quién tiene una familia rica y si han hecho ofrendas. Estos son los temas que tratan en privado, siempre están juzgando a los hermanos y hermanas, así como la organización del trabajo de lo Alto; intentan siempre por todos los medios enfrentarse a los hermanos y hermanas y a lo Alto. Lo que hacen en privado es una vergüenza: cuando no perjudican a la iglesia, perjudican a los hermanos y hermanas; siempre están conspirando o armando revuelo sobre los que son de buen calibre y persiguen la verdad, siempre intentan hundir a las buenas personas o manchar su nombre. Cada vez que los anticristos hacen algo, siempre lo consultan con la gente de su bando; entran en juego complots y maquinaciones. Nada de lo dicho por la banda del anticristo se sostiene ante un análisis; si se analiza cuidadosamente, se encuentran problemas por doquier. Con las personas de fuera del dominio, se contienen y se protegen; en el dominio del anticristo, nada está vedado: juzgan a los hermanos y hermanas, la obra de la casa de Dios, a sus superiores e incluso a Dios. Todo vale. Sin embargo, cuando se halla presente alguien ajeno al dominio, camuflan sus palabras, cierran la boca, se contienen y hasta hablan en un lenguaje secreto que los de fuera no entienden. Usan una mirada, una sonrisa retorcida, un resoplido o una tos que encierran un cierto significado; todo ello forma parte de su código secreto. A veces se rascan la cabeza, a veces se tiran de la oreja, a veces dan una patada en el suelo, a veces se frotan las manos; todo ello significa algo. Estas son las manifestaciones comunes de la banda del anticristo, los diversos comportamientos que manifiestan una vez que han monopolizado el poder de la iglesia. A juzgar por sus diversos comportamientos y manifestaciones, y diseccionándolos desde la perspectiva de su humanidad, ¿qué son estos individuos? ¿No son los acólitos de la falsedad y la perversidad? (Sí). ¿Poseen estos individuos algún sentido de la rectitud? ¿Poseen alguna conciencia o moralidad? ¿Son honrados? No. Estos individuos no tienen vergüenza. Consumen lo que los hermanos y hermanas les ofrecen, y consideran que es lo que les corresponde; al mismo tiempo, se toman libertades y se desmadran en la casa de Dios, causando perjuicios a los hermanos y hermanas, y no solo viven de la iglesia temporalmente, sino que lo hacen todos los días, generación tras generación. ¿No son diablos que comen y beben carne y sangre humanas? ¡No tienen vergüenza! Juntos, el anticristo y su banda siempre están discutiendo “asuntos nacionales”. Pero ¿no son una vergüenza estas conversaciones a puerta cerrada? (Sí). ¿De qué hablan? ¿Comparten la obra de la iglesia? ¿Se sienten cargados por esa obra? En algunos sitios, la iglesia se encuentra bajo supervisión, y el gran dragón rojo, el gobierno, vigila y acecha a los hermanos y hermanas; la mayoría de ellos incluso están bajo el control del gobierno y corren el riesgo de que los detengan y encarcelen. ¿Les importa a estos individuos? ¿Tratan de idear alguna forma de proteger a los hermanos y hermanas, de ayudarlos a evitar la persecución y sufrir en la cárcel? En privado, ¿hablan sobre cómo salvaguardar los libros de la iglesia, sus pertenencias, etcétera, para evitar que la iglesia sufra pérdidas? Si aparece un judas en la iglesia, ¿reaccionan con prontitud para disponer rápidamente de un lugar seguro para proteger a los hermanos y hermanas afectados? ¿Actuarían de esta manera? (No). Cuando las personas ostentan poder, tienen la opción de hacer cosas buenas o de hacer cosas malas. Entonces, ¿qué hará un anticristo que ostenta poder? (Cosas malas). ¿Cuáles? (Buscan formas de castigar a cualquiera que no los escuche. Cuando la casa de Dios envía a algunos líderes y obreros a preguntar por la obra, se las ingenian para evitarlos, o tratan de aprovecharse, los juzgan y los condenan, y buscan razones para ahuyentarlos, para impedir que pregunten por la obra y que descubran sus problemas). Algunos anticristos hacen justamente lo contrario: temiendo que los hermanos y hermanas denuncien sus problemas, vigilan a los líderes enviados desde lo Alto, los agasajan con buena comida y bebida, e impiden que se