Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I) Parte 2
Apéndice:
Los sueños de Xiaogang
Hoy también empezaré contando una historia. ¿Os interesan las historias? ¿Obtenéis algo de ellas? En las historias suceden cosas y esas cosas contienen verdades. Los personajes de las historias poseen ciertos estados y revelaciones, así como algunas intenciones y actitudes corruptas. De hecho, estas cuestiones existen en todas las personas y están conectadas a todo el mundo. Si comprendes y eres capaz de reconocer estas cosas en las historias, esto demuestra que tienes comprensión espiritual. Hay quienes dicen: “Dices que tengo comprensión espiritual. ¿Eso significa que soy una persona que ama la verdad?”. No necesariamente; son dos cosas diferentes. Hay quienes tienen comprensión espiritual, pero no aman la verdad. Tan solo la comprenden, nada más, y no se valen de la verdad para evaluarse a sí mismos ni la ponen en práctica. Hay quienes tienen comprensión espiritual y después de escuchar historias, descubren que comparten los mismos problemas y sopesan cómo entrar y cómo cambiar en el futuro. Estas personas han obtenido los resultados deseados. Así que hoy procederé a contaros una historia. El tema es ligero y todos estaréis dispuestos a escucharla. Estos dos últimos días he estado reflexionando sobre qué historia podía resultar edificante para la mayoría de la gente y permitirles obtener algo una vez que la hubiera escuchado; con qué historia podría además inculcarle profundamente algún aspecto de la verdad y permitirle que pueda conectarla con la realidad y beneficiarse de ella entrando en un aspecto de la verdad o corrigiendo algún tipo de desviación. Se me olvidó ponerle un título a la última historia que conté, por lo que hoy le daremos uno. ¿Cómo pensáis que debería llamarse? (Regalos especiales). Dejemos de lado la palabra “especiales” y llamémosla tan solo “Regalos”. La palabra “especial” suena algo extraña en este contexto y la gente dirigirá su atención a ella. “Regalos” tiene un significado más ambiguo. Entonces, ¿qué historia os voy a contar hoy? La historia de hoy se llama “Los sueños de Xiaogang”. “Xiao” significa “pequeño”, como ya sabéis. ¿Y qué hay de “Gang”? (“Puesto”). Correcto. Al escuchar este nombre, deberíais saber de qué trata la historia o, al menos, podríais predecir su contenido. Ahora comencemos con el relato.
Xiaogang es un joven entusiasta, estudioso, diligente y bastante inteligente. Le apasiona estudiar, por lo que aprende algunas de las tecnologías informáticas más populares de la actualidad y, en la casa de Dios, se le asigna de forma natural cumplir con su deber en el equipo de edición de vídeo. Cuando se incorpora al equipo por primera vez, Xiaogang se siente muy orgulloso y feliz. Dado que es joven y domina algunas tecnologías, cree que el trabajo con los vídeos es tanto su especialidad como su pasatiempo y que puede hacer uso de sus conocimientos cumpliendo con su deber en su puesto a la vez que progresa en ese campo a través del estudio constante. Asimismo, la mayoría de la gente del equipo también es joven; a Xiaogang le agrada mucho el ambiente y disfruta de su deber. Por eso, todos los días se entrega de lleno a su trabajo y estudia con suma dedicación. Tanto es así que Xiaogang se levanta temprano cada día para ponerse a trabajar y a veces no descansa hasta bien entrada la noche. Paga grandes precios por su deber y pasa algunos apuros, aunque, naturalmente, adquiere un conocimiento profesional bastante amplio y relevante; siente que cada jornada ha sido muy productiva. Con frecuencia, el joven comparte con sus hermanos y hermanas, y asiste a reuniones con ellos; siente que después de haber llegado aquí ha progresado más que cuando creía en Dios en su ciudad natal, le parece que ha crecido y que puede ponerse a trabajar. Se siente muy feliz y complacido. Cuando comenzó a estudiar informática, soñaba con llegar a trabajar alguna vez con ordenadores y ahora su sueño se ha hecho realidad, por lo que realmente aprecia esta oportunidad. Después de un tiempo, tanto sus tareas como su puesto de trabajo no han sufrido ningún cambio. Se aferra a su trabajo, a su responsabilidad y a su deber, y parece haber madurado. También ha progresado en la entrada a la vida, a menudo habla con sus hermanos y hermanas y ora-lee las palabras de Dios con ellos en las reuniones, y su interés por creer en Dios se fortalece cada vez más. También puede decirse que su fe aumenta poco a poco. De modo que tiene un nuevo sueño: “¡Sería genial que pudiera convertirme en una persona más útil mientras trabajo con el ordenador!”.
