Punto 12: Quieren retirarse cuando no tienen estatus ni esperanza de recibir bendiciones (Parte 4)
IV. La conducta de los anticristos cuando no los ascienden o no les dan cargos importantes
Hay otro tipo de persona que no persigue la verdad. Debido a que esta clase de gente no persigue la verdad, no realiza deberes importantes y, en consecuencia, en muy pocas ocasiones la podan, nunca la destituyen de sus deberes y, por supuesto, pocas veces le reasignan un deber distinto. Sin embargo, cuando todavía no la han ascendido después de creer en Dios durante varios años, comienza a valorar con frecuencia las esperanzas que tiene de ser bendecida. Sobre todo, cuando ve las palabras de Dios que dicen: “Los que no persiguen la verdad no pueden alcanzar la salvación”, siente que sus esperanzas de ser bendecida son muy escasas y comienza a pensar en retirarse. Algunas de estas personas que nunca persiguen la verdad tienen algunos conocimientos y fortalezas y, debido a que no las han ascendido, se sienten insatisfechas y comienzan a quejarse; quieren retirarse, aunque temen perder su oportunidad de ser bendecidas, pero aunque no se retiren, de todos modos no las ascenderán; se sienten entre la espada y la pared. ¿Qué pensáis sobre este asunto? Aunque estas personas no persiguen la verdad, algunas de ellas, en cierto modo, son aplicadas y están motivadas; al margen del deber que cumplan, siempre están dispuestas a adquirir los conocimientos profesionales pertinentes, siempre quieren que la casa de Dios las ascienda y ansían que llegue el día en el que puedan distinguirse y, por tanto, conseguir el estatus y las diversas ventajas que quieren. Aparentemente, esta clase de personas son tranquilas, quieren pasar inadvertidas, son diligentes y meticulosas cuando están rodeadas de gente; sin embargo, tienen el corazón lleno de ambición y deseo. ¿Cuál es su lema? La oportunidad es del que está listo para aprovecharla. Por fuera, pasan desapercibidas por completo y no hacen gala de sí mismas ni compiten ni se aferran a las cosas; no obstante, en el corazón tienen una “gran ambición”. Por este motivo, cuando ven que ascienden a alguien y se convierte en un líder o un obrero en la iglesia, se sienten un poco más descontentas y decepcionadas. Al margen de quién sea la persona a la que asciendan, cultiven o asignen un rol importante, para estas personas siempre es una conmoción. Cuando los hermanos y hermanas tienen en gran estima, alaban y apoyan a alguien, se sienten celosas e infelices en su corazón y algunas de estas personas incluso lloran en privado y a menudo se preguntan: “¿Cuándo me tendrán en alta estima y me nombrarán? ¿Cuándo me conocerá lo alto? ¿Cuándo verá un líder mis fortalezas, mis méritos, mis dones y mis talentos? ¿Cuándo me ascenderán y me cultivarán?”. Se sienten angustiadas y negativas, pero no quieren seguir de esta manera, de modo que en privado se motivan para no ser negativas, para obtener la fuerza de voluntad para perseverar, para quedarse impertérritas ante los contratiempos y no claudicar nunca. A menudo se amonestan a sí mismas: “Soy una persona con grandes aspiraciones. No debo estar dispuesto a ser alguien normal y corriente ni a conformarme con una vida atareada y mediocre. Mi fe en dios debe ser excepcional y producir grandes logros. ¡Si sigo con esta vida tranquila y corriente, todo será agobiante, una gran cobardía! No puedo ser una persona así. Trabajaré el doble de duro, aprovecharé cada momento, leeré y recitaré más las palabras de dios, adquiriré conocimientos y estudiaré más esta profesión. Debo conseguir lo que los demás pueden conseguir y ser capaz de compartir lo que otros pueden compartir”. Después de trabajar duro durante un tiempo, hay unas elecciones en la iglesia, pero aun así no eligen a estas personas. Cada vez que la iglesia busca a alguien a quien cultivar, ascender y asignar un rol importante, no las escogen; cada vez que piensan que tienen esperanzas de que las asciendan, acaban decepcionadas, y cada decepción hace que se sientan más