pongan en contacto con los hermanos y hermanas de abajo. Cuando los líderes preguntan por ellos, responden: “Están todos bien. De momento, nuestra obra evangélica progresa sin contratiempos. Hemos resuelto todas las dificultades que surgieron del entorno adverso, y hemos expulsado a los judas que nos vendieron; nos hemos ocupado de quienes trataban de perturbar el trabajo de la iglesia y los hemos echado a todos; además, los libros que contienen las palabras de dios se han distribuido con normalidad. No existe ningún problema en absoluto”. A la vez que dicen esto, también denuncian algunas cosas sobre otras personas. Cuando lo Alto envía a alguien a investigarlos, si sospechan que alguien los ha denunciado, informarán deliberadamente de los problemas de esa persona para despistar a los líderes superiores y llevarlos a creer que quien ha denunciado al anticristo tiene problemas, así como para evitar que los líderes se enteren de la situación en la que se encuentra realmente la obra de la iglesia y que no descubran los problemas del anticristo, todo para que, en última instancia, no los destituyan ni corran peligro. Al proteger su dominio, el anticristo tiene como objetivo consolidar su poder y hacerlo efectivo, por lo cual cultiva numerosos adeptos, secuaces, seguidores acérrimos y compinches. Su objetivo al cultivar estas personas consiste en monopolizar completamente el poder, para impedir que se debilite o que lo despojen de él.

Los anticristos tratan la casa de Dios como si fuera su propio dominio personal, y lo primero que hacen tras asumir el liderazgo es monopolizar el poder. ¿Habéis pensado en algún caso de anticristos que monopolizaran el poder? (En el pasado, había una iglesia cuyo líder era un anticristo. Cuando alguien le señalaba sus problemas o lo desenmascaraba, reprimía a esa persona y le confiscaba los libros sobre las palabras de Dios. Fui a algunos de los grupos de reunión de sus iglesias para saber más de la situación. Aquel anticristo, temiendo que sus malas acciones pudieran salir a la luz, intentó deshacerse de mí y aprovechó la oportunidad para acusarme de asistir en secreto a reuniones sin su permiso. Más tarde, los líderes superiores enviaron a alguien a investigar y el anticristo me difamó, habló mal de mí y llegó a ponerme bajo arresto domiciliario, indicando a los hermanos y hermanas que no se relacionaran conmigo. En aquella época, este anticristo, en colaboración con un líder y un obrero, controlaba ocho iglesias. Al final, después de varios meses de enseñanzas y discernimiento, los hermanos y hermanas terminaron por desterrar a este grupo de anticristos). Así es como actúan los anticristos. Todo cuanto hacen en la iglesia está dirigido a aferrarse al poder y controlar a la gente. Son especialmente susceptibles con cualquiera que suponga una amenaza para su estatus y su poder. Tienen un olfato sumamente agudo para este tipo de cosas y se percatan enseguida de que estas situaciones les son desfavorables y amenazan su posición. ¿No es esto perverso? ¿Por qué los anticristos son tan sensibles a estas cuestiones? ¿Por qué no lo perciben los demás? Esto guarda relación con su naturaleza; solo los anticristos pueden ser conscientes de estas cosas, lo cual confirma un hecho: los anticristos poseen este tipo de esencia. Su deseo de poder es extraordinario y poseen un ansia única. Cuando alguien llega a la iglesia que tienen a su cargo, lo estudian y piensan: “¿Esta persona supone alguna amenaza para mi estatus y mi prestigio? ¿Ha venido a ascenderme o a destituirme? ¿Ha venido a investigar mis asuntos o a hablar normalmente sobre la obra?”