El tiempo pasa de esta manera, día a día, y Xiaogang sigue cumpliendo el mismo deber. Un día ve por casualidad una película que le causa un profundo impacto. ¿Por qué? En la película aparece un joven de su misma edad y él queda impresionado por la interpretación, la actuación y la forma de hablar y de comportarse de este personaje; incluso se siente algo celoso. Después de ver la película, a veces imagina: “¡Cómo quisiera ser el actor de esta película! Me paso el día delante del ordenador creando y subiendo todo tipo de vídeos y, sin importar lo ocupado o cansado que esté, o cuánto haya trabajado, no soy más que un trabajador entre bastidores. ¿Cómo va a saber la gente lo arduo que es nuestro trabajo? Si algún día llegara a aparecer en la gran pantalla, como ese joven de la película, y pudiera verme y conocerme más gente, ¡sería fantástico!”. Xiaogang ve la película una y otra vez, así como todas las escenas en las que aparece el joven. Cuanto más lo ve, más lo envidia y más anhelo siente de convertirse en actor. Así, concibe un nuevo sueño. ¿En qué consiste este sueño? “Quiero estudiar interpretación y esforzarme para llegar a convertirme en un actor cualificado, aparecer en la gran pantalla, tener algo del carisma que envuelve a ese actor y lograr que la gente me envidie y sueñe con ser como yo”. Desde ese momento Xiaogang comienza a trabajar para cumplir su sueño. En su tiempo libre, consulta en internet todo tipo de material relacionado con la interpretación. También ve todo tipo de películas y espectáculos televisivos: los ve y aprende la vez, al tiempo que fantasea con la posibilidad de llegar a ser actor. Así transcurren los días: Xiaogang estudia interpretación mientras conserva su puesto de trabajo. Finalmente, gracias a su diligencia y perseverancia, domina algunos fundamentos de la actuación. Aprende a imitar, a expresarse y a actuar frente a otros, y no demuestra tener el más mínimo pánico escénico. Tras solicitarlo reiteradamente, se le presenta una oportunidad: hay una película en la que se necesita un actor joven para el papel protagonista. Después de la audición, el director de la película se da cuenta de que su apariencia, su clase y sus habilidades actorales básicas responden a los requisitos del puesto. Si se preparara un poco más, podría interpretar el papel. Al enterarse de esta noticia, Xiaogang se llena de alegría y piensa: “¡Por fin puedo pasar de estar entre bastidores a la pantalla! ¡Otro de mis sueños está a punto de hacerse realidad!”. A continuación, lo transfieren al equipo de producción cinematográfica para cumplir con su deber.
Una vez que Xiaogang se incorpora al equipo de producción cinematográfica, el nuevo entorno de trabajo le aporta frescura y vitalidad. Siente que los días transcurren con alegría, que no son tan monótonos, aburridos y limitados como antes, porque vive y trabaja allí, y muchas de las cosas con las que entra en contacto a diario no tienen nada que ver con su trabajo con el ordenador; vive en otro campo profesional, en otro mundo. De este modo, Xiaogang se vuelca en el trabajo de la producción cinematográfica. Todos los días se afana en actuar y aprenderse su diálogo, escucha las instrucciones del director, escucha los análisis de sus hermanos y hermanas sobre el argumento. Para Xiaogang, la parte más difícil consiste en meterse en el personaje, de modo que memoriza sus frases una y otra vez, y piensa sin cesar en su personaje, en cómo debería hablar y actuar, en cómo debería caminar y estar de pie, incluso en cómo debería sentarse; tiene que volver a aprender todas estas cosas. Tras continuar con este complejo y variado trabajo durante un cierto período, Xiaogang se da cuenta al fin de lo difícil que es ser actor. A diario, tiene que memorizar las mismas frases; a veces las recita a la perfección, pero, cuando llega el verdadero momento de interpretarlas, siempre comete errores y hay que repetir la escena. El director lo reprende a menudo porque alguna de sus acciones o frases no da la talla. Si le salen mal varias actuaciones seguidas, lo someterán a la poda, y quedará desprestigiado, soportará sufrimiento e incluso atraerá miradas extrañas y burlas. Frente a todo esto, Xiaogang se siente un poco desalentado: “Si hubiera sabido que sería tan difícil ser actor en la gran pantalla, no habría venido aquí, pero ahora me encuentro en una situación algo cenagosa. Ya estoy aquí, conque no sería razonable que me rindiera antes de que acabara el rodaje, y no tendría forma de justificarlo. Este era mi sueño, tengo que hacerlo realidad, pero ¿cuánto camino me queda por delante? ¿Podré continuar?”