desmoralizadas y negativas. Creen que están muy lejos de estar bendecidas en su fe en Dios y, por tanto, les sobreviene la idea de retirarse. Sin embargo, no están dispuestas a ello, sino que quieren volver a esforzarse y luchar. Cuanto más se esfuerzan y luchan de esta manera, más ansían que alguien las recomiende y las ascienda. Sienten estas ansias cada vez más y lo que reciben a cambio, al final, siguen siendo decepciones; así es como las mortifican su vanidad y su deseo de ser bendecidas. Para ellas, cada decepción les hace sentir como si estuvieran quemándose y forjándose a fuego. No pueden conseguir lo que quieren; quieren retirarse, pero sienten que no pueden; no pueden agarrar lo que quieren atrapar y todo lo que les queda es decepción, abatimiento y una espera interminable. Quieren retirarse, pero temen perder grandes bendiciones y, cuanto más desesperadamente quieren apropiárselas, menos capaces son de lograrlas. El resultado es que entran en un estado en el que se debaten constantemente entre su esperanza de recibir bendiciones y la mortificación de la decepción, por lo que su corazón sufre mucho. Pero, ¿orarán a Dios por este asunto? No, no lo harán. Piensan: “¿De qué me servirá orar? Los hermanos y hermanas no me elogian y los líderes no me tienen en mucha consideración, de modo que, ¿puede Dios hacer una excepción y asignarme un rol importante?”. Estas personas saben que si ponen sus esperanzas en otros, estos las decepcionarán, y que tampoco es seguro poner en Dios sus esperanzas de ser bendecidas. Debido a que han visto que las palabras de Dios dicen: “Los que no persiguen la verdad no pueden alcanzar la salvación”, se sienten desmoralizadas y decepcionadas. Nadie les presta atención en la iglesia y no pueden entrever esperanza alguna. Al mirarse a la cara, siguen sin poder vislumbrar ninguna esperanza de recibir bendiciones y piensan: “¿Debería retirarme o quedarme? ¿Realmente no tengo esperanza alguna de ser bendecido?”. Los años pasan mientras dudan y meditan sobre estas cosas una y otra vez y siguen sin lograr que las asciendan ni les den un puesto importante. Quieren luchar por alcanzar un estatus, pero sienten que eso no es muy racional ni adecuado; se sienten avergonzadas de hacerlo, pero si no luchan por alcanzar un estatus, ¿cuándo las ascenderán y les asignarán un rol importante? Piensan en la gente que cree en Dios, asiste a las reuniones y cumple sus deberes junto a ellas. Han ascendido y han asignado roles importantes a muchas de esas personas, mientras que ellas no pueden conseguirlo por mucho que se esfuercen; se sienten desconcertadas, como si carecieran de una senda para ir hacia adelante. Nunca comparten sus ideas, estados, pensamientos, puntos de vista, desviaciones y deficiencias ni se abren a nadie sobre estas cuestiones; están cerradas por completo. Parecen hablar con suficiente sensatez y actuar de una manera bastante racional; sin embargo, sus ambiciones y deseos internos son muy intensos. Se esfuerzan y luchan, sufren y pagan un precio para cumplir sus ambiciones y deseos y pueden entregarse del todo en nombre de sus esperanzas de ser bendecidas. No obstante, cuando no pueden ver el resultado que quieren conseguir, se vuelven hostiles e iracundas hacia Dios, la casa de Dios e incluso hacia todos los miembros de la iglesia. Odian a todo el mundo por no reconocer lo mucho que se esfuerzan, sus fortalezas y sus virtudes y también odian a Dios por no darles oportunidades, por no ascenderlas ni asignarles un rol importante. Con este odio y estos celos tan grandes que inundan su corazón, ¿pueden amar a sus hermanos y hermanas? ¿Pueden alabar a Dios? ¿Pueden renunciar a sus ambiciones y deseos para aceptar la verdad, cumplir bien su deber con los pies en el suelo y ser personas corrientes? ¿Pueden tomar este tipo de resolución? (No). No solo carecen de esta determinación, sino que ni siquiera tienen el deseo de arrepentirse. Después de esconderse de este modo durante muchos años, su odio hacia la casa de Dios, los hermanos y hermanas