. Esto es lo primero que intentan averiguar. Poseen una sensibilidad especial para estas cuestiones porque sienten un deseo y un afecto especiales por el estatus y el poder; viven por ellos. Consideran que, si pierden el poder, si pierden adeptos y se convierten en un general sin ejército, la vida habrá perdido su sentido. Por lo tanto, en lo que respecta al estatus y el poder que han obtenido, ya tengan a su cargo tres iglesias, cinco o diez, los anticristos creen que, cuanto más, mejor. No entregarán de ninguna manera su poder a otras personas. Creen que les pertenece por derecho, han luchado por él, lo han alcanzado por medio de la revolución y la estrategia. Si otros quieren conseguirlo, deben estar dispuestos a dar su vida a cambio de él. Es como el gran dragón rojo: si alguien sugiriera un cambio democrático para poner fin a su dictadura e instara al Partido Comunista a celebrar elecciones justas, ¿qué diría el gran dragón rojo? “¿Democracia? ¡Tendrías que canjearla por las cabezas de veinte millones de personas! El Partido Comunista obtuvo el poder gracias a la sangre de innumerables personas. Si quieres hacerte con el poder, ¡tendrás que pagarlo con la sangre y las vidas de esa cantidad de gente!”. Los anticristos son iguales. Si quieres que renuncien al poder, no basta con compartir la verdad para que cedan; se enfrentarán a ti y lucharán contigo. Por despreciables que sean sus métodos o medios, deben salvaguardar su poder. A menos que el pueblo escogido de Dios despierte y se una para desenmascararlos y deponerlos, no cederán. ¿No son los anticristos demasiado perversos? Esto confirma y ejemplifica en su totalidad el carácter perverso y cruel de los anticristos. Les da igual si los sujetos a los que controlan están dispuestos o no, si realmente se doblegan o no, si están dispuestos a obedecerlos y seguirlos. Utilizan su poder para reprimir y controlar a la gente por la fuerza. Nadie puede desobedecer: quien no se doblegue será sancionado. Son anticristos.

Acabamos de hablar sobre ciertas prácticas y manifestaciones específicas de cómo los anticristos monopolizan el poder. A raíz de estas, ¿no observamos que los anticristos poseen una esencia y un carácter crueles y perversos? ¿Puede alguien cambiarlos? Ya sea tratando de razonar con ellos, de apelar a sus emociones, de presentarles la verdad en las palabras de Dios, de podarlos, o ya sea tratando de cambiarlos con sentimientos sinceros, ¿puede alguno de estos métodos lograr que abandonen la práctica de monopolizar el poder? (No). Habrá gente que diga: “Los anticristos no son más que personas con un carácter corrupto. Las personas tienen sentimientos humanos. Si apelas a sus emociones, les explicas las cosas con lógica y les aclaras los pros y los contras, quizá, cuando comprendan el razonamiento, no actúen así. Quizá admitan sus errores, se arrepientan y abandonen la senda de los anticristos. Quizá no establezcan su propio dominio dentro de la casa de Dios, ni atraigan a sus seguidores acérrimos para monopolizar el poder en esta, ni se involucren en este tipo de actos que no son conformes a la humanidad y la moral”. ¿Se puede influir así en los anticristos? (No). ¿Alguien ha llegado a cambiar a un anticristo? Hay quien dice: “Quizá su madre no lo educó de pequeño como era debido, quizá lo malcriaron. Pero, si su madre hablara con él ahora, o si el miembro de su familia que tenga mayor prestigio, o el que sea creyente desde hace más tiempo, razonara con él, quizá dejaría de hacer las cosas que hacen los anticristos”. ¿Se sostiene esto? (No). ¿Por qué no? (Razonar con ellos no funciona; cuantas más cosas les digas, más resentidos estarán. Si luego los desenmascaras y los podas, te odiarán). Correcto. ¿No han oído ya bastante la verdad y las palabras de Dios? Algunos anticristos han sido creyentes durante diez o veinte años y no han experimentado ninguna transformación. Han leído mucho las palabras de Dios, pero ¿por qué no se ha producido ningún cambio? Es porque sus corazones rebosan de maldad; si ni siquiera Dios los salva, ¿cómo van a cambiarlos los humanos con el poco conocimiento y la poca doctrina que poseen? En la sociedad humana, los países cuentan con una educación y, además, existen leyes, todo lo cual fomenta que la gente aprenda a ser buena y evite cometer delitos. Pero ¿por qué las personas no cambian? ¿Han tenido los sistemas y la educación nacionales algún efecto positivo en la sociedad? ¿Tienen estas cosas promovidas por la nación alguna transcendencia o valor educativos para la especie humana? ¿Han sido eficaces? (No). Y las instituciones jurídicas de cada país, como los reformatorios de menores y las cárceles, que son los lugares más altos y estrictos para disciplinar