. Xiaogang empieza a flaquear. En los días siguientes, lucha para poder sobrellevar su trabajo y su vida cotidianos. Cada jornada se hace más insoportable que la anterior, pero aun así tiene que aguantar y obligarse a seguir adelante. Como cabe imaginar, esto sin duda le supondrá problemas en varios aspectos. Empieza a hacer muy a regañadientes el trabajo que le asignan. Cuando el director le da indicaciones, se limita a escuchar, nada más. Después, se emplea a fondo para lograr hacer lo que pueda, pero, si no logra algo, no se lo toma muy a pecho. ¿En qué estado se halla Xiaogang en este momento? Pasa los días con mucha desgana, con una actitud muy negativa y muy pasiva, sin aceptar en su corazón la guía y la ayuda sinceras del director o de sus hermanos y hermanas. Lo que cree es: “Así es como soy, no hay posibilidad de mejora. Me estáis exigiendo más de lo que soy capaz de hacer. Si podemos rodarlo, adelante; si no, olvidémoslo. Volveré a cumplir mi deber en el equipo de edición de vídeo”. Piensa en lo estupendo que era trabajar en ese equipo, sentado delante del ordenador todos los días. Se le hacía cómodo y fácil; ¡qué feliz se sentía! Todo su ser y todo su mundo se hallaban al alcance de un teclado, podía conseguir lo que quisiera con solo activar un efecto especial. Ese mundo virtual le resultaba muy atractivo. En este momento, Xiaogang añora aún más su pasado y el tiempo que pasó cumpliendo su deber en el equipo de edición de vídeo. Así transcurren los días, hasta que, una noche, Xiaogang no puede dormir. ¿Por qué no puede? Se dice para sus adentros: “¿Tengo madera de actor? Si no sirvo para actuar, debería volver al equipo de edición de vídeo enseguida. El deber allí es más relajado y fácil, me siento delante del ordenador y se me pasa medio día en un suspiro; además, no tengo que prepararme la comida. Ese deber no es extenuante, todo es posible con pulsar una tecla, solo existe lo inimaginable, nada es imposible. Ahora, siendo actor, tengo que estudiar mis frases todos los días y recitarlas una y otra vez. Y, aun así, mi interpretación sigue sin estar a la altura, el director me regaña a menudo, y mis hermanos y hermanas me critican con frecuencia. Cumplir este deber es demasiado extenuante; ¡es mucho mejor trabajar en el equipo de edición de vídeo!”. Cuanto más lo piensa, más lo añora. Se pasa media noche en vela, dando vueltas en la cama, y solo se queda dormido en la segunda mitad de la noche, cuando está demasiado cansado como para seguir despierto. Por la mañana, al abrir los ojos, lo primero que piensa es: “En definitiva, ¿debería dejarlo o no? ¿Debería volver al equipo de edición de vídeo? Si me quedo aquí, ni siquiera sé si considerarán que la película tiene un mínimo de calidad después de que acabe el rodaje, y quién sabe qué penurias tendré que soportar entretanto. ¡Simplemente no tengo madera de actor! En aquella época, quise ser actor por capricho, llevado por un impulso momentáneo, ¡estaba atolondrado! Ya ves, tomé una mala decisión y ahora es muy difícil lidiar con todo, y no hay nadie con quien pueda hablar de estas penurias. A tenor de mi situación actual, parece que no me resultará fácil llegar a ser un buen actor, así que debería rendirme lo antes posible. Le diré ahora mismo al director que me voy, para no retrasarlos”. Entonces, Xiaogang se arma de valor y le dice al director: “Mira, no tengo madera de actor, pero tuvisteis que escogerme; ¿por qué no dejáis que me vuelva al equipo de edición de vídeo?”. El director responde: “De ninguna manera, ya hemos rodado media película. Un cambio de actor retrasará nuestra labor, ¿no crees?”. Xiaogang insiste: “¿Y qué? Sustitúyeme por quien quieras, no tiene nada que ver conmigo. Sea como sea, tienes que dejarme marchar. ¡Si no dejas que me vaya, no me esforzaré al actuar!”. El director ve que Xiaogang insiste en irse y que no serán capaces de acabar el rodaje de la película, de modo que lo deja marchar.
Finalmente, Xiaogang deja el equipo de producción cinematográfica y regresa al de edición de vídeo. Vuelve a su anterior puesto de trabajo, que tan bien conoce. Pasa la mano por su silla y su ordenador, y le resultan familiares. Prefiere este sitio. Se sienta; la silla es blanda y el ordenador está listo. “Hacer vídeos es mejor, este deber no cansa. Trabajar entre bastidores tiene sus ventajas, nadie se entera de si cometes un error y nadie te critica, lo corriges al instante y se acabó la historia”. Xiaogang ha descubierto por fin las ventajas de ser un obrero entre bastidores. ¿Cuál es su estado de ánimo en este momento? Se siente increíblemente reconfortado y feliz, y piensa: “Tomé la decisión correcta. Dios me concedió una oportunidad y me permitió recuperar este puesto. ¡Me siento honrado de gozar de este privilegio!”. Se alegra de haber tomado la decisión correcta por una vez. En los días siguientes, Xiaogang se atiene a la rutina de trabajo diaria del equipo de edición de vídeo. No ocurre nada especial durante este tiempo, y Xiaogang pasa cada jornada con total normalidad.