e, incluso, hacia Dios crece cada vez con más fuerza. ¿Hasta qué punto llega a ser fuerte su odio? Esperan que sus hermanos y hermanas no sean capaces de cumplir bien sus deberes, que la obra de la casa de Dios se paralice, que el plan de gestión de Dios quede en nada e, incluso, que el gran dragón rojo capture a sus hermanos y hermanas. Odian a sus hermanos y hermanas y también odian a Dios. Se quejan de que Dios no es justo, maldicen al mundo porque carece de un salvador, y su semblante demoníaco queda al descubierto por completo. Esta clase de persona suele ser muy disimulada y es muy hábil fingiendo, para simular que es humilde, amable y cariñosa, cuando en realidad es un lobo con piel de cordero. Nunca revela su secreta intención malévola, nadie puede desenmascararla ni nadie sabe cómo es ni qué piensa realmente. Los que se relacionan con ella durante un tiempo son capaces de ver que es muy celosa, que siempre compite con los demás y procura ser el centro de atención, que siempre está ansiosa por ser más que los demás y que realmente quiere quedar en primer lugar en todo lo que hace. Esto es lo que parece exteriormente, pero ¿es así en realidad? De hecho, su deseo de recibir bendiciones es incluso más fuerte; espera que, al trabajar duro discretamente, esforzarse y pagar un precio, los demás puedan reconocer sus cosas buenas y sus capacidades laborales y, así, le puedan asignar un rol importante en la casa de Dios. ¿Y cuál es el resultado de que le asignen un rol importante? Que todo el mundo puede tenerla en gran estima y cumplir finalmente su gran aspiración: ser una figura destacada entre los otros, alguien a quien todos los demás tienen en buena consideración y admiran, y todos sus años de trabajar duro, pagar un precio y luchar habrán valido la pena; estas son las ambiciones y los deseos que este tipo de persona alberga en lo más íntimo de su corazón.
Esta clase de personas no persiguen la verdad; sin embargo, siempre quieren que las asciendan y les asignen un rol importante en la casa de Dios. En su corazón, creen que cuanta más capacidad laboral tenga una persona, cuantas más posiciones importantes reciba, cuanto más la asciendan y estimen en la casa de Dios, más oportunidades tendrá de recibir bendiciones, una corona y recompensas. Creen que si alguien no es particularmente capaz en su trabajo o carece de un punto fuerte concreto, no está cualificado para ser bendecido. Piensan que los dones de una persona, sus puntos fuertes, habilidades y aptitudes, su nivel de formación y capacidad laboral e, incluso, las supuestas fortalezas y los méritos de su humanidad que se valoran en el mundo, como su determinación para superar a los demás y su actitud indómita, pueden servir como capital para recibir bendiciones y recompensas. ¿Qué clase de norma es esta? ¿Es una norma que se ajusta a la verdad? (No). No concuerda con los estándares de la verdad. Así pues, ¿acaso no es esta la lógica de Satanás? ¿Acaso no es la lógica de una era perversa y de tendencias mundanas perversas? (Lo es). A juzgar por la lógica, los métodos y los criterios que esta clase de personas utilizan para evaluar las cosas, junto con su actitud y su enfoque hacia las mismas, parecería como si nunca hubieran oído ni leído las palabras de Dios, como si las ignoraran por completo. Pero, en realidad, escuchan, leen y oran-leen las palabras de Dios todos los días. Así pues, ¿por qué no cambia nunca su perspectiva? Una cosa es segura: por mucho que escuchen o lean las palabras de Dios, nunca estarán convencidas en su fuero interno de que las palabras de Dios son la verdad y el criterio para medirlo todo; no entenderán ni aceptarán este hecho en su corazón. Por este motivo, por muy absurda y prejuiciada que pueda ser su perspectiva, se aferrarán a ella para siempre y por muy acertadas que sean las palabras de Dios, las rechazarán y las condenarán. Esta es la naturaleza cruel de los anticristos. En cuanto no logran un rol importante ni se cumplen sus deseos y ambiciones, se revelan sus pezuñas hendidas, su