a la gente, ¿han cambiado la esencia de los individuos? Por ejemplo, ciertos violadores, ladrones y maleantes entran y salen de la cárcel tantas veces que se han convertido en delincuentes habituales, pero ¿se rehabilitan al final? No, nadie puede cambiarlos. La esencia de una persona es inalterable. Lo mismo ocurre con la de los anticristos. La práctica de monopolizar el poder representa su esencia, la cual no puede cambiarse. ¿Cuál es la actitud de Dios hacia este tipo de personas inmutables? ¿Es la de hacer todo lo posible para cambiarlos y salvarlos, para luego lograr una transformación de su naturaleza? ¿Hace Dios esta labor? (No). Ahora que entendéis que Dios no obra de esta forma, ¿cómo deberíais lidiar con los anticristos? (Rechazándolos). Primero, discerniéndolos y diseccionándolos, y, una vez que los tengáis calados, rechazándolos. No rechaces a nadie basándote solo en tus nociones y figuraciones, por considerar que es arrogante y sentencioso y que es como un anticristo. Esto no servirá; no te ciegues. A través del trato, la investigación y el discernimiento, establece y confirma de manera gradual que alguien es un anticristo. Primero, comunícalo y disecciónalo ante todos, disciérnelo, y luego únete a los miembros de la iglesia que persiguen la verdad y poseen un sentido de la rectitud para rechazarlos. El mejor método para lidiar con los anticristos es primero discernirlos y diseccionarlos, y luego rechazarlos. En el caso de los anticristos que dominan la hipocresía y son bastante astutos, ¿qué deberías hacer si has tenido trato con alguno, si lo has investigado y discernido, y si has confirmado que es un anticristo, pero los hermanos y hermanas no lo conocen bien, aún carecen de verdadero discernimiento y, cuando hablas y lo diseccionas ante ellos, no solo no creen ni reconocen que sea un anticristo, sino que además dicen: “Tienes prejuicios contra él; es tu opinión personal”? Si respondes: “Bueno, lo he discernido, no me dejaré desorientar ni constreñir por él, no escucharé nada de lo que diga y, desde luego, no lo obedeceré. Que vosotros no lo discernáis no es de mi incumbencia. Os he hablado de sus manifestaciones y de las cosas que hace, por lo que he cumplido con mi responsabilidad tanto si me escucháis y me creéis como si no. ¡Si dejáis que os desoriente y controle, si escucháis lo que dice y lo seguís, os merecéis las consecuencias y vuestra mala suerte es de justicia!”. ¿Resulta aceptable este planteamiento? ¿Cuenta esto como cumplir con tu responsabilidad? ¿Cuenta esto como lealtad a Dios? (No). ¿Qué debes hacer, pues? Estas cosas son inevitables; son situaciones que seguro que surgen. Algunas personas, por muchos sermones que hayan oído, son incapaces de comprender la verdad, y no disciernen las manifestaciones de los anticristos ni las relacionan con los sermones que han oído. Cuando ha quedado claro como el agua que un individuo es un anticristo, son incapaces de calarlo y continúan desorientadas. A menos que los anticristos las perjudiquen a nivel personal, las repriman, las regañen, las poden o actúen delante de ellas, no reconocerán que son anticristos. No lo creerán ni aunque otros expongan los hechos o presenten pruebas. Tienen que ver con sus propios ojos lo que hacen los anticristos y experimentar en persona sus abusos para que lo admitan. ¿Qué debería hacerse ante esta situación? (Dejar que sigan a los anticristos y experimenten el abuso; solo despertarán cuando abusen de ellas). ¿Eso no es un poco duro? (No se trata de ser duro con ellas. Esas personas no pueden comprender la verdad a través de las enseñanzas, y solo pueden cobrar conciencia y despertar si experimentan el abuso en persona. Por lo tanto, se trata de la única manera de lidiar con esas personas). Se trata de un principio. Algunas personas no entienden cuando les hablas con actitud positiva; carecen de capacidad de comprensión. Por ejemplo, si les dices: “Esa zona es peligrosa; si vas andando a solas por la noche, podrías encontrarte con algún atracador. Les ha pasado a varias personas. No andes de noche; ¡vuelve temprano!”