De pronto, un día, mientras trabaja en un vídeo, Xiaogang descubre en un programa de baile a un joven con clase y humor que actúa muy bien. Piensa: “Tiene más o menos mi edad; ¿cómo es que él sabe bailar y yo no?”. Como consecuencia, Xiaogang se ve otra vez tentado. ¿Qué idea se le ocurre? (Bailar). A Xiaogang se le ocurre la idea de estudiar danza. Mira el videoclip y la actuación del joven una y otra vez. Luego indaga para averiguar dónde y cómo aprender a bailar y cuáles son los bailes más básicos. Asimismo, a menudo aprovecha la ventaja de estar en su trabajo para buscar en su ordenador material didáctico, vídeos y recursos de estudio relacionados con el baile. Naturalmente, mientras busca, Xiaogang no solo mira, también practica para aprender. En aras de hacerlo, todos los días Xiaogang se levanta muy temprano y se acuesta muy tarde. Partiendo de la muy limitada base que tenía de danza acrobática, empieza a estudiar un curso de bailes folclóricos y se levanta temprano todos los días para estirar y flexionar el tronco. En el transcurso de sus estudios, Xiaogang soporta un gran dolor físico e invierte buena parte de su tiempo, hasta que finalmente hace algún pequeño progreso. Xiaogang siente que por fin ha llegado su oportunidad, que puede subirse a un escenario a bailar porque cree que su cuerpo es un poco más flexible y sabe hacer algunos pasos de baile. Además, a través de la imitación y el estudio, casi domina algunos de los ritmos cuando toca música. En estas circunstancias, Xiaogang considera que es hora de solicitar a la iglesia que le cambien de deber. Una vez más, tras reiteradas peticiones, ve satisfecho su deseo y se une al equipo de baile para convertirse en bailarín. A partir de este momento, al igual que los demás bailarines, Xiaogang se levanta temprano para el entrenamiento matutino y ensaya para el programa de baile, y asiste con regularidad a las reuniones y charlas, donde analiza y planifica el programa junto con estas personas. Hace estas tareas a diario y, cuando acaba la jornada, se encuentra tan cansado que le duelen la espalda y las piernas. Todos los días son así, llueva o haga sol. Al principio, Xiaogang rebosaba de curiosidad por los bailes, pero, una vez que ha comprendido y se ha familiarizado con la vida y los diversos aspectos de los bailarines, tiene la sensación de que bailar no es nada más que eso: repetir una y otra vez un mismo paso de baile, torciéndose el tobillo unas veces, castigándose la zona lumbar otras, con el consiguiente riesgo de lesión. Cuando baila, piensa: “Ay, no, trabajar de bailarín también es difícil. Todos los días termino tan cansado que el cuerpo me apesta a sudor. No es nada sencillo. ¡Es más duro que el trabajo de vídeo! ¡Pero he de perseverar!”. Esta vez no se rinde tan fácilmente y persiste hasta que por fin llega el ensayo general del programa, después del cual mandarán su baile para que lo evalúen. El día de la valoración, ¿en qué estado de ánimo se encuentra Xiaogang? Está tan emocionado y espera con tanta ilusión los resultados de su duro trabajo que ni siquiera prueba la comida. “Se ha esforzado un montón, ¿verdad?”. Por fin, cuando se dan a conocer los resultados, su baile no supera la primera ronda de valoraciones. La noticia le cae como una bomba y su ánimo toca fondo. Se desploma en una silla: “Con el tiempo que hemos invertido en este baile, ¿lo rechazas con una sola palabra? ¿Sabes algo de bailes? Bailamos con principios, todos hemos pagado un precio, ¿y rechazas nuestro baile así como si nada?”. Entonces piensa: “La decisión está en sus manos y, si no aprueban nuestro baile, tendremos que repasarlo. No hay nadie con quien discutirlo. No hay nada más que podamos hacer, así que volvamos a empezar”. El día que rechazan su baile en la primera ronda de valoraciones, Xiaogang no prueba el almuerzo y solo cena un poco a regañadientes. ¿Creéis que esa noche es capaz de dormir? (No puede dormir). No concilia el sueño, su mente está agitada: “¿Por qué no me salen bien las cosas en ningún sitio? Dios no me ha bendecido. El baile en el que hemos trabajado durante dos meses no ha superado la primera ronda de valoraciones. No sé cuándo pasará la segunda ni cuánto tiempo tendremos que dedicarle para que ocurra. ¿Cuándo podré subirme al escenario y bailar oficialmente? ¡No tengo ninguna esperanza de saltar a la palestra!”. Le da mil vueltas en la cabeza, sopesa las cosas una y otra vez, y piensa: “El trabajo de vídeo es mejor. Voy, me siento, tecleo en el teclado y aparecen flores, plantas y árboles. Los pájaros cantan cuando los hago cantar, los caballos corren cuando los hago correr; cualquier cosa que quiera, la tengo ahí. Pero, en el baile, tenemos que superar evaluaciones y cada día termino tan agotado que apesto a sudor. A veces estoy tan cansado que no puedo comer ni dormir bien, y luego nuestro baile no supera la primera ronda de valoraciones. Este deber también es duro. ¿No sería mejor que volviera a trabajar en el equipo de edición de vídeo?”. Piensa sin cesar: “Pero ¡qué patético! ¿Por qué estoy vacilando otra vez? No debería pensar así. Venga, ¡a dormir!”. Se deja vencer por el sueño, desconcertado. Al día siguiente, cuando se levanta, casi se ha olvidado de todo, de modo que sigue bailando y continúa con el ensayo general. Cuando llega el día de la segunda ronda de valoraciones, Xiaogang se pone nervioso. Pregunta: “¿Nuestro baile puede superar esta evaluación?”. Todo el mundo dice: “¿Quién sabe? Si no lo conseguimos, quedaría demostrado que nuestro baile no es lo bastante bueno y tendremos que seguir trabajando en él. Cuando la supere, será cuando actuaremos y lo grabaremos oficialmente. Deja que todo siga su curso y lidia con la situación como es debido”. Xiaogang responde: “No, vosotros podéis lidiar con ella como es debido, pero yo no tengo tiempo para eso”. Por fin, salen los resultados de la segunda ronda y, de nuevo, su baile no la supera. Xiaogang dice: “¡Bah, lo sabía! ¡No es fácil triunfar en este trabajo! Somos jóvenes, guapos y sabemos bailar. ¿Estos no son puntos fuertes? Estos jueces nos tienen envidia porque no saben bailar, por eso no aprobarán nuestro baile. Parece que nunca lo harán, bailar no es fácil, me vuelvo”. Esa noche, Xiaogang duerme muy apaciblemente, porque se ha decidido a hacer las maletas, marcharse y decir adiós al día siguiente.