naturaleza cruel se muestra por sí misma y quieren negar la existencia de Dios. En realidad, incluso antes de refutar la existencia de Dios, niegan que Sus palabras sean la verdad. Precisamente porque su esencia-naturaleza rechaza la verdad y niega que las palabras de Dios sean el criterio por el que todo se mide, son capaces de contemplar a Dios con hostilidad y considerar negar, traicionar y rechazar a Dios y marcharse de la casa de Dios cuando todavía no les hayan dado un puesto importante después de tanto calcular, maquinar y esforzarse. Aunque no parezca que compitan con otros por conseguir poder y beneficio, que hacen las cosas a su aire, que establecen sin reservas su propio reino independiente o que gestionan su propio estatus, podemos ver por su esencia-naturaleza que son anticristos de pies a cabeza. Piensan que cualquiera de sus búsquedas es correcta y, al margen de lo que expresen las palabras de Dios, para estas personas no vale la pena mencionarlas ni escucharlas ni, por supuesto, utilizarlas. ¿Qué clase de basura son este tipo de individuos? Las palabras de Dios no les hacen ningún efecto en absoluto; no los conmueven ni les llegan al corazón ni los atraen. Por tanto, ¿qué valoran? Los dones de la gente, así como sus talentos, habilidades, conocimientos, estrategias, ambiciones y sus grandes planes y proyectos. Estas son las cosas que valoran. ¿Qué son todas estas cosas? ¿Son cosas que Dios valora? No. Son cosas que los seres humanos corruptos veneran y aprecian y también son cosas que Satanás estima y adora. Van precisamente en contra del camino de Dios, de Sus palabras y de lo que Él requiere de la gente que salva. Pero este tipo de personas nunca han pensado que estas cosas son de Satanás, que son perversas y que van en contra de la verdad. Por el contrario, las aprecian, se aferran a ellas con firmeza y determinación, las consideran por encima de todo lo demás y las utilizan como sustitutivas de buscar y aceptar la verdad. ¿No es eso escandalosamente rebelde? Y al final, ¿cuál será el único resultado de su intolerable rebeldía, de que sean tan poco razonables? Que no tendrán ninguna posibilidad de salvarse ni nadie será capaz de cambiarlos. Están destinados a este tipo de resultado. Decidme, ¿acaso no son personas que desarrollan en secreto sus fortalezas y aguardan su momento? El principio por el que se rigen es que un diamante en bruto acabará reluciendo tarde o temprano, que deben aprender a desarrollar en secreto sus fortalezas, a aguardar su momento y a esperar la oportunidad adecuada y, mientras tanto, deben preparar y planificar su futuro, sus deseos y sus sueños. A juzgar por los principios por los que se rigen, sus reglas de supervivencia, los objetivos que persiguen y lo que anhelan en su esencia interior, estas personas son anticristos hasta la médula. Algunos dicen: “Pero ¿acaso los anticristos no establecen sus propios reinos independientes y luchan por conseguir estatus?”. Bien, ¿son capaces estos individuos de establecer un reino independiente después de haber adquirido poder? ¿Son capaces de mortificar a la gente? (Sí). Cuando tengan el poder, ¿serán capaces de hacer cosas de acuerdo con los principios-verdad? ¿Podrán perseguir la verdad? ¿Serán capaces de llevar a personas ante Dios? (No). ¿Qué ocurriría si se diera un puesto importante a este tipo de personas? Ascenderían a la gente con dones, locuacidad y conocimientos, al margen de si pueden o no realizar el trabajo; ascenderían a gente como ellas, a la vez que oprimirían a todas esas personas adecuadas que tienen entendimiento espiritual, persiguen la verdad y son honestas. Cuando se produce este tipo de situación, ¿acaso no se pone al descubierto la esencia de anticristo de este tipo de individuos? ¿No resulta muy obvia? Algunos no han entendido realmente lo que he dicho al principio respecto a que todos los que quieren retirarse cuando no consiguen un rol importante y no tienen ninguna esperanza de ser bendecidos son anticristos. Pero ahora ¿podéis ver que son anticristos? (Sí).