. No se lo creen e insisten en ir caminando de noche sin compañía. En tal caso, dejas que salgan solas, pero en secreto las proteges, te cercioras de que no se metan en problemas. En esto consiste cumplir con tu responsabilidad. Cuando surjan problemas reales, puedes protegerlas, evitar que sufran algún problema y ayudarlas a que aprendan una lección y se la graben en la memoria. Con el tiempo, creerán que lo que dijiste era cierto. Por lo tanto, quienes se ven desorientados por los anticristos y no pueden discernirlos por más que se comparta la verdad, tienen que padecer un grave perjuicio, aprender una lección y grabársela en la memoria para desarrollar el discernimiento. Los que están atolondrados y desoyen los consejos no pueden ver a través de la perversidad y la crueldad de los anticristos, e incluso los tratan como a hermanos y hermanas, se relacionan con ellos como tales, los ayudan con afecto, los tratan con sinceridad, les hablan de corazón. Como resultado, caen víctimas de los anticristos. A algunas personas tienen que hacerles daño no una, sino varias veces, antes de desarrollar el discernimiento. Entonces, cuando compartes con ellas y les ofreces tu apoyo, te creen. Se trata de un método eficaz, y algunas personas tienen que sufrir en situaciones así. En el pasado, había cierta persona atolondrada que carecía de discernimiento y no se tomó bien que la casa de Dios destituyera a un anticristo. Las acciones malvadas que perpetró eran evidentes y lo clasificaron como un anticristo. Lo reconocieron todos menos él y nadie pudo comunicárselo. Al final, se fue siguiendo al anticristo. Al cabo de un tiempo, después de haber sufrido mucho daño, regresó entre lágrimas, admitiendo que el anticristo era realmente horrible. De hecho, siempre había sido así de malo, pero como tenía un buen presentimiento sobre el anticristo y quería ganarse su favor, toleraba y consentía todo lo que hacía. Cuando el anticristo perdió su estatus y puesto que se relacionaba con él de igual a igual, empezó a formarse opiniones sobre algunas de las cosas que este hacía. Su perspectiva cambió y empezó a percibir los problemas. Al final, aunque le pidieran que volviera a seguir al anticristo, se negaría en redondo: estaba dispuesto a morir antes que seguirlo, porque había padecido grandes perjuicios y ya lo tenía calado. De hecho, lo que descubrió ya se lo habían comunicado con anterioridad, pero se había negado a admitirlo o reconocerlo. No pudo evitarlo. Las personas de esta clase tienen que recorrer un camino tortuoso y soportar más penurias: su sufrimiento es merecido. ¿Por qué digo que lo merecen? Me refiero a que, cuando gozas de bendiciones, pero te niegas a disfrutarlas e insistes en sufrir, no puedes evitarlo, debes antes soportar penurias y sufrir. Por eso el sufrimiento es merecido.

Cuando monopolizan el poder, los anticristos principalmente confían las tareas importantes a quienes los obedecen sin cuestionárselo. Luego adiestran a los individuos que aún vacilan, a los que tienen una mente maleable, para que se pasen a su bando. Una vez que estos individuos han recibido el adiestramiento adecuado y se convierten en miembros del dominio del anticristo, este ya puede respirar tranquilo. En cuanto a los que no puede utilizar, el anticristo los abandona por completo, los excluye de su dominio. Los que obedecen ciegamente son considerados seguidores acérrimos, miembros fieles de su dominio. Consideran a estos individuos como seguidores, adeptos y confidentes. Su poder impera en este grupo; es decir, lo ejerce efectivamente entre ellos. Por lo tanto, cabe afirmar que, cuando los anticristos monopolizan el poder y transforman la casa de Dios en su propio dominio, invierten un esfuerzo considerable. Emprenden acciones diversas y pagan un precio significativo por ello, pero el resultado de este precio es la enemistad con Dios, con la verdad y con todos los hermanos y hermanas que persiguen la verdad. ¿Cuál es el valor y la importancia de este poder? Radica en el hecho de que los anticristos adquieren capital para competir contra Dios y Su casa, establecer sus propios bastiones, formar reinos independientes y ostentar por sí solos un enorme poder.

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