En cualquier caso, al final Xiaogang ve satisfecho su deseo otra vez, regresa al equipo de edición de vídeo y vuelve a sentarse delante de su ordenador. Reflexiona sobre las familiares sensaciones del pasado y piensa: “Nací para hacer un trabajo entre bastidores. No llegaré a ser más que un héroe anónimo, no tengo ninguna posibilidad de subirme a un escenario ni de ser famoso en esta vida. Simplemente me comportaré y seguiré tecleando en mi ordenador. Este es mi deber, así que me limitaré a ejercer esta labor”. Después de todas sus idas y venidas, ha sentado la cabeza. Su segundo sueño ha quedado truncado y sin realizar. Xiaogang es una persona “diligente y aplicada”, además de “entusiasta y ambiciosa”; ¿creéis probable que esté muy dispuesto a sentarse ante un ordenador y hacer un trabajo tan tedioso? No, lo más probable es que no.
En los últimos tiempos, Xiaogang se ha obsesionado con cantar. ¿Cómo puede cambiar tan rápido? ¿Por qué se obsesiona con esto, por qué es incapaz de mantenerse alejado de los escenarios? Algo se oculta en su corazón. Esta vez no corre a solicitar un cambio de deber; se limita a buscar materiales a diario para practicar sus habilidades vocales y su canto. A menudo, practica hasta quedarse ronco; a veces, hasta que no puede emitir ni siquiera un sonido. Aun así, Xiaogang no se desalienta, porque esta vez ha optado por otra estrategia. Dice: “Esta vez no puedo cambiar de deber antes de conocer bien cuál es la situación real. He de tener muchísimo cuidado, de lo contrario la gente se burlará. ¿Qué pensarán de mí si siempre estoy cambiando de deber? Me mirarán por encima del hombro. Esta vez tengo que practicar hasta que crea que pueda ser una estrella de la canción, a la altura de los cantantes de la iglesia, entonces me apuntaré al equipo de himnos”. Se afana en practicar a diario, tanto en su tiempo libre como en su horario laboral, ensayando sin descanso. De pronto, un día, mientras está trabajando, su jefe de equipo le dice: “Xiaogang, ¿qué clase de trabajo estás llevando a cabo? Si vuelves a ser tan superficial y no te esfuerzas en tu trabajo, no se te permitirá cumplir este deber nunca más”. Xiaogang dice: “Yo no he hecho nada”. Entonces, todo el mundo se aglomera a su alrededor, diciendo: “Xiaogang, ¿qué ha ocurrido? Ay, ¡qué gran error has cometido! Lo Alto ha corregido esta clase de errores muchísimas veces, ¿cómo has podido cometerlo aun así? Es porque practicas canto a diario y no te concentras en la edición de vídeo, de modo que no dejas de equivocarte y retrasas las tareas importantes. Si vuelves a cometer un error así, la iglesia te expulsará. ¡No te querrá nunca más y todos nosotros te rechazaremos!”. Xiaogang sigue dando explicaciones: “No lo he hecho adrede, tendré cuidado de ahora en adelante, dadme otra oportunidad. No me expulséis, os lo ruego, ¡no me expulséis! Dios, ¡sálvame!”. En el momento en que grita, nota que una mano enorme le da una palmada en el hombro y le dice: “Xiaogang, ¡despierta! ¡Despierta, Xiaogang!”. ¿Qué está ocurriendo? (Está soñando). Exacto, está soñando. Tiene los ojos cerrados y se encuentra aturdido, sus manos se agitan como arañando el aire. Todos se preguntan qué ha ocurrido y entonces lo ven inclinado sobre el teclado, durmiendo. Un hermano le da unas palmaditas y, después de zarandearlo un poco, Xiaogang se despierta por fin. Entonces dice: “Ay, qué susto, estaba a punto de ser expulsado”. “¿Por qué?”. Xiaogang medita sobre ello y comprende que no ha sucedido nada. Resulta que todo era un sueño, a fin de cuentas; se ha despertado asustado por un sueño. Así termina la historia, esto ha sido “Los sueños de Xiaogang”.