Cuando se destituye a algunos de su puesto como líder y oyen que lo Alto dice que no volverán a cultivarlos o a emplearlos, se sienten increíblemente tristes y lloran con amargura, como si los descartaran; ¿qué tipo de problema es este? ¿Significa el hecho de que no vuelvan a cultivarlos o emplearlos que los descarten? ¿Significa que ya no pueden alcanzar la salvación? ¿Son la fama, las ganancias y el estatus realmente tan importantes para ellos? Si se trata de alguien que persigue la verdad, debería reflexionar sobre sí mismo al perder la fama, las ganancias y el estatus y sentir un remordimiento real; debería elegir la senda de perseguir la verdad, hacer borrón y cuenta nueva y no afligirse ni llorar tanto. Si sabe en el corazón que la casa de Dios lo ha destituido porque no hace ningún trabajo real ni persigue la verdad y oye que la casa de Dios dice que no volverán a ascenderlo, debería sentir vergüenza, pensar que está en deuda con Dios y que lo ha decepcionado a Él; debería saber que no se merece que Dios lo emplee y, de esta manera, se podría considerar que tiene un mínimo de razón. No obstante, se vuelve negativo y se aflige al oír que la casa de Dios no volverá a cultivarlo ni a emplearlo, y esto muestra que persigue la fama, las ganancias y el estatus y que no es alguien que persiga la verdad. Su deseo de recibir bendiciones es muy fuerte, aprecia mucho el estatus y no realiza ningún trabajo real, de modo que deben destituirlo y él debería reflexionar sobre sus propias actitudes corruptas y llegar a entenderlas. Debería saber que la senda que sigue es errónea, que al perseguir el estatus, la fama y las ganancias recorre la senda de un anticristo, que no solo Dios no lo aprobará, sino que también ofenderá a Su carácter, y que si comete todo tipo de maldades, Dios también lo castigará. ¿Acaso no tenéis este problema también? ¿Acaso no os sentiríais infelices si ahora os dijera que no tenéis entendimiento espiritual? (Sí). Cuando algunos oyen a un líder de alto nivel decir que no tienen entendimiento espiritual, sienten que son incapaces de entender la verdad, que sin duda alguna Dios no los quiere y que no tienen ninguna esperanza de ser bendecidos; sin embargo, a pesar de sentirse tristes, todavía son capaces de cumplir su deber con normalidad; estas personas tienen un poco de razón. Cuando algunos oyen a alguien decir que no tienen entendimiento espiritual, se vuelven negativos y ya no desean cumplir su deber. Piensan: “Dices que no tengo entendimiento espiritual; ¿acaso no significa eso que no tengo ninguna esperanza de ser bendecido? Puesto que no recibiré ninguna bendición en el futuro, ¿para qué sigo creyendo? No aceptaré que me pongan a rendir servicio. ¿Quién se esforzaría por ti si no recibe nada a cambio? ¡No soy tan estúpido!”. ¿Tienen este tipo de personas conciencia y razón? Reciben mucha gracia de Dios y, sin embargo, no saben cómo devolver lo recibido y ni siquiera quieren rendir servicio. Este tipo de individuos están acabados. Ni siquiera pueden rendir servicio hasta el final y no tienen una fe verdadera en Dios; son incrédulos. Si tuvieran un corazón sincero para Dios y una fe real en Él, al margen de cómo los evaluaran, esto solo les permitiría conocerse a sí mismos de una manera más real y precisa; deberían enfocar este asunto correctamente y no permitir que esto afecte al hecho de seguir a Dios o de cumplir su deber. Aunque no puedan recibir bendiciones, deberían seguir estando dispuestos a rendir servicio a Dios hasta el final, sentirse felices de hacerlo, sin quejas, y permitir que Dios los instrumente en todo; solo entonces serán personas con conciencia y razón. El hecho de que alguien reciba bendiciones o sufra una catástrofe está en manos de Dios: Él es soberano sobre todo esto y lo dispone, y no es algo que la gente pueda pedir o pueda trabajar para conseguirlo. Por el contrario, depende de si esa persona puede obedecer las palabras de Dios, aceptar la verdad y cumplir bien su deber según los requisitos de Dios; Él recompensará a cada persona de acuerdo con sus obras. Si alguien tiene un poco de sinceridad y dedica todas las fuerzas que pueda reunir al deber que debería cumplir, con eso basta, y se ganará la aprobación y la bendición de Dios. En cambio, si alguien no cumple su deber de manera adecuada e incluso comete todo tipo de maldades, pero sigue deseando recibir bendiciones de Dios, ¿acaso no carece de razón al actuar de este modo? Si sientes que no has hecho algo suficientemente bien, que te has esforzado mucho, pero sigues sin ser capaz de tratar los asuntos con principios, y que estás en deuda con Dios, pero aun así Él te bendice y te concede gracia, ¿acaso no significa eso que Dios te muestra Su favor? Si Él desea bendecirte, eso es algo que nadie puede quitar. Puede que pienses que no has hecho algo muy bien, pero en la evaluación de Dios, Él dice que eres sincero y que lo has dado todo y desea concederte gracia y bendecirte. Nada de lo que Dios hace está equivocado, y debes alabar Su justicia. Haga lo que haga, Dios siempre lo hace bien, e incluso si albergas nociones sobre lo que Él hace y crees que no tiene en cuenta los sentimientos humanos, que no es de tu agrado, deberías alabar a Dios de todos modos. ¿Por qué deberías hacer esto? No sabéis el motivo, ¿cierto? En realidad, es muy fácil de explicar: es porque Dios es Dios y tú eres humano; Él es el Creador y tú, un ser creado. No estás cualificado para exigir que Dios actúe o te trate de cierta manera, mientras que Él está cualificado para exigirte cosas a ti. Bendiciones, gracia, recompensas, coronas… de Dios depende cómo y a quién se conceden todas estas cosas. ¿Por qué depende de Él? Estas cosas pertenecen a Dios; no son activos de propiedad conjunta entre el hombre y Él que se puedan distribuir por igual entre ellos. Pertenecen a Dios y Él las otorga a quien ha prometido otorgárselas. Si Dios no promete otorgártelas, deberías someterte a Él de todas formas. Si dejas de creer en Dios por este motivo, ¿qué problemas resolverá eso? ¿Ya no serás un ser creado? ¿Podrás escapar a la soberanía de Dios? Él sigue teniendo soberanía sobre todas las cosas, y esta es una realidad inmutable. La identidad, el estatus y la esencia de Dios nunca se pueden equiparar con la identidad, el estatus y la esencia del ser humano ni jamás cambiará nada de esto; Dios será Dios por siempre y el ser humano será ser humano por siempre. Si una persona es capaz de entender esto, ¿qué debería hacer entonces? Debería someterse a la soberanía y los arreglos de Dios; esta es la manera más racional de hacer las cosas y, además, no se puede elegir ninguna otra senda. Si no te sometes, eres rebelde, y si te muestras desafiante y discutes, eres excesivamente rebelde y te deberían destruir. Ser capaz de someterse a la soberanía y los arreglos de Dios muestra que tienes razón; esta es la actitud que debe tener la gente y es la única actitud que deberían tener los seres creados. Por ejemplo, supongamos que tienes un gatito o un perrito; ¿están ese gato o ese perro cualificados para exigir que les compres diversos tipos de comidas sabrosas o juguetes divertidos? ¿Hay algún gato o perro que sea tan poco razonable como para exigir cosas a sus amos? (No). ¿Algún perro elegiría no estar con su amo después de ver que un perro en otra casa vive mejor que él? (No). Su instinto natural es pensar: “Mi amo me da comida y un lugar donde quedarme; por tanto, debo cuidar la casa para mi amo. Aunque mi amo no me dé comida o la que me dé no sea muy buena, debo seguir vigilando su casa”. El perro no tiene pensamientos impropios de ir más allá de su papel. Tanto si su amo es bueno con él como si no, el perro se siente muy feliz cuando el amo regresa a casa y mueve la cola constantemente, totalmente feliz. Tanto si a su amo le gusta como si no, o si le compra cosas sabrosas para comer o no, el perro siempre se comporta de la misma manera con él y sigue vigilando su casa. A juzgar por este comportamiento, ¿acaso no son las personas peores que los perros? (Sí). La gente siempre exige cosas a Dios y se rebela contra Él. ¿Cuál es la raíz de este problema? Que las personas tienen actitudes corruptas, no pueden permanecer en su lugar de seres creados y, por tanto, pierden sus instintos y se convierten en satanases; sus instintos se convierten en un instinto satánico de oposición a Dios, de rechazar la verdad, de hacer el mal y de no someterse a Él. ¿Cómo se pueden recuperar sus instintos humanos? Se debe hacer que tengan conciencia y razón, que hagan las cosas que una persona debe hacer y que cumplan el deber que deben cumplir. Es como el modo en el que un perro guarda una casa y un gato atrapa ratones; al margen de cómo los trate su amo, emplean todas sus fuerzas para hacer estas tareas, se entregan a fondo, permanecen en su lugar, hacen pleno uso de sus instintos y, por tanto, agradan a su amo. Si la gente lograra hacer esto, a Dios no le haría falta decir todas estas palabras ni expresar todas estas verdades. Los humanos son sumamente corruptos, están desprovistos de razón y conciencia y tienen escasa integridad; sus actitudes corruptas siempre causan problemas: se revelan en ellos, influyen en sus elecciones y sus pensamientos y hacen que se rebelen contra Dios y sean incapaces de someterse a Él, de manera que siempre tienen sus propios deseos, ideas y preferencias subjetivos y la verdad nunca puede regir en su interior ni convertirse en su vida. Por todos estos motivos, Dios debe juzgarlos, ponerlos a prueba y refinarlos con Sus palabras para que puedan salvarse. Por otro lado, los anticristos siempre ejercen roles negativos entre la gente. Son demonios y satanases de pies a cabeza; no solo no aceptan la verdad, sino que no reconocen que tienen actitudes corruptas y también son poderosamente voraces y quieren recibir bendiciones, una corona y recompensas de Dios. ¿Hasta dónde llegan en su lucha? Hasta el punto de ser desvergonzados e irracionales por completo. Si los revelan y descartan después de cometer todo tipo de maldades, guardarán rencor en su corazón. Maldecirán a Dios, a los líderes y a los obreros y odiarán a la iglesia y a todos los verdaderos creyentes. Esto deja totalmente al descubierto el feo semblante de la gente malvada y de los anticristos.