¿De qué problema habla esta historia? Del hecho de que los sueños y la realidad a menudo entran en conflicto. Buena parte del tiempo, la gente cree que sus sueños son legítimos, pero ignoran que los sueños y la realidad no son lo mismo en absoluto. Los sueños no son más que tus pensamientos ilusorios, tan solo un interés temporal tuyo. Casi siempre son las preferencias, ambiciones y deseos de la gente, que se convierten en las metas de sus búsquedas. Los sueños de la gente no concuerdan en absoluto con la realidad. Si la gente tiene demasiados sueños, ¿qué errores cometerá con frecuencia? Descuidarán el trabajo que tienen delante y que deberían estar desempeñando en ese momento. Harán caso omiso de la realidad y dejarán de lado los deberes que habrían de cumplir, las tareas que habrían de completar y las obligaciones y responsabilidades que habrían de satisfacer en ese momento. No se tomarán en serio estas cuestiones y seguirán persiguiendo sus sueños, siempre deprisa y corriendo, se emplearán a fondo para cumplirlos y harán cantidad de cosas sin sentido. De este modo, no solo no desempeñarán bien sus deberes, sino que también pueden retrasar y perturbar la obra de la iglesia. Mucha gente no comprende la verdad ni la persigue. ¿Cómo tratan el cumplimiento del deber? Lo tratan como una especie de trabajo, una especie de pasatiempo o una inversión en favor de su interés. No lo tratan como una misión o una tarea encomendada por Dios, o una responsabilidad que han de satisfacer. Menos aún tratan de comprender la verdad o las intenciones de Dios a la par que cumplen sus deberes, a fin de poder desempeñarlos bien y completar la comisión de Dios. Por eso, durante el proceso de ejecución de sus deberes, algunas personas, en cuanto soportan pequeñas penurias, se muestran reticentes y quieren escapar. Al toparse con algunas dificultades o sufrir algún revés, reculan y quieren escapar de nuevo. No buscan la verdad; tan solo piensan en huir. Como tortugas, si algo va mal, se limitan a esconderse en su caparazón y esperan a que pase el problema antes de volver a salir. Existe mucha gente así. En concreto, hay algunas personas que, cuando les piden que asuman la responsabilidad de cierta labor, no se plantean cómo ofrecer su lealtad ni cómo cumplir este deber y desempeñar bien esta labor. En lugar de eso, se plantean cómo eludir la responsabilidad, cómo evitar que las poden, cómo evitar cargar con cualquier responsabilidad y cómo salir indemnes cuando surjan problemas o errores. Lo primero que se plantean es su propia vía de escape y cómo satisfacer las preferencias e intereses propios, no cómo desempeñar bien los deberes y ofrecer su lealtad. ¿Las personas así pueden ganar la verdad? Cuando se trata de cumplir con sus deberes, no se esfuerzan en lo que respecta a la verdad ni la ponen en práctica. Para ellos, la hierba siempre es más verde al otro lado de la valla. Hoy quieren hacer esto, mañana lo otro, y creen que los deberes de los demás son mejores y más fáciles que los propios. Y, aun así, no se esfuerzan en lo que respecta a la verdad. No piensan en los problemas que conllevan estas ideas suyas ni buscan la verdad para solventar problemas. Su mente está centrada en todo momento en cuándo se harán realidad sus propios sueños, en quién está en el candelero, en quién recibe el reconocimiento de lo Alto, en quién obra sin que lo poden y consigue un ascenso. Su mente está llena de cosas así. ¿Las personas que no dejan de pensar en estas cosas pueden desempeñar adecuadamente sus deberes? Nunca lo conseguirán. Entonces, ¿qué clase de personas cumplen sus deberes de esta manera? ¿Son personas que persiguen la verdad? En primer lugar, una cosa es segura: la gente de este tipo no persigue la verdad. Busca gozar de algunas bendiciones, hacerse famosa y acaparar la atención en la casa de Dios, igual que cuando se desenvolvían en sociedad. En términos de esencia, ¿qué clase de personas son estas? Son incrédulos. Los incrédulos cumplen sus deberes en la casa de Dios como si ejercieran un trabajo en el mundo exterior. Se preocupan por quién asciende, por quién se convierte en jefe de equipo, por quién se convierte en líder de la iglesia, por quién recibe los elogios de todo el mundo por su labor, por quién es ensalzado y mencionado. Se preocupan por estas cuestiones. Es como en una empresa: quién asciende, quién obtiene un aumento, quién recibe los elogios del jefe y quién se vuelve cercano al jefe; estas son las cuestiones que le importan a la gente. Si buscan estas mismas cosas en la casa de Dios y se pasan todo el día preocupándose por ellas, ¿acaso no son iguales que los no creyentes? En esencia, son no creyentes; son incrédulos típicos. Sea cual sea el deber que cumplan, se limitarán a ser mano de obra y actuar de un modo superficial. Oigan los sermones que oigan, seguirán sin aceptar la verdad, y menos aún la pondrán en práctica. Han creído en Dios durante muchos años sin experimentar ningún cambio y, pasen el tiempo que pasen cumpliendo sus deberes, serán incapaces de ofrecer su lealtad. No poseen verdadera fe en Dios, carecen de lealtad, son incrédulos.