El punto doce de las diversas manifestaciones de los anticristos es: quieren retirarse cuando no tienen estatus ni esperanza de recibir bendiciones. Hablaremos en términos simples sobre lo que significa retirarse. El significado literal de retirarse es marcharse de un lugar a otro; esto se conoce como “retirarse”. En la casa de Dios siempre hay algunos que no aman la verdad que, de manera voluntaria, abandonan a la iglesia y a los hermanos y hermanas porque sienten aversión por asistir a reuniones y escuchar sermones y no están dispuestos a cumplir su deber; a esto se le llama retirarse. Esto es retirarse en el sentido literal de la palabra. No obstante, cuando a ojos de Dios se define realmente que alguien se ha retirado, en realidad no es meramente una cuestión de que se haya marchado de Su casa, de que ya no se lo vea más o de que lo hayan quitado de la lista de la iglesia. La realidad es que si una persona no lee las palabras de Dios, al margen de la magnitud de su fe y de si se reconoce a sí mismo como un creyente en Dios, esto demuestra que no reconoce en el corazón que Dios existe ni que Sus palabras son la verdad. Para Dios, esa persona ya se ha retirado y ya no cuenta como miembro de Su casa. Los que no leen las palabras de Dios son uno de los tipos de personas que se han retirado. Otro tipo son los que nunca participan en la vida de la iglesia ni en las actividades relacionadas con la vida de la iglesia, como cuando los hermanos y hermanas cantan himnos, oran-leen las palabras de Dios y comparten sus experiencias personales y su entendimiento de manera conjunta. Dios considera que estas personas ya se han retirado. Hay otro tipo: los que se niegan a cumplir deberes. No quieren hacer nada, sea lo que sea lo que la casa de Dios les pida que hagan, ya sea cualquier tipo de trabajo, cualquier deber, en asuntos importantes o poco trascendentes, incluso algo tan simple como transmitir un mensaje ocasional. Ellos, que se proclaman a sí mismos creyentes en Dios, no pueden ni siquiera hacer tareas para cuya realización se podría buscar la ayuda de un no creyente. Esto es rechazo a aceptar la verdad y a cumplir un deber. Por mucho que los hermanos y hermanas los exhorten, se niegan y no lo aceptan; cuando la iglesia dispone algún deber para que lo cumplan, lo ignoran y ponen muchas excusas para rehusarlo. Son personas que se niegan a cumplir deberes. Para Dios, estos individuos ya se han retirado. Su retirada no es una cuestión de que la casa de Dios los haya echado o los haya quitado de su lista; se trata más bien de que ellos mismos no tienen una fe real; no se reconocen a sí mismos como creyentes en Dios. Cualquiera que encaje en una de estas tres categorías es alguien que ya se ha retirado. ¿Es esta una definición precisa? (Sí). Si no lees las palabras de Dios, ¿cuentas como creyente en Dios? Si no participas en la vida de la iglesia, si no interactúas ni te relacionas con tus hermanos y hermanas, ¿cuentas como creyente? Menos aún. Además, si te niegas a cumplir tu deber y ni siquiera cumples tus obligaciones como ser creado, eso es incluso más grave. Estos tres tipos de personas son las que Dios considera que ya se han retirado. No es que la casa de Dios las haya expulsado ni echado; al contrario, se han retirado y han renunciado a todo por voluntad propia. Su comportamiento revela plenamente que no aman ni aceptan la verdad y que son ejemplos clásicos de gente que solo busca comer pan hasta hartarse y espera recibir bendiciones.
17 de octubre de 2020
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