Algunas personas tienen miedo de asumir responsabilidades en el cumplimiento de su deber. Si la iglesia les da un trabajo que hacer, consideran primero si el trabajo requiere asumir responsabilidad y, si es así, no lo aceptan. Sus condiciones para cumplir con un deber son, primero, que debe ser un trabajo ligero; segundo, que no sea cansado ni les quite tiempo; y tercero que, hagan lo que hagan, no asuman ninguna responsabilidad. Ese es el único deber que aceptan. ¿Qué clase de persona es esta? ¿Acaso no es una persona esquiva y taimada? No quieren asumir siquiera la menor responsabilidad. Incluso tienen miedo de que las hojas de los árboles les caigan encima y les abran la cabeza. ¿Qué deber puede cumplir una persona así? ¿Qué utilidad puede tener en la casa de Dios? La obra de la casa de Dios tiene que ver con la tarea de batallar contra Satanás, además de difundir el evangelio del reino. ¿Qué deber no conlleva responsabilidades? ¿Diríais que ser líder requiere responsabilidad? ¿Acaso sus responsabilidades no son aun mayores y no deben asumirlas en mayor medida? Por mucho que difundas el evangelio, des testimonio, hagas vídeos y cosas así, sea cual sea el trabajo que hagas, siempre que esté relacionado con los principios-verdad, conlleva responsabilidades. Si tu cumplimiento del deber no tiene principios, afectará a la obra de la casa de Dios, y si tienes miedo de asumir responsabilidad, entonces no puedes cumplir con ningún deber. ¿Es cobarde alguien que teme asumir responsabilidades al cumplir con su deber o es que existe un problema con su carácter? Hay que saber diferenciarlo. El hecho es que no se trata de una cuestión de cobardía. Si esa persona fuera en busca de riquezas o estuviera haciendo algo en su propio interés, ¿cómo no habría de ser tan valiente? Asumiría cualquier riesgo. Pero cuando hacen cosas por la iglesia, por la casa de Dios, no asumen ninguno. Tales personas son egoístas y viles, las más traicioneras de todas. Quien no asume responsabilidades al cumplir con su deber no es en absoluto sincero con Dios, ya no hablemos de su lealtad. ¿Qué clase de persona se atreve a asumir responsabilidades? ¿Qué clase de persona tiene el valor de llevar una pesada carga? Alguien que asume el liderazgo y da un paso adelante con valentía en el momento más crucial de la obra de la casa de Dios, que no teme cargar con una gran responsabilidad y soportar grandes dificultades, cuando ve la obra más importante y crucial. Se trata de alguien leal a Dios, un buen soldado de Cristo. ¿Es que todos los que temen asumir responsabilidades en su deber lo hacen porque no entienden la verdad? No; es un problema de su humanidad. No tienen sentido de la justicia ni de la responsabilidad. Son personas egoístas y viles, no son creyentes sinceros de Dios, y no aceptan la verdad en lo más mínimo. Por esta razón, no pueden ser salvados. Los creyentes en Dios deben pagar un alto precio a fin de ganar la verdad, y se toparán con muchos obstáculos para practicarla. Deben renunciar a las cosas, abandonar sus intereses carnales y soportar cierto sufrimiento. Solo entonces podrán poner en práctica la verdad. Entonces, ¿puede practicar la verdad quien teme asumir responsabilidades? Desde luego que no pueden practicar la verdad, y menos aún obtenerla. Tiene miedo de practicar la verdad, de incurrir en una pérdida para sus intereses; tiene miedo de ser humillado, de ser despreciado y de ser juzgado, y no se atreven a poner en práctica la verdad. Por consiguiente, no pueden obtenerla, y no importa cuántos años crean en Dios, no pueden alcanzar Su salvación. Para poder cumplir con un deber en la casa de Dios, hay que ser personas cuya carga sea el trabajo de la iglesia, que asuman la responsabilidad, que defiendan los principios verdad, y sean capaces de sufrir y pagar el precio. Si uno carece de estos aspectos, no es apto para cumplir con un deber y no posee las condiciones para ello. Hay muchas personas con miedo a asumir la responsabilidad de cumplir con un deber. Su miedo se manifiesta de tres maneras básicas. La primera es que eligen deberes que no exigen asumir responsabilidades. Si un líder de la iglesia les ordena un deber, primero preguntan si deben responsabilizarse de él; si es así, no lo aceptan. Si no exige que asuman la responsabilidad y se responsabilicen de él, lo aceptan a regañadientes, pero aun así deben comprobar si el trabajo es agotador o incómodo y, pese a su aceptación a regañadientes del deber, no están motivadas para cumplir bien con él y siguen prefiriendo ser superficiales. Su principio es: ocio, no negocio, y ninguna penalidad física. En segundo lugar, cuando les acontece una dificultad o se encuentran con un problema, su primer recurso es informarlo a un líder para que este se ocupe y lo resuelva, con la esperanza de que ellas puedan conservar la tranquilidad. No les importa cómo se ocupe el líder del asunto y no le dan importancia; mientras ellas no sean las responsables, todo bien. ¿Es leal a Dios esta forma de cumplir con el deber? A esto se le llama escurrir el bulto, incumplir con el deber, hacer trucos. Es pura charla, no están haciendo nada real. Se dicen a sí mismas: “Si tengo que solucionar esto, ¿qué pasa si termino cometiendo un error? Cuando investiguen quién tiene la culpa, ¿acaso no se encargarán de mí? ¿No recaerá la responsabilidad sobre mí primero?”. Esto es lo que les preocupa. Sin embargo, ¿crees tú que Dios lo escruta todo? Todo el mundo comete errores. Si una persona de intención correcta carece de experiencia y no se ha ocupado anteriormente de algún tipo de asunto, pero lo ha hecho lo mejor posible, eso es visible para Dios. Debes creer que Dios escudriña todas las cosas y el corazón del hombre. Si uno ni siquiera cree esto, ¿no es un incrédulo? ¿Qué puede importar que alguien así cumpla con un deber? En realidad, no importa si cumplen o no con este deber, ¿verdad? Tienen miedo de aceptar la responsabilidad y la evitan. Cuando algo sucede, lo primero en lo que piensan no es en una manera de encargarse del problema, sino que lo primero que hacen es llamar y notificar al líder. Por supuesto, hay algunos que tratan de ocuparse del problema por su cuenta al tiempo que se lo notifican al líder, pero otros no, y lo primero que hacen es llamar al líder, y tras eso se limitan a esperar con pasividad, aguardando instrucciones. Cuando el líder les manda que den un paso, dan un paso. Si el líder les dice que hagan algo, eso hacen. Si el líder no dice nada o no da instrucciones, no hacen nada y solo procrastinan. Si nadie los espolea o los supervisa, no realizan ningún trabajo en absoluto. Dime, ¿está esa persona cumpliendo con un deber? Aunque esté siendo mano de obra, ¡no tiene lealtad! Hay otra forma en que se manifiesta el miedo de alguien a asumir responsabilidades al llevar a cabo un deber. Cuando cumplen con su deber, algunas personas solo hacen un poco de trabajo superficial y sencillo, un trabajo que no conlleva asumir responsabilidades. Descarga sobre otros el trabajo que conlleva dificultades y responsabilidad, y si algo llega a ir mal, culpa a esa gente y no se mete en líos. Cuando los líderes de la iglesia se dan cuenta de que son irresponsables, ofrecen ayuda con paciencia o los podan para que puedan responsabilizarse. Sin embargo, no quieren hacerlo y piensan: “Es muy difícil cumplir con este deber. Tendré que aceptar la responsabilidad cuando las cosas vayan mal, y puede que incluso me expulsen y descarten, y ese será el fin para mí”. ¿Qué clase de actitud es esta? Si no tienen sentido de la responsabilidad al llevar a cabo su deber, ¿cómo pueden hacerlo bien? Los que no se gastan por Dios de verdad no pueden llevar a cabo bien ningún deber, y los que temen aceptar responsabilidad solo demorarán las cosas cuando cumplan con su deber. La gente así no es fiable ni formal; solo cumple con el deber para poder comer. ¿Hay que descartar a estos “pordioseros”? Sí. La casa de Dios no quiere a esa gente. Estas son las tres manifestaciones de la gente que teme asumir responsabilidades a la hora de cumplir con su deber. Una persona que tiene miedo de asumir la responsabilidad de un deber no es apta para desempeñarlo y no alcanzará siquiera la categoría de mano de obra leal. Hay individuos que son descartados por mostrar esta clase de actitud hacia su deber. Incluso a día de hoy puede que desconozcan el motivo y que sigan quejándose, diciendo: “He llevado a cabo mi deber con un entusiasmo ardiente, así que ¿por qué me han echado con tanta frialdad?”. No lo entienden ni siquiera ahora. Quienes no comprenden la verdad se pasan toda la vida sin poder entender por qué los descartaron. Se inventan excusas y continúan defendiéndose, pensando: “Que la gente se proteja es algo instintivo y que debe hacerse. ¿Quién no debería cuidarse un poco? ¿Quién no debería pensar un poco en sí mismo? ¿Quién no necesita mantener abierta una vía de escape?”. Si te proteges cada vez que te acontece algo y buscas una vía de escape, una puerta trasera, ¿estás poniendo en práctica la verdad? Eso no es practicar la verdad, sino que es ser esquivo. Ahora cumples con el deber en la casa de Dios. ¿Cuál es el primer principio del cumplimiento de un deber? Cumplir primero con él de todo corazón, sin escatimar esfuerzos, y proteger los intereses de la casa de Dios. Este es un principio verdad que has de poner en práctica. Protegerse a uno mismo buscándose una vía de escape, una puerta trasera, es el principio de práctica que siguen los no creyentes, y su filosofía más elevada. ¿Acaso no es ser un no creyente pensar primero en uno mismo en todas las cosas y anteponer los propios intereses a todo lo demás sin consideración por nadie, sin ninguna vinculación con los intereses de la casa de Dios ni con los intereses de los demás, pensar primero en los propios intereses y luego en buscar una vía de escape? Eso es precisamente lo que es un no creyente. Este tipo de persona no está en condiciones de cumplir con un deber. Y también sigue habiendo personas como Xiaogang, el protagonista de esta historia, que es un ejemplo típico. No saben hacer nada de forma realista. Quieren ahorrarse problemas en cualquier cosa que lleven a cabo. No quieren sufrir ni un pequeño apuro ni frustración. Su carne tiene que estar a gusto; tienen que poder comer y dormir a horas regulares, no puede darles el viento ni el sol. Además, no asumen ninguna responsabilidad por su trabajo. Tienen que dedicarse a algo que les guste, algo que se les dé bien, algo que estén profundamente dispuestas a hacer. Si no hacen lo que quieren, no tienen la menor obediencia. Están continuamente indecisos y cambiando de opinión. Nunca se comprometen en lo que hacen; tienen siempre un pie dentro y otro fuera. Cuando sufren, quieren retirarse. No soportan que las poden. No se les puede exigir grandes cosas. No pueden sufrir. Todo lo hacen exclusivamente en función de su propio interés y de sus propios planes; no hay en su interior ni una pizca de obediencia. Si las personas de este tipo no saben buscar la verdad ni reflexionar sobre sí mismas, resultará difícil cambiar estas prácticas y actitudes corruptas. Cumplir un deber como un creyente en Dios requiere, como mínimo, un poco de sinceridad. ¿Creéis que estas personas son sinceras? Cuando se exige un esfuerzo serio, se acobardan. No poseen ni un ápice de sinceridad. Esto resulta muy problemático y difícil de gestionar. Se creen extraordinarias y, cuando las destituyen o las podan, creen haber recibido un trato injusto. Es muy problemático que la gente no busque la verdad ni entre en la realidad-verdad. Bien, dejemos aquí esta cuestión y pasemos al tema principal.
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